////////////////////SUMARIO 4| Editorial.
NÚMERO 10|AÑO 7|2015
ISSN: 1853-869X Equipo editor Paula Cesana Sebastián Bonals
Colaboraron Hugo Harari-Kermadec Cecilia Rika
Redacción Sebastián Martinez Luciana Rolón Leonardo Ignacio Córdoba Diego Kozlowski Sebastián Bonals Ariel M. Slipak Nicolás Águila Paula Cesana Florencia Bonelli Sofía Lifszyc Diego Cúneo Diseño y diagramación Gerardo Gon Aguirre
Editor responsable: Agrupación Universitaria BASE. Avenida Córdoba 2122, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argen?na. CP 1120 AAQ. Teléfono: (54 11) 4374-4448 Int 6490. Correo electrónico: baseecon@hotmail.com. Página de internet: www.baseuba.com.ar
6| Economistas Para Qué? 6|Hugo Harari Kermadec.
8|Teoría económica 8|¿En qué medida la teoría de la organización industrial logra expresar la dinámica de la concentración y centralización del capital?
16|Desarrollo económico. 16|La especificidad de la estructura económica argentina y su forma de manifestarse a través de las expresiones políticas. 24|Los que sobramos para el capital y la venta de la fuerza de trabajo por debajo del valor en Argentina. 38|La expansión geopolítica y geoeconómica de China y sus implicancias para América Latina. 48|Filosofía de la economía. 48|Aproximaciones al sujeto de la ciencia económica. 54|¿Qué ves cuando me ves? La Economía Política capitalista en la frontera de sus propios límites 60|El desarrollo de la Ciencia Económica y la acción social.
Todos los ar@culos presentados en EPQ? son resúmenes o secciones de proyectos de inves?gación más extensos. Si te interesa profundizar en alguno de ellos comunicate con nosotros y te lo facilitaremos en versión digital. Además te invitamos a mandarnos por mail un resumen de un trabajo tuyo para publicarlo en los proximos números de EPQ?
En el silencio absoluto del gris mundo de las verdades reveladas, eternas e inmutables, se empieza a escuchar un grito irreverente, tenue tal vez, pero rebelde, inconforme y con mucha, mucha hambre. Pensamos a este número de la EPQ? como aquel grito, uno nuevo en una larga serie de intentos de aportar a la construcción de un conocimiento que sea crí?co y no cómplice, que no legi?me ni reproduzca las relaciones sociales vigentes, en las cuales una minoría sedienta de plusvalor explota a una indefensa mayoría condenándola a la pobreza, al hambre y la miseria. Desde el BASE -y como integrantes de la corriente CAUCE en la UBA- nos animamos a conocer y emprendemos este camino de desesperación, ingrato y lento, porque entendemos a esta tarea como una res-
ponsabilidad fundamental de quienes transitamos por la Universidad. No lo hacemos por una rebeldía sin causa, sino porque entendemos que estamos frente a una época en la cual se hace evidente, incluso para los mayores apologistas del capital, que carecemos de respuestas (y más grave aún, de capacidad para ofrecerlas) frente a las preguntas que surgen de nuestra vida co?diana. Las viejas doctrinas que fragmentaron la experiencia social ya se muestran a todas luces estériles para representar de forma coherente nuestra experiencia. Nos encontramos así, perdidos en el medio del gran barco de la Ilustración, a la deriva hace ya largo ?empo; podemos bien gritar aba?dos y resignarnos a nuestra (mala) suerte en alta mar, o bien po-
demos encarar la ardua tarea de elaborar un mapa que nos muestre el camino a la anhelada sociedad sin miseria, pobreza, ni explotación. Tenemos el deber de explorar, llenos del op?mismo propio de quien ?ene todo para ganar, este segundo camino. Es así que sen?mos la necesidad de salir a la búsqueda de pistas que nos permitan reconocernos a nosotros, al mundo y a nuestro lugar en él y, sobre todo, que nos sirvan como ruta para llegar al puerto ansiado. Seamos claros: nuestro obje?vo aquí no es otro que la elaboración de una teoría revolucionaria que organice nuestra acción y abra el paso a la planificación colec?va del trabajo social, y a nuestro trabajo individual como órgano de aquél. Nuestras armas frente a tamaño desa*o son las pistas que nos
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ha legado la Historia. Creemos que, retomando la úl?ma de éstas dejada por Karl Marx, debemos construir nuestras respuestas desde la Economía Polí?ca. Por esta razón es que dedicamos buena parte de la revista al dossier de desarrollo, entendiendo que la planificación no puede par?r de otro lugar que de la elaboración cien@fica de los miembros de la clase obrera. Por otro lado, también discu?remos acerca de cómo se expresa en la teoría económica convencional la centralización del capital que entendemos necesaria en este proceso, así como el rol que ?ene el sujeto dentro de esta disciplina, cues?ones que se torna necesario resolver para seguir avanzando en nuestro obje?vo.
Economistas Para Qué? Hugo Harari-Kermadec
Hugo Harari-Kermadec Docente e inves?gador en la Universidad ENS Cachan y en la Maestría de Economía Crí?ca, EPOG.
“En mi práctica de economista de la educación trato de reintroducir el debate y la dimensión política allí donde los neoclásicos redujeron la mirada.”
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7 Economistas Para Qué? Hugo Harari-Kermadec
En Francia, la dominación de los economistas ortodoxos llego a tal punto que la diversidad del pensamiento económico está por desaparecer de la universidad. Para defender el pluralismo, la Asociación Francesa de Economía Polí?ca, que reúne keynesianos, marxistas, regulacionistas, historiadores del pensamiento económico y muchos más, acaba de publicar un libro ?tulado ¿Para qué sirven los economistas si todos dicen la misma cosa?1 Si los economistas pueden servir para algo, es para entender cómo (no) funciona el capitalismo y proponer alterna?vas, pensar otras posibilidades y alimentar el debate polí?co. A diferencia de las ciencias naturales, la economía no analiza un objeto pasivo (una par@cula, un planeta) con cada vez mayor precisión. Como las otras ciencias sociales, o mejor, con ellas, estudia a los sujetos y sus ins?tuciones en evolución, y los afecta al proponer patrones de interpretación (ya sea en términos de racionalidad individual o en términos de relaciones sociales) o par?cipando en el diseño directo de las polí?cas públicas. Mantener el pluralismo en Economía implica compa?bilizar varios puntos de vista: opiniones contradictorias y tomadas desde posiciones sociales dis?ntas. Al contrario, una economía unánime y cien?ficista sólo puede servir al poder ins?tuido, como única autoridad cien@fica y como vector de despoli?zación: si sólo hay una polí?ca económica posible, ¿qué lugar queda para la soberanía popular?
Economistas para neutralizar a otros economistas… En mi prác?ca de economista de la educación trato de reintroducir el debate y la dimensión polí?ca allí donde los neoclásicos redujeron la mirada. Un ejemplo espero dé cuenta de ello. Cuando dos economistas franceses “demuestran” que sólo los aranceles altos permi?rían un funcionamiento óp?mo del sistema universitario por la autoselección de l@s estudiantes, contestamos que el resultado se invierte apenas se introduce algo de diversidad entre l@s estudiantes2. Con el mismo formalismo matemá?co, se pueden “demostrar” dos resultados opuestos. Por lo tanto, modelizar a l@s estudiantes franceses como si fueran un conjunto de agentes racionales persiguiendo la máxima valorización de su inversión en capital humano no puede conducir a un diseño cien@fico del sistema universitario. Sólo permite formalizar groseramente las posiciones polí?cas de los autores, que serían mucho más legí?mas si se asumieran como tales. Acá, ser economista me sirvió
para neutralizar el autoritarismo que ejercen otros economistas a la hora de publicar. Las revistas “mejor rankeadas”, que pertenecen a los autores que ubicamos en la ortodoxia o mainstream, rechazan las intervenciones que ponen en jaque a los ar@culos que sos?enen al capitalismo: la revista que publicó el ar@culo a favor de los aranceles al cual recién aludí se negó a publicar nuestra respuesta, aunque ésta retome las mismas modalidades formales.
…y par(cipar del debate polí(co La crí?ca que u?liza los mismos mecanismos o métodos de la economía dominante resulta así frustrante e impone encerrarse en las mismas premisas que los neoclásicos. Una respuesta más produc?va y es?mulante fue la propuesta de un financiamiento por repar?ción para la Educación Superior3. Un sistema de cuasi salarios para tod@s l@s estudiantes, simétrico del sistema de jubilación. Este proyecto supone considerar que los estudiantes contribuyen a la sociedad, en tanto productores de conocimiento, que además se forman como futuros trabajadores y, más generalmente, como miembros de la sociedad. En tanto esa ac?vidad representa valor y l@s estudiantes ?enen necesidades, se les otorga un subsidio, financiado por una contribución generalizada de tod@s los que par?cipan del sistema de seguridad social. Esta propuesta la presentamos formalmente como un ar@culo cien@fico pero se reivindica, al mismo ?empo, como posición polí?ca inscripta en una perspec?va de democra?zación del sistema universitario. Habrá servido para algo si ayuda a pensar ciertos aspectos de la universidad y, por qué no, a actuar en consecuencia. Notas [1] Associa?on française d’économie poli?que. 2015. A quoi servent les économistes s’ils disent tous la même chose? Manifeste pour une économie pluraliste. Paris, France: Edi?ons les Liens qui libèrent, 2015. [2] Flacher, David, and Hugo Harari-Kermadec. 2013. “Tui?on Fees, Self-Esteem and Social Heterogeneity”, Educa?on Economics, 21(2): 191–210. [3]Flacher, David, Hugo Harari-Kermadec, and Léonard Moulin. 2013. “Financing Higher Educa?on: A Contributory Scheme”, In IV Workshop on Economics of Educa?on,hAp://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstra ct_id=2340097.
Teoría Económica
La centralización del capital
¿En qué medida la teoría de la organización industrial logra expresar la dinámica de la concentración y centralización del capital?
Luciana Rolón Licenciada en Economía (UBA). Estudiante de la Maestría en Desarrollo Económico (UNSAM). Auxiliar docente de Microeconomía 1 (FCE-UBA). E-mail: luciana.m.rolon@gmail.com
Sebastián Martinez Estudiante avanzado de Economía (UBA). Auxiliar docente de Microeconomía 1 (FCEUBA). E-mail: seba_92_04@hotmail.com
En este trabajo analizamos los aportes teóricos que fueron la antesala para el desarrollo de la teoría de la organización industrial, haciendo eje en las explicaciones de la determinación de los precios y beneficios.
Formación de precios en Marshall En sus Principios de Economía, Alfred Marshall (1948: [1890]) se propone sinte?zar las que, hasta ese entonces, habían sido las dos principales teorías de los precios: la teoría “obje?va” del valor –esgrimida por Adam Smith y David Ricardo, y luego con?nuada por Mill-, y la teoría “subje?va” –esbozada por Menger, Jevons y Walras. Esta úl?ma, fue con el ?empo bau?zada como “teoría marginalista”. Marshall arguye, en reiteradas oportunidades a lo largo de su obra, que la diferencia entre ambos enfoques no es sustancial, y que son las dos partes cons?tu?vas de una ley general: la ley de la oferta y la demanda (son las “dos hojas de una ?jera”). El elemento central que le permite conciliar ambas teorías es el ?empo. En períodos de análisis cortos, la demanda toma un rol ac?vo en la determinación de los precios ya que la oferta se considera inelás?ca (algunos factores de la producción están fijos); mientras que, en períodos más largos, con una oferta elás?ca, la demanda deja de tener un rol decisivo y los costos de producción pasan a ser determinantes. La incorporación de la noción del ?empo en el análisis económico le permi?ó a Marshall esbozar una síntesis entre dos teorías en apariencia antagónicas, pero para el autor perfectamente complementarias.
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9 ¿En qué medida la teoría de la organización... En períodos muy cortos, Marshall supone que la oferta está completamente fija. De esta manera, es la demanda la que mueve los precios. La noción de equilibrio subyacente en este ?empo de análisis es definido como “equilibrio de mercado”. Para períodos de un horizonte temporal más amplio, en los que la oferta comienza a tener un rol ac?vo, Marshall introduce el concepto de precios normales: un mismo bien tendrá un precio normal de equilibrio de corto plazo y de largo plazo. Éstos se ob?enen igualando la oferta (ahora variable y dependiente de los costos de producción) y la demanda. El precio normal, de acuerdo al autor, representa el precio que permite agotar la can?dad ofrecida, cubriendo los costos de producción, incluida la ganancia normal. Marshall advierte que los costos reales que determinan el precio normal son toda la clase de trabajo que ?ene una par?cipación directa o indirecta en la producción, más la espera requerida para ahorrar el capital u?lizado en ella. Así, podemos iden?ficar en el planteo de Marshall que la determinación de los precios en el largo plazo admite una teoría del valor de “costos de producción”. Esta teoría de los precios está montada sobre el caso que Marshall toma como general, que es el de un mercado compe??vo. A pesar de la evidente concentración económica de la época del autor, Marshall considera que el mecanismo de la competencia entre las firmas es el que predomina, provocandouna convergencia de los beneficios extraordinarios hacia su nivel normal. En cuanto a la noción de competencia en Marshall, por un lado, podríamos considerarla como un proceso, ya que es la conducta de los agentes la que provoca la tendencia de los precios al nivel de equilibrio, que en larguísimo plazo responde a los costos “reales” de producción. Por otro lado, mirando los modelos de equilibrio está?cos de oferta y demanda de la industria, la competencia deja de ser un proceso, y pasa a ser ilustrada como un punto de reposo. Por úl?mo, podemos iden?ficar que esta noción de valor que vemos en Marshall -en el larguísimo plazo de “costos reales de producción”-, sólo se puede construir en el caso de un mercado de “competencia perfecta”, siempre que podamos determinar el equilibrio de la industria –que, a su vez, está atado al de la firma. En otras palabras, la teoría del valor y de los precios de Marshall es al mismo ?empo una teoría de los mercados: los precios se determinan de acuerdo a la estructura de mercado, sea ésta compe??va o mo-
nopólica.
La crí(ca de Sraffa La determinación de los precios en Marshall recibe una fulminante crí?ca a manos de Sraffa (1926), en su ar@culo “Las leyes de los rendimientos en regímenes de competencia”. Centralmente, en este trabajo el autor discute en torno al supuesto de generalización de los rendimientos decrecientes a escala a nivel firma, y la condición de independencia del precio de un bien, respecto de la oferta y demanda de todos los otros bienes. A su vez, en consecuencia cues?ona la viabilidad del equilibrio de competencia en el largo plazo en un contexto de rendimientos crecientes. Para estos fines, Sraffa se dedica a analizar diferentes casos de rendimientos de escala y la fac?bilidad del equilibrio en competencia. En principio, describe el caso de una firma con rendimientos decrecientes que u?liza una can?dad mayoritaria de un factor de producción, cuya can?dad total es fija o sólo puede aumentarse en un coste más que proporcional, donde si aumenta la producción de esa firma, aumenta la intensidad de uso del factor. Esto afecta tanto al costo del bien en cues?ón, como al de otros bienes que también u?lizan este factor para su producción, repercu?endo en la oferta de esas ramas. En el caso de los rendimientos crecientes, es evidente que no se pueden considerar si se quiere determinar una curva de oferta de mercado. Sin embargo, dirá el autor, la experiencia enseña que la mayoría de las empresas que producen bienes manufacturados suelen trabajar con costos decrecientes. Sraffa termina concluyendo que para que la teoría de los precios dada por la simetría de la oferta y demanda agregadas en régimen de competencia sea válida, el costo de producción habrá de considerarse constante con respecto a las pequeñas variaciones de la can?dad producida. Esto implica que es la oferta horizontal la que determinará el precio de un bien. En palabras del autor: “en cualquier industria lo que determina el valor compe??vo es la vieja y ahora obsoleta teoría de los costes de producción” (Sraffa, 1926:541). El autor considera que para el equilibro de la firma, aún en un contexto de curvas de oferta decrecientes, lo importante es que la demanda sea decreciente. De esta forma abandona la expresión de demanda incondicional e infinita a la que se enfrenta el productor compe??vo. Sraffa abre aquí la puerta para la teoría de la competencia imperfecta : cada productor ahora se enfrenta a una demanda indivi-
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dual y actúa como monopolista dentro de su porción específica de mercado. Esto implica que el equilibrio de la firma se separa del de la industria, es decir, se puede determinar el equilibrio en el agregado, pero no se puede generalizar sobre el precio correspondiente a ese equilibrio. A par?r de este desarrollo un tanto confuso, Sraffa no necesita del supuesto de libre entrada y salida de las firmas para arribar al equilibrio de mercado. Por el contrario, el autor indica que no suelen entrar empresas nuevas por la existencia de barreras a la entrada: por ejemplo, gastos elevados, necesarios para asentarse en una industria en la que los oferentes ya establecidos ?enen clientes fijos. Sólo entrarían nuevos compe?dores en el caso que los beneficios monopólicos de esa rama sean mayores que los de la industria en general. Por úl?mo, podemos mencionar que, en comparación a Marshall, Sraffa considera algunos elementos adicionales para la caracterización de la estructura general de una industria: el número de empresas, sus métodos de producción y sus hábitos comerciales. Luego, para la empresa individual, centralmente hay que tener en cuenta las preferencias de los consumidores de su porción de mercado. En este sen?do, a pesar de que Sraffa encuentra la influencia predominante del costo de producción en el valor normal de los bienes, no profundiza en interpretar los márgenes permanentes de beneficio de algunas empresas a través de una teoría del valor de los “costos de producción”. Sino que, antes bien, para explicar los precios y los márgenes de ganancia, se refugia, al igual que Marshall, en las formas de mercado, pero poniendo el foco en la demanda. En este sen?do, el autor busca construir una teoría alterna?va de los precios, en la cual no sea necesario generalizar el caso irreal de la competencia perfecta que permite el equilibrio de la firma y luego arribar al equilibrio de la industria; sino que a cada firma le corresponda una demanda individual, y su equilibrio no esté atado al de la industria. En este caso, la elas?cidad de esta demanda individual ?ene un rol central en la determinación del equilibrio. Las barreras a la entrada en Bain Bain (1956, 1967) es considerado uno de los precedentes de la literatura de la organización industrial. Los primeros aportes de esta literatura (Mason, 1939) se caracterizan por centrarse en los vínculos entre la estructura de mercado y el comportamiento y desempeño de las firmas (conocido como esquema “E-CD”). Cabe mencionar que el enfoque más tradicional
explica el comportamiento y desempeño de las firmas a través de la estructura de mercado y las condiciones de base de ésta. En este sen?do, iden?ficamos que hay una con?nuidad con Marshall, puesto que es la estructura de mercado, la que determina el nivel de precios y producción (o desempeño) de las firmas en una industria. De esta forma, esta construcción analí?ca deja de lado la pregunta sobre el “costo real” o el “valor” alrededor del que fluctúan los precios de mercado y pasa a preocuparse por la determinación en su apariencia. Así, se reduce la sustancia del valor, o el beneficio mismo, a un mero problema técnico, y en el cual el contenido de los precios y los márgenes parecería brotar del intercambio. En la teoría convencional, el nivel de precios compe??vos representa el beneficio normal, cuando CmgLP=P=CmeLP. En una primera obra, Bain (1956) apunta su análisis a determinar el alcance y carácter de la asociación entre estructuras industriales de mercado y el desempeño de mercado. Pone foco en las barreras a la entrada como elemento central de la estructura de mercado, es decir, en la dificultad o facilidad rela?va de que entren nuevos compe?dores a la industria. De acuerdo a Bain (1956) existen tres ?pos de barreras a la entrada (BEN) que pueden elevar el nivel de E (Estructura de mercado). Éstas son: (i) las economías de escala, esto es, las empresas nuevas encuentran di*cil entrar al mercado con la escala necesaria para alcanzar un nivel mínimo de producción eficiente, abriendo la posibilidad de la fijación de precios inviables para la supervivencia de las entrantes –puede deberse, por ejemplo, a la presencia de indivisibilidades técnicas; (ii) las ventajas absolutas en costos, esto es, las empresas establecidas pueden fabricar el producto a costos unitarios por debajo de los potenciales; y (iii) las ventajas en la diferenciación de producto, es decir, las empresas establecidas disfrutan de ventajas derivadas de la preferencia de los consumidores por sus productos. El equilibrio de estos modelos se da en el largo plazo. En él, estas empresas tendrán un precio más elevado al de competencia y, al mismo ?empo, con?núan frenando la entrada a empresarios potenciales. El autor agrega que estas condiciones de entrada de las firmas no es una caracterís?ca permanente e inmutable, sino que puede verse modificada. Por ejemplo, en el caso que cambie otra caracterís?ca de las condiciones de base de la estructura de mercado, como pueden ser las preferencias de los consumidores. Si cae la demanda, la industria se plagará de ex-
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11 ¿En qué medida la teoría de la organización... ceso de capacidad (esto es, las condiciones de base impactan en el comportamiento de la firma), los precios podrían caer por debajo de los costos y, por muchos años, ninguna entrada podría tener lugar. Asimismo, Bain encuentra la existencia de feedbacks del comportamiento hacia la estructura de mercado o las condiciones de base de esta úl?ma. Esto es, diversos comportamientos, como diferenciación de producto, prác?cas de precio límite, entre otras, que a su vez elevan las barreras a la entrada y modifican la estructura de mercado, posiblemente aumentando la concentración y rentabilidad de los sectores.
El oligopolio en Labini Labini (1966) estudia el problema del oligopolio, que él considera como la estructura de mercado relevante. Según el autor, la cues?ón radica en esclarecer cómo se determina el margen de ganancia y cuáles son sus límites. A diferencia de Bain, el autor busca despegarse de los análisis que atribuyen un peso excesivo a la curva de demanda y explican el margen en términos de elas?cidad de la demanda (competencia imperfecta), puesto que considera que ésta es la formulación del propio problema. En principio, al igual que el autor anterior, Labini destacará lo
más posible las condiciones de entrada de nuevas empresas y, asimismo, en el esquema E-C-D iden?ficará feedbacks por los cuales la conducta de las empresas modifica la propia estructura de mercado. Esta úl?ma estará caracterizada por: a) la extensión absoluta del mercado, o sea, el volumen de ventas a un cierto precio; b) la capacidad de absorción del mercado, o sea la elas?cidad de la demanda respecto a las variaciones de precio; y c) la distribución del volumen de las ventas entre empresa de diversos ?pos. El autor dis?ngue entre tres ?pos de oligopolio: 1) el “concentrado”, con alta concentración de mercado y productos homogéneos, y con barreras hacia el exterior basadas en economías de escala por diferencias en las técnicas (ventajas absolutas en los costos). A su vez, describe una subcategoría de este caso, que es el oligopolio rela?vamente concentrado; 2) el “diferenciado”, con una menor concentración y productos diferentes (barreras al interior del grupo de empresas), y con barreras al exterior por costos fijos de venta para fidelizar clientela; y 3) el “mixto”, con economías de escala por técnicas diferentes y diferenciación de productos. El caso que es interesante desarrollar aquí, y sobre el cual el autor hace mayor énfasis, es el oligopolio
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rela?vamente concentrado, en el que coexisten empresas grandes, pequeñas y medianas. El autor ilustra una situación en la cual sólo las empresas mayores pueden fijar directamente el precio, aunque las otras empresas podrán influir sobre ese precio por medio de variaciones en la can?dad que produzcan. Esto significa que si el precio fijado por las grandes empresas no es un precio de equilibrio, éste no perdurará, precisamente debido a la acción de las pequeñas empresas. Si existen empresas que puedan ser inducidas a entrar, sólo lo harán en la medida que calculen obtener un beneficio por lo menos igual a cierto mínimo. En este esquema, los precios están fijados por las empresas grandes. La empresa líder puede evitar la entrada de otras empresas si fija un precio de exclusión. Este precio deberá ser menor al precio de beneficios mínimos (pm) que puede llegar a obtener, conociendo sus costos fijos, variables y la can?dad producida. Si se quiere eliminar a las empresas que ya funcionan, se debe fijar el precio a un nivel inferior al coste variable (v) de las empresas que se pretenden eliminar. El precio de eliminación (pe) a corto plazo debe ser: pe< v. En el largo plazo, deberá ser un precio menor a pm, que no debe ser menor que la tasa de interés, y el pm será igual a pe. En función de lo anterior, si consideramos una mayor extensión del mercado, este modelo conduce a varias posibilidades de equilibrio. Al mismo ?empo, hace más probable una conducta agresiva por parte de las grandes empresas, una polí?ca encaminada a eliminar las pequeñas y las medias. El autor concluye entonces: “cuanto mayor es la extensión de mercado, mayor ?ende a ser la dimensión media de las empresas y menor ?ende a ser el precio de equilibrio” (Labini, 1966:66). Para Labini, la can?dad máxima producible por cada ?po de empresa que conforma el oligopolio es determinada por la conveniencia del empresario, o sea, por el importe del beneficio. Es interesante ver que en este planteo las empresas no necesariamente maximizan sus beneficios, como si veíamos en el enfoque tradicional de Marshall y también en Bain, sino que sa?sfacen su ganancia. Por lo tanto, la existencia de capacidad inu?lizada es compa?ble con una situación de equilibrio, en contraste a Bain, que considera que este escenario se podía dar sólo en los casos de desequilibrio –cuando cae la demanda, por ejemplo. El modelo entonces admite múl?ples situaciones de equilibrio, pero esto no implica que no se puedan determinar. Depende de la historia de entrada de las
empresas el equilibrio de competencia que se va a realizar. Es decir, la noción de competencia es un proceso y es dinámica, pero una vez que se arriba al equilibrio, ninguno de los oligopolistas está interesado en introducir cambios. Otro punto a destacar de este análisis es que el beneficio de las empresas medias y grandes es netamente superior al mínimo y tal beneficio es permanente. A diferencia de los beneficios que se admiten en el caso de competencia que son transitorios. A su vez, el autor hace hincapié en que: “Se trata de un mayor beneficio relacionado con una mayor eficiencia, que está fundada establemente en diversas tecnologías, no en la habilidad de los empresarios que la dirigen” (Labini, 1966:68). Por úl?mo, a diferencia de los autores anteriores, Labini introduce un apartado sobre cambios en las tecnologías, sus impactos en los costos, sobre la difusión del progreso técnico, sobre las dificultades de apropiárselo por las discon?nuidades tecnológicas, entre otras. Sin embargo, el progreso técnico es considerado exógeno y no sistémico. Aunque sí se lo asocia a una mayor concentración, por tanto, podríamos deducir que endógenamente las condiciones de base, de la estructura tradicional E-C-D, se verían modificadas. les
Steindl y la importancia de los costos diferencia-
Steindl (1952) comienza su libro Madurez y estancamiento en el capitalismo americano afirmando que el problema de la ciencia económica es que aún no ha resuelto qué es lo que determina el precio de una mercancía. Al igual que Labini, cri?ca a la teoría de la competencia imperfecta, porque se centra en el concepto de elas?cidad de demanda para la explicación de los precios. El autor demuestra que la demanda es inelás?ca ante un cambio de precios en el corto plazo. Esto se debe a que la sus?tución de productos en una industria es muy limitada, dado que, por un lado, los consumidores están apegados a un producto par?cular; y por otro lado, para cambiar de insumo. La firma probablemente requiera hacer cambios en el proceso de producción, por tanto, incluso en largo plazo, suele ser muy baja la elas?cidad para ser relevante en la formación de precios. Por otra parte, Steindl iden?fica tres hechos es?lizados que ni la teoría de la competencia imperfecta o de la competencia perfecta han podido incorporar en su análisis. En primer lugar, la prevalencia entre las
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13 ¿En qué medida la teoría de la organización... industrias de mantener un exceso de capacidad produc?va, tanto en booms como en depresiones, incluso cuando aumenta la demanda agregada. Esto lleva al autor a diferenciar entre exceso de capacidad “planeado” y “no deseado”, incorporando la noción de incer?dumbre que las demás teorías dejan de lado. En segundo lugar, la existencia de una tendencia a la rigidez en los precios, que los hacen insensibles a las fluctuaciones de la demanda agregada, es su principal crí?ca a la teoría de la competencia imperfecta. El autor indica que el grado de u?lización de la capacidad será la variable de ajuste ante cambios en la demanda y no los precios, dando lugar a la posibilidad de los feedbacks micro-macro. En tercer lugar, iden?fica asimetrías en los costos entre las firmas de una misma industria y a trabaja con la noción de ventajas absolutas en los costos (como en los desarrollos de Bain y Labini), asociadas a capacidades diferenciales de progreso técnico. En función de lo anterior, Steindl desarrolla su análisis de precios y márgenes integrando estos hechos es?lizados, centrándose en los costos diferenciales entre las firmas de una industria oligopólica, el peso par?cular que esto genera en la dinámica de competencia y, por consiguiente, en la formación de precios. El autor encuentra que la diferenciación de costos de carácter permanente en las empresas se debe a la escasez rela?va de unidades de capital. Esto úl?mo explica por qué sólo un número limitado de empresarios pueden hacerse del uso de los métodos más produc?vos y por qué, a la par de éstos, métodos menos produc?vos están en uso también a través de la persistencia de firmas marginales (que su ingreso cubre todos sus costos de producción sin beneficio extraordinario). La escasez de capital no se reduce y es dinámica en el ?empo, los grandes capitales aumentan en tamaño y extensión. Las oportunidades de asegurar las ventajas de los costos diferenciales no son fijas: cambian con el proceso de innovación. En este sen?do, vemos que el autor rompe con la idea de concepción está?ca del progreso técnico –según la cual los métodos de producción están dados. Antes bien, se deben tener en cuenta los efectos con?nuos del progreso técnico y las reducciones de costos como un parte esencial del desarrollo. En su desarrollo, el autor explica los márgenes de beneficios como un excedente que surge sistemá?camente de estos costos diferenciales. Para ello, el concepto de “productor marginal” o “firma marginal”, que ob?ene los beneficios normales, es esencial.
Steindl comienza explicando la formación de precios en un mercado oligopólico compe??vo, donde conviven empresas progresivas (EP: las que innovan y ?enen ventaja en los costos) y empresas marginales (EM: las que ?enen los costos más altos, que en este caso ob?enen beneficios normales). En primer lugar, el autor está interesado en la tendencia de largo plazo de los precios y los márgenes. En segundo lugar, su análisis parte de dos supuestos: que las empresas progresivas no pueden inver?r en otras industrias, y que la tasa de crecimiento del mercado está dada. La hipótesis central detrás de su desarrollo es que las firmas con costos rela?vamente más bajos y mayores beneficios, por medio de la acumulación interna, expanden su capacidad produc?va en relación a otras firmas. Dependiendo de la tasa de acumulación interna y de la tasa de crecimiento del mercado, diferencia tres niveles de presión compe??va: 1. Baja presión: si la tasa de acumulación interna de las EP es menor o igual a la tasa de crecimiento de la industria, se incrementan los márgenes de beneficios en esta industria, de manera que la existencia de las EM perdura, y hay entrada de nuevas EM. 2. Moderada presión compe??va: la tasa de acumulación interna de las EP supera cierto nivel, esto genera la ampliación de la capacidad produc?va de la industria que genera una concentración rela?va, todavía manteniéndose en el mercado las EM. 3. Alta presión compe??va: aquí las ventajas en los costos de las EP provocan un crecimiento significa?vo de los beneficios de la industria que permiten altas tasas de expansión de la acumulación interna de las EP, mucho mayores al crecimiento de la industria. Esto genera un aumento no sólo del exceso de capacidad planeada de las EP, sino también de la no planeada, puesto que la competencia agresiva (disminución de precios y mayor esfuerzo en ventas) resulta en la eliminación de las EM y de su capacidad produc?va, hacia una concentración absoluta. En esta situación, finalmente, los márgenes de beneficios serán menores a los que habían logrado incrementarse por la innovación que provocó la ventaja en los costos. En este proceso de eliminación de EM, algunas se quedan afuera, hasta que se llega nuevamente a un “equilibrio” en el cual la tasa de expansión interna se iguala con la de crecimiento del mercado. Aquí vemos que el equilibrio no se impone como condición, sino que surge del proceso de concentración ab-
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14 ¿En qué medida la teoría de la organización...
soluta de la industria cuando está madura.
Conclusiones En este trabajo hicimos una revisión teórica de los aportes que fueron la antesala para el desarrollo de la teoría de la organización industrial, haciendo eje en el análisis de la formación de precios y beneficios de cada uno. En nuestro recorrido, pudimos ver que muchos de estos autores no lograron despegarse del todo de la teoría tradicional de los precios, focalizando su análisis en la matemá?ca de la determinación de los precios, sin ser capaces de reflejar la verdadera dinámica de la acumulación del capital. Por otro lado, encontramos que algunos autores en su búsqueda incisiva por demostrar el correlato real de la teoría para fines prác?cos, se han perdido en la mul?plicidad de análisis de caso, sin ser capaces de sistema?zarlos una ?pología clara. Con respecto a la teoría del valor que predomina detrás de estos trabajos, ésta es el enfoque de equilibrio de mercado, en el cual los precios no sólo se determinan por las preferencias y costos, sino también por la estructura de mercado: diferenciación de producto, barreras a la entrada, número de empresas, entre otros. Es decir, que no se explica de dónde provienen el valor y la ganancia permanente de las empresas, ya que parecen brotar del mercado. Por lo tanto, queda la pregunta si estas diferencias de márgenes pueden explicarse a través de una teoría del valor y no de los mercados. Es interesante ver cómo, en la medida que el desarrollo de la acumulación del capital se va desarrollando, el concepto de competencia toma impronta en la literatura. En la obra de Marshall, a pesar de que se podría considerar a la competencia como un proceso, porque provoca la tendencia al equilibrio de los precios, el modelo de la simetría la ilustra como un estado de reposo, un equilibrio está?co. Esto mismo sucede en los aportes de Sraffa, que trabaja con el equilibrio está?co, y la competencia no juega casi ningún rol. Por otro lado, Labini y Steindl interpretan la competencia como un proceso, en el cual el ?empo y la historia pasada importan. Asimismo, en Labini se llega a un equilibrio dinámico. En el caso de Bain, también podríamos considerar que existe una noción de competencia dinámica motorizada por las barreras a la entrada. Por otro lado, en Steindl, la competencia externa no ?ene lugar, puesto que el autor rompe con el supuesto de libre entrada y salida de capitales en el largo plazo, por ser incompa?ble con la realidad de la
estrategia de las empresas. Pero la competencia interna sí ?ene lugar, mayormente en el caso de oligopolio compe??vo, en el que las empresas de costos ventajosos eliminan a las pequeñas. El equilibrio al que llega este autor no se impone como condición, sino que es producto de la concentración absoluta. Por úl?mo, podemos ver que la evolución histórica de los trabajos (desde Marshall a Steindl) ha mostrado un avance en el acercamiento de la realidad, y han avanzado en el análisis detallado de casos concretos –que lejos están de representar una realidad lejana como los modelos neoclásicos de competencia perfecta y rendimientos decrecientes de las firmas. Sin embargo, estos trabajos han fallado en una sistema?zación de los casos o en la creación de una ?pología: tanto Bain, como Steindl y Labini. Posiblemente, una mejor sistema?zación en este sen?do, permita explorar la posibilidad de ar?cular una teoría de los mercados que refleje las dinámicas de acumulación del capital, los diferentes patrones de innovación, de competencia y de la inversión, entre otros.
Notas Bain, J. (1956): Barriers to New Compe??on. Harvard University Press, Cambridge, Mass, Chapter 2. Bain, J. (1967): “Economic and Poli?cal Theories Concerning Industrial Organiza?on” en Industrial Organiza?on, [1959], John Wiley & Sons, NY. Marshall, A. (1948): Principios de economía. Un tratado introductorio [1890], M. Aguilar, Madrid. Mason, E. S. (1939): “Price and Produc?on Policies of Large Scale Enterprises”, American Economic Review, March, pp. 61-74. Marx, K. (2009): El capital, Tomo I, Vol I, [1867], Editorial Siglo XXI, Buenos Aires. Robinson, J. (1934): “What is Perfect Compe??on?”, The Quarterly Journal of Economics, Vol. 49, MIT Press, Nº1,pp 104-120. Sraffa, P. (1926): “The laws of Returns under Compe??ve Condi?on”, The Economic Journal, Royal Economic Society, Vol 36, Nº144, pp. 535-550. Steindl, J. (1952): Maturity and Stagna?on in American Capitalism, Basil Blackwell, Oxford. Sylos Labini, P. (1966): Oligopolio y Progreso Técnico, [1956], Ed. Libros de Economía Oikos, Barcelona.
Desarrollo Económico Nuevas relaciones, an?guas formas
La especificidad de la estructura económica argen?na y su forma de manifestarse a través de las expresiones polí?cas1
Leonardo I. Córdoba Estudiante avanzado de Economía (UBA). E-mail: cordoba.leonardoignacio@gmail.com.
El autor desarrolla la forma específica de acumulación de capital en Argentina, estructurada en torno a la producción de mercancías productoras de renta de la tierra. Se realiza además, un desarrollo teórico acerca de la renta de la tierra, y se analizan las formas que toma su apropiación en Argentina. Finalmente, se analiza en concreto el período 1946-1976, principalmente, en cuanto a la magnitud de la renta de la tierra, las políticas industriales, y cómo todo ello se expresa necesariamente en los distintos gobiernos durante este período.
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17 La especificidad de la estructura económica... El desarrollo histórico concreto El modo de producción capitalista es una forma par?cular de organizarse la vida social, de manera indirecta por intermedio del capital. Históricamente su surgimiento se puede ubicar en los países de Europa occidental y su extensión a América respondió a una doble necesidad del capital: por un lado, proveerse de materias primas que no se presentaban en los ámbitos nacionales “clásicos”2 y, por otro, la producción de plusvalía rela?va. En este úl?mo caso, nos referimos a la producción de mercancías que son medios de vida y, como tales, componen el valor de la fuerza de trabajo. Este desarrollo se debe a que los capitales de Argen?na son capaces de producir mercancías agrarias con un trabajo más produc?vo que el que determina el precio de producción internacional de estas mercancías y, por lo tanto, permiten reducir el valor de la fuerza de trabajo. El origen de esta produc?vidad diferencial proviene de, por un lado, que en el sector agrario las condiciones naturales que intervienen en los procesos produc?vos no pueden ser plenamente controladas y, por otro, de que estos condicionamientos naturales son especialmente favorables en el ámbito argen?no, específicamente en la zona pampeana.
En este marco, la Argen?na se desarrolla como ámbito de acumulación de capital mayormente a par?r de la producción de mercancías agrarias (lana, carne, trigo, maíz, etc.). Tan es así, que los primeros capitales industriales no agrarios que surgen lo hacen en los procesos produc?vos que necesariamente deben realizarse antes de transportar estas mercancías a los centros de consumo principales (como molinos, frigoríficos, etc.) o bien asociados a la necesidad de transportar estas mercancías internamente (ferrocarriles, talleres, etc.). Este es también el caso de los capitales vinculados al procesamiento para consumo interno de alimentos en general. Antes de con?nuar es necesaria una aclaración. Si bien el capital es la relación social general, la unidad del capital total sólo puede darse a través del enfrentamiento entre los dis?ntos capitales individuales entre sí. Este antagonismo permanente entre los capitales individuales es la competencia. Vamos a dis?nguir a estos capitales de acuerdo a cómo se desenvuelven en este proceso. La forma en que se resuelve la competencia es a través de la formación de una tasa de ganancia normal, así diremos que aquellos capitales que pueden compe?r de manera de valorizarse a esta tasa son los capitales medios. Por otro lado, la competencia determina que ciertos capitales no puedan valorizarse a esta tasa, lo cual en términos genera-
les se debe a que no ?enen la escala suficiente que se requiere para compe?r en el sector en que operan. Aquellos capitales que no pueden compe?r a la tasa de ganancia normal pueden o bien sucumbir o bien operar pero valorizándose a una tasa menor. A estos capitales los denominaremos pequeños capitales3. Ahora bien, la conformación de los estados nacionales en La?noamérica se caracterizó por un recorte en proporciones tales que en ninguno de estos ámbitos exis?ese una mercado tal que permi?era el surgimiento de capitales medios capaces de imponerse en la competencia a los capitales de los propios países “clásicos”. Muy por el contrario, se han caracterizado por la exportación de materias primas y la impotencia para exportar su producción manufacturera. Así, los capitales que operan en el sector industrial son, por lo general, pequeños capitales. La produc?vidad del trabajo que pueden poner en marcha estos capitales se encuentra lejos de la que domina en la competencia internacional, esto se evidencia en los llamados procesos de industrialización por sus?tución de importaciones. Durante estos procesos, fundamentalmente luego de la Segunda Guerra Mundial, en numerosos países la?noamericanos se expandieron capitales industriales que abastecían al mercado interno en la generalidad de las ramas industriales y, en este sen?do, aparentaban tener la misma potencia que los capitales de los países “clásicos”. Sin embargo, estos capitales tenían una escala mucho más reducida que los capitales del mismo sector que operaban en el ámbito internacional y que, consecuentemente, operaban con una mayor produc?vidad. La renta de la ?erra La capacidad de los capitales argen?nos de producir mercancías agrarias con una produc?vidad del trabajo tan grande se debe a la existencia de condiciones naturales muy favorables a estas producciones. En los procesos industriales en general todas las condiciones naturales relevantes se encuentran subordinadas al control consciente del hombre (y de manera compa?ble con la tasa de ganancia normal), con lo cual cualquier condición técnica u organiza?va que permita que un capital opere con una produc?vidad del trabajo superior y, por lo tanto, apropie una ganancia extraordinaria es potencialmente replicable (o superable), llevando eventualmente a la anulación de la apropiación de esa ganancia extraordinaria. Por su parte, los capitales que operan en el sector agrario están específicamente determinados por las condiciones naturales que no pueden controlar4. En este sen?do, los capitales que llevan adelante su producción sobre con-
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diciones naturales más beneficiosas pueden producir una mayor can?dad de mercancías empleando la misma masa de capital. Así, el trabajo que emplean es más produc?vo. Si imaginamos una situación en la cual el capital aplicado sobre una ?erra abastece a toda la demanda pero ésta luego crece, entonces una primera forma en que puede ser sa?sfecha es mediante la aplicación de un segundo capital sobra otro lote de ?erra. Supongamos además que este lote es menos fér?l y que la produc?vidad del trabajo sobre esta ?erra es menor, con lo cual el precio de costo que determina es mayor. Así, si la competencia determina que ambos capitales apropien, en promedio, la tasa de ganancia normal, entonces el segundo capital sólo entrará en producción si el precio de la mercancía en cues?ón (supongamos que es trigo) sube lo suficiente. Al hacerlo, no sólo permi?rá que entre en producción el segundo capital sino también que el primero apropie una ganancia extraordinaria. Nótese que esta ganancia extraordinaria es apropiada en la circulación, es decir, no es debido a que el trabajo que emplea este capital es más produc?vo que genera un valor extraordinario, sino que por ser más produc?vo determina un precio de costo menor. Esta ganancia extraordinaria no es anulada por la competencia sino que, por el contrario, es una forma necesaria de ella, en el proceso de formación de una tasa de ganancia general. Por este mo?vo es denominada renta diferencial y, en este primer caso, de ?po uno. Existe un segundo caso, en el cual la aplicación del capital no es extensiva (sobre nuevos lotes de ?erra) sino intensiva. Antes de describirla es menester detenernos brevemente en una cues?ón. La masa de capital que se debe adelantar en las ramas industriales en general se corresponde con la técnica empleada, dada la tasa de ganancia normal, y además debe ser adelantada de una vez o en bloque. La aplicación de capas sucesivas de capital sobre el objeto en el que se aplica el trabajo no produce mayores can?dades del mismo producto, sino productos con un valor de uso dis?nto (por ejemplo, un capital que pasa de producir telas a telas estampadas). Sin embargo, en la producción agraria esto no es así. En ésta el capital no necesariamente se adelanta como bloque sino como porciones sucesivas, cada una de estas porciones de capital pasa a controlar un nuevo aspecto de las condiciones naturales que intervienen en el proceso produc?vo en cues?ón sin modificar el valor de uso que se está produciendo y, además, cada una se emplea con una produc?vidad del trabajo diferente a la anterior. Dicho esto, podemos plantear una segunda posibilidad de abastecer un incremento en la demanda social solvente
de, digamos, trigo, a través de la aplicación de sucesivas porciones de capital a una misma ?erra. Cada porción corresponde a la introducción de una técnica dis?nta en el control del proceso de producción, por ejemplo, empleo de fer?lizantes, herbicidas, sistemas de riego ar?ficial, etc. Supongamos que cada porción que se agrega es de $100 de capital y que, además, cada porción de capital emplea un trabajo menos produc?vo que el anterior. Así, el precio de costo con cada aplicación de una nueva porción de capital tenderá a subir pero si esto es así entonces la tasa de ganancia que apropia sobre esas nuevas porciones de capital será menor a la tasa de ganancia normal. La única manera en que podrá seguir apropiando la tasa de ganancia normal sobre cada una de las porciones es, entonces, que el precio de mercado del trigo suba. Al hacerlo la porción de capital que emplea el trabajo menos produc?vo apropiará la tasa de ganancia normal pero las que son más produc?vas necesariamente apropiarán más que eso. Entonces, estas porciones de capital apropiarán una ganancia extraordinaria, esta es la renta diferencial de ?po dos. En ambos casos podemos ver que el precio de las mercancías agrarias está determinado por la produc?vidad del trabajo más baja que es empleado para sa?sfacer la demanda social. Si bien no será desarrollado aquí es necesario mencionar que existe un tercer ?po de renta diferencial que surge por la distancia diferencial respecto a los centros de consumo (o eventualmente de provisión). Además, también juega un rol la renta que no surge por condiciones diferenciales, ésta se suele dividir en renta absoluta y renta de simple monopolio. Estas úl?mas dos provienen del hecho de que el terrateniente5, por la fuerza que le da el derecho de propiedad, puede exigir un canon de arrendamiento por el uso de su ?erra, apropiando así renta. A nuestros fines y a modo de síntesis podemos decir lo siguiente. El espacio nacional de acumulación argen?no se caracteriza por ser uno cuyo origen se debe a la necesidad del capital de reducir el valor de la fuerza de trabajo, produciendo medios de vida con una produc?vidad del trabajo muy por encima a la que determina el precio que rige a nivel internacional. Por este hecho la estructura económica argen?na se conforma a par?r de la producción de mercancías portadoras de renta de la ?erra. De esta forma, la Argen?na se convierte en un espacio nacional cuya especificidad reside, en términos muy generales, en recibir un aflujo de riqueza social del resto del mundo, bajo la forma de renta de la ?erra. Contra lo que el sen?do común sugiere, la renta de la ?erra es apropiada por dis?ntos sujetos sociales, no sólo por el terrateniente. La renta puede ser apropiada de ma-
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19 La especificidad de la estructura económica... nera primaria, es decir, antes que llegue a manos del terrateniente, o de manera secundaria, una vez que ya ha llegado a éste. Con respecto a la apropiación primaria, el caso más inmediato es el de los impuestos directos a la exportación de mercancías agrarias, es decir, las retenciones. Este impuesto no puede recaer de manera permanente sobre la ganancia normal, con lo cual recae sobre una ganancia extraordinaria, en este caso, la renta. Hay que considerar, también, que este impuesto no sólo afecta al exportador, sino que también ?ende a reducir el precio interno de las mercancías agrarias. Las exportaciones también pueden ser reguladas de manera indirecta, por ejemplo, mediante cuotas de exportación, permisos especiales, etc. Al limitar la can?dad de mercancías exportables se logra que aquellas que no pudieron ser exportadas se vuelquen al mercado interno, haciendo caer el precio que rige al interior del país. Este menor precio tampoco puede ser uno que impida la apropiación de la ganancia normal a los capitales que operan en el sector agrario, de esta forma, vemos que debe estar afectando sólo a la parte que corresponde a renta. El precio que rige las mercancías en el mercado interno también puede ser regulado directamente, a través de la intervención estatal, generando un efecto semejante. Por otra parte, también podemos considerar los efectos que la sobrevaluación de la moneda ?ene sobre la apro-
piación primaria de renta. Si la moneda está sobrevaluada, el precio que recibe el exportador es menor al precio de producción internacional, y el precio que paga el importador también lo es, es decir, mientras que el exportador realiza una menor masa de valor al vender sus mercancías, el importador debe entregar una menor can?dad de valor para importar mercancías. Si además existe un impuesto a las importaciones que eleva el precio interno, de forma tal que no se vean abaratadas las importaciones sino que cada capital deba pagar el precio de producción que rige internacionalmente, entonces el Estado estará apropiando renta por el monto de los impuestos a la importación (que luego distribuirá). La sobrevaluación del ?po de cambio impone, como los impuestos a la exportación, un precio más bajo para las mercancías agrarias en el mercado interno. Finalmente, existe otro caso de apropiación primaria de renta y consiste en las circulación de medios de producción empleados por los capitales que operan en el sector agrario por encima del precio de producción vigente a nivel internacional. Por úl?mo, podemos mencionar la regulación directa por parte del estado del canon de arrendamiento de las ?erras. Ahora bien, una vez realizadas las mercancías agrarias, y una vez que la renta ya ha fluido al terrateniente, existen otros mecanismos por los cuales ésta puede escapar de sus manos, dando curso así a la apropiación secundaria. Estos
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mecanismos son, por ejemplo: la existencia de un gravamen diferencial sobre los terratenientes; que los terratenientes pongan sus ahorros a una tasa de interés real nega?va (y que, al mismo ?empo, un banco estatal ofrezca créditos también a una tasa de interés real nega?va); o que parte de las exportaciones se hayan pagado a crédito, pero éste nunca se pagó o no en la misma cuan@a, como es el caso del comercio con España luego de la segunda posguerra.
Manifestaciones polí?cas de la estructura económica entre 1946 y 1976 Siendo la renta una fuente de riqueza extraordinaria, vale la pena preguntarse acerca de qué tan relevante es para el proceso de acumulación argen?no. Esto nos pone delante de la pregunta de cómo medirla. Juan Iñigo Carrera en su trabajo La formación económica de la sociedad argen?na (2007a) expone un método de cálculo de la renta que fue replicado y refinado para el período considerado. Los resultados obtenidos son categóricos.
El período se abre con el gobierno de Perón, amado por unos y odiado por otros. Ahora bien, ¿qué es lo que este gobierno expresaba? Para unos, la afirmación de la soberanía nacional, de los derechos del trabajador y el camino de la industrialización; para otros, era el avance del Estado sobre los derechos de propiedad y la libertad garan?zada por la Cons?tución. Estas dos posiciones, que en principio parecen contrapuestas e irreconciliables, son en realidad dos expresiones necesarias del proceso que se estaba dando. Lo que está, en parte, detrás de este fenómeno es en realidad un salto en la masa de renta de la ?erra como pocas veces se ha dado en la historia argen?na. Debe tenerse en cuenta que entre 1946 y 1949 aproximadamente el 10% del total de la riqueza del país fue en realidad producto del trabajo extranjero que afluyó al país bajo la forma de renta. Ahora bien, la apropiación y distribución de semejante masa de riqueza debió tomar, necesariamente, formas mucho más complejas que las conocidas o predominantes hasta ese momento. Este es entonces el gobierno en el que consolidan algunas de las caracterís?cas que tendría el Estado en estos años. En primer lugar, el Estado asume un rol mucho más notorio, pero esto no es producto de la simple voluntad de los gobernantes sino que está expresando un crecimiento aceleradísimo de la riqueza social, lo cual está determinado por ese afluente de riqueza extraordinaria que es la renta. Este rol clave del Estado es el de par?cipar en la distribución de la renta y en sus cursos de apropiación: el monopolio del comercio exterior a través del IAPI, la regulación de los precios
internos, la sobrevaluación monetaria, la tasa real de interés nega?va, etc. Podemos decir entonces que este ?po de medidas son formas necesarias para apropiar la renta de la ?erra. Esta masa de riqueza fue la base del enorme crecimiento de los pequeños capitales del sector industrial que se aprecia en este período. Además, los condicionamientos técnicos imperantes en el momento determinaron que se requiriera una fuerza de trabajo con atributos produc?vos rela?vamente universales. La forma general de producción que se expandió luego de la Segunda Guerra Mundial llamada, generalmente, “fordismo” (y que en EE.UU. ya se venía extendiendo con anterioridad), requería una fuerza de trabajo mucho más formada que la que Argen?na ostentaba hasta entonces y que tenga, además, una capacidad produc?va rela?vamente apta para la generalidad de las ramas de la producción industrial. Esto determinó la necesidad del surgimiento de sistemas públicos, tanto de salud como de educación, en el mundo. En Argen?na, fueron los años del peronismo los que se caracterizaron por la extensión abrupta de éstos. La extensión de la clase obrera vino acompañada de un enorme proceso de sindicalización que se reconocía, además, parte de este movimiento polí?co. En este sen?do, la representación sindical de la clase obrera corría paralelamente a su representación polí?ca. Podemos decir entonces que la potencia que tuvo el peronismo como movimiento polí?co para llevar este proceso adelante provino justamente de la masa de riqueza extraordinaria que es la renta de la ?erra. Por mucho que a los terratenientes les disgustara esta forma polí?ca, ella era la forma necesaria que debía tomar el enorme aflujo de renta y, por lo tanto, era condición de su propia existencia. En la medida en que el proceso de industrialización pareció chocarse con los límites propios de la reducida escala de los capitales nacionales, el gobierno peronista intentó favorecer la llegada de capitales extranjeros. Un gobierno que reivindicaba ser la expresión de la afirmación nacional, y cuya relación con los principales países del globo no había sido del todo sencilla, di*cilmente podía encarar una conversión de la estructura industrial mediante la llegada de filiales extranjeras. Tampoco parece ser el caso de la autoproclamada Revolución Libertadora, la cual fue más bien un período de “transición”. Fue durante el gobierno de Frondizi que se produjo la llegada masiva de capitales extranjeros, cuya doctrina desarrollista par@a desde un principio de colocar a las inversiones extranjeras en el centro de la atención como medio para avanzar a las “industrias pesadas”.. La pregunta que tenemos delante es, entonces, ¿por
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21 La especificidad de la estructura económica... qué se instalaron en el país? Podemos comenzar diciendo que no vendrían al país si no pudieran obtener, en promedio, al menos la misma tasa de ganancia que obtendrían aplicando esa misma masa de capital en su país de origen. Sin embargo, debemos preguntarnos cómo es posible esto, ya que estos fragmentos de capital medio6, al tener una escala menor que la correspondiente a la que puede aplicar un trabajo con la produc?vidad que determina el precio de producción a nivel internacional, debe determinar, consecuentemente, un precio mayor a éste. Es decir, ¿cómo pueden estos capitales obtener la misma tasa de ganancia, siendo que operan con mayores costos de producción? Hay que agregar, además, que estos capitales en sus países de origen ?enen una escala tal que su mercado interno (a pesar de ser mayor al argen?no) era insuficiente para colocar todas las mercancías producidas, con lo cual por lo general producen para el mercado internacional. En este sen?do, con un trabajo menos produc?vo que el que rige el precio de producción a nivel internacional y con un ?po de cambio sobrevaluado como condición general, estos capitales evidentemente no se instalaban en el país para desde aquí exportar. Resulta claro que, para poder operar en el mercado interno a la misma tasa de ganancia, requieren una fuente de compensación extraordinaria, es decir, que no rija como condición normal en los países de origen de estos capitales. La primera fuente de compensación de estos capitales es la que más hemos desarrollado hasta aquí, la renta de la ?erra. Los fragmentos de capital que llegaban al país lo ha-
cían bajo regímenes especiales, lo cual facilitaba mecanismos de transferencia de renta. En este sen?do, era común en este período la existencia de ?pos de cambio preferenciales, sea para importar insumos o bienes de capital de manera abaratada, o para remi?r u?lidades al exterior, también con un ?po de cambio sobrevaluado7. Otra forma de apropiación de renta importante es el efecto que ?enen las retenciones y el ?po de cambio sobrevaluado sobre las mercancías agrarias que entran en la determinación del valor de la fuerza de trabajo, abaratándola para el conjunto de los capitales. Por supuesto, otra forma de apropiación de renta y que permite compensar la menor produc?vidad del trabajo es la tasa real de interés nega?va. Dos elementos más que compensan la menor escala de los fragmentos de capital medio son la ganancia extraordinaria que “liberan” los pequeños capitales y la venta de la fuerza de trabajo por debajo del valor8. El úl?mo elemento a tener presente y cuya importancia es muy grande en estos años es que estos capitales traían maquinaria que ya había quedado obsoleta en cuanto a la escala de producción que determinaba la competencia a nivel internacional y que, por lo tanto, ya había sido amor?zada. De esta forma, estos capitales podían instalarse valorizando “chatarra”. Es entonces el gobierno de Frondizi el que polí?camente puede personificar la llegada en grandes can?dades de capitales extranjeros, sea comprando empresas existentes o instalándose por su cuenta. Sin embargo, estos capitales llegan al país como forma de reapropiar9 renta de la ?erra
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a través de los mecanismos antes dichos. Pero si estos capitales dependen de las fuentes de compensación existentes, en especial la renta de la ?erra, y operan con maquinaria que está lejos de la que se emplea en la competencia internacional, entonces no pueden ser la base de una industria capaz de producir de manera general para el mercado exterior y, mucho menos, no se puede pensar que esta industria tenga la misma potencia que la de los países “clásicos”. En los años siguientes al gobierno de Frondizi la renta de la ?erra creció hasta mediados de la década y luego cayó. Por úl?mo, en los años 1973 y 1974 se alcanzan los picos más altos de toda la serie y son, nuevamente, el momento de la llegada del peronismo al poder. Hasta el año 1975 el salario real crece fuertemente hasta alcanzar un máximo histórico, como una expresión de la riqueza extraordinaria que estaba afluyendo. El alza inusitada de la renta no era más que el va?cinio de una crisis por venir y así, con la caída siguiente, se vio estrangulada esta fuente de compensación para los fragmentos de capital medio. Con la creciente necesidad de una fuente de compensación extraordinaria y con la caída de la renta de la ?erra se abre luego un nuevo período en el cual la fuente de compensación, cada vez más relevante, es la venta de la fuerza de trabajo por debajo del valor. Polí?camente esto tomó forma en un gobierno militar que no ?tubeó en destruir a las organizaciones obreras, y de esta forma llevar adelante la caída del salario real.
Conclusión En resumidas cuentas, a lo largo del trabajo se ha intentado mostrar que las formas polí?cas son una expresión necesaria de las relaciones económicas, en par?cular a través de centrarnos en la especificidad de la estructura económica argen?na, la renta de la ?erra. Así, preguntarnos acerca de la necesidad de las formas polí?cas es un primer paso para reconocer su potencia. En este aspecto, intentamos esbozar brevísimamente cómo la necesidad del peronismo como movimiento polí?co se debió a la riqueza extraordinaria en la forma de renta que afluyó en los momentos en que gobernó. Del mismo modo, a la hora de preguntarnos por la potencia de una forma polí?ca para transformar la especificidad de nuestro país vale la pena pensar si no es más que una forma de reproducirse esta misma especificidad, como observamos en el período estudiado, aunque lo mismo podría decirse al día de hoy. El peronismo, si bien presentándose como la superación de la dependencia de acreedores y capitales extranjeros, no ha hecho más que reproducir la
dependencia de la acumulación de capital en los flujos de renta de la ?erra, buena parte del cual fluye hacia esos acreedores y capitales extranjeros. Por úl?mo, inquirir sobre la necesidad de las formas polí?cas es parte del camino que debe recorrer todo aquel que se preocupa por su acción polí?ca para no caer preso de las apariencias con que éstas se presentan. Referencias Iñigo Carrera, J. B. (2007a). La formación económica de la sociedad argen?na – Volumen I – Renta agraria, ganancia industrial y deuda externa. 1882-2004. Buenos Aires: Imago Mundi. Iñigo Carrera, J. B. (2007b). Conocer el capital hoy. Usar crí?camente El Capital. Vol. 1. La mercancía o la conciencia libre como forma de la conciencia enajenada. Buenos Aires: Imago Mundi.
Notas [1] Este trabajo es un esbozo de los resultados obtenidos durante el ejercicio de una Beca CIN Es@mulo, bajo dirección de Teresita Gómez. [2] Por país “clásico” nos referimos a los países donde existen capitales medios en la generalidad de las ramas. Fundamentalmente, Europa occidental, pero también incluimos a EE.UU. [3] Véase Iñigo Carrera (2007b) para una exposición completa de ambos. [4] Si bien es claro que hay un avance en pos de controlar cada vez más las condiciones naturales que intervienen en estos procesos produc?vos. [5] Entendemos como tal al propietario de la ?erra. [6] Llamamos fragmentos de capitales medios a los “desprendimientos” que hacen los capitales medios para aplicar parte de su capital en una escala reducida, en este caso, en Argen?na. [7] Debe notarse que, cuando se importa mercancías con un ?po de cambio sobrevaluado se lo está haciendo por debajo del precio de producción vigente; así también, cuando se remiten u?lidades al exterior con un ?po de cambio sobrevaluado la riqueza parece mul?plicársele al capital en cues?ón. En verdad, lo que está haciendo es apropiar riqueza de manera extraordinaria en la circulación, en este caso renta. Esta riqueza que ganan ciertos capitales la pierden los capitales que exportan, por la misma mediación cambiaria. [8] Esta úl?ma determinación es expuesta por Diego Kozlowski en esta misma EPQ? [9] Esta es una reapropiación porque, debe recordarse, esta renta es valor que proviene del resto del mundo hacia la Argen?na.
Desarrollo Económico Nuevas relaciones, an?guas formas
Los que sobramos para el capital y la venta de la fuerza de trabajo por debajo del valor en Argen?na
Diego Kozlowski Estudiante avanzado de Economía (UBA). Becario UBACyT del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (CEPED). E-mail: diegokoz92@gmail.com
En el presente artículo realizamos un breve recorrido por las determinaciones generales de la población sobrante para el capital, desarrollada originalmente por Karl Marx en El Capital. Luego observamos empíricamente las expresiones en el salario y la composición del mercado de trabajo que indicarían que dichas determinaciones generales desarrolladas por Marx estarían presentes en la Argentina, y sus consecuencias para la acción política de la clase obrera.
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25 Los que sobramos para el capital y la venta de la... Población sobrante1 La necesidad que ?ene el capitalismo de contar con una sobrepoblación surge del carácter privado e independiente en que se organiza el trabajo social, que implica que una porción de la fuerza de trabajo debe estar siempre disponible para los períodos de auge económico y para la explotación de nuevas ac?vidades. En caso de no exis?r un ejército industrial de reserva, la escasez de fuerza de trabajo tomaría expresión en el aumento de salarios, que ?empo más tarde entorpecería la fluida acumulación de capital. Ahora bien, ¿por qué si la necesidad es contar con una determinada magnitud de fuerza de trabajo sobrante, ésta se resuelve generando siempre una magnitudmayor a la efec?vamente necesaria? ¿La diferencia entre la sobrepoblación efec?vamente necesaria y la sobrepoblación excesiva se corresponde a determinaciones dis?ntas del capital como relación social? El debate pasa, entonces, por un problema de magnitudes; y existen dos de ellas que son elementales para encarar esta discusión: la tasa de natalidad, que determina la oferta de fuerza de trabajo disponible, y que por mo?vos de espacio no abordaremos en esta nota; y la tasa a la que se incorpora la fuerza de trabajo al ejército industrial en ac?vo. En tanto ambas magnitudes no recorran un sendero similar, o cuando menos, tendencialmente similar, exis?rá una tendencia inmanente no sólo a que exista la población sobrante, sino a que esta se mul?plique en el ?empo. Marx analiza en el Tomo I de El Capital que, como la producción de plusvalía rela?va determina de forma general un aumento en la composición orgánica del capital, todo aumento absoluto en la masa de fuerza de trabajo desplegada en el proceso produc?vo es necesariamente acompañado de una disminución rela?va del capital variable en relación al capital constante. Por lo tanto, para que toda la fuerza de trabajo pueda estar en ac?vo, el capital total de la sociedad ?ene que crecer proporcionalmente más rápido de lo que crece la fuerza de trabajo, debido a que la tasa de crecimiento de ésta es posi?va y a que el crecimiento en la demanda de trabajo es tendencialmente menor debido a la disminución rela?va del capital variable en relación al constante. Como el crecimiento del capital total de la sociedad está determinado por la tasa de ganancia (como límite máximo, suponiendo que se reinvierta completamente), es entonces la tasa de ganancia la que debe ser mayor que la tasa de crecimiento de la po-
blación y proporcionalmente mayor en relación al aumento de la composición orgánica del capital, es decir, crecientemente mayor. Sin embargo, para que crezca la tasa de ganancia debe subir la cuota de plusvalía, y ésta crece fruto de la producción de plusvalía rela?va, es decir, del aumento de la composición orgánica del capital, que no sólo retrasa el aumento de la tasa de ganancia, sino que también implica un crecimiento del capital constante a expensas del variable. Por lo tanto, de la propia acumulación de capital surge la imposibilidad de un crecimiento del capital variable por encima del crecimiento de la fuerza de trabajo disponible.En otras palabras, es el propio desarrollo normal del capitalismo el que genera una masa creciente de población que será sobrante para
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* Si el trabajo es lo específico del ser humano, entonces lo que estamos diciendo es que el capitalismo despoja a una masa creciente de la población de su propia humanidad, en tanto les prohíbe desarrollar lo propiamente humano, es decir, el trabajo.
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las necesidades del capital. No es la anomalía, sino la regla general de la acumulación. No es la anulación de la ley del valor la que genera población sobrante, como se planteara en la teoría del monopolio, sino el propio afirmarse de dicha ley el que crea las condiciones en que esta condición aparece. Si bien no podemos detenernos demasiado en el presente trabajo en las formas concretas que toma la población sobrante para el capital, podemos decir que una porción de ella entra y sale de la producción de forma sistemá?ca de acuerdo al ciclo de la acumulación capitalista, logrando reproducir sus atributos produc?vos. A esta porción la podemos denominar, junto con Marx, población sobrante fluctuante. Otra porción se encuentra geográficamente
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diferenciada, como la masa de ex-campesinos expulsados de la producción agrícola, que sobrevive con base en sus relaciones de dependencia personal y la producción para el propio sustento, a la espera de relocalizarse en las ciudades cuando la demanda de fuerza de trabajo crece, es decir, es la población sobrante latente. Por su parte, cuando la población sobrante desocupada excede una determinada proporción y no existe la posibilidad de que ésta sea incorporada en el momento de auge de la acumulación, las condiciones de competencia al interior de la clase obrera se empeoran al punto de sólo poder vender la fuerza de trabajo a costa de hacerlo por debajo del valor. Este es el caso de la población sobrante estancada. Si el trabajo es lo específico del ser humano2, entonces lo que estamos diciendo es que el capitalismo
despoja a una masa creciente de la población de su propia humanidad, en tanto les prohíbe desarrollar lo propiamente humano, es decir, el trabajo. Mientras que condena a otra porción de la clase obrera a reproducirse con un salario específicamente menor que el valor de su fuerza de trabajo. Esto úl?mo no implica otra cosa que la incapacidad de comprar los medios de vida necesarios para reproducir de forma normal la fuerza de trabajo; es decir, es el caer en el pauperismo y la destrucción de la subje?vidad produc?va de aquella persona que está en dicha situación. La permanencia de un individuo en cualquiera de estas dos situaciones, es decir, la imposibilidad de vender la fuerza de trabajo o hacerlo a condición de venderla por debajo del valor, implica que los atributos produc?vos de dicha persona se encuentran en un proceso de deterioro y, por lo tanto, llegará el
Fuente: Elaboración propia en base a EPH, BLS y PENN 8.1.
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27 Los que sobramos para el capital y la venta de la... punto en que será incapaz de vender su fuerza de trabajo, por haber perdido su potencia produc?va. Esta es la situación de la población obrera sobrante consolidada.
¿Y a mí qué me importa? En la EPQ? Nº8, Juan M. Graña concluyó que en Argen?na, a par?r del período inaugurado por la úl?ma dictadura militar, el capital ?ene la necesidad de remunerar a la fuerza de trabajo por debajo del valor, como forma de compensación de su rezago produc?vo. Esto no significa otra cosa que decir que la clase obrera argen?na ha caído masivamente en la condición de sobrante a par?r de la década de los setenta. Una primera aproximación empírica de esto es ver cuánto es el salario argen?no respecto a otro país, en el cual a priori podríamos decir que la fuerza de trabajo se remunera por su valor. En este breve resumen hemos visto la causa por la cual una porción de la
clase obrera se puede remunerar por debajo de su valor, sin embargo,no se presenta necesidad alguna que porte a otra porción de la clase obrera de la capacidad de vender su fuerza de trabajo por encima del valor. En el sen?do de esto úl?mo, tomar el salario de un país como Estados Unidos, donde la clase obrera aparentaría venderse por su valor íntegro, o como mínimo, donde sabemos que no se remunera por encima de su valor, nos daría una referencia con la cual comparar a los salarios de nuestro país. Dado que el valor de la fuerza de trabajo varía con los atributos produc?vos que cada trabajador porta, la comparación con Estados Unidos debe necesariamente hacer referencia a las dis?ntas subje?vidades produc?vas puestas en marcha en la producción de mercancías. Como se observa en el gráfico 1, el salario promedio de Argen?na cons?tuía en 2013 menos del 30% del salario promedio de Estados Unidos, situación que
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28 Los que sobramos para el capital y la venta de la...
se reproduce al interior de cada uno de los grupos elaborados, en par?cular para los trabajadores precarios, que recibían, en promedio, un 13% de lo que ganaba un trabajador de Estados Unidos. La pregunta que surge es inmediata: ¿cómo hace un trabajador en Argen?na para reproducir su fuerza de trabajo, es decir, a sí mismo, recibiendo tan sólo una fracción de su valor? Por su parte, debemos tener presente, además del valor por el que se remunera la fuerza de trabajo en Argen?na, cómo es que ésta se compone de acuerdo a los dis?ntos atributos produc?vos. En este sen?do, en el gráfico 2 podemos observar como los trabajadores precarios son mayoritariamente trabajadores de baja calificación; pero también podemos ver que el conjunto de precarios y protegidos cons?tuyen, respecto a Estados Unidos, una fuerza de trabajo con una menor composición de trabajos de ?po complejo (como direc?vos o profesionales) y una mayor pro-
porción de trabajo sin calificación,lo que implica trabajadores que en el despliegue de su tarea no requieren siquiera de estudios primarios. Esta diferencia en la composición de la clase obrera en Argen?na respecto a la de Estados Unidos no está exenta de la diferencia observada en los salarios, sino que es la otra cara de la misma moneda. En tanto sólo logramos vender nuestra fuerza de trabajo a condición de hacerlo por debajo del valor, lo que como se ve en el gráfico 1 aplica para cualquier ?po de trabajo, la tendencia es hacia un empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, teniendo como consecuencia una mayor concentración en trabajos más simples. Cuando estudiamos la composición del consumo en uno y otro país podemos notar que en la Argen?na se des?na una proporción mucho más elevada a la reproducción biológica, es decir, a las categorías alimentos y bebidas e indumentaria y calzado.Esta ten-
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29 Los que sobramos para el capital y la venta de la... dencia se refuerza naturalmente en los quin?les más bajos de ingreso. La mayor proporción del gasto en la reproducción inmediata de la fuerza de trabajo, que analizado en conjunto con los gráficos 1 y 2 lo que hace es compensar el menor nivel de ingreso, se realiza a costa de una menor proporción del gasto dedicada fundamentalmente a la vivienda, lo que se pone de manifiesto en las problemá?cas de vivienda, para todos los niveles de ingreso, que existen en Argen?na. Las villas miseria, los hoteles pensión y las casas tomadas, entre otros, son expresión de la necesidad de la clase obrera argen?na de u?lizar un muy alto porcentaje de su ingreso en su reproducción inmediata, en detrimento de la resolución de su situación habitacional. Sin embargo, la expresión de lacondición de sobrante de la clase obrera Argen?nano se agota en los problemas de vivienda. Si bien es cierto que los gastos en educación y salud no corren por cuenta del sueldo en Argen?na y en Estados Unidos mayoritariamente sí, por la forma de privada en que se realiza en dicho país; se reproduce el carácter de sobrante en los niveles de precariedad en que se sos?enen tanto la salud como la educación pública. Conclusiones mínimas En el presente ar@culo hemos hecho una síntesis de las tendencias generales del capitalismo a producir una masa creciente de población sobrante para sus necesidades de acumulación, y se ha dado un breve bosquejo de cómo dicha tendencia general aplica en Argen?na. No se ha podido, sin embargo, descifrar cuál es la especificidad de la acumulación del capital en Argen?na que la determina de ésta forma. En este mismo número de la EPQ?hay un ar@culo de Leonardo Córdoba respecto de la renta de la ?erra como aquello que determina lo específico de la acumulación capitalista en Argen?na. También mencionamos
el ar@culo de Juan M. Graña en la EPQ?Nº8, que avanza hacia el úl?mo cuarto del siglo pasado y encuentra que la renta de la ?erra ya no alcanza para cubrir la brecha produc?va y, por lo tanto, se presenta la venta de la fuerza de trabajo por debajo del valor como una necesidad propia de la acumulación de capital. Independientemente de cuál es la especificidad de la acumulación del capital en Argen?na, lo que se desprende del ar@culo elaborado es que es una necesidad imperiosa de la clase obrera plantearse como acción polí?ca el superarla, como condición necesaria de su propia reproducción en tanto tal. Plantear la forma en que se debe desarrollar dicha superación implicaría una conclusión exterior al propio desarrollo aquí elaborado, por lo que nos queda pendiente indagar en este sen?do.
Notas [1] La presente sección cons?tuye una apretada síntesis de una ponencia elaborada para las XI Jornadas de Sociología y dos trabajos realizados para las VIII Jornadas de Economía Crí?ca, junto a Fernando Cazón, Juan M. Graña y Facundo Lastra. Los tres documentos mencionados encuentran su inspiración, en lo que hace al tema desarrollado en esta nota, en el trabajo presentado por Juan Iñigo Carrera en el VII Congreso de ASET. [2] Como desarrolla Ezequiel Monteforte en la EPQ? Nº8. [3] La metodología u?lizada para la elaboración de los datos de la presente sección se encuentra en el Documento de Trabajo Nº18 del Centro de Estudios de la Población, Empleo y Desarrollo (CEPED).
“Todos ignoramos algo, todos sabemos algo, por eso siempre aprendemos” Paulo Freire
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Desarrollo Económico Nuevas relaciones, an?guas formas
El desarrollo industrial en Corea del Sur como expresión de las potencias del capital a nivel mundial. Discusiones acerca de los límites del enfoque nacional centrado1 Sebastián Bonals Licenciado en Economía FCE-UBA. Becario UBACyT del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (CEPED). E-mail: jsbonals@gmail.com
A pesar de que es cada vez más evidente que la economía mundial es determinante de las economías nacionales, tanto la teoría económica convencional como aquélla que se reconoce como abiertamente contraria a la misma, se empeñan en hacer todo esfuerzo en el sentido opuesto, es decir, explican la evolución histórica de las economías nacionales como si se tratara de un problema que surge de éstas como unidades aisladas, y de las interrelaciones que las mismas establecen entre sí. Es por esto que en el siguiente trabajo realizamos una breve revisión bibliográfica acerca del desarrollo industrial en Corea del Sur según ambas escuelas, y de los aportes que otras visiones nos aportan como crítica a éstas.
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31 El desarrollo industrial en Corea del Sur como... 1. El desarrollo industrial y la emergencia de la República de Corea. Nuevas y viejas discusiones2
1.1 El enfoque Neoclásico La generalidad de los autores neoclásicos que estudian el proceso de desarrollo industrial de los países del Este y el Sudeste Asiá?co ?enen un acuerdo general de que tal epopeya económica es consecuencia de la implementación de un modelo de crecimiento guiado por exportaciones o, lo que es lo mismo, de una orientación de sus economías al sector externo. Las fenomenales tasas de crecimiento anual experimentadas durante el “gran despegue” económico en cues?ón son entonces el resultado esperado de la asignación y uso eficiente de los recursos de dichas economías en función de las ventajas compara?vas determinadas por sus dotaciones iniciales. De esta manera, el aprovechamiento de una rela?vamente abundante mano de obra, fue aliciente suficiente como para impulsar aquellas ac?vidades económicas trabajo-intensivas que permi?eron par?cipar de los frutos del comercio internacional, desarrollando el perfil exportador de los países e impulsando su crecimiento3. Esta posición se encuentra cimentada, en buena medida, en el contraste que los autores marcan en cuanto a los cambios en el desempeño económico como consecuencia de la modificación en las decisiones de polí?ca económica. En esta línea, Westphal (1978) señala que el “viraje” hacia la liberalización del comercio marca un punto de quiebre en la performance económica, merced al abandono del modelo de Industrialización por Sus?tución de Importaciones (en adelante, ISI). Éste significó una enorme distorsión de los incen?vos generada por las polí?cas de expansión del mercado interno al impulsar la industria liviana y de bienes de consumo no duradero. Así, terminar con la sobrevaluación de la moneda, los múl?ples ?pos de cambio, los impuestos a las importaciones y las circunstanciales restricciones cuan?ta?vas tuvo como corolario un incremento considerable en las tasa de crecimiento del PBI y de otros indicadores económicos. Por su parte, Balassa (1988) considera que esta situación coloca a Corea y al resto de los países de industrialización tardía de Asia por sobre otros de igual condición de América La?na. El acierto estuvo en abandonar la ISI e impulsar la exportación de los sectores desarrollados por aquel entonces, en lugar de incurrir en la etapa “pesada” como lo hicieron países
como Argen?na. De no hacerlo, se resignarían no sólo los efectos benéficos de una asignación eficiente de los recursos del país, sino también la posibilidad de explotar las economías de escala que el reducido mercado interno no permite frente a la demanda potencial del mercado mundial, lo cual aseguraría el pleno uso de los recursos, así como mayores beneficios para las futuras inversiones. Según este enfoque, el éxito dependió más de las respuestas de los empresarios a losincen?vos a la exportación, que a la intromisión del Estado en los negocios. El rol de este segundo actor fueel de garan?zar una serie de condiciones necesarias para crear un buen ambiente de negocios, al inver?r en infraestructura moderna y mantener un sistema de incen?vos estable de manera de no afectar las decisiones de inversión, evitando discriminar entre una y otra ac?vidad a la hora de incen?varlas a exportar. En esta línea, Krueger (1990) destaca el efecto coac?vo que el propio proceso de liberalización y apertura al mercado mundial genera sobre los policy–makers, al hacer costoso en términos de crecimiento retroceder a polí?cas tendientes a intervenir en el “clima de negocios”. Entonces, el propio ciclo virtuoso generado por las ganancias potenciales de una mayor liberalización los empuja a con?nuar por dicho camino tal como lo mostraría la experiencia de Corea. Avanzando por sobre este marco general, el Banco Mundial (1993), si bien le otorga un rol subsidiario al Estado en la asignación de recursos de la economía, al igual que el resto de la escuela en la que se encuadra, destaca el hecho de que en las economías del Este Asiá?co parte del éxito fue consecuencia de la combinación de polí?cas que condujeron a la “buena salud” de las variables macroeconómicas, así como de otras de corte “intervencionista” y “selec?vo” orientadas a incen?var sectores clave para el desarrollo económico. Estas úl?mas, sin embargo, funcionaron en tanto fueron aplicadas en casos donde, dada la existencia de externalidades, el mercado no era capaz de funcionar de manera eficiente, o era necesariocrear mercados allí donde no exis@an. Si a esto se le suman las condiciones ins?tucionales favorables que prevalecieron (S?glitz, 1996), se torna posible determinar la razón de los resultados divergentes que la intervención estatal en la asignación de los recursos tuvo en países como Corea y Japón en comparación con otros países en vías de desarrollo. En defini?va, el encuadre neoclásico, con sus ma?ces, destaca con firmeza el efecto favorable que las
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polí?cas del es?lo marketconforming,con incen?vos generalizados y estables a las exportaciones, generaron en el rendimiento económico asiá?co al establecer un ambiente de negocios propicio para el aprovechamiento de las dotaciones iniciales de la economía. Así, acompañar el movimiento de las variables del mercado garan?zando su “buena salud”, dio como resultado el desarrollo favorable de las inversiones al facilitar una asignación eficiente de recursos.
2.2 El enfoque ins?tucionalista En la vereda opuesta, surgieron autores que buscan darle una explicación alterna?va al par?cular fenómeno de las economías asiá?cas. Este enfoque contrapuesto se diferencia de la teoría económica convencional al otorgarle al Estado un rol central en el desarrollo de estos países, siendo el caso excepcional el de Corea del Sur. Ésta, llamémosle, “escuela ins?tucionalista”, se encolumna detrás del trabajo de Alice Amsden (1989) quien sos?ene que, de manera general, los países de industrialización tardía comienzan este sendero de desarrollo a par?r de la acción selec?va de sus respec?vos estados nacionales, una posición diametralmente opuesta a la de la escuela neoclásica. Tal es así que, para la autora, la forma en que se encara el proceso es a través de la distorsión deliberada de los precios rela?vos, de manera tal de incen?var la ac?vidad económica en aquellos sectores que no lo harían en cualquier otro escenario, argumento que choca de frente con el análisis marketconforming de los neoclásicos. En una línea similar, autores como Dani Rodrik (1995), señalan que antes del giro al mercado que la visión neoclásica señala como piedra angular del desarrollo coreano, dicho país ya contaba con unas condiciones iniciales favorables en diversos aspectos4, pero que el proceso de desarrollo se encontraba bloqueado. Esto se debía a la existencia de una falla de coordinación que se acentuaba por el desequilibrio de la dotación de mano de obra calificada y capital, que llevaba a que el retorno de las inversiones privadas fueran sumamente bajas impidiendo su realización. En este contexto, el Estado fue el único capaz de sobreponerse a tal situación subsidiando y coordinando la inversión privada. Para el caso de Corea, el rasgo que lo convierte en uno que se dis?ngue por sobre el resto se encuentra en el hecho de haber sumado la “reciprocidad” como método de coacción de los grandes grupos empresarios. Con ello, el Estado no solo se en-
cargó de controlar al sector obrero, sino de hacer eso mismo del ladodel capital (Amsden, 1989). Chang (1993), por su parte, destaca que el rol crucial del Estado en Corea fue el uso de diversos instrumentos en la creación de rentas para promover el desarrollo económico. Esto,debido a que en el proceso de transformación tecnológica de la economía, la tecnología se importaba de otras economías más avanzadas, lo que implicaba un cierto grado de incer?dumbre acerca de los posibles retornos de su aplicación ya que, entre la adquisición y su uso eficiente, se antepone un largo proceso de aprendizaje. En Corea, este aspecto par?cular ?ene una caracterís?ca dis?n?va en lo que concierne al momento concreto de la aplicación de nuevas tecnologías. Dada la evolución histórica que presenta el proceso de industrialización y catching up, el movimiento del eje de la competencia primero basada en la invención, luego en la innovación, y más tarde en el aprendizaje, obliga a los países de industrialización tardía a ubicarse en el úl?mo lugar obligados a aprender a compe?r. Y dado que se compite a par?r de la copia de lo que otros países ya han desarrollado, el proceso de catching up concentra sus esfuerzos, esencialmente, al interior de las fábricas. Allí,el obrero ingenieril de planta, administrando el proceso produc?vo, ?ene un rol preponderante para lograr la correcta aplicación y transferencia tecnológica necesaria para el aumento de la produc?vidad (Amsden, 1989). El éxito del desarrollo industrial en Corea ?ene por causa toda esta serie de caracterís?cas generales remarcadas por la escuela ins?tucionalista. Del otro lado, la tradición neoclásica se jacta de que su no aplicación sistemá?ca es la razón fundamental que separa como ejemplo de polí?cas de desarrollo a los países de América La?na de los de Asia, ya que las medidas intervencionistas presentes en los primeros no hicieron más que dotar de incer?dumbre al proceso económico (Chang, 1993). En lo que sí coinciden ambos enfoques es en los resultados insuficientes de los procesos la?noamericanos. Entonces, frente a la indeterminación teórica que nos presenta la discusión, no nos cabe más que preguntarnos que, si no se trata de las fuerzas del mercado ni de la capacidad del Estado para concentrar las voluntades al servicio del desarrollo económico, ¿a qué se debe el éxito conseguido por Corea y el resto de los países del Este y Sudeste Asiá?co que presentan tan marcado contraste con sus hermanos mayores, los países de América La?na?
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33 El desarrollo industrial en Corea del Sur como... 2.3 Los límites del desarrollo nacional-centrado y la necesidad de una visión global De manera general, el estudio del desarrollo industrial se ha planteado a par?r del estudio individual de los países, separando unos de otros como unidades de análisis, y se emprende un proceso de enumeración de decisiones de polí?ca que suponen ser las causantes de las mejoras en determinados indicadores económicos. Una vez hallado lo que parece ser la solución a los males que aquejan a los países en desarrollo, cabe preguntarse entonces a qué se debe, y por qué su aplicación ?ene un impacto tan diferenciado en otras unidades nacionales. En este punto, tanto neoclásicos como ins?tucionalistas terminan generando un callejón sin salida que torna sus explicaciones completamente infér?les a la hora de la acción, ya que ninguna de las dos puede evitar caer en abstracciones que colocan el éxito de la polí?ca en el abstracto genio polí?co de quienes idearon y emprendieron el proceso industrializador o, yendo un poco más allá de lo evidente, en el contexto cultural y social en las cuales éstas fueron implementadas. Aquí es donde se terminan encontrando las causas úl?mas del desempeño económico diferencial entre países involucrados en procesos similares, así como entre naciones desarrolladas y subdesarrolladas. Paradójicamente, se parte del estudio de la economía para comprender los cambios en las condiciones de producción de los países, para pasar explicar éstos a par?r de disciplinas por fuera de la Ciencia Económica. El propio camino que pone por delante a par?r de su potencial explica?vo y luego la deja entrever como una ciencia incapaz de abordar su objeto, termina mostrando lo innecesario de su recorrido, cuando la circularidad de los planteos finales obligan a retornar al punto inicial. El paso final de estos planteos se observa en el establecimiento de estrategias de polí?ca económica que brotan de los rasgos caracterizados como sobresalientes en los estudios de caso realizados. Este proceder lleva implícita la concepción de una suerte de “igualdad” entre países al querer replicar cual estudio de laboratorio los casos exitosos de desarrollo, como si fuera posible imitar una formula contra el atraso. Esto trae por consecuencia el vaciar de contenido a las unidades nacionales, eliminando su especificidad dentro de la economía mundial. El problema en el que se incurre por este camino queda evidenciado en la ausencia de una explicación acerca de dónde brota la libre voluntad de los polí?cos
a la hora de lograr polí?cas exitosas –y de otras fracasadas-, así como de las condiciones culturales y socialesdiferenciales que generan un clima propicio para el desarrollo –y hasta donde estas no son resultado del propio proceso. Llegada la explicación al punto donde llegan ambas escuelas, el paso siguiente, si se quiere tener una compresión completa de lo que se quiere estudiar, es comprender de dónde surgen tanto los dirigentes polí?cos como las condiciones culturales y sociales necesarias para un gran despegue económico. Sin embargo, no por casualidad, es aquí donde los desarrollos se de?enen. Veamos entonces un modo alterna?vo de abordar la cues?ón. 2.3.1 De lo general a lo par?cular. Aportes para el estudio del desarrollo En contraposición al modo de proceder de las posiciones revisadas, entendemos que para superar los problemas planteados es necesario iniciar el estudio del desarrollo, no a par?r del análisis de casos par?culares y de su comparación en la búsqueda de similitudes sino, antes bien, a par?r de entender el rol que las dis?ntas unidades nacionales cumplen en la eco-
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nomía mundial como un todo. En par?cular, a par?r de la década del 70, como consecuencia del crecimiento sostenido por los países del Este y Sudeste Asiá?co, surgen una serie de planteos innovadores que abren nuevas líneas de inves?gación, en paralelo a las discusiones planteadas entre neoclásicos e ins?tucionalistas. En primer lugar, siguiendo lo planteado por Iñigo Carrera (2008b), se señala que la economía globaldebe ser comprendida como un proceso a escala planetaria y no desde la sumatoria de procesos nacionales aislados; además, ese proceso es la forma concreta del desarrollo de las fuerzas produc?vas de la sociedad. El capitalismo en tanto forma de organización de la producción de la vida material del hombre que avanza a través de la revolución constante de la produc?vidad del trabajo en pos de la producción de plusvalía rela?va, ?ene la potencia para derribar toda barrera impuesta a la conformación de una relación social universal bajo la forma de su obje?vación en el capital. En tanto el fin úl?mo es la mul?plicación de dicha relación, es decir, la valorización del valor, ésta posee una esencia de carácter mundial. Es decir, la acumulación de capital es nacional por su forma y mundial por su contenido. Entonces, las unidades nacionales actúan como formas del movimiento de la acumulación de capital a nivel mundial, dentro del cual poseen una especificidad que las convierte en lo que son (Iñigo Carrera, 2008b). En este sen?do, comprendemos que para lograr entender los procesos de desarrollo nacionales debemos comprender la especificidad de éstas dentro de la unidad mundial de la que son forma. En segundo lugar, desde esta perspec?va, la Nueva División Internacional del Trabajo (en adelante, NDIT), como nueva forma en que se organiza la producción a escala planetaria, es una forma concreta bajo la cual se realiza la producción de plusvalía rela?va a nivel mundial a par?r de la fragmentación de la subje?vidad produc?va del obrero universal. El desarrollo de la microelectrónica que da lugar a la automa?zación y la robo?zación, cumple el rol de obje?var en la maquinaria atributos produc?vos que hasta entonces dependían de la pericia del obrero. Una porción de la clase trabajadora ve entonces degradados sus atributos produc?vos al punto de ser reducida a un mero apéndice de la maquinaria. El capital logra así romper con la necesidad de reproducir de manera rela?vamente indiferenciada a la clase obrera, disminuyendo de manera drás?ca el valor de la fuerza de trabajo de
la fracción que despliega un trabajo más simple. En el otro extremo, se ve incrementada la producción de la conciencia cien@fica de la porción de la clase obrera cuyo trabajo más complejo ?ene por fin el desarrollo del control de las fuerzas naturales, produciendo entonces obreros de subje?vidad produc?va ampliada. Este proceso en sí mismo encierra la producción de plusvalía rela?va para los capitales individuales que se encuentran al interior de las fronteras nacionales de los países clásicos. Pero, a su vez, genera un segundo movimiento. La simplificación del proceso de trabajo de una porción de la clase obrera a la simple tarea de puesta en marcha de la maquinaria y su control implica una reducción sumamente significa?va del grado de calificación del obrero encargado de la misma. En consecuencia, gracias a la mejora en la produc?vidad de los sistemas de transporte y de las comunicaciones, es posible poner en ac?vo masas de población obrera sobrante presentes en otros países por medio de la fragmentación y deslocalización del proceso de producción5, es decir, es posible aumentar la producción de plusvalía rela?va para las porciones de trabajo más simple explotando a los obreros más baratos del mundo (Iñigo Carrera, 2008a). En una línea similar, se encuentran los aportes realizados por Fröbel,et al.(1980), quienes sinte?zan por primera vez las transformaciones en la producción a nivel mundial, acuñando el término “NDIT”. Siguiendo la línea argumenta?va de los autores, jamás sería posible entender lo sucedido en términos de las unidades nacionales durante la década de 1970 sin antes comprender el funcionamiento de la “economía-mundo”. Esta concepción nos indica que el proceso económico no es solamente el resultado de las relaciones que se establecen entre procesos produc?vos separados por las dis?ntas fronteras nacionales, sino que de lo que se trata es de un proceso de valorización del capital de orden general, del cual surgen proceso produc?vos que son formas de esta valorización6. En consecuencia, la posibilidad de desarrollo industrial en los países asiá?cos de industrialización tardía aparece como resultado de los cambios en la forma en que se reproduce la valorización del capital a nivel mundial. Esto es, con el paso de la división internacional del trabajo “clásica” a la consolidación de la NDIT. A par?r de aquí, el mundo deja de dividirse entre países productores de mercancías industriales y países productores de materias primas, por el contrario, se vuelve posible el desarrollo de ciertas ac?vidades industriales específicas en estos úl?mos. Las transformaciones que se dan
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35 El desarrollo industrial en Corea del Sur como... a nivel mundial por aquel entonces son el elemento clave para la realización de este fenómeno. El desarrollo de nuevos sistemas de control automa?zado y de telecomunicaciones, así como de la organización del proceso de trabajo, permi?eron fragmentar el proceso produc?vo de las dis?ntas mercancías en sus partes componentes, otorgando a los capitales la posibilidad de deslocalizar la producción más allá de sus fronteras nacionales y aprovechar los menores costos que significan el empleo trabajadores de países subdesarrollados cuya fuerza de trabajo es menor que el de la clase obrera presente en los países de origen de los capitales. En este marco, los países de Asia, como Corea del Sur, no encuentran una mejora en términos económicos por el simple hecho de los factores culturales que generan buenas condiciones iniciales o por la voluntad de sus dirigencias polí?cas de modificar su situación. El contexto mundial es el que otorga dicha posibilidad dentro de la valorización del capital a nivel mundial. Un desarrollo similar es expuesto por Gereffi (1989), quien considera que la teoría convencional del desarrollo, centrada en discusiones acerca del efecto de la orientación externa o interna de las economías, es insuficiente para dar cuenta del desarrollo de las economías tanto del Este Asiá?co como de las la?noamericanas en el contexto mundial en que éstas inician sus procesos de industrialización tardía7. En todo caso, es necesario tener en cuenta los roles diferenciados que tales economías ?enen en un sistema de producción a escala global, donde cada cual se especializa en un fragmento par?cular de los procesos que integran las cadenas globales de valor. Gereffi(1989) se refiere a esto específicamente al señalar que “[e]n el sistema de fabricación global de hoy en día, la producción de un único bien abarca varios países, con cada uno realizando tareas en las cuales ?ene ventajas de costos” (p. 524, traducción propia). Sin embargo, en?ende que el límite de las discusiones planteadas por Fröbelet al. (1980) se encuentra en el énfasis que se hace en la producción de ensamblaje orientada a la exportación en los países de industrialización tardía, ya que los mismos han ido transformando su perfil exportador hacia mercancías más intensivas en tecnología y de alto valor agregado. De esta manera, los países de industrialización tardía, no sólo se desarrollan a par?r de una “combinación entre estrategias enfocadas al sector externo y estrategias enfocadas al sector interno” (Gereffi, 1989, p. 509, traducción propia); sino que lo hacen a par?r del avance
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de la complejidad de sus producciones dentro de las diversas ?pologías en las que se especializan, y en función de sus roles diferenciados en la economía mundial. En este marco, el estudio de las posibilidades de desarrollo de los dis?ntos países, así como la compresión de los procesos de industrialización tardía que re-
sultaron exitosos y los que no, sólo es posible a par?r de un abordaje global. Una vez entendida la especificidad de los países bajo estudio dentro de la unidad mundial de la acumulación del capital, se torna posible comprender el rol que juegan las dis?ntas expresiones que el capital como relación social universal?ene por forma.
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Notas [1] El presente trabajo es un fragmento de la tesina de grado del autor. [2] Una reseña más detallada del debate de esta sección se encuentra en Grinberg(2011). [3] Una explicación de estos resultados se puede encontrar en el desarrollo del modelo de Heckscher-Ohlin presente en Krugman (2006). [4] Entre otras caracterís?cas sobresalientes, Corea contaba para la época con indicadores sociales que eran mucho mejores que en algunos países de mayor PBI per cápita, disponía de una fuerza de trabajo sumamente capacitada en relación a la norma de otros países en similar estadio de su desarrollo y, a su vez, la distribución del ingreso era excepcionalmente equita?va. [5] Según Iñigo Carrera esto es destacado por Fröbel, et al., (1980) “aunque después su análisis se presenta fuertemente centrado en el desarrollo de la división del trabajo manual antes que en el de la maquinaria. Sin embargo, al mismo ?empo, pasan completamente por alto la otra pata de esta nueva división internacional del trabajo; pata que, en realidad, cons?tuye el punto de par?da mismo de esta nueva división. Esto es, los autores no ven que el desplazamiento del trabajo simple de los países clásicos va acompañado por la creciente especialización de estos en la realización de un trabajo cada vez más complejo requerido para desarrollar el control de las fuerzas naturales y la organización del trabajo social” (2008a, p. 66). [6] “En vistas de que la valorización y acumulación del capital pueden adoptar, e históricamente han adoptado, formas muy variadas, resulta indispensable, para un análisis de la evolución capitalista, dis?nguir las dis?ntas formas de valorización y acumulación del capital. A su vez, estas se apoyan en diferentes modos de producción” (Fröbel et al., 1980, p. 29). [7] “La teoría del desarrollo necesita incorporar e integrar a su análisis los niveles globales, nacionales y locales si queremos entender los desa*os y decisiones que enfrentan las naciones en proceso de industrialización. El falso dilema entre desarrollo con orientación interna o externa debe ser remplazado por un acercamiento más abarcador que se enfrente a los países como ocupando roles diferenciados en la economía mundial” (Gereffi, 1989, p. 530, traducción propia).
Desarrollo Económico Nuevas relaciones, an?guas formas
La expansión geopolí?ca y geoeconómica de China y sus implicancias para América La?na: una nueva relación de dependencia para la región y Argen?na1 Ariel M. Slipak Licenciado en Economía (UBA). Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad de General Sarmiento (UNGS). Becario Doctoral del CONICET. Profesor Regular de la Universidad Nacional de Moreno (UNM), docente del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires (CBC-UBA). Integrante del Grupo de Estudios de Geopolítica y Bienes Naturales del IEALCUBA y otros equipos de investigación. Integrante de la Sociedad de Economía Crítica (SEC) de Argentina y Uruguay.
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39 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... Aclaraciones preliminares e introducción Desde sus primer Número en 2008, la Revista Economistas Para Qué? (EPQ?), se abocó a dar en la FCE de la UBA importantes debates sobre los contenidos de los planes de estudios de la Licenciatura en Economía. A lo largo de la historia de esta Revista sus ar@culos, al reclamar por contenidos no tratados en dicha carrera, exponen de manera implícita -y a veces explícita- que dichos planes son elaborados en función de intereses de clase: desde la formación de cuadros tecnocrá?cos a la construcción de un discurso hegemónico en pos de la reproducción de condiciones de existencia del sistema acorde a los intereses de clases dominantes. En línea con la importante contribución que realiza esta Revista de divulgación (pero también de deconstrucción del discurso hegemónico y simultáneamente construcción de conocimiento contra-hegemónico), en este ar@culo sinte?zo cues?ones tratadas en otros trabajos previos con el propósito de discu?r algunas de las siguientes ideas que se pueden apreciar en diferentes sectores de la academia y que aquí me gustaría desmi?ficar. Ellas son: una República Popular de China que aún pertenece al "sur global" y que al ser -en apariencia- más "simétrica" con el resto de la periferia se pueden establecer con ella relaciones coopera?vas o "Sur-Sur"; que las espectaculares cifras de crecimiento macroeconómico y urbano de China tras las reformas iniciadas en 1978 hacen de China un "modelo" para América La?na; que el incremento de poder geopolí?co y geoeconómico de este país en el concierto global y sus crecientes vínculos comerciales con América La?na e ingreso de Inversión Extranjera Directa (IED), implican una oportunidad para una agenda soberana la?noamericana. A esta úl?ma idea la podemos sub-dividir en dos: para quienes en?enden la consolidación de una burguesía local como un paso necesario hacia un anhelado desarrollo económico, encuentran en China como un socio-estratégico integral en pos de la promoción de un ascenso en Cadenas Globales de Valor (CGV) gracias a esta sociedad; por otra parte, importantes intelectuales provenientes de la izquierda y el campo popular la?noamericano encuentran en este ascenso de China en la jerarquía global y merma de fuerza de EE.UU. una oportunidad para el empoderamiento de los propios sectores populares a través de los vínculos crecientes de la región con China. En este breve escrito tratamos de deba?r sucintamente con estas úl?mas ideas.
El rol de China como gran potencia en el concierto global Existe un amplio consenso entre diferentes corrientes de pensamiento económico, en dos aspectos, que desde la década de 1980 han transformado la producción y acumulación a escala global -asociados uno al otro-. Ellos son, en primer lugar, la nueva preponderancia que adquieren grandes Empresas Transnacionales (ET) como organizadoras de las Cadenas Globales de Valor (CGV) (des)localizando ac?vidades produc?vas en diferentes lugares del planeta, siguiendo un criterio de maximización de su tasa de ganancia a escala global y aprovechando ventajas compara?vas clásicas de cada país (pero concibiendo el proceso produc?vo y la circulación de mercancías de manera sistémica). Y, en segundo lugar, la expansión fabril de la República Popular de China. Sobre el úl?mo punto, con el ascenso de Deng Xiaoping al poder en 1978, se inició un importante proceso de transformaciones graduales, pero cualita?vamente muy relevantes. Entre ellas, podemos destacar la (des)colec?vización de la ?erra y el abrazar esquemas mixtos de propiedad privada, familiar y extranjera con las ya existentes formas públicas y colec?vas. También la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE) en las provincias orientales de China, en donde se les permi?ó la radicación a las grandes ET, que conformaron sociedades mixtas con empresas estatales chinas, y transformaron a este país en un importante productor de manufacturas. Mientras las firmas mul?nacionales accedían a una fuerza laboral a bajo costo, el gobierno del país oriental imponía como condición la obligatoriedad de transferencia tecnológica a las firmas de su propiedad. Como resultado de las transformaciones polí?cas y económicas internas de China, como así también de los cambios en la forma de producción global, el país oriental experimentó entre 1978 y 2012 tasas de crecimiento económico de un promedio acumulado anual del 9,9%, y se convir?ó en 2011 en el principal productor y exportador mundial de mercancías, el segundo importador de bienes del planeta, y en la economía de segundo mayor Producto Bruto Interno (PBI) a precios corrientes2. Es importante agregar que hacia inicios del siglo XXI, el país asiá?co consiguió, además, conver?rse en un productor de manufacturas con alto contenido tecnológico. Así, China no solamente se consolidó como una potencia en la faz produc?va; desde un punto de vista
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40 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... militar, mientras finaliza la construcción de un segundo portaaviones, ostenta el segundo presupuesto militar del planeta –acaparando un 12% del total global-, y un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que le otorga el privilegio de poder vetar resoluciones. Si bien su poderío y gasto militar no logra acercarse a emular al de Estados Unidos (de un 34% del total global), lo cierto es que desde un punto de vista militar la potencia oriental se encuentra en ascenso y la occidental en declive3. Desde el plano financiero, China no solamente es el principal poseedor de Reservas Internacionales, sino también el principal prestamista del Tesoro de Estados Unidos El país oriental se convir?ó en el tercer emisor de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED). En la actualidad, la RPCh ?ene firmados acuerdos de intercambio de monedas con unos 25 países, y 50 Bancos Centrales ya emplean el yuan como una de sus monedas de reserva. Ilustra el poderío financiero de China que unas 98 empresas de las 500 de mayor facturación global son de capitales de aquel país, en su mayoría de propiedad estatal. Este poderío financiero le permi?ó a China exigir en los úl?mos años la reforma del sistema de ins?tuciones creado por BreAon Woods; en especial, cambiar el esquema de división de cuotas del FMI, de tal forma que la propia China tuviera mayor poder en el esquema de votación del organismo. Paralelamente, también formó coaliciones con otros países que desplazaron la influencia financiera estadounidense. Así, durante 2013 y 2014 se anunció la creación de dos nuevas en?dades credi?cias internacionales para el financiamiento de proyectos de infraestructura y desarrollo. Ellos son el Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB) y el New Development Bank (conocido como “Banco de los BRICS”, por ser creado e impulsado por dicho bloque de países). Por su parte, el AIIB se creó -recientemente- para financiar proyectos de infraestructura en Asia, porque la asistencia credi?cia del FMI y el Banco Asiá?co de Desarrollo resulta insuficiente. Su capital inicial fue U$S 100 mil millones, que en su mayoría sería suministrado por China, lo cual le otorga a este país una expansión de su capacidad de influencia en la región frente a EE.UU. y Japón, que ya expresaron reparos ante el lanzamiento del AIIB. Esta en?dad credi?cia ?ene como socios extra-regionales a Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y Brasil. Según el escritor y periodista Raúl Zibechi, tanto
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41 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... el AIIB como el Banco de los BRICS, obedecen a una estrategia de mayor internalización del yuan y desdolarización global. De esta manera, podemos apreciar cómo China no solamente se consolidó como la "fábrica del mundo" sino también que, sobre la base de ese poderío económico, disputa la primacía del dólar y de la capacidad de único gendarme planetario de Estados Unidos. Por ello, a pesar de las asimetrías aún vigentes entre ambas potencias, podemos establecer que nos encontramos en un contexto global de disputa por la primacía hegemónica. La contrapar?da del crecimiento económico de China, que genera fascinación desde puntos de vista economicistas, es un importante incremento de la población urbana –que hacia 1978 era menor a un 18% del total, y superó el 54% en 2014. En ese período la esperanza de vida de la población pasó de unos 66,5 a 75,2 años. Si bien en la literatura que expone las bondades de una transición gradual de China hacia un capitalismo par?cular se encuentran estadís?cas que afirman que entre esos años "salieron 500 millones de personas de la pobreza", no se puede desconocer un brutal incremento de la inequidad distribu?va4, pero fundamentalmente la consolidación de un modelo produc?vo basado en un aumento de los ritmos de extracción de la naturaleza sin precedentes. Así, China se convir?ó en el primer consumidor mundial de productos básicos como cobre, aluminio, estaño, zinc, carbón, soja, trigo, pescado, carbonato de li?o y el segundo consumidor mundial de petróleo –detrás de EE.UU.–, pero fundamentalmente es el principal consumidor mundial de energía. La principal fuente es el carbón, de la cual proviene un 69%5. La matriz energé?ca que ostenta el país y su perfil produc?vo, lo convierten en el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero (GEI), liderando en par?cular las emisiones de Dióxido de Carbono (CO2). China también posee el 70% de sus escasos cursos de agua dulce contaminados. Es sobre la base de esta creciente necesidad de minerales, hidrocarburos y alimentos, pero también la de reducir los propios ritmos de extracción de la naturaleza en el propio territorio, que se erigen los vínculos comerciales y los flujos dirigidos hacia América La?na. El interés por América La?na y las nuevas dependencias: del Consenso de Washington al Consenso de Beijing Si bien durante la década de 1990 los intercambios comerciales entre los países de América La?na y
*De esta manera, podemos apreciar cómo China no solamente se consolidó como la "fábrica del mundo" sino también que, sobre la base de ese poderío económico, disputa la primacía del dólar y de la capacidad de único gendarme planetario de Estados Unidos. Por ello, a pesar de las asimetrías aún vigentes entre ambas potencias, podemos establecer que nos encontramos en un contexto global de disputa por la primacía hegemónica.
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China crecieron de manera significa?va, fue desde 2000 en adelante el momento en el cual se elevaron a un ritmo mucho más importante. Desde esa fecha a la actualidad, China se convir?ó en el socio comercial de la región, cuya tasa de crecimiento del comercio fue la más elevada. Para 2013, China ya se había conver?do en el primer des?no de las exportaciones de Brasil y Chile y en el segundo de la Argen?na, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela6. Para cada uno de los casos a excepción de Costa Rica, estos intercambios comerciales constan de exportaciones de los países de América La?na hacia China concentradas en muy pocos Productos Primarios (PP) provenientes de ac?vidades extrac?vas o Manufacturas Basadas en Recursos Naturales (MBRN), de escasa transformación y agregación de valor7 –y, en muchos casos, de gran u?lización de agua dulce–; e importaciones sumamente diversificadas y de productos industriales que año tras año van incrementando su contenido tecnológico. Sobre la base de la expansión de estos vínculos co-
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42 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... merciales, hacia mediados de la primera década del siglo XXI, los funcionarios de la RPCh intensificaron sus visitas y negociaciones con los países de la región, entre las cuales se destacó la gira del Presidente Hu Jintao por Brasil, Chile y la Argen?na en 2004. Como resultado, los tres países le reconocieron a China su estatus de "economía de mercado", que a la fecha la Organización Mundial de Comercio (OMC) no le otorgó a China. De esta manera, los países de la región renunciaron a imponer determinadas barreras an?dumping a productos provenientes de China8. Ante esta relación comercial notablemente creciente, hacia 2008 el gobierno de China publicó un documento conocido como “El libro Blanco de las Polí?cas de China hacia América La?na”. Allí, las autoridades de la RPCh enunciaron que sus vínculos con la región deberían basarse en relaciones de equidad y cooperación mutuamente beneficiosas. Con posterioridad a este documento, se inició un importante aluvión de inversiones de China en varios países del Cono Sur, entre los que se destacaron Brasil y la Argen?na, seguidos por Perú, Venezuela y Ecuador. El principal rubro al cual se orientó la inversión extranjera directa china fue el hidrocarburífero, seguido por la minería y otras ac?vidades primarias. En un orden menor, pero de gran relevancia, también se observaron inversiones en ac?vidades terciarias que siempre sirvan de apoyo a las extrac?vas. Entre ellas sobresalen las obras de infraestructura y los servicios financieros. Por razones de extensión no caracterizaremos exhaus?vamente los flujos de las inversiones chinas a la región, pero sí nos resulta importante resaltar algunas caracterís?cas: - Los proyectos de inversión no buscan ganancias rápidas, sino simplemente el reaseguro del abastecimiento de los recursos naturales. - Prevalece la adquisición de firmas ya existentes o los pagos para acceder a licencias para llevar adelante una explotación, por sobre el desembarco de firmas nuevas y no se observan transferencias tecnológicas a los países de des?no de la IED. - Las firmas de China (estatales) no establecen condicionamientos en materia de polí?ca económica hacia el país de des?no, sin embargo suelen sugerirse polí?cas de posicionamiento internacional a los mismos. - En los casos en los que se deban realizar obras de infraestructura, se suele establecer la obligatoriedad para la contratación de firmas de origen chino
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43 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... para la provisión de insumos y la realización de etapas que implican mayor agregación de valor, como así también la concesión del uso de infraestructura local con exclusividad para sus empresas. Encontramos, además, otro fenómeno de gran relevancia: el otorgamiento de préstamos a países de la región a cambio de commodi?es9 como garan@a o que puedan ser comprados a precios por debajo de los del mercado. En líneas generales, encontramos que, si bien China se presenta como un país con pretensiones de desplegar relaciones basadas en el mutuo beneficio, terminan resultando sumamente asimétricas. Esto se verifica tanto en el plano comercial, mediante una integración creciente basada en un intercambio tradicional de riqueza natural por productos con alto contenido tecnológico, como en el desembarco de IED y el desembolso de préstamos: aunque sin imponer los tradicionales condicionamientos que establecían EE.UU, Europa o los organismos mul?laterales, de una manera novedosa se alientan prác?cas igualmente coac?vas y coerci?vas propias de una relación entre un país periférico y uno central. Si bien las inversiones hidrocarburíferas son las de mayor magnitud en la región, la coyuntura de 2015 exige destacar brevemente la cues?ón de la infraestructura: hacia inicios de año, una firma privada china inició la construcción de un canal bioceánico símil al
Canal de Panamá, pero con tres veces su longitud. Su construcción demandaría inversiones por U$S 50 mil millones, se finalizaría en el año 2020, y la firma obtendría una concesión del canal por 100 años. Durante mayo de ese mismo año, China y Brasil sellaron un acuerdo mediante el cual el primer país financiará al segundo la construcción de un ferrocarril que unirá la costa atlán?ca de Brasil con la costa pacífica de Perú, para facilitar así la logís?ca de traslado a China de los productos primarios y abaratar sus costos. Es a la conjunción de una retórica china de presentarse como un país "simétrico" con los la?noamericanos o del "Sur global", pero ejercer estas formas de coacción y coerción, con la construcción de un discurso sobre el desarrollo en los países de la región de mayor soberanía y empoderamiento de sectores subalternos, con una absoluta sumisión a otra nueva gran potencia y avalando el incremento de la extracción de los recursos, a lo que denominamos Consenso de Beijing. Se trata de relaciones que jamás van a reproducir de manera idén?ca las otrora mantenidas con el imperio británico o EE.UU., pero un nuevo ?po de dependencia sobre la base de las asimetrías entre los países y que exprime a los sectores subalternos de la periferia. Los vínculos con la Argen?na Luego de que la Argen?na experimentase uno de
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sus ciclos recesivos y crisis económicas más fuertes de su historia, con el inicio del gobierno de Néstor Kirchner y la con?nuidad de Cris?na Fernández, sobre la base del crecimiento económico, la recuperación del salario real promedio –y en relación con los pisos de 2001– durante los primeros años, se construyó también una retórica sobre el desarrollo económico y social, en la cual se le da especial relevancia a la distribución equita?va de los frutos del crecimiento económico, y a ello se lo ha denominado el “modelo de crecimiento con inclusión social”. Si (de)construimos los pilares retóricos sobre los cuales se erige este “modelo”, nos encontraremos –en primer lugar– que se le brinda especial relevancia a que las tasas de crecimiento económico sean elevadas sobre la base de una alta par?cipación de los salarios en la torta global de ingresos. De esta manera, el crecimiento resultará “?rado” por el consumo interno de los trabajadores asalariados. Para ello se requieren elevadas tasas de crecimiento de la ac?vidad industrial (que efec?vamente se verificaron en la Argen?na de la post-conver?bilidad). Ahora bien, también se enfa?za la necesidad de la apropiación de la renta diferencial que se genera por las ac?vidades extrac?vas y su u?lización, tanto para una re-orientación hacia la industria, pero fundamentalmente la expansión de polí?cas económicas que posibiliten la redistribución del ingreso, y es?mulen aún más un crecimiento basado en el consumo
popular. Lo detallado hasta aquí establece la posibilidad de coexistencia armónica del capital y el trabajo, de sectores dominantes y subalternos. Pero otros pilares del “modelo” son el apuntar no sólo al crecimiento de la industria, sino también a que la economía local incremente su par?cipación en las ac?vidades de mayor contenido tecnológico de las cadenas de valor globales, a lo que se denomina “ascenso industrial”. También son relevantes en la retórica del modelo la soberanía sobre los recursos estratégicos y una mayor integración con los países de la región. Analizaremos entonces si la expansión de los vínculos con la RPCh es consecuente o no con esta perspec?va sobre el desarrollo. Hacia 1990 China resultaba el catorceavo des?no de las exportaciones argen?nas, y el vigésimo segundo origen de importaciones. Hacia el 2014 China se consolidó como el segundo des?no de exportaciones y origen de importaciones que resultan de un 7,13% y 15% respec?vamente. Si bien entre 2001 y 2007 Argen?na acumuló un superávit comercial de más de USD 5.800 millones, entre 2008 y 2014 el déficit comercial crece con?nuamente acumulando unos USD 24.871 millones. Las exportaciones argen?nas se encuentran concentradas en muy pocos productos de reducido valor agregado. Entre 2003 y 2013 casi un 85% se redujo a
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45 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... tres productos: porotos de soja (55,46%), aceite de soja (19,27%) y petróleo crudo (10,04%). En la actualidad un 96% de la canasta exportadora argen?na a China se compone de Productos Primarios o MBRN, mientras que, por el contrario, las importaciones de aquel país se encuentran diversificadas en varias manufacturas de bajo, medio y alto contenido tecnológico, en muchos casos desplazando la generación de empleo local. Por estos mo?vos podemos afirmar que el ?po de vínculo comercial de la Argen?na con China reorienta los factores de producción hacia ac?vidades de menor contenido de valor agregado y generación de empleos, re-primarizando su economía. Otro elemento que contribuye a la reprimarización de la economía local es la desintegración comercial de las cadenas produc?vas del Cono Sur. Durante las décadas de 1990 y 2000, el flujo de importaciones chinas de manufacturas desplazó en los países de la región a EE.UU. y países de la UE como socios comerciales. Sin embargo, desde inicios de la segunda década del siglo XXI se verifica que Argen?na y Brasil reducen sus par?cipaciones mutuas en sus mercados de Manufacturas de Mediano Contenido Tecnológico (lo cual incluye las autopartes), y se desplazaron del MERCOSUR mutuamente por China. Tanto Brasil como Argen?na también perdieron mercado para varias manufacturas de bajo, medio y alto contenido tecnológico frente a China en los mercados de Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia. Una mirada acrí?ca del vínculo comercial con China no es consecuente con un crecimiento "?rado por la industria y la generación de empleos", como reza el “modelo de crecimiento con inclusión social”, ya que justamente son los impulsores de los proyectos industrialistas en la Argen?na y Brasil los grandes "perdedores" de la expansión de los vínculos comerciales con China. Según el especialista en economías del Asia Pacífico Gustavo Girado10, para la Argen?na el reemplazo de Brasil por China como proveedor de bienes durables de producción e insumos industriales, no debería ser preocupante -en una mirada desde la Argen?na-, ya que un mero reemplazo de un proveedor por otro a fines de los saldos comerciales resulta inocuo. Sin embargo este fenómeno desde una mirada brasilera implica pérdida de mercados y menor capacidad de su economía de generar empleos. Cuando el fenómeno se replica en Brasil (queremos decir que el país carioca reemplace a la Argen?na por China como uno de sus proveedores de bienes durables de producción y especialmente bienes industriales intermedios), genera simultáneamente menor capacidad de generar empleos en la Argen?na.
El fenómeno de la reducción de la integración intra-industrial regional, no resulta de esta forma tan solo un reemplazo de proveedores inocuo. En los siguientes gráficos, ejemplificamos este fenómeno exponiendo las compras de Brasil de Autopartes y Motores para Máquinas. El Grafico 1, nos muestra cómo hacia 2009, las compras que Brasil realizaba a la Argen?na de autopartes representaban un 15,9% del total, descendiendo gradualmente hasta alcanzar en 2014 un 10,5%. De esos 5,4 puntos porcentuales, 4,5 se pierden justamente frente a China. Esto que para Brasil representa tan solo un "cambio de proveedor", para la Argen?na significa pérdida de empleos. La (des)coordinación de polí?cas industriales de estos dos países con retóricas industrialistas y que durante la mayor parte de los gobiernos del Par?do de los Trabajadores (PT) y el Frente para la Victoria (FPV) en Brasil y Argen?na ha sido mayoritariamente "proMERCOSUR", termina exponiendo las contradicciones internas de sus propias retóricas, dejando de lado los propios intereses de sus industriales nacionales en sumisión al capital transnacional –en ese caso, chino. Como en el resto de la región, la principal área de inversiones chinas en la Argen?na es el sector hidrocarburífero. Se destaca que en 2010, el consorcio entre la China Na?onal Offshore Oil Company (CNOOC) y la familia Bulgheroni adquirieron el 40% de Panamerican Energy, que explota Cerro Dragón – el principal yacimiento del país–, y la adquisición en el mismo año de Occidental Argen?na por parte de SINOPEC, haciéndose de 23 concesiones. Esta úl?ma empresa es la cuarta firma de mayor facturación global del planeta y recientemente se anunció su asociación con YPF para la explotación de Vaca Muerta. Conjuntamente la producción de SINOPEC y CNOOC supera a la de la parcialmente esta?zada YPF. Parece importante observar que si bien durante 2013 Argen?na disminuyó sus exportaciones totales de petróleo, las dirigidas a China aumentaron. Esto no solo es contradictorio con una retórica sobre la soberanía hidrocarburífera, sino también con las metas de autoabastecimiento energé?co. La compra del 51% de la comercializadora de granos NIDERA por parte de la estatal China COFCO implica que este país –quien es el principal importador mundial– controle uno de los oferentes más relevantes, y que pueda presionar a la baja del precio, dificultando la apropiación de una mayor proporción de la renta diferencial proveniente de esta ac?vidad, lo cual había sido una de las principales banderas del
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“modelo de crecimiento con inclusión social”. En cuanto a proyectos de infraestructura, el proyecto de mayor relevancia en el país resulta el financiamiento de la modernización del Ferrocarril Belgrano Cargas, que curiosamente recorre el 70% del territorio en el cual se siembra y cosecha soja y puede también abaratar los costos de transporte de varios minerales. Las visitas del Presidente Xi Jinping a la Argen?na en 2014 y de Cris?na Fernández a China en 2015 elevaron el rango de la relación entre ambas naciones. Los acuerdos firmados aportan, como novedad a lo comercial, la posible expansión de la canasta exportadora Argen?na a China de trigo, girasol, carne con hueso (Argen?na ya exporta al país oriental carne congelada sin hueso), pero manteniendo un perfil primario a pesar de una mayor diversificación. China expone esto como el otorgamiento de un privilegio a la Argen?na, pero se trata de productos primarios que demandará de todas formas, mientras tanto ob?ene así prerroga?vas para el desembarco de empresas provenientes de China para realizar obras de infraestructura en la Argen?na o abastecer al país de productos industriales que se producen o pueden producir localmente.
Algunas reflexiones finales En este ar@culo entre otras cosas pretendíamos exponer brevemente lo que presentamos como un nuevo contexto internacional, de tensiones sobre la primacía hegemónica de EE.UU. que es desafiado por el incremento de poder financiero, produc?vo, tecnológico y hasta militar de la RPCh. Más allá de posibles divergencias de las lecturas sobre la hipótesis de contexto de disputa por la hegemonía, a través de la discusión sobre algunos aspectos del nuevo rol global que juega China, podemos observar que con?nuar caracterizando a este país como del "Sur global", resulta un eufemismo. Por consiguiente –y a diferencia de lo planteado por la mayoría de los gobiernos de la región–, China ejerce un poder coac?vo y hasta coerci?vo a par?r de sus asimetrías de poder con cada país de América La?na. El mantenimiento de negociaciones de índole bilateral, es uno de los principales elementos que le permiten a este país obtener ventajas de cada uno de los de La?noamérica, y así no solo redefinir (o profundizar) un perfil produc?vo local primario-extrac?vo, sino también el espacio territorial a par?r de una infraestructura que facilita la extracción, y por ende, no contribuye a cerrar las venas de América La?na, sino a abrirlas aún más.
Por otra parte creemos haber expuesto algunas de las contradicciones entre las retóricas de gobiernos la?noamericanos -en este caso el argen?no-, que exponen a China como una “ventana de oportunidad” para lograr un anhelado ascenso en el contenido de valor agregado local, resultando incoherente la configuración actual de este ?po de vínculo con la propia lógica interna industrialista. Al mismo ?empo, resulta preocupante presentar desde el progresismo y parte de la izquierda la?noamericana un aparente vínculo "virtuoso" con China por otorgarle un carácter "an?imperialista" o disrup?vo con el orden vigente, cuando el ?po de inversiones del gigante oriental, no hacen más que orientarse a su propio aseguramiento de productos básicos a menor costo, proponiendo para América La?na lo que llamamos una nueva "geogra*a de la extracción". Planteamos por úl?mo, entonces, que el desa*o de construir proyectos polí?cos construidos desde las bases y por los sectores populares en América La?na es superar la tentación de que un escenario de declive norteamericano y empoderamiento de China en un orden global nos represente una oportunidad mientras el mismo con?núe siendo opresivo sobre los sectores populares y con?núe saqueando la naturaleza. Referencias Bolinaga, L. y Slipak, A. (2014). "Límites teóricos y fác?cos a la categoría de cooperación sur-sur para analizar la vinculación comercial entre China y Argen?na (19902013)", FLACSO-ISA Joint Interna?onal Conference. Global and Regional Powers in a Changing World. Bruckmann, M. (2010). Recuperando el espíritu de Bandung: China y la integración la?noamericana. Comunicacao&Polí?ca. V.29, N°22, pp.125-158. Mayo-Agosto Bregolat, E. (2011). La segunda revolución china. Caves para entenderá país más importante de siglo XXI. Buenos Aires. Capital Intelectual. EIA (2014). "Analysis - China". Disponible en: hAp://www.eia.gov/countries/analysisbriefs/China/chi na.pdf Ellis, E. (2014). Los negocios detrás del Canal. Confidencial. Recuperado de: hAp://www.confidencial.com.ni/ar?culo/20434/losnegocios-detras-del-canal Jaque al Neoliberalismo (2012, 10 de mayo). Theotonio Dos Santos: "El capitalismo se aproxima a una crisis ideológica". Recuperado de: hAp://mamvas.blogspot.com.ar/2012/05/theotoniodos-santos-el-capitalismo-se.html Oviedo, E. (2006). "Economía de Mercado relación estratégica con China. Análisis preliminar tras la visita de
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47 La expansión geopolítica y geoeconómica de China... Hu Jintao a la Argen?na". Revista Studia Poi?cae. Facultad de Ciencia Polí?ca y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, Argen?na. N°9. People Daily (2013, 6 de Marzo). China segundo país con mayor can?dad de mul?millonarios según Forbes. People Daily. Recuperado de: hAp://spanish.peopledaily.com.cn/31621/8155302.html Slipak, A. (2012b). “Un análisis de las consecuencias socio-económicas para la Argen?na de sus relaciones con China. Las contradicciones del modelo y la reprimarización de la economía”, V Jornadas de Economía Crí?ca, Buenos Aires, agosto. ________ (2014a). “Un análisis del ascenso de China y sus vínculos con América La?na a la Luz de la Teoría de la Dependencia”, Revista Realidad Económica, Número 282, febrero/marzo. ________ (2014b). “América La?na y China: ¿Cooperación Sur-Sur o << Consenso de Beijing >> ?”, Revista Nueva Sociedad, Número 250, marzo/abril. ________ (2015). “El ascenso de la República Popular de China como gran potencia: in desa*o para el pensamiento crí?co la?noamericano", en El Colec?vo (Coord.) Ensayos polí?cos. Debates en torno al poder, la organización y la etapa. Editorial El Colec?vo, Buenos Aires. Svampa, M. (2012). "Pensar el Desarrollo desde América La?na" en Massuh, Gabriela (edit). Renunciar al Bien Común: extrac?vismo y (pos)desarrollo en América La?na. Buenos Aires, Mardulce. _________ (2013). "Consenso de los commodi?es y lenguajes de valoración en América La?na". Nueva Sociedad, N° 244, Buenos Aires, marzo-abril 2013. Svampa, M. y A. Slipak (2015). "China en América La?na: Del Consenso de los Commodi?es al Consenso de Beijing", mímeo. Urgente24 (2015, 19 de mayo). "Dilma aceptó y China construirá un tren del Atlán?co al Pacífico". Recuperado de: hAps://mail.google.com/mail/u/0/#search/brasil/14d6db5ceaca'd0 Zibechi, R. (2014, 28 de Noviembre). China y Rusia las locomotoras del nuevo orden mundial. América La?na en Movimiento. Recuperado de: hAp://alainet.org/es/ac?ve/79077
Fuentes de datos estadís(cos u(lizadas -Fortune Global 500: hAp://fortune.com/global500/ -TradeMap: hAp://www.trademap.org/Index.aspx -UNCTAD: Sta?s?cs y World Investment Report: hAp://unctad.org/en/Pages/Sta?s?cs.aspx -World Bank: World Bank’s Open Data: hAp://datacatalog.worldbank.org/ Notas
[1] Este trabajo actualiza y cita libremente otros trabajos del autor que se consignan en la bibliogra*a. [2] Cabe aclarar también que según informes de Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en base a proyecciones del PBI medido a Paridad de Poder Adquisi?vo (PPA), para 2014, China superaría a EE.UU. como primera economía del planeta. [3] En 2013, EE.UU. contaba con 11 portaaviones en operación y su Ministro de Defensa, Chuck Hagel, anunciaba la necesidad de reducir la can?dad de estas naves a 9 u 8, en simultáneo a la disminución del personal de la infantería de marina. A Marzo de 2015 la can?dad de portaaviones estadounidenses en operación es de 10 naves. [4] Hacia 1981 el coeficiente de Gini era del 0,291, alcanzando un 0,473 en el 2013, exponiendo así un incremento de la inequidad distribu?va. Al mismo ?empo, mientras casi un 35% de la población no ?ene acceso a instalaciones sanitarias básicas, China ostenta el segundo lugar en can?dad de mul?millonarios del ranking de la Revista Forbes. [5] Le siguen el petróleo (18%), plantas hidroeléctricas (6%), gas natural (4%), nuclear (1%) y renovables (1%). [6] Simultáneamente, el peso que ?ene cada uno de estos países en las exportaciones totales de China es muy reducido en relación a lo que representa China para cada país de los listados, implicando una importante asimetría en una negociación si cada país del con?nente negocia acuerdos comerciales con el gigante asiá?co de manera individual. [7] Ejemplifican estas canastas exportadoras Brasil, concentrando para los úl?mos años prác?camente el total de sus exportaciones a China en mineral de hierro, porotos de soja y petróleo crudo; Colombia en petróleo crudo y ferroaleaciones; Chile en cobre y otros derivados del cobre; Perú en cobre, mineral de hierro y otros metales; Venezuela mayoritariamente en petróleo crudo y en menor medida en derivados del petróleo. [8] La RPCh también ?ene firmados varios Tratados de Libre Comercio (TLC) con países de la región. Se trata de Chile (en 2005), Perú (en 2008) y Costa Rica (en 2011) y se encuentra negociando la firma de uno con Colombia. En los cuatro casos, China -al igual que en las visitas mencionadas- impone como cláusula el reconocimiento de su estatus de "economía de mercado". [9] Entendemos por commodi?es productos indiferenciados cuyos precios se determinan en el mercado internacional. En general se trata de productos básicos provenientes de ac?vidades primario-extrac?vos y de poco valor agregado, aunque también existen commodi?es industriales. [10] Véase el informe del programa televisivo Economía Sin Corbata, disponible en: hAps://www.youtube.com/watch?v=xiU2Lb5UpA8&hd=1
Filoso*a de la economía
Aproximaciones al sujeto de la ciencia económica1
Nicolás Águila Juan Sebastián Bonals Paula Cesana Licenciados en Economía (UBA). Becarios de investigación del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (CEPED). E-mails: nicolasaaguila@gmail.com jsbonals@gmail.com pau.cesana@gmail.com.
Para la Economía Polí?ca Clásica y su deriva Neoclásica, el sujeto en tanto conjunto de individuos que ponen en movimiento las leyes económicas, es considerado ajeno a su objeto de estudio, en el sen?do de que no puede ser explicado por la ciencia económica misma. Antes bien, estas escuelas elaboran una serie de supuestos sobre los individuos que conforman la sociedad para abordar el problema económico, cuándo no, refiriéndose a una abstracta “naturaleza humana”, y teniendo que sumergirse en el estudio de otras disciplinas. Así, autores clásicos como Adam Smith parten de ciertas caracterís?cas esenciales de los sujetos, tales como su egoísmo y su predisposición natural al intercambio, y postulan una sociedad de individuos libremente asociados generada a par?r de aquellas caracterís?cas previas a la sociedad. Este planteo es radicalizado por los autores neoclásicos, quienes sin-
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49 Aproximaciones al sujeto de la ciencia económica te?zan dicho comportamiento en una estructura axiomá?ca de preferencias de la cual despliegan el proceso de elección de los "agentes racionales”. Las dificultades de la economía neoclásica para verificar los resultados de su estructura teórica toman forma en el giro de parte de este acervo teórico a lo que se conoce como Economía Conductual o Behavioral Economics. Éste no hace más que retornar a los inicios de su tradición y se busca explicar la "naturaleza humana", evidenciando su incapacidad para mostrar el comportamiento humano como un comportamiento económico. Este trabajo busca entonces problema?zar la forma en que dis?ntas escuelas de la ciencia económica abordan el estudio de los individuos que componen nuestra sociedad. La idea central es que tanto la Economía Clásica como los Neoclásicos y la Economía Conductual, no pueden explicar el comportamiento de los individuos en sus propios términos. En este contexto, nos proponemos plantear un principio de superación de los límites de los mencionados enfoques a par?r de la crí?ca de la Economía Polí?ca. Entendemos que esta herencia cien@fica permite reconocer al sujeto como producto de la sociedad, y no al revés, lo que da cuenta del comportamiento de los individuos en el capitalismo, históricamente determinado por el carácter de la relación social. A su vez, a par?r del reconocimiento de la especificidad histórica del capitalismo, plantearemos brevemente por qué entendemos que los otros enfoques dan una respuesta inacabada a la cues?ón del sujeto en nuestra sociedad actual. La naturalización de la conducta humana
El abordaje de las primeras manifestaciones cien@ficas que encuentra la Ciencia Económica deben rastrearse en la magnus opus de Adam Smith, Inves?gación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), en la cual se sientan las bases de gran parte de los aportes que serán realizados con posterioridad. Aquí, Adam Smith se propone responder a la pregunta de cómo es fac?ble el orden en una sociedad basada en la libertad individual de decisión, para lo cual parte del análisis de estos comportamientos aislados para así dar cuenta de cómo operan. En este sen?do, al inves?gar las leyes que dan su armonía al mercado, Smith comienza señalando que el intercambio mercan?l entre los productores individuales que actúan de manera
descoordinada sin que nadie les señale qué, cuánto, ni cómo producir, surge de “la propensión natural a trocar, permutar y cambiar una cosa por otra” (Smith, 2008: 1776, p. 44). El paso siguiente es, nuevamente, explicar el comportamiento antagónico de los productores en el mercado a par?r de la naturalización de su conciencia como regida por su egoísmo y su interés personal. Para Smith, el individuo, al no producir todo lo que necesita para sa?sfacer sus necesidades, ?ene que recurrir al trabajo ajeno, y necesita de la cooperación y permanente ayuda de otros seres humanos a través del intercambio. Pero esta ayuda no surgirá de la solidaridad de los otros, sino de la apelación al interés ajeno en beneficio propio2. Este ?po de recursos argumentales se tornan aún más extremos cuando el mismo Smith requiere explicar cómo se pone en movimiento la ley del valor, y reduce analí?camente al modo de producción capitalista a un “(...) estado rudo y primi?vo de la sociedad que precede tanto a la acumulación de capital como a la apropiación de la ?erra (...)” (Smith, 1776, p. 86), en el cual el intercambio aparece como un hecho social ahistórico e indeterminado que brota, nuevamente, de la “voluntad de trocar”. Entendemos que este ?po de explicaciones surgen de concebir al sujeto como aislado de la sociedad, teniendo caracterís?cas innatas surgidas “por fuera” de la misma, y que el propio Smith tratará de explicar en su Teoría de los sen?mientos morales. De esta manera, queda expuesto cómo Smith hace una división tajante entre los dis?ntos ámbitos de la vida que parecerían discurrir por carriles independientes. Con ello, la comprensión de las decisiones de los sujetos aislados queda separada por completo de su base material ya desde el momento en que la unidad que se busca estudiar es diseccionada en sus partes componentes. Al mismo ?empo y, como señala Rubin, para Smith: "La sociedad está compuesta por individuos separados e independientes: el fenómeno social es el resultado de estos diferentes individuos interactuando entre sí” y luego agrega, habiendo explicado que el método de Smith es individualista y racional: "Smith explica el origen de las ins?tuciones sociales más importantes (...) a través de la naturaleza constante del individuo abstracto –su interés personal y esfuerzo consciente por mayor ganancia" (Rubin, 1989, p. 170-171, traducción propia). El individuo racional
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50 Aproximaciones al sujeto de la ciencia económica
La escuela neoclásica parte del desarrollo que los autores marginalistas hacen a par?r de los clásicos. A riesgo de reducir el planteo en exceso, el principal aspecto de la teoría marginalista refiere a la incorporación del análisis marginal en economía y la concepción de la u?lidad como unidad de análisis. En este proceso de formalización de la ciencia económica, estos autores man?enen vigente la consideración del individuo como ente pre-social, basándose en una estructura axiomá?ca de preferencias que determina su elección como racional3. Al mismo ?empo, la centralidad del concepto de u?lidad pone necesariamente el eje en el sujeto individual y aislado, y determina al método de la teoría neoclásica como el individualismo metodológico, es decir, se considera que los fenómenos sociales deben ser explicados a par?r de la agregación de las acciones individuales de los miembros de la sociedad4. Así, se deben encontrar las causas que generaron esos fenómenos sociales sólo a par?r de la suma de las causas individuales que los produjeron. Esto se expresa de manera evidente en la formulación del equilibrio general (Walras, 1987), en el cual el resultado agregado de la economía es producto del accionar individual de los sujetos en cada uno de los mercados. La caracterización del individuo para la economía neoclásica suele sinte?zarse bajo el término "homo economicus". La primera concepción de este sujeto fue formulada, aunque no de manera explícita, por parte de Mill. Para este autor, la economía polí?ca debía ocuparse del individuo en tanto un ser que desea poseer riqueza, y que ?ene la capacidad de evaluar opciones para lograrlo5 (Persky, 1995). De esta manera, y en un rasgo que perdurará en el análisis microeconómico, el individuo queda reducido a un agente maximizador de u?lidad o ganancia. En este punto, se pone de manifiesto la naturalización de las relaciones sociales, al punto que se toma como un dato un comportamiento propio de una sociedad mercan?l. Por otro lado, cabe destacar la concepción del sujeto como ente abstracto. Las caracterís?cas personales no juegan ningún rol en la explicación, ya que son consideradas ajenas al objeto de estudio6. Lo único relevante es el proceso de toma de decisiones, a par?r de una estructura de preferencias dada. Con respecto a la economía polí?ca clásica, la economía neoclásica deja de lado la preocupación en torno a cómo se establece el orden social, ya que éste es atri-
buible únicamente a la conducta racional de los individuos. El retorno a la búsqueda de la naturaleza humana
En las úl?mas décadas, ha surgido el enfoque conocido como Economía Conductual o Behavioral Economics. En uno de los trabajos fundacionales de esta escuela, Tversky y Kahneman (1981) plantean que existen ciertas situaciones en las que los individuos contradicen sistemá?camente las caracterís?cas de la decisión racional, tal como la plantea la economía neoclásica. En par?cular, se encuentran cambios en la estructura de preferencias cuando un mismo problema se plantea de forma diferente. Las razones por las que esto sucede serían atribuibles, según estos autores, a leyes psicológicas que gobiernan la toma de decisiones. Desde entonces, la Economía Conductual busca diferenciarse de la caracterización del sujeto como homo economicus. Basándose fuertemente en análisis empíricos, al ver que las predicciones o supuestos de la economía neoclásica no se verifican, la Economía Conductual orienta el foco a comprender la conducta del individuo, iden?ficar cómo difiere de los modelos tradicionales, y cómo todo ello es relevante en términos económicos (Mullainathan y Thaler, 2000). De esta forma, se lo concibe como un abordaje mul?disciplinario, que busca incorporar aportes de otras ciencias, en par?cular, la psicología y la neurología, como así también la biología y la sociología. La diferencia central con el planteo neoclásico reside entonces en cómo caracterizan al individuo. La crí?ca al homo economicus se realiza en contraste con el “ser humano real”, y aludiendo a la “naturaleza humana” –entendida como aquella en que no siempre prima la racionalidad, la voluntad, y el egoísmo (Mullainathan y Thaler, 2000). Ciertos estudios buscan avanzar en la comprensión del funcionamiento “real” de la mente, basados en la psicología conductual y los avances en las neurociencias (Tetaz, 2014). La estructura del comportamiento humano es concebida como un resultado meramente evolu?vo, y por ello, la conducta de los individuos, intrínsecamente similar a lo largo de las dis?ntas etapas de la historia. Ante este panorama, existen dos posibles objeciones. En primer lugar, por más que se hacen crí?cas al abordaje neoclásico, no se cues?ona la noción de sociedad como suma simple de individuos, en la cual es
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51 Aproximaciones al sujeto de la ciencia económica la conducta de cada uno que construye la forma en que la sociedad funciona. En segundo lugar, la conducta de los individuos, es decir, cómo y por qué éstos toman las decisiones, busca explicarse a través del estudio de leyes naturales, incluso recurriendo al estudio de la anatomía humana, quitándole todo carácter histórico a la sociedad en que vivimos7. Podríamos decir que en cierto sen?do la concepción del sujeto en esta escuela se ve radicalizada. A pesar de que no sea percibida de esta manera por los autores conduc?stas, reconocemos que la escuela pone de manifiesto la necesidad de una ampliación del objeto de estudio de la ciencia económica. Aquellas caracterís?cas que los economistas clásicos y neoclásicos, o bien excluían de su objeto, o bien tomaban como datos exógenos, se revelan como producto y, a la vez, como partes cons?tu?vas del comportamiento económico y deben ser incorporadas en el análisis, así como los procesos que las forman. De manera contraria al curso adoptado por la Economía Conductual, entendemos que estas respuestas no deben ser buscadas en otras ciencias, manteniendo una concepción estanca de la delimitación entre cuerpos de conocimiento, sino que deben ser explicadas intrínsecamente por la ciencia económica, a par?r del reconocimiento de la forma histórica de producción y los sujetos que produce. La relación social capitalista y su personificación
En contraposición a lo planteado para los enfoques anteriores, entendemos que para comprender la sociedad actual no debe par?rse de la explicación de los comportamientos que ?enen los dis?ntos individuos como si la simple suma de éstos diera forma a la sociedad sino, en todo caso, par?r del estudio de las relaciones sociales de producción en tanto contenido de la conciencia de los sujetos en la sociedad (Marx, 1846). Esto no es más que comprender al sujeto como producto de una relación social histórica determinada, en nuestro caso, dentro del capitalismo. Para esto resulta necesario par?r del análisis de la organización del proceso de vida humano en este contexto histórico par?cular y, en tanto proceso mediado por el trabajo, debe par?rse del estudio de la organización del trabajo social. En el capitalismo, la mercancía es la forma bajo la que se presentan los productos del trabajo. La misma encuentra como condición general de existencia su realización de manera privada e independiente entre los dis?ntos produc-
tores, lo cual implica que su organización no está determinada por los atributos de dependencia personal de los sujetos de la producción, sino por su mutua libertad individual. Así, la relación social se presenta como el atributo de intercambiabilidad de las mercancías, es decir, una relación social entre cosas, que coloca en relación indirecta a los dis?ntos productores (Marx, 2011: [1867]). Ahora bien, nada nos dice que las dis?ntas mercancías que se ofertan en el mercado encuentren necesariamente un comprador. Su realización depende de que el trabajo desplegado por el productor de mercancías sea efec?vamente una porción del trabajo total realizado por la sociedad. Así, la posibilidad misma para el productor de mercancías de reproducirse materialmente está sujeta a que coloque su conciencia y voluntad al servicio de la producción de valor, en tanto es el producto de su trabajo el que ?ene la potencia para establecer su relación social. Esto es, que su conciencia individual actué como si fuera expresión de la voluntad de su mercancía (Iñigo Carrera, 2007). Por la forma en que se organiza el trabajo social, el sujeto en el capitalismo no puede sino actuar como personificación de su mercancía (Marx, 2011: [1867]). En este contexto, las alusiones al egoísmo y a la maximización de u?lidad o ganancia, dejan de ser formas naturales del comportamiento humano para ser las formas concretas bajo las que se presenta la conciencia de los productores de mercancías. En el mismo sen?do, los atributos personales de los individuos en el capitalismo son atributos del capital como relación social enajenada. En tanto el nexo social se encuentra portado en el cuerpo de los productos del trabajo y no en las relaciones de dependencia personal de los individuos, la reproducción material de la vida individual no puede brotar de otro lugar que no sea la preocupación por la sa?sfacción de las necesidades individuales. En este sen?do, entendemos que las concepciones previas realizan una "fe?chización" de la libertad del productor de mercancías. De ahí que la unidad de análisis sea el individuo, y su accionar, lejos de estar determinado como personificación, deba explicarse en base a supuestos ad-hoc sobre su comportamiento, o en el estudio de una supuesta “naturaleza humana”. Creemos entonces que en defini?va, los límites en sus explicaciones del comportamiento de los individuos provienen de no reconocer al capitalismo como sociedad histórica8.
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52 Aproximaciones al sujeto de la ciencia económica
En este trabajo hemos tratado de dar cuenta de la necesidad de que la ciencia económica incorpore al sujeto a su objeto de estudio a par?r del reconocimiento de la forma histórica de sociedad y cómo ésta determina la conciencia y voluntad de los individuos como la de individuos libres enajenados en la mercancía. En trabajos futuros nos propondremos desarrollar de manera más acabada cómo es que la mercancía en tanto relación social engendra sus personificaciones y como éstas, a su vez, se montan sobre caracterís?cas personales que nada ?enen de natural. Referencias Boland, L. (1982), The Founda?ons of Economic Method, George Allen & Unwin, Boston. Iñigo Carrera, J. (2007), Conocer el capital hoy. Usar crí?camente El Capital. Volumen I: La mercancía, o la conciencia libre como forma de la conciencia enajenada, Imago Mundi, Buenos Aires. Iñigo Carrera, J. (2012), Acerca del carácter de la relación base económica – superestructura polí?ca y jurídica: la oposición entre representación lógica y reproducción dialéc?ca, en Relaciones económicas y polí?cas: aportes para el estudio de su unidad con base en la obra de Karl Marx, G. Caligaris y A. Fitzsimons (eds), 1ra edición, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Marx, K. (2011: [1867]), El Capital. Crí?ca de la Economía Polí?ca. Tomo I, Fondo de Cultura Económica, México. Marx, K y Engels, F (1846). La ideología alemana, disponible en hAps://www.marxists.org/espanol/me/1846/ideoalemana/index.htm. Mullainathan, S. y H. Thaler (2000), Behavioral Economics, NBER Working Paper Series, Working Paper 7948, October 2000. Persky, J. (1995), Retrospec?ves: The Ethology of Homo Economicus, The Journal of Economic Perspec?ves, Vol. 9, No. 2 (Spring, 1995), pp. 221-231. Rubin, I. (1989), A history of economic thought. Pluto press. Smith, A. (2008:1776), Inves?gación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Alianza Editorial. Tetaz, M. (2014), Neuroanatomía de la Decisión, Alta Gerencia, N° 63, Sep?embre 2014. Tversky, A. y D. Kahneman (1981), The Framing of Decisions and the Psychology of Choice, Science, New Series, Vol. 211, No. 4481, Jan. 30, 1981, pp. 453-458. Varian, H. (2011), Microeconomía Intermedia, un enfoque actual, Antoni Bosch, Barcelona. Walras, L. (1987), Elementos de economía polí?ca pura,
Alianza Editorial, Madrid. Notas [1] Este trabajo fue presentado en las XXI Jornadas de Epistemología de la Economía. [2] “No es la benevolencia del carnicero, el cervecero, o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio” (Smith, 1776, p. 46). [3] Para la teoría microeconómica, un agente racional es un individuo que posee preferencias completas (es decir, que el agente puede comparar dos canastas cualesquiera, determinando cuál prefiere o si se encuentra indiferente) y transi?vas (es decir, que si el individuo prefiere una canasta a, a una segunda canasta b; y esta canasta b a otra canasta c; preferirá la canasta a por sobre la c) (Varian, 2011). [4] En palabras de Boland: “El individualismo metodológico es el enfoque que permite sólo a los individuos ser quienes toman decisiones en cualquier explicación del fenómeno social" (Boland, 1982, p. 28). [5] Si bien los detractores de Mill redujeron su concepción del homo economicus a un ser que sólo busca la riqueza, Persky (1995) señala que Mill incorpora, además de la acumulación, el ocio, el lujo y la procreación. Al mismo ?empo señala que no niega otras, pero que en?ende que ninguna teoría puede abarcar la totalidad de la naturaleza humana y que, por lo tanto, hay que hacer abstracción de algunos elementos. [6] Esta consideración es fuertemente cues?onada, por ejemplo, desde la economía feminista, que sos?ene que la falta de determinaciones respecto de las caracterís?cas personales y del proceso de cons?tución del sujeto de análisis esconde las diferencias sociales. En par?cular, la economía feminista se refiere a aquellas que existen entre varones y mujeres, que ocupan roles dis?ntos e inequita?vos en la sociedad y sobre los cuales el análisis microeconómico nada ?ene para decir, más allá de presuntas diferencias en las preferencias. [7] Y también, podríamos agregar, quitándole sen?do histórico y social a la anatomía misma del ser humano. [8] Los límites de estos enfoques no se restringen a la explicación del sujeto. En el mismo sen?do, la concepción del capitalismo como sociedad ahistórica se torna evidente cuando estas escuelas buscan explicar la existencia de las mercancías o la determinación de los precios. Así, para la economía neoclásica, los bienes se intercambian porque son ú?les y escasos (Walras, 1987), lo que cons?tuye una naturalización total de la mercancía. Para la economía clásica, el trabajo determina la proporción en que los bienes se cambian (Smith, 2008:1776). Esto dota de contenido a la materialidad del intercambio, pero no reconoce la condición específica que da posibilidad de existencia a la mercancía, es decir, el carácter privado del trabajo.
Filoso*a de la economía
¿Qué ves cuando me ves? La Economía Polí?ca capitalista en la frontera de sus propios límites1
Florencia Bonelli Sofía Lifszyc Licenciadas en Economía (UBA). Auxiliares docentes de Historia del Pensamiento Económico (FCE-UBA). E-mail: mflorbonelli@gmail.com sofi_lifszyc@hotmail.com
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54 ¿Qué ves cuando me ves? ... A los ojos de la sociedad, no hay mayor exigencia que se le pueda hacer a la Ciencia Económica (CE) que la de dar respuestas de polí?ca económica; la pe?ción de recetas económicas está en nuestros días, a la orden del día, valga la redundancia. Sin embargo ella, o más bien, la Economía Polí?ca (EP), como disciplina específica que estudia al capitalismo, desde sus orígenes se autorecorta y se escinde de la Ciencia Polí?ca, limitándose a un círculo de ?za más pequeño que el que se le pide. ¿Qué nos puede brindar la CE hoy y cuál es su potencial para comprender a la sociedad capitalista actual? ¿Qué herramientas de transformación histórica puede proveernos su desarrollo cien@fico? ¿Qué propuesta podemos ofrecer a par?r de su propio cul?vo? Nos adentramos en la Historia del Pensamiento Económico para rastrear el origen de por qué la CE devino en lo que devino a través del bosquejo de la CE que realiza Levín (2010) en el “Esquema de la Ciencia Económica”. El desarrollo cien@fico de la misma comienza en la EP como una recapitulación de tres teorías económicas consecu?vas cuyos objetos de estudio son abarcados, progresivamente, por la teoría que le sigue. Las diferentes doctrinas que pretenden dar cuenta de este proceso se circunscriben en cada teoría según su objeto de estudio: la primera teoría (1T) toma por objeto al intercambio mercan?l, la segunda teoría (2T), al proceso de reproducción social y la tercera (3T), al proceso de producción social. Las dos primeras teorías se organizan en torno a leyes que explican un escenario repe??vo e idén?co a sí mismo y, en ese sen?do, ahistórico; no pueden decir nada sobre el presente, no pueden ofrecer ninguna perspec?va de transformación histórica. En otras palabras, emerge el límite al desarrollo de la ciencia capitalista en la estructura de pensamiento en que se cobija, que llamaremos meta*sica. Pero, ¿qué queremos decir con todo esto? La meta*sica es una forma histórica par?cular de organización de la experiencia social de una sociedad. Al concebir, en el contexto de la Teoría Económica (TE,) a la experiencia social como una rama de la producción social, reconocemos la necesidad de toda cultura de preservar su historia mediante la cons?tución de ins?tuciones que organicen el completo de la experiencia humana. En este sen?do, centraremos gran parte del trabajo en estudiar cómo han organizado su experiencia dis?ntas configuraciones culturales históricas en las llamadas sociedades arcaicas, primi?vas y modernas.
Al adentrarnos en los problemas de la EP y al tratar de entender sus propios límites para explicar los fenómenos y transformaciones del capital, nos topamos con la cues?ón acerca de qué entendemos por realidad desde la CE, y de qué conceptos nos valemos como economistas, no sólo para comprenderla, sino para transformarla. Es decir, vemos la necesidad de enriquecer a los conceptos económicos heredados, comprendiéndolos en su medio filosófico e incorporando nociones como las de historia, cultura, ciencia y filoso*a que hasta ahora las tomábamos como dadas y ajenas a nuestro campo de estudio. Ningún concepto económico a secas puede ser fér?l en vistas de una perspec?va de transformación histórica.
¿Razón o experiencia sensible? Concepto económico del concepto: el problema del conocimiento Este planteo nos remonta a la pregunta que nace en la Ilustración burguesa de los siglos XVII y XVIII -en su intento de desmarcarse defini?vamente de la jus?ficación divina perteneciente a la estructura de pensamiento anterior y de refundar la ciencia- acerca de cómo conocemos, así como cuál es nuestro sen?do é?co y esté?co (Cassirer, 1950). Reinterpretamos este cues?onamiento como un problema de la TE haciendo el ejercicio de reconstruir el proceso de producción de la experiencia social, tomando la fer?lidad teórica de la disputa entre la doctrina racionalista y empirista por detentar el monopolio de la verdad. La doctrina Racionalista, que ?ene como figuras emblemá?cas a René Descartes, Baruch Spinoza y GoBried Leibniz, sos?ene que la razón ?ene un mayor alcance que la experiencia prác?ca para responder a las preguntas que se hacen sobre los fenómenos que acontecen. Predomina una única razón está?ca que se reconoce como innata y encuentra su fundamento úl?mo en la idea de que Dios crea al universo. Se delimita un aspecto de la vida humana como un ámbito de leyes propias que no dependen de ninguna voluntad; el mercado ?ene sus propias leyes. La dimensión racional está indudablemente presente en las teorías de la EP. La ley de equilibrio general de Walras de la 1T pretendía explicar el equilibrio autónomo del mercado par?endo de condiciones iniciales dadas, tomando como relevante, únicamente, al momento de intercambio en el mercado. Pronto esta ley se encuentra con un problema que derrumba la 1T: si las primeras transacciones no se realizan al precio de equilibrio, entonces las condiciones iniciales cambiarán. La única forma de supo-
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ner el equilibrio es introduciendo al rematador walrasiano, quien garan?za que las mercancías se intercambian a precios y can?dades de equilibrio. Entonces, el objeto en este primer paso analí?co de la EP no puede responder a sus propios cues?onamientos; la razón no puede eludir ni resolver la pregunta que se había formulado, y va a necesitar ampliar su objeto al ámbito de reproducción. En otras palabras, cuando una determinada configuración teórica queda chica para explicar el problema que se había planteado, se amplía el objeto de estudio, se progresa en el desarrollo del concepto al trabajar sobre nuevas nociones de la vida prác?ca. Por su parte, la doctrina Empirista, cuyos autores salientes son John Locke, George Berkeley y David Hume, proclama que el conocimiento debe estar proporcionado por la experiencia sensible. A par?r de una sucesión de hechos que se relacionan de modo similar, se infiere una relación entre cualidades sensibles y conexiones ocultas proporcionada por la costumbre, suponiendo así que el futuro se comportará igual que el pasado. Su límite está dado por reducir el mundo de la experiencia social a la experiencia reproduc?va individual. Sin embargo, Hume dará en la columna vertebral del pensamiento meta*sico. Para el autor, la única forma de liberarse del ?po de pensamiento que se promovía desde la meta*sica consis@a en inves?gar la naturaleza del entendimiento humano y mostrar, mediante un análisis de sus posibilidades y capacidades, la infer?lidad de ahondar por esos caminos. La ráfaga de filoso*a que asoma en la obra de Kant, al intentar saldarla con una propuesta conciliadora, deja irresuelto un problema por parte del pensamiento cien@fico moderno que sólo puede comprenderse desde una cultura que haya logrado dejar atrás a la meta*sica. Kant proponía ampliar el concepto de experiencia, entendiéndola como una conjunción entre la razón y lo sensible, como cons?tuyente de la realidad. Sin embargo, no pudo más que ceñirse al ámbito cogni?vo de la totalidad de la experiencia. Viéndolo retrospec?vamente, dejó planteada una necesidad de síntesis de otros aspectos de lo humano como lo é?co y lo esté?co, que en cambio sí encontramos incorporados como parte relevante de la organización cultural en las llamadas sociedades arcaicas y primi?vas. Hombre arcaico vs. Hombre moderno: una dicotomía polémica
Si bien el puntapié inicial para desarrollar al concepto económico de concepto lo encontrábamos en el episodio de la Ilustración burguesa, el mismo trabajo teórico desde los conceptos económicos nos puso en el terreno de la producción conceptual, que reinterpreta al concepto económico de concepto llevándolo más allá de lo cogni?vo. Al embarcarnos en la tarea de incorporar la historia del concepto a la historia del pensamiento económico, nos topamos con la necesidad de trabajar no sólo con la historia de la filoso*a o de la ciencia, sino también con la historia de la meta*sica, y con la historia de las religiones arcaicas. Entonces, al intentar reconstruir el hilo del concepto central que ar?cula a la sociedad, remi?éndonos a la historia del proceso de elaboración de la experiencia social general, nos es ú?l estudiar a un autor como Mircea Eliade, que estudia en las culturas denominadas arcaicas el problema que llama “terror a la historia”. En El Mito del Eterno Retorno, Eliade (2001) intenta reconstruir una “ontología arcaica”, analizando las concepciones de ser y realidad que pueden inferirse del comportamiento del sujeto de las sociedades premodernas. En esta categoría, incluye tanto a lo que comúnmente se denomina mundo primi?vo, como a las culturas an?guas de Asia, Europa y América. El autor da cuenta de que, en ese contexto, tanto los objetos del mundo exterior, como los actos humanos propiamente dichos no tenían un valor extrínseco autónomo; eran reales en tanto par?cipaban de una realidad (divina, heroica, primordial) que los trascendía. En sus palabras, “[e]l producto bruto de la naturaleza, el objeto hecho por la industria del hombre, no hallan su realidad, su iden?dad, sino en la medida en que par?cipan de una realidad transcendente. El gesto no ob?ene sen?do, realidad, sino en la medida en que renueva una acción primordial” (Eliade, 2001, p.8). Los actos humanos ?enen significado y valor en tanto son reproducciones de un acto primordial. Todos los actos conscientes del hombre arcaico fueron planificados y vividos anteriormente por dioses, antepasados o héroes. Otro de los autores con quien también trabajamos es Levy-Bruhl (1923), quien ubica en el centro de la mentalidad primi?va al concepto de par?cipación. El autor relata una serie de tes?monios de misioneros que describen “la mentalidad primi?va” a fines del siglo XIX. Observa que, en estas culturas, los individuos no se de?enen a razonar sobre cues?ones que van más allá de lo inmediato o de sus necesidades de
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56 ¿Qué ves cuando me ves? ... supervivencia. Y más aún, hacerlo sería considerado “ofensivo”: Lo que no capta de inmediato por la percepción de los sen?dos, es hechicería o acción mágica: reflexionar por más ?empo sería en la prác?ca un trabajo inú?l. En pocas palabras, el conjunto de hábitos mentales que excluye el pensamiento abstracto y el razonamiento propiamente dichos, parece, por lo visto, extendido a una gran can?dad de sociedades inferiores, cons?tuyendo un rasgo caracterís?co y esencial de la mentalidad de los primi?vos. (Bruhl, 1923, traducción propia). La realidad concebida no admite diferencia entre lo “sensible” y lo “suprasensible”. De hecho, la realidad es ese más allá, es sobrenatural, y la par?cipación del individuo es revivir la experiencia de un antepasado cercano. Podríamos decir que se piensa pero no se razona ar?culadamente sobre aquello que no esté ligado directamente a la subsistencia; no desarrollan conceptos. Es decir, no es que se excluya al pensamiento de los hábitos mentales, sino que el pensamiento no es una ac?vidad diferenciada de los demás aspectos de su experiencia. El acceso a la verdad de la realidad es espiritual: se convive con los espíritus invisibles y con las fuerzas impalpables (Bruhl, 1923). Se par?cipa por medio de ritos, conexiones con antepasados más cercanos e influencias de fenómenos naturales; de esta forma mo?van sus actos. De esta manera ocurre la historia. Tanto para la cultura primi?va como para la arcaica, todo lo que sucede ya está explicado de antemano. En la organización de la experiencia, los campos emocionales, los temores, lo cogni?vo no aparecen por separado. El trabajo de razonar autónomamente y elaborar conceptos como ac?vidad diferenciada lo vemos en el capítulo cogni?vo de la Ilustración burguesa. Entonces, entendemos que la par?cipación en esas culturas es con?nua, más allá de que toda ac?vidad esté explicada de antemano, mientras que la par?cipación en la sociedad capitalista es evanescente, es mercan?l y sólo dura lo que la transacción. Para Eliade (2001), las culturas arcaicas consideraban sagrado y relevante a todo lo que sea manifestación de la fuerza, de un acto que se hizo en otro ?empo y que se vuelve a repe?r eternamente. En este sen?do es que la realidad deja de ser histórica, en tanto todos los actos son la repe?ción de un arque?po y todo lo considerado extraño a este arque?po se amolda al mismo o se desecha. La historia es ex-
trínseca y cada acontecimiento es una nueva experiencia de un suceso pasado; la vida del hombre es una repe?ción permanente. Se quita lo que está contrariando la norma. Pero en el momento en que un pueblo se ve amenazado por alguna invasión, se apela a la figura de un Dios, que retrospec?vamente decimos es la figura que organiza el completo de la vida social. Cuando aparece la amenaza, se abandonan las divinidades locales y se valen de la figura de Dios.
Hacia una proyección programá?ca de la historia. We can work it out. Actualmente, los economistas buscan desarrollar modelos con capacidad predic?va. Pero pretenden modelar una sociedad pensada como está?ca, cuando es evidente que la principal caracterís?ca de nuestra sociedad es que es indefec?blemente autotransforma?va. Las doctrinas económicas se han estancado; las categorías que usan no son ú?les para concebir una transformación irreversible del proceso de producción social, de la cultura histórica presente, es decir, para ar?cular un conjunto de conceptos que expliquen las nuevas estructuras del capital y que prefiguren los desa*os ineludibles que presenta la civilización humana en el presente histórico. Nos remi?mos a la historia de las culturas primi?vas porque queremos mostrar el parentesco, que resumimos en lo que llamamos el “terror a la historia”, entre esas estructuras y las dos primeras teorías. La representación de un objeto desprovisto de emociones, sen?mientos, pasiones, es propia de la mentalidad moderna. La manera que encontraban las sociedades primi?vas de elaborar su experiencia an?cipa la caracterís?ca que le damos al pensamiento meta*sico moderno: la de prefigurar de antemano una respuesta a cualquier problema. Las dos primeras teorías ?enen por objeto al campo de la reproducción, que es parcial y que es necesario expandir incorporando otras nociones tomadas de la vida prác?ca en un campo más amplio de la experiencia. Si esta expansión significa buscar y descubrir leyes para escenarios que no son ni autotransforma?vos ni irreversibles, la ampliación del objeto de estudio hacia una nueva configuración teórica no supone una transformación radical en la estructura del pensamiento teórico, en todo caso es una prolongación de ese pensamiento que va a ser más abarca?vo que antes. En cambio, si comprendemos a la TE como una ac?vidad cien@fica, la reconocemos en una dimensión más completa; podemos interpretar
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la historia de la 2T (que comprende a la primera) de forma dis?nta. La necesidad de ampliar el objeto de estudio propone un cambio radical en su estructura; los límites del pensamiento de las dos primeras teorías no sólo están en su incapacidad de incorporar las nuevas nociones y cambios en la estructura del capital y de la sociedad, sino que vemos una limitación en la manera de abordar los fenómenos; una limitación en la estructura de la ciencia capitalista o lo que llamamos meta*sica. El desmoronamiento de las dos primeras teorías es el desmoronamiento de la estructura de la cultura histórica capitalista, no sólo el quiebre de la ciencia capitalista. En este contexto, ubicamos la imperiosa tarea de cons?tuir una nueva manera de formular leyes, de tejer un nuevo cuerpo de conceptos que formule una estrategia histórica. Retomando el proyecto de síntesis de Kant al cual aludimos más arriba, entendemos que la producción de conceptos no es solamente cogni?va, y que las culturas mal llamadas primi?vas o arcaicas nos legan esa pista; el pensamiento y la acción no están separados. El trabajo de la 3T es darle vida a un concepto ordenador que integre todos los ámbitos de la experiencia humana que hoy comprendemos por separado; que la prác?ca sea el mismo trabajo teórico. En el marco de la 3T, en esta nueva mirada retrospec?va, la producción poié?ca o poiesis forma parte del proceso de producción social. Lo nuevo de esta configuración teórica es que la historia deja de ser extrínseca para ser producto del hombre; la verdad es nuestra creación. Nos encontramos con un escenario de producción cien@fica dis?nto; los conceptos son contextuales y la teoría no es solamente una ac?vidad cien@fica, sino también polí?ca e histórica. De esta manera, el concepto revisa su propia historia, la reinterpreta de manera más concreta y acabada. La producción de conocimiento, de un nuevo concepto de concepto, es una ac?vidad económica; es trabajo que realiza la sociedad como parte cons?tu?va del proceso de producción. La necesidad de que se lleve a cabo un proceso de con?nuidad que consista en extraer y avanzar sobre el contenido teórico de las doctrinas estudiadas convive con un proceso de discon?nuidad que requiere de una verdadera revolución, una separación con la estructura de pensamiento anterior que proporcione un verdadero contexto teórico relevante de desarrollo para la ciencia. Es decir, de lo que se trata es de conformar un cuerpo de conceptos que explique la
organización de nuestra experiencia en cada configuración histórica y que también sea significa?vo, contextual, que rompa con la mentalidad anterior. Este es un ejercicio relevante de historia del pensamiento económico, pero concebido éste no como ac?vidad exegé?ca, sino más bien como una tarea cien@fica ineludible e imprescindible con vistas al desarrollo de una ciencia y de una CE propiamente cien@fica, y de una humanidad propiamente humana. Recuperamos la consigna que Kant propone para la Ilustración: tener el coraje de saber. El saber implica coraje y compromiso; no es el saber meramente gnoseológico. Implica también hacer frente a lo que Eliade (2001) llama “el terror a la historia”. Junto con otro autor que hemos estudiado en estas páginas, Lévy-Bruhl (1923), lo que queremos es conocer la historia de las estructuras culturales humanas para comprender cómo han resuelto el problema económico del conocimiento coherente. Pero entendiendo a un conocimiento par?cipa?vo que también abrace el compromiso, el coraje y la afec?vidad involucrada en pos del desarrollo de la teoría de la planificación obrera, de un proceso de producción conceptual que prefigure un proceso de transformación irreversiblemente histórico.
Referencias Cassirer, E. (1950). Filoso*a de la ilustración. México: Fondo de Cultura Económica. Eliade, M. (2001). El mito del eterno retorno. Buenos Aires: Emecé. Levín, P. (2010). Esquema de la Ciencia Económica. Revista de Economía Polí?ca de Bs. As., 4 (7 y 8), 247-289. Levy-Bruhl, L. (1923). Primi?ve Mentality. Nueva York: The Macmillan Company. Notas [1] El presente trabajo forma parte de un proyecto de inves?gación colec?vo ?tulado “Tercera Teoría Económica o Teoría de la planificación del desarrollo” que ?ene su origen en el trabajo de inves?gación del Dr. Pablo Levín y que actualmente desarrollamos en conjunto en el Centro de Estudios para la Planificación del Desarrollo (CEPLAD).
Filoso*a de la economía
El desarrollo de la Ciencia Económica y la acción social
Diego Cúneo Licenciado en Economía (UBA). Estudiante de la Maestría en Desarrollo Económico (UNSAM). E-mail: diegoc.cuneo@gmail.com.
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59 El desarrollo de la Ciencia Económica y la acción... El siguiente texto es una extracción de uno de los capítulos de mi tesina de grado en la que me proponía estudiar el lugar de las ONG como actores sociales en la teoría económica, bajo una doble hipótesis. En primer lugar, que las ONG no encuentran un lugar en las teorías económicas actuales y, en segundo lugar, que las ONG no dan cuenta de la importancia de los conceptos económicos al edificar una estrategia de cambio social. El obje?vo de la tesina fue tratar de demostrar la importancia de la Ciencia Económica en la transformación de la sociedad, con la lectura de la importancia histórica de desarrollar los conceptos de la Economía Polí?ca para la estructuración de una estrategia de cambio social. El punto de par?da por el cual en?endo a las ONG es como una de las varias formas de acción social que toman vigencia con las sociedad capitalista, y que, como toda acción humana, necesita antes de su puesta efec?va una representación de la realidad en la cual planificar su acción. Esto responde al principio praxiológico de economicidad, forma específica que toma el principio de economicidad en el ser humano1. Nuestra capacidad cogni?va nos permite ordenar y administrar nuestra experiencia con el obje?vo de poseer conocimiento sobre la realidad en la que queremos operar, para poder hacerlo de una forma más eficiente y produc?va. Dicho de forma resumida, el humano conoce para actuar mejor. Entonces, cada acción humana2 posee una primera instancia en la cual el individuo usa su conciencia para recrear una representación del medio en que quiere operar, para pensar y simular mentalmente el accionar más eficiente, y luego aplicarlo. Si esto es verdad, la pregunta que queremos responder es cuáles son las condiciones y elementos de la representación mental de la sociedad necesarios antes de realizar una acción social. Pero antes de eso debemos tratar de realizar un bosquejo sobre la noción de “acción social”. Si par?mos de la definición dada por Weber (1977: [1922]), según la cual la acción social es aquella conducta llevada a cabo por un agente o grupo de agentes que ?ene por objeto manipular la conducta de otros individuos, podemos dar cuenta de que la acción social ?ene un obje?vo úl?mo de transformación. Pero, ¿cuáles son las par?cularidades de este ?po de transformación? Si vamos a las formas más inmediatas de acción social, podemos imaginar acciones que ?enen como obje?vo un fin solidario, que persiguen un bien común. Se desprende entonces que el trasfondo que existe detrás de la acción social en sí, es la iden?ficación de lo que podríamos denominar problema social. Pero esta
iden?ficación nos crea un refuerzo del problema, ya que no sólo la forma que la acción social toma en par?cular para poder “resolver” el problema social depende del set de conceptos e ideas que formen la representación mental de la sociedad, sino que también dependerá de ella la iden?ficación del mismo problema social. Para ilustrar esto recurramos a una vieja discusión. Hacia finales del siglo XIX, Oscar Wilde escribe uno de sus ensayos más polí?cos, en el cual realiza una serie de crí?cas hacia ciertos valores que, si bien se pueden rastrear a sociedades anteriores a la nuestra, en el capitalismo se instalan de una forma más vigente y universal: la caridad, o acción solidaria3. Como veremos en los siguientes párrafos, el propósito del autor es hacer
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*Wilde clama que en una sociedad configurada bajo esta forma son pocos, en verdad, quienes disfrutan de la vida, quienes #enen la posibilidad de vivir de una forma tal que los realice, que encuentren goce y sa#sfacción en la realización de sus trabajos.
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una demostración sobre cómo la solidaridad da lugar a actos que, en una primera instancia, parecen desinteresados y altruistas, pero que juegan un papel social mucho más represivo al ayudar a la reproducción de ciertos problemas sociales. Wilde (1891) empieza su ensayo argumentando que la forma que toma el proceso de producción en el capitalismo da lugar a que convivan de forma muy cercana, en una sociedad, individuos sucumbidos en una extrema pobreza, con otros que llevan una vida de confort en sus abundantes riquezas. Y estos úl?mos no son insensibles a los primeros, sino que, en efecto, se ven afectados ya sea en su comodidad o en la base de sus valores, y de esta forma a?nan a actuar: "La mayoría de la gente arruina su vida por un malsano y exagerado altruismo; en realidad, se ven forzados a arruinarse así. Es inevitable que se conmuevan,
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al verse rodeados de tan tremenda pobreza, tremenda fealdad, tremendo hambre. En el hombre, las emociones se suscitan más rápidamente que la inteligencia; y [...] es mucho más fácil solidarizarse con el sufrimiento que con el pensamiento. De esta forma, con admirables, aunque mal dirigidas intenciones, en forma muy seria y con mucho sen?miento, se abocan a la tarea de remediar los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad: simplemente la prolongan. En realidad sus remedios son parte de la enfermedad" (Wilde, 1891, p.1). Su argumento parte desde la percepción de que aquellas ins?tuciones en la que el modo de producción capitalista se basa –el mercado y la propiedad privada-
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*Su conclusión más elocuente reside en la impotencia transforma#va que #ene la acción social entendida desde el punto de vista de la acción solidaria o carita#va.Esto se debe a que no operan sobre la base misma a la que el autor adjudica el problema (...)
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manifiestan, en su dinámica inherente, lo que entendemos por problemá?cas sociales –hambre, fealdad, pobreza. Wilde clama que en una sociedad configurada bajo esta forma son pocos, en verdad, quienes disfrutan de la vida, quienes ?enen la posibilidad de vivir de una forma tal que los realice, que encuentren goce y sa?sfacción en la realización de sus trabajos. Caso contrario, son la gran mayoría aquellos que, sin poseer propiedades y al borde del hambre, deben dedicarse a trabajos que le impongan una vida sin gracia, sin educación, sin arte, sin formas refinadas de placer: "La Humanidad se beneficia en prosperidad material con el aporte de su fuerza colec?va [la de esta mayoría]. Pero solamente el aspecto material es el que se beneficia; y el hombre que es pobre, en sí mismo no ?ene absolutamente ninguna importancia. Es meramente el átomo infinitesimal de una fuerza que, en
lugar de tomarlo en cuenta, lo destroza; en realidad, lo prefiere destrozado, ya que de esta forma es mucho más obediente" (Wilde, 1891, p.2). Su conclusión más elocuente reside en la impotencia transforma?va que ?ene la acción social entendida desde el punto de vista de la acción solidaria o carita?va. Esto se debe a que no operan sobre la base misma a la que el autor adjudica el problema, es decir, sobre la ins?tución del mercado y la propiedad privada, sino que, por el contrario, la ayudan a reproducirse. Así como el amo más perverso era el que trataba bien a sus esclavos al nublarle la vista y no dejarles descubrir la naturaleza de su relación social, de la misma forma opera la solidaridad en la sociedad capitalista, como un mecanismo opresor que, al mantener sano al pobre y en el caso más elaborado, mostrarle un retoño de los placeres de la vida, logra mantener el sistema integrado y operante. De esta forma concluirá con que "El obje?vo adecuado es tratar de reconstruir la sociedad sobre una base tal que la pobreza resulte imposible" (Wilde, 1891, p.1). Su plan de acción queda entonces comprendido por reconfigurar la sociedad bajo formas produc?vas en las que las ins?tuciones de la propiedad privada y el mercado no con?núen vigentes: "Bajo el Socialismo todo esto, naturalmente, se modificará. No habrá gente viviendo en fé?das pocilgas, ves?da con hediondos andrajos, criando niños débiles, acosados por el hambre, en medio de circunstancias absolutamente imposibles y repulsivas" (Wilde, 1891, p.1). Su estrategia se vuelve coherente con la perspec?va que él ?ene sobre la sociedad capitalista. Al concebir la producción de pobreza como un proceso intrínseco a las bases en que se configura el capitalismo, sólo puede ser superado por una sociedad que elimine dichas bases, es decir, el Socialismo. Veremos, a con?nuación, de qué manera una visión diferente sobre la sociedad cambia radicalmente la estrategia de cambio social. La Segunda Guerra Mundial fue, ciertamente, un hito en la historia del capitalismo. Fue la culminación histórica de una serie de eventos violentos sin precedentes en la humanidad, desde la destrucción de Europa por ambas Guerras Mundiales, el Holocausto, la crisis del ‘30, Hiroshima y Nagasaki, etc. Este proceso puso en evidencia varias de las problemá?cas del sistema, y reconfiguró, en ciertos aspectos, la forma en que se pensaba y se actuaba sobre la sociedad. La creación de diferentes organismos e ins?tuciones, como la ONU y el otorgamiento del carácter consul?vo de las ONG, mostró cómo iba tomando forma esta nueva con-
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61 El desarrollo de la Ciencia Económica y la acción... cepción de solidaridad y acción social. En este contexto, surge un movimiento coherente con estas transformaciones que, si bien en realidad no toma una forma concreta, definida y unificada, se presenta como un aglomerado de diferentes corrientes académicas y polí?cas, y dentro del enclave par?cular de acción social. Este movimiento sos?ene la idea de que existe la posibilidad de conciliar una sociedad capitalista –bajo una configuración levemente dis?nta- con la idea de una humanidad que pueda desarrollar su "potencial", es decir, que no se enfrente a las problemá?cas antes mencionadas. A este movimiento se lo suele denominar bajo el término o categoría "capitalismo con rostro humano", que en su misma formulación literal representa su idea fundamental. Esta es, el sistema capitalista puesto al servicio de la humanidad, bajo los valores de libertad y solidaridad, permite montar las fuerzas del mercado y otras ins?tuciones de la sociedad mercan?l hacia una sociedad justa e igualitaria. Como dijimos, este ?po de planteos se presentan, aún de manera implícita, bajo diversas formas: desde par?dos polí?cos y regímenes de Estado (como el famoso Estado Benefactor, o democracia social), hasta la perspec?va académica y la inicia?va privada (como conocemos bajo el nombre de Economía Social). Analicemos más de cerca uno de los casos emblemá?cos que ejemplifican esta perspec?va. Ya sea por su posicionamiento en la academia a nivel mundial, o sus cargos en ins?tuciones de importancia como el FMI y la Casa Blanca, los aportes de Joseph S?glitz fueron, probablemente, uno de los más divulgados en torno a esta cues?ón. S?glitz proclama una lucha contra los denominados "fundamentalistas del libremercado", aquellos economistas que en sus "conceptos equivocados" sobre el capitalismo nos condujeron "polí?ca e ideológicamente" hacia la sociedad en la que nos encontramos. Sin embargo, en los principios de su argumentación y en su forma de pensar, no existe un gran distanciamiento con respecto a estos fundamentalistas; y en sus conclusiones se puede ver, implícitamente, cómo él mismo se proclama un fundamentalista del mercado4. S?glitz se presenta como muy crí?co al mundo en el que vivimos: "El capitalismo no sólo no está cumpliendo lo que prome@a, sino que está dando lugar a lo que no prome@a: desigualdad, contaminación, desempleo, y lo que es más importante, la degradación de los valores hasta el extremo en que todo es aceptable y nadie se hace responsable" (2012, p. 12). Éste será el punto de par?da de varios de sus trabajos de inves?gación eco-
nómica, donde tratará de demostrar que las fuerzas del mercado, si están sabiamente guiadas bajo valores "humanos", la intervención del Estado, la creación de ins?tuciones adecuadas, etc., son el vehículo más eficiente para esta sociedad "prome?da". Esto queda explicitado en su famosa fórmula del "1%", en la que sos?ene que el mercado funciona, pero sólo para el 1% de la población que ?ene realmente un rol ac?vo en la sociedad, por lo que todas las decisiones están tomadas desde el 1% para el 1%. En su ar@culo "Of the 1%, by the 1%, for the 1%" (2011), S?glitz plantea la cues?ón de una forma muy clara: "El 1 por ciento de la población ?ene las mejores casas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida. Pero sólo hay una cosa que el di-
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*Si bien la relación que existe entre conceptos y nociones sociales y su consecuente acción se hace evidente, las consecuencias que esto posee para el desarrollo cien$fico de las “ciencias sociales” se encuentran altamente subes#madas (...)
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nero parece no haber comprado: la comprensión de que su des?no está ligado a cómo vive el otro 99 por ciento. A lo largo de la historia, esto es algo que ese 1 por ciento siempre acaba por entender… cuando ya es demasiado tarde". Los aportes de S?glitz residen en una serie de fórmulas, opiniones y planes de acción que se deberían realizar para poder lograr que el mercado llegue al cien por ciento de la humanidad, una integración total de la sociedad. Como dijimos, en su receta contamos varios puntos como el rol fundamental del Estado dirigiendo el mercado, polí?cas para la redistribución del ingreso, la necesidad de organismos supranacionales, etc. Pero también hace hincapié en algo que nos llama poderosamente la atención desde el punto de vista de nuestra inves?gación: la consideración que ?ene el autor sobre los valores "no económicos", crear una sociedad donde sus agentes actúen bajo las determinaciones de un
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compromiso social, ecológico, integrador y solidario, dejando atrás los valores "económicos", entendidos como el avance ciego en la persecución de la ganancia individual que deja a su paso un trazo de pobreza, violencia y destrucción. La importancia en que radica la descripción de esta virtual discusión entre ambos autores es poder ver cuál es la cercanía entre ambos y, sobre todo, cuáles son sus diferencias más importantes. Si bien existe más de un siglo de diferencia entre los escritos de Wilde y S?glitz, las crí?cas hacia sus sociedades contemporáneas son igual de vigentes y se dan con la misma dureza. Sin embargo, sus visiones acerca de las ins?tuciones capitalistas y su potencialidad para lograr una sociedad mejor son radicalmente opuestas, como así también sus propuestas. A modo de conclusión, podemos ver que, si bien la relación que existe entre conceptos y nociones sociales y su consecuente acción se hace evidente, las consecuencias que esto posee para el desarrollo cien@fico de las “ciencias sociales” se encuentran altamente subes?madas, sobre todo en la Ciencia Económica. Como analizamos, los puntos de divergencia entre ambas perspec?vas de acción residen en como ambos autores “ven” o representan a la realidad. Sin entrar en discusión sobre cuáles son los elementos ideológicos que enfrentan a ambos autores, la representación social que man?ene cada uno de ellos está determinada por aquellas nociones que forman su discurso ideológico como elementos de composición de la sociedad capitalista. En la actualidad de las Ciencias Económicas, el 90% de la academia está compuesta por escuelas del pensamiento que comúnmente agrupamos como microeconomía y macroeconomía ortodoxa (y su supuesta contracara heterodoxa), en la cual la discusión sobre los conceptos económicos está saldada, limitando así la representación de la economía a un conjunto de variables que se relacionan de tal o cual forma. No es nuestro obje?vo discu?r sobre las limitaciones de la modelización matemá?ca o el papel de los supuestos en las conclusiones de estas escuelas, pero debemos decir que el lugar de la Ciencia Económica en la conformación de una representación social de la realidad para nosotros excede el papel ideológico que estas escuelas despliegan. De esta forma, el obje?vo de la Ciencia Económica ?ene una doble par?da. En primer lugar, poder desarrollar los fundamentos conceptuales de los diferentes elementos económicos que conforman a la sociedad. En segundo lugar, poder escindir el desarrollo cien@fico del ideológico para poder emanciparnos de la
herencia meta*sica de las doctrinas económicas. Es entonces el papel de la Ciencia Económica brindar un desarrollo conceptual de los elementos económicos con el obje?vo de formar una representación de la realidad más rica, elaborada y sin saltos meta*sicos, que den como resultado la posibilidad de generar una estrategia más potente de cambio social. Referencias S?glitz, J. (2011). Of the 1%, by the 1%, for the 1%, Vanity Fair, May 2011, disponible en: hAp://www.vanityfair.com/news/2011/05/top-one-percent-201105. S?glitz, J. (2012). El precio de la desigualdad. Editorial Taurus, Madrid. Weber, M. (1977: [1922]). Economía y sociedad. Fondo de Cultura Económica, México. Wilde, O. (1891). "El alma del hombre bajo el socialismo", disponible en: hAps://docs.google.com/file/d/0B14Synwe1mHzSzNk Wi0zTHROcVE.
Notas [1] La necesidad básica de cualquier organismo vivo es poder reproducir su metabolismo de una forma efec?va, es decir, poder incorporar la energía necesaria para su funcionamiento usando, en el proceso, una can?dad menor. Este ahorro de energía o principio de economicidad toma una forma peculiar en lo seres humanos debido a la capacidad neurológica que nos diferencia del resto de los seres vivos. [2] No consideramos aquí acciones que resulten de los ins?ntos o los reflejos, como sacar la mano del agua caliente o darse vuelta frente a un ruido extraño. [3] El autor desarrolla que estos valores surgen necesariamente al valerse la sociedad de ciertas ins?tuciones para organizar su producción social, las cuales, aunque pueden encontrarse en sociedades anteriores a la capitalista, toman en ésta un rol mucho más general y universal. [4] Si bien la perspec?va de S?glitz es crí?ca de la visión de que el mercado debe estar liberado a sus fuerzas para una mayor eficiencia, a diferencia de Wilde, jamás pone en duda esta ins?tución. Los planteos del autor, así como su metodología de estudio (el individualismo metodológico), están orientados a las fallas de mercado, los problemas de información y diferentes asimetrías que vician el funcionamiento de éste, de forma tal que se jus?fica diferentes formas de intervención estatal para el mejor desempeño de tales ins?tuciones. Deja en evidencia, entonces, de qué manera el autor deposita su “fe” en el mercado como mecanismo de mejor asignación de recursos y a la sociedad mercan?l como la manera más efec?va de producción social.