Lucas

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L

ucas vuelve de la escuela. No camina a su casa: vuela. Muy, muy, muy rápido. Quiere volver enseguida a ver a su mamá. La extraña, ya desde la mañana. Cuando está en la escuela siempre la está extrañando.




Es que la mamá de Lucas es genial. Verdaderamente genial. La mamá de Lucas es la mejor mamá. ¡Y la mas bella! Es alta y tiene el pelo largo y ondulado. Siempre sonríe. Al contrario de la maestra de Lucas, que siempre es mala. Muy mala. A Lucas no le gusta. No le gusta, porque es mala.


Pero, a veces, Lucas también es malo. Como hoy. Pero esto no se lo quiere contar a su mamá. Sólo le quiere contar que su maestra es mala. Por eso está corriendo.


¡Tiene que ser el primero en contarle a su mamá quién de los dos es el malo! Corre tan rápido porque teme que su maestra ya haya llamado a casa. Y contado cuán malo Lucas puede ser a veces...



Cuando -ยกpor fin!- Lucas llega a casa, su mamรก ya estรก en el umbral de la puerta. No sabe si estรก enojada o no. A Lucas ya le preocupa verla parada en la puerta. Por eso mira al suelo.



Sin levantar la vista, la abraza por la cintura – ¡así ya no necesita mirar el suelo, sino que puede meter su cabeza debajo del pulóver de mamá! En esa cueva huele tan bien como siempre… ¡huele a mamá! ¡Y hace calor! En ninguna otra parte del mundo uno puede acurrucarse tan bien. El pulóver de mamá es un verdadero escondite. Aunque no resulta tan bueno, porque mamá ha empezado a subir el pulóver.



Ahora Lucas aprieta su nariz con más fuerza en la barriga de mamá. Pero hay un problema: mamá tiene una panza estupenda, bien plana y entrenada. Justamente por ser tan entrenada, no tiene grasa. Claramente, esto lo sabe Lucas por la panza de papá, ¡las narices se pueden meter mejor en una barriga gordita! Mientras tanto, mamá ha terminado de subir el pulóver. Y – ¡oh, no! – se arrodilla.


Cuando los padres hacen algo así, van a decir algo importante. Mamá se lo había explicado alguna vez a Lucas. Pero ya no se acuerda exactamente de la explicación. Y además, eso ahora tampoco tiene mucha importancia. Lo que tiene muchísima más importancia es que entre tanto mamá llegó a la misma altura que los ojos de Lucas. Ya no tiene nada donde esconder la nariz, ya que delante de él, justo exactamente delante de él, está la nariz de mamá.



Ahora la cosa se pone seria. Lucas toma un mechón de mamá y lo envuelve alrededor del dedo. “Hola mamá”, dice, no tan fuerte como de costumbre. “Estás muy linda hoy”, dice un poco más fuerte. Papá siempre le dice eso a mamá cuando ha hecho algo mal. De alguna forma parece funcionar, pues mamá se vuelve siempre más amable. Luego añade Lucas: “¡Te estaba extrañando hoy, mamá!”. Tal vez se ponga aún más amable así. Es que Lucas todavía no sabe si está enojada o no. Mamá lo mira. Lo mira con esa mirada que tienen las mamás cuando uno ha hecho algo malo.




“Tu maestra me acaba de llamar”. Esto suena mal. Rápidamente Lucas toma unos mechones más del pelo de mamá y se los pone delante de la cara. ¿Podrá esconderse también detrás de su pelo? “Lucas, mirame cuando hablo con vos”. No, uno no se puede esconder detrás del pelo de mamá.


Lucas recuerda otra cosa: “¡qué rica huele la comida, mamá!”. Pero mamá sólo lo mira y agita el pelo largo y ondulado. “Lucas, aún no cociné. Para de decir las mismas tonterías que papá”. Mamá es demasiado lista. También demasiado fuerte, porque ahora levanta con facilidad a Lucas y se lo lleva al salón.




-La maestra me llamó. ¿Qué pasó hoy en la escuela? -Nada, mamá. Aparte de que no estabas y que te extrañé. -Lucas, dale. -¡Pero solamente si me prometes que no te vas a enojar, mamá! -Eso lo vamos a ver, dice mamá con una sonrisa. Lucas se tranquiliza. ¡Mamá sonríe! Entonces no puede ser tan grave. -Alice, sabes, la del lindo pelo y de los ojos bonitos. Y de la risa linda. Mamá, ¿sabes cuál Alice? ¡Alice, la hermosa!


-Sí, Lucas, me parece que sé de qué Alice estás hablando. -Bueno, mamá. Entonces Alice… Hoy, en la clase de arte, Alice pintó solamente una raya azul con un punto rojo. Luego entregó la hoja. Por eso la maestra se enojó. Dijo que eso no era arte. Entonces yo le dije: ‘Maestra, ¡usted no sabe nada! ¡Esto sí que es arte! ¡Esto se llama arte contemporáneo, maestra!’ Después la miré a Alice y le susurré: ‘¡A mí me gusta mucho lo que pintaste, Alice!’




La mamá de Lucas se ríe. Lo abraza. -Y vos, Lucas, ¿qué pintaste? -Yo pinté dos cuadros, mamá. Pero no se los quise entregar a la maestra. Sé que está mal, pero es que fue mala con Alice. También porque lo que está en los dibujos es un secreto. -¿Un secreto? ¿Y yo, puedo verlas? -Sí, mamá, ¡vos sí que podés!



Lucas saca las hojas de la mochila. En una se puede distinguir a su mamรก. En la otra a Alice.



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