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LOS QUE AHCRA EMPIEZAN A VERANEAR f-f^r""^'T"""T''^'''"T""'^'"''"'"'"^^^^^^^ contrario,
'^ f r r ^g calefacción que han sido imaginados, los argentinos se disponen, por Jo a evitar los fuertes calores, que ya se anuncian en el otro hemisferio. Las playas próximas a Buenos Aires empiezan a llenarse de veraneantes, que los balnearios se disputan a fuerza de atracciones. Vean ustedes a una i^troupe» de bailarinas americanas, que se exhiben actualmente durante ¡a hora del baño. iFoio KcystonB.)
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añjQ^ luchando Con Id mis'eriu
He aquí al gran alcalde de Madrid, don Alberto Aguilera y Velasco. Aquel hombre cuya corpulencia estaba dulcificada por una barba patriarcal y una sonrisa bonachona.
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A Nochebuena del año 1913 agonizaba en Madrid un hombre extraordinario. Los hados habían dispuesto que fuera precisamente esta noche—que él había dedicado siempre a que los desgraciados hambrientos, sin hogar, tuvieran también su cena y su fiesta íntimas—la de su tránsito. Al día siguiente sus restos iban a reposar al Asilo de Santa Cristina, fundado bajo sus auspicios. ¡Madrid había perdido su gran alcalde don Alberto Aguilera y Velasco!
Cualquiera de aquella época de finales de siglo os evocará su figura corpulenta, dulcificada por su barba patriarcal y su sonrisa bonachona. Le evocará recorriendo las calles de aquel Madrid que entonces—gracias a él—comenzaba a hacer sus primeros pinitos de gran ciudad, en su coche de dos caballos, vigilando desde su asiento la paz municipal de ia villa, deteniéndose a conversar con los vendedores del mercado o bajándose a solucionar un conflicto callejero con unas palmaditas en los hombros de los agitadores. ¿Quién no recordará aquel discurso, desde su propio coche, en plena Puerta del Sol, con que apaciguó una algarada estudiantil? Bajo su iniciativa inteligente y su poderosa voluntad surgían,-como por encanto, nuevos barrios: San Opropio, Luchana, Monteleón, VallehermoHo, con su gran bulevar y sus glorietas, que convirtieron en un extenso y alegre pedazo urbantí tm descampado de montículos de arena... y. como <ligno remate, este soberbio Panqué que hoy es una de las m á s preciadas galas madrileñas: el Parque del Oeste.
Madrid lloraba a su gran Alcalde. Pero allí, en la casa mortuoria, tma mujer y dos niños su esposa y sus hijos—tenían que secar apresuradamente sus lágnmaa para ver mejor en,la bruma de un porvenir incierto. Porque este hombre que había sido varias veces Alcalde de Madrid, que babia sido varias veces Oobernador de su provincia y de otras provincias españolas, que había sido Ministro de la Goijtirnución, Director general de Penales, Subsecretario de Hacienda..,, tírite hombre que ÜÓIO dejámluse (¡lune, en If> venta de .solares de los barrios, cuya edificación habm dirigido, hubiera podido hacer millones, había muer-
to pobre, tan pobre que su viuda y sus hijos no tenían con qué hace? frente a las más perentorias necesidades. —¡Nadie, que no haya pasado por ello, puede imaginarse lo que es una cosa semejante! ¡Haber vivido holgadamente, haber sido la mujer de uno de los hombres más populares y más considerados de España, y verse, de pronto, desamparada, con un hijo de trece años y una hija de diez, sin saber qué hacer ni dónde ir!—nos dice la viuda de don Alberto Aguilera. — ¿Ningimo vino en su auxilio ? Si le preguntáis a —No, eso no. Yo no ten- este niño cómo se go queja de nadie. Todos Hamo, le veréis erguirse y decir los políticos amigos de mi marido hicieron por mi—^me con Voz firme y acento orgulloso: consta —- cuanto estuvo en "i Alberto Aguile= sus manos. Se trató en se- ral" Es, en efecto, guida dé asignarme u n a el nieto del gran pensión, como viuda de ex alcalde de Ma= drid, hijo de su Ministro, y el asunto fué a hijo, que tam= las Cortes. Mientras la pen- bien se llama Alberto. sión llegaba, el Circulo de Bellas Artes, del cual mí marido era presidente al morir, me señaló cincuenta duros al mes. La generosa dádiva era más de agradecer por lo desacostumbrado. Pero en aquellos tiempos, en que rápidamente la ^ran guerra vino a encarecer las subsistencias y los alquileres y la ropa, y todo lo que constituye la vida, sólo con una estrecha economía y con no pocos apuros, pude salir adelante. Así pasaron varios años... —¿Y la pensión? ^ L a pensión, verá usted... Todos los Gobiernos a quienes yo acudí sucesivamente se preocuparon del asunto con un celo que yo les agradezco. En Moret, primero, en Romanones y en don Santiago Alba, después, encontré firmes apoyos. Pero la fatalidad parecía perseguirme. Siempre que la.s Cortes iban a tratar de mi pensión, o cuando sólo faltaba la aprobación del Senado, caía el Gobierno. Y lo mismo que digo de los Gobiernos liberales, a cuyo partido perteneció mi esposo, puedo decir de los conservadores... Dato llevaba en su cartera el estudio de mi pensión, que había retrasado presentar al Congreso porque quena aumentármela de quince mil a treinta mil reales, cuando fué asesinado. Me fui entonCfs a ver al Rey, que me recibió bondadosamente y se interesó por mí hasta el punto de recomendar con calor el asunto al nuevo jefe del Gobierno, don José Sánchez Guerra, que, a su vez, lo acogió también con gran entusiasmo... Y cuando estaba a
Ctldiiipo punto de resolverse, Sánchez Guerra abandonó el Poder... ¿.Para qué le voy a seguir relatando mi tríate peregrinación a través de todos los Ministerios? Bástele saber que cuando llegó la Dictadura todavía no había conseguido mi pensión.
—¿ Seguía usted cobrando el donativo del Circulo de Bellas Artes? —^Sí. Lo seguí cobrando hasta que el Circulo hizo su nueva casa. Entonces me dijeron que el Circulo atravesaba una difícil situación económica y que no era posible seguir pasándome mis cincuenta duros. ¡Figúrese cuál seria mi angustia! Entonces tomé una resolución herioca: la de ir a ver al general Primo de .Rivera. Y dig:q heroica, porque habiendo mí marido militado siempre en las filas liberales, sabia que ofendía un poco su memoria yendo a ver a un enemigo del liberalismo. Pero en una situación como la mía, % pedia yo detenerme a pensar en escrúpulos políticos? —¿Y consiguió algo esta vez? —Sí, lo conseguí en cierto modo. El general Primo de Rivera me recibió con su aire campechano, me hizo un gran elogio de mí marido y me dijo que figuras como la suya estaban por encima de todos los partidos y de todas las discusiones políticas. Que él tomaba nota de mi pretensión La señora viuda de don Alberto Aguilera cuenta a nuestro compañero y me prometía que si por de pronto no de ¡a muerte de su podía hacer nada, porque el Directorio había venido a hacer economías y no era posible y un billete de mil pesetas para los gastos de viaje. ampliar las cargas del Estado, muy en breve ase— ¿Y se fué usted a Sevilla? guraría mi situación económica de cualquier modo —Sí, fui, pero resolví volverme. Comenzaba a teque fuese. ner buenas noticias de algo, que es lo que luego ha ido sacándome poco a poco de la estrechez agobiante en que viví doce años. —¿Algún negocio? Pasaron los días, y cuando yo casi no me acor—Un negocio, sí, Claro que un negocio. ¡Mi sidaba de la promesa del jefe del Gobierno, una tartuación era tan desesperada, tan angustiosa, que de paró a la puerta de la modestísima casa en que hasta negocios planeaba ya, yo que no tenía la meyo vivía entonces un auto oficial. De él bajó un milinor idea de ellos, ni nunca se los vi planear a mí tar de uniforme y subió a visitarme. Era un ayumarido! Pero la vida enseña mucho. Había solicitado dante del general Primo de Rivera, portador de su ayuda económica de gentes que me la prestaron pasaludo y, ai mismo tiempo, de la concesión de una ra instalar un quiosco de tabacos y refrescos. La Talotería en Sevilla a mi nombre, de un billete de febacalera me había concedido la expendeduría para rrocarril para mí y la persona que me acompañara él. El Ayuntamiento me autorizó su construcción, y aun acordó que se me concediera de una manera perLa señora viuda de A.'uilera, con su hija María Victoria y sus dos nietos.
las dolorosas vicisitudes marido.
Je su lucha con ¡a miseria,
después
manente. El negocio comenzaba a marchar y, en estas condiciones, ya no me convenia irme de Madrid: es el quiosco de la Cibeles, frente a la Casa de Correos. —¡Ah! —Se maravilla usted, ¿verdad? ¿Pensará que me estoy haciendo millonaria con él ? Pues todavía, no. • El quiosco, en el sitio estratégrico en que se encuentra situado—sitio que se me ocurrió elegir a mí, ¿sabe usted?—, es, en efecto, un negocio. Pero para mí no lo es aún. No sé si lo será más tarde, sobre todo para mis hijos, que es lo que me preocupa; pero para mi no, porque aún estoy pagando mis deudas, las deudas de instalación, que no son pocas, a las cuales se añaden las deudas numerosa."; contraídas en una vida de angustia económica como la mía... Pues bien, ahora que ya tengo mi negocio en marcha, ahora que comienzo a vivir—porque lo que hice hasta ahora no puede llamarse vivir—, ahora es cuando parece que van a concederme una pensión vitalicia. — [Por fin! ¿La del Estado? —No. La del Estado tendrá que aguardar a que se abran las Cortos. Ahora es el Ayuntamiento el que quiere honrar asi la memoria de mí marido, y, de paso, quitarme el quiosco. —¿Por qué? —No sé bien. Me hablan de que la concesión del Ayuntamiento anterior es ilegal, de que el Estatuto no permite concesiones de esta clase más que temporales... No sé. Yo lo único que sé es que quieren quitarme mi quiosco, el quiosco que yo he discurrido con mi ingenio y construido merced, Dios sabe a cuántos sacrificios. No es todavía un acuerdo, pero sí un propósito que ya se ha manifestado: el de cambiarme el quiosco—cuando va a comenzar a proporcionarme alguna ganancia— por una pensión insegura, porque el Ayuntamiento no puede garantizar su perpetuidad como el Estado. Pero yo no creo, diga usted que no creo, que el Ayuntamiento de Madrid haga esto conmigo, con la viuda del que fué su gran Alcalde... No lo creo,
no... IGNACIO CARRAL (Polos César Bcnitcz.)
Cftlanipu Un calñstrolc dci miércoles en /Vlaaría
j c liunac una casa ele siete pisos y cii el siniestro mueren cuatro obreros
La casa de la calle de Alonso Cano, donde se produjo el hundimiento, vista desde el lugar en que las victimas quedaron sepultadas, momentos después de ocurrir el siniestro.
En esta foto se puede advertir todo el horror de la catástrofe. Los techos aparecen rotos y dos bladas las vigas. Este es exaca tómente el lugar en que cayeron los obreros.
El miércoles la vida madrileña se ha ensombrecido con un accidente trágico. En la calle de Alonso Cano se ha hundido una casa en conatrucción cuando los trabajadores estaban en ella. Del montón informe de escombros han sido extraídos
cuatro cadáveres; los heridos han sido numerosos. El accidente ha causado una dolorosa impresión en la ciudad. Nosotros nos asociamos muy sinceramente a ese dolor con que todo el mundo comparte el de las familias de las víctimas.
Para
Deba/o de este montón
de escombros quedaron
evitar nuevas desgracias, por el peligro que ofrecían de derrumbarse las pareiWs que habían quedado en pie, las autoridades acordonaron la casa hundida.
sepultadas
La
viuda
las víctimas
de Eduardo
del
hundimiento.
Beriguete, Francisca del Amo, muerte del padre deja en el mayor
con sus cinco desamparo.
hijos, a quienes
la
Cttumpu
i
P''^muL^ndm
vueltas .sin darse cuenta siguiera de que pasa el liciiipo. Lucía, orgnliosilia, quiere niostrarme sus talentos; dice dos i)alabrns al oido de su ]irofesora. ^ N o . La "Muerte del cisne" no la conoces todavía bastante bien para bailarla sola—le contesta la señora ICIena—. Vamos a ensayar algo de sabor español. V mientras la pianista toca el "Torero andaluz", de Rubinstein, la diminuta bailarina inicia los primeros pasos del baile, que corona un zapateado burlón. •—No .se figura usted .los admiradores que tiene—me dice ingenuam e n t e la señora Elena—. Debutó hace un año, al iniciarse la teni|)orada pasada, en el teatro niunicipa! del (Chálele;, haciendo un número de baile en la pieza (jue daban entonces, "Roberto, el Pirata". Aparecía de primera bailarina entre veinticuatro niños de su edad. Su éxito lia sido tan comi)lelo que ha sido contratada nuevanu'nte para la temporada de este año. Ya está lanzada la inu-
NA sala graiule en el úlliiiu) piso de uno de esos caserones :intÍHuos donde suelen estar instalados los teatros de l'arLs. Las paredes, desnuíías; unas ventanas inmensas —úniea coquetería del abandonado lugar—^permiten ver el í^ielo azul, los árboles del twulevard, los tejados de la urbe destartabtda... Un ia sala no hay más rmieblivs que un gran piano y unos banquillos lie madera. Kl piso es de madera lavada y la í'al blanquea los muros. Una señora, de unos cuarenta años, bondadosa y enérgica a la vez, grita, marcando el compás con la palma de las m a n o s : —Una, dos... Una, dos... Una, dos... ¡Xü perdamos el compás!... Estamos en la Ksruela •municipal de Ralle de la ciudad de París, que dirige una artista de los antiguos imperiales rusos, la s e ñ o r a Elena Gonlcharowa, a quien se lia confiado la delicada misión de formar el futuro cuerpo de bailarinas -de los teatros
j
<Ui La nina Lucia, de siete años, aíumna de la Escuela Municipal bailarina tnás pequeña del mundo.
pertenecientes al Ayuntamiento o subvencionados por é.ste. No son todas Jas aJumnas de la "señora Elena", como se la llama en el teatro, unas principiantas. Entre el grupo de muebachitas de seis a diez aíios que frecuentan asiduamente esta Escuela de líaile, se destaca singularmente una niña, que no levanta tres pulgadas del sueJo, y es coníiiderada, a pesar de sus cortos año.s, no ya como una futura figurilla de un cuerpo de baile cualquiera, sino como una primera "estrella", llamada a ceñir la corona de rosas y de humo de las glorias del teatro. LA BAILARINA M A S PEQUEÑA DEL MUNDO
Lucía en una pantomima de las que suele repre= sentar, alternan= do con ¡as perso= nas mayores, er, el teatro del Cha= telet.
—Se llama Lucía—me dice la m a e s t r a ^ , y ha nacido en Suiza, de padres italianos, de padres artista.'), que Je han abierto el camino. La buena señora Elen a es inagotable cuando habla de su pequeño
de baile, de París, es lu
prodigio; se ve que la ama y la admira de verdad. Y la niña tampoco le escatima su cariño. Mientras habla la buena señora, la pequeña la acaricia con la clara mirada de sus ojos vivos; se ha acercado a nuestro grupo y me saluda gentilmente, con una reverencia de teatro, digna de una gran dama d e otros siglos. —¿Qué años tienes? —Siete—contesta Lucía, —¿Desde c u á n d o ? . . . —Eso mamá lo sabe mejor que y o . . . Sonríe la niña; acaba de bailar durante dos horas y no muestra la menor señal de cansancio. —E s extraordinaria —me dic« la maestra—. Esta chiquilla, ••-iie Nunca la he visto can- ya no es una figura cualquiera de un sada. Todas las mañacuerpo de baile, sino n a s trabaja conmigo toda una primera es= desde las nueve y me- tr'ella, sabe conquis= dia hasta las doce; lue- tar fas simpatías del go, por las tardes, tiene público con su grada infantil. q u e acudir al teatro. Adora de tal manera el baile que la creo capaz de estarse veinticuatro horas seguidas dando
Cftlunipu fh;ii-liii, y lio l i a r e s i n o pi'o-
La n i ñ a , e x t r a ñ a d a , r e p l i c a : — Y o n o hafío .más q u e t r a b a j a r p a r a s e r u n a g r a n b a i l a r i n a . P o r la t a r d e , c u a n d o m e d e j a n , voy a jujiar c o n los n i ñ o s en el j a r d i n . . . •—¿Ks v e r d a d cfue tú, seííún me h a n d i c h o , n o h a s p i ' o b a d o n u n c a la c a r n e ? ¿ C ó m o h a s lle;4ailo a s e r ya ima m u j e r c i t a sin c o m e r lo q u e c o m e n las d e m á s n i ñ a s ? — P u e s v e r á u s t e d . A mi m e h a n a c o s t u m b r a d o , desde peqiieñila, a no tomar carne, y ahora creo q u e n u n c a en la v i d a p o d r é cí)merla. Me gusta m u c h o la l e c h e , las f r u t a s ; y c o n eso me b a s t a . La n i ñ a n o j t u e d e e s t a r q u i e t a u n i n s t a n t e ; se e s c a p a de m i s b r a z o s p a r a v o l v e r a la p i s t a , al s u c i o piso d e m a d e r a , a h a c e r p i r u e t a s , a cor r e r d e i n i n t a s , a t o r c e r s e el -cuerpo en n u e v a s
La p e q u e ñ a L u f i a h a vuelt(i al t n i b a j o ; n o p u e d e e s t a r q u i e l a un .se.ijunüo. A h o r a está d a n d o v o l t e r e tas a lo hirjío del e u a r t i u ' h o t r i s t ó n , (]ue se le a n t o j a s i n (luda el p a r a í s o t e r r e n a ! , Inioia un n i i m e r o i-ñiniro [•on u n e h i t i u i l l o f u e r t o t e q u e h a c e d e p a y a s o . Andjos eoi i e n a d o | ) t a n d o a c t i t u d e s tírot e s e a s . s'lfíuienito el r i t n i n d e u n a m ú s i c a de jazz. Se do!)l¡i la n i ñ a , se r e t u e r c e , p a s a ent r e las p i e r n a s d e su e o i u p a fiero y t e r m i n a c a y e n d o d e b r u c e s , la c a r a en el s u e l o , las p i e r n e e i t a s a b i e r t a s en un n u n i j i inientn doloroso.
acrobacias. E s p a r a ella c o m o un placer, que se r e n o v a r a c a d a d í a , ta t a r e a d e a c u d i r a ia e s c u e la y d a n z a r ,
T o d o en elia r e s p i r a a r t e , b u e n íJU-sto, ele-
Porque L u c i a , con un instinto de
La pequeña bailarina
en una de sus
danzas.
p e r f e c c i ó n el r i t m o , (pie, p o r lo v i s t o , t i e n e afinid a d e s m i s t e r i o s a s c o n su s e r . La señoril ( i o n l c b a r o w a me d i c e a este ))rO' ])üsÍto: —A(|uí n o .seguimos los m i s m o s m é t o r l o s tjue en la E s c u e l a d e la O p e r a , d o n d e t o d o es b a i l e c l á s i c o ; m e z c l a m o s li>s d o s e l e m e n t o s y o b t e n e mos maravillosos resultados, más variedad prim e r o , m á s fineza en la e j e c u c i ó n y p o t l e m o s a p r o v e c h a r c o m p l e t a m e n t e las cond¡ci()ne.s d e c a d a una de nuestras petjueñas a l u m n a s . Lucia ha e s c u c h a d o con respetuosa atención •las p a l a b r a s d e su p r o f e s o r a . H a c i e n d o u n a leve i t i r u e t a c o n las m a n o s vuelve h a c i a m í , y me d i c e : — H a y cjue d e s a i r o l l a r la i n t e l i g e n c i a . Yo e s c u c h o t o d o lo tjue me aeon.sejan y h a g o t o d o lo q u e ip.e m a n d a n ; asi e s t o y s e g u r a d e h a c e r siem|>re nuevos progresos...
— V e n a q u í . L u c i a , y c u é n t a m e u n ¡JOCO d e tu
vida...
Lucía corriendo de punías durante un ensayo en ¡a escuela de la que es alumno.
Nuestro
gancia e instinto dramático; merece r e a l m e n t e el t i t u l o d e " p e q u e ñ a e s t r e l l a " del b a i l e q u e ya s e le c o n c e d e en P a r í s : el j u e g o d e s u s m a n o s , la m i r a d a a c a r i c i a d o r a d e sus ojos, t o d o en ella p e r t e n e c e a u n a a r t i s t a d e u n a o d a d m u y s u p e r i o r a la q u e • tiene.
a r t i s t a n a c i d a p a r a el t r i u n f o , a m a el b a i l e p o r el b a i l e m i s m o . Y es 4al la i n q u i e t u d q u e la d o m i n a , q u e si n o b a i la, s a l t a , y c u a n d o n o s a l t a , c o r r e . . .
— C u a n d o sólo t e n í a u n año—-me d i c e (pie está al l a d o — . L u c i a se i n t e r e s a b a y música; cuando cantábamos o tocábamos ,su p a d r e o y o , n o s s e g u í a c o n a n s i e d a d ; n o h a b l a b a a ú n , p e r o y a c o m p r e n d í a s e g u r a m e n t e la música. A los s i e t e a ñ o s , la p e q u e ñ a b a i l a r i n a s i g u e c o n
colaborador Francisco Melgar la futura esireUa, en brazos.
con
L a i l u s i ó n d e e s t a n i ñ a es e! t r a b a j o ; su d i v e r s i ó n , el b a i l e . Ha n a c i d o p a r a lo q u e h a c e y es feliz, i n t e n s a m e n t e feliz, c o m o t o d o s los <pie h a n e n c o n t r a d o el c a m i n o q u e Íes m a r c a n los s i l e n c i o s o s d e c r e t o s d e la v o c a c i ó n . Por ¡as tardes, terminadas las clases, Lucia corre por los jardines, entregada a sus juegos.
FRANCISCO
P a r í s , 1930.
MELGAR.
(Potos Trampus.)
Cflunipo
¡SE SENTIRÁ COMO NUEVO, ^h í fresco otra vez! c i¿Sy[
Cualquier época y momento son buenos para deleitarse saboreando esta deliciosa bebida ^^*^ • VÍ:'
. . V al llegar los pilotos al aeródromo refrescan su garganta bebiendo < Cora-Cola *
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t Drxpuéx de beber t (hca- Colai desaparecen mi cansancio r mi sed r ynedo como niiefot -dtrr Félix Pérez, e! marai'illoro tíitlerion dei fíarin^ Club
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r-»»^ Ks latí sunti y tan buena esta bebida t/ue lux madres acosliimbran a sus hijos a bebería siempre
A TLETAS. estrellas de riue y <1<*I teatro, campeoiies -^*- en todos los depoites, son entusiastas de «Coca-Cola». Su trabajo fatigoso les pníduce una sed tremenda - n o obstante, tienen que tener mucho cuidado de no beber luida nocivo. Sus nervios y músculos deben mantenerse en perfecto estado; por eso «Coca-Cola» es para ellos la bebida refrescante perfecta, sana v deliciosamente agradable por su exótico sabor v aroma delicados. En su composición entran exclusivamente productos naturales ._ ' de diferentes frutas. Bébala usted también y des[Miés de haberla saboreado, cuando sienta sed, pedirá siempre «Coca-Cola». Es una bebida cuyo éxito aumenta sin cesar desde hace cuarenta v cuatro años. En cualquier momento, durante cualquier época del ano, puede pedirla en tcMlos los estabU'cimientos donde se despachan bebidas. Bébala muv fría; es eomo está mejor.^
(Fofo* Ürech)
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BEBA
cm, Miiroa Ht^¡iiiitrud<'
En un descimso -al filmar una pelirnln linhftida - ftelt\- (tinip.'ion pide t Cttcd-i'i,/(t I tnii\- tria
LA BEBIDA
DELICIOSA
Oílompo
debe
fumki
nfi: .W
Lo primero de tndo es extraer el cigarrU lio del '^estuche'*. '—"iPetoca», no, por Dios/—El cigarrillo debe ser: o inglés o turco, suoi'e y perfumado. Y, naturaU mente, ya hado. ¿Concibe usted ci una senoriiu—una señorita que no sea cisa= rrera, cloro está , pasando el tabaco de la palma de la man') ul papel de fumar?
•
Y luega encenderlo... Pero no con una de esas horribles cerillas que le ahuman a uno la punta de la nariz, sino con uno de esos diminutos encendedores de fantasía, que armonizan con el traje o con el pelo. Si el aparato es uno joya valiosa, coni'Íe= ne echarle poca gasolina, para que tarde mucho la mecha en prender, y así se luz= ca lo más posible entre las manos de su linda propietaria.
— Y o no r e c u e r d o h a b e r visto un e s p e c t á c u l o t a n penoso como el cié a q u e l l a d a m a provinciana, que, al fum a r , c o n v e r t í a s u s n a n c e s en dos p o d e r o s a s chimeneas.,. Asi me h a b l a b a un día J a q u e h n e F r a n c e l l e , la e n c a n t a d o r a " v e d e t t e "
se e n s e ñ a b a a las m u c h a c h a s a no p e r d e r j a m á s ni la a r m o n í a , ni la elegancia, en los limitados g e s t o s que e n t o n c e s a u t o r i z a b a la b u e n a e d u c a ción. A c t u a l m e n t e nos e s t á p e r m i t i d o c r u z a r las p i e r n a s al s e n t a m o s , a c c i o n a r l i b r e m e n t e al h a b l a r , p i n t a r n o s los labios, fumar..., ¿ p o r q u é no ens e ñ a r a las m u c h a c h a s a que lo h a g a n de u n a f o r m a e l e g a n t e y g r a c i o s a ?
Una \'e~ encendido, se lleva a la boca, se aspira ligera= J a q u e l i n e a r r o j ó el cigarrillo al suelo y se p r e p a mente, y, sin dejar que el humo pase de Id garganta, se expele... ¡Pero cuidado, señorita, que no suba el humo ha= ró p a r a salir a escena. M i e n t r a s c h a r l a b a , el fotócia los OJOS.' En este casoemnezaría usted a llorar, se des= g r a f o h a b í a impresionado u n a s p l a c a s , algo así como baria el rimel de sus pestañas, y la diversión acabaría en la película de un cigarrillo tal como debe s e r f u m a una pequeña catástrofe do por usted, s e ñ o r a o s e ñ o r i t a . de las "Bouffes Parisiens", m i e n t r a s encendía un cigarrillo con un dim i n u t o encendedor-joya. J a q u e l i n e F r a n c e 11 e sonrió a n t e un espejo, m i e n t r a s se llevaba el cigarrillo a la boca, —Las mujeres, antes de f u m a r en público, deb e r í a n e n s a y a r todos s u s a d e m a n e s a n t e u n espejo. E s t a c o s t u m b r e , q u e y a nos " m a s c u l i n i z a " tal vez d e m a s i a d o , r e s u l t a c a t a s t r ó f i c a si la realizam o s con los m i s m o s a d e m a n e s que ios h o m b r e s .
La ceniza está a punto de caer Si tarda usted unos se= gundos más en desprenderla del cigarrillo, caerá sobre su vestido v lo manchará... Entonces golpee ¡¡geram;n= te con el dedo índice, como puede observar en la futo=
grafía.
— ¿ C r e e usted, s e ñ o r i ta, que se d e b i e r a n d a r clases de f u m a r ? — ¿ Y p o r q u é no ? Antes, en los colegios d e señ o r i t a s , existia la clase de baile, de " m a i n t i e n " , como n o s o t r a s l l a m a m o s al a r t e d e l a s p o s t u r a s y de los ademanes..., en fin.
Un caballero le pide lumbre; señorita. Retire usted el cigarrillo en forma análoga a la que en la fotografía puede observar. Si el cigarrillo en la hoco..., jalla usted! Incorrecto no es; pero ción fulminante por parte del caballero, que ha contemplado rustro y una sonrisa tentadura.
de la boca, y ofrézcasele u.sied prefiere mantener se expone a una declara^ demasiado cerca un helio (l^otoi, Mcurissc.)
/ / £ / hombre anuncio que atrae sobre iodo ¡a atención de la chiquillería, anda por esas calles fcstiJo de cocine= ro, haciendo aspavientos, y de vez en cuando aísún discurso, con una fluens cia verbal que pora si quisiera más de un futuro candidato o legislador. Lo malo es que los chiquillos no son propensos a la udntira= ción de los hombres palabre= ros. Y a veces... incurren en el feo pecado de tomar a broma lo que es un medio de ganarse la vida.
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ijlc, Se L'xhihia rii !(»s e.sranaratcs Iiaciep.do (ie sefiiielí) para las mercaderías expuestas. Las -Cíisas a (pie hacia la "reclame" ofrecían un i)reinio en nititálico al cpie cnnsiííiiiera desarruHar el rictus de tristeza de su faz, fosilizada por quién sai>e qué lion-do pensamit-nto. Nadie obtuvo el codiciado jíalardón. Kt maniquí viviente, con (piien lialjlamos en trance de infiirmadores, se decía de buena familia. El tipo aseñoritado al)onnba su aseveración. Vn íivatar lo hixo trotamundos, y un día de handire empezó a Miañarse el pan como hond)re anuncio en la modalidad ya señalada. De las playas de moda francesas vino a Madrid; ganaba diez pesetas por hora de exhibición, vestido elcfíaíitemente en las vilrin:is de las sastrerías, imitando tos moviniientos sin ílexibihdad ile los muñecos con mecanismo, o vestido de i):deto en las vidrieras de las tiendas de comestibles. Su es¡jorádico exhibicionismo fué corto. La pla/.a de M a d r i d - iLsemns los términos comerciales -no dal)a para más, y ahora anda por Barcelona.
- -Pues verá us'ted---me rlice-- , yo era cómico... de la le.iíua. Harto de tratiueiteos por esos andurriales y temeroso del fallecimiento i)or inanición, di en pensar cómo podría obtener la pitanza. V jiensando, pensando, vine a dar en esto [iel hond)re anuncio. Al jirincípio pasé mucha ver^'üenza. ¡Para qué Je voy a contar! Pero ÍÍKÍ.S- corixis du el lunnbre. ¡Si oyera usted lo (jue yo he oidol Hay yente muy inculta, créame usted. Alyunas veces me han tirado hasta verduras. Lo que no hicieron nunca cuando era actor. —¿Qué ííénero cultivaba usted? —Siempre me dedi{pié al verso. En el fonilo soy un romántico, aquí donde usted me ve haciendo la proi)a^'anda de unos bocadillos. ¡Yo, un poeta! Como usted ío oye. Publicado no tenyo nada, |)ero conservo aliíunos versos en la memoria. Oiga usted osle: "Horrible torbellino es mi camino. Paso Iti vida cruel, íraiílora, fiera, hoi), Irabajaiulo al borde de un iibisnio; mañana, errante en pos (le ¡a i¡uimcra."
UN LMITAOO» ÜUK l'KHFKCCIONA ICI. SISTHMA
KL EMULO tílí
H
PAMPLINAS
Acii pnco fué reííocijo puej-il y fruición ile] papanatisiiio el maniquí viviente. Era un
Iinmbre •desmedrado,
,\o es cosa fácil ser imitador de ¡icjuel hondire cuya scrieilad eclipsa la famosa y conocida de " l ' a m p l i n a s " ; pero pronto surgió en Madrid un rival que anijilió y i)erfecc¡onó el sistema haciéndolo más eficaz. En efecto, el hombre anuncio de que vamos a hablar, o mejor diclio a bacei- hablar, une a la propajíanda por la exhibición de un íipo íiitrayente la oral, la más enciente de todas, porque la palabra es convincente y suasoria más (|ue ninííún oti'o i)roied¡miento. El houd)re anuncio, cjne airae sol)re todo la atención de la chií[uilleiía, anda ahora por esas calles y plazas que tiene Madrid, vestido de cocinero, haciendo asjiavicntos y ademanes y, de vez en cuando, aljíún discurso, con una fluencia verbal ípie para sí (|uiera más de un futuro candidato a lejíislador. Lo buscamiís y tro])ezan)os con él en un bar de los liarrios Itajos.
—¿Tiene usted muchos a d m i r a d o r e s ? —Los chicos y las mujeres. A éstas les intriíía mi i)ersonalida<Í; quieren saber cómo soy sin disfraz ni maquillaje. Si le contara a usted las cosas pintorescas tic cpie he s i d o ])rotaf{onista... .seria el cuento de >;'••:.>..
de
No parece difícil caracterizarse como este señor para anunciar trincheras. £1 in= tringulis de este hombre anuncia está en su sene= dad, en su arte, para pasar por un muñeco sin serlo. Propaganda japonesa. Tres hombres sandwich haciendo el reclamo de una fábrica de sombrer-os de paja del Japón, por las ca= lies de Tokio, . ... ,. ,
'i^..-
Citumpa nunca acabar. Una vez, en la Puerta del Sol, una castiza, de las gue ya quedar pocas, se lUe ayarrú del brazo al tiempo que me decia: "Tú te vienes a tomar conniijío un quince, pues te lo lias ÍÍ;mao por cara dura". \ i que decir tiene que se aglí )meró la muchedumbre, tjue nos siguió y que yo tuve que ttuiiar un coche i)ara huir del entusiasmo mi titudinariq. . —¿:Ks usted madrileño? —Sí, señor. —¿Cuánto gana con su trabajo? —Me dan quince peset: por trabajar tres horas di rias, y la comida. Y lo mi mo que haí,'o este tipo de c cincro anunciando bocadillos.
ante nada que juzgue honrado, me ofrecí, me aceptaron y salí andando como Dios me tlió a entender. .\l principio, cuando no sabía mantener el eíjuilibrio, no .sufrí ninjíún accidente; en cambio, a los dos
los zancos que anda aliora por Madrid. Para dar con su paradero hemos tenido que establecer una nueva marca de "footiníí". hecho éste nada exlrano. pues que no se ¡ilciinz;! fácil mente a un hombre de remos privile^íiados, que, ademJs, usa zancos y tiene una bicicleta. El honilire de los zancoá es un personaje barf)jiano. Ha rcccrrJdo casi todo el
Dos fi'^ pos de hom= bre anuncio que carneterizan dos épocas distintas. El hom= bre de los zancos es de hoy, ha paseado sobre sus largas pier= ñas por las caUes de todas las grandes ciudades del mundo; en cambio, ese vie=¡ jecito anunciante de paraguas, sólo a nuestros padres le resultaría faniiliar. bajío los que la inercafler i a o auncio requiera. Kn la última verbena de la Paloma recorrí el barrio caracterizado de Don llihirióii. acompañado de Casia y Susana, para Iiaccr la j)roi)aHanda de una sastrería... K) día que esto se acabe, inventaré otra cosa. Kl caso es ííanarse la vida honra^laniente. ¿Verdad, usted? Y el hombre anuncio, después de mir a r su reloj de pulsera con ese característico ademán que hace temer el upercut, se despidió, porque la obligación le r e q u e r í a urjíentcniente. EL TROTAMUNDO.S
^^*H(?«fe
mundo durante una vida azarosa aventurera. Ha sido soldado de! ejército cubano, mat|uinista de ferrocarril, y ha ejercido ' oficios y piofesiones diversas en distintas latitudes. Habla varios idiomas, y el castellano con acento antlahí/. aunítiie es (le A'aldeijcñas. Estamos al habla con el protayunista comercial. —Desde los quince años me <ledÍco a la difusión düi anuncio comercial, y tengo treinta y dos. Este trabajo me reporta mayorirs beneficios que cualípiier profesión de aquellas para (jue estoy capacitado, —¿Kn qué ciudades se paga mejor al hombreanuncio? —En Nueva York, y, sobre todo, en San Francisco de California. La gente, además, no se aglomera, ni le sigue a uno. Pasa por nuestro lado, lee el anuncii» y sigue su camino. Se ve <iue tiene mucho qué hacer... El público de >[adrid, en cambio, es un líoco novelero: ])ero de nobles sentimientos y bondadoso. — ¿Y conm se le ha ocurrido trabajar con zancos? - Pues verá usted. Un buen día lei en los periódicos un anuncio en tjue se peilia un hombre que supiera andar en zancos. Y como yo soy hombre decidido, y para ganarme la vida no vacilo
años de entrenamiento me caí y me fracturé el brazo izquierdo. No crea usted que es fácil andar en zancos, sobre todo con uno de d i s metros íjue uso algunas veces. Se desriñona uno. Pero todo es acostumbrarse ; y o puedo a n d a r - d u r a n t e varias horas seguidas sm apoyarme en nada... Para colocármelos me subo a una escalera y para dencalzármelos lo hago apoyado en una pared, y me apeo dando un salto. Y cansados de lial>lar, como si lo hiciéramos con una novia (jue viviera en un rascacielos, terminamos la interviú. RIBAS MONTENEGRO (Fotos BenftezsCasaux y Meurisse.)
El hombre anuncio suele ser un trotamundos. Un espécimen es el hombre de
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E¡ famoso anuncio de neumáticos, tan conoció do de los habitantes de París.
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I.INCOLM LINCOLN
FORDSON
«'tiuiiipo
870-Í930
^4» de (jmdá 4cdáv¡ñ hvánjíá al jaiehhy jim'á la jwcée^ I
A c a m p a n a de G r a c i a h a v u e l t o a, s e r p o p u l a r
e s t a b a s o b r e el c a m p a n a r i o pintoresco,
^ en la p a n t a l l a b a r c e l o n e s a . Con m o t i v o de c a m b i a r el reloj del c a m p a n a r i o civil de la b a r r í a d a barcelonesa, a no s a b e m o s quién se le ocurrió la p e r e g r i n a idea d e fundirla. Sin consideración a q u e la c h m p a n a hist ó r i c a debía q u e d a r tal como
la t r a s l a d a r o n a Vitoria, donde iban a fundirla. P e r o unos c u a n t o s c i u d a d a n o s
E I campan nano de ¡a revuelta de 1870., hoy a p a c ¡bI fuente po. pulur de romántica^ plaza de R J ti s Tüulet ñoles llevaban c a p a y c u b r í a n su cabeza con s o m b r e r o d e copa. Bajo el cuello, limpio y terso, u n a c o r b a t a o u n p l a s t r ó n dibujaba u n a f a n t a s í a en m e dio de la rigidez de la levita. Don M a nuel Ruiz Zorrilla h a b í a sido elegido p r e s i d e n t e de la C á m a r a p o r 109 votos. Don Enrique de Borbón había m a t a d o en duelo al d u q u e " ^ e M o n t p e n s i e r . A d e s p e c h o de lo p r o m e t i d o — l a abolición d e l a s quintas-—, el p r i m e r Gobierno de la Revolución s e p t e m b r i n a d e c r e t a b a un nuevo cupo de 40.000 h o m b r e s . L.o que m á s t a r d e h a sido l l a m a d o "iLa q u i n t a de C a s t e l a r " . El 13 de m a r z o , en M a drid, u n a m a n i f e s t a c i ó n , c o n t r a r i a al 11am a m i e n t n , e n c u e n t r a p o r el c a m i n o al g e n e r a l don J u a n P r i m y le a p e d r e a . Los r e p u b l i c a n o s l a n z a n un manifiesto d e j a n d o en libertad de acción a los com i t é s locales. E s c a p i t á n g e n e r a l de C a t a l u ñ a don E u g e n i o G a m i n d e , h o m b r e b a r b u d o y ambicioso. B a r c e l o n a se revuelve c o n t r a laa q u i n t a s . El n ú m e r o de 40.000 e s p a n t a a las m u j e r e s , qué son l a s m á s decididas en la p r o t e s t a . El alcalde, a n t e el m o t í n q u e s e avecina, vése obligado a a p l a z a r el sorteo. E s t a La torre del campanario, vista por el inferior, da la impresión de la maquinaria m e d i d a y a es inútil. L a g e n t e se h a de un reloj. l a n z a d o a la calle. E n la plaza de S a n J a i m e h a y u n pequeño motín. E n S a n s las g e n t e s se e n t e r a r o n de ello, p r o t e s t a r o n a n t e los concejahan levantado una barricada junto a "La España les, y éstos, adverticlí>s, dieron o r d e n telegráfica d e I n d u s t r i a l " . El t o q u e de S o m a t é n se deja oír e n lo que se devolviera a B a r c e l o n a , sin llegar a la fundique e n t o n c e s e r a b a r r i a d a del P a d r ó y en los a r r a ción de Vitoria. E s t a b a y a a doscientos k i l ó m e t r o s de la misma. bales de S a n A n t o n i o y S a n P e d r o . E n G r a c i a l a s Llegó a B a r c e l o n a , y a n t e s de a p o s e n t a r s e de n u e m u j e r e s m á s v e h e m e n t e s que en o t r a s zonas del vo bajo la bóveda rojiza, la g e n t e de G r a c i a h a campo barcelonés, se lanzan al saqueo y quema de a c a r i c i a d o el bronce de la c a m p a n a histórica, que los libros p a r r o q u i a l e s y de los a r c h i v o s del Munih a c e c u a r e n t a a ñ o s fué a d v e r t e n c i a de m o t í n s a n cipio. Así se i g n o r a r á la edad de Jos hijos y se h a r á griento. imposible el s o r t e o m i l i t a r . G r a c i a — h o y d i s t r i t o son^ * * • ' • riente de la c i u d a d ^ e s t a b a a l e j a d a d e B a r c e l o n a . Corría
el
año
1870.
Los
revolucionarios
espa-
Don Francisco Derch ciudadano arrogante—frente d e s p i e r t a , m e l e n a rizada, bigote lacio, ojos s e r e -
Cslumpu J o soc lo B a r a t e r o general Bum-Bum..."
nos—, e s el jefe del m o v i m i e n t o p r o t e s t a r l o . El pueblo s e h a s o l i v i a n t a d o c o n t r a el Gobierno de Madrid. Don E u g e n i o G a m i n d e se dispon e a l a s a l t o d e la villa d e G r a c i a . V a a g a n a r el t e r c e r e n t o r c h a d o . P r e p a r a la m a r c h a h a c i a la villa revuelta. Al tercer cañonazo deb e n e s t a r d e s i e r t a s l a s calles ciud a d a n a s . P e r o e n la p l a z a d e l a Constitución, a h o r a de Ríus y T a u l e t , el pueblo de G r a c i a n o q u i e r e ceder. H a e c h a d o p o r e l balcón de su Municipio las documentaciones relativas al sorteo. Del c a m p a n a r i o q u e se y e r g u e c o m o u n a flecha e n m i t a d de l a p l a za, h a n l a n z a d o u n a c u e r d a a la a z o t e a d e u n a c a s a y desde allí t o c a n a r e b a t o de d í a y de n o che. L o s c a m p a n e r o s v o l u n t a r i o s se suceden h o r a t r a s h o r a y la c a m p a n a a d v i e r t e el e s t a d o d e opinión de la villa. E l ejército a v a n z a . E x i s t e e n el silencio del llano el d ú o del bronce de la c a m p a n a con la p ó l v o r a de los fusiles. D u r a seis días el sitio. P o c a s son l a s g r a n a d a s y los p r o y e c t i les cónicos q u e a c i e r t a n el c a m p a n a r i o ; un casco hiere la c a m p a n a , pero su sonido sigue d o m i n a n d o s o b r e el e s t r u e n d o d e l a s artillerias.
Al sexto día de asalto, los incondicionales de don F r a n c i s c o D e r c h h u y e n y v a c í a n l a villa. E n t r a n las t r o p a s del g e n e r a l G a minde. E l a s a l t o , saqueo y rendición son p á g i n a s de e s c á n d a l a y t r i s t e z a . L a c a m p a n a de G r a c i a h a enmudecido. P o c o s d i a s d e s p u é s el s e ñ o r R í vero, desde el banco azul, dice con p a u s a y c a l m a a los s e ñ o r e s dip u t a d o s de la nación, refiriéndose a "la q u i n t a de C a s t e l a r " , q u e no h a c a m b i a d o d e i d e a s ; q u e no es lo m i s m o h a b l a r desde la oposición q u e desde los bancos del Ministerio, y q u e l a s ideas se i m ponen p o r la fuerza. Años m á s tarde Gracia pasa a s e r d i s t r i t o de B a r c e l o n a . A la s o m b r a del c a m p a n a r i o liberal, u n o s días al a ñ o , se tiende el toldo del baile p o p u l a r de la fiesta m a y o r ; y el edificio del A y u n t a miento, apacible tenencia de a l caldía a h o r a , no h a vuelto a s e r e s c e n a r i o de violencias p o p u l a r e s . L a c a m p a n a e s t á de nuevo en au sitio; el reloj, apacible, d a l a s horas que pasan lentamente, y u n a vez devuelto a su l a r la c a m p a n a de Gracia, el d i s t r i t o h a vuelto a t e n e r el r i t m o de su aleg r í a p i n t o r e s c a , r e p r e s e n t a d a en i a s modistillas g u a p a s q u e c r u z a n a t o d a h o r a l a calle de S a l m e r ó n , a r t e r i a s a l p i c a d a de d i n a m i s m o comercial- y de luces de ciudad moderna.
L a g e n t e del pueblo no pierde el h u m o r . E n t r e escopetazo de a t a q u e o defensa, c a n t a u n a c a n - ' ción d e d i c a d a a l g e n e r a l G a m i n de: " Y pim, p a m , p u m , repatatatum.
Una vista parcial de la barriada
FRANCISCO M A D R I D
desde el campanario de la torre.
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Cabaffero
23.~7KadrJd de Qracio,
Ih- y
16.
Ofiompa
Cerca del Faro de la isla de Salvara está el bajo i X) donde naufragó el «Santa Isabel».
LfíS HEROinm DQ Lf\ ISLñ DE SfíLVORfl^/V
C4.LCIÍXC wiélenJjeS ^LtixtjQnJtcLy y CÓMO MK SALVÉ VO DKL NAUI'HA(;H) III;I. "SANIA I.SAIII:I."
P
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tvcuApLCLgcS
—(.Cuánto dinero tiene'?—me picsuntó. Por si el homlire resultaba un jíillo, respondí fpie nada más (pie ciento veinte duros. Y no era un i)illo, n o ; era solamente un "¡viva la Virgen!", (pie al oírme decir el dinero (jue llevaba se restregó las manos, echando lumbre por los ojos. —l'sted enil)arca, se lo aseguro yo. ¿Pues no iÍKi usted a embarcar? Kml)arca usted mañana en el "Santa Isabel" ¡Yaya! Me encardo yo de lodo, y jior jioco dinero... .\ntes de dos horas ya estaba de vueíla el muy ladino cun \\w i)asaporle, en cl tjuc, menos mi relialo, tiKlo era falso: cl nombre, lu edad, el Jugar de nacimiento... i Y es:to lo hizo a(p!cl hombre, exponiéndose jioi* mi a ir a presidio; un hombre desinteresado conio hay pocos, un hombre Honrado de verdad, un
perfecto calíallero... ¡.Sólo me cobr(') veinic duros! Yo estaba tan conte-Oilo (pie, desjiués de cenar, no tuve rejiaro en invitarlo a café, copa y jiuro, y al cine... ¡Nos divertimos de lo lindo! Al día siguiente, ¡)rÍmero de enero de 1!I'¿1, debía embarcarme en cl "Santa Isabel". Me dirigí solo al ¡iiierto. Kn el momento de subir ]H>r la escalera (lue daba ¡a la escotilla, ¡paf!, el consignatario (pie se ])re-senta, me i'econoce y me hace deteiner...
nit ii]l espíritu ¡iventurero, tino, í!''"t'r:il[iK'ii'tc, me hii (indo muy mal resiiHiHln, un (ii;i escapé (ie líi cusa tie mis líadres, disijuesto a iiiarcliarme a América. Me Hu^tatüiii Tmitiio los luiros lie viajes, y, claro, yo (¡iieiía ver riHindo y linccrnie indiüino, aunque no sabia bien ]o (pie (pieria decir esa palabra. üiienf). pues cuando reuni ciento cuarenta dun>'S, cantidad (¡ue me pareció suficiente para ir de un extremo a («tro del mundo, j)rei)uré una pe(|uciia maleta y me fui a La Coruña. No bien lleNo habían dado aún las .<;icitc de la inañ.ina del gué, ¡hala!, me puse a buscar un pasaje i)ara el dos de enero cuando entró en mí babiíacif'n el Ijrimer barco (juc saliera hacia las Anlilias. I'eri) el dueño del fonducho, consiM'ialario ile la Compañía Trasatlántica, des—Despierte, hombre. ¡De buena se ha salvaito! ]jués de enterarse de M e (1 i o dormido, mi caso con demafrotándome los ojo.s, siados indos y señame incorpore. les, i n t dijo alijo tan —¿(jué pasa?¿Yan absurdo coniio esto: a detenerme otra "Si usted no trae una vez? - pregunté Inaulorizaci(>n de sus quitílo. padres no ))odenios —-Traiupiilíc e s e. darle pasaje." S. nii, Nadie viene a prena(piell<» me jiroihijo derlo, pero usteii ya una raljieta tremenpuede decir que ha da. De muy mal hunacido dos veces. Kl mor reyresé al fon"Santa Isabel" se ha ducho en (juí" me ¡(to a |)i(pie esta maiiospcíiaba, talitu, cpie drugada, en la Hia el dueño no j)ar(') de .\rosa, navegando Iiasta laveriííuar lo hacia Villagarcía. Di(jue me ocurria. ('asi cen que de los (piiHi>randu, ]}ara enterníentos pasajeros, no necerlo, se lo dije, y se salvó ni una r<ata. le eontL\ además, una ¡Vístase, ande! VenporciíHi de embustes ga conmigo a I o s respecto de mi fíimaiccnnes. Allí esniitia. tán las familias de los La pequeña aldea de Salvara, agrupación de veinte casas, donde viven Jos pocos vecinos que tiene la isla.
Oslompo ciendo cjiíi' liis harros dclífii llev;ii- nnnil)r('s cornil lis lie l'opit:i, Ciirtncn, Ti-rcsa. Míini.rii, l'Nnii'lalila... /"(tí calillo ii liiiíniiiniL'nlr) do "Laraciif", ñas que con stis fres compañeras salvó a cuarenta y ocho náufrayos del <'San= a la iTitrada de Muros... líniliístió üii cuatro brnta habel". zaa df lüoriindidad y foy a caei- a cuarenta... Afojiinni.-ii- li-i'scÍLMiIas personas y itati sólo se salvaron seis... Si yo hubiera II e jad o u tienipi) con " f n i e bn y verás", n¡ uno se (ifojti... A diez brazadas (tesvijida. se les echa un eal)lc... ¡Bueno, no sr (!ft>jii niiiCipriano
Trujeiras, una Je las hcroi=
fliiien!...
"\ tas doce del día aun andahn líente a flote... Kl iuar estaba inmenso y anide podiast'les acercar... Toda la costa quetló sembrada de cadáveres... Aíí vamos a llejtir :i Sálvnra... Ksa isla lert ¡wmhrudiü en 'todas las lísjKiñas por el -naufragio do "Santa Jsiibel"... ¡AquiU) sí íjue /OÍ/ t r emeiuio!..." Dcsemb a r c anios •en líi ensenada de Sálvora. El pat r ó n " me cuenta q u e los hombres y muj e r e s de )a I s l a
emisraiites, llorando a gritos. ¡Parte el nlma! Permanecí lar^o rato pasmado. Mientras me vestía, el dueño del fonduclru me iba contando las t'sceníis de dolor que se desarrollaban en el muelle. liACIA SÁLVOR.\, EN KL
-¿Qué deseaba iisteii? (Quisiera tiahl'ar con el toi^rcro. - ¿Con cuál de ellos? Son tres... Me es iiliial. La nuijei" se aecrca a una ventana y llama: —¡Juan .losé! ¡Juan .Insél - ¡Voy!—resiHHideñ cerca. Se presentía el torrertj, Juan José Moragón. un lionibi'e de treinta años, rubio, delgado, muy amable. Le explico lo que quiero, y se brinda inmeliiatamente a acomj)añanne a la aldei, distante dos kilómetros del l'aro. Oharland'o, hacemos el camino. En el Faro iray tres torreros jóvenes, con diez iiersonas de familia, ('oino los tres torreros son leídos, en las horas de ocio e.nser>an las primeras letras a los rapaces -de -ta alikia. l-;t isla de Sálvora no tiene más tpie CÍUÍM Uilñmetros cuadrados, .\demás de los torreros, viven en ella siete c(»!onos, con sus f-íunllias. Todos son parientes. La Isla la tiene arrendada al Estado el director de "El Faro de Vigo", Otep;) Barcena, que, a su vez, la subarrienda a los siiMe colonos. —.\hi vie.ne ("ipriana Trujeiras, una de las heroínas- - a d v i e r t e Moraiíón. Cipriana es una mujei'uca de cara angulosa, surcada de arrugas. Tira de! torral de una yunta de bueyes, que arrastran un carro. —Buenas tardes- -saludamos. —Buenas tardes nos dé Diíts y aínda !a Virgen Santísima—contesta la mujeruca. Cipriana, a^nde, vaya y reúna a los vecinos, que este sem>r quiere hablsirles. —¿Es de la contrebución, ixisiede? —No, yo no soy de la contriliuiión... Vengo a. hacerles unos rolralos,.. La mujer está con ganas de pegar conmigo la hebra. —A'rt nos fixeron muchos... Yo fiim nnha de las t¡ue .s:alvé a tos núitfrajos. • —^Ya hablaremos de eso—interrumpe Moragón—. Vaya y avise a los vecinos... —¡Josefaaa, Ramonaa^a, Juanaaa, Manueee!...!
"l'BUKRA Y VEHÁS"
(ATca de la isla de la Toja, en el puerto de El Grove, un pueblecitto de pescadores donde las puertas de las casas 'no se cierran ni de noche porciue allí no se conocen los ladi'ones, alquilé hace unos diíi-s una motora. —¡Eh, i>atrón!—grité^, ¿I*or qué dinero me lleva a Sálvora? — ,',Toda a maña? -—Todo el ilia. —A"ff nos arreglareinos. —De todas formas, deljc (iecirme lo que me va a cobrar... —iVín iislede vay a ser imris probé con ese diñeiro, nin cu nmis rico... E logo, si non me quere pagar, e o mismo Sin esperar más, salté del muelle a la motora. —Leue comida, (¡ne ala sólo haij unha mala taberna. —Eln casa de María Parral, la del estanco, me han i>reparado una rica tortilla. •—Pois, enton, cundo o señorilo queira... —Vamonos ya... El cielo está nulílado... Empieza el bisbiseo de Ja lluvia, gotilas íría.s. —Isto non e nada; pasará pronio—me dice el jjalrón. De imprüv¡.so sepáranse los párpados parduzcos del nubhado y brilla el sol sobre el mar como un ojo <.'nornic y amarillo. —¿Es muy largo el viaje? —iVon. seíjor. nejaremos amtes de modio día. Miro a mi placer al patrón, Anlonio Vila, flaco, pálido, more-no, labigotádo. —"i'ruehia y verás" — añade — anda moilo... Ahorita vamos a entrar en la m a r jniesa... —¿Qué es "Prueba y verás"? —Esta motora... ¿A ustedc Je hace jraeia el nondjre? Pois al contramaestre de Muros le pasó lo mismo. Pero quiso imrxinerme una multa, d¡-
son resistentes, a la sed y al tos ellos y ell tirar la red, maniobra de cazas con cual tiempo y en volver a ponerlas a flote si el mar las tumba. (>>nocen el régimen de los vientos y saben cuándo variti su dirección, según las esJosefa Parada, que, con riesgo taciones... La pesca de su vida, tomó parte en el de] pulpo y del ti- salvamento de los náufragos. burón la hacen 1 o iiiismo las mujeres que los hombres. Y las mujeres, a veces, con más bizarría que aquéllos. LOS VECINOS DE LA ISLA
Entranu)s en el patio grande, cuadrado, del Faro, recogido en su limpieza y honradez. Nos acoge un olor a plantas florecidas. Un perro asoma su cabeza entre unas guías de enredadera. Se alarma y la<h"a. Nos sorprende una mujer.
Ramona Parada es una guapa muza: la beUeza de la isla.
6flompa Las vocxs de I:i mujer hnjan y .suben pnr ias cuestas próximas dt-l caserío, donde medran tojos y m()reiT.Ls. Saltamos un ribazo... Unos pa.*vs más y aparect la aldea en un semieirculo de veinte cas;i,s. -Nuesíra líre.seneia proiiut-e revue]() t-n los vecinos y cloqueo d e ¡íalllnas. .Muy serios sf 'acercan los colonos; las niujerucas, con ex|)resióii inciiiJeta; con la boca abierta, los rapaces. -.Manuel, ¿está ?--incia{ía M'OTagón. \'arias voces: Sí, señor, si; si, .señor, si... ¡ManuelI .Manuel (^aneda, ííuarda-jurado, jefe de los colonos, se abre jíaso enire los del íínipo. —Manuel, aqui el señor, tpie es tle esos (¡uc escriben ciH los jjeriódicos, (juiere hablar con las heroínas. -Manuel avanza lios pasos, se cuadra niilitarnienle y grita; —Las cualro lieroinas CÓMO ,S.\I.VARO>J L.\.S IIKHOÍ.VAS
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CUAHHNTA V OCHO I'ÜltSONAS
Las cu;itro heroínas son fuertes, celi-inas, adustas, con ojos como los de los hurones. Les pido i|ue me cuenten 'todo Jo que vieron durante el naufragio. •—l'ala ti, J o s efa—dice una. —lut non quero... —¡•Inton, futa ti. -Que fute () ipriana Trujeiras. ^ U s t á ben: e u fiiUtrei... i'ero en cua n 1 n Cipriana comienza, las otras tres rtjnipen a hablar a una.
valientes, siempre corriendo, llegaron a la enseuíwla, cogieron un hole de 1-1 palmos, sallaron d e n t r o y, empuñando un remo cada una, se lanzaron por aquel mar tenebroso y palpitante... El agua caía a torrentes; pero ellas, las valiemtes, siguienío mar adeniíno, salvando aquí a un náufrago y allí a otro, y más allá otro... Fiiíron al muelle y volvieron al lugar de! siniestro ocho ve<"es, sin desmayo, sin Tatiga, sin hablar, desafiando al mar cnrajuflaniente... En aquella [lesaililla y acpiel desorden, sólo aturdía a Jas heroínas, oprimiéndolas las sienes, los gritos de lo.s que las llamaban antes de ahogarse...
-Morreron o.s pnthes <iomo moscas... - ¡Cvilodos!... \a agua sólo .fe lies miraba a cabesa... —¿Cuántos náufragos recogieron us;Iedcs? —Cuurenía oilo home.'i e mnüeres, todo en xiinlo. -Milis homes que muileres. pero cairo mais líos emijnintes .salváronse .sin axuda de naide. La mai.H valieule fot/ iinhu rapaciña jallejn de (¡uince anos. Se echó al ajua sin stdi'auidas' i/ nadó como un pescado íuisla el muelle. Cuando le
KL NAUFHAOIO IH:;L "SANTA
ISAIUCI. '
Siete coló n o s y Üos rnujei'cs hab¡i*in salidií a la p e s c a Grupo de todos los vecinos de la isla del pulpo Ja tarde tlej 31 de diciembre de 1ÍÍ20. El 1 de enero de 1921, la isla de Sálvora se presentó sumida por completo en una niebla densa y fria. .\ los dos metros (ie distancia no se veía el contorno de las cosas... I>a noche era lluviosa... Soijlaba un viento fuerte... Eli mar tod» to azotaba, y era alíío espantable la allura tjue alcanzalian bis olas... En la iildca había intpuelud y angustia... El "Santa Lsal>e.l" navegaba rumbo a Villatíarcia; pero a cien metros de Ja isla de Sálvora se desorientó y Una avciía en el compartimiento de má(piinas dejó al líarco sin luz y sin (pie la oficialidad pudiera utilizar la sirena y la radio. Únicamente pudieron comunicar a E i n i s l e n e ; "Endjarrancado en Salvo..." i-a averia impidió que terminaran la palabra, y on Finisterre supusieron ipie se hatíian salvado. A todo esto, el mar Jevanlaí)a con terriljle estruendo olas formidables. E! tu"lulto furioso del aiíua castif,'aba la quilla deJ "Saala ís;djel", rompía los mástiles, arrancaba Jas chimeneas y ''frojaba el barco cfintra las rocas... Aterrados los pasajeros, al ver Juz en el Karo, coinen^iiron a gritar hasta enroiuiiiecer... Lastimeramente aulló el j)crro del Faro. El anciano lorrero íjue había entonces se levantó, adivinanrlo una catástrofe tras la '>runui... • * *
de Sálvora.
Lápida dedicado por los padres de una de ¡as vícii= Tjas a la menjo= ría del hijo, que se alza en unas peñas frente al lugar donde ocu= rrió el naufragio. Dice así: "Al joven don Carlos Verdier y Escobar, Agrega= do, que desaparea ció en el naufra=
I»'
gio del vapor <'Sania Isabel'^, V a la memoria de las demás des^ graciadas vícti:^ mas de dicho sis niestro, ocurrido en estas aguas en la madrugada del 2 de enero de 192}, dedican este re= cuerdo losdescon= solados padres de Garlitos. Cádiz, 27 Julio de 1921».
AL JOVEM
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WÜFWOIS OÍL VAMR SíHW \kBz ' UUHENOÍHCÍ [AJÍEHAÍ rímtmí
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vicTfHii:D:Cicnc:iii(£sriío
Por itodií Ja íshi zumbaba el ruido sordo del mar, y, íi pesar de la lluvia y del viento helado, el anciano lo••''ero logió llegar a la aldea pai'a dar aviso... Se levantó todo el caserío .sobre.saitudo... Cuatro mujerucas corriei'on camino del Faro, descendieron por las rociis que contienen el endiite de las olas y vieron atónitas de a-sombro cómo se hundía el "Santa Isabel" entre grito.s salvajes de los que luchaban por salvar-se. Las cualrt) mujeres a Lina, sin decirse una palabra.
Las cuatro heroínas con la medalla del Salvamento de Náufragos, que hubo de concedérselas para premiar su heroísmo. dieron la mano para axudarla, brincó ijual que un marinero y dixo: "Va veis que i/o ni he probado el ajua salada." —El segundo'oflcial perma necea tres horas nadando... Era catatán y tian jrande qu-e non snconilramos roupa para él y andibo por Jji Isla tíijiánd o s e con una ma'nta. —El mayordomo det barco ayudó a hirjar boles hasta que se hundió el "Siinta Isabel", Entonces no tivo mais remedio que echarse al ajua... Llejó al muelle y aún ayudó a dar la inano a los náufrajos. Cando todo liabia terminado, sentou.te e dixo: "¡.\y, }racia.H a Dios que nos hemos salvado!" Y Morrea de repente. - -Lo que livo jracia—<d'ice Cipriana Trujeiras—fué el salvamento de un matrimonio. El se llamaba... Espere un niomcnto, que o teño na punía da le.ngua.,. Eso es; don l'edro y ella doña Juana, si no esiloy equivocada. ¡I'ues, si, señor! Como le dijo a ustede, venían los dos 'Con salvavidas. Don Pedro vinia espantado, los oios abiertos de par en par. Doña Juana ainia comiendo naianjas y llamándole a don Pedro nifídroso. Al acercarnos con el bote, ella nos dijo, riendo, que lo salváseuios a él primero... EHa érale más alia que el Faro y con bijole. El, pequeuiíio, con una barba jris... Llevaba un pantalón a cuadros... Temblaba todo, de ivrriba abajo... -M llejar a tierra, como un loco, con Jos ojos saliéndose de la cara, las 'piernas como de trapo, tropezando, empezó a correr por toda la Lsla...
-OCUIÍSICO Eli ESttC AGUAS KWCM eSTE ÜECUESOa tw^DeaccMSeLAPOS P A D R E S
i ¿ . e - « CAñUTOS
^
Las heroínas y los colones me acompañan al muelle. Antes de marcharme les pregunto: —¿Con qué las premiaron a ustedes? —¡Ay, señor! Nosotros no .lo fixemos por eso... La Compañía TrasalJánlica le enírejó mil pesetas a cada colono, y en toda Jali.'iia se fiso una colecta, correspondiendo tres mil pesetas a cada wuller... Pero sin que nos dieran nada, volveríamos cien veces tiue fuera a salvar a los náufrajos... JOSÉ D .
(Fotos )uan José Moragón)
BENAVIDKS
Oílonipo
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más dcÍÁXXidas Marie Brizard es un licor que pueden tomarlo aun las personas más delicadas, porque no contiene nada que sea nocivo para la saludMarie Brizard está elaborado únicamente con plantas beneficiosas para el organismo, azúcar y alcohol sin exceso. Su fino aroma y houquet hacen que sea apreciado por todos. Como digestivo, se toma solo o con hielo. Se emplea copiosamente en pastelería.
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N el insignificante pueblecito donde veraneábamos, l a s diversiones eran bien inocentes: alguna excursión a tal o cual fuente, cuya agua fresquísima constituía el orgullo de ios habitantes de allí; la obligada bajada a la estación a "ver pasar" los trenes, para envidiar la suerte de los que podían permitirse el lujo de un viaje largo, y... pare usted de contar. Como se ve, una vida igual, monótona, insufrible... Pero un d í a -
dros parecía impregnada del espíritu de su dueño, tanto, que como la dejara en su habitación al acostarse, hubo de levantarse a quitarla de aUi, pues le parecía ver bajo ella la acerada mirada del extraño viajero. Aquella noche, como hacia mucho frío, decidimos pasar la velada en casa haciendo labor, y cuando llegó el periódico me puse a hojearle, llena de curiosidad, por el crimen de la joyeria. —¡Aquí está!—exclamé, viendo én letras grandes el epígrafe. —¿ Dónde, dónde ?—preguntaron mis amigas uniéndose a mí para leer. y formamos un racimo de tres cabezas, ávidas de conocer detalles del suceso. Leímos lo siguíente, que nos dejó petrificadas: "Continúa en el mayor misterio el crimen de la calle de Y... •" • ' "El señor 2... sigue en el mismo estado de gravedad, si bien anoche, en un momento de lucidez, pudo ampliar su declaración ante el juez dando algunos detalles sobre el criminal. Confirmó que el ladrón era uno sólo, que iba elegantemente vestido y se tocaba con una gorra a cuadros blancos y negros. La policía continúa sus gestiones." Estas últimas palabras apenas pude leerlas; sentí una impresión tan fuerte, que me faltó poco para caer; miré a mis amigas: Pilar estaba lívida; Carmen temblaba... Guardamos silencio durante breves instantes. Por fin les pregunté: — ¿Qué vamos a hacer? —Callarnos—^contestó Pilar. —Pero esto equivale a ser encubridoras. —Nuestras sospechas pueden no tener fundamento. —¡Ojalá!—murmuré— Pero, desgraciadamente... —Yo también opino como tú—se atrevió a decir Carmen. Resolvimos callar y abandonar al día siguiente la gorra a cuadros en un sitio lejano; después ya veriamos lo que pasaba. Nos despedimos temblorosas, aturdidas, procurando animamos unas a otras. Un desasosiego Interior nos consumía.
dieiifos«i« Os l a m p a
EL UOMBRE DE LA GORRA A CUADROS
Era' ya el mes de septiembre. Las escasas muchachas que quedábamos aún en X, estábamos verdaderamente desesperadas; el tiempo, muy frío, no invitaba a hacer excursiones, sólo nos quedaba el recurso de la estación, y esto a trueque de llevar enrojecidas las roanos y mostrar en la punta de la nariz esa manchita roja que tan poco nos favorece... Aquella tarde nos encontrábamos Pilar, Carmen y yo en la modesta casita de verano que tenía alquilada mi familia. —¡Qué aburrimiento!—exclamé— Daria cualquier cosa por que nuestra vida cambiara. —¡Qué ha de cambiar—dijo Pilar—; esto es insoportable! —No os quejéis—insinuó Carmen, la más formal de las tres— ¡Y si cambiara para vuestro mal! -—Aun asi, lo preferiría—-respondí. Callamos todas, yo algo asustada por mi respuesta, tan espontánea como poco juiciosa. Nada se volvió a hablar ya de "nuestra vida" y marchamos a la estación, dispuestas a ser simples espectadoras de la dicha de otros seres más afortunados que nosotras. Paseo arriba y abajo, muy cogidas del brazo y enfundadas en nuestros abrigos, con los cuellos hasta casi tapamos los ojos, esperábamos impacientes la llegada del expreso; el público, poco numeroso, que en aquel momento se encontraba allí—los empleados, las dos hijas del jefe y algún que otro rezagado del veraneo—, nos miraba sin curiosidad ni sorpresa: éramos ¡las de todos los días! De pronto se oyó a lo lejos estridente silbido, después divisamos una luz que avanzaba rápida intentando cegamos; luego la enorme masa negra, cual monstruo que quisiera llegar hasta nosotras para destruímos... Confieso que aquella noche, no sé por qué, tuve miedo, un miedo horrible, y "sentí" como nunca el avance del tren. Carmen y Pilar debieron experimentar igual sensación que yo, pues noté cómo oprimían mis brazos en un movimiento de terror. Habíamos escuchado ya algunos piropos de los aprovechados viajeros que, no resignándose a marchar por ningún sitio de "vacío", se llevan impresas en la retina (en un confuso montóíi de recuerdos) algunas de las siluetas femeninas que bullen por todas las estaciones del trayecto. Pasábamos, a la sazón, por delante de un vagón de primera, cuando alguien abrió bruscamente la portezuela del coche y saltó rápidamente a tierra. Era un hombre alto, joven, de rostro anguloso, cuya palidez añadía interés a su persona. Iba vestido irreprochablemente y se tocaba con gorra a cuadros blancos y negros, Al pasar a nuestro lado, dando muestras de gran agitación, tropezó con Pilar, que soltó ima carcajada. —No veo Ja gracia—dijo el desconocido, volviéndose rápidamente. —Pues la tiene—respondió Püar, sin dejar de reír. —¿De veras?—preguntó con voz ronca. Yo oprimí el brazo de Pilar, indicándola que se callara, porque comprendí que el hombre aquel no estaba para bromas; siguió ésta mi consejo, y él, viendo que no obtenía respuesta, continuó hacia eí puesto de periódicos. Intrigadas pir su furiosa actitud le seguimos con la mirada; a la luz del kiosco pude observar sus facciones, muy perfectas, y el brillo de unos ojos negaos, que parecían quemar... Oyóse la señal de partida y volvió rápidamente
^Jí^^' nyuuarro
CONCIMPO DCCudffOP
a su coche, quedando asomado a la ventanilla; j curiosas, quedamos paradas delante del vagón observando sus menores movimientos... Surgieron nubes de humo allá a lo lejos, percibióse el jadeante trepidar de la locomotora y el tren inició la marcha- Inclinado sobre la portezuela del coche, el misterioso viajero cruzó al partir el tren su ardiente mirada con la mía, llena de ingenua curiosidad. De pronto, en una ráfaga de aire, la gorra a cuadros cayó a tierra. Pilar, decidida, corrió presurosa a recogerla, movimiento que observó el desconocido, quien, sin duda, conmovido por el gesto de mi amiga, saludó con la mano. Después el silencio más absoluto nos envolvió, tomándonos a la realidad. Cuando aquella noche nos separamos, Pilar llevaba en la mano, como trofeo, la gorra a cuadros del extraño viajero. ; ~ ROBO Y ASESINATO "El sábado, B las cinco de la tarde, se ha cometido un robo audaz en la calle de Y..., donde está si tuada la joyeria de Z... Encontrándose el dueño solo en el local, se presentó un desconocido, elegantemente vestido, que pidió le enseñaran unos pandientes de brillantes que había en el escaparate; cuando el joyero - se inclinaba paia cogerlos fué atacado por la espalda, recibiendo una puñalada que le hizo caer al suelo sin sentido. El ladrón aprovechó este momento para llevare joyas por valor de cien mil pesetas, saliendo a continuación tranquilamente del local. "Instantes después entraba en el establecimiento el dependiente del señor Z..., ofreciéndose a sus ojos el horrible espectáculo de encontrar a su principal tendido en el suelo y arrojando abundante sangre por una herida que tenia en la espalda; 'inmediatamente requirió el auxilio de varios transeúntes, que, sin pérdida de tiempo, llevaron al herido a la Casa de Socorro, donde pudo declarar lo expuesto anteriormente. Su estado es grave. La policía busca activamente a un conocido ladrón intemacionaL" Esto leía yo al día siguiente en un diario de Madrid. Siempre he sido muy aficionada a la lectura de criraenes sensacionales, añción que, seguramente. ha perjudicado mi sistema nervioso, pues suelo obsesionarme fácilmente, no olvidando ningún detalle relacionado con el crimen; por eso, la primera conversación que tuve con mis amigas, por la tardtr, en el paaeo, fué el relato del suceso, que ellas ignoraban. Después Pilar recordó al hombre de la gorra a cuadros. —Era muy extraño aquel individuo—murmuró Carmen. Elfectivamente, todas hablamos experimientado una sensación rara ante la presencia de semejante personaje. Acabamos por confesamos que apenas habíamos podido dormir, presas de una inquietud incomprensible, y Pilar aseguró que ia gorra a cua-
Caminábamos a grandes pasos hacia el campo, ocultando, como verdaderos criminales, un envoltorio que parecía quemar nuestras manos; alternábamos unas y otras en la conducción del paquete, meditando el lugar más adecuado donde abandonar tan enojosa prenda. Por fin resolvimos dejarla en un rincón del bosque, medio oculto por la espesura de unos árboles gigantescos, lo que nos proporcionaba un adecuado escondite. Después nos quedamos más tranquilas, pero, sin embargo, ni siquiera intentamos probar bocado de la merienda que llevábamos preparada, con cuyo pretexto habíamos ido al campo. Nos habíamos alejado bastante y decidimos volver rápidamente al pueblo, pues empezaba a obscurecer. Carretera adelante, levantando nubéculas de polvo con nuestros pies, marchábamos rápidas y temerosas. Había a nochecido por completo, e impresionadas por la "operación" que acabábamos de realizar, apoderóse de las tres un terror inexplicable, que en vano intentábamos ahuyentar. No habíamos tropezado con nadie en el camino, a excepción de un pobre hombre cargando un haz de leña al hombrd, pero ya le habíamos dejado muy atrás y la soledad más completa nos rodeaba. íbamos verdaderamente arrepentidas de haber elegido un lugar tan lejano para la comisión de nuestro "delito". De repente, en una curva de la carretera, percibimos el ruido de im motor a nuestra espalda, y antes de volver la cabeza e intentar retiramos, una luz intensa noa sorprendió, dibujando nuestras silue-
estampa
G RA C E /
ELEGANCE C HARM E JEUNESSE
SO I R
BOUR(JOIS PARFUMEUR
PARÍS
CREADOR DE "MON PARFUM", ^CENDRE DE ROSES". -ROUGE MANDARIJNE". Etc. Agencia General para España : P E R F U M E R Í A DE L U J O , S. A.. 255 bis, Calle Nápoies,
BARCELONA
C«tíjni|Hi tas en la tierra... Nos tranquilizamos con estas muestras de humanidad y esperamos conliadas el paso del automóvil, que avanzaba rápidamente. Sólo nos separaban ya escasos metros de la máquina, se divisaba perfectamente; era un auto pequeño, capaz para dos personas, pero ocupado por un solo hombre, que sostenía el volante entre sus manos. Aminoró el coche la marcha al aproximarse a nosotras. El que lo conduela iba envuelto en ese traje carnavalesco que hace pen.sar en misteriosos fantoncias, habitantes nocturnos de los grandes hoteles: traía puestas unas gafas y apenas se distinguía sU rostro. De nuevo volvimos a temblar ante anquella figura extraña que nos miraba con insistencia y detenía el coche; cuando le vimos descender de él, sin saber por qué, atemorizadas, nos faltó poco para gritar. Aproximóse lentamente a nosotras, que nos unimos aún más como dispuestas a la defensa. ^Buenas noches—dijo—. ¿ Harian el favor de indicarme si hay por aquí alguna cantina donde poder tomar algo? —Eso, en el pueblo—me atrevi a responder sin levantar los ojos del suelo. — ¿Si?—^insistió—Pero tengo mucha prisa y no quisiera detenerme en el pueblo. - Entonces...—-murmuré. Mas de repente recordé que nuestra merienda estaba intacta y decidí ofrecérsela. La aceptó encantado, y aun quiso entregamos algunas monedas de plata, que, como es natural, rechazamos. AI despedirse levanté mi vista hacia él y quedé aterrada. En el fuego de su mirada adiviné al desconocido de la gorra a cuadros.
DEL CRIMEN DE LA CALLE DE Y... FALLECIMIENTO DE LA VICTIMA. UN HALLAZGO "Ayer, a primera hora de la tarde, ha fallecido el señor Z... a consecuencia de las heridas recibidas el día del suceso. Aunque nada concreto puede decirse respecto al autor del crimen, se sabe que en Ja estación de Madrid tomó billete aquel mismo día, para Barcelona, un individuo que cubría su cabeza con una gorra igual a la del criminal. Y ahora ¡viene una gran sorpresa! En el pueblo de X..., comprendido entre el trayecto de Madrid a Barcelona, unos muchachos que trabajaban en el campo han encontrado una gorra a cuadros blancos y negros oculta en un verdadero túnel de árboles. Enteradas las autoridades de X..., lo han comunicado aquí, porque, sin duda alguna, el hallazgo parece de gran interés. Han salido para dicho pueblo varios agentes." Esto leíamos mis lunigas y yo en un periódico de Madrid, a los tres días de ocultar la gorra donde creímos no la encontraría nadie. Estaba visto; nuestra cobardía e ignorancia nos habían metido de lleno en un terrible asunto. Además, parecía que un hado fatal nos conducía hacia el criminal, pues estaba segura de que él era el individuo a quien regalamos nuestra merienda.
En el pueblo se armó ün gran revuelo con la llegada de los agentes y el hallazgo de la gorra. La gente estaba atemorizada por suponer que el crimi-
EL AGUA DE COLONIA CONCENTRADA de la gran perfumería AL= V A R E 2 G Ó M E Z goza de fama mundial. S E V I L L A , 2.
nal no se encontraría muy lejos de allí. Nosotras sostuvimos varias conferencias sobre lo que debíamos hacer, pero el temor a que nuestro silencio y ocultación de la prenda nos trajeran un serio disgusto nos hizo de nuevo callar. Se dieron muchas batidas por los alrededores, pero inútilmente; cuantas pesquisas se llevaron a cabo resultaron también infructuosas; por fin, los agentes decidieron marchar a Madrid y dar por terminada su misión en el pueblo. La Prensa ya llevaba varios dias sin ocuparse del crimen... Decididamente, aquel delito quedaba
i(í
impune... Llegó la hora del regreso a Madríd, que recibimos llenas de alegría. Yo era la primera que debía marchar, lo que causaba la envidia de Carmen y Pilar, que partirían unos días después... Avanzaba el tren rápidamente con direc-
ción a la Corte. Los siete años de mi hermano Julito, único compañero que llevaba en el viaje, no ccriseguian distraerme bastante, por lo que me puse a leer una novela mientras aquél dormía. Mi familia se había quedado en el pueblo y yo me adelantaba a Madrid con el fin de prepararles la casa para cuando ellos llegaran. Viajaba ya muy poca g?nte y las escasas personas que lo hacían se habían dedicado a dormitar después de venir del restaurante, donde íica.baban de servir la "segunda serie". La luz m.^zquioa de nuestro departamento acabó por hacermo dcsis'iir de la lectura; intenté imitar a Julito y me dispus:: a dormir, pero no lo consegm. Volaban los pensamientos, sin detenerse unos en otros, cuando acertó a pasar por el pasillo del tren una señorita que vestía un traje a cuadros... Sin querer, algo que ya tenía olvidado, la famosa gorra y su dueño, vino a mi imaginación para atormentarme; de nu^vo volví a sentir miedo, ese miedo extraño precursor de la proximidad de "él". Era el mismo que tuve a la llegada, del tren el día que vimos al criminal; igual al que nos acometió en la carretera cuando le regalamos nuestra merienda.-l Para tranquilizarme, saqué el rosario del bolsillo y me puse a rezarlo; mas mi desasosiego seguía y la excitación nerviosa iba en aumento, por lo que decidí dejar de rezar. Miré a Julito, que dormía plácidamente... Acurrucada en un rííicón del coche, en vano trataba de traer la paz a mi alma; mis miembros parecía que iban a paralizarse por el terror... Un sudor frío bañaba mi frente... Miré al cristal que tenía enfrente, en la división de los departamentos, y... ¡sus ojos!, aqueUos ojos negros, cuya mirada abrasaba, estaban allí contem-plándome, fijos en mí. En un movimiento instintivo, me levanté y desperté bruscamente a Julito, como pidiéndole auxilio... ¿Qué debía hacer yo? ¿Salir grítando como una loca para que le detuvieran? ¿Esperar allí con mi hermano a que la Providencia me amparase? Si salía precipitadamente del coche, acaso él podría sospechar. Cerré los ojos para no ver a mi "enemigo", y al abrirlos de nuevo lo
encontré allí .sentado, frente a mi, contemplando a Julito que había vuelto a dormirse... Permanecimos ambos callados durante breves instantes; ai fin habló para preguntarme; — ¿Va usted a Madrid, señorita? —-Si, señor—le contesté con una voz que no era la mía. — ¡Si quisiera hacerme un favor...! — ¿Yo?—pregunté extrañada. Si, usted, ¿quién mejor? —Ño le comprendo. —Ya me comprenderá después; se trata de decir allí algo muy importante... Por el tono de su voz temblé aún más. El, mientras tanto, me miraba con fijeza, de un modo especial, como si quisiera observar el efecto que sus palabras hacían en mi. —Usted sabe quién soy yo—dijo con una convicción que me aterró—•. Lo adiviné la noche aquella de la carretera. ¡Había tal terror en su mirada! La gorra a cuadros, ¿verdad? — añadió sonriendo sarcásticamente. Realmente yo no sabía cómo ni dónde estaba. Todo daba vueltas a mi alrededor; me parecía ser juguete de una pesadilla horrible... —¿ Lo ve ?—volvió a insistir—-¡Está usted temblando...! Levantóse bruscamente y sacando una pistola acercóse a mí, murmurando en mi oído; "Diga usted allá que yo soy el que buscan." Sentí su aliento tan cerca que creí abrasarme... Hundida en la butaca del tren, sin valor para moverme, le miraba sin pestañear, como idiotizada; quería gritar y no podía: estaba a merced de aquel hombre. El tono descompuesto de su voz y la vista del arma me hicieron pensar en la muerte... ;Me creí ya su víctima! De .repente vi cómo llevaba al arma a su sien derecha y oí una detonación. El viajero del exprés se había disparado un tiro en la cabeza y yacía en el suelo junto a mí; un hilillo de sangre corría por su frente... En la mano derecha sostenía aún la pistola, y sus ojos, todavía abiertos, me miraban en aquel momento de un niodo único, inenarrable...
AL DÍA SIGUIENTE... FRAGMENTO DE UN PERIÓDICO VERAZ: "DEL CRIMEN DE LA JOYERÍA DE Z... SUICIDIO DEL AUTOR" "El autor del crimen de la joyería de la calle de Y... ha puesto un triste epílogo al suceso. Los viajeros que venian ayer en el exprés de Barcelona se vieron sosprendidos por la muerte de un hombre que, en un departamento de primera, se había disparado un tiro en la cabeza. En el mismo coche viajaban la señoríta Luz de Quirós y un hermanito suyo de corta edad. Pueden suponer nuestros lectores la impresión que recibiría dicha señorita, que instantes antes habla estado hablando tranquilamente con el suicida, que era nada menos que el conocido ladrón internacional Botcnni, a quien la policía buscaba como autor del robo y asesinato de la joyería de de la calle de Y... Fué reconocido inmeditamente por los agentes."
Metí esto en un sobre y se lo envié a Carmen y Pilar con unas lineas mías, que decían; "La tranquilidad de que habla el periódico no existió. Ignoro cómo vivo aún. Supongo que no volveremos a decir nunca que la vida en X... es monótona y escasa en aventuras..."
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n i f i i t o s {|Li(' esiíriniíiiniüs >'n f;iv{)i- (Ici ])L'lo r o r l ü í l o . IniiL'feilihlL'nu-ntf.
IÍL'S-
|)Ut'S (ii- li;il)hir lic " n i n i o diil:iii", " h i i í k ' i i f " , "rejiivfn e c i m i e n l n " . "linijiiczü" y (k'inás ni'jíiimeiitiis, iiut' s\íJiiun y scAíuinin sii-iiipri- en p i e , nñiiiliiiiiuis: "Aik'iiiás, el míiñi) s u p n m - iina p é r (üdn de t i e m p o j n c o m p a t i hW foii lit ;ictivid;id inodt'i'nji; el ¡Jelo (.-ortíiiio a h o r r a t i e m p o : se p a s a u n a u n ¡)finiT¡llo y ya e s l á , " Y ya está. ¡ P o b r e s d e n o s o t r a s ! ¡Oiié lia ile e s t a r ! "Ya e s t a b a " , sí, n i i e n -
( me refiei'o, naturaimeniíe, a su asiiecto exterior) no ocupaba un lujíar inijiortante e n nuestras preocupaciones más ([ue cuando la llevábamos destocada, Kl resto tld tieuípo, o sea en la calle y de dia, los snnibreritos, que nos encasquetábamos hasta as cejas —en ocasiones hasta la nariz—, apenas tiejaban asomar la punía de algún ricillo. Pero a! ir paulatinamente descul>rJendo la cara, hasta llegar, como hemos llegado, a colocarnos el sombrero en la coronilla, nos encontramos con ([ue nuestro peinaiio nos da ([ué hacer, con o sin sombrero, en Un peinado de actualidad. (Creación «Cendran' lodas las horas del dia. Iras duró la moda del peinado "a lo garvoniie". de las revelaciones sen- Sombrero de «faupé», negro, con Sfue= Y c<>da hoi'a de una manera difePero la moda de aquel peinado, "un peinado sacionales, ha llegado la sos "nervios'>. (Creación (<Helene Le rente, que es lo más jy-ave. (¡lie iconsistía en no peinarse, ha sido efímera, llora de conceder a los Porque el peinado varía según las Coq».J como todas las modas, y está demostrado que jjartidarios del moño circunstancias, sujetándose, sin embarpara peinarnos, sea cual sea el larijo ile nuestra (suponiendí) (pie (juede aJfíuno, aíí!izapaiio en al- go, bajo distintas formas, a una misína línea geeabel lera, no basta con |)asar por ella un pei- f-tin rincón) que el pelo corto, lejos de ahorrar neral. Ks decir, (jue cambia como los vestidos, y neciüo. cand)ia según los sombreros. lieni]»), nos hace perder muchísimo. Puede que nunca, ni aun en las épocas de maEl l/iniro (ie !;i mujer. li^Vit;i el dulor, O N D U L A EL CABELLO yores complicaciones y refinamientos capilares, Tiorin:iliza Wis iriistouios. iTirniarins. - PERTUMANDOLO hayamos consagrado a nuestra cabellera lanía Por la mañana, así como el traje es sencillo y Ahora que ya no hay pelii^i'o de comprometer atención como desde que la hemos reducido en breve, el peinado e.s casi li.so; sus anchas onel ti-iuiifo del pelo corto, ([ue es <lefini:¡vo (conm proporciones considerables. das—hechas al agua, naturalmente—, .son apenas pro;íresü), que es y no moda, ha Ilefíario la hora Cierto es que estos úlünios años nuestra raheza
EMINAL
LA GARZONA
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CREMA DE ROSAS Ití^
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as molestias periódicas
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peculiares de la naturaleza femenina, han dejado de ser una preocupación para la mujer moderna gracias al V e r a m o n, antidoloroso eficaz e inofensivo que por su incomparable efecto analgésico aleja el dolor y el malestar originado por estas molestias Y restituye rápidamente la n o r m a l i d a d y la alegría. El
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Inspirar envMia a ellas... Despertar pasíHij^n ellos Dulce frenesí que vibra^^rael deseo de toda mujer. Y la mujSÍ se sabe hermosa para agradar a ellos y vencer a ellas, cuando en sus mejillas y l a b i o s luce el vivo fulgor del discretísimo y natural COLORETE <<
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es el calmante moderno de dolores que más fama ha merecido en todo el mundo por lo intensidad de su acción y su ausencia de efectos secundarios.
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Citumpu inil'cíiilns; poi' tie!ras, iin;i pL-iiU'ta siiji't:i t'l [)rl(i sobre hi mic;i. y pL-riiiitL' cnfcrrin-lo f;u-ilmentL' en
EL r.UKLLO
"POSTIZO"
onde están los escotes lisos, soljrios, imjiecaente recortados sobre la i)icl, y de los cuales •ia ((ue no hal)iamos de cansarnos nunca? ¿Dónde los cueüccitos claros, discretos, risueñíJS y juveniles, que ponían una nota "limpia" en los vestidos obscuros fiel invierno pasado, hasta en los trajes de tarde, de niudio vestir? ¿Y dónde ios escotes flexibles, suavemente plejíados en una línea quebrada y que apuntaban hace unos meses? Si, aun pueden verse unos y otros en los, vestidos actuales; pero son los menos. Snljre todos ellos triunfa el cuello yrande. íjranile, demasiado grande, es este cue-
L'l [ • c ñ i d i i i>(jrr¡tii.
i'iTi) '•niiii» t'sle /-S'iri'ito ilt'si-iilifi' por dchuilt', liL'iU'iMSiiiiK'nte, l;i frente y las mejillas, el peinado tiene cjue offecer asimismo, eon i^enerosidad, ájannos rieillos y ondas (pie *'aimit.'¡»len" la parte tic rostro (icsiiibierta. Si por la larde [ambiatnns el trüjecto iiiañanei'o |!or un ves!ido senrilariío y eornjilirado, y el
1850 ÍÍ¡ CIEN^AÑOS' DE^XITO/// CHOCOLATES^ ^^^m^fím'^^- 1930 tííirritij eeñido ¡)or un ancho soinbi'eix», tiiie descubre el pelo i)Oi- un lado, el peinado se complica tíimhiéii con unos rizos simétricos, y sus ondas .son más señaladas y más iinixn-tantes. \iv\ íin. por la noche, el lieinado, (iiie puede en!()nces ¡i'cii-se a sus anclias, se complica decididamente, no sólo [lor la disposición refinadísima del pelo, sinf> además con aljíún otro adorno ¡ndei)cndiente: una peineta de fantasiu, varias ¡jeinetas diminutas, una joya,. incUiso una redecilla de hilo metálico y jicrlas, que, a veces, toma las jjroporciones de un vei'iiadero gorri'Io y hace juego c:jn el vestido. La ])inza de iiedrerias, la famosa pinza (|uc de dia co!r)caiiios en el sombrero, en la solapa de la chaqueta, en el bolso, en el borde del escote.
Gorrito de terciopelo negro, anudado
a un tado con una ¡azada.
sirve |)or la noche para sujetar en el centro de la frente un trozo de llequiilo o un rizo aislado, con el cual se nos pertnite atenuar la rcííla de la frente descubierta, ([ue es la característica esencial del peinado y de los sombreros actuales; pero a la cual no es siempre fácil someterse. Ahora bien: de la complicación, de la feminización acitual del peinado no se deduzca el triunfo del alarjíamienti) del pelo, paralelo al de las faldas. ¡Todo lo contrario! Kl "descubrimiento de íjue el pelo semilar^^o avejenta la expresión de la fi.sonomia le ha dado el ííolpe de fíracia. Hl peto se lleva francamente corto, y sí pa-sa al^ío de la nuca es lo justo para poderle rizar un . p o c o his puntas. Nada más. Hafío esta alirniación rotunda, a jíesar de que creo que en el peinado—mucho más que en Jos vestidos—la personalidad debe prevalecer siempre sobre la moda; porque dudo que a .ninVestido de tarde, de Vcrépe satina, negro, con cuello de encaje y adorno de encaje guna mujer le convcnííri desdeñar la moda actual en las mangas. para aferrarse al pelo seniilargo, que pasó, lo mismo ípie el peinado "a lo g a r f o n n e " a la historia..., a la hislori-a de las ccpiivocaciones de la moda. r.sAi>r.A i'OR riu rr.Rin'iiK I-:XQUISITO
COLONIA ROSALEDA
Abrigo de tarde, de paño, listado en relieve, con cuello y puños de breitschtvaniz. (Creación <<Dupoüy=fvla§nin»,) lio, tanto, que cuando se coloca por detrás parece que la capíta, al retirarse al fin, nos ha dejado un trozo suyo pegado a la espalda. Y cuando se coloca por delante, y es blanco, d e crespón plisado, o bordado, o de encaje, como sucede en los vesitidos de tarde, tiene toda la apariencia de un babero infantil. Y siempre, y más si es de piel, como ocurre en los abrigos, produce una impresión de "postizo". (Fotos Reiiorfaje.s, Isabey y Orrios )
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Ctl<iiiip<i
lOP 'XIQU^T^ D€ VALL^
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Aquí se abre toda !a distancia para a la sardana de los juegos 'Xiquets de Valls"... Los "espada lares los forman cinco o seis hombres, en columna; las "torres" las componen dos pilares enfrontados y unidos por los brazos; el "castillo" lo inle^ran tres honUires más dos, m_ás uno, formando un triángulo; los "•ca.s.tiIlos" los alzan tres hombres, bajo esta fórmula: 4 - f 3 + 3 4 - 2 - f 1, disminuyendo la estatura de los que los "alzan.
Los «Xiquels*) adiestrándose
T
en una calle de
Valls.
AMBIÉN en Calahiña hay Norte y Sur diferenciales. El Norte es el A m p u n i á n ; el Sur, Tarrafíona. El Anipurdáii iza la liarretina roja, y Tarraííona, la morada. El Ampurtíán es Grecia, y Tari'afíona, Rnina. El Ampurdán tiene la sardana, y Tarrajíona, los "Xiquets de Valls", Los "Xiquets de Valls" forman unas torres humanas, que son como una sardana al revés. Si la sardana es la danza de un puehlo que avanza dándcse las manos. Jos castillos o pilares que forman los "Xiquets de Valls" son el jue^o o spori de un pueblo que asciende, afirmándose los unes sobre los hombros de los oilros. La sardana se convierto en vertical. No se cuentan los pun.los d e la d a n z a ; p e r o se cuentan los pisos -de las torres. Sobre cuatro hombres enlazados, fo r m a n d o ruedo, se aflrmain otros cuatro; después, otr<is tres; luejío, dos, y, final-' mente, u n o ; u n muchacho que corona el castillo y lo decora con la bandera, mientras la "sralla", la chirimía, suena chillona por el término del riesgo y de la obra.
Esto es romano. Arquitectura s ó 1 i d a de músculos y de nervios, y con una jerarquía que va desde el hombre de amplias espaldas, que sirve de base, al chiquillo roña la torre. Si el "fascismo" conociera el juego, lo reivindicaría como suy-o, espíritu y fuerza de la y de la tercera Roma. 'Por
Ahora vean ustedes cómo se forman estas torres humanas.
He aquí un castillo que ya tiene seis pisos, y a¡ que sólo le falta uno para aU conzar la. altura que los (' Xiquets» se propusieron al empezar a construirlo.
tando los castillos en las ¡)!azas del campo de Tarragona, el pueblo los rodea en silen^-io, y mientras las chirimías y timbales inarmónicos subrayan el esfuerzo, los atletas se aupan con un i'itmo lento y solemne. Allá lejos queda la sardana, con sus anillos griegos saltarines y sus tenoras regocijadas.
Primero se echan los «cimienfos>> de la
torre...
Si los pueblos antiguos llegan a conocer esta gimnasia de los hombi'es de Valls hubieran píKlido asaltar las murallas sin recur r i r a ias torres de madera—dicen los panegiristas de los "Xiquets de Valls". Pero si ni és-
Ctiumpo los ni sus prácticas han servido ¡)arii hechos de 1,'uerry, su historial va unido a todas !as fiestas. Ya i'n tiíMUpo de Felipe IV, el rey ííalán se iTcreó con el espectáculo de los "Xi(iue.ts de A'alls", en Tarrayona, y íiuiso que la reina Isabel d e líorbón los conociera; pero vino la yucrra eon Cataluña, y los jueyos se tornaron .lanzas. Hl jiadre Masdeu los vió en 1760 en Tarrayona, y nos cui-nta que la fiesta era conocida por el "Baile de los Titanes". Unos le atribuyen origen rom a n o ; otros, griego; algunos, árabe y aun italiano, y Kmilio Morera, en su "GeograTia de Catíiluña", les da como ascendencia unos ciertos juegos gremiales gue se practicaban en el siglo XIII.
La historia tangible y documental de los "Xiquets de Valls" comienza realmente con el siglo xix. No tienen hisiloriadores ni exégetas, ni hay sobre ellos libros ni monografías; pero los periódicos van recogiendo sus apariííiones cuando dejan su pueblo nativo en excursiones recreativas por Cataluña. Así, sallemos que la guerra civil estalló también entre estos ciudadanos gimnastas, y que si hubo una "colla" o grupo liberal, hubo otro carlista, y cuando llegan a Barcelona en 1852 para secundar unas fiestas en honor de la reina Isabel, a "El Diario de líarcelona", n pesar de su conservadurismo, no le placen las torres que arman los de Valls, y no las halla ni graciosas ni interesantes. Pero una canción iba a hacerles justicia y a llenar de gracia a los "Xiquets de Valls", y toda Cataluña a ver sus " c a s i n o s " , desde el Ebro a los Pirineos y desde el mar al Scgre. Clavé hace una visita a Valls, presencia la formación de los "castillos" humanos, ve en ellos el enlace de la fuerza y de la traza populares, y escribe su canción "Els Xiquets de Valls". De aquí les viene el nombre. Clavé los bautizó y los cantó. Fué su sacer<lote lírico y su apóstol, y cuando los coros de Clavé entonaron Jas estrofas, que aún son populares y vivas, Cataluña creyó que en ella se había reproducido la aspiraica de ir hacia el
gimnasia insistente, no ha podido superar. Y en todo el c ampo de T a r r a g o n a , como en todo el Panadés, salidos de Vells, de Vilafranca o del Vendrell, el muchacho diablejo que remata la cadena humana pone su ironía al ras de los aleros de las casas. Y hay, además, la leyenda. Yo no sé si en el resto de España la guerra de África isabelina persiste honda en el recuerdo popular. En Cataluña es la más viva de las guerras. En ella muest r a n todavía sus uniformes unos valetudinarios voluntarios catalanes de acjuella guerra; Prim alza su estatua en Reus y en nuestro Parque, y hasta la llegada del tango se bailaban los rigodones de África en todos los salones de baile. —¿Ve usted cslas cadenas de hombres?—me decía un viejo, mostrándome a los "Xiquets de Valls"—Pues con ellas, el general Prim ganó una acción en África. Y el buen viejo fué enardeciéndose: —Los moros se defendían bien en un castillejo, cuando Prim gritó a los voluntarios catalanes: "¡.A ver, que salgan los que sean de Valls!" .\j)arecieron unos mocetones, y Prim les ordenó que hicieran una torre al estilo de su pueblo, y con ella sorprendieron a los moros, plantando en la fortaleza la bandera española. ¿Por <iué no? En las estampas de una ... Sobre ¡os <ic/m/en= vieja Historia Universal de nuestra inios* je eleva luego el fancia, los bárbaros asaltan el Capitoprimer piso, y sobre hombros de los ires lio formando una torre, a la que van mocetones que pesan poniendo plataformas los escudos, miensobre ¡os cimientos, se edifican el segundo y tras graznan los consabidos gansos. Asi, podemos buscar a los "Xiquets de Valls" el tercero... una genealogía Irascendenilal, que pued e enlazar la conquista de Roma con la itoma de Tetuán, como quería el buen viejo vállense. MARIO
V de esta manera sa va alzando la torre, hasta adquirir, como en este caso, siete pisos.
... Vienen rfesa paés los pi= sos cuarto
AGUILAR
(Potos Badosa.)
y
quinto.
cielo con itorres musculares, y toda ella can<tó la c a n c i ó n : Preñen part en nostrcs festes €ls forsuls "Xiquets de Valls" i en pilans, castells y torres 'mostrarán sa habalitat. . Fan castells de cinc pilans alcen torres de sot pisos i movibles espadáis... Aquí, en Cataluña, todo es y todo sirve para baile o una canción. Un baile, Don J u a n tie Serrallonga, y una canción, el Conde Arnáu, y otras canciones de Clavé, el medio siglo xix, la guerra de .\frica o los "Xiquets de Valls". El juego de las torres humanas creó la canción, y la canción multiplicó las torres humanas. Ya no es sólo Valls el que tiene mozos diestros en ese número de circo, que el circo, con loda su
CfUimfKi
publicación, cuyo único accionista, don Luis Montiel. s e r á al m i s m o t i e m p o Director y p r o p i e t a r i o del n u e v o periódico. E s t a independencia económica es la mejor p r e n d a de n u e s t r a independencia politica.
P l a n t e a d a de e s t a m a n e r a , n e t a m e n t e industrial, la fundación del diario, es obvio decir que Aliora no s e r á periódico politico m á s q u e en la m e d i d a en que la política debe s e r preocupación de todo o r g a n i s m o n a c i o n a l y de todo c i u d a d a n o consciente. N a d a m á s lejos de n u e s t r o á n i m o q u e a q u e l p r u r i t o de a u p a r Gobiernos y de d e r r i b a r l o s que t u vieron los furibundos d i a r i s t a s de h a c e c i n c u e n t a a ñ o s . R e s p e t u o s o s con t o d a s las i n s t i t u c i o n e s y convencidos de la p a t r i ó t i c a necesidad de c o n s e r v a r y defender, mejorándolo p r o g r e s i v a m e n t e , el o r d e n e s t a b l e cido, no a b d i c a m o s n u e s t r o derecho a ejercer l i b é r r i m a m e n t e la critica de p e r s o n a s e instituciones. Ahoia no s e r á periódico de c a m p a ñ a s e s c a n d a l o s a s , p e r o no p o r esto e s c a m o t e a r á su opinión a n t e cualquier p r o b l e m a de interés nacional. C a d a d i a el lector de Ahora e n c o n t r a r á e n t r e el c a u d a l de n u e s t r a s noticias y n u e s t r a s informaciones el com e n t a r i o claro y sucinto a la a c t u a l i d a d , el juicio que al periódico m e r e z c a , c a d a hecho significativo, r e d a c t a d o en b r e v e s y t e r m i n a n t e s p a l a b r a s , sin a f á n polémico a l g u n o y sin n i n g ú n p r u r i t o proselitista. C r e e m o s q u e h a llegado y a la h o r a de o t o r g a r l a m a y o r i a de edad al lector d e periódicos e s p a ñ o l e s .
LA REDACCIÓN... L a dirección de Ahora c o r r e s p o n d e a su editor y p r o p i e t a r i o don L u i s Montiel, Con el c a r g o de S u b d i r e c t o r se h a l l a al frente de la R e dacción don Manuel C h a v e s N o g a l e s . El c u e r p o de redacción e s t á i n t e g r a d o p o r veinticinco p e r i o d i s t a s , cuyos n o m b r e s y r e t r a t o s p u b l i c a m o s en otro l u g a r de este n ú m e r o , to-
El dir€ctor=propieforio
de AhO¡iA,
D. Luis
Monfiel.
D
KSDE h a c e y a m u c h o s m e s e s la E m p r e s a p r o p i e t a r i a de ESTAMPA viene p r e p a r a n d o la a p a r i c i ó n d e u n g r a n diario, que, con el t i t u l o de Ahora, com e n z a r á a p u b l i c a r s e en el p r ó x i m o m e s de diciembre. A l r e d e d o r d e e s t e periódico u o n n a t o se h a f o r m a d o u n a a t m ó s f e r a de e x p e c t a c i ó n inusitada, reflejo, q u i z á s , del éxito sin p r e c e d e n t e s d e n u e s t r a r e v i s t a o bien de la convicción q u e en i-l mundillo periodístico se tiene de q u e n u e s t r a E m p r e s a se l a n z a a p r e s e n t a r u n d i a r i o con el legitimo a n h e l o de supejrar c u a n t o en l a P r e n s a e s p a ñ o l a se conoce. P e r o e s t a e x p e c t a c i ó n h a ' s i d o c a u s a de m u y d i v e r s a s alusiones, y como d e s e a m o s q u e se nos conozca p o r n o s o t r o s m i s m o s , nos h e m o s creido en el c a s o de d e d i c a r u n a s p á g i n a s de ESTAMPA a decir, s u c i n t a m e n t e , lo que h a de s e r n u e s t r o d i a r i o Ahora, cuál s e r á su ideologia, q u i é n e s s u s d i r e c t o r e s y c o l a b o r a d o r e s y c u á l e s s u s m e d i o s económicos. • ' ^ •. ',.;-,
Ahora s e r á u n periódico absolutamente independiente, sin ninf/ún contacto •con 2>ítvtÍdo politico algutio ni con ninguna de las personalidadeíi que actúan, puedan a c í u í t r o liayan actuado en la política española. E s t a afirmación q u e d a h e c h a de u n a vez y paria s i e m p r e . Ahora jw será, pues, peñódico ministerial, en v\7if/ún caso, ni serx'>\rá jamás de escabel a ningún grupo politico. E s t a afirmación n u e s t r a p o d r í a p a r e c e r g r a t u i t a , si no estuviese a v a l a d a por l a n a t u r a l e z a • m i s m a d e n u e s t r a E m p r e s a . Ahora e s im periódico p l a n t e a d o í n d u s t r i a l m e n t e , que n o t e n d r á m á s m e d i o s de v i d a q u e los que le p r o p o r c i o n e n s u s lectores y a n u n c i a n t e s . E l esfuerzo económico q u e n u e s t r a E m p r e s a p u e d e h a c e r p a r a p r e s e n t a r un d i a r i o con t o d a s l a s perfecciones t é c n i c a s de n u e s t r o t i e m p o , se debe t a m b i é n al público—lectores y a n u n c i a n t e s — , y a que Ahora n a c e del éxito d e EsTAAlPA y n o d e p e n d e financieramente m á s q u e de l a E m p r e s a e d i t o r a de e s t a
El subdirector de AHORA,
D. Manuel Chaves Nogafcs.
C»l<lll1p<l
Un aspecto de los salones de fiesta de ¡a casa de ESTAMPA
Otro aspecto Je !os solones de fiestas.
y
AHORA.
Un rincón del bar americano instalado en nuestros salones de fiestas. En el mostrador, nuestro barman "oficial" el S''"if Pedro Chicote.
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ALGUNOS
REDACTORES
DE nAHORA»
EN EL EXTRANJERO.—De izquierda a derecha: PARÍS. Francisco Melgar; BERLÍN, Luis Baeza; ROMA, Lais González Alonso.
Un aspecto de los talleres de composición tipográfica de
LONDRES,
AHORA. en los diversos aspectos del saber. Es criterio de la Dirección de Ahoru confiar la misión de hablar al gran público sobre cuestiones que, por su naturaleza, requieren una especialización a aquellas personalidades que, alejadas del periodismo, han conseguido el máximo prestigio en aquellas ciencias o artes que en un determinado momento puedan suscitar el interés de la gran masa de lectores. Abandonando la ilusoria captura del polígrafo, Ahora irá, en cada caso, a buscar en su laboratorio a la personalidad que más autorizadamente pueda hablar del tema traído a primer plano por la actualidad.
dos ellos con un crédito personal indiscutible y no pocos con un brillante historial conquistado gn el ejercicio de la profesión. El criterio que se ha seguido al formar la plantilla de redacción ha sido el de requerir el concurso de aquellos periodistas absolutamente profesionales, independientes y alejados de las clientelas políticas. Completa el cuadro de Redacción un nutrido personal de taquígrafos, mecanógrafos, confeccionadores, archiveros y traductores, que aseguran todos los servicios auxiliares de la Redacción.
LA COLABORACIÓN
En la lista de colaboradores, que se publicará. íntegra a la salida del periódico, " figuran los nombres más prestigiosos, no ya del periodismo y la literatura, sino de aquellas otras actividades más herméticas que representan los valores ciertos de nuestra Patria
Eugenio Xammar;
,
ALGUNOS REDACTORES DE «AHORA^ EN EL EXTRANJERO.^De iz= quierda a derecha: LISBOA, Joao de Sousa Funseca; BUENOS AIRES, Carlos Mico.
LOS SERVICIOS INFORMATIVOS
La buena información es lo fundamental en el periódico moderno; a conseguirla se han aplicado nuestros mág peno.sos' esfuerzos.
Cttompu La necesidad de un servicio de información propio, absolutamente imparcial y con las debidas garantías, ha traído aparejada la creación de una gran Agencia informativa, con una red de más de quinientos corresponsales en toda España y redactores destacados en las principales caijitales de Europa y América. El servicio mundial, hasta de los más remotos países, está asegurado, además, por la exclusiva de una de las más importantes Agencias norteamericanas, que nos transmitirá por cable 'y radio directamente, desde Nueva York y Londres, una copiosa información. AI frente de la Agencia figuran D. Antonio Pugés, director, y D, Peregrín Sánchez Hiera, redactor-jefe. El caudal de información que nos suministrarán diariamente estos elementos bastaría para llenar una cantidad de pági-
Wi7o del taller de ('insolación», con las seis prensas donde se imprime trama de la retícula a las fotografías reproducidas.
la
El taller de grabado de los cilindras de cobre con el ferrocarril aéreo, que los transporta tomento a otro automáticamente.
de un depar=
eitampa
Francisco de Uorca.
truampa
Fernando de la Milla.
Adelardo
L贸pez Cansinos.
Rodolfo
Gil.
Otra de las grandes rotutivtis de ESTAMPA
y
AHORA.
Antonio
Soto.
Luis Gil
FiUol.
Francisca D铆az Roncero.
Ricardo de Benito.
dlfimpo montando nuestra Agencia y cuál es el alcance de su organización, han Ueg-ado ya a un acuerdo con ella para utilizar sus servicios desde el primer dia. Gracias a este esfuerzo, Ahora tendrá noticias d i r e c t a s hasta del último rincón de la Península, y siempre nuestro c u e r p o de corresponsales, cuidadosamente seleccionado y constituido p o r personas honorables y b i e n reputadas, podrá responder de la veracidad e imparcialidad de l a s informaciones que se publiquen. En toda ciudad de mediana importancia hay, además del corresponsal informativo, un f o t ó g r a f o de Ahora.
de hacer un diario en huecograbado con una gran tirada y considerable número de páginas, salvando el inconveniente de tener que imprimir con anticipación las páginas de fotografías y unirlas luego a las páginas de última hora, la casa Winkier, de Suiza, una de las más reputadas del mundo, ha fabricad o , expresamente para
LA CASA DE "A M O R A"
Nuestra casa, en el Paseo de San Vicente, ha sido construida a la medida de las necesidades del periódico y consta de once plantas.
Despacho del subdirector de
ESTAMPA
y
Ahora, dos grandes rotativas, de cuatro cuerpos cada una, que han sido montadas por ingenieros suizos en una nave que abarca casi toda la superficie de la casa. Cada una de estas rotativas tiene cabida para ciento veintiocho páginas y los ejemplares salen de la máquina cortados, plegados y cosidos. Para transportar las piezas de estas rotativas han sido necesarios veintiocho vagones de ferrocarril. Cada una de estas máquinas neDespacho del Jirector=¡}ropietario de AHORA. c e s i t a trescientos caballos de fuerza para su funcionamiento. Los ciEstá dotado además el edilindros de huecograbado que utilizaremos para nuesficio de una instalación frigotro diario serán los mayores que existan en Eurorifica, la más moderna que se pa, y como cada día han de pasar por diversos laconoce en Europa, construida por la casa Sultccr, de boratorios y talleres, se ha construido un ferrocarril aéreo que permite mover estas enormes piezas, de Suiza. Consta de un compreseiscientos kilos, sin ningún esfuerzo ni peligro. sor de amoníaco de 75.000 frigorias. accionado por un El taller electrolítico ha sido montado por la casa motor de sesenta caballos. K. Walter, de Munich, y está provisto de dos gruEsta instalación permitirá pos de conmutatrices que pueden suministrar cuamantener en los talleres de trocientos amperes de corriente continua. El taller huecograbado la temperatura de insolación consta de seis chassis con circulación que el procedimiento exige especial de agua para el enfriamiento de las formas para trabajar con la máxi- y de doce arcos voltaicos de veinte amperes. ma rapidez. Para la composición tipográfica. Ahora dispondrá de ur^os talleres montados según todos los adelantos LAS ROTATIVAS PK "AHORA" modernos en la impresión de periódicos. Nuestra Empresa ha adquirido veintitrés "Intertyí>es", cuyo Para resolver el problema coste se eleva a 140.000 dólares.
AHORA.
de las cuales seis están dedicadas exclusivamente a los talleres y oficinas de Ahora y ESTAMPA. La fachada del edificio tiene cuarenta y ocho metros y el total de la superficie edificada es de unos once mil pies. Dispone ademáá la casa de Ahora, en su fachada posterior, de una calle particular para la descarga de las bobinas y la carga de los ejemplares en los camiones que han de llevarlos a las estaciones. Baste decir, para dar v.na. idea de estas necesidades, que el presente número de ESTAMPA con8:tme sesenta toneladas de papel y unos cuatro mil litros de tinta. El dejxSsito de bobinas se halla en el subsuelo de la nave de máquinas y el papel entra en la rotativa a través del piso, sin necesidad de transportar las bobinas.
Uno de hs (juincs despachos para reductores, con los que se ha sustituido la tradicional sala de Redacción.
^TSIUIII|fU
LOS REDACTORES
José Badosd. (Barcelona.)
GRÁFICOS
Juan J. Serrano. (Sevilla.)
DE Í'AHORAÍ>
Amado Avila. (Bilbao.)
EN MADRID,—De izquierda a derecha: Alberto Benítes Casaux, César Benítez Casaux, Gerardo Contreras, Alejan-dro Vilaseca, Manuel Cervera y Andrés Díaz Palomo.
Ángel Blanco. (La Corana.)
Jaime Pacheco. (Viga.)
Juan T. Díaz. (Granada.)
Ángel Juanes. (Salamanca.)
PhotoaCarte, Luis S. Zúniga. Mateo Hermanos (San Sebastián.) . (Salamanca.) (Murcia.)
LOS
Julián
Fernández. (León.)
Rafael Campos. (Cuenca.)
Pedro G. Somoza. (Zamora.)
Fernando Carrorena (Badajoz.)
Rafael P. Romero. (Ciudad Real.)
Alfonso Izquierdo. (Cartagena.)
AHORA
José Beida. (Ontenienie.)
Gabriel Marqués. (Palma Mallorca.)
Indalecio 0/anguren. (Libar.)
Francisco Rubio. (Ceuta.)
Eugenio Mora. ( Vitoria.)
Gerardo Chinchilla. (Tarragona.)
Juan Requena. (Béjar.)
Vicente Aranda. (J atiba.)
^IP^^^^^^^^^
•'^iuii
Narciso Puget. (¡biza.)
Carlos G. Rage!. (Jerez de la F.)
Aurelio Calderón (Cuéllar.)
Williams Houben (Zarauz.)
Manuel Espinar. (A. de Duero.)
Rafael G. Ruiz. (Montilla.)
Marcial Grima. (Daroca.)
Sebastián Madrid. (Jerez de los C.)
Ángel Montoya. José González. Juan Sanchís. Juan Prats. (Tofalla.) (C. del Río Alhamal(M. de Rubielos) (Carcagente.)
Vicente Ferrer. Francisco Ruiz. (Callera.) (A. de ¡a Frontera)
F. Rodríguez. (Aranjuez.)
Estanislao Ripoll {Veda.)
José M. Naranjo. (Moníoro.)
José Viela. (Hará.)
Enrique Balón. (Marbella.)
José Boscb. (Alicante.)
S. Carreras. (Matará.)
d | ^ ^
Joaquín Arnóu. (Q. déla Orden)
Antonio Gavilán (Larache.)
RamónOiero. (T. de la Reina)
Vicente Andrés. (Utiel.)
V.Fernández. (La Carolina)
Gómez Gil. (H. del Duque.)
Gabriel Ibáñez. (Hellín.J
A. de la Parra. (Turo.)
Manuel Ortega. (Almagro.)
C. Rodríguez. (Lugo.)
J. Hernando. (Sigüenza.)
Jesús Muro. (Miranda Ebro.)
M. A. Benyunes. Miguel L. Osuna (Gibralfar.) (Martas.)
Joaquín P. Casas Juan Cuadrado. (V. de Arosa.) (Tetuán.)
Miguel L. Egea. JoséM. Alvareí (Q. delaOrden.) (Zafra.)
Juárez. (GijÓn.)
diario, h a c e indispensable la i n s t a l a c i ó n a d e c u a d a de estos salones, en los que se d a r á n exhibiciones de a r t e , conferencias, exposiciones, etc. U n b a r a m e r i c a n o , m o n t a d o a la m o d e r n a , en el q u e p o d e r obseq u i a r a q u i e n e s n o s h o n r e n con su visita, c i e r r a el conjunto de n u e s t r a instalación.
H e aquí cómo h e m o s creído que debe h a cerse un periódico moderno. Que el f a v o r del público y la benevolencia de los coleg a s nos a c o m p a ñ e n , (F-otos Benilcz Casdiix.)
Despacho
del
L a t i n t a de h u e c o g r a b a d o que c o n s u m i r á Ahora, como la q u e c o n s u m e ESTAMPA, se e l a b o r a en n u e s t r a f á b r i c a propia, que se halla i n s t a l a d a en la calle de las Delicias, 1 y 3, REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN. SAI^\ DK 1-IESTAS Y EXPOSICIONES. OTRAS UKPENDENCIAS C o n s t r u i d a n u e s t r a c a s a p a r a el diario, t o d a s las d e p e n d e n c i a s t i e n e n la n e c e s a r i a a d e c u a c i ó n . L a t r a dicional me.sa de b a t a l l a d e la Redacción h a sido s u b s t i t u i d a p o r u n a serie de d e s p a c h o s individuales, donde, en el m a y o r silencio y con todo reposo, p u e den t r a b a j a r los e n c a r g a d o s de c a d a u n a de las secciones r o d e a d o s de todos los e l e m e n t o s n e c e s a r i o s p a r a la d o c u m e n t a c i ó n de su labor. A s p i r a m o s a que el servicio de a r c h i v o s y biblioteca de n u e s t r o p e riódico sea uno de los m á s perfectos de E s p a ñ a . L a biblioteca, ú n i c a m e n t e d e publicaciones d e c o n s u l t a
Las platinas de aju'ifv de las páginas de
serente.
y t e m a s peridísticos, se a b r i r á , en su día, al público. Se le h a d e s t i n a d o un espacioso salón. E n la ú l t i m a p l a n t a del edificio se h a n i n s t a l a d o los l a b o r a t o r i o s p a r a los r e p o r t e ros g"ráficos y u n a m o d e r n a g a l e r í a f o t o gráfica. Las oficinas de la A d m i n i s t r a c i ó n se haIlazi i n s t a l a d a s en la p l a n t a b a j a y las dep e n d e n c i a s r e l a t i v a s a suscripciones y a n u n c i o s p o r p a l a b r a s son de fácil acceso al público. Anuncios y suscripciones pod r á n h a c e r s e t a m b i é n en los quioscos y suc u r s a l e s que n u e s t r a E m p r e s a e s t á mont a n d o en los b a r r i o s de Madrid. E n la c a s a de Ahora se h a c o n s a g r a d o t a m b i é n u n a p l a n t a a los Salones de F i e s t a s y Exposiciones. L a i n t e n s a vida social q u e d e s a r r o l l a l a publicación d e u n g r a n
AHORA.
Un aspecto del ferrocarril aéreo, que fransporia los cilindros de huecograbado a lo lar^o de todos los laboratorios y tulleres.
La oficina de inecunó¿rufus al servicio de la Redacción de
AHORA.
4*»l<imo<i
Xa fiueüa, ccfsct de ©stampa 1f ÁH0R4 I^os SQ/'A/j/lo'' ac Arc/i.\ HORA ya está. FreuLe ai Campo del Moro, ante uno de los paisajes más bellos de Madrid, alza su torrecilla encaperuzada la casa de ESTAMPA. Ahoi-a ya está y parece como si siempre hubiera existido; pero para elevarla, para construirla, para horrar del recuerdo aquellas viejas vallas de antaño, ¡cuántos meses, cuánto esfuerzo, cuánta voluntad y, sobre todo, cuántos granitos de arena! Estos granitos que ahora, en el conjunto armónico, ya no se ven, son los que vamos a destacar aqui. Son las casas que suministraron los ascensores, las pintura-s. la ebanistería, el cemento, los ladrillos, la electricidad... Las hornligas. digámoslo así, que fueron empujando su brizna, colocándola en el lugar corresponUiente sin que casi se notara su esfuerzo, y que ahora desaparecen, se pierden, dejando la casa rematada y cumplida.
A
/'•i/iii/i\-\
Treinta y cinco millones de piezas y cien mil Lanciadas de cemento. Estamos hablando con e! representante de la Sociedad Valderribas, S, A. Quedamos asombrados. Estas cifras creíamos nosotros que sólo podían alcanzarse en la ciudad de IOH rascacielos. Y es ahora cuando nos damos cuenta de la importancia de Valderribas, S. A.
José González Diéguez, que había puesto a nuestra disposición toda su amabilidatl, al enseñarnos el salón, nos conduce por la escalera. —La barandilla también es obra nuestra. — ¿Cuántos obreros trabajan en sus talleres? - -De cuarenta y cinco a cincuenta. - ¿Y quién las dirige? -Yo. Personalmente, yo. Las ricas maderas del despacho se muestran armoniosas, suaves, artística y bellamente incrustradas. Parecen charoles, cueros, pinturas. --¿Lleva mucho tiempo establecido? — Cuarenta y cinco años. José González Diégucz, satisfecho de su obra, contento de su trabajo, nos estrecha la mano en despedida.
L-i/icy pfo/uo y acn'v^idos Como proveedora de los materiales de cinc y plomo, se menciona la Real Compañía A.sturiana de Minas, Sociedad anónima belga, establecida en España desde el año 1833 y dedicada a los trabajos mineros, metalúrgicos y fabriles para la obtención del cinc, plomo y derivados, desde cuya fecha de constitución viene funcionando, siendo hoy día una de las empresas minero-metalúrgica más importante de España,
y L'sn u\/(c
La casa Romero Girón es una casa importante. De ella se surte el Estado; sus pinturas, sus barnices, sus esmaltes, son los que abrillantan y ennoblecen esta.s paredes de la casa de E S TAMPA: Pero no es sólo aquí donde extienden su densidad suave, donde ponen sus brillos y suntuosidad. Las MIGUEL PÉREZ DE grandes Compañías de Ferrocarriles LA TORRE, la conocirecurren a su bien ganado crédito. Y da y acreditada casa no sólo estas Empresas, sino también especializada en "Ingelas de tranvías, las navieras, las emniería sanitaria" y espresas de electricidad, los arsenales tablecida en Madrid en del Estado. la calle de Hortaleza, Romero Girón impulsa su industria, núm. 67, esquina a la la perfecciona, la lanza al mercado con de la Farmacia (Aparla seguridad de su fe. como un capitán tado núm. 4.000, teléfono núm. 9-1832), a sus soldados. Y sus pinturas, sus ha sido la encargada por ESTAMPA de barnices, sus esmaltes, seguros de su verilicar las instalaciones de calefaccalidad, conscientes de .su valor, avan'~" _ ^ , _ — r - g = ^ ^ " ^ ' . ción y saneamiento en ei nuevo y zan por los mercados de España suaL^^^i^^2!^í^-?^r^-^'" " -7 • * • ' - . . • - " . . "!¡Wl--.r'-<-'Tj'^ ~_. \¿-.^\i-'j-4^ r^ '•' \-,.~-!''j.-•''•'" • 1 - - -V- ;//.-^-:'.-..'-^J magnífico edificio que esta entidad vemente, como si no hicieran nada, ta•""",-V,-"'"""V,- J'.-T."^,^"""'"-"-*"-" • "•'-. '-,'--1'-" . . .- ^.•^.-.--vM-nC.•^• • •••-".- - - i ^ - " i construye en el Paseo de San Vicen' ^ ^ ^ V : : ; > . ; pizando maderas y lienzos de pared, r^..i¿=^-: •; 1 r:,--;rV'l :^'^•^;-::->^. --'-':^.-"; ••-^^.-^^¿^^i^^^;te, de esta Corte. De la importanllenándolo todo de su policromía, de cia de las instalaciones de calefacsus brillos, de su fijeza. E¡ nuevo edificio de ESTAMPA y AHORA, situado en e¡ Paseo de San Vi= ción encomendadas por ESTAMPA a la Admirables y pacíficos ejércitos de cenie, números 16 y 18. ñrma "Miguel Pérez de la Torre", tubos, botes y latas que elevan el nomHortaleza, número ü7. Madrid (Apartado númebre de España, que extienden una industria y acreAsee ditan un nombre. El de Romero Girón. :/mores ro -1.000, teléfono núm, 94832) dará idea la fuerza de los generadores instalados, constituidos por tres calEl de Romero Girón, que tiene su fábrica en Chaderas de treinta metros cuadrados de superficie de camartín de la Rosa y su depósito en la calle de AuLa casa se fundó por don Félix Sivilla. en 1878. lefacción cada una, con una potencia calorífica de más gusto Figueroa. 15. Pero no un depósito de sólo Se trata de la actual casa Munart y Guitart, consde un millón de calorías, necesarias para el perfecpinturas, esmaltes y barnices, sino un depósito-drotructora de ascensores. Esta casa es absolutamente to funcionamiento de las instalaciones de calefacguería en el que se puede encontrar de todo: desde española y tiene el mérito de ser la primera que ción central por aire y agua y servicio de agua capinturas a los mejores perfumes. construyó ascensores en España. liente, de talleres, laboratorios y oficinas, además de Así ea esta casa, que ha decorado la nuestra en — ¿Muchos obreros? otras doce calderas destinadas a las instalaciones de la parte que le corresponde. —Un centenar. • • ' calefacción parcial de los pisos de alquiler, que tam—¿Muchos aparatos colocados? bién forman parte del soberbio y suntuoso edificio — Por encima de dos mil. de ESTAMPA. MIGUEL PÉREZ DE LA TORRE, en Asi trabaja la casa Munart y Guitart. los treinta años que viene dedicándose a los estudios (^enie/ifo y Lsanílos relacionados con la ingeniería sanitaria, estudios practicados en los principales centros de Alemania }¿\nistcni.\ y Francia, a los que visita periódicamente para "es—¿CuáJito producen ustedes? tar al día" en las especialidades que constituyen su .—Treinta y cinco millones de piezas. El salón de conferencias muestra su elegante seimportante industria, ha realizado numerosísimas veridad. —¿Cómo? ¿Acaso hemos oído mal? instalaciones, de las que tiene a su favor inmejora—Ahora verá usted el despacho de! señor director. —No, no señor. Ha oído usted perfectamente. :
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Las ínstc^lj^cíoncs de Chorreo neumático
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han SIGO clecttiadas por la cas casa
J: MADRID
6flampa bles referencias, y remite a quien lo solicite, sin compromiso y gratuitamente, estudios, proyectos y presupuestos de instalaciones de calefacción por vapor, agua y aire caliente; de saneamiento, en g-eneral, comprendidas las de desinfección, despiojamiento y desratización; de cocinas centrales para grandes establecimientos y para casas particulares. Instalaciones hidroterápicas y balneoterápicas; de elevación de aguas para pequeños y grandes caudales, y, en general, de cuantas instalaciones se relacionan con la ingeniería sanitaria.
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La casa Bastos y Cía., S. en C , . sucesores de la prestigiosa firma John M. Sumner y Cía., ha sido la encargada de instalar el importante servicio de refrigeración de aire. Para llevar a cabo este trabajo, la' casa Bastos ha montado una maquinaria moderna. Consta la aludida instalación de un compresor de amoníaco para la evaporación y liquefacción del citado producto. Un condensador de cascada repetida, con el fin de obtener la mayor economía de agua para la refrigeración. Un refrigerante de salmuera, con tanque, serpentín y agitador, para una capacidad aproximada de 75.000 frigorias por hora. Un ventilador centrifugo de baja presión accionado por un motor de 60 H. P. Para llenar la instalación hacen falta trescientos kilos de amoniaco anido y cuatro mil kilos de cloruro de calcio para la preparación de la salmuera. También es obra de la casa la instalación de ciento cincuenta y ocho metros de via aérea monocarril para el transporte de los cilindros de huecograbado para la rotativa. Las casa Bastos construye admirables máquinas para hilados y tejidos, a más de los motores Diesel. Esto es, en síntesis, en esquema, la contribución, la- aportación que la casa Bastos presta a la magna obra de ESTAMPA y Ahora. La modernidad, la concienzuda construcción, la calidad de los materiales empleados, dan a estos refrigeradores de la casa Bastos la solidez y garantía necesaria a esta clase de aparatos.
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Cflampu
S E X T A PARTE.—EPISODIO VI.—LAS V O L T E R E T A S DE PIPA
I.—No intentaré preguntaros si conocéis a este nuevo Piel-Roja; todos lo habréis roconocido ya; sí, es él, nuestro gran Pipo. Después de arrancar al infame Gurriato cuanto sabe respecto al rapto de Miss Recltesson (pues Gurrialü, tan cobarde como malvado, al verse amenazado de muerte ha cantado de plano). Pipo ha resuelto hacer el indio para libertar a la cautiva.
II.—Seguido de Pipa, a quien, así como a Buffaly. ha dado instrucciones minuciosas, el héroe se dirige hacía el campamento Comanche y llama a la tienda del jefe: —¿Se puedo? —Adplante. (Pipo entra.) —¿Estoy ante "Diente de Caimán"? —El mismo que viste y calza. ^ P u o s yo soy "Diente de Ajo". ^;.Qué desea "Diente de Ajo"? ^ T e traigo una noticia do la que depende la seguridad de tu tribu y tu propia vida.
TV.—No hay tal capricho; la pobre Pipa está medio muerta de miedo al verse entre aquellos salvajes, pero sigue al pie de la letra las órdenes de su amo; así, distrayendo a su píiblico. logra irse acercando al poste de los suplicios, al cual está amarrada la cautiva "Rostro pálido", le dice: "Señorita, mi amo ha venido a salvarla. Ojo y vigilancia."
V.^—En seguida, con un triple salto mortal. Pipa arranca una triple salva de aplausos. El ruido ha atraído a un nuevo personaje, una horrible vieja PielRoja; horrible, sí. y vieja también lo es, pero PielRoja, no; como que es la falsa "Garduña Negra", nuestra "amiga" la bruja Pirulí. "¡Cómo!—murmura— Aquí hay gato, mejor dicho, perro encerrado."
VL^Volvamos a la tienda del jefe "Comanche". "¿De modo—dice—que estás seguro de que mis enemigos, los "Kakatúas", se disponen a atacarnos a traición?" "Segurísimo—afirma Pipo—; y he venido a avisarte y ofrecerte contra ellos el apoyo de mi brazo invencible" "Lo acepto, y si me ayudas a aplastarlos, te regalaré un barril de "agua de fuego". Por de pronto, te nombro mi lugarteniente."
VII.—Mientras que Pipo ve realizarse así el plan que ha tramado, Buffaly-Ball, dejando sólidamente atado, sin posibilidad de moverae. al infame Gurriato. se dirige, a su vez, hacia el campamento "Comanche"; va sigilosamente, arrastrándose entre zarzas y malezas, disponiéndose a cumplir las órdenes que le ha dejado el "maestro", como el "León de ias Praderas" llama a Pipo.
Texto y dibujos
de
BARTOLOZZI
III.—No podemos seguir escuchando tan interesante diálogo, porque reclama nuestra atención un gran alboroto de gritos, risas y palmas, y es que Pipa, colocada en el centro del campamento, está dando toda una función de circo: pega saltos y voltereta-s, anda con dos patas, baila, fuma, y los "Comanches" se entusiasman con sus habilidades. ¿Qué extraño capricho se le ha ocurrido a la simpática perrita?
VIII.—Caen las sombras de la noche; en el campamento todos duermen, o, al menos, parecen dormir. Sin que nadie le vea—y si le vieran le tomarían por un orangután, tal es su agilidad—Buffaly trepa a la cima de un árbol secular, desde cuya cima domina todo el campamento, y espera. Un silbido extrañamente modulado, cual el de un pájaro de selva tropical, desgarra el aire: es la señal convenida... CCnnli'nnrrá
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i'HovECHANDo Hila liri'Vf fslanria L-n Tetuán lu-nuts visiliulfj el Musen Ar(|ui'iilú;íic(í dt; la .Imita Superior de Mdnumcntds. Kn él pudiiiuis apri-ciar la tenaz hil)i)r de su fundadnr, L). César Luis de Montallián. í'na lie las rosas que más atraen la ateiu-ión del eurioso turista es el mapa arqueológico, en el cpie están señaladas las ciento sesenta ciudades {¡ue I). César Luis de Mnntalhán lleva desculiienlas hasta la fecha. Pero él, con una rnoilestia exajierada, se ha neniado a facilitar los datos que nuestra curiosidad demandaba. A nuestras reiteradas preí^iMilas sólo dio la respuesta precisa en lo que a su persfmalidad se reíiere. — Pues no son muchos hts años que llevo en estos esludios, — ¿Acaso t|uince? — Once. K[iiiiei;é los trahajos arqueo I (•)ii i eos el cuatro de marzo de mil novecientos diez y nueve. — ¿Y cuál fué su priiiiLT descuhrimiento? ---Mi primer trabajo en esta zona de Tetuán fué el descubrimiento de la ciudad de Tamuda, cpie Tissot y otros arqiieólo.yos fijaban en el lujíar que hoy ocupa Tetuán. -—¿Y después de Tamuda? —Después hice las exploraciones de Lixus. Y muehas cosas, muchos estudios niá.',, mí (juerido amifío. —-Por ejemplo... —-Mazmorras de Tetuán. Alcázar-Sequer, Alcázar-kivir, Arcila—la vieja Tulla Contatia Zilís, de los romanos. Y más estudios sobre Tán.ner, Ceuta, Cazaza..., ¡qué sé yo! ~ N o tropezó en sus investi-faciones con alguna cosa curiosa, curiosa para el público por su
l^la^z^
historia o su leyenda? —^Descubri la isla que menciona l'linio con el Ara y el templo de Hércides. y ilonde Se siii)Uso el fantástico jardín de las Hespérides. ¿Kra d.í,'o asi lo {|ue usU'il ¡ledia? —Fxactameiite. Nos encontramos ahora frente a una vitrina especial, donde la cabeza de un -Neptuno, rc-
Un Neptuno nos contempla con su ceno fruncido.
tor de Marruecos y Colonias y del general lierengucr, que era entonces Altr) Comisario. Por civfrto (|ue todas las tardes presencial);! los trabajos [Kii'a el descubrimicnilo de 'l'aniuda. También quisiera hacer conutar mi gratitud y cariño fraterno al señor 'í'ubau, que tuvo y puso un decidido emiieño en tpie los trabajos se realizaran. La tarde va de vencida cuando salimos del interesante Museo. Sombras lentas. arrc[)uiadas en blancos paños, se deslizan por las calles, que el sol poniente enrojece. Vn niño moro corre, lanzando un largo grito gutural. Y, de pronto, la voz del almuédano ganguea su invocación a .\Iá e invita a orar a lo.s creyentes. El señor Monlathán. antes de separarnos, detiene el paso y me confia su esperanza. —Tengo un estudio sobre el reflejo metálico de la cerámica árabe. Este verano lo pondré en práctica. Espero, amigo mío, un resultado excelente. Las calles van quedando silenciosas y desiertas. En el cielo azul van incendiándose las luciérnagas de la noche. F. ASTURL\S
de \z>.y magera^
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de Tavogcr , L&>ro.cbg y Tef^i^r)
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Un grabado de i'^Arqueoíogia Marroquh>, obra del señor Moniaibán.
Un aspecto de la necrópolis de Lixus, y al pie varios objetos de cerámica bailados en sus ruinas.
presentando el océano, nos conteml)ta con su ceno fruncido. ¿'i'ambién to descubrió usted? También. El Museo contiene siete mil otijetos descubiertos, clasilicados y restaurados por mi. —.\lírumadoi-a labor. —También descidirí el horno para fundir metales en la cabila de Heni - Vlich. P e r o no hablemos de mi. —Siga, yo se lo ruego. —^En fin..., si usted se empeña... He iiodido comprobar los itinerarios de Plinio Ptolomeo y Antonino. - P a r a realizar toda esa obra recibirá una ayuda poderosa. ¿No? —No he tenido más ayuda que la prestada por la Junta Superior de Monumentos, •—^,\(Á')mo se empezaron los trabajos? Por el decidido a|)oyo de! excelenlísimo señor don Diego Saavedra y Maíjdulena, actual direc-
D. César Luis de Monlalbán, fundador del Museo Arqueológico de Tetuán.
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q u i r i r la cédula personal, es algo m u y difícil, p e r o que y a s e h a conseguido. Uno de los e m p l e a d o s de la D i p u t a c i ó n provincial nos explica cómo se r e a l i z a la labor de q u e c a d a vecino de Madrid que h a y a cumplido los c a t o r c e años, t e n g a a t i e m p o su inscripción e n los libros de los e n c a r g a d o s de r e c a u d a r e s t e impuesto. — L a s operaciones que se llevan a cabo h a s t a i m p r i m i r l a s cédulas p e r s o n a l e s son m u c h a s — n o s dice—. P r i m e r a m e n t e s e h a c e n los p a d r o n e s con a r r e glo a los q u e figuran en el a ñ o a n t e r i o r y se present a n a los i n t e r e s a d o s p a r a q u e h a g a n l a s modificaciones o p o r t u n a s , si l a s h u b i e r e . Al devolver el p a d r ó n , a p r o b a d o p o r el i n t e r e s a d o , éste se q u e d a r á con un r e s g u a r d o q u e le ju.stifica de h a b e r cumplido con s u obligación, a u n q u e el p a d r ó n s e p i e r d a .
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LAS TARIFAS DE LAS CÉDULAS — ¿ C ó m o s e fija a c a d a p e r s o n a lo q u e h a de pagar ? — U n a v e z a p r o b a d o e l p a d r ó n p o r el c a b e z a d e familia, s e copia y se f o r m a el r e g i s t r o p o r d i s t r i tos, b a r r i o s , calles y c a s a s , de t a l m o d o q u e t e n e m o s inscriptos los h a b i t a n t e s m a y o r e s de c a t o r c e a ñ o s con a r r e g l o a s u s domicilios y p o r n o m b r e s . D e s p u é s de esto, el N e g o c i a d o c o r r e s p o n d i e n t e v a fijando a c a d a individuo la c a n t i d a d q u e h a de p a g a r . H a y t r e s t a r i f a s : la p r i m e r a , p o r r e n t a s d e t r a b a j o o sueldos; la s e g u n d a , p o r contribuciones, y la t e r c e r a , p o r a l quileres. E s t a s t a r i f a s se clasifican, a su vez, en ciento s i e t e claiSes d e t a r i f a s . L a m á x i m a e s d e mil
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Aboixio t « d e I n C a a t e l l s m 12 A . d , 3P<I6
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ROMANONES Y "VALENCIA H" PAGAN LO MISMO
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6.279.421, y en 1930 se r e c a u d a r á n 6.300.000 p e s e t a s , a p r o x i m a d a m e n t e . D e e s t a cantidad, t r e s millones son p a r a el A y u n t a m i e n t o . De a ñ o en a ñ o v a a u m e n t a n d o el ingreso. H a y más contribuyentes. -—¿Cuál e s el o r d e n de i m p o r t a n c i a e n la r e c a u dación ? — P o r distritos, s o n : B u e n a v i s t a , Congreso, C h a m berí, C e n t r o , Hospicio, Universidad, P a l a c i o , Hospital, L a t i n a e I n c l u s a . L a diferencia de ingresos n o es p o r el n ú m e r o de cédulas, sino p o r q u e los vecinos p a g u e n m a y o r e s c a n t i d a d e s , como e n el de Inclusa, que son obreros en au mayoría. — ¿ Q u i é n e s son los q u e p a g a n m a y o r e s c a n t i dades ? — E l distrito de B u e n a v i s t a q u e dio 1.300.000 p e s e t a s en 1926, y 1.600.000, en 1930. E l q u e m e n o s p a g a e s el d e l a Inclusa, dio 163.000 p e s e t a s e n 1926, y 212.000, e n 1930.
s e o , ocj
p o r s u domicilio. T e n e m o s m á s de u n millón de fichas. (He aquí u n fichero e n el q u e n a d i e figura p o r s u gusto.) MÁS DE SEIS MILLONES SE HECAUDAEAN E S T E AÑO
— ¿ C u á n t o se recauda por las cédulas? — E s t e a ñ o h a a u m e n t a d o m u c h o con relación a los a n t e r i o r e s . E n 1926 se r e c a u d a r o n 5.165.951 p e s e t a s ; e n 1927, 5.561.475; e n 1928, 5.609.657; e n 1929.
A u s t e d e s les s o r p r e n d e r á s a b e r q u e el conde d e R o m a n o n e s y "Valencia I I " p a g u e n igual cédula. P u e s así es. Mi! p e s e t a s tienen q u e d a r c a d a u n o p o r el citado d o c u m e n t o . P e d i m o s s u s fichas, q u e n o s s o n r á p i d a m e n t e f a c i l i t a d a s e n el a r c h i v o . E n la del conde de R o m a n o n e s , se l e e :
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V . > B V J I f 111
"Dan Alvaro Fisnicroa Torres. A b o g a d o . Nació en 9 üe a g o s t o de 1864. P a g a de contribuciones p e s e t a s 130.000. Alquiler, 20.000 p e s e t a s , o s s a , lo que dehería p a g a r si h u b i e r a alquilado ei hotei que h a b i t a . Cédula m á x i m a . 1.000 p e s e t a s . " L a ficha de "Valencia I I " dice a s i : "Victoriano R o g c r S e r r a n o . T o r e ro. N a c i ó e n 1899. C a s a d o . 1.000 p e s e t a s de cédula." El m a r q u é s de F o n t a i b a p a g a t a m bién mil p e s e t a s . D e contribucionéa a b o n a al a ñ o c i n c u e n t a m i l p e s e t a s .
1.US (JlK -Vli I'.\GA.\ V I,V:y ÜACK.N PACAR - - ¿ S o n mucho.s los q u e p a g a n ? — P a g a n todos ( ? K Ú n i c a m e n t e los que fallecen o se a u s e n t a n dejan d e p a g a r eJ i m p u e s t o . Otros, los q u e no p a g a n en el período voluntario, lo p a g a n p o r la via de a p r e m i o . — ¿ C u á n t o s son lo.s q u e p a g a n p o r este procedimiento? — U n ocho p o r ciento, u n a s c u a t r o cientas ochenta mil pesetas. — ¿ Y los q u e no p a g a n n a d a ? P o r q u e de ésos t a m b i é n h a y . - S e r á n m u y poco.s. Con el nuevo procedimiento mecánico implantado h a c e d o s años, y q u e e s t á d a n d o u n r e n d i m i e n t o magnífico, es difícil q u e pueda haber muchos. —-¿No h a y e r r o r e s ?
RfV;.SOZ SKCA PAGA TRKS PKStrTAS; EL MAESTRO (lUBRERü, 597, Y EL PRESIDENTE BEL CONSEJO, 7,50 E n t r e los h o m b r e s de t e a t r o h a y g r a n d e s diferencias.
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V e a m o s lo q u e dice l a ficha de D. P e d r o Muñoz Seca: " D . P e d r o M u ñ o z Seca. E m p l e a d o e n l a C o m i s a r i a de S e g u r o s . Tiene de sueldo 8.000 p e s e t a s . P a g a 8.000 p e s e t a s d e alquiler. N u e v e hijos. P a g a t r e s p e setas." Se d a el c a s o curioso de q u e el i l u s t r e comedióg r a f o invierte en el a l q u i l e r del c u a r t o n a d a m e n o s que t o d a s s u s r e n t a s de t r a b a j o .
Consta a s í : "D. J a c i n t o G u e r r e r o T o r r e s , de Ajofrín (Toledo). Músico. P a g a , 597 p e s e t a s . " Consuelo P ó r t e l a , l a célebre "Chelito", d e c l a r a s e r n a t u r a l de C u b a y h a b e r nacido e n 1897. P a g a 430 p e s e t a s de cédula. O t r a ficha c u r i o s a es la del p r e s i d e n t e del Consejo, D. D á m a s o B e r e n g u e r F u s t e , m i l i t a r . P a g a 7,50, la t a r i f a de los m i l i t a r e s .
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Cíníoli». . . 29-'S-iaft!> ..'••'' ••;
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c i - v c l í o Ctfsltt» 1 8 , ^ • . i B l a l e c o r ) • ... .'-...¡,: '4t3ÓO
aio,oo N o suele h a b e r l o s . E n cambio, en épocas a n t e riores hubo algimoE e r r o r e s graciosos. A uno que dec l a r ó s e r c o m e r c i a n t e le pusieron e n l a cédula "corn e t a " , y e s t u v o a p u n t o de p e g a r al r e c a u d a d o r . Y a otro, q u e e r a botonero, le p u s i e r o n "profesión b e t u n e r o " . El buen h o m b r e se p u s o negro... de r a b i a .
N o s dicen q u e h a solicitado modificarla p a r a dec l a r a r su sueldo como P r e s i d e n t e del Consejo d e Ministros.
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l o « li»l.l*IIJf Mi IIK IKLilllll» €»lirHi;;^ • • i - >' 33.—(Continuación.) — ¡Vaya por Dios! Si lo llego a saber, pregunto yo. —Pero doña Rafaela... —Bueno, hasta !a vuelta. Voy a de- -• cir cuatro mentiras en el almacén y ; vuelvo. A ver si me darán más trabajo. Si tardo un poquillo no te inquietes. Y no te levantes por nada del m u n d o . Un enfriamiento, una agi-avación, sería... ¡No quiero pensarlo! Los pobres, ni enfermos podemos estar... ¡Por vida de...! Pero hija, ¿quieres no acabar de desesperai-me? ¿Más lagrimitas?... ¡Me está bien por bruta! Si yo no hubiese metido la pata, aquel bendito de Dios no hubiese tomado las cosas por donde más queman, y a estas h o r a s . . . , ¡quién sabe I Bueno: dejaré la puerta entornada por si entra alguien a robar..., y se deja algo... ¡Bien vamos! —Doña Rafaela, ¿por qué no avisa usted al alcalde de barrio para que me lleven al hospital ? —Porque no me da la gana. ¿Tú al hospital ? ¡ Vamos, pequeña, no me vuelvas loca diciendo eso otra vez!... —Yo no tengo, no gano... Usted demasiado ha hecho y no puede ni debe hacer más... -—Eso crees tú. —y así es... Y yo no debo permitir... Avise, señora... — ¡Que no me da la g a n a l ^ g r i t ó doña Rafaela con rabiosa angustia, asomándole unos lagrimones a los ojos— Me voy... —Pero al médico... —Al medico, nada, ¿eh? Y avisar al hospital, sí. ¿Es eso? Pues si no hay motivo aún, según tú, para lo primero, tampoco lo hay para lo segundo, o yo me he vuelto mema. —Doña Rafaela... — ¡Vaya, vaya! Vuelvo pronto, hijita. Le acarició la frente. ^EsLás ardiendo... ¡Que no llame al médico!... ¡ Si yo pudiera..., pronto estabas curada por quien yo me sé! ¡Condenación de hombre!... No creo que haya otro como ése... ¿Y dicen que si los artistas son así o asá? Pues éste debió bailar en Belén. Al retirarse presurosa, se sintió cogida por la falda. Luz tiraba de ella. —¿Qué quieres, prenda? —¡Un beso!—suplicó la huérfana con trémula voz. —Y mil..., y mil... Toma, toma, pobrecilla mía. ^ ¿ C u a n d o esté en el hospital...? —¿Otra vez con lo mismo? —Por fin, aunque usted no quiera..., habrá de ser... Cuando esté allí, sólita, ¿vendrá usted a verme, doña Rafaela? —Pero, ¡re... cuerno! ¿Quieres no decir majaderías, pequeña?... A ti no te llevan al hospital, ¿entiendes?, mientras me quede un pingo... ¡Por vida de...! —Y a él..., a él..., ai me muriera..., dígale..., dígale... —¡Ea! ¡Basta!—respingó la buena mujer secándose los ojos y escapando— Hasta ahora mismo. Al bajar la escalerilla, tras habilidosamente haber entornado la puerta del piso dejando detrás y apoyada en ella una silla, iba diciéndose mentalmente:
—Que no le diga, ¿eh? ¡Que no le diga!... ¡Vaya que le ^oy a decir!... Y ahora mismo. Así no es posible continuar... Andando. Y si meto la pata otra vez que rae ahorquen...
Doña Rafaela
le acarició
la
frente.
Salió disparada por el portalejo. —Primero, a la "Casa de empeños"—se dijo, marchando hacia ella—-. Mañana es domingo y precisa tener algún dinero en casa. Luego, a lo decisivo. Hay que acabar de una vez. Y según se muestre él..., pues, aviso al médico, ¡o a la parroquia "pa" que toquen a gloria! Lanzó tal suspironazo nuestra atribulada doña Rafaela, que las gentes volviéronse a mirarla con curiosidad. —¡Vaya fuelle!—chungueó una golfilla riendo con todo el alegre descaro de su graciosa cara de pihuelo.
Pasa el tiempo... La fiebre arrebola el divino rostro de Luz. Brillan sus pupilas. —¡Mamá!—dice a media voz, delirante— ¡Ven, mamaíta!... ¿No me oyes? Mamá..., ¡él no me quiere!... ¡No me quiere..., y yo pensé que sí...!
... Abra el balcón... ¡Me ahogo!
No me dejes sólita... Quiero ir contigo... No llores, tonta... Trabajaremos las dos... Ahora ya tengo trabajo... Allí, le veré... ¡Qué sed tengo!... ¿Por qué no me dices nada?... ¿Le habré ofendido?... El me sigue... ¡Qué tormento ignorar..,! Yo le escribiría... Pero puede creer... Agua... ¡Un poquito de agua, doña Rafaela!... Si, ¿por qué no?... ¿A él?... No; eso no... Pero le quiero..., sí, le quiero, doña Rafaela... ¡Es tan bueno!... No vuelva a marcharse... ¡Cuánto ha tardado!... Acerqúese más... ¡Qué obscuro está esto...! Abra el balcón... ¡Me ahogo!... Venga... ¡Qué fría tiene la mano!, ¡Que dicha tener aún quien me acaricie!... Así., así... Gracias... ¡Que Dios se lo pague!... No se marche..., no... Téngame lástima... ¡Oh, si sus palabras no hubieran sido sólo piedad..., piedad de momento!... "¡Sola, no! ¡Sola, no!", rae repetía con los ojos irisados de lágrimas... Y en él confié... —¡Luz!,.. ¡Luz! Confia... Ya no te dejo. —No llore... Gracias... ;Si muero..., dígale que le amo...! ¡Qué dichoso le hubiera hecho!... —¡También él te ama, Luz..., Luz mía!... Te hará dichosa. —¡ Que él me qu iere...! ¡ Qué sed tengo!... ¡ Por Dios, déme usted agua!... Me abraso... ¡Mamá...! —¡Por fm! Usted, señora... —¡Señor Almagro! Vengo de buscarle. —Corra, corra por un médico a la Casa de SOCOITO más próxima. Acaso en alguna farmacia lo encuentre. La pobre Luz está muy grave... Ya ve..., ni nos conoce. —¡Mamá!... ¡Mamaíta!... —¿Qué quieres, Luz? ¿Qu& quieres, gloria mía? ¡Tu madre!... Como tal te quiere, nena... —¡Corra usted...! ¡Corra usted, señora! —¡Gracias a Dios que ha vuelto! ¡Vaya si corro! Doña Rafaela corre realmente como si hubiera perdido la mitad de su respetable peso. Y la huérfana sigue delirando y Manuel sufriendo la angustia de la ansiedad por que llegue pronto el auxilio de la ciencia. Ya ha partido la buena mujer cuando Almagro cae en la cuenta de que debió ser él quien fuese en busca del médico. Pero no sabe apartarse ahora del ser querido, que, inconscientemente, le ha confesado su amor, haciendo florecer en su alma la pasión más intensa de su vida. Y sin recordar, sin pensar que ella no puede entenderle en su estado febril, ni darse cuenta del valor de su® frases de angustia y de pasión, jura, llorando, que ha de amarla cual nunca, nunca, nunca, hombre alguno adoró a mujer amada. Y el médico llegó.. Ligero examen bastóle para diagnosticar aquel acceso de fiebre nerviosa. Todo..., era nada. Sonrió, comprensivo, al extender una receta. No precisaba que volviera. -Tranquilidad... Que tome eao... Que duerma. Pagóle Almagro. Y doña Rafaela le acució al despedirle. —¿No es nada, doctor? ¿De veras?—preguntóle. ^ P u e s t o que él ha vuelto—aludió a Manuel—, claro que no. —¿Es usted adivino? :
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—Casi. Soy viejo. —No tanto. —Conque..., si vuelve a suceder, ya sabe a quién llamar. Los dos rieron. Media noche. Almagro fué por el medicamento que el doctor recetara. —Vuelva por él dentro de media hora—dijéronle al demandarlo con premura. En un bar próximo tomó un ponche y un café. Cuando vuelve junto a Luz, ésta sigue igual. Adminístrale la medicina. Y poco a poco, la pobre huérfana, queda aletargada. Sus ojos se cierran. Doña Rafaela, tras cubrir la lámpara con rojo trozo de papel y dando por hecho el tácito propósito de velar ambos a Luz, lleva para el joven, junto a la cabecera del humilde lecho, la butaca de la alcoba de doña Elena. Coloca una mecedora en el ángulo más obscuro de la salita (el más lejano de la cama) y en ella se acomoda de manera que, siendo apenas vista, domina toda la estancia. Llegan a ésta, un tanto amortiguados por la altura del piso, los rumores de la calle. Por ellos sabe las horas doña Rafaela, falta de su relojito, sacrificado inútimente, pues quien había de solucionarlo todo ya está ellí. En el piso inferior cierran las persiana del balcón; las dos de la madrugada. La dueña de la casa de huéspedes se va a dormir. En la esquina próxima 3uena escandalosamente, bruscamente, el metálico cierre de una lechería: las tres y media. Doña Rafaela siente frío. Por el entreabierto balcón entra ligera brisa, húmeda y fresca. Y, "aire de lluvia"—piensa, cerrando. Mira al lecho de Luz. —Duerme... Y él... No; él no duerme. Reclinado en la butaca, contempla fijamente a Luz. Tiene tendido un brazo sobre el embozo del lecho para sujetarlo y que la joven no se destape y se enfríe. Doña Rafaela se acerca a la cama. —Parece estar mejor—dice muy bajito a Almagro. Este le impone silencio con un ademán y asiente a su opinión. Por señas, cruzan unas palabras más. —Venga... Duerma ahí..., en la habitación de doña Elena. ^ N o , no. —Pero..., venga... —¡Que no! Y apoya, cruzado sobre los labios, en ellos, el índice de su diestra. Arrebujada en su mantón, friolera y bostezando de sueño, la buena señora vuelve a su asiento. Y desde allí contempla con íntima satisfacción, hasta dormirse, con la sonri.sa en los labios, aquel cuadro, para ella emocionante, del gran pintor, rico y seguramente bueno, velando a la pobrecilla huérfana: —¡Ha vuelto! ¡La amaba! ¿Puede estar tranquila la conciencia de doña Rafaela? La vacilante duda que aun surge en la mente de Ja infeliz mujer, la borra brusco arrebujo y decisivo encogimiento de hombros, exterioriza-
ción, sin duda, de uno de sus concluyentes: —¡Qué porra!
Amanece turbiamente. Está muy nublado. Doña Rafaela cierra las persianas, las puertas, cristaleras y, molestada por el relampagueo, los "porticones". Por fin, se duerme. Suenan, lejanos, algunos truenos. Y a poco la lluvia golpea en la^ persianas y en la soiei'a del terrado, techo de aquel ultimo piso. Luz, blanco el rostro como la almohada en que descansa su preciosa cabeza orlada de rubios cabellos, entreabre sus divinos ojos, agrandados por las ojeras en que los hundió la pasada fiebre. Sin moverse, busca en las sombras con la mirada.
— ¡ L u z ! ¡Alma
mía!
Columbra a doña Rafaela, profundamente dormida en su mecedora, allá en el obscuro rincón. Luego vuelve los ojos—como sieihpre, al despertar—hacia el portarretratos en que están los de sus padres. Y, al pronto, el sobresalto y el asombro se reflejan en ellos al ver un hombre dormido allí, junto al lecho. —¡El!—ahoga llevándose una mano a los labios. Y queda inmóvil, absorta en la contemplación del primer hombre que hizo brotar en su pecho las divinas aromosas flores de la pasión origen de la vida; porque la vida es eso: amor. —¡El aquí!... Luego supo... Acaso Font... ¡Oh, Dios mío! Su rostro va animándose al influjo de sus pensamientos. Observa todos los detalles: la receta del doctor, allí, junto al medicamento; la butaca "de mamá", llevada junto a la cabecera del lecho... Sin duda, debió de sufrir algún delirio... No recordaba... y el no recordar detalles era la confirmación de la creencia... Luego Almagro, "él", ¿ estaba allí ya muchas horas ?... Indudable... Amanecía... Por las rendijas del balcón entraba pálida luz diurna. —¡El aquí! ¡El aquí! ¡Y dormido junto a su lecho, velándola! —¡Dios mío! ¡Dios mío!... ¡Mamá..., mamál... ¡Pídele a Dios, madre mía! Almagro conserva aún el brazo derecho tendido a lo largo del borde de la cama. Su diestra muévese, como sujetando algo. Como acariciando en sueños. Aquella mano varonil, fuerte, bien modelada, es la del creador de tantas y tantas bellezas ar-
tísticas, la mano piadosa que, junto a las de ella, fué por las calles sosteniendo la cabeza de la pobre accidentada, de la madre que perdiera súbitamente, inesperadamente... ¡ Oh, mano bendita y adorable, creadora de infinitas bellezas, así al impulso del corazón como de la mente!... ¡Obras de arte y obras de piedad! —¡ Bendita mano!—piensa, recordando: "No tuvo valor para cortar, con la vida de la culpable, el lazo que, como vergonzoso dogal, a ella le unía," Dos veces Luz avanza maquinalmente sus manos, con lentitud, hacía la del joven, como para acariciarla. Y las dos veces retrocede en su acción, llevándoselas al rostro. Sus labios muévense a impulsos de esa oración del alma que llamamos beso. Sí; la besa, la besa bendiciéndola con el pensamiento, adorándola con los ojos empañados por la emoción, la gratitud, la ternura. "Sola, no—rememora. Todos los que sufrimos por algo, todos los que llevamos una pena en el corazón, nos debemos amor, apoyo, piedad, y hemos de considerarnos como hermanos de la inmensa cofradía del dolor." Tal dijo entonces, y sus ojos, y su voz, y su actitud, dijeron más, ¡mucho más! ¡Todo lo que ella entendió, todo lo que hizo que su corazón palpitase como nunca al convertirse en él la crisálida del sentimiento en deslumbrante mariposa del amor! Le ama, si, le ama con toda la ilusión de su alma virgen de amores hasta entonces, con todas las potencias de sus vírgenes sentidos, con todo el ardiente fuego de su apasionada raza, i Amor! ¡Oh, añoranzas; oh, ilusiones; oh, anhelos! ¡Cómo despiertan, cómo enardecen, estremeciéndolo, aquel ser, todo ternura, todo bondad, todo ilusión, ¡ todo amor! Amor divino, amor eterno que a quien lo siente con verdad le. hace ir del dolor y la piedad al sacrificio ultráneo y que, mamanantial eterno de venturas, nos sobrevive en el corazón amado! —i Mamá! —^¡ Mamá I... ¡ Pídeselo a Dios!... ¡Cristo del Gran Poder!... ¡Virgencita mía!... Ruedan las lágrimas por el rostro de la huérfana. En aquel momento despierta Almagro. Queda atónito. ¡Ella despierta..., mirándole..., llorosa! —¡Luz!... Un sollozo alarma a doña Rafaela, que no se mueve de su sitio. Pero por el rabillo de un ojo ve que Luz, la pobrecilla Luz, sigue sollozando, oculto el rostro contra el pecho del artista. Oye el leve rumor de algunas palabras..., de tristes suspiros... —Te amo, si; pero mi amor deshonra. —¿Quién lo dice? —La sociedad, las leyes de los hombres. —Unas leyes que castigan al inocente son injustas, y crueles los hombres que las defienden. —¡Luz! ¡Alma mía! —Yo te amo, Manuel. Algo más, y no palabras precisamente, oye doña Rafaela desde su rincón. Y sonríe, cerrando los ojos por completo y pensando con ía conciencia tranquila: —¡Por fin! (Continuará.)
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Folleto de C U R S O S DK I I H O J I A S : Aliiiiáii, F r a n c é s , I n Follett, <](• Cl'KSOS T I í C M C O S : McL\ítiÍ«i, IClcclricidad, J i i d n i u l i f a , \';ip<ir, Aul'iiriiivilisiiin. Mnlurus, l'Viriítaní'lert, T'>piii;raíia. Ci.iistiULfií'n. Ü i i n i j u . etc. Folleto (ie C l ' K S d S l l l ' ; C i M l i R C K i. C.iucrcin, Pnipngünda. Venias, Contabüidíid, Meca noy rafia, 'i'aiiuigraíi-i, etc.
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Deseaba Taparme La Cara
" L a p r i m e r a vez q u f me e n c o n t r é con el h o m b r e que ahora es m i m a r i d o huhiese q i r c r i d o tai)ai'nu' hi cara para (pie nn ptiíiifse ver m i tez, 'l'enia entonces la pie) íírasienta, a m a r i l l e n t a , vnn poros t ü latatlos, y, aiintiue sólo tenía ti-einta y tres años, atibunas a n u í í a s eriipezahan a sui'carla. A l punto resolví tpie, de ser humanaiíiente posible, había de loiírar (jue desapareciesen todos esos defectos. En muchas ocasiones Iiabía leído a r t í c u los sobre la ("rema T o k a l o i i , la famosa crema par i s i e n s e ; i>ero, no obstante, nunca me había d e c i d i d o a j ) r o b a r I a ; es lástima ijue no hi haya c o n o c i d o nntes. . Yo sé (pie (por razones científicas) la ('rema T o kíilon da resultados p r r x l i j í i o s o s ; pero lo i m p o r tante para mí es que, al mes de emplearla, desaparecieron todas la-í luiellas de l i v i d e z , usi como las arriijías tpie me hacían parecer vieja. Aun<pie ahora mí mai"ido no cpiiere reconocerlo, yo tenjío la seííuridafl de que no me hubiera hecho cas» si mi lez i'adiante e irresíslible no le hubiese seducido. Si hay umjeres que todavía ai)la/an el r e c u n - i r a la crema T o k a l o n , como h i c e y o , deseo que m i ejemplo les convenza. N O T A . — L a f i r m a n t e de esta carta |)refiere conservar el a n ó n i m o , i)ero la prueba de la existencia real de la atestación t r a n s c r i t a se dará a quien la p i d a . Lo (pie ella hizo todas las mujeres pueden liacerlo. Apliqúese la ("rema T o k a l o n rosa, a l i m e n to del c i d í s , por la noche, y la blanca, por la niaiüina. Un cambio soi'prendenle se ]>roduce, a veces, en una sola noche, (¡arantizanios un resultado .sat ' s f . i c t o r i o o devolvemos el d i n e r o .
c...-^..,.... . „ . . . . , . .
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P A S J K L DK MOKA Jíi'tvíu iipri)l'iiJii por til Cti.-~ti 7'i'ii''"fi', Mtulriíi A T J I Í 4 yftnas h:isla qiu' es I:n I IKM :is I>itn IIÜIÍIIÍIÍ; la ¡nasa ten niuy ti^cnis; sin ilf):ir iklu- i[Ui:iliir iirijfiiriiit y nii l i o de batir agri-f;ur poco a piicii liajiírla iniii-hi. ilt,-.;>iii.-!"li.'iiñadir I70 griinn)S lie aíúcar y ll.^yrii- las tiaras. Cm-i r cu iln^ innluifS inoí de harina laniizaila cnn ii;iialfs en hiiniii riii>>lir;ufo '!:> 3 cucharadilas ilr nlíoyal lía- uúmilcu. I'riii ya. st-esparce csla king Pov/dcr», Añailir iin.i cu- cmiia i-n el íiu.lui y p'ir intima charadita de i x l r a c l o de vaiiii- dol pndfl: ISqr^ini.js de ft-ncin Un. 3 cucharadas de agua trin y dt nmlsa. I"! yraniiis d. :i/.in:ar y una cucharada de csciii-ia de nio> I / 4 i i l r . i de nala. lialirhi Indo kn. Hcíclarlu bien ioJuy unir hasla ohUiui un.i me/cla espesa
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esiumpo
^g el de Cossio no desmerece en cuanto a fineza de color, gxisto decorativo, elegancia de composición y sensibilidad coetánea. Allí se dan la mano la maestría del Renacimiento y las conquistas del Arte moderno. "Mi mujer y mis hijos". Este sí es un cuadro que ha pasado victorioso por el postimpresionismo decadente para llegar a la valoración de ritmos y volúmenes de la pintura actual. En cambio, los de la señorita Angeles Santos parecen todavía sumergidas en aquellas espesas tinieblas que no acertaron a disipar Van Gogh, Matisse y Gaugin. Ni precocidad, ni demasiada audacia. Vo-
«D. Antonio
'iAutorretrato^, por Rafael López Alvarez, que figura en el Salón de Otoño.
T
'
'ODA la atención de este Salón de Otoño parece absorberla la señorita Angeles Santos. Ni la sala de Eduardo Rosales, de una lamentable indigencia documental; ni el homenaje al marinista Verdugo Landi. muerto en la plenitud de sus entusiasmos pictóricos; ni las cinco o seis firmas habituales, de las que cabe esperar siempre una grata sorpresa; ni la mejor ordenación de la pintura llamada de "vanguardia"; nada, en fin, que no sea la señorita Angeles Santos, ha suscitado el comentario periodístico.
Hablemos, pues, ante todo, de la señorita Angeles Santos. El gesto de esta pintora es tan desconcertante como las polémicas a que ha dado lugar. Se habla de precocidad, de genio, de audacias... De lo que apenas se habla eí> de la calidad de su pintura. Y lo más temible, o, por lo menos, lo más doloroso, es que esta joven, ya de por sí indecisa en su arte, no va a encontrar una luz que le oriente, ni una mano generosa que le guíe, si persisten a su alrededor las adulaciones hiperbólicas y las censuras desconsideradas. Como pintora y como señorita merece los mayores respetos. Entre ellos, la verdad. Y la verdad es que su pintura no presenta sino novedades relativas.
La pintura de Angeles Santos pertenece al momento de transición entre el postimpresionismo y las nuevas tendencias europeas. Aquél y éstas se nutrieron de tentativas más que de obras geniales, pero, así y todo, han dado ya su fruto. En el mismo Salón de Otoño hay algún cuadro que podría citarse como ejemplo: el de Mariano de Cossio, "Mi mujer y mis hijos". ¿Por qué la critica no se ha fijado en este lienzo de modernidad inteligente y razonada? No me lo explico, después de los justos elogios a "I^a familia del Pintor", de Buisseret, que figuró en la Exposición de Arte belga, celebrada en Madrid en 1928. Sígiien amfcios idéntica trayectoria estética. Y
«Mi mujer y mis bijos^, cuadro de Mariano
de Cossío. '
cación firme, cultura adquirida a empellones, legítimo afán de destacarse y pocos años. Y como consecuencia, una pintura impetuosa, desenfrenada e incoherente. Pero al lado de todo esto, otra afirmación rotunda: la señorita Angeles Santos sabe pintar. Conoce las leyes de la Pintura, no con picardías
Cavada», retrato, Segura.
por
Agustín
para burlarlas, como suponen algunos, sino con destreza suficiente para eludir su cumplimiento. "El Cabaret" es un testimonio irrecusable. Después de pintar las tres recias figuras de "El Cabaret", cualquier artista tiene derecho a entregarse, por diversión o por capricho, a los placeres de la pintura recreativa. Muchas obras de la sala de Angeles Santos no serían ni siquiera admisibles si no estuviesen defendidas por tres o cuatro óleos de positivo mérito. Trozos de realismo magnifico en unos, conjuntos excelentes en otros, revelan un buen temperamento de pintor. De pintor, más propiamente que de pintora. Y de pintor que, si ahora, en el periodo de las incertldumbres y las incongruencias, atrae la curiosidad y suscita el debate, mañana, serenado el espíritu y libre de preocupaciones, sabrá llamar hacia sí la admiración. Por lo pronto, ya parece que el gris Salón de Otoño ha encontrado su musa.
En otros aspectos, el X Salón de Otoño sigue la poco brillante tradición de los precedentes. Imagen de ellos, proyecta sobre el Arte español una sombra más de indiferencia. Alrededor de quinientas obras, entre pintura y escultura, y escasamente un par de docenas dignas del calificativo de interesantes. En la Sección de retratos, uno notabilísimo, como suyo, de Julio Moisés; otros, en los que destaca la elegancia característica de Nelly Harwey; otro excelente por la firmeza del dibujo, la calidad de la pintura y la ejecución frailea y suelta, de Agustín Segura; un autorretrato al pastel, también muy fino y justo de dibujo y expresión, de López AJvarez... Entre los paisajistas; Abelenda, "Beroardino de Pantorba", León Astrue, Blanco Recio, Gómez Alarcón... Y de escultura, aparte los prestigios ya contrastados — que, por cierto, no aportan la menor novedad—, escayolas y tallas de principiantes, a las que podría abonar la buena intención o el buen humor mejor que una pura sensibilidad escultórica. GIL FILLOL
«El cabaret^, cuadro de ¡a señorita Angeles Santos, que figura en el Salón de Otoño.
(Fotos César Benilez y Morenü >
riechos
D. José Manuel Ostolazn, fundador de la Escuela del Emigrante, en Deva, a quien los obreros eibarreses han bes cha objeto de un ^ r o / í liame= na/e. ¡Foto Ofanguren.'
VALENCIA.—
Majestad
El Duque de Canalejas pronunciando brir la lápida dedicada a la memoria
LARACHE.—Los
HOTEL
MADHID.—Su
y
el Hey en la inauguración escudo de Madrid,
un discurso en el acto de descu= de su padre. (Fofo Desfílis=Barberá,)
periodistas franceses, que han estado en la Zona Tánger, durante su visita a los Viveros.
PRÍNCIPE
KosLros az
Inte, ¡aclonal de {Foto Gavilán.)
la
/xctLialidad
El notable escritor D. Cui= ¡lermo Herrera Lafuente, au= tor de ¡a novela •< Un ahogado católico», elogiada por la cr¡= iica y bien acogida por el
de la Exposición de Horticultura del Retiro, viendo el compuesto con flores, (Foto Conirerds y Vilascca.)
público.
SE VILLA.-—El diminuto y novel diestro Rafael Ortega Gómez, Joselito, con tos presidentes y los organizadores del festival HeliÓpolis.
sobrino del malogrado benéfico celebrado en (Polo Dubois )
SANTANDER.^-Aspecto
de la Tiesta del Aho=: (FutoSamot.J
rro,
ASTURIAS
del teatro Reina Victoria, con motivo celebrada por el Monte de Piedad. ACLARACIÓN.—El cribe rogándonos
M A D R I D Econ6mico, bíen sítaado, niuy confortable.
lado
(fAlbaicinera»,
pasado,
pintor que hagamos
cuya fotografía
no está hecho al pastel,
decíamos,
sino a la acuarela-
PARA
Apperley
nos es=
que el cuadro publicamos
en
fitu= julio
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equivocadamente
Queda
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L constniir para ESTAMPA, la popularísima revista, su nueva y señorial residencia, sus propietarios no han querido que nada eu ella desmerezca. Por eso, al planear las instalaciones eléctricas, no tuvieron otra norma que la de escoger los mejores materiales que garantizasen la eficiencia y seguridad máxima del servicio. Respecto a las máquinas, desechado ya el antiguo sistema de las largas transmisiones, han adoptado, siguiendo la norma trazada, el accionamiento individual por motores trifásicos.
De llevar a cabo todas las instalaciones, con sujeción estricta a estos principios, se ha encargado la Siemens Industria Eléctrica, cuyo excelente material y sistema de instalación son universalmente reconocidos.
Para el tendido de líneas y conductores de fuerza y alumbrado se han consumido miles de metros de tubo Peschel. de acero de primera calidad, y tubos protectores, también de acero, embutidos en la pa-
Compresor
de amoniaco
para
la
refrigeración
del
edificio.
lugar PC han montado interruptores automáticos, muy superiores a aquéllos por lo que toca a la seguridad del servicio y protección de las instalaciones.
Pasa mucho del centenar el número de lucetas y aparatos de alumbrado diseminados en talleres, dependencias y oficinas, obteniéndose una iluminación eficaz, higiénica, en todo de acuerdo con los principios de la moderna luminotecnia. La instalación do llamadas no es la ya anticuada de timbres molestos cjjn cuadros de números, sino una instalación de señales luminosas coloreadas, que sólo se apagan cuando acude la persona llamada y oprime un botón conmutador. * + *
"
''
,
Dentro del edificio, las diversas oficinas, dependencias y cuartos de jefes y directores pueden comunicarse entre sí desde cualquier punto, gracias a una instalación completa de telefonía automática, a la que se empalman cincuenta aparatos. De lo estrictamente que la Siemens Industria Eléctrica ha cumplido el principio del accionamiento individual, da idea el número tie motores empleados para mover las rotativas, máquinas accesorias y auxiliares, sistema empleado también en los gran-
CiiüJrn de maniatira del refri erarián y venlilación
. • ! | ; j
compresor de del edificio.
red, donde la estética lo ha exigido. Los conductores han sido del tipo vulcanizado N. G. A., cuya elaboración responde plenamente a las prescripciones de la Asociación de Electrotécnicos Alemanes. También se han empleado varios centenares de metros de cable subterráneo de diferentes secciones.
En la instalación de alumbrado se ha montado nuestro modernísimo material, marca C. E. K. A., que, a su condición práctica y gusto refinado, une el ser de forma nueva, sencilla y elegante. Los conocidos cortacircuitos han desaparecido en esta instalación. En su
Luceta
[
Cuadro
general
de rotativas,
alumbrado
y fuerza
del
edificio.
de techo
Ls41.
des talleres Rivadeneyra, sumando un total de más de setenta motores, con potencias desde 0,5 a 60 caballos.
Reconocida la Siemens Industria Eléctrica a los propietarios de ESTAMPA por el alto honor de poner su confianza en su dirección y material, se ha esforzado en demostrarles que podía merecerla y cree haberlo conseguido.
estampa
COMPOSICIÓN Azúcar leche, b., cinco ctgrs.; extracto reg'.iliz, cinco ctgrs.; extracto diacodio, tres milig.; extracto rncdu= la vaca, tres milig.; gomenol, cinco injlig.; asúcar iTientoanisado, cantidad suficiente para una pastilla.
CURAN RADICALMENTE LA
PORQUE COMBATEN SUS CAUSAS: Catarros, ronqueras, anginas, laringitis, bronquitis, tuberculosis pulmonar, asma y todas las afecciones en general de la garganta, bronquios y pulmones. Las P A S T I L L A S A S P A I M E superan a todas las conoci= das por su composición, que no puede ser más racional y cien= tífica, gusto agradable y el ser las únicas en que está resuelto el trascendental problema de los medicamentos balsámicos y volátiles, que se conservan idefinidamente y mantienen ínte= gras sus maravillosas propiedades medicinales para combatir, de una manera constante, rápida y eficaz, las enfermedades de las vías respiratorias, que son causa de T O S y sofocación. Las P A S T I L L A S A S P A I M E son las recetadas por los médicos. Las P A S T I L L A S A S P A I M E son las preferidas por los pacientes. Exigid siempre las legítimas P A S T I L L A S A S P A I M E y no admitir substituciones interesadas de escasos o nulos resultados. Las P A S T I L L A S A S P A I M E se venden a U M A P E S E = T A CAJA en las principales farmacias y droguerías, entregándose al mismo tiempo gratuitamente una de muestra, muy cómoda para llevar en el bolsillo. Especialidad farmacéutica del Laboratorio S O K A T A R G . Oficinas: calle del T c r , 16. Teléf. 50791. B A R C E L O N A . Nota importantísima.—Para demostrar y convencer que los rápidos y satisfatorjos resultados para curar la T O S mediante las P A S T I L L A S A S P A I M E no son posibles con sus simila= res, y que no hay actualmente otras pastillas que puedan supe= rarlas, el Laboratorio Sókatarg manda gratis una cajita mues= tra de «Pastillas Aspaimc» a los que le envíen el recorte de este anuncio acompañado de un sello de cinco céntimos, todo den= tro de sobre franqueado con dos céntimos.
c ,..•1.1;.,,.. c.i -.,f; i,.i , t ; . . , : . . . , t , . i , , , . . . t . . . ^ ^ f c ^ —-L'nas 11...... seis ..«:.. horas u . . ^ „ . . diarias , i ; . , ^ ; . , . . está «.i.».; delante <i..i..•>»„ dci ,l..i mii.i Se publicaron folofírafias del dimimitd locutoi, crófono. Calcule usted treinta o cuarenta mil jiay ya los pequeños, calmada su ansiedad, fiitalabras... blaron con d nuevo amigo unas relaciones corEchen ustedes la cuenta. 'I'reinta o cuarenta mil diales. l)alabras diarias suman un millón ai !nes. Si en vez de hablar ])or radio, .se le OCUITC hacerlo por LO gUK HABLA KMiLIO telégrafo, no se encuentra dinero en Euroija pai'a Y LO QÜK LE KSCIUHÜN ¡tagar la cuenta. Toresky nos ciienla detalles de la popularidad —¿ÍAiántas cartas ha recibido el niño de sus admiradores? de su lujo microfónico. —Más de cuarenta mil. -—¿(luánto hablará, más o menas, el chaval? Luego me refiere Tore.sky la obra benéfica ([ue —¿Oh! ¡Más que García Sáni-hiz!... Emilio está realizando en Cataluña. — P e r o . . . ¿cuánto? El i)equeño se encarga de pedir donativos a niños que le escuchan, Esle dinero, de •epción voy dando cuenta diariamente a tes, se destina a la instalación de aparadio en los establecimientos benéficos. Los IOS colocado ya en muchos sitios: hosUes, asilos, manicomios, jiresidios. Cafia que se inaugura una inslalación, damos día de dicha a las gentes más desventuradas. No ijuede usted imaginarse con (jué alborozo reciben las primeras armonías los pobres enfermos que sufren en un lu¡s])ital. Es un espectáculo inex|)licable.
í-a «casa'> de Emilio; un poco esfrecha, pero obrigaiia. El popular vspeacker» viaja, como ¡os caracoles*, con la casa a cuestas.
LA XOTA PINTOniiSCA
EL NINO líK TUAl'O
T
ODOS los niños barceloneses y todos los niños df (Cataluña entera son fírandeji amibos de Kniilio, que Ps la criatura más popular (jue baya *^x¡stiflt) nunca. Por las tardes, Kriülio t'Ueiita a sus ami.iíuilos ln que lia hecho dui'ante el dia, les leí' el l'aíiifcl, Ici tiansniíle 'as enseñanzas que ha rccibiílo, les refiere Sus excursiíHies |>or los alrededores, sus viajes a las poblaciones importantes... Y después de todo esto, Emilio, tan querido <it '¡odos y tan popular, es... dcsccmtjcido.
Ks un ])crsonaje nuevo, como el invento maravilloso que le ha dado vida. Ks el ¡jequeño speac^€r de la Radio líarcelona. Para mayor misterio, no existe. Se trata tie un personaje creado por Toresky, el popular locutor de la emisora, que tiene dos voces: una, de tijtle ligera, y otra, fírave, como los sochantres de las catedrales. «Y saben ustedes cómo le ocurrió a Toresky el fenómeno de las dos voces? Pues sencillamente: tenia la voz atiplada; se acatarró, le dio un H^'P^ *íe tos y desde entonces tiene el ref^istro de bajo. La fíarííanta, según los rayos X, se le ha quedado íleforme, formando una linea quebrada; pero él vive tan foüz con sus dos voces. ¡Lástijiia que el fíolpe de tos no le diera, de paso, dos vidas! Para alegrar los anuncios por el micrófono, To'"esky se puso a jugar con los dos rcfíislros de su Voz, Empezó el diálogo entre él y Emilio. Y en seguida empezaron a llover cartas de todos los niños catalanes, saludando al gracioso amiguilo y cxi)rcsando el deseo de conocerle. Va se sabe que los niños más bonitos y graciosos se ponen pesados si no se les .satisface un capricho. Asi, la lluvia de cartas infantiles recrudeció y no hubo más remedio que calmar la impaciencia de lo-s pequeños radioescuchas, fabricando un Emilio de trapo, elaborado con la mejor voluntad y con la más simpática expresión.
La hora del traba/o. Entre la prosa de ¡os anuncios comerciales, que i-o leyenda «papá», el pequeño se dirige a sus amiguitos pi^: diéndoles que se acuerden de los pobres, y les cuenta, de paso, unos cuantos chistes, de los que tiene una colección inagotable.
Emilio
entre sus amigas, las señoritas
—Hay muchas madres—me cuenta Toresky—que cuando los hijos no quieren inirgarse o se resisten a lomar alguna juetlicina, les dicen: "Si no la tomas, se enfadará Emilio, porque eres malo y no te hablará más." En efecto; discretamente las madres enchufan el altavoz y las criaturas toman lo que les den, aunque sea a regañadieiiles, para que su amigo no les niegue su graciosa charla. FÉLIX CENTENO
empleadas de ('Radio Barcelona». En cuanto que mis compañeras salgan conmigo.»
llegó el fotógrafo,
dijo:
nYo
quiero
Cilampa •^^«%?i
EL MEJOR AMIGO DE LA CASA es un aparato de Radio, según la Irase leliz del ilustre Benavenie, y entre tos Receptores de Radio que más satisfacciones y alegrías llevarán a su Casa, están los Receptores PHILIPS que se distinguen por su selectividad, fidelísima reproducción de los sonidos y sencillo manejo. Un aparato PHILIPS realza el aspecto de cualquier habitación y es un signo de riqueza y de buen gusto. Pida usted una demostración en los buenos establecimientos de Radio Infórmese de las ventajosas condiciones de Venta a Plazos. Un pequeño desembolso le permitirá disfrutar inmediatamente del placer constante que hade proporcionarte un Receptor de Radio de primera clase P H I L I P S I B É R I C A . S. A . E. MADRID, BARCaONA. SEVllXA. Bll-BAO. VALENCIA, LAS PALAiAS
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LA IXCS^ 0 £ OKO Úsela a l g u n o s días c o m o l n i : i 6 n al p e i n a r s e y ver A m a r a v i l h u l n cómo desaparecen progresivam e n t e , y su c a b e l l o r e c o b r a de n u e v o el c o l o r n a t u r a l . C o n ol nso de L a F l o r de O r o no t e m a que su c a b e l l o a d q u i e r a el c o l o r f e o de o t r a s a g u a s q u e , en l u g a r de f a v o r e c e r , r i d i c u l i z a n . Es á b a o l u l a m e n t e i n o f e n s i v a y de u s o m u y a g r a d a b l e . No m a n c h a , n i engrasa la piel, n i ensucia la ropa E x t i r p a l a caspa y e v i t a la caída del c a b e l l o , p o r ser e n é r g i c o d e s infectante del cuero cabelludo. DE VENTA EN PERFUMERÍAS
Vr^it entóneos si sns aniigfos' notan sns dientes nisis bonitos Si V i l . quiere dientes m á s blancos, m á s bonitos, h a g a esta prueba. Le quedarán los dientes de una hermosa blancura. DIENTES OCULTADOS P O R LA PELÍCULA Usted tiene cubiertos sus dientes por la peh'cula... Pase su lengua sobre sus dientes y la sentirá... una capa resbaladiza, viscosa. Se adhiere a los dientes y permanece allí. Deja a sus dientes expuestos a toda clase de m o lestias. Los dentífricos ordinarios n o pueden combatirla. AHORA - UNA NUEVA MANERA. PRUÉBELA . \ h o r a nuevos métodos son
usados. Un dentilrito d e n o m i n a d o Pepsodent — diferente en fórmula, acción v efecto de todos los otros conocidos. La ciencia dental de i o d o el m u n d o ha elegido este método. Remueve la película. Pruébelo. Note como se siente la d e n t a d u r a limpia después de usarlo. Mire como se h a n vuelto más blancos sus dientes así (|ue la película h a desaparecido. Adquiera un tubo íle Pepsodent ahora, o escriba pidiendo u n o gratis para 10 días a: Busquéis H e r m a n o s y Cia.^ Sec. 6Z5-Z7, CorieSf 5 9 1 ' A . Barcelona.
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PgDSAU£J\t El Dentífrico que ' lo Película
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Como ewe ixn íunnln*e a 12,T00 muiros de aGaxrei Yexxyrclrrvoirt nzandlcxl DESDE MAS DK ONCE MIL METROS CAYÓ SIN SENTIDO
El piloto Nauenhaujen, el hombre que ha volado a 12.700 metros, hablando con nuestro compañero,
— ¿ D ó n d e r e a l i z ó u s t e d su i n t e n t o de record ? ^ - E n D e s s a u . D o s veces m e elevé p a r a conseguir superar la m a r c a m u n d i a l ; l a p r i m e r a no lo conseguí y estuve a p u n t o de m a t a r m e . M e salvé m i l a g r o s a m e n t e . —¿Alguna avería? — S í . M e decidí a p a s a r de los once mil quinientos metros, a cuya altura m e h a l l a b a , y e n t o n c e s se produjo u n a a v e r i a en el t u b o q u e c o m u n i c a b a con el d e p ó s i t o de o x í g e n o y . s ú b i t a m e n t e , casi p e r d i el sentido, m i e n t r a s el a p a r a t o , falto de d i r e c ción, c a í a a t i e r r a p r e c i p i t a d a m e n t e . EM ocho m i n u t o s descendió seis m i l metros. L a muerte e r a segura, pero el c a m b i o de a t m ó s f e r a p r o d u c i d o p o r el d e s c e n s o m e hizo r e c o b r a r el conocimiento. A d v e r t í e n el a c t o el p e l i g r o q u e corría, r e c o b r é los m a n dos y d e t u v e e n su d e s c e n s o el a p a r a t o , q u e volvió a s u posición n o r m a l .
P
OCO antes que el Junkera gigante "G. 38", llegó al aeródromo de Getafe un avión de caza con dos aviadores. Contra el fuerte viento que reinaba, el aparato metáHco entró en el campo de aterrizaje a una velocidad fantástica. Venía" piloteado por el alemán Nauenhaujen, el hombre que consiguió volar a mayor altura en el mundo.
c o m p r e s o r , m e elevé e n D e s s a u . A los cinco mil m e t r o s e m p e c é a u t i l i z a r el a p a r a t o de oxígeno p a r a i r m e a c o s t u m b r a n d o . E n v e i n t i n u e v e m i n u t o s llegué a los once m i l m e t r o s . D e s p u é s , p a r a a s c e n d e r mil setecientos treinta y nueve metros m á s , invertí cuar e n t a y d o s m i n u t o s . E s t o se lo e x p l i c a r á u s t e d si le digo q u e , d e s d e los once m i l m e t r o s , el avión a s ciende m u y l e n t a m e n t e . • ^ ¿ Q u é sensación se nota a e s a a l t u r a ? —-A los o n c e mil m e t r o s n o t é u n g r a n c a n s a n c i o , q u e m e i m p e d í a h a c e r m o v i m i e n t o s sin u n g r a n e s fuerzo. — ¿ H a c í a mucho frío? — C i n c u e n t a y cinco g r a d o s bajo c e r o . E s t o t a m bién m e m o l e s t a b a m u c h o , a p e s a r de q u e i b a b i e n a b r i g a d o . El m o t o r t a m b i é n lo n o t a b a , pues e n t i e r r a h a c i a veinticinco g r a d o s d e c a l o r y a l l l e g a r a a q u e l l a a l t u r a l a diferencia de t e m p e r a t u r a e r a de ochenta grados. EL RECORD MUNDUL BATIDO — C u a n d o vi q u e el m o t o r n o p o d í a h a c e r s u b i r m á s al a p a r a t o , calculé a p r o x i m a d a m e n t e l a a l t u r a a l c a n z a d a y e m p r e n d í el descenso, a t e r r i z a n d o , como es r e g l a m e n t a r i o , e n el p u n t o de p a r t i d a . Y los d e l e g a d o s q u e e x a m i n a r o n los a p a r a t o s d e a bordo c o m p r o b a r o n q u e h a b í a b a t i d o el r e c o r d m u n d i a l , e s tableciéndolo e n doce m i l setecientos treinta y nueve metros. Para lograr esa alt u r a i n v e r t í u n a h o r a once m i n u t o s . E n el d e s c e n s o t a r dé c u a r e n t a m i n u t o s . Nauenhaujen en su avión caza, en Getafe.
de
COMO SE PUEUE VOLAR A MAS DE DIES MIL METROS
— P a r a volar a alturas mayores de diez mil m e t r o s ^ n o s dice Nauenhaujen—•, y. sobre todo, para intentar un record de altura, hay que someterse a un entrenamiento metódico que acostumbre al cuerpo a permanecer en alturas donde, sin ayuda del oxígeno, no se podría vivir. — ¿ A qué altura necesita el hombre los aparatos de oxigeno? —A unos cinco mil metros normalmente. Otros, en cambio, pueden subir más. Depende de las condiciones físicas de la persona... Yo he hecho vuelos hasta siete mil metros sin ayuda alguna; pero eso lo he realizado permaneciendo en aquellas alturas solamente el tiempo necesario para subir y bajar. —En sus entrenamientos, ¿ a qué altura llegaba? —Cuando me preparaba para intentar tjatir el record mundial, volé muchas veces a diez mil metros con objeto de controlar mis condiciones.
LA ALTURA EN QUE ACABA LA VIDA DE UN HOMBRE
— ¿ C u á l e r a el record q u e u s t e d q u e n a s u p e r a r ? — E l de once m i l novecientos m e t r o s . Con e s t a m a r c a . Sussex habia batido e n doscientos metros l a del a m e r i c a n o C h a m p i o n . A S u s s e x le d u r ó poco su record, pue.s yo lo s u p e r é quince d í a s d e s p u é s . — ¿ C ó m o llevó u s t e d a c a b o su v u e l o ? — C o n u n J u n k e r s de c a r g a , pro\'isto de m o t o r
— ¿ H a s t a qué altura se calcula que puede llegar el h o m b r e ? — L o s m é d i c o s c a l c u l a n q u e el l í m i t e s e a l c a n z a a los t r e c e m i l m e t r o s . C r e e n q u e a m a y o r a l t u r a s e p a r a l i z a r í a el c o r a z ó n y l a m u e r t e e s , p o r lo t a n t o , i n e v i t a b l e , a u n llevando a p a r a t o d e oxígeno. — ¿ E n t o n c e s , poco f a l t a p a r a l l e g a r al r e c o r d t o p e ? — N o . A p e s a r de lo q u e dicen los médicos, h a b r á quien intente p a s a r d e los trece mil. Probablemente y o m i s m o , p e r o con u n m o t o r m á s p o t e n t e q u e el q u e h e utilizado. (FotosContrcras V Vilasecay Orrios.)
F . D . R.
Cilumpu El pequeño jokey sonríe desde lo alto de su esfrofularia ca= baldadura. No debe llevar prisa, y es ca^ si seguro que n o incurrirá en multa por exceso de ve» locidad. Lo que sí se pue= de decir es que el animan lito es de una fealdad de concurso.
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ruinen
de^to^anbnme^ cuya impunidad se mueven quién sabe qué fuerzas temerosas y misteriosas. Con estos procedimientos, el niño termina por dudar de todo, por temer de todas las cosas (iesconocidas y de aquellas otras cuyas formas o proporciones ini|)resionan a su espíritu. Se quiere dominar al niño por el miedo, p(tr el terror, por esa fórmula que no acei)tamos ni toleramos los hombres. ¿Cabe mayor contrasentido? No metáis miedo a los niños. No r-grai'éis jamás en la virfíinal película de su sensibilidad ese eslremecimiento indeleble que es el terror. Un niño pusilánime, un niño acobardado, en vilo siempre anle una puerta abierta.
contemplaban la roja danza de las llamas, ¡cómo nos amedrentaba el viento en el cañón de la chimenea! Hablaba el padre, de sus cosas. Frente a él la madre tejía su media, constante y ágil. Roncaba el gato, negro, egoísta y feliz. Y, de pronto, el viento, que pasaba 2umbando, saltaba violento, desgarrándose en las aristas de allá ari-iba, cayendo por la chimenea desmelenado y ululante. —¡Mamá! —¿Ou¿ í^ pasa? ^ ¿ S e r á n las brujas? —¿Has sido bufno? Uno nunca tenía la conciencia tranquila. Se quería mentir, pero el h o r r o r a otro nuevo pecado paralizaba la voluntad. —Yo creo que sí que has sido bueno—duíciflcaba la madre. —Js'o asustéis al chico—interrumpía el padre*—Eso es el viento, ¿sabes? Kl viento. No hay brujas. jQué descanso, Señor! Aquellas jialabras sosegaban nuestro corazón, pero el viento seguía impetuoso, violento, lleno de silbidos, de gritos sordos, de rumores temerosos. ¡Y uno sabía que las brujas eran verdad! El padre no nos metía nunca miedo. Eí cangrejo es como para ponerle un trole. ¡No importa! El niño, con un aire y una cabellera de pequeño Sansón, se dispone a despeda= zarlo. ¿Quién dijo miedo?
tEÍ juguete» es tentador para un niño. Son pollos de avestruz. Sólo le encontramos un inconveniente, y es que antes de que el niño crezca cuatro dedos, los pollos habrán crecido medio metro, y si se acuerdan de las plumas que les han arrancado...
E
s innegable que exi.ste un miedo físico, un miedo natural, instintivo, que alguna vez Isienten todas las escalas zoológicas. Es ese miedo insuperable, inexplicable, que escapa a todo ra.zonamiento, que vence cualquier instinto de repriniÍFle y salta por lodo, llevando a quien lo padece desde la loca huida hasta el homicidio. Pero hay otro miedo adquirido, a p r e n d i d o ; el miedo que nos ensenan desde niños, obedeciendo a una educación ab.surda, y que ya nunca dejaremos de sentir. Apenas el niño comienza a desarrollar su voluntad, las personas mayores encuentran más cómodo, que el razonamiento y la persuasión, amenazar al niño con lo sobrenatural. Y enlonces surge "el coco". A medida que el tieriipo acumula instinto, despierta aijelito;*, acrecienta voluntad y acusa temperamento, se van creando absurdos mayores para sobrecoger el ánimo de la ínfan-cia y tratar asi de dominarle. Y es entonces cuando «•parece "el tío del saco", los fantasmas, el lobo, las tinieblas, en
ante una sombra, un chasquido, un grito, es triste. Inyectadle alegría, confianza, serenidad. Evitad que pueda ser una de esas criaturas tiritantes, trémulas, cohrecogidas por el miedo a los hombres y i)or el terror a lo sobrenatural. No asustéis a los niños.
Ved, en las fotografías que ilustran estas páginas, cómo los niños, libres de todo iirejuicio, juegan con los animales más distintos, sin temor a su forma, a su desproporción, a la malignidad de su especie.
¡Aquellas "brujas"!... ¡Aquel "tío del saco"!... En las prematuras noches invernales, mientras la leña crepitaba en el hogar y nuestros ojos ávidos de todo
Cttninpu Hablaba poco, juyaba poco con nosotros. Ks verdad qui; sólo le veíanlos a las horas de comer. Pero así y lodo, ¡tiiié gi'an conlianza nos insijiral)a! ¡Qué sefíiiridad se i)resenli:i a su lado! I-a criada, a veces, j)ara entretenernos, contaba iiistorias "lie miedo". Cuentos de aparecidos y endenu)niados, ahicínantes narraciones, (lue susjjendían a un tiempí» nuestra curiosidad y nuestro corazón, ('on los ojos muy abiertos y fijos en los suyos, cscucbábaniüs calofriados las fascinadoras historias, temiendo seguirlas y anhelando que no se terminaran. ¡Va no nos acordamos bien! Pero debía ser una tensiiHi dolorosa y }írata, an.yustiada y expectante, llena de zozobra, de anjíustia y de deseo. Si el padre la escuchaba, reñía a la pobre amjcr, {[ue se azoraba mucho y no sabía disculparse. —^Todo mentira, ¿sabes? No hay fantasmas, ni trasgos, ni nada de esas paparruchas. Sí, si. Acaso fuera verdad. Pero— ¿y "el tío del saco"? Al tío del saco lo habíamos visto nosotros. Era verdad. Una verdad concluyente, absoluta. Lo habíamos visto con nuestros ojos. Kra un viejo barbudo y alto, muy caído hacia adelante, magro y andrajoso. Tenía unas cejas hirsutas, unos ojos claros y enrojecidos. Caminaba traliajosamente. Llevaba a la espalda un saco tremendo, abultado. Cuando la niña hace «misss..., misss..., misss...», se oyen unos vajidos ásperos, y a poco acuden presurosos, blandos y flexibles, ¿unos gaios? No. Unos cachorrillos de pantera. La niña les tira de los bigotes, les sujeta por el rabo, les riñe, en fin, sin el menor respeto a su estirpe.
Muchos años van pasados, y, todavía, al contemplar en la calle la traza de algún viejo mendigo, pensamos en él, nos acordamos de él. No. No "asustéi.s nunca a los niños. Que nuestros hijos se atrevan a cabalgar un elefante, a jugar con un foca y a acariciar, como a gatos, cachorros de pantera. Que no sean los niños asustadizos ni cobardes. F. ASTURIAS (Fotos Reportajes.) El elefante sabe que, con sólo bajar la cabe= za, con sacudir una de sus orejotas, el niño ^.caerá irremisiblemente. Pero el cachorro no %.j hará un solo movimiento para que el niño caiga. V el niño, que no sabe de elefantes, cabalga ingenuo y feliz sobre la bestia.
He aquí al perro favorito del rey Carol. Se llama vAlex'-, y está con una pequeña amiga en los reales jardines de Budapest. Una vos de la niña domina todo el impulso, toda la innata fiereza de este magnífico ejemplar.
Lo habíamos visto. Por eso, cuando la madre sorprendía una travesura, y gritaba: —I Llama ahora mismo ai tío del .saco! Quedábarnos quietos, sin fuerzas para huir. ¡Cuánto miedo pasábamos! iCóino le veíamos en nuestras pesadillas, y cómo sonaban en nuestro corazón sus quedos pasos al caminar por las estancias próximas, en acecho—pensábamos—para cogernos de sorpresa! • • ' •
<L>I<IIII|IU Mariano Cunardó, el campeón ciclista, po= sondo después de una carrera.
€1 campe ón ciclista de •Sspaño^ JRoriono Cañar i. ^ anoí
^ ert cmccy 6o, OOV^ MLémebíoS
do el castigo duraba toda la hora de recreo, entonces las daba más despacio... Cañardó sonríe pocas veces, con cierta cortedad juvenil, con una sonrisa que tarda en borrarse. —¿Sería usted un buen estudiante? —En la sala de estudio, si he de ser franco, le diré que me aburría mucho, —¿Volvió a Olite ? •—No, allí no he ido más. Marchaba a Estallo, donde mis tíos tienen una casita. Montaba los caballos a pelo, trotando incansablemente. — ¿Nunca le volteó a usted el caballo? —Nunca; pero, en cambio, me caí de un borrico tan pequeño como una cabra. En Estallo gané mi primera prueba deportiva; una carrera a pie,
más contento.'.., A los cuatro dia.s, ;paf!, choqué contra un automóvil y la rueda de atrás se juntó con Ja de delante. Regresé a casa llorando de rabia. —La primera carrera en que intervino, ¿de cuántos kilómetros fué? —De treinta y cinco. Me afilié a la Peña Ciclista de Horta, que, como todas las Peñas, tiene su domicilio social en un bar. Hice el número trece y me regalaron un farol eléctrico. Desde aquel momento comencé a entrenarme. Todos los días me levantaba a las cinco de la mañana y, ¡hala!, a subir al Tibidabo. Y en la segunda carrera de neófitos—117 kilómetros—gané el primer premio: una bicicleta nueva y doscientas pesetas, de la clasificación general... Pasé a la tercera categoría y actué ya como profesional y las victorias se sucedieron. La Vuelta al País Vasco y la Vuelta a Cataluña son, hasta ahora, las dos carreras más difíciles que ha hecho Cañardó. Entre las dos ganó quince ARIANO Cañardó vive en San mil pesetas. Andrés, un pueblecito fa—En la Vuelta a Cataluña subril, desde el cual se divisa Barcefrí mucho. Hacia un calor terrilona como en el cinematógrafo. ble. Los ciclistas, a pesar de eso, Al llegar, preguntamos por e) volábamos en la polvareda inflacampeón. mada, —Está trabajando—nos dice su Cañardó se pasa el pañuelo por señora. la frente como si sintiese el calor —¿Trabajando? Querrá usted de la carrera. decir entrenándose. El campeón ciclista piensa ir a —Mi marido es carpintero. Paris, a mediados de diciembre, Cañardó no se hace esperar para correr en el velódromo de mucho. invierno, y acaso corra también —¿Trabajando en la carpinteen Bruselas. ría? —Si fuese usted el selecciona—Todo lo que sea trabajo, no dor, ¿qué equipo formaría? es broma, me gusta. Si Dios me —Ricardo y Luciano Montero, ¡hubiera hecho ostra habría revenIzquerra, Vicente Trueba, Cepetado en la concha. Necesito acda, Matéu, Cardona y Riera. ción, en serio, si no me aburro... —Seria curioso conocer el núEl campeón ciclista es un mumero de kilómetros que lleva uschachote de pocas palabras, con ted recorridos en bicicleta. cierta melancolía en los ojos. -—Desde el año veinticinco he —¿Me quiere usted contar su tenido el cuidado de anotar los kivida? lómetros en mi carnet, como si £ / campeón ciclista en su taller de carpintero de ¡a barriada de San Andrés, de Barcelona. fuera un coleccionista. —En -aú. vida hay pocas cosas -—^¿Y suman? de interés... No tengo más que veinticuatro años... dando cien vueltas alrededor de la era donde se trillaba. En el centro colocaban un palo muy alto, en —Por ahora, poco: se—Soy natural de Olite, provincia de Navarra. A cuyo remate ponían dos pollos, un roscón y un ramo senta mil kilómetros. los once meses me llevaron a Huesca, en donde perde flores para el ganador. Como yo gané seguidas J. D. B. manecí hasta los trece años. la cotegoría de los pequeños y la de Jos mozos, me (Fotos Badosa.) —¿Qué hacía usted en Huesca? —Iba al colegio de los Salesianos. E r a uno de llevé a casa cuatro pollos y dos roscones. — ¿Qué más? los más forzudos. Los capitanes de equipo se me Cañardó con su bija. Reflexiona, obstinado en recordar, arqueando las disputaban para que jugase con ellos; pero yo sólo cejas. sentía afición por el juego de pelota a mano. Me —Murieron mis padres... Mi hermaníta, la maesdistinguí también en el colegio por lo mucho que tra, se fué a Madrid y yo me vine a Barcelona, a corría. El entrenamiento lo hacia cuando estaba cascasa de mi cuñado, y a los pocos días entré de tigado. Figúrese usted que, por cualquier falta, me aprendiz en una carpintería. ¡Fué mi primera gran mandaban dar veinte o cincuenta vueltas alrededor desilusión! Yo quería ser maquinista de tren, domidel patio, y, claro, las hacía como en un campeonar las distancias a raí antojo..., y roe lo sacaron de nato para terminar más pronto. Naturalmente, cuanla cabeza... —¿Y la bicicleta? —Después de aprender en los "clavos de alquiler", compré una bicicleta a plazos. No es que no tuviese dinero para quedarme con ella de una vez, pero me había costado tanto esfuerzo ganarlo, que me daba pena desprenderme de trescientas veinticinco pesetas de un golpe. Claro que en aquella época hubiera podido permitirme ese lujo. Ganaba cincuenta pesetas semanales, sin contar las horas extraordinarias... ¡Iba yo por las calles con mi bicicleta.
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La notable actriz Mercedes JVJireya protagonista de la obra «/ua/i sin Tierra», de D. Marcelino Domingo, es= frenada en Eslava. EL
PRKMIO INFANTADO.
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P r e m i o al m é r i t o , y, en e s t e caso, t a m b i é n a la virtud. Porque José Castellón, a u t o r de Monte de abrojos, es, a d e m á s de u n excelente escritor, u n c o r a z ó n de p a n candeal. — L a o b r a —nos d l c e ^ fué, en t i e m p o s , u n a novela corta. El poeta Rey Soto m e a n i m ó a h a c e r de ella u n d r a m a .
Enrique Borras en su noa fable caracterización del protagonista de (^Monfe de abrojos '> , drama de don José Castellón. —-Hemos tenido q u e llevar los e n s a y o s a m a r chas forzadas—interviene E n r i q u e B o r r a s — . N o soy p a r t i d a r i o d e ese sist e m a . Creo que a u n a o b r a se le debe d a r u n m e s d e e n s a y o s . Zacconí m e decía en c i e r t a ocas i ó n : " T r e s a ñ o s llevo e s t u d i a n d o u n papel, y no lo domino t o d a v í a " . (Fotos Bcnílez=Cjsaux.)
Distinguidas señoritas de la sociedad bilbaína, en un cn=¡ sayo de ('Rapsodia Ukraniana>, obra representada en casa del marqués de Arai^ce de Ibarra. (I=oto Espiga.*
í-a notable artista española Asunción Granados, que ha .obtenido resonantes triunfos en Londres, donde sus danzas s yus recitales de guitarra han merecido grandes elogios.
Hortensia Gelaberf y Fernando Fernández de Córdoba, en una escena de <íLa vieja rica», de José Fernández del . . Villar.
Olvido Rodríguez, figura destacada en la compañía de Luis Ballester, es a la sazón, la artista predilecta del pú= blico zaragozano. . \
Cilampa
MARCIAL LALANDA, EL JOVEN MAESTRO
Un ano más de brillante ejecutoria ha añadido a su largo historial taurómaco, y como corolario a la temporada de 1930—en la que toreó 86 corridas—terminó el año encerrándose en la Monumental de Barcelona con siete toros fseis de Coquilla y uno de Terrones), alcanzando un triunfo sin precedentes. Marcial obtuvo, como recompensa de su extraordinaria actuación, doce ore/as y seis rabos, escuchando música durante toda la corrida y soliendo triunfalmente en hombros, entre aclamaciones y vítores de la afición. Ha embarcado recién^ temente en Santander, rumbo a Méjico, a cuya capital va ventajosamente contratado, y, por mediación de ESTAMPA, se despide cariñosamente de la afición española.
A LEGRÍA en sus juegos, fuerza y resistencia! Si J-^*- quiere que sus hijos tengan todo esto deles una alimentación completa, sana y apropiada. Un plato de Quaker cada mañana, preparado con leche y azúcar o con chocolate, será lo mejor que puede ofrecerles. Para la comida y la cena, sírvalo en cualquiera de las formas que indica el librito de recetas <¿uaker. Substituya con él, en la sopa, el arroz, la tapioca u otras pastas de uso corriente; adiciónelo a los platos de huevos, verduras, pescados, carnes y postres... Cualquiera de estas cosas ganará en sabor y nutrición. Q u a k e r es el alimento ideal en todas edades. Pida hoy mismo, enviando el cupón adjunto, la muestra. y el librito de recetas Quaker. Qaaker se veaée aotameaíe ea cajas como ¿ata
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UN SIMPÁTICO
lENAJE POPULAR EN GUERNICA
Guernica es pueblo amante de sus tradiciones y fueros que se simbolizan en el secular roble, que ¡parraguirre cantó... Sus orfeones, bandas, grupos artísticos como este de <'E¡ai=Alai'>, lo demuestran. A veces, por suscripción popular, se premian los triunfos de estas asociaciones culturales. En el "ñtai=.AIai'* se enseña a los niños las viejas damas vascas, de fuerte y Srocioso costumbrismo, se cantan los aires regionales y se estimulan ¡as aficiones por el buen arte y el deporte... Sociedades Que acuden a los capitales en ¡as épocas de fiestas y ofrei= cen bella muestra del casticismo vasco. Tradición que a la vez es deporte y recreo, amor a la tierra y fuerza de porvenir. (t-oto Gil del Espinar.)
EL COMERCIO MADRILEÑO
La acreditada marca CAFES GU¡LIS acaba de inaugurar su sexta sucursal en Madrid, establecida en ¡a calle de Torrijas, ¡8. Esta importante Casa, que como siempre,continúa importando directamente sus cafés de los centros productores de más fama, de Moka y Puerto Rico, y que tanta acogida tienen del público por su excelente aroma y calidad, sigue siendo favorecida por su distinguida clientela en sus establecimientos de Magdaiena, 17; Preciados, 10; Montera, 34; Bravo Murillo, 107, y Ruda, ¡1.
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en pi caza...
Y basta la sospecha de que un infeliz conejo haya aparecido en el campo, para que un ejército impresionante de cazadores se lance a su persecución. El olor, marcial por de= finician, de la pólvora, se mezcla anacrónicamente con los perfumes de la tierra moja= da por ¡as primeras lluvias. Pero, como todas las cosas, el sport de la caza se renueva y presenta a veces divertidos aspectos. Este año, unos miembros del Aero Club inglés han realizado ¡a primera caza de zorros desde avión. Vean ustedes, en una de las fo= tografías de esta contraportada, a los cazadores preparando la jauría y las avionetas que han sustituido a los caballos. Lo que ignoramos es si el número de piezas cobradas respondió a la aparatosa puesta en escena que supone una escuadrilla de avionetas vo= ¡ando en posición de combate. (Fotos Keystone.)