Santy, el mago musical

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Saludo

Con u na ma ni ta, di go: «¡Ho la!». Con la o tra ma ni ta es i gual. Con las dos

Actividades:

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Podrás acceder a la actividad (Saludo) a través del QR que está al final del cuento.

Jugamos con el gesto de saludo con el brazo extendido o semiflexionado, sacudiendo la mano:

Más cerca, más lejos, con una mano, con la otra, con ambas manos, moviendo solo los dedos, Jazz Hand.

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Variamos la letra de la canción, enfatizando el saludo con la mano izquierda y la mano derecha.

Con la mano izquierda digo: «¡Hola!». Y con la derecha es igual, con las dos manitas te saludo y te digo: «¡Vamos a jugar!».

Mi nombre

Actividades:

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Por ejemplo: «Su nombre es silla, me voy a sentar. Di cuál es su nombre, ¡vamos a jugar!». Mi nom bre es San ty, ma go mu si cal. Di cuál es tu nom bre, va mos a ju gar.

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Podrás acceder a la actividad (Mi Nombre) a través del QR que está al final del cuento.

Cantamos la canción con el nombre de Santy.

Intercambiamos el nombre de Santy y cantamos nuestro nombre. Variamos la canción por nombres propios todas las veces que queramos:

• Con el nombre de un amigo.

• Con el nombre de un objeto de la sala.

¡Hola! Mi nombre es Santy, el mago musical.

El elefante y el mono

—¡Más rápido, más rápido! ¡Se hace tarde! Vamos, vamos… —El mono saltaba

alrededor del elefante, agitando sus brazos y haciendo girar sus ojos, que se le salían de las órbitas.

El elefante dirigió a su amigo una mirada divertida.

—Uno… —dijo y dio un paso pesado en la hierba fresca.

La tierra tembló. «¡PUM!».

—Pero, pero, pero, pero ... —El mono dio cuatro saltitos, ansioso.

—Dos…

«¡PUM!». El elefante enrolló su trompa. Cuando la desenroscó, observó al mono saltarín. Había corrido hasta el río. Tardó cuatro veces menos que el elefante en llegar a la orilla.

—Tres...

El elefante retomó entonces la marcha a paso lento y pesado. Sus hermosas y elegantes orejas se movían como si solo a él lo alcanzara un viento mágico. Parecía que iba a salir volando.

—Vamos, vamos, vamos, vamos… —El mono, bajo un árbol, dio cuatro vueltas alrededor del tronco, mientras el elefante adelantó otro paso. «¡PUM!».

—Cuatro... Ya, ya... ¡He ganado! —proclamó el mono cuando el elefante llegó a su lado junto al río.

El sol estaba en lo alto, extendía su manto de luz dorado. Los rayos amarillos extraían brillos del agua fresca en la que el elefante comenzó a bañarse. La trompa tomaba el agua, y luego la dejaba caer como un manantial sobre su piel rugosa, aliviando el calor.

—Existen ciertas cosas, querido mono —respondió el elefante, con mucha calma—, que para ser lo que son, tienen que durar.

—¿Cómo qué?

—Como las galletas de avena y miel, que debéis hornearlas para que sean sabrosas.

—¿Y qué más?

—La lectura de un libro. Tenderse en la cama a leer con una linterna es una manera divertida de hacerlo.

—¡Más, más!

—Una vuelta como esta… –dijo el elefante girando sobre sí mismo—, a mí me lleva cuatro tiempos.

Y mientras el elefante giraba, escuchó al mono contar:

—Uno, dos, tres, cua... ¡Listos, ya!

El mono salió corriendo.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —dijo el elefante, todavía un poco mareado por las vueltas.

Desde la otra punta, el mono gritaba y alzaba las manos, triunfal:

—¡He llegado primero! ¡Te he ganado otra vez, elefante!

El elefante negó sacudiendo sus orejas. Hay cosas que duren lo que duren nunca cambiarán. Y se rio de su amigo el mono, echando un chorro de agua al cielo azul.

Actividades

Reflexionamos

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¿Quiénes son los personajes de esta historia?

¿Cómo son? Describimos las características de los personajes: colores, formas, sonidos.

¿Cuál es más rápido? ¿Cuál es el más lento?

Caminamos en cuatro tiempos como el elefante, y saltamos como monitos.

¿Qué cosas se nos ocurren que llevan su tiempo para ser?

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