TEMAS DE SIEMPRE
LAS PUERTAS DE LA ISLA Dos grúas por tierra, otras tantas por el mar, van cimentando con rapidez la obra de la ampliación de la Dársena Comercial. Casi desde San Andrés arran ca la teoría de ios muelles que forman el conjunto arma nico del puerto de Santa Cru2 de Tenerife. Allí, casi junto al viejo y pintoresco barrio, nace 01 brazo de la Dársena Pesquera, seguido luego por el i del Dique de! Este -—atraque de 'los grandes petroleros— y* junto a la Avenida espléndida y plena de futuro, nace el mué* lia que llevará sobre sí e! trá fico de contenedores, ese trá fíco que tan lleno de posibilidades se presenta con vistas si porvenir. luego es el Muelle 'Norte, oon las amplias explanadas de! de Ribera, el que pone su prf» sencia y actividad constante, te, presencia y actividad cons< tante que se refleja en e! Dique Sur y en el nuevo brazp que apunta ya, con plena deci* sión, hacia un próximo futuro Más a'l Sur, el Muelle de Honduras y los atraques de la Cepsa —zonas de petroleros y butaneros— completan esa teoría de dispositivos portuarios -que, en labor de años y voluntad decidida, han hecho de Santa Cruz una de las posadas del Atlántico. Pero no olvidemos esa otra realidad de Los Cristianos. Allí, la presencia de ios «Santas» y el «Benchijigua». Alii los yat»s d» altura —finos, estilizados y con blancas veías en palos de mucha guindajunto a los atuendos de vivos colores en el casco y tripula* ciones activas y siempre afa» nadas. Los Cristianos, punto turístico del sur tinerfeño, también tiene ante sí esa riqueza del mar, esa riqueza de la pesca que le llega en embar* caciones de proas valientes y líneas -nuevas que cruzan y aran sus aguas. Turismo y pesca. Pesca y Turismo. De todo en ei puerto limpio y de aguas tranquilas por el que, una V otra vez, en 'los «Santas» y en ! el «Benchijigua» se mantienq tráfico intenso con la isla hermana de La Gomera, isla que también sabe —y mucho cier tamente— de cuanto debe a la mar y al esfuerzo de sus hombres que arrancan los húmedos y plateados tesoros que esconde el océano. La red viaria dio muerta ai
tráfico marítimo por ei Puerto de la Cruz —también al que se movía desde Garachico, San Marcos de Icod y ios tenederos de Abona, Guía y Adeje— pero es que los tiem» pos cambian y, con sus estampas metálicas, Sos camiones terminaron con los frute ros de negro y espeso pena< oho, aquellos pequeños «sígame rs» —«Ajax», «Tenerife», «Susu», etc.— que, hace muchas décadas, unían la capital con aquel 'Sur que despertaba con rapidez a esa actualidad de cultivos. Con Santa Cruz y Los Cristianos, el puerto industrial proyectado en las cosías de Gra< nadilla. Algo que -hay que convertir en realidad para potenciar la isla y, al mismo tiempo, marcar la meta siguiente —'3os diques secos— que señalarán una etapa en esa industrialización que todos soñamos. ¡La isla no olvida que cuanto es y será, vendrá por los caminos de! Atlántico. Y de ahí su voluntad decidida, De ahí el lograr una meta y, ai propio tiempo, señalar otra en el tíem PO Tenemos el ejemplo claro de aquel muelle incipiente de hace un siglo. Un muelle corto que, -poco a poco, ©largó su brazo de piedra y, con los años se ha convertido en esa espléndida realidad que a todos llena de orgullo. Como del mis mo orgullo nos sentimos llenos cuando vemos el auge tomado por el puerto de Los Cristianos y esa decisión de llevar a buen fin el industrial de Granadilla. Puertos, puertas de la isla toda —de las islas todas— para convertir en realidad esos sueños, esos proyectos que antes de nosotros ya tuvieron otras generaciones. Lo que nuestros antepasados proyectaron —por lo que lucharon con voluntad'— está hoy a núes tro servicio. De ahí que ahora luchemos por aquello que, en su día, tengamos que dejar a los que nos siguen por el camino de la vida. Dos grúas por tierra, otras tantas por mar, van dando forma a esa Dársena Comercia] que tanto significará para el desarrollo de la isla. En el Sur, Los Cristianos con su tráfico intenso, con sus «bermeanos» de finas líneas marineras y, en la costa de Granadilla, un proyecto que se perfila. J. A. Padrón Albornoz