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TENDeNCIES EL MUNDO CATALUNYA
ANY X. / NÚM. 468 DIJOUS 13 DE NOVEMBRE DE 2014
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SUPLEMENT DE CULTURA
El lápiz de la Modernidad >ARTE. Desde el Modernismo, Cataluña cuenta con una tradición de grandes dibujantes. El libro ‘Barcelona vista pels seus dibuixants 1888-1929’ reivindica a esos creadores olvidados./ Págs. 6 y 7
‘Cabaret’ de Eduard Bosch se publicó en ‘L’Esquella de la Torratxa’ en abril de 1929.
Imprescindibles
El ‘top ten’ transfeminista de Beatriz Preciado. Pág. 3 Gastronomía
Cocomo, el nuevo restaurante del golfista Pablo Larrazabal. Pág. 10 Texturas
Carolina Iriarte, bolsos con alma de clásico. Pág. 11
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VANESSA GRAELL
‘Sin sombrero’ de Picarol (publicado en diciembre de 1913 en ‘L’Esquella de la Torratxa’) retrata el cambio de moda en la burguesía con la progresiva desaparición del sombrero.
ARTE
Entre la Exposición Universal de 1888 y la Internacional de 1929, Barcelona se transformó en la ciudad moderna que es hoy. Y sus dibujantes la plasmaron.
El elegante dibujo ‘fin de siècle’
Barcelona se volvió moderna al tiempo que era dibujada. Entre 1888 y 1929, el lapso que separa la Exposición Universal de la Exposición Internacional, los dos grandes acontecimientos que transformaron la ciudad en una gran urbe europea, se produjo un boom de dibujos y viñetas, publicados en los periódicos y revistas satíricas de la época, de La Campana de Gràcia a L’Esquella de la Torratxa, en la que también colaboraron unos jóvenes Pablo Picasso o Juan Gris. El dibujo ilustra la Barcelona de la Modernidad, la que pasó del Modernismo al Noucentisme. Una Barcelona que no era tan distinta a la de hoy: se denunciaba la corrupción de los políticos, el abismo entre ricos y pobres se acrecentaba, el conflicto nacionalista y las rencillas con Madrid eran una constante e incluso la epidemia de gripe española podría compararse a la psicosis actual del ébola. Barcelona vista pels seus dibuixants 1888-1929 (editado por Àmbit y el Ayuntamiento) redescubre la ciudad, sus rincones más insospechados y, sobre todo, rescata a toda una generación de dibujantes que quedó sepultada en el olvido. Si la fotografía fue el gran testigo de la Guerra Civil, antes el dibujo lo fue de la Barcelona fin de
siècle. El periodista y crítico de arte Josep Maria Cadena continúa con su incansable labor de recuperación patrimonial, que empezó en los años 70, en las páginas del extinto Diario de Barcelona, con la sección Gentes de pluma y lápiz, en la que recordaba a los dibujantes de principios de siglo, desde Opisso a Junceda, a quien luego dedicaría sendos volúmenes para hablar de su vida y obra. Y en 2004 publicó el canónico El dibuix a Catalunya: 100 dibuixants que cal conèixer. «Existe un gran patrimonio del noveno arte catalán aún desconocido. Falta mucha historiografía», lamenta Cadena, que en 2015 ya pla-
«Existe un patrimonio del noveno arte catalán aún desconocido. Falta mucha historiografía», dice Cadena nea sacar un libro sobre uno de los dibujantes míticos del ¡Cu-Cut!, Joan Llaverias, coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento en Vilanova i la Geltrú. De Llaverias se conocen sobre todo sus magníficas acuarelas de la Costa Brava –que pintaba cual Grecia catalana–, pero sus sátiras en el ¡CuCut! tuvieron un gran éxito en la época, como las portadas que dediJORDI SOTERAS
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Dos ilustraciones de Opisso, el referente de la época: ‘Rompeolas’ (publicado a doble página en ‘L’Esquella de la Torratxa’ en agosto de 1927) y ‘Concurso de natación’ (aparecido en el ‘¡Cu-Cut!’ de enero de 1909).
JUNCEDA có al joven rey Alfonso XIII. A causa de una de sus tiras cómicas en la que ridiculizaba a la casta de Madrid, la revista cerró voluntariamente en un episodio comparable a la reciente escisión de algunos dibujantes de El Jueves. Otro de esos personajes desconocidos es Ismael Smith Marí, un «chico noucentista de buena familia, que tuvo bastante éxito como escultor y se dedicó a las viñetas humorísticas», cuenta Cadena, un verdadero experto en ese periodo. Los dibujos de Smith desprenden una elegancia propia de los años 20, puro glamour de líneas estilizadas. Muy francés. Muy chic. Muy minimalista. Lo que más sorprende de Barcelona vista pels seus dibuixants 1888-1929 es la modernidad y calidad de las ilustraciones. Estéticamente, muchas resultan de una rabiosa contemporaneidad. «Los dibujantes catalanes se fijaban en Francia y en revistas humorísticas como Le rire o La Baïonnette, que se podían comprar en los quioscos de La Rambla. Por eso su estilo es tan europeo, bebe de muchas referencias, aunque cada dibujante desarrollaba su propia línea», apunta Cadena. Y desde el punto de vista de un dibujante contemporáneo, Homs, que acaba de terminar la última entrega de la adaptación de Millenium al cómic y que da clases en la Escola Joso, opina: «Opisso y Picarol son
El dibujante ‘dandy’ de los grandes almacenes J unceda fue un dibujante atípico. Hijo de una familia burguesa de militares, se esperaba de él que continuara la tradición e ingresara en el ejército. Pero falló los exámenes de acceso. Y el joven Joan García-Junceda comenzó a trabajar en las oficinas de Grandes Almacenes El Siglo (el Corte Inglés de la época, ubicado en plena Rambla). Junceda se aburría en el trabajo, así que pasaba el tiempo haciendo caricaturas de sus compañeros. Su talento con el lápiz le elevó a la sección del Catálogo, donde ilustraba los productos de los almacenes para su boletín: baterías de cocina, cristalería, vestidos, etc. «Fue la mejor escuela», ironiza Cadena. Y pronto pasó a engrosar el plantel de dibujantes de ‘¡Cu-Cut!’. Su estilo evolucionó de la típica caricatura de cabeza grande y cuerpo pequeño hacia personajes mucho más estilizados y elegantes. «En la época era considerado como el más notable dentro de un importante conjunto de humoristas gráficos», considera Cadena.
los nombres que más han trascendido de la época. Hay muchos dibujantes desconocidos pero fácilmente relacionables con los estilos internacionales. Muchas ilustraciones son muy modernas: en algunas de Opisso se pueden ver reminiscencias de Windsor McCay, autor del mítico Little Nemo. Y otras de Junceda remiten a Gus Bofa, otro clásico francés». Homs, uno de los talentos nacionales que trabaja sobre todo para el mercado extranjero, fue uno de los impulsores de Barcelona TM (editada por Norma en 2010), una compilación de 33 autores que retrataban la ciudad, continuando con una tradición que se remonta al XIX. «A finales del XIX el dibujo imitaba el grabado, había muchas tramas y el efecto de esbozo. Pero se fue estilizando y sintetizando. Algunas piezas de Barcelona vista pels seus dibuixants podrían estar en una novela gráfica de hoy», destaca Homs. De hecho, algunos dibujantes del ¡Cu-Cut! o L’Esquella de la Torratxa empleaban composiciones de cómic, con varias viñetas, para recrear sucesos como la muerte de Salvador Seguí, el famoso anarcosindicalista conocido como el Noi del Sucre, que en 1923 fue asesinado en una esquina de un tiro en la cabeza. Para las noticias trágicas, los dibujantes se alejaban del hu-
mor gráfico para desarrollar un trazo más dramático y oscuro. A lo largo de los 41 años que separan la Exposición Universal de la Internacional (la primera dio forma a la Ciutadella, donde incluso se instaló una montaña rusa, y la segunda urbanizó Montjuïc y la plaza España), Barcelona se transformó en una ciudad contemporánea, llena de contradicciones que los dibujantes plasmaban en su obra. Mientras la burguesía lucía sus pieles y joyas en el escaparate de mundanidades que era el Liceu, en Montjuïc los pobres se hacinaban en barracas insalubres (la zona se llegó a llamar Barracópolis); las formas de ocio se multiplicaron (píc-
El análisis contemporáneo de Homs: Opisso tiene reminiscencias de Windsor McCay y Junceda de Gus Bofa nics en el Park Güell, tertulias en los cafés, cabarets, salas de billar, pistas de hielo, baños en la Barceloneta...) pero la ciudad se volvió salvaje con el pistolerismo y la radicalización de los movimientos obreros y anarquistas. La Barcelona de la bohemia, la ciudad desaparecida, sigue grabada a lápiz, pluma y tinta. Sólo hay que redescubrirla en las páginas de sus dibujantes.