Valeria Cervero/ Ctalamochita

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Cervero, Valeria Ctalamochita/ Valeria Cervero- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Barnacle, 2020. 38 p.; 21 x 15 cm. ISBN 978-987-4044-39-6 1. Poesía Argentina. I. Título. CDD A861

Editora General: Diseño de tapa:

y

Primera edición: Mayo de 2020 (c) 2020, Valeria Cervero Buenos Aires- Argentina ISBN 978-987-4044-39-6

BARNACLE barnacle.cia @gmail.com www.barnacle.com.ar

Impreso en la Argentina Queda hecho el depósito que previene la ley 11723


8. Uno, dos, tres gestos y un abrazo para pocos. La miseria es la otra cara de lo que devenimos. Un espejo roto en medio del círculo. Ese casi. Un transfuego para despedir.

9. La sal para los que ya no miran. ¿Dónde comienza el vuelo y dónde es puro simulacro de sí mismo? No podemos hacer que se desvistan y nos entreguen su corazón. El ritmo invita a seguir, sabemos, pero ya no aprendemos de la luz.

10. La silla te sostiene, casi a tu vida entera. Y te sentás a esperar que digan. Antes había silencio. Ahora quedan esos momentos en que la palabra se vislumbra como resto de sí.

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34. No es la piedra de Watanabe, pero también recuerda otras resistencias. En medio del río, nos ofrece un descanso y lo aceptamos sin recelo. Piedras más pequeñas la rodean como si fuera una reina en el agua. Sus superficies son pura dureza que seduce.

35. La piedra también cuenta. Guarda la historia de medio milenio atrás. La piedra es la historia. Morteros de familias o alero del chamán. El paisaje es la casa que perdura.

36. Amboy. Amancay. Hay nombres que me persiguen. Sus sonidos son la presencia de una lengua estival. Como los cuerpos en el verano, se desnudan bajo el sol pero buscan aquello que los refresque.

37. El viento desfigura la parte visible del cielo. Extrañamente, los árboles permanecen quietos. Desde lo alto, las cotorras imponen su sonoridad hasta que se alejan. Quedan los sonidos más sutiles del atardecer. El privilegio de estar viva también es escuchar. La naturaleza casi nunca calla.

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53.

H

ilos a través de la nada. El desalojo de lo propio también se imprime en otros cuerpos. Algo que nos continúa donde no estamos. Partimos para poder decir.

54. El otoño nos trae el movimiento de los años. ¿Qué quedará en el hueco más cercano, más allá de las hojas y los días? Ser pasajeros no alivia los saltos y las cruces, pero algo habrá siempre de lo que abrigó.

55. Abrir los pliegues para continuar. Insistir con lo que somos, más allá de lo plano. Detrás de las obviedades que nos hacen, están los matices con que alumbramos un mundo. Lo que prospera si lo dejamos ser.

56. La luz y la oscuridad se alternan inevitablemente. Cada desafío tiene un poco de ambos. ¿Quién puede predecir el último toque o el primer suspiro?

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67. ¿Desde dónde se nombra la caída? Si en cada acontecer es imposible decir lo otro; ver su lugar, su calma, su ira, su fuerza. ¿Dónde decir, entonces, lo que nos cayó?

68. Hallar el espacio de la palabra genuina, deshaciendo el espesor de las poses y reiteraciones imbéciles. Ese lugar en que se disuelve la traba de la puerta hacia lo inútil. El pasaje a la belleza cercana que simplemente es.

69. ¿Qué linaje cuando parte la inocencia? No hay maneras de sanar a veces. La memoria negocia sus propios secretos.

70. Despejar. Hasta encontrar la superficie. Lo que se extiende debajo de tanto ruido. Lo que roza cada tecla en la penumbra.

71. Los naranjos ahuyentan la ceniza y anuncian otra claridad. ¿Podríamos ser nosotros los que hiciéramos de faro, cuestionando la noche? Todavía queda mucho camino hacia las flores. 36

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