Toba, Gustavo
36 desintegraciones/ Gustavo Toba - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Barnacle, 2023.
52 p.; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-8952-08-6
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos Realistas. I. Título. CDD A863
Editor General: AlbertoCisnero
Diseño de tapa: AzúcarRamón y MerlinaH.Cisnero
Primera edición: Marzo de 2023
(c) 2023, Gustavo Toba
Buenos Aires- Argentina
ISBN 978-987-8952-08-6
BARNACLE
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Impreso en la Argentina
PrintedinArgentina
Queda hecho el depósito que previene la ley 11723
La semana pasada cumplí años. Por primera vez, que yo recuerde, la fecha no me generó un estado de preocupación. Acepté sin más el sentido que se le da a ese día, aunque no llegué al punto de organizar o improvisar un festejo. Me sosegué en una constatación más propia de la vejez: todavía estoy vivo. Tal vez percepciones como la que estaba teniendo habrían dado origen, alguna vez, a términos como “iluminación” o “estado de gracia”. En la madrugada había tenido un despertar apacible. Mantuve los ojos abiertos hasta que por el ventiluz del techo vi el albor de la mañana. Recién entonces me levanté. El día parecía un ejemplo para explicar los estados del tiempo en Buenos Aires cuando el verano se está yendo. Estaba fresquito y soleado. Disfruté cada ocurrencia que pasó por mi cabeza. Después, antes de poner en marcha el auto, no supe a quién agradecer lo que sentí en esas horas. ¿Cómo era posible no deberle nada a nadie? Sentí la pregunta como una bravuconada y me causó gracia. Me estiré en el asiento delantero de micoche ytuve una vacilación, como sireconociera unaviejacostumbrealpercibirelsonidotrabadodel motor cuando no arranca. Di marcha dos veces, y el estallido de la nafta se manifestó como una especie de triunfo de mi persona. Más tarde, mientras andaba por la calle, recibí algunos saludos. Los tonos de notificación del teléfono me parecieron una melodía que evocaba la complejidad de los afectos. Respondí varios mensajes y me permití todas las ingenuidades.Al levantar la vista, hubo un movimiento difuso. Un perro cruzaba la avenida, al
tiempo que el semáforo de la esquina habilitaba la ondaverde.Lacirculaciónenesascuadraseradensa y no me atreví a mirar de frente el desenlace. No se trataba de un animal callejero. Le di la espalda a la escena para desentenderme de la visión, como si con ese gesto pudiese anular el peligro en el que, sin saberlo, acababa de entrar una vida ajena. Llevé los ojos hacia la pantalla de mi teléfono. Había pasado por alto un mensaje entrante en el que alguien me contestaba con ironía: el mío parecía un mensaje de los que se reenvían para generar una cadena. Respondí que había querido ser sincero y me disculpé pensando que al final todo se termina pareciendo a una fórmula. Detrás de mí, percibí cómo el tránsito se iba deteniendo. El semáforo estaba en rojo. Nada había ocurrido. Mi mirada no dio con el perro, ni muerto ni vivo, y en mi mano el teléfono dio aviso de un nuevo mensaje.
Tomaba un avión que salía 20:20 y llegaba 20:21. Mástardepaseabaunperroqueenlaentradade unnegociodecomidasecurvabayvaciabaelintestino. Yo no tenía bolsa para levantar los excrementos. Por último, leía un libro maravillosamente escrito; lo disfrutabahastaquetomabaconcienciadeladistancia entre mi existencia y la felicidad de esa escritura. En cada una de las escenas, notaba un núcleo despierto que decía: unpoquitomás.
La desintegración lleva implícita la idea de un proceso; la de proceso, la de un recorrido; la de recorrido, la de un tiempo; la de tiempo, la de unahistoria.Olomismoalrevés,entodorecorrido, como posibilidad de la historia, hay un proceso de desintegración. ¿Ysi la historia fuera otra cosa?