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¿Hola? ¿Hay alguien ahí? exclamó Bruno.
En medio de la nada y después de una larga montaña rusa por unos sitios rarísimos, el pequeño Bruno aterriza en una pintoresca ciudad llamada «Uterandia».
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Cuenta la leyenda que el papá y la mamá de Bruno se querían tanto, tanto, tanto, que plantaron una semilla en la tripa de mamá. Esa semilla sería especial, porque crecería rodeada de un amor genial.
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¿Cómoooo? ¿Quéééé? ¿Que yo soy una semilla?
¡Ja! Si no soy una planta. Bueno, es cierto que ahora mismo no parezco humano, sino más bien un renacuajo. Un renacuajo bien guapo —explicó Bruno.
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