Un barquito había zarpado a aventurarse en las aguas abiertas del mar.
Confiado en su estructura y buen diseño, soltó la cuerda de la orilla y se fue a navegar.
Anduvo cierto tiempo de aquí para allá, contemplando y admirando otros barcos que veía pasar.
A veces, también veía a los pájaros y pensaba:
«¡Qué lindo sería poder ser pájaro y en el cielo volar!», sin notar que él estaba a sus anchas en el mar.
Pasaban ballenas y también sirenas; las veía admirado y decía:
—¡Qué lindo sería tener aletas y poder al fondo bajar!
Seguía a flote sin ver mucho más, sin un rumbo muy claro. Con el vaivén de las olas se había adormilado y ahora, a la deriva, se encontraba desolado.
«¡KRAAKABOOM! ¡KRAAKABOOM!»
Truenos empezaron a sonar, y el barquito poco a poco lo empezaba a notar.
«¡KRAAKABOOM! ¡KRAAKABOOM!»
Un salto dio, con el estruendo se empezó a preocupar, y con miedo se empezó a preguntar: «¿Y ahora qué va a pasar?».