Soy Normalista M贸nica Olivares: Dedicaci贸n, orgullo y aula:
» soy normalista «
S A las de hoy, a las ayer, a las que quedaron en la memoria, a las esforzadas, a las rebeldes, a las ordenadas. A M贸nica, a Elisabeth, a Patricia, a las que educaron y formaron el legado del ayer que es el presente de hoy en d铆a. S
Yo,
Mรณnica Olivares
maestra de nacimiento. Nacida en Santiago, 1948, Profesora Normalista. Ha dedicado su vida a la educaciรณn y ya pudiendo jubilar, sigue en pie por la lucha de la educaciรณn en diversos colegios vulnerables.
โ ข Le gusta cantar, el teatro y se considera afortunada.
» soy normalista «
» yo, mónica «
Mónica Olivares La Escuela Normal era como un hogar. Yo estaba en la Nº2. En ella postulaban muchas niñas para quedar solamente en dos cursos. Desde el primer día te iban haciendo exámenes. Uno de los primeros era cantar. Si tu tenías buena voz, pasabas y así, muchas pruebas… hasta que al final quedaba la gente que se creía que tenía mayores condiciones porque antes se decía que “las profesoras tenían que estar preparadas para todo”. Entrábamos muy pequeñas, a los once años. Todos los días debíamos recitar con nuestras profesoras una canción que no se me olvidará nunca: “Usted va a ser profesora, usted va a ser modelo para sus niños”. Teníamos tan internalizado eso que sabíamos que íbamos a ser muy importantes en la vida de los niños y para esto teníamos que estar bien preparadas. Cuando estábamos ya en quinto, nos decían que teníamos que saber atender un parto porque si al día nos íbamos a trabajar al campo y no había nadie más que asistiera a la mamá, nosotras debíamos saber como atenderla. A ese nivel nos preparaban para salir. Yo me acuerdo que al haber estado estudiando, me sentía muy orgullosa de pertenecer a la Escuela Normal. Era muy linda la vida. Muy linda. Rutina Desde las ocho teníamos clases, toda la mañana y después íbamos al almuerzo. Ahí teníamos que llevar “servilletero” y la que no tenía el suyo tenía que conseguirse uno ya que sino, no podía entrar. Esta era la carta de presentación para 7
» soy normalista «
poder almorzar como buena Normalista. Terminábamos de comer y rapidito nos íbamos a la parte de atrás de la Escuela, a unas colchonetas y ahí nos tirábamos a descansar. De repente hacíamos shows, cantábamos, jugábamos. Nos entreteníamos en forma muy sana y plena. Teníamos clases en la tarde . Recuerdo que me tocaba “Economía Doméstica”. Nos enseñaban a cocinar. Nos enseñaban a como se ponía la mesa, que es lo que teníamos que hacer, como se hacía el aseo, las minutas que teníamos que hacer, que estuvieran bien equilibradas, nos enseñaban pastelería, ¡para mí era muy entretenido todo eso! Nos turnaban: quince niñas se quedaban en Economía y quince se iban a la sala de Puericultura, mitad y mitad. Ya en la tarde, habían más talleres, por ejemplo, coro, al cual yo pertenecía y también el taller de Artes Plásticas o Música. Al tomar música, podías elegir piano, violín, guitarra. En el taller de Artes Plásticas, te enseñaban de todo. A mí, toda la gente me dice que tiene la percepción que la Escuela Normal es una familia más. Y la verdad, si, es una familia más. Porque uno comparte tanto tiempo, tantas experiencias, tantos recuerdos. Estábamos mucho tiempo juntas: entrábamos a las ocho de la mañana y salíamos a las seis de la tarde.
» soy normalista «
• Mónica y Mirna Casablanca, Escuela Italia.
» yo, mónica «
Profesores La primaria en la Escuela Normal duraba seis años: cuatro años académicos y dos de práctica. Yo entré el año 1959 y salí en el año 1966, con dieciocho años. En mi época ya la Educación Normal era una educación más personalizada, teníamos profesores de Filosofía, de Música…nos enseñaban Literatura. Que era maravillosa. Yo me acuerdo perfectamente de esa profesora. Me quería mucho porque a mí nunca me costó escribir y ella le encanta la gente que escribía, como yo. Se llamaba Sofía Brand. Esas son personas que me marcaron, hasta el día de hoy. La profesora de Filosofía. El profesor de Música, yo adoraba ese ramo porque teníamos coro y yo pertenecía a él. Cuando murió la Gabriela Mistral, la trasladaron y la sepultaron en El Valle y el coro de la Escuela Normal le fue a cantar. Yo estaba ahí. Ay, que cosas más lindas. Muy lindo. Nuestros profesores nos mantenían derechitas. No nos pegaban ni nada, si no que eran súper estrictas. Muy, muy estrictas. Las escuelas anexas Las escuelas anexas eran colegios que estaban al lado de las escuelas normales para que así, nosotras pudiésemos estar en contacto de inmediato con los niños. Yo hice mi práctica en la anexa de la Normal Nº2 y después teníamos práctica vespertina. También me acuerdo que hice una práctica en la José María Caro. Teníamos que conocer diferentes niveles sociales. 11
» soy normalista «
En mi primera práctica, no tuve problemas. Me costó mucho eso sí porque tuve que hacer una clase muy complicada para mí. Para saber que ramo te tocaba impartir, te hacían entrar muy solemnemente, a una sala con las directoras y te hacían sacar un papelito y en el escogido sacaba la clase. Y me tocó Educación Física. Y yo, era terrible para ello. Era súper tiesa, me daba susto, no me salía. Pero hice mi clase de Educación Física porque uno “la hacía o la hacía”. Lo que fuera. Me tocó también una clase de Historia y Geografía. Después, en la José María Caro, fue divertido porque habían muchos profesores hombres, entonces estaban fascinados con que nosotras, las chiquillas fuésemos para allá. Así que no me acuerdo académicamente mucho de eso (risas). Estábamos grandes, entre comillas, porque no éramos grandes: solo teníamos 17 años. Hubieron colegas que se recibieron y no pudieron porque no tenían la edad, tuvieron que esperar para trabajar.
La pasión En lo que radica el Normalismo es en la vocación, de todas maneras. Si yo no la tuviera , no podría estar aquí. Yo pienso que el impacto ha sido tener generaciones de niños que nunca se han olvidado quien les enseño a leer y quien los tuvo en los primeros años. Yo siempre le digo a los niños cuando hago reunión de apoderados, les digo también a sus adultos: yo les pido, que ustedes cierren los ojos y recuerden, echen a andar su memoria y acuérdense de la maestra que les enseñó a leer.
» yo, mónica «
Si esa profesora dejó huella en ustedes, quiere decir que ustedes estaban trabajando codo a codo con la profesora. Si no la recuerdan, quiere decir que algo pasó, que no hubo esa comunión entre alumno y profesora. La educación ha sido algo que siempre me ha apasionado. Cuando hay cosas tan importantes que te han dejado huella tan importante en la vida, uno tiene la obligación de alguna forma, retribuirla. Yo creo que uno todos los días, cuando es profesora, todos los días en la sala de clases, con los niños, en el patio, en todos lados está retribuyendo lo que le entregaron. Porque lo que yo sé es para ellos. Sería bonito que gente se de cuenta de la huella que dejó la Escuela Normal. Yo me acuerdo de cada profesor, me acuerdo de la ropa que usaban, de todo. No se me ha olvidado nada. Y es porque eso dejó una huella en mí. Siempre quise escribir algo relacionado con este tema. Siempre les decía a mis hijos “voy a mandar una carta al Mercurio”: algo bonito, recordando a la gente y de la huella que dejó la Escuela Normal y nunca lo hice. Bueno, ahora estamos en esto. Que bueno. Nosotras entrábamos a primer año y nos decían todos los días que íbamos a ser profesoras. Uds. van a ser modelos, ustedes van a educar a los niños, su misión es enseñar... Ahora, hay mucha gente que ha entrado a la Universidad por puntaje. Yo no digo que todo el mundo. Naturalmente, hay excepciones. Pero en su gran mayoría las profesoras no saben que hacer. Y les falta, les falta esa cosa de… de que no 13
» soy normalista «
» yo, mónica «
• Mónica recibiendo su diploma de profesora Normalista, 1964.
15
» soy normalista «
se les ocurre, no se les ocurren estrategias porque cuando un niño, o un curso, suponte tú, un curso difícil…. uno tiene que pensar —ya, no me resulta—se te tiene que ocurrir otra y si esa segunda no te resultó, otra. Entonces, tienes que estar todo el tiempo ideando cosas para conquistar a los chiquillos. Y ahí está la diferencia: la profesora que tiene vocación va encontrar y se a ganar el cariño, se va a validar, los niños la van a querer y van a aprender. En cambio, cuando los profesores no tienen la vocación y no tienen la capacidad de estar buscando estrategias constantemente, se dan por vencido. Bajan los brazos y tu siempre vas a escuchas, si es que yo no has escuchado que dicen “es que, ¿qué mas se le va a pedir a estos cabros? , eso dicen. Porque la Universidad en este minuto, puede que prepare muy bien a los chiquillos pero no les hace la práctica. Las profesoras salen y pueden salir con excelentes notas pero ellas no saben, no tienen estrategias metodológicas para trabajar con los niños, no saben que hacer. Entonces está el otro desafío que si lo podemos lograr. Ex alumnos Uhhh, muy loco. El otro día me encontré con tres personas distintas, ese mismo día. En la mañana, el Director de esta escuela empezó a promover unos talleres de fútbol para niños y dijo que les iba a traer unos futbolistas para que les hablaran a los chicos. Y nosotros decíamos “que lata, cuanto tiempo van a perder”. Llegaron los futbolistas y el primer futbolista era Franz Arancibia Unger. Yo vi al chiquillo y me
» soy normalista «
acordé altiro. Terminaron con los niños y cuando veníamos para acá, estaba ahí el chiquillo y yo le tiré el gorro y él se da vuelta y dice: —¡Mi profesora, mi profesora—gritaba porque era bien loquillo y poco menos que me quería tomar en brazo y él les decía a los niños —¡Si ella me enseño a leer! — y me decía —si usted está igual— y tengo, muchos, muchos niños que reaccionan así. Tengo un alumno que se convirtió en Musulmán y me invita con pasajes y todo a que vaya a verlo. Me manda cartas que dicen “me acuerdo cuando usted nos enseñaba y yo la miraba hacia arriba y usted parece que estaba sentada más alto y realmente si, estábamos sentadas más alto porque habían tarimas en la Escuela O’Campo en la quedabas más alto. Ahora todo eso ahora es anti-pedagógico. Porque hoy tu tienes que estar al nivel del alumno. Pero, yo encuentro que, esté uno sobre una tarima o esté abajito, si uno, se demuestra afectiva con los niños y dándoles el sentido de autoridad, con respeto y con cariño, los chiquillos lo captan altiro. Yo en el hogar jugaba a la ronda con los niños y después en clase, no por eso no me iban a hacer caso.
Amor Yo siento que mis alumnos han pasado por el aula como verdaderos hijos. El Jefe de Proyecto siempre me dice “tu que quieres a los chiquititos”… es que mi fuerte está en los chicos. No he tenido nunca mala relación con los grandes pero mi fuerte está con los bajitos porque siempre estoy jugando y les invento poesías en el minuto y les hago teatro y que se
» yo, mónica «
• Mónica guiando la misa, Escuela Elvira Hurtado de Matte.
19
» soy normalista «
yo… me encanta hacer teatro. En todas las escuelas en las que he estado, he tenido lindos grupos de teatro. Me encanta el teatro. También hago talleres literarios. Nada de eso me aumenta el sueldo, no. Por cariño. Y eso, no se ve ahora. Así es ahora…antes, nosotras nos quedábamos todo el día, toda la noche si era necesario. Y eso siempre estuvo presente en la Escuela Normal. Yo me acuerdo esas cosas locas que uno hacía: me acuerdo que una vez me tocó clases de matemáticas y pinté, y pinté y pinté palitos de fósforos….para entregarles material concreto a los niños…y los palitos de fósforo no se sacaban nunca porque la pintura que yo había elegido no era la más adecuada…y sufría con ellos… en la madrugada… Yo entré en una época donde la Escuela Normal ya estaba en una fase mucho más avanzada… estaba consolidada. Ya tenían buenas asignaturas, eso me benefició mucho.
Mujeres Como era la educación Normal eran escuelas de puras niñas y de puros niños, yo no he conocido muchos profesores Normalistas hombres. La escuela que había en ese momento era la Abelardo Núñez y conocimos pocos. Y si tu me preguntas, bien en confianza, en mi vida profesional, quienes son mejores… las mujeres. En el sentido maternal, en todo sentido.
โ ข Mรณnica en su taller de teatro, Escuela Elvira Hurtado de Matte.
Tú,
Franz Arancibia
su futbolista pelusa. Nacid0 en Santiago, 1967, futbolista profesional, delantero chileno de clubes como Deporte Magallanes, FC St.Gallen y Universidad de Chile. Hoy director técnico.
• Le dicen "El Otto" y también el "Hijo del viento", por su rapidez.
» soy normalista «
» tú, franz arancibia «
Franz Arancibia En primer año estuve en la Escuela Elvira Hurtado: primero, segundo y tercer año. Después, tuve un lío con la directora y llegué a la Ocampo. La mejor parte de la básica fue en la Escuela Ocampo, desde cuarto hasta octavo. Ahí fue donde conocí a la señorita Mónica. ¡Un amor que nos teníamos!, yo era flaquito, a mi me decían “El Papelucho”. Mi hermana estudiaba en la Escuela Italia, al lado (somos cuatro hombres y dos mujeres) y ella es crespa, de esas crespas así como mi ídolo, Valderrama. Yapos, mi mamá agarró papa, fue y me hizo la base, en mi casa. Pero en vez de ponerme los cachirulos para abajo me los puso hacia arriba, ¿cachai? Entonces cuando me mojé el pelo en la mañana, todo bonito pos, crespito. Yo lo único que quería tener el pelo como mi hermana, como Valderrama. ¡Y se me secó el pelo! Mi mamá me sacó los cachirulos y pum pa’ arriba, y pum pa’ arriba, ¡me parecía a Don King, todos los crespos se me fueron hacia arriba y me dio no se qué.. pensaba “que hago ahora”…me dolía la guata, enfermo de la guata, los cachirulos pa’arriba y con treinta grados de calor y ya era casi final de año, tenía una angustia... Llegué a la Escuela y no sé como me habré visto que la señorita Mónica me vio y me dijo—váyase—. Fue y le contó a mi hermana que estudiaba al lado. “Sabe que su hermano se fue”. ¿Qué le paso? preguntó mi hermana preocupada, a lo que la señorita Mónica respondió —Lo que pasa es que duele 27
» soy normalista «
el estómago pero yo creo que fue ¡por esa permanente que se hizo, que le quedó pa’ arriba! (risas)—. Me recuerdo perfectamente: iba en la Ovalle Negrete, con una parka y un gorro, transpirando helado, me sacaba el gorro, me lo volvía a poner, me sentía pésimo, quería llegar pronto a mi casa. Me tuvieron que pelar igual que los milicos, así al rape. Y yo me encontraba bonito: rubiecito, con mis crespos y hasta ahí no más quedó, con la permanente hacia arriba (risas). Nunca más dejé que mi mamá me hiciera cosas en mi pelo, ¡ni loco!. En la Escuela Ocampo también trabajaba el Inspector Olea, que sigue ahí. Conocí a su mamá, a la señorita Silvia, a la señorita Mónica, la señorita Eliana, al Inspector de Música, a la señorita Elisabeth, ah! y a la vieja de Inglés que era media coja. Yo tengo muy lindos recuerdos, muy buenas memorias. Yo las veo en la calle y estoy seguro que los recuerdo de inmediato. Nosotros éramos muy capos para hacer torpedos. Cada uno tenía su banca de madera entonces era papa hacer torpedos, hacer esas cruces con los perros para colgar ropa. Pero en lo más destacaba era en el fútbol. Bueno para la pelota, bueno para las selecciones en todos los colegios que estuve y casi toda mi familia hoy se dedica al fútbol. Jugamos en la U, yo jugué diecinueve años y en un once equipos distintos de Chile. Estuve en Europa jugando en el St. Gallen, en Suiza. Conocí muchos países. Eso es lo lindo que te da el fútbol. Y ahora estudié para ser Director Técnico y trabajo en cinco escuelas: Cerro Navia, Lo Prado, La Florida, San Bernardo y Quinta Normal.
» soy normalista «
La señorita Mónica era una excelente maestra. Yo siempre he dicho que me entregó sus mejores enseñanzas en los valores que tengo. Educarme, hablar bien, siempre decir: gracias, buenas noches, buenos días. Nunca la vi enojada, siempre hablaba contigo y si no entendías te volvía a hablar. Si había una prueba en la cual te había ido mal (porque ella sabía claramente a quien le había ido mal y quien bien), te daba la posibilidad de que si tenías buena conducta la podías repetir. Yo tengo muy buenos recuerdos de ella. En cuarto y quinto año ella fue mi profesora general. Después hasta octavo fue la señorita Eliana. Esas dos profesoras me marcaron. Entre ellas no había rivalidad, eran muy unidas, muy yuntas. Entonces si faltaba la señorita Mónica que era nuestra profe jefa, la reemplazaba la profesora Eliana Muñoz. Y lo mismo con la señorita Eliana, la reemplazaba la señorita Mónica. Se cubrían. Eran de la misma enseñanza, de los mismos valores, te enseñaban a ser persona. Aparte de entregar valores, eran muy consecuentes con nuestros estudios. Ella también hacía clases en la Escuela Italia que era de puras mujeres y ahí estaba mi hermana. Ella físicamente era preciosa ¡linda la vieja de mierda esa, preciooosa!: rubiecita, de ojos claritos, un vozarrón, muy buena persona. Estricta. A ella no le gustaba que tú le mintieras. Era más factible decirle —Profesora, hoy no hice el trabajo, se lo puedo traer mañana?—pero cuando mentías, te rajaba. No había perdón. Siempre le gustaba ser de una sola línea. La señorita Mónica era una madre. Nosotros llegábamos
» tú, franz arancibia «
y de inmediato “Buenos días señorita Mónica Olivares” te parabas y ella nos decía —Buenos días alumnos, siéntense porfavor— y de inmediato “Gracias señorita Mónica Olivares” y cuando querías hablar algo levantabas la mano, súper respetuosamente. Era como una mamá para nosotros, era muy cariñosa. Es cosa de preguntarle a mi gente: a mi mamá, a mi hermana, como la queríamos, como la quiero. Tenemos como familia muy lindos recuerdos de ella y de la Escuela Ocampo. Aparte lo bonito era el grupo que teníamos: éramos cuarenta y cuatro alumnos en sala y muy organizados: “ya, hoy día te toca a ti y a ti hacer el aseo” y tu corrías las bancas, hacías el aseo y dejabas todo limpiecito para el otro día entrar a clases. Y nadie alegaba, nadie se peleaba, nadie hacía bromas a los profesores. Era otra educación. Los valores que nos daban nuestros papás antiguamente para mí es un legado importantísimo. Yo nunca conocí un pito. Nunca conocí la cocaína. Nunca conocí bolsas con Neoprén. Siempre andábamos ligados al deporte: yo llegaba del colegio y jugaba cuatro, cinco partidos. El día sábado y domingo lo mismo. Y Mónica nos incentivaba a jugar. Ella jugaba con nosotros a los monitos, a las bolitas, al caballito de bronce: todos esos juegos los aprendí por ella y todos jugábamos a lo mismo. Pero hoy no pasa lo mismo. Hoy día vas a una escuela y por ejemplo, en Cerro Navia me ha tocado echar a cuatro niños por estar jalando cocaína. Niños de doce años. A otro lo pillamos con un revolver. Y en mi época, ¡nada!, éramos cabros más sanos que la cresta, jamás 31
» soy normalista «
• Escuela Ocampo, quinto básico junto a la profesora Eliana Muñoz. Primera fila, de izq. a der. el tercero, de pelo rubio y sonriente.
» tú, franz arancibia «
• Escuela Ocampo, paseo La Ponderosa de Colina, 1979. Segundo niño de izq. a der. con raqueta de tennis.
33
» soy normalista «
conocimos lo que era una cimarra, menos un arma. O el vocabulario actual de las profesoras de las escuelas que vamos es malísimo. Llega a ser un dialecto muy parecido al de los niños. Hablan muy mal, los gritonean. Yo actualmente trabajo en mis talleres de fútbol. Un día nos tocó ir a La Florida. Nosotros vamos a los colegios a incentivar a los niños que vayan a nuestras clínicas de fútbol para que aprendan a ser responsables, constantes. Y un día estaba saliendo de una charla en un colegio de allá (Complejo Educacional Marcela Paz) y me tocan por atrás la espalda y ¡era la señorita Mónica Olivares!, no la podía creer. Nos encontramos en el colegio en el que ella trabaja, en la Florida. No me recuerdo el nombre pero si recuerdo las canchas. Fuimos a veintiséis colegios, todos los días a cinco colegios. Claro, cuando ella me tocó por la espalda yo salté y le dije —y usted, ¡que hace acá, hace poco la ví en la Escuela Matte de Quinta Normal como sub directora y ahora está acá como profesora!—y ahí me presentó al Director, al Rector, a la Sub-Directora y a todo el equipo. Yo la dejé arriba también poh. Ese día fuimos a hacer una charla clínica de que se trataban nuestras canchas, que es lo que hacemos. Nosotros trabajamos en Nueva O’Higgins, Nuevo Amanecer, Manutara, en cinco canchas de lunes a viernes pero yo no puedo estar todos los días, solo voy martes y jueves, porque los otros días estoy en San Bernardo, Cerro Navia, Lo Prado… y ahí está el Superman Vargas, el Leo Herrera, Fabián Guevara, el Pollo Arancibia, estoy yo…¡somos puros futbolistas!
» tú, franz arancibia «
Al principio nos costó muchísimo. Los vocabularios, los cabros choros. Entonces, ¿Qué tienes que hacer tú? Limpiar. Tu cachai cuando los cabros tienen ganas. Por ejemplo, cabros que no son tan buenos para la pelota pero están siempre ahí. Cuando los cabros están educados. Tu valoras más como los cabros se comportan que como juegan. De hecho, un director técnico antiguo me dijo: yo prefiero un jugador malo pero que tenga ganas de salir adelante y todos los días. Si hay que entrar a las diez, llega a las nueve un cuarto. Todos los días. Y eso se valora más que un cabro excelente para la pelota. Margas, un ejemplo. Javier Margas fue siempre constante, constante, constante. Colo colo primero, después estuvo en un equipo Inglés, todo por su perseverencia y constancia. Aparte, tuvo técnicos buenos, esos que te enseñan, es parecido a las señoritas de la Normal. De verdad. Entonces, como yo dijo, nosotros empezamos con pistolas, cabros chicos de trece años metidos en la cocaína, quince, dieciséis años. Yo tengo una escuela de fútbol de mujeres en las cuales las tuve que sacar casi a todas: “que este mino es mío”, “que yo le matar tal por cual” y afuera en la calle, agarrándose con corta cartones, peleando… entonces yo veo el futuro de esas niñas y me quedo agradecido de la enseñanza antigua que me tocó tener. Es una verdadera locura. Así que yo les digo, les advierto: más ratito, si sigues así, te voy a ver bajándote de un radio patrulla, con las manos esposadas, por violación, porque mataste a este… —Noo, si no pasa nah’ profe—mira, ya como estás hablando, ya me indica 35
» soy normalista «
que vas por ese lado, les digo. Si tú eres flaite y hablas como flaite, te responderán como flaite. Pero si tu hablas como caballero —Profesor, buenos días…—es otra cosa. Pero si tú vas a hablar mal, yo prefiero que quedemos como amigos, las puertas quedan abiertas pero búscate otro deporte. O la otra: evita ese grupo de amigos. Siempre les digo a los niños: hay dos caminos: el bueno y el malo. Si sigues el camino malo, es muy fácil de entrar, de hecho, está construido el camino pero salir te va a costar mucho. En el camino bueno, te va a costar entrar pero si tomas el hilo, te vas a ir por un tubo pa’arriba. En él puedes ser futbolista, ingeniero, arquitecto, quien sabe, hasta puedes ser Presidente de la República. Acaso, cuando estés en cana, ¿esos amigos te van a ayudar a salir? No. Ahí van a buscar a otros amigos y van a hacer lo mismo que hicieron contigo. Después de la conversación, me dicen: —tiene razón profe—. Y los cabros cambian el chip. Y lo más lindo es que después llegan los apoderados y me dicen ¿profesor, qué le dijo a mi hijo? Porque ha subido sus notas, ya no me contestan como antes, agresivamente. Yo era muy revoltoso. Pero éramos revoltosos sanos, no de hacer daño. Era pelusón, inquieto. Ponía atención pero era inquieto. Siempre estaba pensando en pelotas: jugaba con las medias de mi mamá, hacíamos pelotas con papeles y mi mamá alegaba: ¡Hasta cuando cabros de miéchica! ¡que lesean, todo el día inventando una pelota! Y nosotros le decíamos —algún día, vas a ver que seremos profesionales…—¡Claro si con esa pelota no llegarán a nada! decía ella. Y cuando empezamos a
» tú, franz arancibia «
ser reconocidos, ella decía ¡ese es mi hijo! (risas). El uniforme: todos con nuestras cotonas cafés, pantalones plomos, zapatos negros, calcetines azules, la camisa celeste, el vestón grueso de lanilla azulito y todos peinados a lo gomina. Como nosotros éramos pobres, con limón. Y de repente en el pelo nos molestaba algo y era… ¡una pepa de limón!, (risas). Bien a lo gomina, bien cortito, bien ordenadito. Mi mami en la mañana nos tenía los zapatos lustraditos, el desayuno de la mañana y los bolsones cafés de cuero preparados, esos que te colgabas para ir a la escuela. De repente nos juntamos con los cabros. La última vez, fuimos dieciocho compañeros de básica. Siempre nos juntamos cerca de la Escuela Ocampo, donde vivíamos casi todos. Esa vez iba llegando y veo a un cabro, me parecía cara conocida. Le pregunto: ¿Quién soy tú? y me contesta —el Oróstica poh— ¡años que no lo veía!, estaban todos cambiados: uno guatón, otros pelados, otros chicos. —¿No te acordai de mi Franz? Canales po—. ¡Canales weón, como estai! Ee día fue el Daniel Palma, el Maxi Donoso, el Cristian Carreño, el Rodrigo Tobar, el Reyes… La primera junta la hicimos con la señorita Olivares y la señorita Eliana, con el Villán… ¡llegué a casa como a las cinco de la mañana! (risas). Estuvimos toda la noche contándonos anécdotas de cuando éramos cabros, a mi me encantaba el deporte, era también de la brigada del colegio, me recuerdo con esas huinchas blancas, con la boina, yo lo pasé espectacular. 39
» soy normalista «
Por eso yo hablo con orgullo de mis profesoras. Si pero si a nosotros, ¡todo lo que nos han enseñado viene de la escuela! Yo estoy orgulloso que a los cuarenta y seis años, puedo tener estos recuerdos. Yo durante toda mi vivencia en la escuela, me acuerdo más de la mitad. Y eso es lindo.
La cancha De repente, los apoderados de los cabros me dicen — Profesor, ¿puede hablar con mi hijo, que siempre me trata mal?—Y tu ves al cabro entusiasmado en el deporte y ahí, lo pescai’ pal’ lao. Aquí compadre, vamos a hablar de amigo a amigo. Mira cabro weón. Tu mamá está súper mal por tus conductas y le empiezo a hablar…y miro como va cambiando la cara del niño y pienso “bieeen, a este cabro ya le está entrando lo que le voy diciendo”. Porque de repente tu le hablas a los niños y empiezan a mirar para los lados, cuando “ahhh, ya me está hablando este viejo…” y yo les insisto “oye, pero mírame weón, mírame”. Y ya a los tres meses, cuatro meses, llega el apoderado. —Profesor, gracias, mi hijo: ninguna insolencia, ha subido las notas, le agradezco tanto…y me traen regalos—. Yo les digo “yo no quiero regalos. Yo no les enseño a sus hijos por interés. Aquí la cosa es muy simple. Yo soy el profesor, usted es la apoderada y el niño es el alumno. Si la cosa está cambiando como usted dice que ha cambiado, ese es mi regalo”. Y se sigue trabajando. Hay cabros que me han hecho hasta llorar. Una vez lloré, hice llorar al cabro y le di un beso a la mamá
» tú, franz arancibia «
llorando y terminamos ¡los tres llorando!, entonces cumplo un rol como de papá pos. Y eso hacíamos con la Mónica Olivares. Los problemas que teníamos siempre se los contábamos a ella. Y ella siempre tenía un tiempo para escucharnos. Ella y la Eliana Muñoz. Yo no hago mucho estas cosas, de dar testimonios. Pero si se trata de la señorita Mónica, lo que ella necesite y ella sabe que es así. Ella quiere morir en un colegio, le gusta enseñar. Se nota. ¡Es que quedan muy pocas profesoras como ella! Yo voy a colegios de Lo Prado o Cerro Navia y nada que ver la enseñanza con la que teníamos. Es increíble que tengan esta edad y siguen, siguen enseñando…que lindo es eso…ellas son las que valen, ¡las profesoras antiguas, viejas que saben po, pero de la vida, no solamente en el aula!
41
Él,
Rodrigo Tobar
su alumno regalón. Nacido en Santiago, 1967, casi profesor de Historia, hoy Masajista y emprendedor. Rodrigo fue uno de los alumnos más pequeños que tuvo Mónica Olivares en el aula.
• Le gusta su barrio, reciclar y observar la naturaleza.
» soy normalista «
» él, rodrigo tobar «
Mónica A la profe Mónica la conocí a los cinco años, ella me tomó en primero básico. Fueron cinco años hasta quinto básico. Fue harto. Ella era mi profesora Jefa. Y de quinto a octavo ya teníamos otra porque ella solo se dedicaba a la enseñanza básica. Me acuerdo porque me acogió bastante bien y era el más chico. Entonces era su regalón. Si tu hablas con ella «Ah, Rodrigo Tobar, era mi regalón» (risas). Yo iba en una escuela de la SIP, aquí en la José Gabriel Ocampo que ahora creo que se llama Instituto Italia. Pero tenía una onda especial como todas estas escuelas: la Olea, la Matta, todas que las están aquí en el centro. También habían en otras comunas. Era típico eso que se daba antes que las escuelas eran “del barrio”. Tu eras vecino y compañero, te juntabas en la escuela y te juntabas afuera. Eran muy pocos los niños que vivían por ejemplo en Ñuñoa o viajaban. Yo creo que eso fue la cola de lo último bueno de la educación pública, la que ahora se echa harto de menos. Donde tu convivías con el más pobre y el más rico del barrio a la vez pero teníamos la misma educación y la diferencia se vivía entrando a la Universidad, así se daba el tema de las lucas. No como ahora, ahora se da en kínder pos weón. Realmente se echa de menos. Recuerdo a la profesora Mónica como una persona joven. Destacaba físicamente, porque ella era rubiecita y de ojos verdes, ella tenía rasgos más… de otra estampa. 45
» soy normalista «
Ella era más estricta con los demás cabros. Conmigo, como era el más pequeño, era otro cuento, era el más chico y su regalón. Ella me acogía más, estaba al lado mío. Esa es mi sensación de ella. Cuando salí de la escuela no la vi nunca más. Pero, años después me tocó verla y retomar el contacto por mi hermano menor. A él le tocó ir a otro colegio de la SIP, que era la Escuela Olea y ahí me la topé de nuevo, porque estaba de profesora, subdirectora, no recuerdo muy bien. Entonces mi hermano agarró el hilo de su legado, claro, eso debe haber sido como el año 1988, 1989, ahí la vi de nuevo. Años después, tenía ganas de pasarla a ver y averigüé donde estaba. Trabajaba en un colegio por allá por Carrascal. Y la fui a ver. No la veía hace mucho tiempo, desde la vez que la había visto con mi hermano, como unos ocho años después. Fue un lindo encuentro. Leer, saber matemáticas, sumar, entre otras cosas. Vas aprendiendo cosas y recuerdas también quien te las va enseñando. Antes sucedía el hecho que más que en tu casa te enseñaran muchas cosas, eran los profesores los que te enseñaban en sí. Te educaban a ser persona. Yo creo que daban un refugio maternal por lo mismo, porque, te enseñaban y te educaban. Te enseñaban como comportarte en general y en la casa, los papás delegaban mucho ese rol a los profesores, sentían que no era su responsabilidad. Pero en ese tiempo se daba más, creo yo. Eso que en el colegio tenías que aprender todo. Tenías que aprender la vida en el colegio.
• Rodrigo a los ocho años, Escuela Gabriel Ocampo.
» soy normalista «
Hoy en día los papás están mucho más involucrados en las tareas, con los niños, la psu. Mi generación no era en donde los papás estuvieran muy metidos, o sea, te preguntaban — hiciste tu tarea? No hay hecho ná! Y ahí pah! Un pencazo y te decían ¡no hiciste tu tarea tatatá! Hace las tareas…— Las Normalistas lo que tenían, o lo que había en esa época era otro cuento, era una actitud más recia de las profesoras, adonde los alumnos se comportaban y bastaba una sola mirada para que te quedaras callado. No teníamos esa salidas que ahora tienen los chicos, que puede ser bueno o malo, desde que prisma se mire. Recuerdo esa típica parada de la mañana del día lunes: la bandera, todos formados, “distancia: arriba, atrás…”, entonces era bien rígida la cosa. Estábamos en plena época de dictadura. Yo entré el año 1976 hasta el 1982 y todosvivíamos ese cuento pesado, que de chico no te das cuenta pero después, ya de más grande lo vas analizando y vas viendo que movió todo eso, que era y porque eran tan así. Mi profesor de Educación Física era un ex paco y era un maldito. Igual entiendo que era pa’ mantener a raya… es que éramos cursos de sesenta cabros chicos, sesenta y cinco a veces, entonces tenías que hacerlo de alguna forma. Y eso daba pie a respetar a tus profesores por miedo también pos, cuando erís cabro chico entendías que “ah, si no me porto bien, ahh…entonces me quedo tranquilo”. Eres un animalito recién aprendiendo un montón de cosas. Pero eso. Y eso daba a que tu tuvieras una mejor educación o estabas más concentrado también.
» él, rodrigo tobar «
Yo me imagino que habían los mismos problemas que hoy: el cabro chico hiperkinético, el niño con déficit atencional pero como todos sabían que el sistema era más estricto, aprendías igual. Pero como antes estaban todos cagados de miedo…yo creo que aprendíamos un poco más (risas), ahora no están los cabros no están ni ahí. Fue raro mi proceso de lecto-escritura. Lo que pasa es que, yo pasé a segundo al tiro, porque sabía leer cuando entré. En esa época te avanzaban si tu sabías más y…pero creo que no es bueno. A mi no me ayudó en nada, no me perjudicó pero tampoco me ayudó. Fue una cosa neutral, inherente. Y te pasaban para que no estuvieras güeveando en clases pos, si tu ya sabías leer y andabas puro jugando, entonces decían “entonces pasémoslo a segundo para que se quede en su nivel correspondiente”. Ahora no, estás sonado. Siendo sincero para mí la básica no fueron muy lindos recuerdos… tú en la básica sufres mucho, siendo el más chico no puedo decir que fue bullyng, pero siempre tuve que estar a la defensiva…colegio de hombres… cachai? Por eso creo que los colegios solo de hombres o solo de mujeres creo que están fuera de lo normal. La normalidad es que tu compartas con otro género y de ahí te vas relacionando porque después sale de octavo y ¡no sabes como relacionarte con una cabra chica!
El aporte de la educación Normalista Era una educación mucho más real. Se ve vocación en las profesoras Normalistas. Siendo duras, estrictas y todo eso, era lo que se daba y eran los tiempos también. Después salió 49
» soy normalista «
toda esa corriente “Es que al niño no hay que hacerle esto, no hay que mirarlo feo y…¡salieron todos esos sátrapas que eran muy odiosos! (risas), que poco menos que te van a demandar si les levantabas un poco la voz. Y creo que ahí hablamos de dos extremos. También esa cuestión que pah! te coscacheaban y ¡el charchazo fuerte pos, no era muy suavecito!. Era a manopla no más (risas). Si, recuerdo que a veces los cabros se agarraban casi a combos con los profes, era otro cuento. Yo creo que el rol Normalista como mujer se liga mucho al tema materno. La capacidad de contener, es más, el de estar pegados, como eso de ver a los niños y ver a las profesoras queriéndolos abrazar, educar, ese instinto materno que a nosotros no nos aflora, creo yo. También tuve profesores hombre re güenos. Pero creo que en esa base de básica, la mujer tiene mucho que ver. Y son casi puras mujeres. ¿Te imaginas un hombre educando? Creo que en esos términos, una mujer está pintá pa’ eso y bueno, los Normalistas creo que tenían toda una enseñanza y la vocación creo que los ayudaba bastante. No como ahora, que es más de puntaje, lamentablemente. Y son muy pocos los que entrar con vocación a estudiar. Ahí te das cuenta que profesora Mónica es vocación. Plena. Si está trabajando a esta altura, ella lleva, uff, harto. Un montón de años. Ahora las diferencias están muy marcadas: están los colegios súper formadores que se preocupan de la personalidad del cabro chico. Que son más artísticos. Y está la otra parte más
» él, rodrigo tobar «
• Escuela Ocampo, paseo La Ponderosa de Colina, 1979. Segundo niño de izq. a der. con raqueta de tennis.
51
» soy normalista «
académica que te echan toda la biblioteca encima. Es que ha cambiado mucho: ahora es mercado. Nada más. Y pienso que es horrible. Y dista mucho de lo que era antes a lo que es ahora. Elisabeth me hizo Ciencias Sociales. Ella me hizo clases a la misma altura que Mónica. Lo que pasa es que a mí siempre me gustó la Historia y yo con ella me enchufaba mucho porque me gustaba. Esto debe haber sido a los siete, ocho años. Ella era Normalista pero se notaba que andaba más en otra. Me gustaba mucho la Historia y después de cuarto, yo por ella entré a estudiar Licenciatura en Historia. Mi idea era sacar la carrera para convalidar con Ciencias Políticas, que antes no era una carrera. Estudié tres años y justo eran los tres últimos años de Dictadura en el pegadógico…y cagué. Que no se estudiaba nada, que había toma, que habían desaparecidos, otros muertos. Entonces así dije: chao, yo no puedo seguir así y me fui a Uruguay y me fui a estudiar Literatura, entre otras cosas.
Encuentro Yo soy mucho de añoranzas. El año 2008 yo estaba convaleciente y me habían operado. Tenía bastante tiempo libre y justo sale este artefacto llamado Facebook” y me registré pensando: “ vamos a ver que es esto”. Y típico de Facebook, empecé a investigar. ¿Estará esta persona? ¿esta otra? y así, nos fuimos conectando con la gente de básica de la Escuela Ocampo. Y se fue armando de red, hasta que con otro ex compañero de básica dijimos “oye podríamos hacer una reunión” y ahí empezamos a organizar la cosa. Yo fui a su casa, vivíamos cerca y mucha gente vivía por ahí
» él, rodrigo tobar «
• Mónica en la escuela Elvira Hurtado de Matte.
53
» soy normalista «
también todavía. Así nos fuimos comunicando y logramos una junta de dieciséis personas. Invitamos a la profe Mónica ya que yo tenía su teléfono (desde esa vez que la fui a ver a Carrascal) e invitamos a la profesora Eliana, quien nos guió de quinto a octavo. Juntamos a las dos profesoras, Normalistas las dos y fueron a nuestra reunión y fue súper entretenido. Ahí uno entiende la memoria infinita que tienen ellas con cada uno de sus alumnos, que no se olvidan de nadie. Recuerdo escuchar a Mónica comentando “No, que este alumno y blah blah” cuando… ¡han pasado cuantos cabros chicos! Fue muy entretenido vernos ya de adultos, ver como cambian las personas, fue simpático.
» él, rodrigo tobar «
• Mónica con un hijo de un apoderado. Escuela Ocampo.
55
» soy normalista «
• Recuerdo 2ºB, año 1976, Escuela Ocampo.
» él, rodrigo tobar «
57
Ella,
Mª Eugenia Provoste
mi amiga. Nacida en Santiago, 1942, Profesora Normalista de la Escuela Nº2. Alumna destacada, gustosa de la Historia y el Castellano y colega de Mónica en la Escuela Ocampo. Reconocida por el SIP, hoy en día, jubilada.
• Le gusta cuidar a sus nietos y leer novelas de Marcela Serrano.
» soy normalista «
» nosotras, mª eugenia provoste «
En la escuela Con Mónica estudiamos juntas en la Escuela Normal número dos de Recoleta. Sin embargo, ahí no nos conocíamos ya que ella pertenecía a varios cursos más bajos que yo. Empecé a trabajar en la Escuela Gabriel Ocampo de la SIP y a los años después ingresó ella, tres o cuatro más tarde que yo, que es la diferencia que tenemos de habernos recibido. De repente, cuando la gente comienza a conversar y se llevan bien, tienen feeling. Así nos hicimos amigas. Ella, por la escuela, me recordaba a mí, pero yo no la recordaba a ella como estudiante. Ella decía que yo era muy seria dentro del alumnado y que se acordaba que yo era la jefa de la mesa en la cual almorzábamos, ya que comíamos en la escuela todos los días. Ella se acuerda de todo y de yo de nada. Pero de que si fui seria, lo fui. Era una persona muy dedicada a los estudios, muy aplicada, eso decían mis compañeros. La mejor parte de nuestra amistad fue cuando trabajamos juntas. Yo me recibí en el 61’ y empecé en marzo del 62’ a trabajar en la Escuela Ocampo y dos, tres años después llegó Mónica a como profesora. Ahí también llegó Elisabeth, ya que ellas dos eran compañeras del mismo curso. Ella también fue muy buena conmigo, siempre tuvo esa alma de ayudar a los que lo necesitaban. Lo que yo admiraba de Mónica es que ella era una artista. Cien por ciento. Ella tiene alma para eso, escribía precioso, tenía unas poesías hermosas, inventaba obras de teatro y me encantaba verla armar sus guiones en los aniversarios. Para la 61
» soy normalista «
fiesta de la directora ella prepara los libretos de los niños, se los enseñaba y después se preocupaba de toda la escenografía. Era ahí donde yo trataba de cooperar, aunque fuera poquito y desde detrás de las tablas, no solo yo, sino que todas las profesoras la apoyábamos para que saliera bonito para los niños. De todos esos grupos que ella educó tienen que haber salido artistas porque Mónica no solamente escribía bonito sino que dibujaba muy lindo, hasta hacía obras de teatro, lo que para mí es un tremendo don que ella tiene. Lo que a Mónica le hace falta es escribir un libro y no se porque no lo ha escrito. Yo estoy segura que podría. En la Escuela Ocampo éramos colegas y ahí nos hicimos realmente amigas. Amigas de años porque en mi concepto de definir “amistad”, ella es mi amiga. No nos vemos actualmente pero nos llamamos para los cumpleaños y nos vemos una vez al año siempre. Hay tal grado de amor con ella, el cual me permite decir que yo la quiero tanto como a mis hermanas y en los momentos más difíciles de mi vida ella estuvo ahí. Cosas que yo agradezco y nunca olvidaré fue cuando yo me separé y quedé sola. Mi hijo mayor tenía tres años y mi hijita todavía era un bebé, ahí me separé. Mónica me ubicó y hasta el día de hoy recuerdo eso y el primer par de aritos de mi niña se los regaló ella, cosa que nunca podré olvidar. Increíblemente ella no fue madrina de mis hijos pero siempre estuvo muy ligada a mi vida, a mis hijos, a todo lo que yo estaba pasando, el apoyo moral infaltable que necesitas en esas épocas difíciles.
» nosotras, mª eugenia provoste «
Lo más bonito es que mi hijo con la hija de Mónica empezaron a ser amiguitos desde pequeños porque siempre nos veían juntas y compartiendo. Yo estaré eternamente agradecida de las profesoras y colegas que me ayudaron. Uno tiene que agradecerle a las pers
onas. Y ese es el grado de amistad que tengo con Mónica además de un cariño inmenso que le tengo. Somos muy amigas. La conexión entre nosotras de pensamiento, sus consejos. Es increíble porque ella se ve una persona tan delicada, tan fina pero tiene una fuerza increíble para los desafíos de la vida que realmente para mí es admirable. Trabajadora y perseverante, cien por ciento. Nosotras estuvimos juntas hasta el terremoto del 85’. La Escuela Ocampo quedó muy mal, se cerró y nos repartieron. Lo bueno es que quedamos juntas unos cuatro años con la sección de niñas, estuvimos trabajando en un instituto de la SIP, llamado Claudio Matte, donde concluimos la parte de la básica que había quedado sin escuela. Me designaron a mí como Sub-Directora de la Escuela José Alessandri y Mónica se fue conmigo de Secretaria Docente: partimos hacia allá con toda una proeza de trabajar con niños de campamento, imagínate, la escuela era como un Búnker. Y después de ello nos separaron. Pero siempre quedó el contacto. Llamados telefónicos, todavía tengo guardados sus fax’s y unas hermosas tarjetas que me mandó para un 63
» soy normalista «
• Mónica y sus obras teatrales en la Escuela Gabriel Ocampo.
» nosotras, mª eugenia provoste «
• Mauricio y Mónica hija (polera amarilla): los hijos de Mª Eugenia y Mónica.
65
» soy normalista «
cumpleaños, todas esas cosas que ella hacía, yo las guardaba. Siempre con una palabra precisa y levantándome el ánimo.
Mónica en el Aula Era excelente. Porque era de ese tipo de profesoras que se involucra con el alumno, ella quería a sus niños. Y ese tipo de profesores son los que parece que no hay ahora. Yo creo que es porque a nosotras nos criaron seis años en la Escuela Normal, diariamente inculcándonos el lema “la educación es amor”, entonces salíamos con esa mentalidad Normalista de enseñar para retribuir lo que nos habían dado. A Mónica le tocaban cursos de cien niños. Cuando yo la conocí le hacía clases a los varones y era increíble porque tenía la pasta para trabajar con muchachos, dentro de su dulzura ella tiene un carácter que nadie piensa que lo tiene, ella es muy firme y es educadora de valores, por lo tanto jamás dejó pasar las cosas negativas. Los niños se daban cuenta se eso y la respetaban muchísimo. Como colega, como compañera Mónica fue muy buena. Increíble pero cierto. Siendo una artista y yo siempre le digo “tú eres una artista por excelencia” ella era matemática. ¡Y fue una muy buena profesora de matemáticas!. Cuando empezamos, teníamos cursos chiquititos, después la escuela fue creciendo ella enseñó Matemáticas en los cursos grandes y los chiquillos la querían harto y la respetaban. De quinto a octavo. Pero ella tenía mucho feeling con el alumnado. Siempre se notó eso. Yo saqué la mención en Historia y ella en Matemáticas.
» nosotras, mª eugenia provoste «
Legado Ser profesora Normalista para mí y creo que para todas, fue abrirse al mundo del conocimiento, hacia el amor de educar, a enseñar a estos seres pequeñitos que te necesitaban para formarlos y por una necesidad propia de tener algo en la vida, que no se iba a lograr en otra parte. Creo que el legado de la Escuela Normal a este país fue el amor a los niños. El amor a la entrega sin condiciones. Ese niño me necesita y yo tengo que darle lo mejor de mí. Antes, en ese tiempo, ser profesora era una gran cosa y sobre todo, con personas de situación de escasos recursos como lo éramos nosotras. Nos criábamos con lo indispensable, con lo justo. Entonces lo que proyectaba en la Escuela Normal era poder tener una posibilidad para aprovechar la capacidad que teníamos las alumnas más aplicadas. Entonces si tu eras estudiosa, valía la pena porque en seis años más salías con un título muy prestigioso. La vida en la número dos Mónica era del coro. Ella cantaba bonito, ¡esa era otra de las aptitudes que tenía! Ella es capaz de formar un coro, estoy segura. Ella perteneció al coro de la Escuela Normal con el famoso profesor Castillo, profesor de Música quien dirigía el coro. Sus alumnas del coro lo adoraban. Él ya está fallecido pero fue un gran maestro dentro del arte musical de la escuela. 67
» soy normalista «
Tengo un recuerdo muy especial de la profesora de Literatura, Sofía Brand. Nos hicieron hacer una vez una composición sobre que esperaba uno de la vida. Pienso que el amor que yo tengo hoy en día a la lectura y cultivo es por ella. Nos hacía leer mucho y nos embarcaba a descubrir si nos gustaba o no lo que leíamos, raro para esa época. También recuerdo a la profesora de Gramática: Clarina Robledo. Yo llegué de la escuela primaria y siendo una excelente alumna tenía una ortografía horrible. Escribía malísimo y después lo descubrí, ¡porque era muy nerviosa! Con ella mejoré mi ortografía, ella me daba pautas y reglas que hasta el día de hoy yo las recuerdo y nunca las he olvidado. Y nuestra profesora de Matemáticas que también le hizo clases a Mónica. Ella era famosísima en la Escuela Normal, famosísima: ella era la que dejaba repitiendo a todo el mundo. La Matemática en la Escuela Normal era muy difícil, en este momento no recuerdo el nombre de la profesora. Yo estaba eximida en todos los ramos menos en ese ramo. Tenía que dar siempre examen de Matemáticas. Y para mí esos días eran horribles pero me iba bien y pasaba. Pero jamás se zafé de pasar eximida, nunca. Yo creo que le tenía terror a esa profesora. Ella era excelente profesora pero me intimidaba, aparte de ser una ciencia que no dominaba. Sin embargo, por ella le tomé amor a las Matemáticas, como muchísimas de mis compañeras. A Mónica le iba muy bien, le gustaban mucho los números. Lo más memorable de la Escuela, que creo que Mónica ya
» nosotras, mª eugenia provoste «
• Mª Eugenia y el delantal oficial de la Escuela Normal número dos.
» soy normalista «
habló de esto, eran las Clases-Examen que se asemeja hoy a cuando te titulas de la Universidad. En este caso, cuando nosotras nos íbamos a titular nos tocaba dar una clase examen. Era un sorteo. Al tener lista la práctica, nos tocaba el momento. Entrabas a una sala, sacabas un papel. En mi caso me salió “Educación Musical” con el señor Castillo. Tu sacabas el ramo y debías hacer tu clase. Era una instancia personal. Y a mí me tocó Música, ¡casi me morí! pero se portó bien el viejito (risas). El proceso constaba de la siguiente manera: después que tu sacabas tu tema (asignatura), ibas donde tu profesor asignado y le dices “esto es lo que quiero hacer” y él te daba las pautas de cómo el creía que lo podías estructurar. Era como un examen de grado. Yo recuerdo que tenía que hacer que los niños interpretaran la pieza de “Pedrito y el Lobo”, hasta el día de hoy, memorable. Yo le llevé mi pauta al señor Castillo y él me dio sus consejos, muy bien dados, muy amable y atento, por cierto conmigo. Y me fue regio en la clase… los chiquitos escucharon la música y todos acataron…de empezar cayéndome mal lo adoré(risas); después de haber sufrido tanto con él. Era la última clase adentro de la Escuela Normal, era con la cual uno se recibía. Aparte de la clase examen, hacíamos una memoria. Para ello también como ahora, teníamos una profesora guía. Uno escogía su tema. Uno se encerrada en la biblioteca, buscaba documentos. Bien aplicadas éramos. Fue una pena muy grande que se hayan acabado las Escuelas Normales. Yo no supe nunca que pasó, yo creo que
» nosotras, mª eugenia provoste «
fue por los presupuestos fiscales. Yo no recuerdo haber pagado nada, mi mamita tampoco podía hacerlo pero no como ahora, que te endeudas en millones. Entonces, yo pienso que fueron cambios de recursos o cambios de planes de estudio, quizás fueron temas de recursos. Aún no sé la causa.
sip (sociedad de instrucción primaria) Me da la impresión que hubo un contacto muy directo con la primera jefatura de SIP con las Escuelas Normales. Digo esto porque la razón era que los mejores alumnos de las Normales iban a trabajar a la Sociedad. Es más, yo me recuerdo que yo salí con el primer lugar de mi curso y yo supe por ahí (porque a esa edad era un pajarito, además que tenía muy pocos contactos) que había que ir a inscribirse al Ministerio de Educación y por el buen rendimiento académico, uno podía quedar trabajando en Santiago. Porque generalmente todos los profesores recién salidos se iban a provincia, porque faltaba educación en las regiones. Entonces yo fui, entre sin saber nada, sin saber con quien hablar y con quien dejar mis cosas y ahí dejé mis documentos. Hasta el día de hoy, no sé si funcionó, nunca supe (risas). El empezar Yo estaba bien amargada, iban a empezar las clases y yo no tenía colegio donde trabajar. Cuando, un día, llega a mi casa una señora alta, preciosa, como de estas señoras distinguidas, 71
» nosotras, mª eugenia provoste «
de cuento, era una dama. ¡Y venía a buscarme!. Me contó que había ido a la Escuela Normal, le habían pasado un listado de profesoras que recién habían egresado y que esa niñita era primer lugar de su curso y estaba sin trabajo. Imagínate, me habían ido a buscar para trabajar en la Escuela Ocampo. Y me presenté. Tenía un primer año de cien alumnos. No lo podía creer. Y yo era un pajarito, flaquita, tímida porque nunca fui de personalidad muy exuberante. Y había que apechugar. Pero todo lo que te enseñan en la Escuela Normal frente a un grupo tan grande...¡no es nada!. Porque tú tienes que, sola, aprender a manejar a esos niños. Y a Mónica, lo mismo, así nos conocimos.
La Escuela Ocampo Era muy maravilla. Éramos poquitos. Cuando yo ingresé era hasta quinto básico y como éramos pocas, éramos tan apegadas, tan unidas. Eran dos primeros, dos segundos, dos terceros, un cuarto y un quinto cuando yo empecé. Y después se fue agrandando. Y pasaba que los niños de quinto eran los más grandes y habían unos alumnos más grandes que yo en tamaño (yo soy bajita, menudita), así a los más grandes les pedía que me ayudaran a formar al primer año para que me respetaran (risas). Buscaba siempre a los chiquillos más grandes en talla para formar a ese tremendo batallón que tenía.
73
Nosotras,
Adelaida Paredes
sus colegas. Nacida en Santiago, 1951, Recaudadora de la Escuela Elvira Hurtado de Matte, uno de los colegios de la red de la SIP. Ha trabajado toda su vida en este recinto, por veinticuatro años. Mónica trabajó con ella cuatro años.
• Le gusta mirar desde su ventana como los niños corren. Se emociona.
» soy normalista «
» nosotras, adelaida paredes «
Ella La señora Mónica es vocación pura. La conocí cuando llegó a trabajar a este colegio (Elvira Hurtado de Matte) porque ella era Sub Directora en el colegio de Renca de SIP (Jorge Alessandri) y la transladaron para acá, como en el noventa y algo, también con el cargo que tenía en la escuela anterior. Yo recuerdo que cuando ella llegó aquí, el día que yo la conocí, yo pensé —¡Que jefa más terrible!—pensé dentro de mí. Pero con el trato fue distinto. Radicalmente distinto. Jefatura Yo siento que a pesar de haber sido mi jefa, yo la sentí como mi amiga. Ella siempre fue bien puesta en su lugar como jefa, obviamente, porque era así tenía que ser. Pero yo creo que fue y pasó por mi vida como una guía. Obvio que hasta el día de hoy somos amigas pero aquí, aparte de ser mi jefa era mi gran amiga. Humana, siempre preocupada del personal. Hasta de la última persona en la escala. Pero ella siempre pendiente de que nada les faltara. Yo lo resumiría no como Sub Directora sino que Relacionadora Pública, en todo lo que eran las problemáticas del personal. Aunque casi nunca hubieron problemas con ella. En general, cuando faltaba una profesora en el colegio ella la reemplazaba. Iba a las salas y ella la cubría. En su cargo de mayor rango, no le quedaba grande ir a las salas. No tenía problemas. Todas esas cosas yo creo que dejaron un ejemplo, un legado impagable. 83
» soy normalista «
Y yo aprendí mucho con ella. La señora Mónica es como una persona especial. Cuesta encontrar personas así. Apaciguadora, conciliadora, siempre bajándole el perfil a los problemas que habían, tratando de equilibrar las cosas para que no pasaran más allá. Es una persona que aparte de entregarse a los niños, es una persona que se entrega mucho al trabajo con adultos también. Entonces siempre estaba enseñando a los niños y a los adultos. Y ella le gusta trabajar las manualidades. Tiene unas manos espectaculares para crear y trabajar. Y no es solo para ella, sino que lo enseña. Le gustaba que los demás lo aprendieran, era altruísta. Es sumamente humana, se puede acceder muy fácilmente a ella. Se puede conversar con ella, se pueden tratar temas profundos, se entrega a su trabajo y a su labor, entregada fielmente a sus niños, cien por ciento. Eso yo se lo puedo asegurar. Le encantaba estar con ellos, hacer obras de teatro, hacerlos participar, escucharlos, que creo que eso no se da mucho en los Directivos de los colegios. Era muy abierta, muy transparente, no podría contar cosas malas o incorrectas de ella. Su oficina que estaba al frente, siempre abierta. Siempre dispuesta a escuchar a todo el mundo, para mí una gran y linda experiencia haber trabajado con ella. Yo diría que el cargo que tuvo ella tuvo mucha importancia. Yo se lo dije a ella una vez, yo me atrevo a pensar, que el éxito del colegio era por ella, cuando estaba aquí. Pese a la Directora, pese a otras Sub-Directoras, al equipo
» nosotras, adelaida paredes «
directivo y al progreso, yo creo que el colegio en sí tenía un gran éxito (lo sigue teniendo pero ha bajado un poquito (risas)). Su labor acá destacó, siempre luchando para que los niños salieran adelante, para que tuvieran buenos resultados. Y se lograron. Con ella. Creo que pasó por aquí y dejó un gran legado y todavía hay niños que la recuerdan.
Los niños y la escuela La relación de Mónica con los niños era súper buena, de hecho a ella le gustaba trabajar con ellos en programas extra programáticos, fuera del horario de clases. Le gustaba mucho trabajar con los niños a través de sus talleres de teatro. Ella escribía las obras, ojo, que ella las escribía o las modificaba, incluso, hasta las presentaba. Hacía montajes espectacularmente lindos, me acuerdo de “La Pérgola de las Flores”, un trabajo de chino pero salió excelente. Todos trabajando. Ella se preocupaba de: diseñar los trajes, enseñarle a los chiquillos, ir a ensayar con ellos, estar dirigiéndolos, mandaba a hacer los trajes y todas esas cosas las hacíamos juntas, nos preocupábamos harto de eso. De hecho, hubo una obra en la cual ella participó, ella empezó a narrar su obra y se vistió con un traje que ella se diseñó y mandó a hacer. Increíble. Hacíamos eventos para la Fiesta de la chilenidad, en la cual nos poníamos a vender cosas (risas). Esas actividades eran espectaculares, lo pasábamos chancho. Eran eventos a los cuales ella nunca decía que no. Yo encontraba espectacular 85
» soy normalista «
• Mónica participando junto con los niños en el taller de teatro.
» nosotras, adelaida paredes «
• Taller de teatro impartido por Mónica, escuela Elvira Hurtado de Matte.
87
» soy normalista «
esas cosas porque ¡nadie se atreve a hacer eso!, es decir, yo la ayudaba muchísimo en todo lo que hacía pero ¡yo jamás me atrevería a pararme en los escenarios! Yo creo que ella es una artista frustrada. Pienso que su otro yo quería ser artista a lo mejor. Es lo que pienso. Pero de todas maneras se entregó a eso. Ella siempre lograba cosas lindas. No le gustan las cosas a medias. A ella le gustan las cosas bien hechas. Y no es chiste, ella siempre fue así. Si se presenta algo, se presenta como corresponde. Y exigente pero salían cosas muy acabadas.
Directiva Ella era coordinadora del Centro de Padres de la escuela, por lo tanto estaba en todos los eventos. Los papás se llevaban muy bien con la señora Mónica. Se lograban muchas cosas buenas cuando ella ejerció esa labor, se concretaban finalmente. En apoyo a los niños o a una familia que lo necesitara: se reunían fondos o se compraban las parkas, los lentes, los zapatos u otra cosa que se necesitara. Hay muchos apoderados que aún se acuerdan de ella…El señor Marini. Él llegó siendo apoderado. Entonces cuando hubieron elecciones, él salió elegido. Presidente del Centro de Padres de esta escuela por muchos años. Un personaje bien importante de este colegio. Muy comprometido.
» soy normalista «
Mi personalidad A quienes le pregunte aquí, yo voy al choque, yo peleo. Pero ella siempre me decía —Adelaida, baje, baje…tranquila—. Entonces era muy sano estar con ella. Obviamente ella me enseño a dominar el tema de mi carácter porque yo, como le decía, soy al choque. Entonces yo siento que siempre estuvo bajando el nivel de mi genio. Pero yo creo que mientras ella estuvo aquí logramos algo. Ella se fue y bueno…(risas). Fue lindo trabajar con ella, para mi por lo menos. Y creo que para todas las personas que trabajaron con ella sienten lo mismo, la extrañan. Yo cuando ella se fue yo sufrí mucho, muchísimo. Ella se fue y me llevaron una gran parte de mí de mi vida acá en el colegio. La extraño aún mucho. Ella se fue en el año 2004 y aún siento su partida. Todavía la siento. Natalia Aravena Ella es la Natalia. La Natalia Aravena. De hecho, cuando la señora Mónica me ve, siempre se acuerda de ella. Ella siempre me motivó a inscribirme en talleres de teatro, siempre me dijo que buscara en mí el teatro, la danza. Si había una actividad en el colegio que involucraba estos temas, me metía, siempre se preocupó en ese ámbito por mis intereses. Procuró que yo estuviera inserta en todas las actividades artísticas. En cuarto, quinto año ella dirigía el taller de teatro y participé en dos obras que era “La niña de fósforos”, que se trataba sobre una niña huérfana y participé en una obra de la Chilenidad que era para el aniversario del colegio, en donde hice de chilena.
» nosotras, adelaida paredes «
Y la señorita Mónica, con su prima o sobrina, me consiguieron el vestuario. Ella siempre se preocupó de mí. Andaba preocupada de los objetos, de todo lo que la obra pos. Era bacán, siempre estaba ahí. Era buena onda, no era de esas típicas profesoras que te dejaban ahí, ella siempre estuvo más allá. Yo nunca la vi como profesora o como de esas sub directoras que te retan, yo siempre pude confiar en ella, como una amiga. Nos repartíamos los papeles y ella nos los enseñaba. Un mes antes de la obra, todos estábamos ensayando, encargándonos de todo. Yo siempre recuerdo, aparte de su papel de dirección, ella siempre nos iba a ayudar. Éramos como quince en el grupo, doce. Hubo un tiempo éramos veinte. La generación de cuarto medio alcanzó los veinte y tantos. El taller de Teatro quedó ahí, con ella. Que bonito que se acuerde de mí la señorita Mónica. Ella era acogedora, cariñosa, tierna, alegre, empática, responsable. Ahora que me acordé, una anécdota, yo siempre tuve pánico escénico y recuerdo que estaba muy nerviosa en una obra. Ahí les dije que no, que no podía salir y no quería. Me achunché demasiado. Y ahí ella me dijo —Vamos, tu puedes. Yo confío en ti—. Y que te lo diga una profesora importante como lo era la señorita Mónica fue súper potente para mí. Desde que me lo dijo alguien como ella, si. Me recuerdo que el año antepasado había un taller de folklore y yo no me quise meter, porque no tenía tiempo o las ganas, no quería. Y me acuerdo que ella me pasó a ver y la señorita Mónica me dice —Natita, inscríbase que esto es lo suyo—. Y ahí yo me 91
» soy normalista «
inscribí y en gran parte porque ella lo me dijo. Y me encantó. Cuando ella se fué, sentí su partida. No hay un profe o director que haga eso. Los murales de afuera que los hacía ella, los pintaba, los arreglaba, era motivante llegar en la mañana. Llegábamos en la mañana y todos —¡Uuuh, se cambió el mural!—y todo gracias a la señorita pos. Movía la escuela. Yo ahora no sigo en ningún taller pero si viene ella (risas). Creo que todas las personas que hemos pasado por su vida tenemos la misma sensación. Sin yo haber conversado con Natalia, ella dijo casi lo mismo que yo. Eso habla de una persona totalmente consecuente y perseverante. Creo que coincidimos en varias cosas. A mi me emociona ella, me emociona la entrega de ella hacia los niños. Y bueno me emociona porque yo la extraño mucho, ella lo sabe. Cuando ella se fue de acá, la Sociedad (SIP) ya le había hecho el papelito de jubilación, digamos que “ya tenía que partir”. Estaba lista, según ellos “por la edad”. Por eso la quiero y la admiro. Porque siguió haciendo clases y ella no va a estar nunca tranquila en su casa sabiendo que hay niños que necesitan aprender de ella. Yo creo que ella morirá con las botas puestas. Ella no va a quedarse tranquila y sé que no estará en su casa, sabiendo que podría tranquilamente estarlo, haciendo su taller de manualidades, que es lo que le encanta. Pero sin embargo, está en pie entregando sus conocimientos. Y eso en ella va a durar siempre. No se irá fácilmente a su casa. Eso lo tengo por seguro. Bueno y de ahí, la misma SIP le propuso irse al Hogar
» nosotras, adelaida paredes «
español, en metro Alcántara. Se fue de directora del colegio de la escuela de niños porque también tienen un hogar de acogida de ancianos. Estuvo ahí dos años con ellos pero sin embargo lo cerraron por problemas mayores, no por malos resultados: ella obtuvo excelentes resultados cuando estuvo allá. Subió todos los niveles durante su permanencia. Y después, de ahí, ella pensó que se iba a ir para su casa. Pero, tampoco le resultó (risas). ¡Se la volvieron a llevar para otro lado! Y así sigue…así que, yo creo que va a salir hasta que no pueda más.
la educación y la sip Yo creo que la Sociedad de Instrucción Primaria, como es antigua, solo empezó a contratar a profesionales Normalistas porque quizás no había otra alternativa, pienso yo. Pero hoy, por mi experiencia en la SIP, yo creo que se dieron cuenta que ellas daban más de lo que se solicitaba, tenían mayor disposición, entrega. Ahí va el nexo. Obviamente, ya no existen profesoras Normalistas. Y si existen, ya no tienen trabajo. Porque están ya están jubiladas o son muy mayores. Pero creo que el fin de la SIP era tener profesoras Normalistas por la entrega de ellas. El estado actual de la red de colegios de la SIP hoy es distinta: yo he visto pasar muchas generaciones por este colegio, porque ha sido mi lugar de trabajo siempre, no he salido de aquí, llevo veinticuatro años 93
» soy normalista «
acá. Y creo que la magia se ha ido perdiendo un poco, yo creo que ya que no existe lo que realmente era la entrega, lo que quería la SIP. Ya que esa magia de las profesoras Normalistas no existe. Eran otras generaciones, otras entregas. Quizás eran otros jóvenes, otros alumnos, quizás pensaban distinto. Era otra generación en torno a niños, jóvenes pero también a educadores. Es muy marcada la diferencia de los profesores y se nota. O a lo mejor yo la noto. Yo creo que el camino de enseñanza que era antes se ha perdido, en torno al profesorado. Yo creo que el mismo sistema en sí, la reforma educacional ha hecho un cambio drástico. Que ya no es lo mismo, porque hay que navegar para un mismo lado pero cuesta, cuesta. Porque yo creo que a la SIP igual les ha costado muchísimo tener que “modernizar” la educación porque sino, nos quedamos pegados en el pasado, pero a mi eso si me gustaba más (risas).
Normalistas El legado para mi es la entrega total de la educación hacia niños. Su vocación como educadores. Hoy día al profesorado les falta eso. Es que las Normalistas eran así, porque sin vocación, no las dejaban entrar, el sistema era muy exigente para estar ahí. Algunas entraban porque la mamá y el papá tenían influencias pero en el camino encontraban todas su vocación de entrega. Por creo que las Normalistas hacen faltan actualmente. O el sistema. O el método. Y hoy se ha perdido. Yo creo que faltan personas adultas que hagan esas cosas con los jóvenes y a lo mejor tendríamos menos problemas con
» nosotras, adelaida paredes «
• Mónica en la escuela Elvira Hurtado de Matte.
95
» soy normalista «
los jóvenes actuales. Yo siento que el profesorado nuevo no es cálido: no hay entrega, no hay acogida. Y a lo mejor eso falta para los jóvenes actuales. Profesoras Normalistas como ella faltan. Hablar de ella me engrandece. Yo aprendí muchas cosas buenas de ella. Fue un gran apoyo en mi vida. Yo creo que nadie que hable de la señora Mónica, va a tener feos recuerdos. A lo mejor, como toda persona, su carácter no era el ideal pero yo creo que nadie lo tiene si es humano. Hoy en día nos llamamos por teléfono y nos juntamos, una vez por mes. Nos juntamos todavía a tomarnos un pisco sour, obviamente afuera, en su casa o en la mía (risas).
» soy normalista «