José Codesido/ Felices y golpeados: memorias de un justicialista

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FELICES Y GOLPEADOS

MEMORIAS DE UN JUSTICIALISTA



MEMORIAS DE UN JUSTICIALISTA




Codesido, José Felices y golpeados: memorias de un justicialista/ José Codesido - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Barnacle, 2019. 154 p. ; 21 x 15 cm. ISBN 978-987-4044-33-01 1. Biografía. I. Título CDD 920.71

Editora General: Diseño de tapa:

y

Primera edición: Junio de 2019 (c) 2019, José Codesido Buenos Aires- Argentina ISBN 978-987-4044-33-01

BARNACLE barnacle.cia @gmail.com www.barnacle.com.ar

Impreso en la Argentina Queda hecho el depósito que previene la ley 11723


del local: “dejá la casilla ahí Juan, mirá que tu mujer se va de tu casa si la llevás a tu patio”. “No importa”, le dijo Juan, “mujeres hay muchas, Perón hay uno solo”. Esa respuesta podría haberse multiplicado por cientos de miles, el pueblo estaba motivado, no necesitaba filosofías, las respuestas le brotaban del alma.

El Coronel viajó de noche para que no se supiera donde estaba; se mantuvo el rumor de que continuaba detenido, hasta se exageró y se difundió que se hallaba en una celda; había que mantener el fuego sagrado del alzamiento del pueblo, provocado por dicha injusticia. A veces pienso cómo hizo Perón para enfrentarse solo a enemigos tan poderosos que aparecían de todos lados; los “patricios” (así se autotitulaban), los oligarcas latifundistas (burguesía enfitéutica), los pretendientes a industriales, los pequeños burgueses esnobistas, que usaban chalecos de botones bajo la chaqueta en el mes de enero, porque así se vestían los ingleses, puño y cuello postizo, no vaya a ser que los confundiesen con la clase media profesional, es decir tenderos, médicos, abogados no contratados por ferrocarrileros, profesores universitarios que usaban trajes de confección mostrando su pobreza de solemnidad (además de su genuflexión) y encima algunos (pocos) trabajadores de la clase media laboral, que pretendían demostrar no pertenecer a algo tan ordinario como la ideología peronista. El dinero corría como agua de manantial entre los servidores políticos, no era necesario ser un experto ni ver fotografías de cheques; el centro tenía las calles empapeladas de volantes que no dejaban caminar, como las serpentinas después de un corso (todavía se usaban), las solicitadas en los diarios coloniales, las subvenciones a los teatros, para que actores se burlaran del pueblo. Perón contra el mundo; no, no era así: Perón y el pueblo contra el mundo. FELICES Y GOLPEADOS: MEMORIAS DE UN JUSTICIALISTA

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Esa mañana el tranvía N° 55 que hacía el recorrido Pompeya-Retiro, llevaba gente en el techo, ¿cómo iba a tomarlo? Uno de los muchachos que estaban trepados vio mi intención y quitó el trole del cable y mientras el guarda lo acomodaba pude subir al techo y así viajé hasta mi trabajo: —¿Qué pasa, salimos todos a la misma hora? —pregunté. —No, qué hora, vamos a Plaza de Mayo —me contestó el joven que quitó el trole. —¿Qué pasó? —Los trabajadores vamos a pedir la libertad de Perón, es nuestro líder y tiene derecho a ser candidato a la presidencia, pero como no pueden con él quieren retenerlo detenido ¡No se lo vamos a permitir! ¿Verdad compañeros? ¡La vida por Perón, compañeros! ¡A la miércoles! “Cómo se viene la mano.Voy a ir al trabajo a ver que sucede allí ,pero no hay duda de que Juan Puigbó tenía razón, algo gordo está pasando”, pensaba yo. Mientras tanto, el Coronel se había afincado en el Hospital Militar. Había amigos ahí, este hombre estaba arriesgando demasiado en un juego peligroso; en ese lugar tenía comunicación directa, incluido el radio transmisor que lo conectaba con la Casa de Gobierno. Miguel Strogoff no dejaba nada librado al azar. Llegué temprano a la oficina, pero encontré tumulto en la calle, nosotros éramos 120 personas entre empleados administrativos, vendedores y mecánicos. Unos no querían entrar: “si entramos no vamos a poder salir”. Otros querían firmar la llegada para no perder el día: “ustedes están soñando, no pagaron el 12 de octubre que es feriado nacional y te van a pagar un día laborable porque sólo firman”. Sin embargo entramos pero nadie trabajó. Sólo discusiones, el jefe de personal a los gritos pelados, terminó por retirarse, nadie lo escuchaba, por más amenazas de sanciones que pronunciara, no alcanzaba a comprender (no fue el único) que estaba en medio del día más importante del siglo. A eso de las diez de la mañana 80

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salimos en manifestación hacia la plaza, aunque al llegar a Florida y Corrientes me aparté de los compañeros, puesto que había combinado con un camarada encontrarnos en esa esquina. Mientras me entretenía viendo la manifestación que pasaba. Llegó el camarada Walter Vezza. No hacía cinco minutos que estábamos de observadores cuando sucedió un hecho inesperado; una manifestación que venía del lado de Retiro, todos de muy buena presencia, incluidas varias señoras con excelente ropa, como si se hubieran vestido para una salida dominical, sufrió una agresión en el momento que mantenían en voz estridente la consigna del día “La vida por Perón”. Ahí sonaron los disparos que partieron de un coche que pasaba por Corrientes, desde el bajo hacia el obelisco. Mi amigo se echó a reír. —¿Qué pasa? —pregunté. —Mirá por Florida, no hay nadie —dijo. “La vida por Perón”, bueno, hasta ese momento los muertos y heridos los poníamos nosotros (con el tiempo los peronistas se foguearon). Caminando, lentamente mientras pulsábamos los concurrentes, nos fuimos acercando a Plaza de Mayo, cuando estaba por entrar a la zona de los canteros, un policía de uniforme me detuvo: —¿Qué pasa agente? —dije. —Usted está armado —respondió. —Es cierto ¿cómo se dio cuenta? —repliqué. —Se le levantó el saco y se vio la pistola —afirmó el policía. —Nos están eligiendo de blanco, no podemos andar sin armas —le dije mostrándole la insignia y el carnet. —Está bien, pero ciérrese el saco. Seguí mi itinerario hasta el centro de la plaza; allí estaba Walter: —¿Qué te pasó? —Nada, es de la causa. Nos fuimos acercando al centro de la plaza y allí vimos a algunos hombres y también unas pocas mujeres refrescándose los pies en la fuente. El día era muy caluroso y algunos traFELICES Y GOLPEADOS: MEMORIAS DE UN JUSTICIALISTA

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bajadores venían de lejos, a patacón por cuadra, sin embargo sólo fueron unos pocos, en aquel tiempo ciertas actitudes parecían insólitas.“¿Viste Meneca lo que hacen esas?”, “Sí, Gertrudis, son gente marginal”. En la actualidad las señoras toman sol en plazas en malla de baño. La gran mayoría de los hombres tenían puesta la chaqueta, entre ellos yo, que además lucía una vistosa corbata roja, a pesar del bochorno de una humedad impropia de la época. En cuanto a las damas sólo unas pocas (las más jóvenes) estaban en blusa, las demás lucían traje sastre que era moda en la oportunidad. Como ven nada de barrenderos con su uniforme, nada de mecánicos con los mamelucos engrasados, nada de ferroviarios con su ropa de labor, nada de astrados dedicados a cirujear, nada de sudorosos malolientes, como asegura un historiador. Gente que sabía que al defender a Perón, defendían sus leyes sociales y sus fuentes de labor. Muchos de los empleados del Estado, que trabajan en reparticiones donde se exige buena presencia. Como tengo bien presente ese magno día y además soy muy observador, puedo asegurarle al lector que no había una sola nota discordante en los presentes. Los que escribieron otra cosa no estuvieron allí, ni siquiera los periodistas “serios” que con su notoria mentalidad de almaceneros minoristas, no alcanzaron a comprender la trascendencia de esta magnífica actuación de masas populares. Hay fotografías del diario de la época: una es la de los trabajadores subidos al techo del tranvía y la otra muestra a unos pocos concurrentes dentro de la fuente, eso es todo (me gustaría si alguna vez escribo en un libro estas experiencias que esa imagen ilustrase la portada). En cuanto a lo relatado por los escribas de dicho diario, está lleno de exageraciones, de falsas noticias, de fantasías mitológicas, que ya vamos a poner al descubierto. Los relatos de los diarios fueron mucho peor, algunos sólo le dedicaron unos renglones, en cuanto al vomitivo semanario de la inglesa con apellido francés y su 82

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Índice Capítulo I

Capítulo II

Obertura/ 9 Yrigoyen/ 14 Alvear/ 15 Yrigoyen, por segunda vez/ 16 Uriburu/ 17 Justo/ 19 El affaire CHADE/ 20 Elecciones fraudulentas/ 21 Ortíz.4 de junio de 1943/ 23 Ramírez/ 24 Perón aparece en escena/ 27 Un muchacho en la ALN/ 28 Farrell/ 29 Bonifacio Lastra/ 31 La oligarquía al ataque/ 34 Alianza Libertadora Nacional/ 35 Los diez meses que …/ 37 Argentina en Yalta/ 37 El oscuro Coronel/ 40 Los Coloniales/ 42 Braden y Perón/ 45 Una visita que se las trae/ 48 Los Coloniales, sometidos/ 50 El asalto a la Alianza/ 51 La marcha de la UD/ 53 Tiroteo en la Bolsa/ 55 Intentona de Rawson/ 56 Las universidades tomadas/ 57 Octubre/ 58 Miércoles 10/ 60 Jueves 11/ 65 Círculo Militar/ 65

Viernes 12/ 69 Sábado 13/ 73 Domingo 14/ 75 Lunes 15/ 76 Martes 16/ 78 Miércoles 17/ 79 Jueves 18/ 89 Evaluación de Octubre/ 92

Capítulo III No eran ellos/ 97 Por la libertad…/ 98 Diciembre fatal/ 103 Regino De León/ 106 Pistolas a la orden/ 108 Duelo a la medianoche/ 111 Braden o Perón/ 115 Visitando a Julieta/ 116 Otra vez en acción/ 117 Fiscal de mesa/ 119 La UD, un camino sin retorno/ 121 Religión y política/ 123 24 de febrero de 1946/ 127 17 de octubre de 1946/ 130 La aventura de “La Hora”/ 135 Miguel Miranda/ 137 El avión y la bomba/ 139 El príncipe azul/ 143 Los ferrocarriles/ 144 Gratia plena. Boda/ 149 ¿Qué es el poder?/ 150


FELICES Y GOLPEADOS

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de José Codesido fue impreso en la nobilísima ciudad de Buenos Aires. Año diecinueve del siglo . TOLLE, LEGE.



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