Crónica (madrid 1929) publicat el 7/10/1934

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Año \ I . - N ú m . 2-56

7 Octubre l934

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céntimos.

'Meditación''. E s t u d i o a e mujer, por B a t l l e s .

Revisla de la semana itedacdon t¡ Admon Hernu»/*iUaJ5.

MadU'id

Direclror ANTONIO O. »r. LINARJES "Redáciror-leFe LViS Cr. DC LlNAltES.

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homenaje de £jspa£La a don Miguel de tlnatnttno, con motivo de sit jubilación.

Conquista

hombre que odiaba el maquiiiaie

Al verle la primera vez presintió hallarse frente al hombre de sus ensueños, pero él parecía indiferente. —Alguien la aconsejó que dejara de pintarse los labios... y comenzó a usar Tangee,— que no pinta, porque no es pintura. DE ANARANJADO CAMBIA A ROSA

S. E. el Presidente dz la República, y, a su lado, el insigne don Migueí de Unamuno, dirigiéndose hacia la Universidad de Salamanca, en la mañana del domingo último, en ocasión de explicar el señor Unamuno la última lección de su vida de catedrático. Jubilado como tal catedrático, el glorioso profesor ha sido nombrado rector vitalicio de la Universidad salmantina.

Tangee cambia de color en sus labios.—En la barrita es anaranjado, pero aplíqueselo y verá cómo adquiere el tono rosa que mejor armoniza con su rostro. Tangee, a base de cold cream, s u a v i z a los labios, los embellece y no los agrieta. Además Tangee es permanente y no se reseca. Si desea un tono más obscuro pida el Theatrical—especial para uso de nochey para artistas.

SIN RETOQUE: Los labios >in retoque cui siempre parecen marehttos y avejentan el rostro. PINTADOS: Evite el parecer pintarTajeada. A los Kombrcs les desagrada este aspecto. C O N TANGEE: Se ariva el color natural, realza la belleza y evita U apariencia de pintora

Sr. O. FEDERICO B O N E T - A p a r t a d o ^ O á M a d r i d Incluyo en sellos de correo: Ptos. 2 , 5 0 pora estuche completo (6 artículos), o Ptos. 1,50 p a r a muestros d e láptz, rouge, compacto y polvos. Nombre DomictMo Población

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¡ T I M B R E

Don Miguel de Unamuno leyendo, en el Paraninfo de la Universidad d a Salamanca, el magnífico discurso que constituyó su última lección. ¡Fots. Alfonso)

crónsca

I N C L U I D O )

Concesionario; FEDERICO BONET • Apartado 501 • Madrid_

SAL DE FRUTA


t i n a fotografía de arte» por BatUes. crónica

•uta modelo española.


tXkOS

veleros

del Medite-

Aun quedan en todos los mares infinidad de veleros que, lentamente, como hace muchos siglos, transportan mercancías de un puerto a otro. La vida de sus tripulaciones es extraordinariamente dura y peligrosa. Son los últimos marineros de verdad.

neo M a r m e r o s le verdad.

c

OMO hace cinco siglos, unas velas blancas recorren perezosamente las costas del Mediterráneo. Son barcos de ca, botaje, que llevan mercancías de Alicante a Valencia o de Almería a Barcelona. Desde los vapores de línea se los ve en a l t a mar Imlando sobre las olas. A veces van tan cargados, que únicamente parecen sobresalir del agua las velas tendidas bajo el viento. Navegan con cualquier tiempo, luchan bravamente con todos los temporales y es un milagro que no den con la quilla en el fondo del mar cada vez que hay mar gruesa. Sus tripulaciones están compuestas de marineros de verdad. Ellos mismos lo dicen. —En un trasatlántico no hay más que tres personas que pueden calificarse de marineros: el capitán, el piloto y el primer oficial. Los demás son mecánicos que permanecen durante toda la travesía encerrados en las entrañas del buque: electricistas, camareros, cocineros, mozos; en fin, gentes que lo mismo podrían trabajar ahí que en otro lugar. Nosotros somos los últimos marineros auténtictw. Conocemos el mar mucho mejor que ellos, porque estamos infinitamente más cerca de él, porque aun no lo hemos vencido. Es a bordo de un tres palos de cabotaje anclado en el puerto de Alicante donde unos marineros me hablan de su existencia, tan dura. Dos días van a permanecer aquí, y en cuanto el barco haya descargado meterán lastre en la cala y pondrán proa a Barcelona. Las escalas no significan descanso. Se aprovechan todos los momentos para, repaRir el velamen, pintar, calafatear, arrancar algas, limpiar la cala... Al atardecer, los hombres saltan a tierra y se meten por las callejuelas sórdidas del puerto en busca de diversiones baratas.

I

La codna se hace sobre cubierta, y a veces, en alta mar, una ola de|a sin comida a la tripulación. Pero ni estos percances, ni la continua labor de subir y bajar a los pa* los para arreglar las velas, hacen perder la sonrisa a esos rudos marineros levantinos

cronsca

(FoU. Edk)


Vean ustedes, a la izquierda, ei piloto de un velero alicantino, para quien las bruscas tormentas del Mediterráneo ya no tienen secretos.—A la derecha: la escotilla que da acceso al dormitorio común, donde, por turnos, descansa la tripulación. Es un lugar sin luz ni ventilación, amueblado con unas estrechísimas literas duras e incómodas; pero donde los hombres, rendidos de cansancio, duermen como en la cama más blanda y confortable del mundo.

viaje, un paquete de mar se metió dentro del barreño donde sacábamos un magnífico arroz, que todo el equipaje había olido ya. Fué el día más triste que recordamos de nuestra vida de marineros.

La esperanza de la aventara maravillosa.

Se ha anclado en un puerto. Durante unos días, mientras dura la descarga, los marineros van a gastarse alegremente el poco dinero que han podido ahorrar, en aventuras amorosas, en vino y en tabaco. Pero antes de saltar a tierra hay que borrar las huellas de todas las fatigas del viaje. Y sobre cubierta, ante unos trozos de espejo, se lavan, se afeitan y se cortan el pelo.

Cuando el barco está anclado en algún puerto, los marineros se levantan al amanecer. En el mar duermen, turnándose, muy pocas horas. Y en los momentos difíciles, cuando hay temporal, entonces no duerme nadie. —Así—me dice el piloto—^hemos pasado, en algunas ocasiones, tres días. Setenta y dos horas sin dormir y luchando con el mar, ya es una buena paliza. Hay un dormitorio común para todos. Con objeto de que no reste lugar a las mercancías, es de un tamaño tan reducido que de cada litera a la de encima cabe justo el ctierpo de un hombre tendido. No tiene más fuente de luz y de ventilación que la escotilla por donde se entra. La tripulación de este velero no está a sueldo, sino a tanto por ciento. Si el viaje ha sido feliz y la mercancía se vende bien, cobran algún dinero; cuando ocurre lo contrario, han trabajado de balde. Algunos tienen novia en un puerto. Su ilusión entonces es reunir algún dinero para comprar una lancha de pesca y abandonar la embarcación. Pero son los menos. Casi todos han renunciado a un hogar en tierra firme. Desean vivir así toda la vida, y morir en el mar. Además, no hay uno que no tanga en su imaginación una aventura sorprendente en la que aparecen tesoros enterrados y misteriosas islas exóticas. Con un trasatlántico se sabe siempre adonde se va y a la hora en que se llegará. Con un velero no hay nada seguro, y lo inesperado, lo maravilloso puede sui^ir a cada instante. —Vivimos pobremente—me dicen—. Somos los últimos vagabundos del mar. Pero sabemos que la aventura puede presentarse algún día, y esta esperanza nos hace más felices de lo que ustedes, los hombres de tierra, pueden suponer. L. G. BE L.

(Fots. Erlk)

Hay sobre el puente una diminuta cocina, metida en una especie de garita tan reducida que el cocinero tiene que salir de ella para pelar el caldero de patatas.

—Los días de temporal—me dice—las olas se estrellan contra los tabiques de la cocina, y algunas veces nos hemos quedado sin comida. Durante el último

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Pá¿uia ¿e Federico R i b a s .

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"Mañana d« Octabre, o el primer frío

erantes

99


A.calya d e s e r b o t a d o a l a ¿ a a eai O y d e b a n k (Inglaterra) el m a y o r trasatlántico ¿ e l m u n d o .

Dos aspectos del nuevo gigante de los mares, Cunarder 534, al qae se ha dado el nombre de «Queen Mary». Desplaza 74.000 toneladas, tiene 311 metros de largo y 42 metros de alto, y se espera que bata todos los «records» de velocidad establecidos basta ahora por los trasatlánticos, realizando la travesía desde Inglaterra a los Estados Unidos en menos de cuatro días. (Poti. p. Orifio)

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T I M B R E

A P A R T E


CRÓNICA preéii]i.ta a don Pedro Ricos

de M a Sen. ilcaldi ^4ue retormasi ae enor aicaiae» drid

prepara el AyiiiiLtamieitto para esita t e m p o r a d a ?

Obras Hue contribuirán a mitigar el paro obrero^Planes del Ayuntamiento en orden a la Asistencia Social y al problema de la mendicidad. Lo 4tte se bará para mitigar la carestía de las sabsistencias.-Cón&o se preocupa el Ayuntamiento de las cuestiones de Ensc&anga.

D

ON Pedro Rico ha tenido para CEÓNICA la gentileza de contestar amable y ampliamente a todas las preguntas que ha querido hacerle el reportero. De la importancia de sus manifestaciones, la mayor parte de las cuales revelan planes y proyectos hechos públicos hasta este momento, puede juzgar el lector a continuación. Oigamos lo que dice don Pedro.

Las subvenciones ^ n e otorga el A y u n tamiento para lines benéficos y de Asistencia Social. —Independientemente de tales obras—continúa el ilcalde—, el Ayuntamiento se preocupa de contrijuir al sostenimiento de diversas Sociedades obreras.

—Con respecto a la carestía de las subsistencias, la Corporación proyecta reorganizar el funcionamiento de los mercados centrales, con el fin de intervenir directamente en las operaciones de compra-venta; estudiar un plan básico y completo de mercados de distrito, para suprimir la venta en la vía pública; construir una lonja de contratación para aquellos artícu los alimenticios que no se expendan en los mercados centrales; conslnür un mercado central de leche, que reglamente el comercio de este producto alimenticio, con las máximas garantías sanitarias que exige. Y otra serie de medidas relativas a la instalación de cámaras frigoríficas y su reglamentación; creación de un Cuerpo de inspectores de Abastos, la expedición de papeletas de tránsito y la centralización en el negociado de Abastos de todos aquellos asuntos que se relacionan con la venta de artículos de consumo. Los grupos escolares.—Se v a n a i n a u g u r a r Z8 n u e v o s c o m e d o r e s » c o n c a p a c i dad para 3.000 niños. Y, finalmente, este Ayimtamiento, como es del dominio público, viene preocupándose desde su constitución, con especial interés, de las cuestiones de Enseñanza. Próximamente se inaugurarán 28 nuevos comedores, en otros tantos grupos escolares; y se proporcionará comida sana y abundante a cerca de 3.000 niños, 'téngase en cuenta que en la actualidad vienen a ser unos 4..500 los que disfrutan de este beneficio en los grupos escolares en que se halla instalado el servicio de cantinas. Además, hay en ejecución diversas obras de reforma y ampliación en 10 grupos escolares, en los que el próximo año se inaugurará la matrícula y se establecerán diversos servicios complementarios, «tales como comedores, roperos, etc.

Las relormas de Madrid y la crisis obrera. —La proximidad de la estación invernal, en estos instantes de aguda crisis obrera—dice don Pedro— constituye una honda preocupación para la Alcaldía madrileña. Con el fin de mitigar los estragos que ocasiona el paro y, por otra parte, inspirándose en el propósito de realizar aquellas obras que exigen de modo más apremiante su pronta ejecución, si se quiere afrontar el problema de la reforma de Madrid—que nos hallamos planteado—, hay en estudio diversos planes, que en breve se pondrán en marcha. Entre las obra? que primeramente han de emprenderse, figuran las siguientes: el plan de reforma interior, cuj'o trabajo está próximo a terminar y se halla pendiente de que se formulen unas Ordenanzas, y el trazado general, para presentarlo al Gobierno y solicitar la reforma de la ley de 1895, de modo que permita poder empezar las obras inmediatamente. Al Ayuntamiento le preocupa también iniciar obras de acuerdo con el Estado, para lo cual, en la última reunión celebrada en el Ministerio de Obras Públicas se ha acordado llevar a la práctica la construcción de un gran paseo a lo largo del A broñigal y de la Castellana, con arreglo a ios proyectos municipales. Las obras a realizar en el primero son la construcción de una calzada central y aceras; simultáneamente, el Ayuntamiento irá" haciendo las expropiaciones de las fajas laterales, que permitan la realización del proyecto en su totalidad, lo que conducirá a una avenida del tipo de la Castellana, que será una de las grandes arterias Norte-Sur del futuro Madrid. Próximamente se hará la inauguración oficial de las obras del Viaducto, ya comenzadas. Se está construyendo una pasarela con el fin de que no quede interrumpida la circulación durante el curso de los trabajos. Dichas obras coincidirán con el anuncio de la subasta de la vía San, Francisco-Puerta de Toledo. También en breve se dará comienzo a las obras de instalación de las Estaciones de Depuración que tantos beneficios habrán de reportar en orden a la higiene pública. En estos instantes están a punto de resolverse Jas gestiones entabladas entre el Instituto Nacional de Previsión, el Ayuntamiento y la Empresa adjudicataria de la construcción de 2.700 viviendas, que es de esperar se resuelvan pronto favorablemente, lo que consentirá dar comienzo a las obras con rapidez. Además, existe en preparación un proyecto para ampliarlas obras de saneamiento del subsuelo, el cual, una vez aprobado por el Ayuntamiento y por el Ministerio de Obras Públicas, se pondrá en marcha seguidamente. Otra de las obras a ejecutar en el próximo invierno es la construcción de una Estación de incineración de basuras, pendiente sólo de algunos trámites que se solventarán rápidamente. En el Ensanche se acometerá en breve la urbanización completa de la primera y tercera zonas del mismo.

L a c a r e s t í a ¿Le l a s s u b s i s t e n c i a s . — L l A y u n t a m i e n t o se propone intervenir d i r e c t a m e n t e e n l a s o p e r a c i o n e s de compra-venta.

El popular alcalde de Madrid, don Pedro Rico.

I.asta aquí las palabras de don Pedro Rico. Por nuestra parte no tenemos que añadir más que nuestro deseo es que tan bellos propósitos se conviertan cuanto antes en benefif iosa realidad para los madrileños. RAMÓN M A R T O R E L L

destinando a ello sumas de consideración. A saber: 445.000 pesetas entre Sociedades obreras que tienen establecido el socorro de paro forzoso por causa involuntaria; 30.000 pesetas e n t r e M u t u a l i d a d e s obreras que tienen establecido los socorros de enfermedad y accidente del trabajo; 50.000 pesetas entre Sociedades benéficas que tienen establecidos los auxilios médico-farmacéuticos, y 30.000 p e s e t a s de subvención a la Mutualidad Obrera. P a r a atenciones benéficas, destina también las siguientes cantidades: 20.000 pesetas a la Asociación de la Prensa, con destino a fines benéficos; 10.000 pesetas al Montepío de Serenos, para iguales fines; 1.500 pesetas a la Unión de Maceros, Porteros y Ordenanzas del Ayuntamiento, y 10.000 pesetas al Patronato de Homenajes a la Vejez, para pensiones a m a y o r e s de s e t e n t a y cinco años. Esto aparte de las considerables cantidades dest i n a d a s para el racionamiento de los necesitados, el importe de las cuales se viene consignando men^ sualmente en n o t a s periodísticas. En orden a la Asistencia Social y al problema de la mendicidad, el Ayuntamiento tiene en estuoio—y a este fin se ha designado una ponencia—un plan que permita atender a imo y otro aspecto de ese complejo problema.

DESECHAD LAS CREMAS INERTES ¿Qué mujer no suspira por esto radiante lozanía y esta tez juvenil que maravillan? Mas no son d e esperar tan envidiables resultados con cremas i n e r t e s , , sino usando una que seo sano, activa y admirablemente equilibra' do " en sus componentes, al por que delicadamente perfumada. Esta es la

CREME SIMOH

«^«•S^DET<Mt ciu Henar

crónica


Ricardo H a u p t maitn» acusiado de ser uno de los rap«tores y asesinos del kijo del glorioso aviador Lindbergli, ve aproximarse l a silueta pavorosa de la silla eléctrica* £1 niño dormía bajo un cielo Ae cuento lit-' fautiL-La escalera por donde subieron los ase-» sinos.^Hauptn&ann delatado por el oro—'La silueta desvaída del vagabundo Tisb.

Bemard Richard Hauptmann, detenido como presunto autor aei rapto del hijo de Lindbergh, aparece pálido y tembloroso al través de tos barrotes de la cárceL Niega su partídpadón en el aunen; pero cada día la Polída acumula más pruebas en contra suya, y la sombra de la silla eléctrica se proyecta trágicamente en los muros de su celda.

L

A detención en Norteamérica del alemán Ricardo Hauptmann—acusado de ser uno de los secueetradorcí? y asesinos del hijo de Lindbergh—da una dramática actualidad a este sensacional suceso, acaecido la noche del 3 de Marzo de 1932 en la casita de campo—blanca como el sueño del niño—del glorioso aviador en Hopewel!, Estado de Nueva Jersey. Pocas veces la tornadiza fortuna ha tenido para un hombre tan ^mtéticas alternativas como las tuvo con el famoso aviador. La suerte sometió a Lindbergh a su trágico juego elevándolo en un instante a las cimas, casi inaccesibles, de la notoriedad universal y de la gloria, para hundirlo poco después en la desespsra<i(')n y la tristeza. Y es que la fortuna, cuando vuelca con exceso sus favores sobre un homljre, parece que sp arrepiente de su prodigalidad y trata, sañuda y taimada, de rescatar lo i{ue le pertenece. .

El 3 de Marzo de 1932, Lindbergh—glorioso, admirado y rico—descansa de sus afanes, al lado de su espoí^a, en su casa de campo en Hope.vell. Su hijo—un frío rubio y sonrosado que es la gracia y ei encanto del hogar—-duerme en su cunita, jtinto a la ventana abierta del cuartito, bajo un cielo de cuento infantil, donde titilan las estrellas y donde el buen Dios—según las leyendas hogareñas—cuidfv y prot«ge los sxieños de los niños. El baby estaba solo en su ¿pequeña habitación del piso alto, en tanto sus padres, abajo, leían tranquilos los periódicos, después de cenar. Y en osTOs momentos dulces y apacibles, cuando quizá los padres hicieran, entre lectura y lectura, algún comentario acerca de las gracias del f)equeñuelu, las ííombr<¿s siniestras y abominables de unos bandidos subían, como sucias sabandijas, por una escalera, agarrando con sus manos codiciosas y brutales el forpezuelo del crío, qué era un.tesoro para los padres y otro para los desalmados. La fortmiade Lindbergh era la desgracia do sti hijo. l.,a noticia del rapto de la criaturita llena de horror a ia« (rentes. 8c moviliza íin ciército politíacío. se

He aquí al «baby Lindbergh», víctima inocente de la infinita crueldad de los hombres. El pobre níno, que se asomó a la vida rodeado de mimos y cuidados, y al que paretía esperar una infancia feliz, apareció muerto en un campo pró« ximo a la casa de sus padres. (Fou. Prtasa Critica)

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£ste es el dinero que ha delatado a Hauptmann. Los cincuenta mil dólares entregados por Lindbergh para rescatar a su hijo fueron señalados por la Policía, con ob|eto de descubrir luego a sus poseedores.

La esposa de Ricardo Hauptmann ha sido también detenida para que explicara la procedencia de esos 13.000 dólares que pertenecen a la serie entregada por Lindbergh a los raptores de su hijo, y que han sido hallados en poder de su marido. Véanla conducida por los agentes. En el ángulo inferior derecho: el más reciente retrato dé Hauptmann, obtenido por la PoÚda norteamericana.

S T A

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D

BARCELONA

excita a las autoridades, se hacen infinitas cabalas y se escriben alegatos tan sentimentales como inútiles. Una oleada de emoción recorre el país del dólar, en donde el negocio y el afán de dinero seca a veces el sentimiento, convirtiendo en mercancía publicitaria hasta las más íntimas tragedias. Un periódico norteamericano, el Daily Nexos, ofrece 50.000 dólares a quien descubra a los autores de la fechoría. Los más hábiles agentes escudriñan los campos, buscan entre la hez de los suburiños y de los puertos, persiguen y encarcelan a muchos 'jav/jskrs y buscan el apoyo de los delincuentes para esclarecer el delito. Los más zahoríes—que siempre .se equivocan—suponen que los bandidos que han raptado al niño no le harán daño. Aquello no es más que irnos de esos formidables ckantages, tan numerosos en Norteamérica. Los bandidos exigen 50.000 dólares por restituir a sus padres ei niño, y el coronel Lindbergh se apresura a entregarlos' IWas después aparece el cuerpo del bahf) destroisado en. un matorral cercano a la casa. El aviador extraordinario que había salvado todas las alturas caía víctima de su elevación social. El símbolo del Gólgota se bacía realidad en el héroe, pues todo aquel que rebase la mediocridad y la supere, forzosamente será crucificado.

Pero el dinero que arma el brazo de los criminales los delata. Los númerors de los biUotes e».tregadob a los malhechores han quedado en poder de las autoridades y agentes. Y comienzan a aparecer en el condado de Bronx los billetes delatores. Un día el encargado de un garaje—a quien HauptmaJín compró cinco galones de gasolina y le dio para el pago un certificado oro por valor de diez dólares—sospecha del comprador y lo delata. Porque Hauptmann. con esa escupida fanfarria y petulancia que da la posesión del dinero a muchos hombres, dice al encargado del garaje que él posee un centenar de billetes de aquéllos. Esta jactancia, en la que incurren con frecuencia los ladrones, le señala a Hauprmann el camino de su perdición' Junto a la figura del secuestrador surge la silueía desvaída del desdichado Fish, un vagabundo que pase» sus hambres por los paseos y calles como perro famélico. Pero la Policía estima que Fish no es culpable, «pues lejos de poseer dinero, .se vio obligado a dorm"" en los bancos públictw antes de regresar a Alemán)»' donde murió». Y es que para la Policía norteamericana es siemjjre sospechoso el hombre de dinero, al revés que para la Policía europea, para la cual todo el q"*^ no posee un cuarto es un presunto delincuente. Hauptmann, pálido y tembloroso, rechaza todas l»-^ pruebas acusadoras que lo abruman y conspiran contra él, Pero los billetes cogidos por el rescate del fx'-^ adquieren una trágica corporeidad para el secuestrador. Es la cotlicia brutal, bruja de garfios de hierro y de ojos hundidos y fosforescentes, que convirtió e'^ verdugos a los secuestradores del infeliz niño de Lin"' bergh, los que al dejar vacía una cuna no sospechaban que llenarían con sus cuerpos el hueco terrible' mente siniestro de I.T .silla cléflrjca. .rULIO ROMANO

(Fots. Prcasi Gráfica)

crónica


Bajo el si^no del ^^polissioir"» a l a Itora bruja dLe l a m e d i a noclte**. •••o d e c ó m o l a p r i x i c e s a M a r i n a d e Grrecia consiguió» con itn a r d i d muy femeniíto, 4 u e el príncipe Jor^e d e In-' ¿laterra le declarara siit a m o r . III (Véase el principio de esta información en el anterior número de CRÓNICA, correspondiente al 30 de Septiembre último.)

T

ERMINABA el capítulo anterior en el momento en que, después de haberse conocido en Londres, de haber bailado juntos en las solemnes fiestas de la corte inglesa, y de haber sido, asiduamente, camaradas deportivos en las mañanas dedicadas al tenis, al golf o a la equitación, la princesa Marina de Grecia y el príncipe Jorge de Inglaterra se habían sentido ligados por una gran simpatía mutua... Y así como para el príncipe esta simpatía no pasaba de tal Qi aparecía como prólogo de futuro amor, para la princesa, en cambio, semejante cordialidad era ya dulce esperanza de un idilio, de una promesa y, al cabo, de una boda. Guardó la princesa Marina el secreto de su amoroso ensueño, pero lo guardó lo bastante mal para que una dama de la alta aristocracia inglesa—kdy C , dama de edad avanzada y de gran perspicacia—pudiera darse pronto cuenta del verdadero alcance que para

la joven princesa tenia la amistad existente entre ella y el príncipe. Lady C. goza en la corte inglesa de gran prestigio por su inteligencia y por sus extraormnarias dotes diplomáticas; y es una de las personas a quienes más quiere y respeta el príncipe Jorge. Al descubrir el secreto de la princesa Marina, Lady C. reflexionó. Pasó mentalmente revista a las princesas casaderas que aún quedan en las cortes europeas, o en el grato refugio de desterrados que es París. Y llegó a la conclusión de que, en verdad, la princesa Marina se lleva la palma de las buenas cualidades: belleza, bondad, inteligencia, cultura, salud... Sólo le falta, para ser lo que en sociedad se llama mn buen partido», la riqueza. Después del segundo destronamiento del rey Constantino de Grecia, su tío, la princesa Marina pasó con sus padres a París, vivió en un piso alquilado, eso sí, en una casa de vecindad del aristocrático barrio de Passy, y se educó y estudió en colegios y en aulas frecuentadas por la legión de muchachas, tanto francesas como de todos los países del mundo, que forman su espíritu en la Villa Luz... Pero gracias a esta modestia la princesa Marina se libró del ambiente de asfixia espiritual que crean a los príncipes en los regios palacios los preceptores y los profesores escogidos. Y vivió y creció en contacto con la vida y con la realidad, aprendiendo a ser mu-

La princesa Marina de Grecia saliendo de una gran casa de modas de la parisiense Rué de la Paix, después de realizar compras, sonríe amablemente a los «reporters» gráficos y a los operadores de cine. (Fot. P. GtáHca)

crónica

Recordando sus tiempos de estudiante en París, la princesa Marina ha ido a visitar a sus buenos amigos los dsnes de! Bosque de Boulogne, y les ba dado de comer, como cuando era niña-. (Fot. P. GtáHca)

jer, que es mucho más importante que ser princesa. Todo esto recordó y pesó en la balanza de sus decisiones la excelente y perspieaz Lady C. ¿F-ortuaa personal?... ¿Para qué la necesita la esposa de un príncipe de Inglaterra, que es uno de los hombres más ricos del mimdo?... No... No era una esposa multimillcriaiia lo que el príncipe Jorge necesitaba... Era una mujer capaz de enamorarle, primero, y de hacerle feliz, después. Era una mujer que le apartara de esa vida de soltero irreductible, de gran corredor de «farras» y de hombre poco serio, a través de la cual está llegando al prólogo de la vejez su ilustre y pintoresco hermano el príncipe de Gales. Y jqué princéta mejor dotada que la princesa Marina para desempeñar ese papel? Lady C. resolvió, al término de estas meditaciones, poner toda su influencia y toda su diplomacia al servicio de los secretos anhelos de la princesa Marina. Y en la primera ocasión en que el príncipe Jorge se acercó a ella para saludarla, Lady C , que ya contaba con la venia de su rey y de su reina, llevó la conversación a terreno propicio, y en momento oportuno preguntó al príncipe: —^Vuestra Alteza, ¿no ha pensado nunca en casarse?... ¿No halló en su camino alguna princesa lo bastante bonita y atractiva para renunciar, por ella, a la existencia un poco triste, a la larga, del soltero?... El principe rió de buen grado; reconoció, gentilmente, que en la vida del hombre hay un límite pasado el cual la soledad pesa, y acabó examinando «n poco en broma sus recuerdos de las princesas conocidas, no para encontrar entre ellas a la esposa futura, en la que aún no había pensado, sino para distraer a su vieja y buena amiga Lady C. AI llegar al té. mino de su revista crítica el príncipe no había hablado de la princesa Marina. Lady C. juzgó que esto era síntoma de buen augurio, y se aventuró a insinuar: —^Vuestra Alteza se ha dado cuenta, seguramente, de las excepcionales cualidades que atesora la princesa Marina de Grecia... —Sí...—^respondió el príncipe, y añadió, tras de una pausa—... y creo que sería la única con quien me casaría si al cabo decidiera casarme... Sonrió Lady C , y cambió hábilmente de conversación. Pero aquella misma noche sabían los reyes de Inglaterra lo que el príncipe había dicho, y Lady C. informaba también del asunto al príncipe Pablo de Yugoeslavia, casado con una hermana de la prin^sa Marina y huésped, en aquellos días, de los soberanos ingleses. Al abandonar Londres, el príncipe Pablo invitó al príncipe Jorge a pasar las vacaciones del verano último en Yugoeslavia. Y, naturalmente, la princesa Marina y sus padres fueron invitados igualmente. En Agosto pasado, e! príncipe Nicolás de Grecia y su esposa, la princesa Helena, padres de la princesa Marina, se instalaron en la residencia veraniega de


Señora

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PERLASFEMII

Un grupo familiar, obtenido en el castillo de Balmoral, residencia de los soberanos británicos. De izquierda a derecha: la princesa Helena, madre de la princesa Marina; el rey Jorge V de Inglaterra, la princesa Marina de Grecia, el principe Jorge de Inglaterra, la reina Mary de Inglaterra y el príncipe Nicolás de Grecia, padre de la princesa Marina. (Fot P. Orifica)

los reyes de Yugoeslavia. Y la princesa Marina fué Ya están los futuros novios reunidos, y en un ama pí^ar el vertm con su hermana en el «castillo» que biente familiar, más propicio al deseado idilio que el al pie de los Alpes Julianos posee el príncipe Pablo. de la rígida y protocolaria corte inglesa. Pasan juntos A esta misma residencia fué a veranear el príncipe todas las horas del día; son, de nuevo, camaradas inJorge de Inglaterra. separables en las excun-iones y en los campos de tenis

y de golf; y en las veladas son compañeros ante la mesa de juego, o retirados a un extremo del salón sostienen largas conversaciones... Pero los días pasan y el príncipe no se declara... Parece encantado; se muestra afectuoso y atentísimo; permite, por su actitud, abrigar la esperanza que todos persiguen y que anhela con toda su alma la bella princesa...; pero no se declara... Una noche en que en el gran salón del «castillo» 1» velada se prolongó hasta cerca de las doce, había llegado el momento de recogerse y cada cual se disponía a retirarse a sus habitaciones. Despidiéndose ya, e' príncipe Jorge indicó su deseo de que temprano, en la mañana siguiente, se avisara a una manicura para remediar el descuido en que tenía sus manos... Entonces la princesa Marina tuvo el momento de inspiración que toda enamorada tiene a la horc de jugar la carta decisiva, y reteniendo al príncipe, le dijo: —Esperad un instante... Yo soy tan buena manicura como las muchachas que ganan su vida con ese oficio... Voy a buscar mi «caja de uñas» y yo misma os arreglaré las manos... Dos minutos después el príncipe entregaba sus manos a la priiictísa. y la princesa limaba y pulía las uñas del príncipe con tai;''o cuidado que, dando las doce campanadas de la hora bruja de media noche, el principie se apoderó, primero, del polissoir que la princesa manejaba, y después de las manos finas y un poco temblorosas ya de la princesa, y balbució las don o tres eternas palabras que unen para siempre dos corazones y dos vidas... Radiante de felicidad, la princesa recogió sus útiles de manicura y fué a arrojarse on brazos de su hermana... Y el príncipe, aquella no^lic, en la soledad de su habitación, contempló largamente sus uñas pulidas, brillantes y bien talladas, y sonrió pensando que el fino acero esgrimido por la princesa bella le había cortado también las alas.. A. G;

RESURGIMIENTO

Sr. 0. M/lff DO KWOÜilL Mata Un^inaona, j^ggS^r: -

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Remítonm« «n sofar* corrfvntft, y i í n ***"5||[ll5^' ém nlnBwnti tim%; «I folUto cianfffico »«br« **

Neurastenia general

Nombre y apellidos Pobioción y calle Pfovíncío


(|xtraord¡i\ai1o de Otoáo ^

Ipcscfa

SOttni/.

«'oble portadla» a todo color* pintadla por el maestro de dibiuantes españoles Federico Ribas, para el Extraordinario de Otoño, de CRÓNICA. (Fot. Vide.)

DoMe portada a todo color, pintada por Federico Ribas.

E^I próxixuLO m i é r c o l e s 9 día lO del mes actual» Se p o n d r á a l a v e n t a el tercer

Magníficas fotoj^rafías de arte, iKrntadas por Manassé, D*Ora, Woli% Perckkanan&er, B a t l l e s y Van de FoU, los seis mejores fotó^afos de arte del mnndo.

fyXtraoi-diiiL£Lrio

CRÓNICA dedicado a l o s ú l t i m o s díAs d e l v e r a n e o y a l i*eitacer d e l a v i d a CÍH'4adana en el comienzo

Tres apuntes, a toda plana, de mujeres en l a playa, por Ribas.

Magníficos dibnjos de Penagos, E s teban, A-ftecbe, B e l l ó n , Garrido, Ante^nera Azpiri, e t c , etc.

del Otoño* ^n este E^xtraordinairio se publica» '^Án las fotografías de las más he^ *las bañistas en "máíUot*'» presentadas» dorante este verano, a l

QUAN CONCURSO ORGANIZADO POR "CRÓNICA" EN LAS PLAYAS ESPAÑOLAS. t o s lectores d e C R Ó N I C A

desí^

'^arán, por votación efectuada nue»

«En la noche de luna, el baño sin «maillot», en la playa desierta». Una de las magníñcas fotografías que a toda plana se publican en el Extraordinario que CRÓNICA dedica alfíndel veraneo y al comienzo del Otoño.

diante «nipones especdalesa cuál de estas bañistas es la más bella y n&ejor presentada, siendo, por t»Ato, naereeedora del premio de

Reportajes, artículos literarios, crónicas bcin&orísticas» y siempre

textos interesantes y an&enos.

Ciea pááinas. MIL P E S E T A S otorgado por C R Ó N I C A .

Precios lySo ptAsi.


He aquí dos muestras de los castillos humanos que, desde la Candelaria a la Merced, levantan, para admiración y solaz de las muchedumbres, estos atletas sorprendentes, que practican d deporte de más puro Unaje catalán, y que hoy son de nuevo, como en días pretéritos, la mayor atracción de cualquier festejo. Desde la Candelaria a la Merced no paran de encaramarse unos sobre otros estos atletas admirables que practican el deporte de más puro linaje catalán. Y, claro, la cosa ha tenido que industrializarse. Los casteUers eran antes amateurs. Hoy son profesionales, con la excepción de Villafranca, qu® por lo menos hasta hace poco mantenían la pureza de la tradición, que consiste en divertir a la gente sin cobrar un céntimo por ello. Desde luego, aquí los conceptos de amateur y profesional no implican, como en otros juegos, un sentido de calidad. Unos y otros atletas conocen su ofici£ a fondo y lo practican con perfección idéntica. ^ no sólo esto, sino que las collas de Villafranca ayW" dan con frecuencia a los profesionales de Valls, con los que tienen establecida una especie de alianza eD pugna con los de Vendrell y Tarragona. Los hombres sesudod han estudiado a fondo c* origen de estos castillos, sin que naturalmente lograran ponerse de acuerdo. Para unos se trata de W juego importado por los romanos a Tarraco; otros afirman que fueron los invasores quienes lo apreW dieron de los nativos del país, que ya lo practicaban desde el tiemí» de los pelasgos. La duda, en verdad» es terrible. ¿Fueron los pelasgos o no fueron los p?' lasgos los que implantaron la singular costumbre d^ levantar castillos humanos? ¡Misterio! Y como do» José Echegaray aJ misterio le llamaba arcano y } ^ arcano siempre nos ha parecido una cosa muy seo»' vamos a hacer como que no hemos oído ni habí»' de los pelasgos.

C R Ó N I C A en Catalana.

Los ''Xiüuets de Valls*' l e v a n t a n ya» por toda la t¿e«rra c a t a l a n a , stás asontl>rosos easiti-' l í o s Imn&anos. "iRecord!**—"Amateora" y prof e s i o n a lc«»—{Fneron l o s i>elaa^os?

L

A Colla Nova de Valls acaba de levautar en Torredembarra el tres de vutt. Como la hazaña no se realizaba desde principios de siglo, sus resonancias han estremecido a todas las poblaciones «castelleras» del Panadas y del Campo de Tarragona. En esta modalidad de los castillos de tres o cuatro hombres por piso, el más alto que se había conseguido montar en los últimos tiempos era el de siete píaos, erigido hace cuatro años en la plaza de Villafranca. Lo que ha hecho la Colla Nova ha sido, pues, batir un record. Hasta no hace mucho, si quería verse actuar a estas collas de xiquets, era preciso marchar a la parte baja de Cataluña y coincidir con la celebración de la, festa major. Ahora se ha operado un renacimiento y las cuadrillas se desparraman por toda la tierra catalana. Las hemos visto en Barcelona, en Vilarrodona, en Vendell; han hecho sus forzudos ejercicios en Villafranca, Tarragona y Valls, y los seguirán haciendo por todc» los pueblos que aun no han celebrado sus festejos anuales. •

L<M d e l a M a S x c i r r a y lo» dLc l a

RosC'T'

I<i]>ci-alcs y c a r l ú t a * . — E l « « p i r i t a ** "colla".

El que toca la «gralla» es un auxiliar indispensable para los «Xiquets de Valls». Sin esa música primitira flaquearía el ánimo de los «castellers»_ (Fots. ToncaU)

crdnsca

¡Aquellas contiendas famosas en la plaza del BI»^ de Valls entre la colla de la Muixerra y la del RoserNo había nada tan apasionante en todos los ft^*^" jos de !a comarca, ni nada, tampoco, que provocar más ciscos. Las dos cuadrillas rivales se plantaba una frente a otra, y al son de la gralla empezaba» levantar .sus asombrosas torres. Primero se forro»" un anillo de tres o cuatro hombres, con lew brazo


la pista, y el público aplaude. Los Xiqíiets de Valls enlazados. Sobre éstos se encaramaban otros tanalzan pilares de seis y siet« individuos, y marchan tos, que a su vez aguantaban el peso del tercer anioscilando sobre el empedrado irregular de una calle. llo. Y encima se- colocaba un cuarto y un quinto, Aun hay más. A veces se hace un castillo en el que hasta lograr que el castell tuviera de siete a ocho el primer círculo que se forma es el que quedará en pisos, en los que las piernas hacían de pilares y los la parte más alta. Se suspende a plomo y se coloca brazos sustituían el vigamen. A medida que la comsobre las espaldas del siguiente?. Luego se levantan petición avanzaba, las figuras se cambiaban y los en igual forma los dos grupos para que descansen ejercicios se tornaban cada vez más difíciles. Era una encima del tercero, y asi sucesivamente. Es claro pugna «aferrisada», como se dice aquí. Si los de la que esto no es sólo cuestión de fuerza; se precisa Muixerra hacían el tres de set, los de la Roser debían destreza y agilidad, y confianza y una predisposición llegar al tres de vuit, si no querían perder su prestigio. especial. Cada pueblo tiene unas características que Como puede suponerse, la lucha no se reducía a se manifiestan en sus juegos más claramente que en la atlética de las collas. Mientras los xiquets trepaban cualquier otra actividad. Los chavales de Madrid en busca del triunfo, sus partidarios se partían el nacían sabiendo jugar a los huitos; los de Valls venían pecho cantando coplas feroces o insultando claraal mundo comiendo coca y construyendo castells. mente a los del bando contrario. AI vencer uno de Las cuatro plazas castelleras más importantes acios grupos, los gritos de victoria resonaban por toda tualmente son Valls, Villafranca, Tarragona y Venla plaza, «¡Visca la Muixerra!» í<¡Visca la Ro.«er!'> Y drell. En estos lugares es donde el renacimiento de la ensalada de palos venía enseguida. Una ensalada los xiqmts se ha evidenciado con más fuerza, tal vez en la que participaba todo el pueblo, dividido en por la abundancia de practicantes. También ha sido dos mitades: la mitad liberal y la mitad carlista, reaquí donde en los últimos años se han levantado presentadas por las collas en competencia. las torres más difíciles. En Villafranca se consiguió Cada cuadrilla .se reunía en una tab.'írna distinta formar, durante las fiestas de 1930, el cuatro de siete y distante. Una en «cala Xata», otra en «cala Amada». con el pilar de la misma altura en el hueco que deJja presencia de un castelhr en el punto de reunión jaban los hombres que componían el castillo. Desde fie! grupo enemigo indicaba que e! cuerpo le pedía 1908 no se había podido hacer otro tanto. La proeza bronca, y los otros se ocupaban de que el cuerpo se realizada por los xiquets en Valls, Tarragona y Venfuera satisfecho. drell, al levantar tres veces consecutivas el tres de No había manera de conciliarios. Cuando un casset, quedaba pálida ante la llevada a cabo en Valls telhr—un héroe popular, como un buen pelotari o En la construcción de los «castells >, lo más importante es por la Colla Nova, que por lo visto se ha propuesto wn buen «cantaor» flamenco—de la Mui.\;erra se disponer la base, que ha de estar constituida por hom- atacar todas las marcas. enamoraba de la hija de uno de sus competidores, bres capaces, no sólo de resistir el peso de la torre humaAhora, después de construido el tres de vuit en no tenía más que dos caminos: o marcharse a la na, sino de caminar soportando ese peso. Torredembarra, las cuadrillas competidoras tienen <^oUa de la Roser o renunciar para siempre al amor (Fot. Torrents) como objetivo inmediato el quatre de vuit y el impode la muchacha. Es verdad que ella podía casarse con el amado, si tan fuerte le había dado la cosa. Pero notas de la gralla se tornan más ágiles y más alegres. nente quatre de non, del que se habla como de algo 9[Ue no contara con el consentimiento de los suyos, Luego se hacen graves y caen como una ducha sobre mitológico. Y esta rivalidad deportiva, en la que juega tan que desde entonces se considerarían deshonrados. las espaldas de los casiellers al desmoronarse el edi- importante papel la honrilla del pueblo y quizá el Ya han muerto los hombres que integraban los ficio. número de los contratos, ha logrado que los xiquets grupos famosos de fines de siglo; han muerto. Isidre tornen a ser, como en días pretéritos, la mayor atrac•je Rabassó y Antón de l'Escolá, considerados como ción de cualquier festejo. Con el envelat y el ball de "Os^ símbolos por los amantes del tipismo; pero el H a y une n a c e r e n V a l l s . — L a d e s t r e z a bastons han formado el triángulo imprescindible de j u e g a u n g r a n p a p e l . — L o s o b j e t i v o s espíritu de los castdlers se mantiene intacto. Las las diversiones populares que este año hemos visto '^llas. que antes se reunían en «cala Xata» y en «cala inmediatos. en Barcelona y en algunos puntos del Panados. :^niada», y que se llamaban de la Muixerra y de la jAh, pero no es suficiente con ser forzudo para conjf^oser, ahora son la Colla Nova y la (olla Vella, y G. TRILLAS BLAZQUEZ ^azan sus planes en la taberna del Bota o en el tarse entre los buenos casteUers! ¡Qué fuerza podían tener Antón d e l'Escolá o "ar Modern. El recuerdo de Antón y de Isidre, que, .Va octogenarios, sabían imponer entre sus hombres Isidre de Rabassó—a quien "Ua disciplina férrea y sujetar ellos solos una torre Xenius dedicó una glosa— '^e siete pisos, manticíuc vivo el espíritu de cuadrilla, con sus ochenta años! Sin ^lue es en realidad lo que informa esta competencia embargo, sus castillos hacían Ihnya—se venían abasui solución posible. jo—pocas veces. Es que ellos sólo vivían para le£ l "tres d e v u i t " . -E.1 **enxaiieta" y l a vantar aquellos formida"áralla". bles pilares que abrían la marcha en la procesión y oe les llama Xiqmts de Valls, aunque sean de Ta- que, en ocasiones, subieron Nk «• í"^* ». *.. V M rragona, porque ,1. A. (Jlavé dedic() a los casteUers la escalinata de la Catedral ''Ha composición con esto título. frasco grande, de Tarragona. El jefe de la No hace t o d a v í a un mes que los vimos en la cuadrilla—el cwp de colla— 12,50 plaza de Torredembarra, cuando se di.sponían a le- debe conocer a fondo a su pequeño, vantar el tres de vuit. Tres hombres se afianzaron gente y saber el p u n t o 2.25 ^'i el centro de la plaza, enlazando sus brazos con' exacto en que ha de cololos del vecino. Inmediatamente se formó en su tonio car a cada xiquet, clasificawna muralla de espectadores para apuntalarlos, como hace la tierra con los cimientos de un edificio. Lue- do de antemano por su esgo, otros hombres—pie descalzo, calzoncillo blanco, tatura y sus pulmones. Es camisa roja—saltaron sobre el compacto grupo y se cuestión do infundir conclavaron en los hombros del primer círculo. Entre- fianza. Si los hombres tie^é%Má^' mezclaron también los brazos que habían de sujetar nen la seguridad de que los de abajo se m a n t e n d r á n los pies del tercero, y éste hizo lo propio con el cuar"'O. Se cimbreó la torre, como si hubiese de venirse al firmes no vacilarán en rea'^Uelo. Pero no. La multitud se apiñó aún más, los lizar las más estupendas liúsculos se hincharon bajo las ropas, los hombros proezas. —¿Qué es preciso—prelaudaban, jadeaban, hincaban los pies en tierra o en as espaldas de los otros, y la torre, después del ba- guntaba yo el otro día— lanceo, volvió a quedar firme, ¡ün esfuerzo más! para ser un buen castelkr? ytros tres hombres se encaramaban. Otros dos—los —Haber nacido en Valls. aom.s—más tarde. Y, por último, el aixecador y el —Algo más se necesitará. p-xaneta trepaban como gatos para coronar el edi—Que el cap de colla sepa ticio. El enxaneia, que no debía tener más de ocho lo que lleva entre manos. *ftos, al llegar a lo alto levantó un brazo y se echó es que si esto se ob.ser^ reír. Entonces la gralla tocó en falsete." como si va Ycon un poco de atención "^e derritiera de gusto. La cosa lo merecía. Se había parece que realmente la Conseguido, después de treinta años, manttíner firme fuerza no os el elemento ^1 tres de vuit. primordial. Porque no toEsta grall/i es esencial a los Xiquets de Valls. Sin do consiste on que un círcuHa parece que f/aquearía el ánimo de los castdkrs lo se encarame sobro otro, l'^ando construyen el quatre de «e/—siete pisos: cua- haciéndose éste escabel a ''o de cuatro hombres en cada uno, uno de dos, el ai- su vez; existe también el .^cador y el enxaneta—o el pilar de sis—nn obelisco pilar donde el sentido del ^ Seis hombres—. El que toca la gralla va anuncian- equilibrio marcha parigual ^ el pa.so de los atleta.s y luego se detiene junto a a la potencia muscular. Heperíu.mería íloralia.madrid.méjico '«>s sin dejar de tocar. Es una música primitiva y mos visto pilares en los cir^erviosa, cortada a trechos. Como sí quisiera imitar cos; tres o cuatro acróba'^ esfuerzo violento de los trepadores. Cuando el tas, subidos uno encima '^'•Kiineta levanta su brazo en señal de triunfo, las del otro, dan la v u e l t a a

agua de c o l o n i a

flores del campo

concentrada • fresca • persistente para el tocador, el lavabo Y el baito • todos los usos de una colonia, una loción y un perfume.

crónica


Madrona, Tapias, Cirés, Mediodía, Cid, tienen una fisonomía idéntica. E n todas, las mismas tiendas de ropa vieja, los mismos puestos de verdura en los portales, las casas de dormir tenebrosas, las tascas, la prostitución, la miseria. En el Barrio Chino se falsifica habita el aliento. El tabaco rubio es de colillas, la 'oocó» es ácido bórico, las mujeres no son mujeres, los hombres no son hombres, los invertidos son tipos alquilados para fingir que lo son ante las caras «babiecas» de los turistas que llegan a Barcelona con salacof y Kodak. En el Barrio Chino vive gente honrada que no puede adaptarse al clima tropical del barrio, y, sin embargo, sigue en aquellas calles gelatinosas, ennegrecidas por t«Klos los dolores y todas las truculencias. Faroles agazapados en las esquinas invisibles. Cerca de ellos, pero fuera de la zona de luz, hay siempre ima mujer o un «especial» que llaman. En el Barrio CJiino se puede comer y dormir por una peseta. Claro que la comida es de cart<5n y la cama de piedra. Pero el hombre se a d a p t a a todo. Cuando uno desciende a la trágica situación de tener que vivir con una peseta diaria, y cuando le es imposible procurarse esta peseta, está ya en el dintel del crimen estúpido, de la aberración monstruosa. De estos desgraciados se nutre el Barrio Chino. De éstos y de los bandidos internacionales, que buscan en su obscuridad un refugio seguro. Al corazón del Barrio Chino le cercan la Rambla, la calle Nueva, el Paralelo, el mar. Del mar llegan *los embarcados», borrachos de horizontes y de cerveza; maquereaux de la Argentina, tipos siniestros de Argelia y de Marsella. Les que entran por el Paralelo son los domadores de mujeres gordas, con faldas cortitas y caras despintadas. Los de la Rambla, valientes de jd amb tomaiecs, chulos hambrientos, snobs, turistas. De la calle Nueva vienen los artistas fracasados, los cocainómanos, los asesinos. Paul Laborie vivía en la calle Nueva, y antes de que le acorralaran, arrastró su miseria por las tapias desconchadas de Atarazanas.

He aquí uoa fotografía de Paul Laborie, en compañía de una de sus amantes, que fué, por lo tanto, una de sus víctimas^. El tal Laborie, que teniendo en la casa de comercio de su madre trabajo honrado a su disposición prefirió viTír, lo mismo en Franda que en España, del inmundo oficio de rufián, podrí ser o no ser el asesino a quien busca la'Policía de su país; pero, en todo caso, otras cabezas más dignas de mejor suerte que la suya cayeron segadas por la cuchilla de la guillotina—

Dos

'^hiOtickh: ex^itomores««.

P a u l Laborie» el r u f i á n 4iie iiie¿a kaber asesinadlo» pero títie n o teme a l a ¿«tillotina» p o r g u e sahe b a s t a q[ite p u n t o es abyecta y s i n V a l o r a l g u n o s n v i J a• » • ' -L« entradas a l Ivainrio.

A

GUAFUERTE dei Bam'o Chino, con sus callejones retorcidí» como cepas negras y sus jKjbres mujeres acorraladas. Marinos de pnertos distantes, tra£icaiices de polvo blanco y de placeres» obscú-

ros, efebos ojerosos. En los recodos, huérfanos de sol, las niñas juegan a llamar a los niños desde los portales. Hay mujeres de edad indefinible, muchachos de sexo incierto,, viejas abandonaditS, suciedad, miseria. El vicio del Barrio Chino es el vicio triste del hambre. Un hambre fría, que va hundiendo lentamente, hasta que el barro ahc^a y los pulmones estalltn. El Barrio Chino es monótono. Las calles de Santa

erdiitcd

Paul Laborie, después de su detendón en Barcclo»*f aguarda, esposado, el primer interrogatorio a que I« '^' metió el señor Baquer„ Es hombre de rostro ángulos» y duro, al que el cinismo y la indignidad han aplica"" una careta de indiferencia— (Fot». Te>rr«»**'


"OS aspectos bien diferentes de la francesa María Délage, residente en Barcelona, donde usa como nombre de «guerra» el de Nelly A'onso, y que fué amante y «protectora» de Paul Laborie, a quien pagaba ei hospedaje en la pensión de la calle Nueva, donde ambos vivían últimamente...—A la izquierda: María Délage aparece tal como es, al ser detenida por la Policía.—^A la derecha: un retrato de María Délage, hábilmente maquillada y disfrazada de española de pandereta. (Fots. Tonents f CeotelU)

'l^anlo-les-bellesodents* . — Cuatro i n t e r r o g a t o r i o s aeíniAoa.- -Si m e g u i l l o t i n a n , m e e« i g u a l . Tipo de perfil duro este del supuesto asesino de monsieur Dufrenne. Paul Laborie es alto, fuerte, moreno, joven, frío. Tiene la cara juanetuda; la nariz, gruesa; la boca, sensual; los ojos, alegres; la mandíbula dura; la frente, ancha, adornada con unas guedejas negras y onduladas y abundantes. Tiene, además, un magnífico apodo de apache punt«ro. Los del milieu le llaman Panlo-ks-belles-dents. Y quizá le conoce con este nombre Prancis Careo, de quien él se llama amigo. Con todos estos aditamentos de ficha policíaca, l»aborie ha vivido veintitrés años arbitrarios, ahitos ue obscuridades y de amores inconfesables. Le hemos visto cuatro veces. Una sin que él pudiera percibirnos. Parecía tranquilo. 8e recostaba «n la pared, con los ojos fijos en el techo y balcinceando las piernas. De tanto en tanto sacudía la cabeza en Un gesto ambiguo y se echaba hacia atrás un mechón de pelo. En el primer interrogatorio a que le sometió el señor Baquer—que con tant-o éxito ha dirigido este servicio—, Paulo era el hombre sereno, de vida espesa, que sabe ser correcto y hacerse el desdichado. —^Todo esto pasará. Bf, soy Paul Laborie. Lo de Robert Philippi era para evitarme molestias. Me encontré los documentos en el bulevar Clichy. ¿A Dufrenne? Ni le conozco, ni le vi jamás. De todas formas, si me llevan a la guillotina, me tiene sin cuidado. ¡Estoy tan cansado de vivir!... Cuando salía del despacho del jefe dibujaba una sonrisa tranquila. Los que estábamos allí sacábamos a relucir nuestro francés «Berlitz». —Pardon, monsieur... —Oui, oui. Oh, pardon! Sí, sí. ¿Me tengo que poner aquí? Paulo sonreía. Miraba a los fotógrafos.' A todos los que tenían en la mano las inútiles cuartillas. Después perdió la sonrisa. Tras dos interrogatorios seguidos, en los que la dialéctica policíaca le cercaba, cerrándole todas las salidas, Paulo se abatió. Paulo se fatigó enormemente. Pero, a pesar de las

contradicciones que le pinchaban, siguió diciendo que En todos los viajes precisa compañía para que le a Dufrenne no le había visto en su vida. alegre la existencia y le mantenga. Hasta ahora, la compañía fué femenina. Pero él quiere probar suerte U n o s a ñ o s b i e n aprovecluadLos. - E l des. con un individuo conocido por el nombre de Alfoncabrimiento de los dientes.— " A l f o n . sina. Viviendo con él, en un hotel de la calle Lepic, Paul cumple diez y siete años. Empieza a sentirse sina' viejo. No ha perdido el tiempo este Pablo, «el de los bellos dientes». El mismo explica su vida con gesto amargo C a s a n t i e n t o s . - P r i s i o n e s . — P a u l o l l e g a y palabra aceda. Hasta los catorce años estuvo con a &rrcelona. - L a "Gillete". sus padres, que tenían una peletería en Castillón, en el departamento de la Gironde. Mañanas de cristal Los tres años que van de 1928 a 1931 están amazaestas de los catorce años para cualquier muchacho. cotados de lances, de aventuras. Paulo cambia de rePero Paulo ha conocido ya el amor. 8ient« la irrefre- sidencia con más frecuencia que un viajante de conable atracción de las noches densas, y se marcha de mercio. Liboume, la cárcel. Burdeos: se casa con casa. A Burdeos. Desde allí, a Nueva York, enrolado Jeanne Borgier, y al mes se separa. Túnez: volunt-acomo telefonista en un barco. rio del sexto escuadrón de carros blindados. Nueve meses trabajando en los hoteles de ManhatY otra vez en París, y en Liboume, y en Bourdeos. tam. Pocas ocasiones halló en su juventud audaz para Y otra vez después. desenvolverse libremente en aquellos medios. Kabía Su papel de mantenido lo alterna con algún servique esperar todavía. Volver a Francia. Prepararse. CÍO de chófer y con la venta de «coco». Luego decide Cuando desembarcó en El Havre lo metieron en la descansar y vivir del trabajo de María Wolmacq. cárcel por hacer el viaje sin pasaje. Saldó la cuenta Milieu. Terrazas de Montm&rtre. Más figuras geocon un mes de calabozo. Y retomó a la peletería. Lue- métricas por el mapa de Francia. go se marchó a Perigueux. Más tarde, a Liboume, para María Wolmacq era la piedra en el camino. El troabandonarlo enseguida y hacer rumbo a París. pezón inevitable. C uando la pobre madre de Paulo En París, Pablo descubre que sus dientes son una consiguió nuevamente llevarle a su lado, María, que cosa seria. Y los exhibe en cualquier terraza del fau- acababa de salir de la prisión, le llama imperiosabourg Saint-Denis. Con quince días tuvo bastante. mente. Al que hacía diez y seis ya le llamaba Paulo-les-bellesEn Septiembre del año pasado la Policía encontró dents, y una muchacha se encargaba de comprarle las a monsieur Dufrenne envuelto en la alfombra de su corbatas y de vestirle. Por cuenta de ella, desde luego. despacho del «Palace». Lo habían asesinado. El 5 de Noviembre del mismo año Paulo entra en Pero ¡las madres!... La de Laborie le o b l i ^ a volver a la peletería para que él desande el camino rápida- España y se encuentra con María Wolmacq en Boltaña (Huesca). De allí saltan al número 28 de la calle mente y no se detenga hasta La Habana. Ya iba bien él, ya. Su objetivo era Buenos Aires, de la Luna, en Madrid. Más tarde entran y salen de la ruta de Buenos Aires, con sus «franchuchas» y sus España, y laborie hasta se permite el lujo de intercasas de planta baja con puertas de cristales y corti- pretar un papel en el teatro Eduardo VII y de dejarnas rosadas. Cuando dio vista a las Antillas se puso se detener por traficar con estupefacientes. enfermo, y lo desembarcaron en La Habana. Barrio A Barcelona llegó el 14 de Septiembre. Un día, en el de Jesús María. Maracas, güiros, rumbas de cajón, bar de la calle de San Andrés, 209, y dos noches durcon negros majos y rumberas pingües. miendo en La Única, en la calle del Este, en el BaPoco tiempo después, Línoume otra vez. Y Bur- rrio Chino ya. Claro está que Paulo necesitaba dinero, neoesit-aba deos. Y París.

cr«»nica


vdvjr. María Delage, que usa el nombre de guerra de Nelly Alonso, fué la elegida por los ojos lánguidos del doncel. ¡Qué amorosa esta Nelly Alonso! Se lo llevó a la Pensión Sabina, donde ella vivía, en la calle Nueva. Allí no le faltaría nada, porque Nelly pagaría la pensión. Y allí había ido a vivir también el agente de la policía del Estado don Francisco Oliva. Su cuarto estaba precisamente jxmto al de los dos amantes. Paulo era un hombre que sabía hacerse cargo de las cosas. —^Me alegro de que viva aquí un agente de policía. Así estaremos más seguros. El agente estaba también tan seguro, que cinco días después detuvo a Paulo. Hasta entonces ambos se habían dedicado esas atenciones de casa de huéspedes de alargarse el cestillo de pan. Todavía dura en la Pensión Sabina el dramatismo del momento cuando podemos hablar con Nelly. —^Es inocente. ¡Oh, estoy locamente enamorada de Paulo! Mon amour! Que voulez-vous! Le amo.—

Y luego, sin transición:— Si usted publica ini nombre en el periódico será una gran reclame para mí. Se comprende perfectamente este enamoramiento frenético de cinco días. Nelly Alonso es—¿cómo lo diríamos?—una mujer que habla siete idiomas, que ha vivido en los cinco continentes, que dejó recuerdos en Persia y en El Cairo, y en Londres y en todo el mapa. Es claro, con estos viajes pasan los años. Nelly tiene ya los suyos, y Paulo no cuenta más que con veintitrés, adornados por su estupenda ejecutoria de hampón... Mujeres al principio de la vida de Laborie. Amores negros más tarde. En esta transición, que puede ser definitiva, han jugado un papel importantísimo hombres y mujeres de los fondos más obscuros. Por las Ramblas nocherniegas paseaba su garbo la Gillette. Ella conocía los días tenebrosos de su ex amante. Y ella, quizá, tenía noticias de la Alfonsina, el invertido despechado, que pudo ser muy bien el que facilitó la fotografía de Paulo a la Policía.

••• ir Ctienne M a a r y Combesiy el pobre d i a b l o 4ue se acitsió de ani crimen cíue Etienne Maury Combes, el pobre diablo francés que, para ito íkSk coiii.etido, e i n v e n t ó u n a novelatener .seguro el rancho de la cárcel, se entregó a la Policía española, acusándose del crimen más sensacional come' policíaca» para tener seguro 9 durante tido recientemente en Francia. (Fot. Fawán) al^unosi días» el rancbo de l a cárcel... U n a n u e v a e n t r e v i s t a . — L o 4 n e p a s ó a U n k o n t b r e pe^nefio.—Lo m a t é y o . ¡Qué diferencia entre Pattlo-les-belles-dents y este hombrecito con cara de pez, que aseguraba haber matado al magistrado Prince! Etienne Maury Combes, de Nimes, treinta y seis años, pequeñito, delgadito, poco pelo, rojo; la nariz, grande; los ojos, más grandes que la nariz; la boca, como una raja; las orejas, como un soplillo. Va tan mal vestido y es tan minúsculo, que parece un montoncito de ropa sucia en un rincón. Y, sin embargo, decía muy sereno que él era el asesino de M. Prince. Cuando le pregxuitamos su oficio, nos mira fijamente con sus ojos mansos. Asegura que no ha tenido tiempo de trabajar. Entre robar, incendiar, hacer trampas en el juego, vivir en la cárcel y administrar el trabajo de las mujeres que caían a su alcance, se le han pasado los años. ¿Peripecias? Muchas. Una vez en África le condenaron a muerte... Si hay que hacerle caso, se trata de un criminal sin ninguna clase de escrúpulos . —Pues sí, yo maté a M. Prince—dice con una seriedad pasmosa cuando termina la primera etapa de su autobiografía. —jPero no iría u.sted solo? —No; iba conmigo Jo-les-cheveux-blancs, que fué el que me propuso el negocio. Resulta que Etienne Maury dice que era muy amigo de Jo-les-cheveux-blancs. Tenían amistad desde muy jóvenes. Pero en África se hicieron aun más amigos. Suponiendo que esto hubiera sido cierto, le hacía un flaco favor, porque Jo-lés-cheveitx-blancs es el famoso Jo-fe-te«-eMr, complicado en el asunto Stavisky que, por lo visto, dispone de varios apodos más. —Jo-les-cheveux-blancs, ¿qué motivos t e n í a para asesinar a M. Prince? —Supongo que los mismos que yo. —¿Cuáles? —^La necesidad de dinero. —¿No conocía usted a M. Prince? —^Ni había oído hablar de él. Maury me dice que andaba mal de fondos cuando en Febrero último se encontró con su amigo. Este le llevó al «Frolie's», un círculo de juego de baja estofa. Y allí le presentó al dueño, M. Tiboult. Los tres hablaron con los señores Tardieu, Boulloix-Lafont y Bonnaure de la necesidad de suprimir al magistrado, —¿Qué dice usted? ¿A qué Tardieu se refiere? Maury recalca con una calma imperturbable: —^André Tardieu, Boulloix-Lafont y Bonnaure nos ofrecieron cien mil francos a cada uno si asesinábamos a M. Prince... Etienne no se altera. Ha soltado la bomba como si tirara una colilla, y para demostrar que tiene buena memoria y está seguro de lo que dice, añade; —Esta propo.?ición la hicieron ellos Ih, noche del 13 al 14 de Febrero. Desde aquel día — dice Etienne Maury—los dos presxmtos asesinos siguieron a M. Prince por todo

París.

U n a p u ñ a l a d a en el corazón.—Veinticinco m i l francos y un pasaporte. ^ P o r 4 n é se e n t r e g ó e n E s p a ñ a . Y este hombre pintoresco sigue inventando su truculento folletín, A M. Prince no había manera de encontrarle solo. Hasta que prepararon el truco de Dijon. Madame NoUin reclamó por teléfono la presencia del magistrado. Lo demás fué muy fácil. —¿Cómo fué? —Yo y Jo-hs-cheveux-blancs subimos al mismo tren en que viajaba M. Prince. Recorrimos el pasillo dos veces, hasta que nos cercioramos de que el vagón del magistrado estaba casi vacío. Entonces entramos en el departamento. Jo-les-cheveux-blancs se echó encima de M. Prince y le cogió los brazos; yo le di una puñalada en el corazón. —¿En el corazón precisamente? —En el costado izquierdo. Si no en el corazón, muy cerca. Etienne Maury no se inmuta. Me cuenta todo esto en e! ángulo de la cárcel de Lérida como si me contara una peh'cula que a él le tuviera sin cuidado. Sigue diciendo que registraron el cadáver de M. Prince, que le quitaron el dinero—unos cuatro mil francos— y los documentos, y que, por último, le arrojaron a la vía, junto con el cuchillo y la servietie. —Con los documentos se quedó Jo-les-cheveuxblancs para entregárselos a Bouilloux-Lafont. —¿Y después? —^Después nos apeamos.' —¿En Dijon? —¡Cá! Antes de entrar en la estación estaban reparando la vía, y el tren aminoró la marcha. Nosotros aprovechamos. Etienne y Jo-les, etc., estuvieron en Dijon hasta la madrugada. A las seis tomaron un autocar en la plaza Wil&on, que los dejó en la de Austerlitz, de París, alas dos de la tarde. Cuando empezaba a anochecer, Maury fué al «Frolie's», y M. Tiboult le entregó 25.000 francos y un pasaporte falso para entrar en España. Aquí, a Barcelona, llegó el día 29 de Diciembre. Vivió en la calle de las Flores, frecuentó—¿cómo no?—el Barrio Chino, y no tardó en quedarse sin dinero. —Las últimas i)e8etas las gasté en un billete de ferrocarril, el día 25 de Agosto. No pude pasar de Lérida. Seguí andando, andando, hasta que me di cuenta de que había pasado la frontera y estaba próximo a Luchon. Entonces me apresuré a regresar a España y a presentarme a la Policía de Viella, que es la que me trajo aquí. —Le voy a decir a usted una cosa, Etienne. No creo ni una sola palabra de lo que usted me ha dicho. —¿Y a mí qué me importa, monsieur? Conozco el asunto Stavisky y Prince mejor que usted. Si hubiese querido inventar una historia, lo hubiera hecho perfectamente. Pero lo que le he dicho es verdad.

crónica

**Zi-Áometr** es 4 u e t e n í a u n canina.

íttktnhr^

Hoy, a las cuatro de la tarde, hemos vuelto a ver a Etienne; esta vez én la Comisaría del Estado de Barcelona. —Qué, Combes, ¿sigue creyendo de verdad que es el asesino de M. Prince? —Oui, monsieur. Poco después entró en acción el comisario francés. M. Abdon Bringé, llegado expresamente de París para interrogar a este candidato a la guillotina. Antes de que empiece le preguntamos: —¿Qué opina usted, M. Bringé? —Nada. Que este chico debía estar en un manicomio. Y enseguida: —A ver. Combes, ¿cómo fué eso? C'ombes empieza su relato mucho ihás azorado que cuando nos lo hizo a nosotros en la cárcel de Lérida. —Yo—balbucea—acusé a Tardieu porque asi uie lo aconsejó Vaillant Couturier. —¿Y cómo es Vaillant? Combes no lo sabe. Ni sabe cómo es Vaillant, nJ cómo es Tardieu, ni siquiera cómo era el magistrado Prince. M. Bringé se desencadena. Es un huracán de palabras en francés, en catalán, en castellano. —¿Por qué dices que tomaste el tren en la estación del Quai d'Orsay si no es posible? Nos estás engañando miserablemente... Y un torbellino de interrogaciones anonada a Etienne, que se hunde en la butaca como si se estuviera ahogando. ¡Bien trabaja el comisario Bringé cerrando tod»S las salidas 3' cazando al ^nielo las menores contradiC' cienes! Este comisario francés es la única persona en el mundo que conoce a fondo y con una precisión asoJM" brosa el inconmensurable lío provocado por la muerte de Stavisky y la del magistrado Prince. Combes se agita en la butaca cuando M. Bringé ss le acerca como si se le fuera a comer la nariz. Ya n^ sabe qué hacer, y, por fin, se decide: —No, sé, no sé—murmura—. Yo tenía hambre... El comisario se yergue entonces como un polic'* de película. —Mais, alors, dis done que c'est une blague. Y este pobre Combes, que hace cuatro noches q^"^' no nos deja dormir, ya aplastado por el vozarrón del policía, abre su boca de pato para decir: —Sí, es una broma. Ya ven ustefles que Etienne nos ha tomado el pej"' Es verdad que es más ladrón que Charpas. Pero nada-Aparte de algún robo y de algún incendio de po"* importancia, Etienne no ha joto un plato en su vidaEs un pobre ladrón de novela por entregas que después de cada fechoría dejaba un papel con su firi»*' *Zigomar». Ahora, ya un poco viejo, «Zigomar» ^^\, hambre y quería verse, aunque no fuera más que i"i* vez, retratado en los periódicos. Por eso armó este í^^' tástico cisco, al que M. Bringé llama una broma. G. T. B-


MáiS de citarenta niil extranj ero is reisidLeit eit Barcelona. D entro de la ciudLadL eispa^ ñ o l a Kay o t r a ciudad^ prin^' cipalmente alemana^ c u y a po1^1a€i6n eis superior ala d e Grranada^ meria« L e ó n o Burdos Liom a l e m a n e s e n B a r c e l o n a .

e

l. jefe de la Delegación de la Policía del Estado en Barcelona, señor Carraras Pons, levanta la vista de unos papeles que inundan ,su meta. —Residen en Cataluña—rae dice—unos cincuenta ^ i l extranjeros. En Barcelona solamente, alrededor *ie cuarenta mil. Aquí un paréntesis: el Negociado de Extranjeros en isarcelona es una Delegación que depende directamente de la Dirección General de Seguridad de Madrid, y todo el personal con que cuenta—^agentes, empleados, jefes, etc.—son nombrados por la citada Di''ección. jniasta que filé creado este servicio, Cataluña y Barcelona ignoraban todo lo que a la inmigración«e Relacionaba, hace dos años tuve necetidad de un da^^ tan sencillo como importante para una ciudad cos''lopolita. «¿Cuántos e x t r a n j e r o s viven en Barcelo•la?», pregunté e n la Jefatura de Policía, en la Ge•^^ralidad y en cien titios más. *jY quién sabe eso!», ^^ contestan, asombrados, sin duda, por una curiosi^^d tan incongruente. , En el espacio de mases el Negociado de Extranjeros .'•a logrado que se inscriba el noventa por ciento de *'*s atamanes, francotes, polacos, ital.anos, etc., que J*ísiden en Cataluña. Y ha comenzado un barrido *^1, que todos los maleantes cuya conciencia no andaba muy tranquila han preferido decir adiós al bello

Nunca había albergado Barcelona un porcentaje de extranjeros tan importante como ahora. Pasan de cincuenta mil los establecidos eo Cataluña, y de cuarenta mir los que habitan Barcelona. Socialistas y judíos alemanes perseguidos por Hitler, o bien arios puros que simplemente acuden al eispejuelo de una vida más fácil y más amable que la de otros países.» Por una razón o por otra, el hecho es que, a ciertas horas y en determinados barrios, la capital de Cataluña parece una ciudad teutona que, por un error de la Naturaleza, se hubiera llenado de sol mediterráneo. Las mujeres del Norte, como la que reproduce esta fotografía, altas, rubias, esbeltas y con unos ojos de color de cielo, rivalizan en belleza con las muchachas de ojos negros, un poco latinas y un poco orientales, que florecen en las tierras de Cataluña. (Fot WoU. Wicacr Photo-Kuricr;

puerto mediterráneo que durante tantos años ha sido para ellos el refugio más amable, más acogedor... —Cincuenta mil extranjeros—crepite el jefe de la Delegación—. No es un dato exacto, porque aun no hemos tenido tiempo de establecer las estadísticas necee ariat, pero sí aproximado. Una verdadera ciudad dentro de la ciudad española. Y más importante que capitales como Almería, León, Burgos o Granada, que no se aproximan a esa cifra de población. No deja de producir asombro este dato, pero explica el espectáculo de la calle. Desde hace un par de años venía observando que las mujeres catalanas se habían vuelto rubias y tenían los ojos azules. Lo del rubio ya sé que se contigue fácilmente; pero lo de los ojos azalcfc me dejaba perplejo. Además, a los hombres le.s pasaba lo mismo. ¿Sería la moda aquí, entre los caballeros, el platino?, me preguntaba, sorprendido. La respuesta está en los veinte o treinta mil alemanes que habitan Barcelona, y que a determinadas horas y en

cr^ntcsi

ciertos barrios transforman a la capital catalana en una ciudad prusiana que por un capricho celeste se iriera inundada de sol mediterráneo. —Y esa enorme cantidad de extranjeros, ¿por qiié ha abandonado sus países? ¿Qué vienen a buscar en Barcelona? El señor Carreras Pons se acomoda bien e n su sillón, como para emprender un largo relato. Y me dice: ]!,4>« t r a b a j a d o r e s y e l kan&pa. —Hay dos clases de extranjeros: los que vienen a trabajar honradamente y los otros. A los primeros los dejamos vivir en paz. A los segundos, a tipos como Laborie, el presunto asesino de Dufrenne, no los dejamos vivir. Tarde o temprano caen en nuestras manos y son expulsados definitivamente de España... Apuntada esta diferencia, vamos a hablar de los primeros.


Una cervecería en la Rambla de las Flores, donde muchos extranjeros se reúnen a mediodía y después de cenar. (Fot. Erik)

de los que vienen a trabajar. Estos son, en general, gentes que se vieron obligadas a abandonar su patria por razones económicas o políticas. La vida en España, y especialmente en Barcelona, es mucho más fácil que en el resto de los países. Casi me atrevería a compararla con un remanso a la orilla de un torrente crecido por las lluvias. Llegan aquí los extranjeros, y no salen de su pasmo: *jUnas medias de seda, tres pesetas?... ¿Y un sesteo de seis u ocho horas en una oficina, con el sueldo seguro a fin de mes? ¡Esto es la gloria!» Además de todos los que acuden al espejuelo de una vida amable, llegan otros buscando un refugio, porque les niegan el derecho de existencia en sus países. 8on los judíos y los socialistas-alemanes que huyen de la amenaza nazi; son los antifascistas i t a l i a n o s ; son los austríacos perseguidos por su adhesión al marxismo... Nosotros no establecemos diferencia entre los unos y los otros. Las diferencias políticas o los odios de raza que les hicieron la vida imposible en sus paísr-s no nos importan, si en España se jKjrt-an bien. Ellos lo saben porque se lo hemos repetido por medio de la Prensa tantas veces como ha sido necesario para convencerios. A cambio de esto, vienen a inscribirse, es decir, a entregarse en nuestras manos. —¿Y los otros? —Los otros son cada día menos numerosos. Ante las batidas de nuestros agentes—batidas que lo mismo se dan en las casas de dormir del Barrio Chino que en los mejores hoteles—se lian marchado a otros países o se han escondido en otras poblaciones españolas. Muchos están en Madrid. Para vigilarlos tal vez creen en la capital una brigada de extranjeros como ésta que hemos organizado en Barcelona.

U n a cariosa estadística. La mayor cifra de inmigración corresponde a Alemania. Siguen Francia e Italia. Las cifras que reproduzco a continuación no indican la .suma de extranjeros residentes en Barcelona, sino los inscritos durante algunos meses. No sirve, por lo tanto, más que para establecer la proporción en que cada país ha contribuido a formar ese asombroso núcleo de extranjeros: Alemanes 4.255 Franceses 2.248 Italianos L165 ingleses 862 Suizos 798 Polacos 685 Argentinos 586 Austríacos 523 Norteamericanos 493 Cubanos. 427 Diversas naciones europeas 2.(X)0 Diversas naciones americanas.... 1.236

Todos los días llegan a Barcelona, por la estación de Francia, centenares de extranjeros. Muchos se instalan definitivamente en la dudad. (Fot. TotTínls)

Otros datos eoriosos son las cifras registradas eri las fronteras, puertos y aeródromos. Por Port-Bou pasan más de 100.000 extranjeros anualmente; por Puigcerdá, unos 25.000: por La Yunquera, 7.0UO, .y por La Seo de Urgel, 5.000. Los aviones que at«rTÍzan en el Prat del Llobregat traen unos 20.000 extranjeros, y bastante menos los hidroaviones (Marsella-Génova). Por mar llegan a Barcelona unos 2.600 extranjeros. que permanecen durante algún tiempo o ne establecen definitivamente en la ciudad. Además, destmlarca» unos 10.000 turistas, cuya estancia no aue\e prolongarse más de cuarenta y ocho horas. Por hoy, quedémonos en estos datos, con los cuales queda demostrado que Barcelona es, no solamente la ciudad más cosmopolita de España, sino una de las más cosmopolitas del mundo. En un próximo reportaje les haré asistir a una batida dada por los agentes de la brigada de extranjeros en las posadas del distrito quinto y en algunos hoteles de las Ramblas, a lo largo de la cual desfdan una serie de personajes, unos pintorescos, otros odiosos, así como los des ejércitos de mujeres—el francés y el polaco—que ><' -* disputan la supremacía amoifisa <le la ciudad. Lcis G. üE LINARES

Eln nuestro próximo número se paBlícará l a segunda par" te de este reportaje aohre lo» extranjeros en Barcelona» S^ titulas El señor Carreras Pons, jefe de !a Delegación de la Policía del Estado en Barcelona, y organizador de la misma, explicando a nuestro compañero Luis G. de Linares el funcionamiento de los diversos servidos por ¿1 creados. (Fot. Torrent»)

crónica

Una noche de redada*


i%<!^ Cinc sonoro X a c a s a d e R.otKschild'*, e n el c i n e A v e n i d a .

PRENSA

P

ARA mañana limes se anuncia esta sensacional película, que llega avalada por el más ilsonjero éxito. Es, sin duda. La casa de Rothschil'l •a película c|ue despertará gran expee ta«ión. Llega catalí.gada como el film ^e más elegante factura que ha producido la cinematografía. Presentación tastuosa, realización perfecta, argumento excepcional, por lo interesante, e in^rpretado de forma admirable por Worge Arliss, Tx)retta Young, Boris ívarloff y Robert Young.

Lunes, sensacional estreno de la producción FILMOFONO

CARLOMAGNO la más divertida historia, interpretada

A^a m á x i m a d i s t i n c i ó n e n V e n e c i a -pacta n n f i l m i n g l é s . Ha Sido publicado el veredicto de '"s películas premiadas en el gran Cer-. "^ínen internacional celebrado en Veleoia con motivo del Biennale. La máxima distinción, o sea, el Premio de ^^p, concedido por Muísolini para preí^uar el mejor film presentado al con^i'so, ha sido otorgado a la documental "jroes y monsirttos («La vida inverosí"íjl de ios hombres de Aran»), produc ÍJ"'^ Gaiunont-British, distribuida en "España por Atlantic Films. ., La diVección de esta maravillosa pe"'cula es debida a Robert Flaei-l.y, ya ^onocido por su acertada dirección de ^anooh; Moana y Tabíi. . La cinta se desarrolla en las pequeñas '*|as de Aran, al este de Irlanda, y por «Ha vivimop la vida inverosímil de sus «abitantes, vida primitiva, diríase pre¡iifítórica; vida de privaciones, de continuo sobresalto; vida heroica, expues^^ a mil peligros para ganar su mísera ''•"mentación. Islas desiertas, y que, pe"^r de tantas desventajas, son para ellos ®* Paraíso: tanto es el cariño entraña^'^ a sus peñascos.

por MARIE QLORY y RAIMU, pareja suprema de la gracia.

CARLOMAGNO es la más genial y graciosa realización del cinema francés.

b CAPÍTOL LUNES E, STRENO Marie Glory y Raimu en un momento escénico de «Carlomagno», la superproducción Filmófono que se estrena el prójdmo lunes

MOdlCA y ROSITA MORENO

X a Dolorosa*'. Esta cinta representa un positivo ^vance de la producción nacional. Sus Valoraciones y envergadura dicen mu''«o en favor de sus editores, que no '^"litieron sacrificio alguno para («n^eguir una cinta de gran empaque esl^etacular y artístico. .Basta un sólo dato como asevera•^lon: Para orgamzar una fiesta de jota ^^ el pintoresco pueblo de Albarracín 'leron contratadas las mejores ronda' as de Valencia, Teruel y Celia, toman^^ parte los mejores cantadores, resulando una escena de gran visualidad ^ grandeza. Hay gran expectación por conocer ^**ta cinta nacional, que será estrena^ en breve en Madrid.

*^ntidad e d i t o r a . La entidad productora Inca Film, j'^tablecida en ésta, Rambla de Cata'liia, 66, desde hace un año, ha cambiado su razón social, siendo desde pri•Jieros de Septiembre Inca Film, Sooie"ad Anónima. Begún información recibida, sabemos H^ie los fundadores y anteriores gercn¡•^s, señores Gr. PoUatschik y E. Danns^ d t e r , seguirán al frente de dicha ^f>ciedad anónima, ocupando los mis''los puestos de gerentes y fundadores. , E l eConsejo de Administración cuenj^> entre otros, con los señores Vidal '^uardiola y Tarruella Ríu. La Inca Film, S. A. rueda actual"iiente su primera producción española "^tt los estudios C. E. A. de Madrid. BERNABÉ DE ARAGÓN

M A Í r T A MAGNÉTICA Amparíto Bosch y Ramón Cebrián, en Un momento cómico de la gran producción española «La Dolorosa».

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Espiritismo. Espejos mágicos. Libro cuiioso. 7,50pesetas. Prospectos

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'4.^..4Í¿

Roberto Rey y las bailarinas vienesas y españolas que actúan en la Zarzuela y en «Luna de Mayo», con clamoroso á i t o .

Al c o m e n z a r l a i e m i i o r a d i a .

L

A temporada teatral h a dado comienzo bajo los mejores auspicios artísticos. E x i s t e , al parecer, u n loable propósito d e dignificación escénica m u y digna de t.enerse en cuenta. E n t r e los varios teatros abiertos a la sazón e s t á n en mayoría los que ofrecen e n s u s carteles obras, escritas n o t a n sólo pensando en la taquilla; díganlo si n o las carteleras de la Zarzueel, Colisevn, Chueca, Eslava, Calderón, Victoria y Puencarral. Y cuenta, lector, que a u n n o abrieron sus puertas Font a l b a ni Lara. Y que todavía n o llegaron ni la sevillanísima Carmen Díaz ni esa magnífica pareja de ilustres actores que se llaman Josefina Díaz de Artigas y Manuel Collado. Examinemos brevemente algunos de estos espectáculos como demostración plena d e lo que decimos al afirmar que existen aste año nueva.* corrientes ar-

CREMA LÍQUIDA DE PEPINOS

Gemey:

Frasco, Ptas. 8

POLVOS Gemey: Caja, Ptas. 5 (TIMBRE APARTEl

tísticas, (le las que no será el menos beneficiado el art« de Talía. Exi la Zarzuela, hombres de t a n buen gusto y reconocida capacidad como Federico Romero, Guillermo Fernández Shaw y SlaHínez Penas h a n t o m a d o sobre sus hombros la enorme responsabilidad de hacer honor con sus obras a sus palabras, que nos anunciaron u n a verdadera c a m p a ñ a d e a r t e . Y j u s t o es decir que bien pronto han d a d o prueba.s de que aquéllas no han de ser palabras que lleva el viento. H a n comenzado por remozar de t a l manera el viejo caserón de 1». Zarzuela, que a! entrar se recibe l a impresión de que penetra en un local de nueva p l a n t a , se lleno de lujos y comodidades. Y en este soberbio marco nos h a n ofrecido u n a magnífica opereta—Luna de Mayo—, en la que el triunfo alcanza por igual a los libretistas y al másico, y en la que triunfan de un modo destacado la escultural y seductora Aurorita 8áiz, Ro-

Así es como las señonílas que cuidan su belleza, pasan a sen señoras q •l-riunfan en s o c i e d a d . Sigo usled el ejemplo. Consérvese joven; fresca y hermosa cuidando su cu+is con lo exquisila CREMA LIQUIDA DE PEPINOS

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H U D NU T

berto Rey. con su art« alegre y vivaz y el tenor J u a n Roldan, con su deliciosa y grata voz, y ese magnífico conjunto de bailarinas vienesas que sirviendo de fondo dan un magm'fico realce a las primeras fis^uras. Luna de Mayo, opereta cien por cien—como se dice ahora—, h a levantado con todos los honores el telón de la Zarzuela. Como contraste, elijamos ahora u n teatro do verso y además de ambiente popular: el Teatro Chueca. E n él, la E m p r e s a S. A. G. E . , con-una certera visión d e lo qxie debe ser ima temporada en un teatro popular, nos ha ofrecido en el espacio de unos mescí^—C^hueca no h a cerrado sus puertas d u r a n t e el verano—una variedad de obras tan hábilmente seleccionadas, que el cartel del Chueca, constantemente remozado, era uno de los que m á s atrat tivos ofrecía a l espectador. Y ha culminado este acierto con el estreno de 20.000 dnroa, la y a celebre comedia popular d e To-

rrado y Navarro, que es la obra justa, apropiada, a aquel ambiente y par* aquel público. Campaña popular, sí; pero también c a m p a ñ a artística, qu^ no quiere decir espectáculo inferior, si no espectáculo claro, sencillo, sin complicaciones, p a r a que ¡legue más fácilm e n t e al gran público. Y con estos dos botones de muestra basta por hoy.

ZARZUELA Todo* los AiuM i - í

Tarde y no«I»e

LUNA DE MAYO La maravillosa opereta. Deliciosa música de Rosillo. Libro de Romero Y Fernández Shaw ÉXITO - ÉXITO - ÉXITO

RebEili lei-lmra Sáiz-tsnAa Baiielo - Roldií

El próximo miércoles, día 10 de Octubre, se celebrará en la Plaza de Toros de Tetuán una becerrada a beneficio del Montepío del Sindicato de Actores Españoles. Matarán — o intentarán matar — dos becerros, las aplaudidas artistas Soledad Míralles y Marina Muñoz Heredia, que aparecen en el grupo con otras conocidas actrices.—A la derecha: Conchita Constanzo, que pedirá la llave luciendo insospechadas habilidades de amazona. (Pot. s««)


^ la puerta de un parque de bomberos de Madrid. Los hombres de guardia pasan el rato charlando o leyendo... Pero todos están cerca de los carros y dispuestos a saltar a ellos tan pronto como suene el timbre fatídico... Otro bombero interviene: —Ya va uno preparado a lo que sea. Además, se trabaja tan de prisa, se tiene tanto afán por sofocar el fuego, por vencerle, que no hay tiempo a tener miedo. Eli miedo es una cosa nerviosa, y a los nervios ya se sabe que castigándolos un poco y no dejándolos tiempo de respirar, se están quietos. ¿Sabe usted cuál es el rato

pregunta a los citáe^ por su Profesióiiy liacen c o n t i n u o alarde de Valor: — i C u á n d o ka sentido usted más ni.iedo? CRÓNICA

C^ara los homherost, el Peor r a t o es desde q(ue Suenan l o s t i m b r e s e n el ParqLue Kasta ^iie l l e g a n ^1 lu^ar d e l i n c e n d i o .

U

NA de las cosas que más miedo dan es, sin duda, el fuego. Ante el imponente elemento pierden la serenidad hasta las personas más valientes J más ecuánimes. Probablemente la Humanidad tiene '•s^nto terror al Infierno por eso. Porque allí se arde '^''emamente. Si en aquellas profundidades se emplease "^tro tipo de castigo, por teirible que fuera, es casi seS^iro que Pedro Eotcro tendría más simpatizantes. '"^in embargo, hay en el mundo una clase de hombres *)}'« no temen al fuego o, por lo menos, que tienen ofi'l'a'lmentí» la obligación de no tenierle. kemos nombra''^ a los bomberos. Estos hombres, que se meten entre las llamas y .sal^n h. la gente de perecer en elJa.s, son una cosa grande. } ^ los admiro muchísimo. Tanto admiro a estos hom,''<'« que exponen su vida a canibio de un modesto '"••nal, que estoy tentada de entonarles aquí un canto 5* «sos impresionantes, y si no lo hago es por compamis loctoros. que también tienen lo suyo los po"•('citOK. ', Ahora bien: los bomberos, aunque heroicos a prue'"• fie bomba (nunca mejor empleada esta expresión). "^n, al fin y al cabo, hombres de carne y hueso, y yo foo que alguna vez..., alguna vez habrán .sentido mie^'o ante las llamas devastadoras. Voy a preguntárselo. lie ido a un parque de barrio, y me he encontrado '^ lf)s bornbei-os (;n reposo. Unos charlaban apacible' '"'lile. Otros estaban entregados al «parchís». Otro^ ''baba)i tangos. Pero todos estaban muy cerca de los ¡i'ToH y dispuestos a saltar a ellos tan pronto comen.^i^e ;i sonar el timbre fatídico Les he disfrazado nn pX'o la prcguntita impertinente, y ellos me han con"'í^fíido a s í ;

Miedo..., lo fjuc se dice niieido, no si<!nte uri<>; porJ"' si uno fuera miedo.so, f)iieH no sería bond)ero.,. ''t'o (1 fuego díi rcHjM'to algunas veces.

Hay días tranquilos, en los que ni siquiera arde el hollín de una chimenea... En tales lomadas apacibles, los bomberos organizan grandes partidas de «parchís»... (Fots, videa)


qué te matas!...* Pero yo, como es natural, no hice caso, y me tiré... Aun suena en mis oídos el grito de espanto con que acompañó mi descenso toda aquella genteMe llevaron a la Casa de Socorro; pero apenas tenía unos ligeros magullamientos. Mi momento más terrible fué cuando vi que las llamas iban a envolverme; luego, no. Los segundos que duró el descenso estuve sereno; tan sereno, que me acordé de poner en práctica las regias gimnásticas que yo había practicado, ec previsión de un caso así. I/a noclie trágica de ^o-redades»

¡Se acataron la charla, la lectura y el «parchís»™! Ha sonado el timbre de aviso, los bomberos ocupan sus puestos en ios carros automóviles, y éstos salen, a toda velocidad, tiacia el lugar donde ha surgido el incendio.» Este es el peor momento para estos hombres^. Luego, cuando comienzan a luchar contra el fuego, jugándose muchas veces la vida, no tienen—dicen ellos—tiempo de pensar en nada.„

T51 jefe de guardia, don LuisíVespo, <}ue aos acompaña, también sabe de fuegos un rato largo. Ya es sabido que los Jefes también salen en el camión igual qu^ los bomberos rasos y que actúan entre las llamas BIO limitarse a dar órdenes. Don Luis Crespo, en ¿^^ años que lleva en el Cuerpo, ha intervenido en una cantidad de fuegos enormes. —^Llegó un momentt en que pensé que yo era ^^ gafe. Día que me tocaba de guardia, día que habí» ^ incendio de importancia... ' Don Luis Crespo también se ha visto en momeflto^ terribles. Especialmente una vez. Ahora ha hecho años. Todo Madrid, toda España, se estremeció a^te aquella terrible catástrofe. Era im domingo de Septiembre. Don Luis CreapO' el jefe que me habla, estaba de guardia aquel día. Al final de la jomada, y cuando todo hacía sospecba/f que ésta terminaría felizmente, sonó el teléfono... —^Pronto..., ¡los bomberos! Está ardiendo el TeatriJ de Novedades lleno de público... ¡Vengan enseguid»' El señor Crespo hizo sonar enseguida los timbreB' que estremecieron el parque y pusieron a la gente «^ movimiento. El mismo subió al primer carro que s»»" a la calle. —^Aquello fué espantoso. En mi vida he visto rD^' chas escenas desgarradoras; pero como aquélla, niP' gima. La trágica escalera, llena de montones de caO^ veres crispados espantosamente, no se me ha olvidao aún, ni creo que se me olvide mientras viva. Cre usted que lo que más nos asusta a nosotros, lo que a" produce miedo, y pánico, y terror, y desesperación, ^ sentimos impotentes como aquella noche. Tardar", en avisamos. Por no alarmar al público, por ver ' podían evitar lo inevitable, perdieron unos moment", preciosos. Eso es lo terrible para nosotros: pensar llegaremos tarde. Por el contrario, cuando llegamos tiempo, la satisfacción de ser útiles, la alegría de B^ var a la gente que nos pide auxilio, no nos deja sent eso que llaman miedo. JOSEFINA

CARABIAS peor para nosotros, el rato en que algunas veces se siente algo parecido al miedo? —iCuái? —^Pues el rato que va desde que empiezan a sonar los timbres hasta que llegamos al lugar del siniestro. Una vez allí, ya no nos da tiempo a pensar en nada. Para los toreros, lo peor de todo es el paseíllo, según dicen. Pues bien: eso mismo nos ocurre a nosotros... Erl lM>m1>ero q[«ie g r a c i a s a s « s e r e n i d a d n o p e r d i ó l a v i d a e n e l fuego de las Salesas* El segundo jefe del Parque Central de Bomberos de Madrid, persona amabílMma y de una gran simpatía, me IiaMaba esta mañana del val<3T y herofemo de 1 ^ bomberos a sus órdenes. —^Aqui—^me decía—^tenemos vm jefe de zona que antes fué un simple bombero y que se ha visto en situaciones apuradas. Cuando el incendio de las Salesas, en el año 1915, él se quedó solo, en un pico del tejado, y tuvo que tirarse desde la comisa, porque no hubo tiempo a ponerle la escala. Hemos ido a verle. Es un hombre como de cuarenta y cinco años, fuerte, moreno y con un miagníficq aire de hombre cabal. Se llama Julián Martíiiez. —jY qué? ¿Pasó usted mucho miedo en las Salesas? —Si hubiera tenido miedo, lo que se llama miedo, hubiera perecido allí. Pero sí confieso que las pasé muy negras..., negrísimas. Verá cómo fué... Habíamos subido otros dos compañeros y yo, y estábamos trabajando en el tejado, cuando de pronto oímos lamentos cerca de los guardillones. Mis compañeros bajaron, por si era alguien a quien había que salvar. No bien me había quedado solo, vi que las llamas venían hacia mí a una velocidad increíble. Me fui replegando hacia el último pico del tejado; y comprobé que no tenía más remedo que tirarme á la lona. Si caía bien..., eso me encontraba-. Si no..., ]pacieneia!; todo era mejor que quedarse allí y perecer carbonizado. A todo esto, el público que llenaba la calle y ios balcones de las casas vecinas ya seliabía dado cuenta de lo que me pasaba, y comenzó a gritar, espantado: «¡No te tires! jNo te tires,

Nuestra colaboradora Josefina Carabias escuchando los relatos que le hacen don Julián Mart&eE y don Luís que estuvieron en el incendio de las Salesas, el primero, y en el terrible incadio del Teatro de Novedades, el seg<^ (FoU. vida)

cndufca


' primer aeródromo casi serio de Bilbao fué éste. En Sondica, tras Archanda, con ton horizonte despejado de obstáculos y un ampüo espacio uamaoie. La foto está sacada en el mismo día de su inauguración. El general Vitla-Abrille y el que fué Comisario del País Vasco, señor Cahriño, aparecen en ella, tras de un ala de la avioneta.

extenso arenal de lamiaco, antes hipódromo y ahora un poco de aeródromo y otro poco de campo de polo. Al fondo, la colina que encauza provechosamente los vientos; ... y el eterno «pero» de las cosas: el tendido de cables del ferrocarril eléctrico y, más arriba, la linea de alta tensión.

Ci^Sada , a Bilbao de los primeros viajeros que hemos recibido por vía aérea. En dos avionetas inglesas entraron en lamiaco cuatro turistas del país del turismo: de Inglaterra.

^a Galea» el aeropuerto sobre el mar; Xamiaco» ^I refugio junto a la ría; Sondica» el campo entre ^^s montes**. ¿ A c a t a r e m o s por tener tres» o por n o tener ninguno?

de obstáculos donde instalar el aeropuerto que a Vizcaya le hace falta. En este tiempo, la población ha asistido, ilusionada unas veces, decepcionada las más, a periódicas apariciones y desapariciones del tema sobre el tapete de la actiialidad. Hay en litigio, ahora, tres terrenos, tres posibles campos de aviación, a uno de los cuales le ha sido conferida una primacía sobre todos los demás por la Dirección General de Aeronáutica Givil, que le atribuye méritcw que no todos cistán conformes en reconocerle. Se trata del campo llamado de La Galea, sobre el mar. Bajo ese campo, sobre la roca desollada, la marea o la tempestad asestan, día a día, siglo tras siglo,

rreno Uano hemos de acudir a la rabdomancia o a. cualquier ciencia mágica para encontrarlo. Hace c(wa de siete años que andan las CorporacioO&to en nuestra tierra la Geología se ha melto loca, resulta que nos ha dejado juntos y re- nes esperando hallar, con el auxilio de una varilla anávueltos f^ V ueiLustodos (JUUUHlos lUBmontes uiuiiuis que queleJiesobraban suurauande ue un uu loga lug»a»lai» que quese BBusa "»» para ¡tara descubrir ucsüuuru- tesoros wjBoru» ocultos IKIIUIAJU yy Parto. Así es que cuando queremos un palmo de te- corrientes subterráneas, un lugar amplio y despejaw)

truo en espumas de rabia. Encima se pretende emplazar el nido de águilas. Gran extensirái, horÍ2»nte sin obstáculos, vientos (»si constantes en una dirección, un conato de Observatorio meteorológico ya instalado, buenas comunicaciones con Bilbao, del que dista 19 kilómetros por buenas carreteras...

CRÓNICA en BilWo

un pi&eMo e n 1>«tsca d e i&ii aeropuerto*

sus 2ar|»zos inútiles. Allí se deshace la ira del mmis-

c

eri&ntcd


Junto al mar están los terrenos de La Galea, a los que la Dirección General de Aeronáutica Civil asigna las mayores virtudes. La Marina tiene aquí un semáforo, algo d^ observatorio y un faro. El Ejército tiene, también, un fuerte, sobre cuya fortaleza no nos atreveríamos a decir nada. Estas son las ventajas. Los técnicos extraoficiales ponen freno a est« optimismo y no recatan las objeciones. La proximidad al mar—dicen—da a los vientos intermitencias en su intensidad, cuando no en su dirección, que pueden ser enormemente peligrosas para el aterrizaje o despegue en caso de temporal. El cantil en que termina el campo origina una repentina corriente de ascenso cuando el viento sopla del mar, y capaz de encabritar peligrosamente el aparato, y cuando sopla de tierra, a la inversa, se produce una corriente descendente. El terreno necesita, además, una costosa explanación. Los terrenos en cuestión son propiedad de una familia millonaria. Ahora va a ser consultada sobre una cuestión básica: el precio. II Otro terreno es el de Lamiaco. Tiene ventajas^ alguna de las cuales, como las medallas, tienen su reverso. Está en el mismo corazón de la zona que pudiéramos llamar de los «docks». Un bosque de mástiles, grúas y chimeneas le circunda como una guardia permanente. A unos diez kilómetros de Bilbao. Magníficamente comunicado con la villa. A un lado, el tren eléctrico; a otro, la carretera, con sus tranvías y —¡oh, decepción!—con sus cables, como el ferrocarril, constituyendo un obstáculo, en el que hace unos días se enredó el tren de aterrizaje de una avioneta, que se fué a la ría llevando dentro a los notables aviadores hermanos Gaztañondo, que salieron, como se suele salir del agua: mojados. El campo no es muy grande, y, por añadidura, tiene esa guardia de lanzas que son las chimeneas, los mástiles y las gnías. Pero, en cambio, gracias a una colina que hubiera podido ser otro inconvenient«, tiene unos vientos casi constantes en la dirección del eje longitTidinal del campo de unos 1.100 metros. Además, el piso es magnífico, de arena, hasta el extremo de poderse decir que es, en este aspecto, el mejor de España, pues no hay un solo momento en que esté encharcado, a pesar de las lluvias. Antiguamente fué emplazamiento de un hipódromo, cuya existencia no recuerda apenas Bilbao, y hoy es campo de polo y de aterrizaje. En él han tomado tierra los primeros turistas aéreos que ha tenido Bilbao. Debido a su privilegiado emplazamiento—ya está aquí el «cara y cruz» de la cuestión—, el precio que se le asigna es casi astronómico. Dicen que se va a preparar el terreno para que dentro de unos meses tengamos un poquito de aeropuerto con miras particulares. Quizá el establecimiento de una línea con Barcelona, acaso un servicio de aerotaxis con la cercana playa de Laredo. Vamos a ver. III Aquí está Sondica. En el magnífico valle de Asúa. Es el primer emplazamiento que se atribuyó al nido de águilas en cuanto se pensó seriamente en la aviación Antes hubo un intento en la cima del monte Archanda, y antes aún, otro en la llamdadaCampa de los Ingleses, tradicional vivero de futbolistas. El terreno puede ser de gran extensión, de tanta más extensión cuanto más dinero se tenga para comprarlo y explanarlo. El horizonte está despejado de

Junto al aparato del señor Pombo posa un grupo de deportistas. Descuella la gracia joven y femenina de la señorita Lafont, a cuya diestra divaga su padre sobre temas motoristas, acaso sobre el «Touríst Trophy», que se acaba de correr en la villa y del que es principal promotor. El señor Pombo (padre) y sus dos hijos, expertos aguiluchos, completan el grupo con el periodista y motorista señor Picaza. obstáculos; pero las obras de explanación y saneamiento serían costosísimas y, desde luego, sería muy difícil evitar su constante estado de embarramiento, debido a la naturaleza del piso y a la frecuencia de las lluvias. En estos terrenos se hizo adulta la aviación bilbaína con los vuelos del aviador y aristócrata santanderino señor Pombo, cuyos hijos trazaron en el cielo plomizo de la villa los caracteres firmes y graciosos de una interesante página de la historia aérea local. En estos terrenos perdió el Ajiintamiento de Bilbao sus buenas ochenta mil pesetas, que había entregado a los propietarios, como opción de compra, cuando se comenzó a pensar, por la Corporación anterior a la aotual, en hacer allí la estación aérea. En estos terrenos, se dice, se hará en breve un conato de aeropuerto. IV En definitiva, ¿cuántos aeropuertos vamos a tener? Uno, el oficial, en La Galea. Ese llegará el último, en caso de que llegue, porque para eso es oficial. Otro, particular, en el borde de la ría. En Lamiaco. Otro, particular también, e/i Asúa, monte Archanda por medio, a unos seis kilómetros rodeando el monte. Quizá esta diversidad sirva para todo lo contrario. Es decir: para que se retrase más, hasta la eternidad, la construcción del más elemental carnpo de vuelos. Y, sin embargo, nos es muj' necesario. Tenemos aquí una industria aviatoria que ha lanzado al mercado hus primeras pruebas que necesita el campo. Nada artificial, ni desplazada tal industria, porque se ha montado junto a otras industrias afluentes que ya funcionaban de antiguo. Una de aceros finos, otra de aleaciones metálicas ligeras, otra de tableros especiales y otras derivadas de la metalurgia y en contacto con la construcción de aeronaves. Hay en proyecto la creación de servicios aéreos de transporte de pescado a plazas del exterior, de transporte de flores desde el Medir,erráneo.

er«nica

Ha>' la necesidad de acabar de una vez con este lamentable aislamiento en que está Vizcaya con el resto del Norte de España, pues hoy es casi una audacia atreverse a pensar en ir a Galicia, y aun al mism" Asturias. Ha}' que incorporarse al nudo que en las comunicaciones aéreas internacionales significa Barcelona. Y hay que acabar con la dificultad, casi medieval' que para el comercio de la villa significa tener Madr!<* a diez horas de distancia, cuando se puede tener a do* por vía aérea. Vamos a ver qué hacen las Corporaciones para salif menos parsimoniosamente de este marasmo en qw® está la cuestión del aeropuerto. Lo decimos recordando que todavía estamos coiiS' truyendo un puente que en planearlo, resolver si h^' bía de ser fijo o móvil y tramitarlo, nos costó algo ui"' de io que va de siglo. BENJAMÍN

Mal

NUÑEZ

BPAVO

Aliento

Una Gran Verdad: Muchos hombres y mucha*; mujeres q'i*' mantipnen limpios sus dientes y tratan con cuidado su boca, sufren, a pesar de esto, de mal aliento. Más Aún: Muchas personas sufren de mal aliento sin darse cuenta y desgracia'! amen te nada es más molesto a aquellos con quienes se habla. Lo Razón: La razón es que casi siempre el nial aliento proviene de la acumulación de impurezas y de fermentaciones tóxicas en el estómago y los intestinos. El estómago puede estar sucio sin que uno se d6 cuenta >' aun cuando uno piense estar en perfecta salud. No basta tratar bien los dientes y la boca. ¡No basta! Para evitar y curar el rnjl aliento es también indispensable tratar con todo cuidado el estómago y los intestinos. Hoy dia, tantos fuman—hombres y niujeres—y esto con el tiempo causa daño al estómago. Se recarga el estómago y los intestinos, de comidas indigestas, mal masticadas y tomadas de prisa; de licores y bebidas tomadas ya calientes, ya heladas Sobrevienen entonces desarreglos internos, y los restes alimenticios estancados en el estómago y Ira intestinos producen materias peligro^rs que pasan a la sangre, hacen gra'> daño a l.j salu<l y cansan a la vez el mal aliento Para evitar eso, usj Ventra-LiTr*. V e B t r a X i v r e es un remedio do entera confianza para evitar y tratar el mal aliento, porque limpi;* el estómago y los intestinos de los impurezas, substancias infectadas y fermentaciones que dañan la sangie. Todas las noches, al acostarse, tome dos o tres cucharaditas {de las de té) de Ventre-Llvr» en medio vaso de aguaAsi se trata el estómago sucio. Sólo así se evita y se trata el mal aliento. Use V«oar«-Llvf« DE VENTA EN LAS FARMACIAS Agentes exclusivos:

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—Dele un codazo. Pero a este joven no se le puede tocar. —¿No? —Ño. Está obsesado. —¡Ah! ¿Se le ha metido un espíritu d,entro? —Eso es. —-Pobre muchacho! De pronto, el pobre muchacho se agita un poco y se pone a soplar de un modo especial, como los trenes cuando parten de las estaciones. Dos minutos después, un ruido de infierno, en el que se mezclan golpes de sillas y gritos a boca cerrada, nt« liace saltar de nuestros asientos. El joven obsesado se agita en su silla con un galope de mil diablos. —¡Que se va a romper la cabeza contra la pared! —No pasen cuidado. La médium le da eso que los espiritistas llaman unos pases; pero el joven sigue galopando como si tal cosa. Interviene el presidente: —No le des más pases, hermana. Déjalo. Resulta que esta señora se ha librado de un gran peligro. Con los pases se consigue que el espíritu deje en paz al obsesado; pero con frecuencia no se puede evitar que se meta dentro del que prodiga el remedio. Es decir, la médium ha estado a punto de galopar también. El obsesado se queda, al fin, tranquilo, y el conferenciante prosigue su charla, ante un público constituido casi exclusivamente por señoras. Hace el elogio del velador, «tan calumniado por los incultos», y habla del misterio de la radio, de los rayos infrarrojos y ultravioletas, del fluido vital, de las moléculas, del cambio celular, del periespíritu, de la reflexión, de la masa, déla conciencia y del espiritismo como ciencia rar cional. En resumen, no se entera uno de nada; pero saca la impresión de que cuando lo dice tan serio es que es verdad. No obstante, apresuramos nuestra marcha, por si acaso el obsesado siente nuevo.s deseos de galopar. Salimos al pasillo. Hay una tabla con avisos y anuncios, 'lodos vienen a decir lo mismo: «¡Hermano! Si de verdad crees en el espiritismo, contribuye a nuestra obra con una aportación mensual.» Hasta para los espíritus se necesita dinero en estos tiempos de crisis. —¿Podríamos asistir a una sesión de espiritismo? —Haceos socios, hermanos. Abonad una cantidad todos los meses, y podréis comunicar con los espíritus, —Pero una vez, por favor especial-... —Terminantemente prohibido. Sólo para los socios. Ya lo saben ustedes. Prohibidas las entradas de favor.

t - conferenciante es uno de los ciento cincuenta mil espiritistas que—según él dice—^hay en Madrid. Esta fotografía ^do obtenida durante un discurso pronunciado recientemente ante un público constituido, casi en su totalidad por señoras... Las mujeres son, por lo visto, quienes más sienten la inquietud del más all£~ (Fot. vida)

Cn

el

«im1»ral

del

misterio.

^os espiritisitas» el coitferenciaiite y itn Ikomhre ¿alapando siolbire u n a silla. I ^ ^ L más allá me atrae como una mujer demasiado ^ ^ ^ , fatal. ¿Por qué nacemos? ¿Por qué morimos? 1 El hombre tiene miedo de enfrentarse con cier^^ Biisterios, que, pese a la opinión de los médicos, .j »n todavía sin explicación. ¿Quién puede, por ejem¡j°' explicarnos satisfactoriamente los sueños? Está ^j^^ida la materia, tenemos los ojos cerrados y, sin •ftbargo, vemos, oímos, experimentamos sensacioi *• Hay, indudablemente, algo sobrenatural que nos ftoe ver. Algo que imo se imagina inmaterial, fluídii > etéreo... Algo espirita. Sí. Yo—^no me causa ru^ "• confesarlo—propendo a creer en el espiritismo y ^^I velador de tres patas. j ^ nadie, pues, debe extrañarle que mi curiosidad • «aya sentido atraída por el anuncio de »ina confe6h *• ®*''"^^ «Fenomenología espirita» a pronunciar ^1 local de cierta Hermandad madrileña, i Acompañado por Videa, que es hombre que siente (i^bién la inquietud del más allá, hemos llegado ante j^ portal viejo y grande de la calle de Malasaña. {tW, según nuestros datos, está el domicilio de la u^fotiandad. Indagamos corea de una mujer que ha* Con otra en el portal, y nos dice que sí, que allí es. j) T^^'^stedes buscan a lo¡8 \(cha]aos» eso» del princi¿ Suban, suban... 1Q¡, espiritismo nunca ha sido tomado en serio por f^ profanos, y la pequeña ofensa de esta mujer igno^te no debe ser tenida en cuenta.

Subimos con cierto temor. Después de todo, es la primera vez que nos vamos a aproximar un poco al misterio. Cuando el hombre está nervioso, enciende un cigarrillo. Esto hacemos nosotros. He aquí la puerta. Está entornada. —¿Se puede? —^Adelante, hermanos. —Buenas noches. —Buenas noches. ¿Vienen a oír la conferencia? —Claro. Es decir, si es posible... —Salgan a la escalera a tirar los pitillos. Aquí no se puede fumar. —Perdón, no sabíamos... —Es preciso. El humo aleja lo» espíritu.s. Tenemos nuestro tiempo contado; y aunque está prohibido salir hasta que la conferencia ha terminado, la amabilidad del presidente nos permite sentamos fuera del salón, junto a la puerta, para que podamos marcharnos a la hora que nos convenga, sin que los espíritus se enojen. Junto a nosotros, una señora que nos asegura ser médium y a la que al entrar hemos visto manipulando en la cocina. En otra silla, un joven con gafas nos mira sonriente. Cuando empieza la conferencia, el joven se quita las gafas. Unos instantes después se queda dormido. Pienso que como lo vea el orador se va a enfadar un poco. Le digo a la médium:

cri6n;ca

Preguntamos antes de marchamos definitivamente: —¿Cuántos socios hay aquí? —Unos doscientos. Y eso que nuestra Hermandad sólo tiene catorce meses de vida. —¿Quién la fundó? —Nuestro actual presidente., que acaba de llegar de Barcelona, del Congreso Espiritista. —¿Ka habido un Congreso? —¿No lo estás oj'endo, hermano? Un Congreso al que han asistido cien delegados y quinientos congresistas de todas partes. Este Congreso se celebra cada tres años. —¿C'uántos grupos o sociedades espiritistas hay en Madrid? —Ocho o diez. Aparte existen infinidad de grupos familiares. —¿Qué ciudades e.spañolas dan mayor número de espiritistas? —Barcelona, Valencia y Madrid, por este orden. —En tota), ¿cuántos espiritistas habrá en Madrid? —^ITnos ciento cincuenta mil. —¿Y en España? —De dos y medio a tres millones. —¿Y en el mundo? —í ien millones. Realmente, esta ciencia, religión o lo que sea, del espiritismo, con cien millones de adeptos, entre los que figuran ilustres personalidades mundiales de laCiencia y de las Artes,tienc hoy una importancia que no hemos de esquivar aquí, pese al tono de este reportaje. En esta creencia salimos al rellano de la escalera. Nuestros cigarrillos, sin consumir, han desaparecido. Se conoce que por la escalera han pasado espíritus de los otros, de los qué no les molesta el humo. RAFAEL MARTÍNEZ GANDÍA

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Vista parcial de Zaragoza, tomada desde un avión. En primer término, a orilla del Ebro, el templo de Nuestra Señora del Pilar.

La venerada imagen de la Virgen del Pilar.

A n t e el tZ de Octubre.».

del Pilar* üN cuando no quiera el Ayuntamiento, las fiestas que se organizan en Zaragoza durante ^ t unos días del mes de Octubre serán siempre j^tejos en honor de la Virgen del Pilar. Ya pueden (j/'es el nombre que quieran, bien sea Fiestas de ^ "^fio, o Fiestas de Octubre, o el nombre que le busí ^tt más o menos acertado, pero la tradición no poli *• borrarse. Los forasteros que vienen a las fiestas, i ^Hdo sean visitados en sus residencias, nos dirán ^«•riablemente: "^Ya nos veremos para el Pilar, en Zaragoza. I^**¡1 Pilar» son las Fiestas de Octubre, llámense como -Quieran. (,j * a fe que en el año actual las fiestas de Zaragoza fc anuncian extraordinarias. Ha influido en ello la lIjMencia de la cosecha, base fundamental para la (] yor afluencia de forasteros, y por esta avalancha (^^nimadores que se espera, tanto de los pueblos {3o de las demás provincias, pueden calificarse de ?aordinarias las fiestas del Pilar. L^Wo es que también la Comisión organizadora de K f"^^**J08 ¿* echado el resto. Por esta causa y por el K.^'io que se avecina, vamos a permitimos dar un de lo que se prepara este año de los días 11 al 'le Octubre.

El puente de piedra, sobre el Ebro, con el templo del Pilar al fondo. En este lugar, marco elegido por don Migue! Echegaray y el maestro Caballero para situar el célebre «Coro de repatriados» de su inmortal obra «Gigantes y cabezudos», se celebrará el homenaje a dichos autores, cantando el referido coro el Orfeón Zaragozano y actuando como solista el gran tenor aragonés Miguel Fleta. (FOU. Haiía CUMU)

ilustres autores de la zarzuela que mejor canta, ensalza y elogia el carácter de esta tierra. Homenaje que consistirá en la interpretación del «Coro de repatriados» de la inmortal obra, en el marco auténtico donde lá acción se desarrolla, en el puente de piedra, sobre el río Ebro. Vn centenar de voces del Orfeón Zaragozano actuará de coro, y figurará como solista el eminente tenor baturro Miguel Fleta, gigante en su magnanimidad y en su gentileza, cabezudo en el querer a su tierra, *^ Komenaje a Ccltegaray y Caballero» propagandista de las virtudes de la raza, del carácter aragonés, por todas las latitudes y todos los meriy ^ Comisión organizadora de las fiestas ha prepa- dianos. Miguel Fleta, acompañado por los orfeonistas zara\^^ un homenaje a los autores de la popular zarc ' * , eminentemente aragonesa. Gigantes y Cabe- gozanos, dejará oír su melodiosa y potente voz en el puente del Pilar cantando aquella maravillosa letrilla ^»> Miguel Echegaray y el maestro C!abaUero. homenaje merecidísimo que Aragón debía a los de los repatriados de Gigantes y Cabezudos, que dice:

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crdnsca

Por fin te miro, Ebro famoso; eres él más ancho y el más hermoso...

P a r a konrar al canónico Piítnatelli. Otro homenaje prepara duranto las fiestas la Comisión organizadora, y está dedicado a honrar la memoria del canónigo Pignatelli, el hombre de tesón invencible, de voluntad recia, de cabezonada, si se quiere, que luchó y trabajó hasta conseguir la construcción del Canal Imperial dé Aragón, esa vía fluvial que tantos beneficios dio a la huerta zaragozana. Para honrar su memoria, para festejar aquel rasgo baturro se preparan ilnniinaiiones en las poéticas orillas del Canal, fiestas acuAticaíi, desfile de lanchas y góndola» engalanadas, fiesta literaria, música, cantos...


La tradicional comparsa de «Gigantesc que, con sus diarios paseos por la dudad durante las fiestas, causa el regoci|o del público zaragozano y forastero...

Estatua del canónigo Pignatelli, el hombre que en fuíf^ de voluntad consiguió la construccióti del Canal Itapi^. de Aragón, y cuya memoria se honrará, también, con" homenaje durante las próximas fiestas. (Fots. Marfn ctí''!

Y los populares «Cabezudos»; que son el terror de los nifios pequeños y la diversión de los.muchachos. Las orillas del Canal, ahora casi olvidadas, se verán ei «Día de Pignatelli» concurridísimas, porque Zar a ^ z a , Aragón entero, le debe este homenaje de desagravio al canónigo Pignatelli.

OtnM festejos. También Madrid tendrá un homenaje de los zaragozanos en estas fiestas del Pilar en la persona del director de la Banda municipal de la capital de la República, ilustre maestro Villa. Bste gran músiíjo, invitado por la Comisión de festejos, acudirá a Zaragoza para dirigir su maravilloso «Canto a Madrid», que interpretará la Banda municipal de Zaragoza, de reciente creación, y cantará el Orfeón Zaragozano. Habrá una fiesta de aviación, que se repetirá varios días, con acrobacias y viajes sobre la ciudad. Habrá una quema o varías de fuegos artificiales

especialmente encargados a los pirotécnicos valencianos. Habrá cinco corridas de toros con los ases de la baraja taurina. Habrá la tradicional retreta, en la que toma parte toda la guarnición de Zaragoza, llevando los soldados de a pie y de a caballo centenares de farolillos. Habrá otros festejos que ya son tradicionales, como las jotas de ronda; los festivales de canto regional, en los que toman parte las primeras figuras, y habrá la extraordinaria Feria de Muestras, exposición de los productos 4^ la tierra, de la fabricación, del comercio aragoneses, que promete ««.tr uii verdadero acontecimiento.

L o 4«te l a l t a . ¡Y es una verdadera lástima para la economía aragonesa, mejor dicho, zaragozana! Ix) que falta es la popularLsima procesión y el tradicional Rosario. Estos

crónica

dos acontecimientos eran esperados por miles y ^ de forasteros, que hoy se ausentan de la ciudad fiestas al terminar la última corrida de toros; Falta el Rosario, que por sí sólo daba un extraol nario contingente de familias enteras de los V^.ú y de las demás capitales españolas; falta la procef.,^ que era única en Aragón, como lo son, por su tradi^' j y sus bellezas, las de la Semana Santa de Sevilla! y tan ambas manifestaciones de aragonesismo, c» cuales ponían todo su fervor, todo su entusia"'^ millares de españoles. A Y hemos dicho que esta ausencia es una lástim"' P j[. la economía zaragozana, porque conocemos el s^" f la opinión de cuantos contribuyen con sus fond*' financiar las fiestas de Octubre en Zaragoza. jj¡ Ei elemento mercantil zaragozano mantie»'^ criterio firmísimo, y dice en su mayoría: ^i —Mientras no salga el Rosario, no darenJO*' céntimo para las fiestas del Pilar. yí' Y al no entregar cantidad alguna para la cel*; J ción de estos tradicionales festejos de Octubre, ^f) no pueden tener el esplendor, la grandiosidad fl^ \f fiestas para cuya celebración sobra el dinero. ^ mentamos por Zaragoza.

TA» ttue s o b r a .

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Y en estas fiestas que van a comenzar esf*! IM1 sobra algo que nos parece extraordinariamente flg'j lo, y que esperamos que a última hora se irap*?^f<i' criterio de las realidades.-Sobra ese deseo de »"^¿J que ha impuesto, o al menos mantiene, dentro ^^ Comisión alguno de sus componentes. Sobra <'* ^^t[ rer que desfilen los cabezudos, los simpáticos y 4'é caturizados personajes, tan conocidos, en pij»'"' las calles de la ciudad. y' Eso, además de que no tiene gracia, es M ^í ridículo, que no merece la pena de que hablemos ; de ello. Esperamos que la Comisión rectifique * terio en este punto. qí Y este es el avance de las fiestas de Octubre-j^jí aun cuando no se quiera, serán siempre las tra** nales fiestas del Pilar de Zaragoza. -A MARIO ALEOPJ


De brillantes y coronas y de mantos, muchos más, está llena mi Patrona, que es la Virgen del Pilar. IAI Patrona de Aragón canta encima de un Pilar, «pa* que ningún otro canto le gane al cielo a Uegar, Aragón siempre fué grande, lo está siendo y lo será, mientras tenga por Patrona a la Virgen del Pilar. O estas otras coplas intencionadas, llenas de sabor regional, en las que se compagina el sentimiento religioso con el aragonesismo, con la jota: La Pilarica llegó por el Ebro a Zaragoza, y dicen que se quedó al oír cantar la jota. De Zaragoza «pu'abajo» lleva el Ebro agita bendita, porque le lavan los maños los pies a la Pilarica. ¡ Bendita sea la Virgen! ¡ Bendito sea el Pilar! Y bendito Zaragoza y su canto regional. En mi pueblo no bendicen el agua «paf> bautizar, porque la cogen del Ebro después que besa el Pilar. Y con la jota y la Virgen expresa el enamorado su sentir y su querer, y lo dice en verso y lo dice cantando así: Entré a adorar el Pilar y detrás de ti besé; ¡que me perdone la Virgen el beso que le robé! Tengo un novio tan granuja que cuando me va a besar me dice que soy la piedra que se oidora en el Pilar. Las flores de Zaragoza se riegan con el Canal; se cogen con el rocío para adorar el Pilar. ¡Qué pena tienen las torres de La Seo y del Pilar! Se miran, se hablan, se adoran ¡y no se pueden besar!

'Magnifica pareja de «mañicos», hermosa de verdad ella y buen mozo de verdad él, y con todo esto, excelentes cantadores de jotas.

^as jotas; ^ue el pueblo ara^ donéis canta a SVL v e n e r a d a €€ 55 Pilarica ^ ^ sentimiento religioso aragonés tiene dos maN»" nifestaciones extemas bien conocidas: la visita %^ diaria de los fieles para besar el pilar de piedra ^ ' istenta la imagen de la Virgen Patrona de Ara\\ ^ la jota. Esas jotas que, como oración sentimen"C^^n dirigidas o dedicadas a la Virgen, a la imagen k^^^ hay con todos los variadísimos estilos del canto y^'^al y con todas las intenciones. '^:Se esta jota patriótica:

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Patria y Virgen es mi lema; Patria y Virgen, mi cantar; mi patria es España entera; mi Virgen, la del Pilar.

La musa popular ha tenido indudables aciertos al componer las coplas que hemos anticipado y otras que son del dominio público. La musa popular ha sentido, mejor aún que los literatos y los poetas, este amor que merece la Virgen del Pilar. Pero los poetas, los literatos de todas las regiones,

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O esta otra, sentimentalmente filial: No llores más, madre mía, aunque me veas matar; tú te quedarás rezando a la Virgen del Pilar. O estas otras, orgullosas, llenas de majeza y de alarde: Es la Virgen del Pilar la que más altares tiene, y no hay pecho aragonés que en su fondo no la lleve.

crónica

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de todas las naciones, han dedicado en alguna ocasión unajota a la Virgen, y así hemos podido recopilar algunas de ellas. El académico de la Lengua don Gregorio García Arista, buen literato y mejor poeta, ha compuesto algunas coplas dedica<ks a la Patrona de Aragón. De él son las siguientes:

Lamiendo tu santo Alcázar pasan las aguas del Ebro. y al pasar van murmurando: M.¡Desde Zaragoza, al cielo!»

Esta primera, escrita y publicada con motivo de uBj fiestas en las que para desgracia de los forasteros U vio en abundancia: Agua nos mandó la Virgen en el día de su santo. ¡Es que escuchó la plegaria de la gente de secano!

Mellada está tu columna por besos de ardiente fe. ¡Madre bendita del alma! ¡ Cuántos en eUa grabé!

La jota es canto divino que los ángeles crearon, y a ntiestro Aragón trajeron con la Virgen que escoltaron. La jota es himno a h Patria, y ala mujer, madrigal, y fiero grito de guerra y tierno rezo al Pilar. Y el gran «coplero» aragonés don Emilio Ester Rubira ha compuesto cientos y cientos de jotas baturras, de canciones dedicadas a la Pilanca, que formarían un amplio volumen. El espacio que pódeme» dedicar a esta información es muy relativo, y por ello entresacamos únicamente algunas, halladas al azar: Con la jola te saludo. Virgen del Pilar hermosa, que la jota es para ti la oración más caññosa.

Y esta otra jovial, intencionada, castiza, que dií

' Y Casañal, este diminuto y simpático Alberto Casañal Shakery, poeta andaluz que se ha transformado en aragonés y canta como nadie la nobleza baturra y las cosas de la tierra con lenguaje eminentemente popular, ha sido uno de los que con más anhelo ha puesto de relieve su amor a la Pilarica, casi más grande que el que pueda sentir por la Macarena; ¡andaluzaragonés!, sin distingos, y si acaso los tiene, en beneficio de esta su nueva tierra, hizo, sigue y seguirá haciendo jotas y jotas dedica«ias a la Virgen. Una de ellas, la más pronto encontrada, es un poema de ternura, de satisfacción, de amor filial, y con su gracejo popular y agradable nos.decía en ella hace unos cuantos años: No hi venido a Zaragoza por ver al «GaUo» toriar, que vengo por dale un beso a la Virgen del Pilar.

A claveles hoy, mañica, olía el santo PiUtr; se conoce, que tus labios lo avahaban de besar. Tan grande como es el mar, y envidia le tiene al Ebro, porque pasa apoh Pilar, y él, en cambio, no «pué» hócelo. Agustín Paraíso, el conocido poeta del siglo pasado, ^coia de las letras aragonesas, mejor diríamos españolas, publicó muchas coplas en los extraordinarios que hacía Heraldo de Aragón, y de ellas repetimos las siguientes: Como la perla en su concha y el sol en la inmensidad.

Y finalmente, por aquello de que los últimos serán los primeros, hemos de dedicar unas líneas al poeta zaragozano, al «coplero» de todos, al literato de la tierra, que recientemente ha fallecido en un accidente de automóvil, a don Femando Soteras, el popular Mefisto, cuyas Coplas del día han sido la sección predilecta de Heraldo de Ara^gón desde hace veintitantos años. A este hombre, todo corazón, todo delicadeza y sentimiento, que dedicaba su musa a cantar el suceso diario, internacional, nacional o local, y que ponía el corazón en las jotas de su tierra. Como homenaje postumo a, su memoria, como delicada ofrenda al que dejó de ser, como corona de flores que Prensa Gráfica dedica al genial vate aragonés que sabía dar el tono de actualidad a cuantos asuntos merecía la pena dedicar un mínimo de ateción, publicamos estas jotas suyas.

/ Virgen del Pilar hermosa, tan santa y tan milagrera; a ver si haces el milagro de que mi suegra me quiera. O ésta dedicada a una ronda típica, que can*" ^ motivo de otras fiestas de Octubre, y que decí»El Ebro desde Reinosa viene a besar tu Pilar. Lo mismo llega la ronda a ofrecerte su cantar.

Y mil más, que podríamos ofrecer a los lectores este poeta popular y de otras figuras de renombre cional y aun internacional. .. Pero hemos de terminar el artículo, y par» |^| —a tal señor, tal honor—publicaremos una del mortal Rubén Darío, facilitada al periodista arago don Marcial Buj, con motivo de los festejos 0Tg&^ dos para conmemorar el Centenario de los Sitios, ^P año 1908, que publicamos con su autógrafo, y *

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¡^^9ñña Desgraciada me dice que tuvo relaciones con un rauchaclio, con el que Lj ^e terminar porque resultó muy «calavera», y me pregunta qué hará para en•'ar el cariño de un hombre formal y bueno. [Señorita, ya sabe usted que Diógenes buscaba un hombre con una linterna en 1*> día, y no lo encontró, y eso que igoraba las cualidades que usted reclama. Pero lyez de la linterna, Diógenes tuviese unos ojos de mujer luminosos y puros, tal '•í fuera más fácil hallar lo que buscaba. .g^'isted posee esos ojos, y además están iluminados por la luz interior de un alma I ^ y limpia, encontrará usted lo que busca, y antes de lo que usted misma supone. o

o

.^"'^'xíwíaco conoció no hace muchos días a una señora, de la cual no sabe si es fg 1 ^ o viuda, pues la conoce sólo de verla en un paseo acompañando a unos niños 'jj'lanian mamá. Andrómaco la mira y adopta con ella la actitud de rendido adojj^' sin que la señora le muestre disgusto por tales demostraciones, y me pregunta L '''lacho qué conducta debe seguir, según sea casada o viuda la señora en cues*4 fá ^'^^^^^ *1"^ debe usted hacer es entablar conversación con ella, lo que le jg p i l poniéndose a jugar con los nenes. No es original el truco; pero, en cambio, lo má« seguro en eficacia. Y una vez en amistad con la señora, y después de unos n «^ "^^rlas cordiales, cuando se haya enterado de todo lo que desee saber respec^ vida privada, entonces proceda Como a usted le parezca dentro de lo que ella o

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Ijgj ''í^íía Desesperada tuvo un novio del que estuvo, y aun lo está hoy, enamow , ^! pero de la noche a la mañana el muchacho, que parecía adorar a Blanquita, «aei relaciones, aunque sin devolver cartas ni fotos, y cuando ella le pidió ex6 éi°^®^ ^e su conducta, le respondió que hay un misterio que los separa, pero i fg "^ puede decirle lo que es. La muchacha le pidió entonces la devolución de j^ lerdos, pero el muchacho se negó siempre a esta protensión de Blanquita, ^\n^^ ella deduce que algún interés tendrá cuando no se desprende de ellos. Quie ^^* alguna que tiene interés en conservar esas cosas, lo que demuestra que ^tó""-« toda^'a; pero eso no puede impedir la existencia del secreto de que él le i(jg s.^ie no le aconsjo averiguar, pues a veces más vale ignorar las causas de nues'^ha, por si de su conocimiento se desprendiese otra desdicha nueva y mayor.

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Dos amigas aburridas dicen que viven en un pueblo, pero que de vez en cuando hacen excursiones a la capital. Van a bailes, a cines, a teatros, pasean mucho, hacen labores de gancho, atienden los quehaceres domésticos; pero, con todo, se aburren muchísimo. Por si esto era poco, se han enamorado de umos muchachos que no se han dignado fijarse en ellas, y me preguntan qué han de hacer para vencer el aburrimiento y atraer a los muchachos de sus preferencias. En fin, una doble consulta. Para combatir el aburrimiento, incomprensible en vidas tan activas, no hay otro medio que ocupar la imaginación. Lean, estudien, den a sus vidas una noble finalidad. Pero más que aburrimiento, ¿no será su estado de ánimo descontento de la vida porteneralgunaapetenciainsatÍ8fecha?Siasífuera, piensen y vean el modo de lograrla, ya que, como dice el adagio vulgar, «nunca falta un roto...» En cuanto a los muchachos que han llamado la atención de ustedes, procuren que les sean presentados, logren su amistad, háblenles de cosas que les pueda interesar, y poco a poco, con un poquito de coquetería de buena ley y un mucho de corazón, les irán conquistando. o «=> Arlequín, Grumete, Marisol, Maribel y Jungla piden también correspondencia. Pero como no han enviado sus direcciones respectivas, no puedo complacerles. Repitan la carta subsanando esta omisión, y tendrán sus corresponsales. o o Alma me pregunta cómo hará para dedicarse a la cria de pollitos en su propia casa. A. Custodio, a cuántos y cuales delitos alcanzó la última amnistía. Andarax, qué fué de unos duros que envió a un señor para la suscripción en favor del poeta Villaespesa. S. Molí me envía unos versitos para que le dé mi opinión sobre ellos. Y, por último—¡el colmo!—, J. Mayor me pide vaya al Ministerio de Instrucción y averigüe en qué pueblo está cierta maestrita que le interesa. Aparte de la desfachatez de Mayor, que me toma por recadero honorario o agente de investigaciones privadas gratuito, los demás, como se vé, me preguntan cosas que en nada tienen que ver con las del corazón. No sé ya cómo decir a los señores y señoras consultantes que esta Estafeta cordial, como su nombre indica, no contesta más que a las cuestiones «cordiales» del «cor...azón», del coeur o del core, como lo prefieran. Cordial, lo demás pueden pr^untarlo a uno de esos consultorios amables y complacientes enciclopédicamente, que responden a todo lo que se les consulta, pues aquí el área és limitada al terreno del AMOK. EVA

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J U V E N T U D Supresión absurda.

11 imo de nuestros húmeros anteriores Tiicimos un rápido examen del nuevo plan del Bachñle^ato. Ya entonces señalamos la omisión de asignatura tan importante, en un país eminentemente agrícola, como es la de Agricultura. Tampoco se ha incluido la Tecnología Industrial. Ambas disciplinas son absolutamente imprescindibles en un plan de estudios encaminado a dotar de cultura general suficiente para ulteriores trabajos de especialización. Ningún médico, abogado o licenciado en Letras puede ni debe ignorar los rudimentos de la Agricultura, su desarrollo en nuestro país, sus arduos y vitales problemas... No son necesarios muchos argumentos para que resulte evidente lo absurdo de la peregrina omisión.

I n v e s t í ^ a c i ó n Ae jmotivos. jSe ha considerado inútil por los autores del nuevo plan la inclusión en el mismo de esas materias? No es concebible que personas capacitadas para elaborar un proyecto de ta,l importancia padezcan semejante equivocación. En un país como el nuestro, cuyos más hondos problemas se relaci<»an con el cultivo y aprovechamiento de la tierra, el conocimiento de la Agricultura es inexcusable. Lo ha sido siempre y lo es ahora por razones que a todos se nos alcanzan. No creemos, pues, que se haya estimado superflua la asignatura «olvidada». Más bien nos inclinamos a atribuir la omisión a un concepto equivocado de lo que es actualmente la asignatura en nuestros Institutos. Por fortuna, en la evolución de los procedimientos pedagógicos se ha progresado con rapidez que honra por igual a profesores y alumnos: a aquéllos, por el noble esfuerzo que han aportado, junto con su competencia, y a éstos, por el interés que ponen en asimilar conocimientos, que nada se parecen al antiguo afán de «sacar asignaturas», sabiendo o sin saber.

U n laboratorio de Institato.

mflOÍ. MUJERES. AHCl

Final.

recobran

jSabe el señor ministro de Instrucción Pública -cómo-se esludían en nuestros^nstitatosia Agricultiu-a y la Técnica Industrial? ¿Está, como nosotros, seguro de que es imprescindible tal estudio en xm plan encaminado a dotar de cultura general a los escolares? Pues subsane inmediatamente ese lamentable error, antes de que se comience a discutir en la Cámara su proyecto. Así evitará oír cuanto llevamos dicho... y algunas cosas más.

SALUD. FUERZA VIGOR tomando el

vi4

VINO de

Q u i n a , Substancial extrat'W d e la carne y Urtofo»»"! i de Cat.

Lms HERNÁNDEZ ALFONSO

Por .u acertad;, '°f"J"¡!ies el más potente oe tifiantes y mejor ' ° " " ° ,, deben lomar todas I » V débil*, y delicad»'

P a r a ser p i l o t o a v i a d o r c i v i l Según anunciamos en el número anterior, hoy indicamos cómo se obtiene en España el título de piloto aviador civU. Los ejercicios pueden hacerse en cualquier aeródromo que tenga escuela debidamente autorizada. En España existen pocas, y casi todas están bajo la dirección del Aeroclub de España, entidad que pertenece a la F. A. I. (Federación Aeronáutica Internacional). Dicho Club tiene Escuelas de pilotaje en Madrid, Sevilla y Valencia. También el Aero Popular de Madrid tiene escuela, donde cursan el aprendizaje de pilotos los socios de aquél a quienes corresponda por sorteo; sólo los socios, entiéndase bien. En el Aero Club de España cuesta obtener el título de dos mil a dos mil quinientas pesetas, y el tiempo que se necesita para ello depende de diversas circunstancias, tales como material, estado atmosférico, etc. Para mayores detalles, pueden los lecíores que lo deseen dirigirse al Aero Club de España, quien resolverá sus consultas; o bien a nosotros, que con mucho gusto realizaremos las oportunas gestiones.

Poderoso reparador de «J| ,fa. el V I N O Oí V ^ desarrolla, fortifica, « « la y sostieneVvndwe •«< Oípotir*"®

1.1

L. H. A.

C3orrespoiidencia.

X. Y. Z. (Madrid).—^ITsted, que, por lo que nos coCon amabilidad que CRÓNICA y nosotros agradecemos, el catedrático del Instituto del Cardenal Cis- munica, es una muchacha habituada al estudio, debe neros nos ha invitado a visitar el laboratorio de Agri- emprender esa carrera, librándose de prejuicios que, cultura y Técnica Industrial de dicho Centro. Viene créanos, carecen de fundamento lógico. U N ESTUDIANTE (Madrid).—Padece usted un error. tal invitación a proporcionamos la oportunidad de confirmar nuestras noticias sobre lo que es el estudio No necesita esos documentos para matricularse. de tales materias en nuestros Institutos de Segunda Nada tiene que agradecemos; estamos a su disposición. FRANCISCO LÓPEZ SAAK (BarceloTia).—En efecto, Enseñanza. El laboratorio es amplio, con mucha luz. No es ya están convocadas oposiciones a médicos de la Marina aquel cuartucho maloliente y angosto en el que hace civil. El plazo de presentación de instancias expira años penetrábamos los alumnos un par de veces en el 15 de Noviembre próximo. Tiene, pues, tiempo sotodo el curso para oír una explicación apresurada y brado. No podemos indicarle lo que nos pide; podría inpreseneiar un experimento cuya finalidad no se nos terpretarse como propaganda del Cfentro <jue ftiere. aparecía muy clara. No. Este laboratorio es cómodo, Puede ponerse en relación con cualquiera de los estapulquérrimo, atrayente. Se nota en su aspecto el di- blecidos en Madrid. Agradecemos sus palabras. XuÁN (Sin indicación de residencia).—Inténtelo, si ligente cmdado de un profesor amante de su misión y de unos alumnos deseosos de aprender, ordenados y está «plenamente decidido», como dice; pero nuestro consejo leal es que se abstenga de ello. laboriosos. L. H. A. En el local pueden trabajar a un tiempo hasta cua.Knta..a.lumBos, «ómodaaaeHte. I«« instalaciones son muy completas. Hay estufa de cultivos, para determinación de agentes microbiológicos; autoclave, homo de Pasteur, balanza de precisión, colorímetros, acidímetros, aparato para establecer el poder panificable de las harinas, centrifugadoras, baño de maría eléctrico y demás accesorios para análisis e investigaciones prácticas. Ixw reactivos, aUneados en sus estantes, se hallan a disposición de los escolares para múltiples trabajos de ]^ñm<Htiial importancia: determinación de grado d© acidez de las tierras; de acidez y de alcohol de los vinos; del extracto seco de la leche; de la acidez de los aceites; de la mixtificación de vinagres... _ Vemos también los aparatos precisos para la obtenciÓQ de mantequilla y queso, y accesorios diversos para otras intaDesantísimas producciones industriales. Finaimmilse, hay una sección dedicada al análisis de los abonos. Todo en orden perfecto. En cada sección, sobre tablillas de madera muy manejables, están las instrucciones para el buen empleo de los utensilios y las escalas, reacciones, etc. ^ Con I n t i m o orgullo, el profesor Bustinza nos enseña un montón de cuadernos de prácticas de sijs alumnos. Hay algunos ejercicios que, además de sü valor científico, encierran verdaderas maravillas de dibujo. Máquinas, plantas, mapas de producciones agrícolas e industriales, etc. Hay relatos, ilustrados con fott^rafías, ^ e las visi- La niña Isabelita Pérez Urcoia, pequeña y notable actriz, tas colectivas a fábricas, talleres, minas, etc. No se que alcanzó un éxito notable en la Compañía Li^>e Ríras limita, p u ^ , la enseñanza a la repetición estéril de Cacho, al intervenir en la interpretadón de la obra de textos más o menos útües. don Carlos Arnkbes, «Las doce en panto».

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uUn=: Far^uerm' mama ha c¿¿- BohUó=r¿ Y/(^p^^^^J-mdoTE^ra <r¿¿e na lof^ cgi¡iamír laha^/rh^ c/ertar /?aaaman /loJÓ/ros, t/je le, Aa oli/iaado,^ ^A l4íffj//7 ^¿¿A /?ac£f midi.

Loli'nr / MírdíoS cómo Scm /aJj P<¿rccojof cíe/ co/orrfferosa o ¿bdóf Q ¿oj colora ^Qb'úó=^/\nc¿á c¿¿a/t¿ds/

fcWr» 03T(iJnáál¡ÍQ\\n)-/yj¿epn¿ m¿ i-oJín^ Akjora poTúimaf /é é^'namá d¿Oí 9ue no beñna <aá!Z¿¿er d¿/a donde, eslaáa.ff f^^ camas

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STos eran unos papas que tenían tres hijos y que V- un día, porque vino una enfermedad que se I , llama la gripe, pues se fueron los dos al cielo, "'ismo día, y los tres hijos, Pepín, Luisito y Niño, l^iedaron solos y sin papas. Entonces fué a su casa :'^cretario del alcalde y les dio ima carta que su í* había dejado escrita para ellos. Decía en la carta J' Como se quedaban muy solos y no tenían perras ^ a vivir, que se fueran andando, andando, hasta el ' Mo donde vivía el abuelito, que era riquísimo y plleria mucho y era muy bueno. oiique una mañana los tres hermanitos echaron i\i ki '^ por un camino, muy contentos porque iban al .'blo donde vivía su abuelito. En un zurrón UevaJ onzas de chocolate, y pan, y ciruelas, y hasta torta muy grande que les había regalado el panaj ^ - Se llevaron andando tres días y tres noches, sin ü K***^' ^ entonces llegaron a un pueblo. -«jEalta ^fto para llegar al pueblo donde vive nuestro abue¡j '*' preguntaron. «Mucho, muchísimo. Todavía tej,^ ?'^e andar muchos días y muchas noches sin paíitk ^^í** ^^ viejo muy viejo, más viejo que San irVí'*' ^^^ tenía unos zapatos muy grandes y unas lie^* Qiuy largas. Entonces los tres hermanitos si,/'^tt andando. Luisito y Niño ya se iban cansando *nto andar, y hasta le dijeron a Pepín: <(Mira que ^ apiles de tanto andar no encontramos al abuelito. . ^alía quedarse por aquí, por el mundo, como esos 1 "^s malos que se suben a la trasera de los autos y J^ peras y no van a la escuela»... Conque en esto 1^ '^on a otro pueblo que había un circo muy bonito, j. j °oes y elefantes y monitos como esos que en el ij ^^ se comen los «cacagüetes» que les tiran los chijg' ^ ^^ujeres con trajes de colores, y «tontos» de esos *^o les duelen las bofetadas. Y el amo del circo {^,^'có a Niño y le dijo que se quedara con ellos. ig ^ ííino y se quedó, y eso que Pepín le había dicho ás'*'^ se quedara. Pero Niño creía que no iba a hacer L??^ ^®i" funciones de circo. Luego le dijeron que fco quedado para limpiar las cuadras y barrer el )(,; y hasta pelar las patatas, igual que hacen las

Pepín anduvo todavía machos días y muchas noches con sus botas de oro, su panedto de plata y su vaso de diamante^.

piruKs, y polos, y sultanas de coco y huevo, y les dijo que si se quedaban con él les daría muchos dulces. Conque Luisito, que iba muy cansado, le dijo que sí, y se subió al carro. Pepín no quiso hacer igual y siguió su camino más solo que la una, pensando que 1 gí^^ y Luisito siguieron andando, andando; pero al pueblo de su abuelito no iba a llegar nadie más que lamino se encontraron con un tío que vendía él. Y anduvo mucho, mucho, por el día y por la noche. Una mañana se encontró en la carretera a un perro muy grandote, muy grandote, igual que una cabra, que le dijo: «Pepín, eres de lo ínás tontísimo que he visto. De tanto andar te morirás un día en el camino y no llegarás al pueblo de tu abuelito. ¿No me ves a mí cómo vivo soló y no hago nada y no me muero de hambre, y estoy todo el día tendido y no me importa que digan que soy un perro?» Pero el niño no hizo caso y siguió su camino. Más adelante se sentó un '<^a-v poquito a descansar, debajo de un árbol, y un jilguero que estaba en las ramas le dijo: «Pepín, te digo que nunca llegarás al pueblo de tu abuelito, y si llegas serás ya tan viejo como tu abuelo, y te faltará poquito para morirte, porque el pueblo está muy lejos, muy lejos, detrás de todas las montañas que se ven. Mejor sería que no anduvieras más. Mira, yo no bago nada; me pasíj el día cantando y paseándome de rama en S^'t. rama, y üomo higos y penis y hasta fresas». Pero Pepín tamj)Oco hizo caso y siguió su camino. Ya iba muy cansadito y se le habían roto los zapatos, que eran unas sandalias, y casi andaba con los pies desnudos. Pero seguía adelante, y no pensaba siquiera en quedarse en un circo ni con un tío que vendiera dulces,' como habían hecho sus hermanos. Conque cuando había andado ya más de tres semanas y no tenía zapatos, y llevaba hasta como quemaduras en los pies, se encontró con una viejecita que tenía la nariz como el pico de un loro. «Buenos días, Pepín». «Buenas días, viejecita», le dijo el niño. «¿Adonde vas?» «Al pu( blo de mi abuelito». «No llegarás nunca. Está m •< lejos que Francias—le dijo la vieja. Y él respo dio: .Puesllegaré, viejecita. Llegaré,llegaré, abuelita, no le quepa a usted duda. Ya verá usted cómo £.riid>is^zCoU¡é te, llego. Yo sé muy bien que voy a llegar». «¿Y qué has hecho con los zapatitos?» «Se me han roto, abuela», «pues yo te voy a dar unas botitas de oro», dijo 1P ' Yo te voy a dar estas botitas de oro—dijo la víe- vieja. «¿Cómo se llama usted, viejecita?», preguntó e íedta„.

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niño. «Yo me llamo la Fe», le contestó la vieja, mientras que se iba por en medio de los árboles, lo mismo que si fuera el viento. Conque Pepín se puso las botitas de oro, y andaba tan ricamente que parecía que iba en una patinette. Y como ya no le dolían los pies, iba tan contento como cuando sn papá le llevaba al cine. Pero de pronto le entró mucha hambre, un hambre que hasta le dolía la tripa y todo. Y en esto se le apareció otra vieja que parecía hermana de la de las botitas de oro. «Buenos días, Pepín. ¿Adonde vas?», le preguntó. «Al pueblo de mi abuelito». «No llegarás nunca. Falta mucho. Tanto como has andado y otro tanto, y todavía tendrás que andar un año». «Pues llegaré, abuelita. porque quiero llegar, porque t«ngo que llegar». «Está bien. ¿Y no quieres nada, Pepín?» El niño dijo: «Querría comer un poquito, que tengo muchísima hambre, tanta como cuando me acostaban sin cenar». Conque la viejecita sacó de su faltriquera un panecito de plata y le dijo: «Toma este pan. Cuando tengas hambre té lo acercas a la boca y se te quitará enseguida». Pepín lo hizo y le pareció que se había comido tres pavos y dos sandías y lo menos seis flanes de los que le gustaban a él. ((Muchas gracias, viejecita. ¿Cómo se llama usted?» «Yo me llamo la Voluntad», respondió la vieja. Y se fué montada en una hoja que se-llevó el viento. Pepín siguió andando, andando; pero como se había comido aquellos pavos y aq'xellos flanes lé dio una sed que casi no podía andar. Y no había ni un río, ni siquiera un charquito. Y en esto se le presentó otra vieja, que le dijo: «Buenos días, Pepín. ¿l'odavía no te has cansado?» «No, señora. Ni me cansaré. Además, que ya faltará poco para llegar al pueblo de mi abuelito». «1 odavía falta mucho. No llegarás hoy». «Pues llegaré mañana», dijo el niño. «Ni tampoco mañana», volvió a decirle la vieja..«Pues entonces pasado, o al otro, o al año que viene. No tengo prisa. Lo que tengo es una sed igual que cuando como sardinas». «Pues toma este vasito de diamante. Con que hagas como que bebes se te quitará la sed siempre que la tengas». Y la viejecita le dio un vasito de diamante que era como un dedal. «Muchas gracias, viejecita. ¿Cómo se llama usted?» «Yo me llamo la Paciencia». Y nada más decir esto se leyantó un remolino y se llevó a la vieja... , Pepín anduvo todavía muchos días y muchas noches, tantas que cuando llegó se había hecho tan alto, tan alto, que ya era un hombre y hasta tenía que afeitarse porque le había salido la barba. En el pueblo de su abuslito se encontró un palacio de mármol blanco y rosa, donde le esperaban un señor que era el administrador de su abuelo y seis doncellas vestidas de plata y otras seis vestidas de oro. Una le echaba viento con un abanico de plumas de colores; otra le llevaba brevas y manzanas y peras y melocotones en una bandeja de nácar, y otra le presentaba una botella de vino riquísimo, que no se podía beber mucho porque se emborrachaba uno, en una preciosa bandeja de oro. Conque en esto llegaron las tres viejecitas que se llamaban la Fe, la Voluntad y la Paciencia, y le dijeron a Pepín: —Dame mis botitas de oro. —Dame mi panecito de plata. —Dame mi vasito de diamante, por si lo necesita otro niño tan bueno como tú. Pepín les dio las tres cosas y las viejecitas se fueron volando en una nube blanca... ENEIQTTE

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CRÓNICA de oro entretejidos, y para la elegancia de noche sustituyen con ventaja a las lamas cuando la toiktte no requiere una suntuosidad excesiva. En este capítulo la gran novedad de la temporada está constituida por el terciopelo tornasolado, en el que parte de las hebras rizadas que forman el «pelo» tienen color distinto de el del fondo y que contrasta con él. De este modo, el color del tejido cambia por zonas al ondular con los movimientos del cuerpo y a exponerse, en planos diversos, a !as incidencias de la luz. Otro género nuevo es el llamado pizzicati, que es un terciopelo de seda, liso, en color negro, oro viejo o gris acero, y sembrado de raechoncitos blancos. ¿ a s fallas de seda ofrecen también sus novedades en esta temporada. La falla sing-sing, por ejemplo, es lisa, con rayas muy espaciadas, mareadas jwr lulos metálicos levemente rizados. La falla picpu^, eo matices degradados, es copia, a lo que parece, de un género de seda muy en moda en 1868. En cuanto a los coloridos, no es fácil establecer normas fijas, porque cada día surgen ensayos o caprichos nuevos. Dominan desde luego, en los tejidos de seda, el negro y el blanco; pero pueden señalarse como favoritos, del momento al menos, el violeta, marrón el rojo-burdeos, el verde-esmeralda, y en los crespones de raso y en los terciopelos de seda, el malva.

Los nnevos abrigos. Si juzgáramos de la prosperidad o de la miseria del mundo por la moda femenina, habría que pensar, viendo las colecciones de nuevos abrigos, que la tan traída y llevada crisis económica no es ya más que un maf recuerdo. En efecto, casi todos los modelos aparecen guarnecidos de zorro plateado, de astracán, de vison o de armiño, pieles de gran lujo... y de gran precio. Muchos abrigos presentan un efecto envolvente, acentuado por el cierre, cuyos ojales y botones están colocados en línea inclinada, al bies, que va desde el extremo del hombro hasta el punto medio de la cintura. El estilo de la indumentaria rusa ha inspirado a los modelistas en buena parte de sus creaciones. Los efectos de túnica muy amplia en el busto, y ceñida, en cambio, a la cintura, y de cuello alto y ajustado, se ven en incontables modelos de abrigos. En los abrigos negros, la guarnición obligada es el renard argenté; pero esta guarnición no se aplica al nivel del cuello, sino un poco más baja, dibujando efectos de capa, de puntas o de capucha por detrás para cruzarse por delante. Se ven muchos abrigos trota qimrts amplios o ajustados. Estos abrigos han de acompañar a un vestido o a una falda del mismo tejido, por lo que más bien luevo modelo para la elegancia de noche.—Vestido de encaje negro, laqueado, con volantes del mismo encaje. que como tales abrigos se los clasifica como elemento Capa corta, de brocado negro y oro, con cuello de crespón negro, laqueado. (Pot winurfeid) de los ensembles o conjuntos. Los abrigos de piel son más cortos que en el invierno pasado. Las capas, que se llevan ahora bastante, pasarán de moda pronto, ya que no son prácticas cuándo hace verdadero frío.—^H. L.

tejidois de ¡seda en l a m o d a de oto fio. tejidos de seda, como en los de lana que sido objeto de una crónica anterior, el favor de la moda es para loa géneros di Fajas cauchoiina livianas. El nuevo caucho

MAD AME X TRAVESÍA DEL ARENAL 1. - MADRID

bujados en relieve, ya sea con rizados, ya con estrias, rayas o lunares Se llevan también mucho en esta temporada los terciopelos de seda, y ello con tanto mayor motivo cuanto que los fabricantes han logrado., al fin. crear tejidos de esta clase que no se arrugan y en los que no se marcan las rejillas de los asientos. Algunos de estos terciopelos de seda llevan hilos

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£ ^ j ' % H f Ett Madrids Koy, domingo 7 J c ^ pesar de que el tiempo pasa, todavía hay po- O - ) ^ ^ lémicas-—más atenuadas sin duda—respecto a á J Í T L I T 1 1 t O O i ¿ <«We.enelcampodeVallecaé.,í^ la mejor fórmula para dar un campeón espammssmss^ssss^s^sssmssBismssssssms^ d r í d F . C c o n t r a A t l & l e t í c Clj ñol de ciclismo. La fórmula de lucha contra el cronómetro no llega a satisfacer a muchos, que ven en ella xnadrile£<UM Y e l próadn&o v i e r n e s , d í a 1 2 , Cl«l> Valladlolid Dcporii^ una serie de disparates. Nuestro criterio, muy mocotttra Clul> D e p o r t i v o N a c i o n a l m a d r i l e ñ o . desto, se inclina más a ella que a la antigua de una sola carrera en línea para liquidar una victoria de este fuste. —El campeonato está—en nuestra opinión—entre ios dos qué se vienen repartiéndolo en estos años. Entre Mariano Cañardó, el completísimo rmitier, y Luciano Montero, que bien recientemente, en el Gran Premio de_ las Naciones, de Parts-Soir, luchando contra los mejores especialistas de esa fórmula se revalidó en la capacidad de serio aspirante al título nacional que se ventila de Madrid a Buitrago y regreso. Los campeonatos saperre^ionales. Los dos gallitos de la zona vasca cruzarán sus armas, muy iguales, en el campo de los areneros. El que venza será quien quede por delante mientras no llegue San Juan—el campo, no el santo—con la rebaja. Los de Guecho deben aplicarse los puntos por la razón de actuar en su campo. Cosa igual les debe ocurrir a los baracaldeses, de contextura parecida a los de Irán, que en Lasesarre no tienen por qué cambiar por puntos una actuación que hasta el presente es de escasa estima. Match que puede influir en la cla&ificación. Pero cuando la competición vaya al desenlace es el de Atocha, porque el Donostia y el Athletic, en la segunda vuelta, pese a que ahora no estén al comienzo, serán los que abrirán entonces la marcha. Si decimos que tememos por la victoria donostiarra, es porque admitimos en el grupo bilbaíno un valor de reacción decisivo. 33e nueve en la mancomunidad galaica-astur hay peleas mixtas. Al Molinón y a Buenavista acuden célticos y ferrolanos. Y a Riazor va el Aviles. Presuntos ganadores nos parecen los que se quedan en su casa. En el Grao tiene el Betis que probar que es más que el Sevilla. Tal como está el Levante, nos parece que la probatura quedará en intención. En Alicante, el Hércules, robustecido por tantas cosas, bi no le muerde la confianza, precisamente por esas circunstencias que tan favorablemente le asisten, podrá ba ir al Murcia. Y el Valencia, que se ahoga en el ténomenismo de algunos «nuevos» hombres, tendrá que pagar en El Patronato el tributo que exigirá un Sevüla que vuelve de Levante muy escocido. Un encuentro capitalísimo para el grupo catalán, el que tienen bsreelonistas y españolistas en Las Corts. Una vez más el clásico encuentro tiene caracteres transcendentales, ya que con él se gana o se pierde, con la puntuación, la clasificación. Que el Español pierda, aunque viene mostrándose mejor que el Barcelona, no es de extrañar. Las Corts exigen estas derrotas, porque lo que no va en el equipo va en el publico: en el ímpetu fortificador que transciende de los grádenos al field.

Ei equipo del Madrid F. C. que lleva tantas victorias alcanzadas en eí campeonato superregional como partidos). dos. Esta tarde juega el Madrid F. C contra su tradicional adversario, el Athletic Club madrileño, el sexto y ^\ encttentro de la primera vuelta del torneo. Zamora (1), guardameta; Griaco (2) y Quesada (3), pareja defensív^>'|, dro Regueiro (4), Valle (5) y León (6), terceto central; Eugenio (7), Luís Regueiro (8), Sañudo (9), «Hilario» (*, Lazcano (11), quinteto de ataque. Números (12), (13) y (14), respectivamente, Alonso, defensa; Pablo López, i»^' Y «Emiiín», extremo, que también han colaborado al buen éxito del bando madridista.

El campeonato de los castellanos. Veremos de lo que son capaces los maños en Torrero. Si vencen a los vallisoli taños, y no por artes de brusquedad exclusivamente, harán que el terreno zaragozano tome tinte de amenaza. Para el once castellano—como provecho propio—es conteniente que no llegue ese caso. Un tanteo ligeramente favorable pueden obtener los del Pisuei^a en la orilla del Ebro. Y un tanteo también grato puede lograr en Las Gaunas el bando del Parral. Encuentro de todo vigor, de todo color el de Vallecas. Si siempre una pugna athlético-madridista abre a la afición matritense las espitas de la pasión, en este día mucho más, por cuanto que los athléticos se creen en posesión del once que les conducirá a las posiciones más altas. Tienen los blanquirrojos una ligera vanguardia que a veces larga fácilmente el disparo y a veces—véase el domingo—se le rompe, por impericia, el arma. Pero tienen una retaguardia en la que la defectuosidad es normal. Si el Madrid contiende serenamente, que no tranquilamente; si sus medios no son apabullados por los que Marculeta dirige; si su delantera responde al valor global y no a éxitos aislados de sus hombres, entonces no damos al Athletic otra ganancia que la estrictamente metálica. Y esa sí que va a ser de abrigo. A. CRUZ Y MARTIN

El equipo del Club Vaüadoltd Deportivo, que tan bríUante partido jugó el pasado domingo contra el Athletic Ctti ^ sido designado para jugar nuevamente en Madrid el próximo día 12, festividad de la Raza, esta vez co"''/; Deportivo Nacional. Irigoyen (1), guardameta; Lozano (2) y Juan Ros (3(, pareja zaguera; Weber (4), ViUanuevaJ' Fernando (6), trío medio; Stisaeta (7), Barrios (8), Kohut (9), San Emeterio (10) y Emilio Sánchez (11), quinte»'' (Fot». Al' lantero. Número (12), Vadilio, suplente.

TALLERES DE PRENSA GRÁFICA. S. A. Hermosilla, 7 3. M A D RI í'


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