Bancarios del Central / Club del Banco Central de la República Argentina. n.4 ene-mar, 1957

Page 1

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CLUB DEL PERSONAL DEL BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA Sociedad Clvíl con Personería Jurídica

AFILIADO A LA ASOCIACION BANCARIA ARGENTINA DE DEPORTES COMISION DIRECTIVA PRESIDENTE:

Sr. Jorge A. Garavaglia SECRET!tRIO:

VICEPRESIDENTE:

Sr. Héctor M. Iturralde

Sr. Alfredo M. Louzán

TESORERO:

PROSEORETARIO:

Sr. Jorge P. Cistoldi

Sr. Adolfo A. Beauvillard

PROTESORERO:

SECRETARIO DE ACTAS:

Sr. Alberto R. Gancedo

Sr. José C. Toribio VOCALES:

Sr. Aurelio Pellegrini Sr. Juan Ramilo Dr. Eduardo G. Antelo

Sr. Sixto L Méndez Srta. Nelly S. Diéguez

Sr. Raúl A. Torres Viñas

REVISORES DE CUENTAS:

Sr. Julio Rey

Sr. Avelino A. Femández

Sr. Osvaldo H. Frangi

TRIBUNAL DE

DISCIPLINA

PRESID.FJNTE:

SECRETARIO:

Sr. José V. R. Aubert

Sr. César A. Caprarulo VOCALES:

Sr. Romualdo M. Baragli

Sr. Antonio García

Sr. Teodoro A. Fernández

REPRESENTANTES ANTE LA ASOCIACION BANCARIA ARGENTINA DE DEPORTES:

Titular: Sr. José V. R. Aubert Suplente: Sr. Teodoro A. Femández

COLABORACIONES VOLUNTARIAS

PUBLICIDAD Y CORRESONDENCIA

Las colaboraciones voluntarias a la revista se­ rán centralizadas por el señor Aníbal H. Pampín, Oficina 74, Manual 56, sexto piso del edificio de la calle San Martín 275, quien gustoso recibirá las su.gestiones e ideas constructivas tendientes a mejorar estas páginas.

En todos los aspectos relacionados eon la publicidad en esta Revista, entenderá exdusivamente el Admi­ nistrador. señor ROBERTO E. ARRARAS, a quien se servirán dirigirse .por teléfono a 43-9666 o por carta a la siguiente dirección: Administradoi- de la Revista "CENTRAL", Publi­ cación Oficial del Club del Personal del Banco Cen­ tral de la República Arg,e ntina, Méndez de Andés 16'8, Opto. 2, Capital Federal. Todos los pagos deben hacerse con giro o cheque cruzado a la orden de REVISTA CENrrRAL.

4

CENTRAL


?ubUcaclón del Club del Personal del Banco Central de la República Argentlnn - Registro Propiedad Intelectual s::5288 AFIO 1

Como, la ·Estrella

BUENOS AIRES, ENERO - MARZO 1957

l\l �

Concurso de B elJeza

6

Torneo Interbancario de Natación ..

8

El Collar (Cuento) .... . ... . . ... . . ..

11

Charlas d� Cine .... .. .... • . . . .. • ...

12

El Rincón de los Niños .. . ..... .. . . . 14 Tu Mirada Pálida ... ... .. . ....... .. 17 Un Poeta de Formas y Cc:o:·::; ... . . 18 "Ocaso" . .. .. .... .. . . . .. ..... ....... 20 El Album del Recuerdo . .... .... . ... 23 Reunión Cordial . .... • . ... . ... 24 y

25

La Página del Hogar ..... . .... ... .

2S

Galería de Bancarics Ilus:: es .. . .... 28 Juegos Etimo'.ógicos .... ... . . .... ... 29

�E: hari acallado aún los ecos ' de la reunión con que inaugu­ ramos las instalaciones de nuestro Qlub. Nuestro flamante local, en­ clavado en lo alto del edificio que · cubre tantas tareas y afanes com­ partidos, tiene un poco de atalaya y mucho de buhardilla hogareña. *

Del Teatro. Porteño ...... . . . . ... .... 36 Aercnáutica Deportiva . .. . . . . .... ...

38

Aj edrez .. . .... . . ...... .. .. .. .. . .. . . 42 Actualidad Deportiva ... . . .. . ... . . . .. 44

*

ll

TALAYA sobre el río, con sus ventanales que, tras largas ho­ ras de labor, invitan, en el cre­ púsculo fluvial, a la evasión ima­ ginaria hacia lejanos puertos. ':forre de vigía, sí, pero, por sobre todo, desván amable en que, tras las obli­ gadas horas de labor, nos retem­ plamos, en el instante de la cama­ radería, para retornar renovados a nuestros hogares. *

Gimnasia Rítm,ica ........ , ....... : . 31 Algo Sobre Indumenta1·i:?. . .... . . ..... 34

*

T

*

*

ENEMOS, pues, el local tantas veces anhelado. Es una etapa más de nuestra marcha segura, sin prisa y sin pausa, como la d� esas estrellas que ya comienzan a brillar en el cielo otoñal, a través de los cristales que dan al río, en la hora grata de la reunión amical.


CONCURSO DE e

ON gran animación se llevó a cabo el concurso

para elegir a la Reina de Belleza de nuestro gremio.

La gracia, el donaire y la simpatía de nuestras compa­

ñeras del Banco Central es­

tuvieron dignamente refle­

jadas en la señorita Aideé

Ana Mattio, de Contralor de Fondos.

Nuestra

representante,

señorita

Aideé Ana Mattio

* Confwnto ele participantes.

6

Cl::N'l'RAL


BELLEZA Resultó ganadora de la selección la gentil represen­ tante del Banco de Canadá. No pretendemos rebatir el fallo, ya que de gustos y co­ lores cada cual sabe lo suyo. Sólo nos remitimos a las pruebas. Ellas permitirán a nuestros lectores formar jui­ .cio cabal de los méritos que asistían a nuestra reina.

L a representante de l Banco de Canadá, gana­ dora deL Concurso.

CENTRAL

7


,... ,..

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t

De acuerdo con los resultados que consignamos seguidamencte, el triunfo en las dos categorías disputadas correspondió a los re­ presentantes del Club Atlético Banco de la Provincia de Buenos Aires, que se presentó con un numeroso y disciplinado conjunto. Lo siguió en orden de méritos la representación del Club Atlético Banco Español. NA 14 DE FiEBRERO DE 1957' 1,¡ Prueba - 800 iMts. - Categoría Seniors 19 E. Ur.chipia (Banco Provincia), 12'13"315. . 2(\ Prueba - 100 Mts. Libre - Categoría Seniors 19 B. Aldazabal (Banco Nación), 1'10"8110. 29 R. Paganini (Banco Español), 1'11"6110. 39 C. Sesio (Banco Provincia), 1'11"8110. 49 J. Ibañez· (Banco Provincia), 1'13"5110.

t

brillantes contornos interbaneario

Ca-ritos A. Festai, ganador dei torneo y figura desta()O.�. de nuestra . representación.

D

URANTE los días 14 y 16 de fe­ brero ppdos. se llevó a cabo en la sede del Club Atlético Banco Español del Río de la Pi.ata el X:X[ll Campeo­ nato Interbancario de Natación y \Va­ terpolo, organizado por la Asociación Bancaria Argentina de Deportes·. La competencia, magníficamente or­ ganizada, contó con la participación de múltiples inscriptos, entre ellos un numeroso conj,unto de nadadores de nuestra entidad que tuvieron destaca­ da figuración pese a que no lucían una preparación óptima. Las distintas pruebas que cemponían el extens o programa del torneo fueron seguidas con gran interés por el nume­ roso público que colmó totalmente, en las dos reuniones realizadas, las adya­ cencias de la hermosa piscina. Hubo incluso durante varios inter­ valos un programa extra a cargo .de destacadas figuras nacionales, que brindaron su colaboración contribu­ yendo al mayor lucimiento del cer­ tamen. 8

CENTRAL

Dos gentiles participan­

tes dei certamen


59 A. Salsamendi (Banco Provincia), 1'15"8j10. 69 C. A. Festal (Banco Central), 1'16". 3� !Prueba - 100 ,Mts. estilo Pecho

Categoría Seniors

1? 2? 3? 4?

L. C. A. E.

Cabral (Banco Provincia), 1'31"8110. Sesio (Banco Provincia), 1'35"2110. Grisoglio (Banco Español), 1'43"9 10. Garc,ia García (Banco Español), 1'54"5110. 4,, Prueba - Dos largos estilo Espalda

19 29 3'! 49 59 69

C. A. Festa! (Banco Central), 39"6110. J. Ibañez (Banco Provincia), 41"9110. O. Ramos (Banco Español), 43"4 10. B. Al,dazabal (Banco !Nación), 4:5''6110. A. Zabala (Banco Español), 43"7110. R. Ginaca (Banco Central), 48"3110.

Categoría Nov:cios

8� Prueba - Dos largos estilo Pecho 1? 29 3? 4?

Categoría Novicios

M. Acosta (Banco Central), 44"2110. A. Grisoglio (Banco Español), 44"5110. C. Dagasperi (Banco Español), 52"2110. J. Alzaga (Banco Provincia), 59"3110. 9,.. Prueba - Dos largos estilo Pecho Damas

Categoría Seniors

No se presentaron las participantes. 10'! ;Prueba - Posta 4 x 1 cuatro estilos

Categoría Novie,-ios

í? Banco Provincia (A), 1'07"6110. J. Ibáñez, A. Tacento, R. Noceti y B. Tapia. 2 9 Banco Español, 1'12"1110. A. La Madrid, A. Grisoglio, R. Paganini y G. Aguado.

tuvo el XXIII? eaD1peonato le nataeión y ,vate1·polo 5q Prueba - Un largo estilo Libre Damas

Categoría Novicias 1? A. San Martín (Servicios Sociales), 20"8 10. 29 M. Digregori o (Banco Provinc:a), 25"4,10. 6� Prueba - Posta 4 x 2 cuatro estilos

Categoría Seniors l'! Banco Provincia (A), 2'23". J. Ibáñez, L. Cabra!, C. Sesio y R. Gil Tap:a. 2•1 Banco Esproñol (A), 2'47"8110. O. Ramos, E. García García, R, iPaganini y A. Lamadrid. 3,1 Banco Provino:a (B), 2'48". A. Salsamendi, C. Encina, J. Segazeta y A. Minadeo. 49 Banco Español (B), 3'2"4110.

Equipo de water-polo que representó al B. C. R. A.

A. Zabala, E. de Gasper, A. Grisoglio y G. Aguado. 71J. Prueba - 200 Mts. estilo libre

Categoría Seniors 1? E. Urchipia (Banco Provincia), 2'42"6110. 2•1 A. Sal.samendi (Banco Provincia), 3'24"8110. 3? Banco Provincia (B), 1'15"9110. C. Ugarte, P. Matelo, M. Segazeta y L. Bado. 4<1 Banco Central, 1'17". R. Rinaca, A. Maffoni, M. Acosta y T. Juárez. 5'! Banco Provincia (C), 1'21"9110. E. Minadeo, P. Encina, L. Cabra!. y L. Ruiz. 11'-' Prueba - Posta 4 x 2 estilo Libre

Categoría Seniors lQ Ba'YI.CO Provincia (A), 2'13"5110.

Ana Maria Ostera, CiCl!rci I. Píccoli, María E. Stuírez y Alicia Samper, figuras de proyecdón qtte, con sus exhibiciones, contribuyeron al brill,o del certam.en.


N. Minadeo, P. Matelo, L. Bado y B.Tapia. 3? Banco Central, 1'4". C. Maffoni, O. Dolmen, J. Abal y C. A. Festal. 4° Banco Provincia (B), 1'10". A. Segazeta, A. Novoa, R. Alzaga y R. San­ gineto. 5" Banco ES"J="O,ñol (B), 1'18". R. López Danta, C. Proenza, A. Grisoglio y iN. Ferreiro. 7,, [Prueba - 25 Mts. estilo Pecho Damas Categoría Novicios

No se presentaron las participantes. 8" Prueba - Posta 3 x 1 tres estilos Categoria Novicios

Mariano Acosta y Tomás E. Jv.árez, qv.e ttwieron v.na destacada actuación.

E. Urchipia, ;?. Encina, A. Salsamendi y C. Sesio. 2·1 Banco Provincia (B), 2'16"6110. E. Minadeo, C. Ugart.e, R. Noceti y B. Tapia. 12n Prueba - Saltos Ornamentales Categoría Novicios

l 9 E. Somoukec. 29 R. Gil Tapia. 13•) Prueba - Waterpolo Banco Central vs. Caja de Ahorro: Central ganó puntos. Banco Provincia l Banco Español 7 DIA 16 DE FEBRERO DE 1957 l'-' Prueba - 400 Mts. estilo Libre Categoria Seniors

19 E. Urchipia (Banco Provincia), 5'47". 2ij Prueba - Dos largos estilo Libre 19 2•1 39 4'1 5c.> 6')

Categoria Novicios

C. A. Festa l (Banco Central), 30"9J10. R. Paganini (Banco Español), 31". R. Gil Tapia (Banco Provincia), 31"4110. B. Aldazabal (Banco Nación), 32". N. Minadeo (Banco (Provincia), 32"8110. R. Petti (Servicio s Sociales), 33"4110. 3� Prueba - Dos largos estilo Libre Damas Categoría Novicias

ln G. Mezadra (Servicios Sociales), 47"2110. 2·.t A. San Martín (Servicios Sociales), 47"6110. 4,., Prueba - Dos largos estilo Mariposa Categoria Novicios

1? M. Acosta (Banco Central), 31"9110. 2°1 A. Grisoglio (Banco Español), 49"9.JlO. 5·1 Prueba - 100 Mts. estilo Espalda Categoría Seniors

19 !A. Salsamendi (Banco Provincia), 1'41"9 10. 6" Prueba - Posta 4 x 1 estilo Libre Categoría Novicios

l" Banco Español (A), 59"6J10. G. Aguado, R. Del Solar, A. Zabala, R. Paga­ nini. 2� Banco Provincia (A), 1'9110.

1•1 Banco Central, 52"1J10. C. A. Festa!, M. Acosta y J. Abal. 2° Banco Español (A), 52"9110. A. Zabala, A. Grisolio y R. Paganini. 3•1 Banco Provincia (A), 53"3!10. J. Ibáñez, P. Ma'telo y R. Gil Tapia. 4? Banco Provincia (B), 53"8110. R. Noceti, A. Salsamendi y N. Minadeo. 59 Ban(?o Espa1íol (B), 56"2110. R. González del Solar, E. García García y G. Aguado. 9" Prueba - 100 Mts. estilo Mariposa Categoria Seniors

l9 S. Sesio, 1'33".

2? A. Grisoglio, 1'56"2110. 10'1 Prueba - Posta 3 x 2 tres estilos Categoria Seniors

1" Banco Provincia (A), 1'54"8Jl0. A. Salsamendi, L. Cabra! y R. Gil Tapia. 29 Banco Provincia (B), 1'55"2J10. N. Ibáñez, S. Sesio y E. Urchipia. 39 Banco Central, 2'2J10. C. A. Festal, T. Juárez y N. De Abajo. 11� Prueba - Saltos Ornamentales No se presentaron los participantes. 12� /Prueba - Waterpolo Banco Español 7 (siete) vs. Bco. Central 1 (uno)

Colaboradores crono-metristas:

Señores Soutadet, Chesi, Pugliese, Ceballos, Mastronardi y Arias. Largador: Sr. Ostera. Jiwces de llegada: Dr. Souvirón y Sr. García. Juez general: Sr. J. Castro. CLASIFICACION FUNAL POR PUNTOS Categoria Seniors

1" 20 3<.> 4<:> 5?

Banco Provincia ..... .. .... . 203 Banco Español . ... .. . ..... . 45 Servicios Sociales ..... .... .. 21 13 Banco Nación .. . . . . . .. ..... Banco Central .............. 10 Categoría Novicios

1" Banco Provincia . .... .. .... . 125 2? Banco Español ............. 102 3n Banco Cent1·al . . ..... .... .. 94 4" Servicios Sociales ..... . . ... 14 5,, Banco Nación ......... . ... . 6 Ganador Torneo Waterpolo: Club Banco Español.


EL.:COLLAR -

Ella sufría constante­ mente, pues se sentía nacida para tocias las clelicaclezas y todos los lujos. Sufría por la mez­ quindad de su habitación, por la estrechez de las pai·ccles, por el cles,l!aste de las sillas, por la po­ bl'eza de los tapizados. Todas estas cosas, que no hubieran sido toma­ das en cuenta por otra muchacha de su condi­ ción, la torturaban y la indignaban. La vista de l a pequeña campesina que hacía los quehaceres domésticos despertaba en ella lamentos desoladM v suciios sin sentido. Pen­ ·saba en antesalas silen­ ciosas, ornadas de tapi­ ces orientales, iluminadas por enormes candelabros de bronce, e imaginaba dos grandes lacayos de pantalón corto que dor­ mían en grandes sillones, embotados por el calor de la estufa. Soñaba con grandes salones recubier­ tos ele antiguas sedas con muebles ·finos orna­ dos con carísimos cama­ feos, y con pequeñas sa­ las lujosas, hechas para la charla del té con las amigas más íntimas y los hombres famosos y codiciados de quienes to­ das las mujeres solicitan y desean Ja atención. Cuando se sentaba a comer ante la mesa re­ donda cubierta con un mantel no muy pulcro ante su marido que des, tapaba la sopera excla­ mando con arrobamien to: "¡ Ah, qué buen cal­ do! ¡No conozco nada mejor!", ella so11aba con cenas disting-uidas, con platel'Ías brillantes, con tapices que poblaban las paredes d e personajes antiguos y do aves ex­ tra1ias en medio de un bosque fantástico; pen­ saba en manjares exqui­ sitos servidos en mara­ villosas vajillas, en ga-

..

(Cuento)

E RAy encantadoras una de esas lindas mu­

chachas nacidas, como por el'ror del destino. en una familia humilde. No tenía elote, ni esperanzas, ni medios de ser conocida, comprendida, amada, pretendida por un hombre rico y distinguido, y se dejó casar con un pobre escribiente del Ministerio de Instruc­ ción Pública. Vestía con sencillez, ya que no podía hacerlo de otra manera, pero se sentía desdichada como si se ha­ llara fuera de su ambiente, pues las mujeres no tienen casta ni raza, ya qtte la belleza, la gracia y el encanto les sirven de alcurnia y de estirpe. La finura natural, el instinto de ele­ gancia y la exquisitez espiritual son las únicas jerarquías que hacen de las hijas del pueblo personajes igua­ k$ a las damas más linajudas.

\

(Sigue en la pág. 30)

Por

"No poseía vestidos Ni joyas... Nada! ¡ Y era lo único que deseaba ! "

GUY DE .MAUPASSANT TRADUCIDO : ESPECIALMENTE PARA "CENTRAL..


E

N diversas instancias la pan­ talla ha intentado reflejar las manifestaciones más ,¡;erdu­ rables del espíritu. Nombres como el de Shakespeare podrían sernos familiares por el solo con­ ducto cinematográfico: tanta es la frecuencia con que se repiten lo.; intentos de adaptación de sus geniales creaciones. Con menor asiduidad surgen otras figuras ilustres, entre las que no falta la del inmortal Cervantes, cuyo Don Quijote, interpretado hace unos años por Fedor Chaliapine en versión lírica, reaparecerá ahora en los soleados campos manchegos de la pantalla por obra y empeño de las cinematografía hispana i con Gary Cooper y Ernest Borgnine, dirigidos por Hugo Fregonese !

LAS OBRAS CLASICAS EN

LA

PANTALL A

Por

GEORGE

Por decenas acuden los ejemplos en el círculo de _los clásicos de antaño; por centenares, en cuanto nos aproximamos a los obras maestras más actuales. Ciñámonos a las primeras, que constituyen tema de mucha miga, y espiguemos algunos trazos. Hace algún tiempo tuvimos la fortuna de ver la adaptación magis­ tral de una obra maestra: "Romeo y Julieta", dirigida por Renato Castellani e interpretada por Laurence Harvey, $usan Shentall, Flota Robson y Lerv.yn Johns. ¡Feliz conjunción para Shakespeare! Actores ingleses, con su dicción perfecta, cantarina u honda según los mo­ mentos, como para dar lustre a la pluma inmortal; director italiano con conocimiento íntimo de la Verona ducal, como para "aclimatar" esa leyenda de Montescos y Capuletos. La película llevó así el sello del genio, sin privarnos de un "calor" y una vida muy actuales. Todo estuvo pensado, calculado, meditado con finísimo gusto: la actriz, Susan Shentall, Julieta ideal, elegida entre muchas, había confesado er. las pruebas preliminares no haber leído a Shakespeare, y demostró en la interpretación que conservaba la inocencia indispensable al -¡:;er­ sonaje; Lervyn Johns fué un Fray Lorenzo perfecto, con sus sabios latines, surgidos de la abundancia de su corazón puro y tolerante... En fin; una jo,ya, reiteración mejorada de aquella otra vinculada a las imágenes de Leslie Howard, Norma Shearer, John Barrymore... � Andy Devine, astro cómico de otrora, que hoy vegeta en las colas de algún perdido reparto. 12

CENTRAL

MigueL de Cervantes Saavedra


William Shakespeare Hablando de Shakespeare, rufícil se nos hace olvidar otras magníficas versiones, entre las que descuellan -¡::or su vitalidad y su mundo de ilu­ sión aquel "Sueño de una noche de verano" que interpretaron James Cagney, Mickey Rooney, Anita Louise y otros integrantes del nutrido con­ junto que compartía las travesuras de Puck Y los sueños de Titania. Más cercanamente, tenemos el "Enrique V" Y el "Hamlct" que compuso Lawrence Olivier y el "OteUo" de Orson Welles, sin olvidar el "Julio César" de Marlon Erando, James Mason y Louis Ca�hein. Fueron presentaciones de levantado to­ no, algo rígidas y teatrales para el grueso del pú­ blico, pero de indudable jerarquía. Quizás, ante los efectismos de algún parlamento demasiado fiel al original , hubiésemos preferido una mayor libertad en las adaptaciones, aun con riesgo de caer en aquello de las "bellas infieles", achaque común a películas, traducciones poéticas ... e in­ tegrantes del sexo débil. Bellas e infieles son, por ejem¡:lo, las versio­ nes que de las obras de Homero han ensayado los productores e intérpretes de una y· otra orilla. Poco conviene decir de esa "Helena de Troya" que, en su gran despliegue, ofrecía escenas casi ridículas, como aquélla del asalto a la fortaleza, en la que, si olvidamos por un instante los ropa­ jes, nos creemos transportados a los momentos culminantes de cualquier "film" de la Legión Extranjera (v.gr., una mala versión de "Beau

Geste"), en que los soldados se defienden encar­ nizadamente desde las almenas, mientras un em­ bozado grupo de hijos del desierto pretende to­ mar por asalto los expugnables bastiones. Ello, sin hablar de errores y omisiones de tan grueso calibre como para hacer de determinadas tomas el hazmerreír de mucha gente que poco tiene que ver con el mundo griego. Poco después nos llegó algo mejor en ese mis­ mo género, aunque sin tantos bombos y platillos: nos referimos a "Ulises", que contó con la ex­ presividad de Kirk Douglas y se favoreció con la feliz idea -verdadero hallazgo- de hacer des­ empeñar a Silvana Mangano el doble papel de Penélope y de Circe. En cuanto a Rosanna Po­ destá, resultó una Nausicaa muy fresca y colori­ da, pero con un atuendo imitado algo servilmen­ te de figurines tan antiguos como fantasiosos. En ese punto . es conveniente insistir en un error común de las películas, y, particularmente, de las norteamericanas. Por un falso prurito de fidelidad, para hacer una película "antigua" co­ pian con minucia irreflexiva los testimonios que nos ofrecen los manuales o las expresiones pic­ tóricas. Ahora bien; los primeros, o sea, los li­ bros de ruvulgación, cometen con frecuencia el en·or de acumular todas las referencias posibles sobre cada detalle de la indumentaria. sin discri­ minación cronológica. Como la historia de estos pueblos de otrora se extiende durante unos cuan­ tos siglos, hacen un verdadero amasijo, endilgán­ dole a un pobre soldado, por ejemplo, todas las armas, pertrechos y demás Hndezas que usó su pueblo en el curso de toda su historia bélica. Así aparecen los bravos griegos y romanos disfraza­ dos con tanto abalorio que nos preguntamos có­ mo harían para luchar . . . o, al menos, para rus­ parar. En cuanto a la imitación de las pinturas de la época -lo que, a primera vista, pareciera prueba de conciencia histórica-, también tiene sus vueltas, porque nunca los pintores de cua­ dros, de vasos o de lo que fuere pecaron de mo­ derados o faltos de imaginación, ya en los colo­ res. ya en las proporciones de las armas y pena­ chos con que obsequiaban a sus representados. Imaginemos por un momento a algún cineasta del año tres mil, que, apasionado por la verdad histórica, buscase la "vera efigie" de los hom­ bres de este siglo en las impresiones de un Pi­ casso o de cualquier cubista juguetón. Por lo demás, buena parte del público parte de la base de que si la película es clásica, debe ser, por ende, un tanto aburrida. Tal preconcepto, que es ya lugar común en el espectador, se toma peligroso cuando se apodera de los directores y productores, quienes, para lograr que el asunto transcw-ra en "clima antiguo", procu1·an hacerlo irrespirable. Esto llega a contagiar a veces a los extras, que ponen cara compungida porque están representando "a un antiguo". En esa versión tan hermosa de Romeo y Julieta que hemos mencio­ nado -la rurigida por Renato Castellani- al autor de los títulos sobreimpresos en castellano

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EL R I Ne o N o E Los N I Nos

Entre tantas hermosas pa.gin�s que nos ha legado el insigne escritor Armando Pala<;io Valdés, pocas con­ tienen la emoción que des­ pierta la lectura de si, au­ tobiografía, ".La novela de

,11111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111

un novelista". De allí tomar mos para nuestros am-:gui­ tos una narración que tiene mu.cho de la nostalgia y del s,mtimiento profundo que anima a "Corazón", de Ed­ mundo de Amicis.

S

US padres tenían un almacén de enseres marítimos no le­ jos del muelle. Era tan pequeño y estaba de tal modo atestado que apenas pcdrían mantenerse tres o cuatro personas dentro de él. Barricas de raba para la pes­ ca de la sardina, montones de ca­ bles enrollados, paquetes de lona, cajas de brea, remos, garfios, anclotes, latas de aceite, panta­ lones impermeables, todo hacina­ do de un modo delicioso. Yo, por lo menos, lo encontraba así. El techo era bajo, circunstancia que lo hacía más grato aún a mis ojos, y .de él pendían ristras de anzuelos, alpargatas y botas de agua. Tenía una escalerita estre­ cha y empinada que conducía al piso primero y único de la casa. Todo est o le prestaba cierta se­ mejanza con el camarote de un barco; y a:¡uí está precisamente la causa de que esta tiendecita

HISTORIA TRISTE DE MI

AMIGO GEN ARO

Carlos Juliá.n y Estela C. PeiLegrini. ejerciese sobre mí tal fascinación. En a:¡uella época yo amaba el mar sobre todas las cosas: era mi elemento, soñaba con ser marino. Me encantaba, pues, visitar aquella tiende­ cita tan abarrotada de tesoros marítimos y me hubiese encanta­ do aun más si el pa­ dre de mi amigo Ge­ naro no f u e s e un hombre tan serio y tan barbudo. Su bar­ ba negra, erizada, le brotaba hasta por de­ bajo de los ojos, que eran negros también y grandes y sev2ros. Cuando iba a pregun­ tar por su hijo me in­ formaba por medio

Por

Alicia Beatriz Martineto. 14

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ARMANDO

PALACIO

VALDES


por ella para llamarle, evitando con esto la barba espinosa de su padre. En vez de esta barba solía recibirme en lo alto de la escalera un rostro halagüeño y hermoso que me placía ver casi tanto co­ mo los tesoros marítimos de la tienda. Este rostro pertenecía a una joven llamada Delfina, mi­ tad costurera, mitad amiga de la casa. Venía con frecuencia a ella ¡;ara ayudar a la madre de Ge­ naro, que, enteramente ocupada con la tienda, no podía atender a los quehaceres domésticos. Esta Delfina, que podría con­ tar diecisiete o dieciocho años de edad, era un estuche. Cosía pri­ Franeisco J. CasteLao. morosamente, planchaba aun me­ jor, dirigía las faenas de la casa de un gruñido señalando al te­ con la habilidad de una vieja cho o a la puerta, según estu­ ama de llaves y sabía contar viese en casa o fuera. cuentos mejor que la sultana ci­ pare nte Scheherazada. Era además bella Genaro tenía basta ente ram segu y e padr como lo eran sus tres hermanas; do con su qu2 sería un perfecto retrato suyo porque tenía nada menos eta coqu te . lmen años igua los tres; y era cuando transcurriesen ar­ nes jóve las e mis­ los Entr . na, ellas cetri como La misma tez cuatro s esta és, una Avil y os de negr nas s o o:• tesa des gran mos de cierta seriedad que imponía res­ gozaban con justicia fama r, deci es ; ntes ués elega Desp y . vista osas herm peto a primera ados cuid más ­ eran amis s en traje él sus con ba que entra que se aun­ tad resultaba extremadamante y más finos que los demás; por­ a, esfer su o, de franc se que sin salir simpático. Era un chico una ning po e tiem l igent intel aque en muy no que resuelto, leal, e y un poco aturdido. Todos le es­ osaba hacerlo. Era además alegr reir a hací nos y c­ ero, cará como un jilgu timábamos, no sólo por su r.os ter, sino también y especialmente con sus bromas y después mos riése no que Nin­ a. para a fuerz su zcab y ad pelli agilid por su tenia guno más diestro que él en toda alto; porque ella también de amo del as barb sobre las icios, de miedo clase de juegos y ejerc es, esto , timos casa. la marí todo en los en nadar, remar, trepar a pulso por la jarcia de los barcos, et::. En el arte d� la navegación nos sa::aba a todos g1·an ventaja, pues era ya a los trece o catorce años un perfecto marinero que izaba y echaba rizos a la vela en el momento oportuno, qu2 sabía orzar y arribar y tesar o arriar la escota y dejaba caer siempre el rezón con perfecta exactitu::I donde quería. Por esto, siempre que disponíamos cual::.¡uier ex::ur­ sión a los puntos extremos de la ría bus::ábamos su c:>mpañía. Felizmente para mí, su casa no sélo tenía entrada por la tienda. En el portal había otra escalera que conducía al piso y cuando la Graciela Hebe Pereyra. puerta no estaba cerrada subía

Liliana Alici.a Pereyra. Así que cuando subía a la pieza de mi amigo para invitarle a algu­ na excursión, si Delfina estaba en ella, más de una vez y más de dos olvidé de mi propósito y me quedé embelesado con la t'isa y los cuentos de la costurera. Y si se me había caído un botón o me había hecho un siete en el traje, esta encantadora hada se apresu­ raba a reparar el desperfecto, dándome después una ligera bo­ fetada que me dejaba con apetito de desgarrarme otra voz el pan­ talón. Un día, no obstante, al subil' la escalel'a para llamar a Genaro, la encontré excesivamente seria y desde lo alto me despidió seca­ mente, diciéndome que mi amigo no podía salir conmigo porque su padt'e lo tenía ocupado. Me sorprendió un poco, pero no hice dcmas:ado alto en ello. Aquella misma tarde uno de nuestros amigos me dijo confidencialmenrt"e: -Acabo de saber que Genaro ha robado bastante dinero a su padre y que é:;te le ha dado tan­ tos palos que ha tenido que guar­ dar cama. Quedé ::onsternado. Entonces comprendí la razón de la serie­ dad de Delfir.a. -Pero, ¿cómo ha sido? -No sé. . . Creo que ha metido mano en el cajón de la mesa donde guarda el dinero allá en su cuarto. Me produjo un sentimienlo CENTRAL

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tristísimo. Aquel chico era un amigo a quien yo quería de veras y jamás le creyera capaz de se­ mejante bajeza. Transcurrieron bastantes días y una tarde le encontré en el muelle. Embarcamos en nuestro bote y nos paseamos por la ría al tenor de otras veces. Yo sentía que mi estimación hacia aquel muchacho mermaba; pero no po­ día sustraerme a la simpatía que había logrado inspirarme. Sin embargo, desde entonces me abs­ tuve de ir a buscarle y sólo cuando le encontraba casualmen­ te en el muelle nos embarcába­ mos juntos. Pero su asistencia a este sitio, que antes era tan continua, su­ fría algunos eclipses. Algunas ve­ ces se pasaban ocho días sin que le viese saltando por las lanchas o encaramándose en la jarcia de los barcos. Por otra parte, cada vez que le veía le encontraba más pálido: la tristeza se esparcía c o­ mo una nube n e g r a por su rostro.

cinos y le habían hallado en un estado lamentable. Entonces súbitamente desper­ tóse en mí una compasión infini­ ta hacia aquel chico; aun puedo decir que creció mi cariño, por­ que siempre en mi alma la com­ pasión engendró el amor. Me re­ belé contra aquella barbarie y me dije con indignación: "Despué:, de todo, ¿qué?.¡No trabaja y aho­ rra para él? Si se ha tomado an­ tes lo que más tarde le ha de pertenecer, no hay en ello tan gran delito". He aquí cómo la compasión y e l afecto hicieron brotar en mi cerebro ideas subversivas en el orden moral y jurídico. ', 1

Carlos Alberto Celona. debía conducirle. No recuerdo, o, por mejor decir, no quiero recor­ dar, si era la Eusebia, la Flora o la Villa, los tres barquitos prin­ cipales que entonces hacían la carrera de América; pero era uno de ellos. Estaba anclado en San Juan esperando el Nordeste para hacerse ala vela.

Aquel amigo que por relacio­ nes de familia tenía noticias au­ ténticas de lo que pasaba en casa de Genaro, me comunicó que és­ te seguía robando a su padre, y que los castigos continuaban cada vez más crueles y terribles. Al parecer, la noche anterior su padre le había ·azotado de tal manera con unas cuerdas que a sus gritos habían acudido los ve-

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Sergio G<lspar Pu-e1·tas. Algunos días después volví a encontrarle en el muelle, Y, por un impulso repentino que no pu­ de reprimir, le eché los brazos al cuello. El quedó sorprendido, se puso aún más pálido y rompió a sollozar perdidamente. C o m o nunca había sido blando para llo­ rar, su llanto provocó el mío, que siempre lo he tenido fácil. No hablamos una palabra. Nos secamos las lágrimas en silencio y montamos en el bote para dar nuestro paseo habitual.

Mónica Susana Pampín. 16

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tAl cabo supe que su padre ha­ bía resuelto enviarle a Cuba y que estaba señalado el barco que

Aquellos días no vi a Genaro en el muelle. Cuando llegó el de la partida tuve de ello noticias por un viej-o marinero cuyo hijo era 1grumete en el barco. Enton­ ces me acometió el deseo de ir a despedirle. Lo propuse a otros dos amigos que aceptaron al ins­ tan!te, pues todos amábamos a aquel chico a pesar de sus fal­ tas. Y una tarde, después de co­ mer, nos acomodamos en un bo­ te y comenzamos a bogar en dirección a San Juan. En el muelle habíamos sabido antes de partir que Genaro ya estaba allá desde por la mañana y que ni su padre ni su madre n i persona alguna d e la familia ha­ bía ido a despedirle. Sólo un marinero 1 e había acompañado con el baúl. Aquello nos pareció el colmo de la crueldad. Cuando llegamos a San Juan, el barco ya estaba a punto de hacerse a la vela. Nos acercamos a su casco negro y advertimos que a bordo se estaban efectuan-

( Sigue en la pág. 33)


-UE un capricho del destino que unió en una serenata las tinieblas de mi vida con la luz de tu mirada. Es tan oscura mi senda y es tu mirada tan clara. .. Al encontrarla, la sombra se bañó con luz de plata. Bien sé que esa luz, un día se perderá en la distancia y yo volveré a la sombra de mi noche, fría y larga. Bien sé que un día te irás camino de la esperanza y alumbrarás nuevas sendas con tus pupilas tan claras, y que nada quedará del calor que me abrigara y vendrá otra vez la noche, p ero ya no habrá mañana.

TU NllftADA Pt\lJDA • Abroquelado en el anónimo, un colega del B. C. R. A. hizo /legar hasta nuestra mesa de trabajo, sigilosamente, esta coiaboración, que agradecemo.:.

Sólo la luz de un recuerdo entibiará mi nostalgia ... sólo una pequeña luz en el frío de la nada. Pero será sólo mía esa tenue llama pálida y sólo mío el recuerdo de aquella canción le jana, y cuando escuche las notas de mi pobre serenata, aunque el dolor, con sus uñas , me desgarre las entrañas bendeciré agradecido tus pupilas adoradas y esa luz de plenilunio que un instante me alumbrara. ¡Qué me importa del silencio, de la noche y de la nada y la oquedad de una vida sin luz y sin esperanza, si segu1re en tu recuerdo hecho de luz de alborada, y aquel instante de dicha que con t.u amor me brindaras vivirá siempre conmi go, vivirá siempre en mi alma como una pena muy dulce.. . como una tibia nostalgia.. .! CENTRAL

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Retrato al óleo de María C. Bustos

Retrato al pastei (60 x 80)

,

.

U1' FORMAS L

Retrato de ta

nor.ita. se(láJ> i

g ce l.ia se

Z) ·

O conocíamos de vista. Antes, en la oficina de Prensa¡ lue­ go, en Correspondencia. Pero na­ da más. Un colega nos habló de su obra pictórica y nos acercó a él, que, amable y sonriente, fa­ voreció la charla. Se llama Miguel A. Sanfurgo Zuloaga. Hace tiempo que pinta. Cuenta en su haber estudios en la Escuela Su­ perior de Bellas Artes y cur­ sos en Filosofía y Letras. Búsquedas tenaces han he­ cho el resto. Su vocación, decidida, se sustenta en el trabajo metódico. Impulso artístico? Esfuerzo? Ambas cosas, en armónica conjun­ ción. El planteo nos trae reminiscencias de alguna reflexión d e Flaubert: "Para mí, la inspiración consiste en sentarse to­ dos los días, a la misma arra


Retrato ai lápiz de 50 x 60

Retrat-o ai rpastei de Joroe Quiroga, Senecker

POETA DE Y COLORES nora, ante la mesa de trabajo ... " La obra de Sanfurgo ha supe­ rado hace ya tiempo la trastien­ da breve del primer esbozo y ha

logrado resonancia en el ancho ámbito de las muestras máximas: sus obras -que aquí reproduci-

mos en parte-- lucieron en el 4'1 Salón Nacional de Dibujo y en el 43'1 Salón Nacional de Bellas Artes, en el Salón Provincial de Santa Fe y en exposiciones in­ dividuales de prestigio. Luego de abordar la figura, que facilita la elasticidad de trazos y sirve de comienzo para superar otros as­ pectos, se lha dedicado a la com­ posición y el paisaje. Continúa trabajando, sin vanas urgencias, Retrato cd carbón de un amigo


''

OCASO �-..---------=-----· ''

.Retrato aL óleo que figuró en el 439 con la firma de Miguel A. Sanfurgo iuloa9a.

Salón Nacion.at de ATtes Plásticas

,


en busca pérmanente de su verdad y en creación constante de su personalidad artística. -Uno nunca sabe pintar -nos dice-. Siem­ pre se comienza. Saber es algo definitivo, está­ tico, que presupone abandono de la tensión crea­ dora. -Y la juventud, ¿no cree saber? -inquirimos. -En buena parte y por desgracia, sí, y demasiado pronto. En arte, al menos, saber es estan­ carse. En pintura, el peligro consiste en creerse capacitado para dominar previamente los temas. Sin deseos de entrar en polémica, opino que esas manifestaciones de autosuficiencia que anulan la verdadera creación se reflejan con excesiva frecuencia en el arte denominado "de vanguardia". Hemos visto los cuadros de Sanfurgo y com­ prendemos su posición. El mismo se define como un plástico, y reconoce seguir la línea de Armando Repetto y de Lorenzo Gigli. Insistimos en procura de un planteo y de una explicación. -Hasta no hace mucho -señala- el .":intor sólo procuraba reflejar realidades. El arte era puramente figurativo, literario, anecdótico. . . o como gusten llamarle. Había, sí, deformaciones intencionales, subjetivismo, evasión hacia planos de la irrealidad, pero en la base de todo estaba la imitación del mundo exterior. A finas del sig)o pasado, el gran pintor francés Cézanne analizó las formas y empezó la carrera de las síntesis netamente geomé­ tricas . que se proyectan en casi todas las expresiones modernas, pasando por el futurismo y por las corrientes abstractas. Estas últimas tendencias ya fatigan, y se procura salir de ellas _¡:or me­ dio de la sensibilidad , es decir, el color puro o el juego de colo­ res, lo que destierra lo figurativo y se acerca a lo decorativo y a lo

Paisaje de Merlo. Figura en el S=ilón

de Oto1io de Fernando.

por querer sublimarla, ya por des­ conocerla de plano, favorece un subjetivismo extremo. -¿Qué males ve en esa ten­ dencia? -En primer lugar, una mayor ¡:osibilidad de engaño. -¿Engaño al público? -No, no r:le reJería a eso, si bien no descarto que algunas ex· presiones abstrusas y herméticas provocan en el espectador reac· ciones que van desde el asombro y el descreimiento hasta la admi·

Dibujo a 7ápiz

Estudio "Agttada".

comercial. La realidad es ahora apenas un pretexto, y a veces ni siquiera eso. Se pretende una be­ lleza que no aparezca suscitada por el recuerdo del mundo cir­ cundante. -¿Y usteed, qué opina de ello? -Es un tema delicado, que se condiciona al sentir y a la capta­ ción de lo bello por parte del artista. Pero resulta indudable que ese abandono total o parcial de la realidad externa, ya sea

Estudio al pastel. CENT H . .\L

o

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DON POLICLINICO

rac10n incondicional por lo in­ comprendido. Más peligroso es el autoengaño en que caen no pocos artistas noveles que, entre tantos cauces, eligen el desborda­ damiento que lo libra todo al "impulso vital", a la "captación primaria" y a otros caminos por los que se desvían desde un co­ mienzo creyendo que "saben" sin haber pasado por un tenaz apren­ dizaje previo. -¿Qué ventaja presenta en es­ te sentido el arte figurativo? Indudablemente, las f o r m a s tradicionales, que mantienen una estrecha relación con el enfoque objetivo de la realidad externa, permiten con facilidad que todos nos pongamos de acuerdo, al me­ nos acerca de la capacidad téc­ nica del artista. L a s estafas -autoengaños de los autores o snobismos de presuntos conoce­ dores- se hacen más difíciles. No olvidemos que Picasso, antes de ensayar las experiencias que han causado tan diversas reac­ ciones, poseía a fondo los resor­ tes de la técnica exigibles a un p,intor de la escuela clásica. Es lástima que entre sus seguidores se cu·enten tantos que no han pa­ sado por prueba tan necesaria! -¿ Cómo s e reflejan estos planteas en el movimiento artís­ tico argentino? -De mu�hos modos. En este momento, enfoquemos uno solo. Es triste observar una falta de originalidad casi total: Nuestro

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folklore tiene jugo suficiente co­ mo para hacer trascender lo par­ ticular al campo de lo general. Pero las formas no figurativas anulan el aprovechamiento de lo folklórico, que clava sus raíces en la tierra y en la historia ar­ tística del país, desde Prilidiano Pueyrredón hasta Sívori y Vic­ t.orica, así sea la de éste una pos­ tura impresionista. -Con ello, ¿descarta usted las aportaciones recientes? -De ningún modo, ceñidas a los planos que les conciernen. Por lo demás, ya han hecho bastante los intereses creados para apro­ vechar las ventajas que esas for­ mas ofrecen en los tratamien­ tos arquitectónicos y decorativos. Lo malo de ello es que se está cayendo en una copia servil de unos cuantos módulos. Nada hay peor que el plagio cuando éste destruye el sentido y el mensaje del original. En una palabra: no hay que volver atrás, pero tam­ poco salirse de los cauces que condicionan el arte y que habrán de hallarse en la fusión de lo fi­ gurativo con los elementos téc­ nicos des·cubiertos modernamen­ te. Así concibe su m1s10n este compañero de tareas que sabe evadirse del cotidiano ajetreo con la ayuda de una técnica depura­ da en paciente búsqueda y acen­ drada en inconfundible fervor de vocación.

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1


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�-·HOGAR INTOXICACIONES Primeros Auxilios

OMENCEMOS por señalar que estos consejos son de urgencia, y en modo alguno pretenden reemplazar al médico, sino tan sólo facilitar su tarea en tanto él llega. Cualquiera sea el grado de apremio o la cantidad tóxica ingerida, hágase vomitar al enfermo procurando incitar con los dedos el fondo de la garganta. e

Por GISBERTA KURT DE VAAMONDE

1

En los casos en que·no se conozca el origen del envenenamiento, su­ minístrese un purgante de agua tibia con dos cucharadas de sal co­ mún y practíquese un lavaje intestinal con un litro de agua y una cuc:iaradita de sal. Dos claras de huevo batidas, disueltas en medio litro de agua, pueden beberse como calmante. Conocido el origen de la intoxicación, los primeros auxilios se

practicarán de la siguiente manera: Si se trata de ácidos, hágase beber abundante agua jabonosa. Si es por arsénico, procúrese el vómito y dése agua caliente salada, aceite comestible en abundancia y café o té. Si es por fósforo, hágase vomitar, adminístrense dos gramos de trementina cada media hora y, finalmente, una purga.

Si es por opio, láudano o morfina, hágase vomitar y evítese que e:1 paciente se duerma.

Si es ¡:or álcalis (soda, potasa, amoníaco), que beba agua con una cuarta parte de vinagre o de jugo de limón. Des­ pués, agua con claras batidas. Si es por cocama, dar calé.

Si es por estricnina, hace vomitar y dar carbón

de madera pulverizado.

Finalmente, si es por ácido cianhídrico o pr{,­ sico o por cianuro de potasio, nicotina o digital, 26

CENTRAL


La Página del Hogar dar de beber una solución de 30 gramos de sul­ fato de hierro y 30 gramos de carbonato de soda y hacer vomitar. Después, dar ginebra u otra be­ bida alconólica, café o té muy cargados, con 5 go­ tas de amoníaco. Poner botellas calientes en los pies.

Método preventivo: Para evitar estos estados, adminístrese al futuro enfermo una buena dosis de felicidad. Colóquense etiquetas visibles en to­ dos los frascos.El primer sistema es muy indicado contra la intoxicación voluntaria; el segundo aho­ rra fatales distracciones.

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PARA CONSERVAR LAS FLORES CORTADAS Si usted tiene la dicha de poseer un jardín, no necesita arrancar flores. Si el jardín es de otro, procure cortarlas al amanecer y antes de su plena expansión. Si las ata en ramo, no las apriete. Cámbieles el agua diariamente, cepillando el ex­ tremo inferior de los tallos bajo una canilla co­ rriente. Córteles luego unos dos o tres centíme­ tros de esa extremidad, usando tijeras o cuchi­ llos filosos. Guárdelas durante el día en las pie­ zas y durante la noche a la intemperie. Rocíelas con agua fresca. El agua tibia -y aun caliente- es recurso pa­ ra volver a la lozanía algunas flores como las rosas. Una tableta de aspirina disuelta en el agua produce muy buen efecto en todos los casos. También se aconseja el agua azucarada. Las violetas no deben colocarse sueltas, pues se marchitan en seguida. Contrariamente a las otras flores, hay que apretarlas en ramillete y colocarlas así en el florero. Se protegen de ese modo mutuamente y durante muchos días.

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GALERIA DE BANCARIOS ILUSTRES ''Cre o que pocos eran los capaces de avalr>rar en ar¡uel hambre humilde y leve, que se contraí:z, tímido. cuando el concurso de sus oyentes 'µasaba el de sus íntimos; al hombre gran ler.:tor, paciente compulsadc.r de daños y fecha:;, hurgador de libroc viejos, revolvedor de librerias y bibliotecas, acaparador de conocimientos los má.s exótico:;", Asi define a Ernesto Morales el prologuista de su obra póstuma, el amigo de siempre, Enrique Herrero. Quienes conoci­ mos a Morales sabemos cuánta verdad encierra tal juicio. que sólo pondera algunas facetas de ese afable polígrafo que supo co,mpartir sus horas de regodeo bibliográfico con las que le imponían sus tareas en la Casa Central del Banco de la Nación. Allí hizo toda su carrera y alli se jubiló. Mientras tanto. su saber y su. sensibilidad se deSParramaban en mil empresas de cultura. El mismo Herrera lo recuerda así: "Fundó -con Leapoldo Durán- "Ediciones Mínimas" ( 1918). •cuadernillos en los que, por un precio insignificante. se daban al pilblico obras y nOmbres que por primera vez llegaban a él, seleccionados. Con el poeta Diego Novillo Quiroga fundó "Hebe", publicacióa mensual (1919), algu­ nas de cuyas entregas traen, por ejemplo, pequeñas anto:ogias de escritores rusos, de poetas catalanes y de jóvenes poetas argentinos o exhumaban "el Matadero" de Echeverria o "Los qu.e pasan". comedia de Evarü:'.'o Car-riego. Más adelante, dirigió "Crisol", también revista •mensual. en donde continuó sus prapósitos de dar al público por unos pocos centavos las mejores obras de /.a literatura universal, a la vez que l.as de .algunos nombres nuevos... Después de ''Nuestro Parnaso" de Ernesto Mario Barreda (1912) y antes de la '· Antologi'.L de la moderna poesía argentina", de Ju.lío Noé (1925), publicó Morales, también en colaboración con Novillo Quiroga. su "Antología contemporánea de poe­ tas argentinos", (1917). Por primera ·vez, en este libro, puede decirse que el público lector tomó contacto con los poe!as argentinos 1/eg(ldos siguiendo la ruta abierta por Rubcin... En su obra de mitólogo cabe anotar -además de lo realizado en sus revistas- una ''Antología gauchesca" (1927), una "Anto'.ogía de poetas americanos (191¡1), cuyo �egundo tomo. en el que se incluyen los contemporáneos, quedó inédito, lista para entrar en prensa, y una "Antología poéti;a argentina" (191¡3). desde la época colonial hasta B-:m:hs. .4rrieta, Capdevila, Fernández Moreno. Güira,ld.es. Storni, Martinez Es'.rada y Yunque, es decir, los poetas pos!mcdemistas aparecido,s antes de 1930. Pe1�aba en una segunda edición, cuyo plan ha quedado entre sus inm�meros papeles . .. ". La muerte, Tepentina, ineSPerad.a, cortó sú� años -no contaba ,aú1i sesenta- pero su recuerdo y su in/11,encia perdurarán largamente. Había nacido en 1890. Entre las múltiples páginas que dejó ,escri�:is -prosa y verso- elegimos tm trOzo en que Morales combina su­ tilmente la trislez:(l y la admiración por alguien que, en su bohemia, o/recia con él no pocos puntos de coincidencia.

Matías Behety, el Bohemio e ORRE el año 1885. Desde la puerta del Hospital Melchor Romero, J en La Plata, parte un convoy fúnebre, ¡menguado convoy! Lo forman dos coches, nada más. Comienzan a andar los caballejos por las anchas, solitarias calles de la ciudad recién fundada. El viaje es ,argo. Van al cementerio de Tolosa. En el coche compañía, sólo dos hombres. Uno, muy delgado. El otro, de cabellera gris y ojos plácidos. Son Leandro Alem, el caudillo revolucionario, y Antonino Lamberti, el dulce poeta. Acompañan a Matías Behety, el bohemio que acaba de morir, solo, olvidado y misérrimo, en una cama del hospital. Los coches ruedan sobre el tosco empech-ado. Los acompañantes callan, meditan. Piensa Alem en lo que el hombre a quien acompa­ ñan pudo ser y no ha sido. Estudiante sobresaliente, periodista de talento, poeta inspirado, orador enjundioso. Tuvo éxito, amistad, amor. La vida, promisora, abría ante él sus halagos. Pero acaba de morir, apenas cumplidos los 36 años , en el olvido y la soledad, anó­ nimo. Piensa Lamberti en que ese frustrado al cual van a enterrar pudo ser el Alfredo Musset de América. Y no es nada. Una tragedia le rompió la voluntad, lo ahogó en la copa de Verlaine ... .. .Alem escucha con lágrimas en los ojos. Recuerda tal vez los días de examen, hace quince años, cuando su condiscípulo Matías Behety, flor de su generación -Norberto Quimo Costa, Aristóbulo rlcl Valle, Eugenio Cambaceres, Dardo Rocha, José Melchor Romero, Victorino de la Plaza, Delfín Gallo, Bernabé y Mariano Demaría, Carlos Pellegrini, José Terry ... - obtenía "sobresaliente por una­ nimidad". Luego, su iniciación en la jurisprudencia, junto a Manuel Quintana. El coruvoy se ha detenido. Bajan los acompañantes. Un hoyo, unas paletadas de tierra, una cruz de hierro. El poeta y el hombre de acción se vuelven al mundo. Dejan allí su juventud , flores, re­ cuerdos ... Muchos años después -Alem muerto-, cuando las re­ rnociones del cementerio de Tolosa para su traslado al de La Plata, Ernesto Morales disertando en el Antonino Lamberti se ocupó de ello. Ya no estaba la cruz sobre la Tn.stitllto Pop¡¡lar ele Conferencias.

(SigHe en la pág. 33)


ii----==-• JUEGOS ETIMOLOGICOS E

N nuestro lenguaje cotidiano empleamos multitud de término!­ cuyo significado primitivo se aleja bastante del sentido que les vtribuimos ahora. Y como en estos temas es fácil deslizarse por la pendiente de la erudición cargosa, vayamos al grano, como los po­ llos, limitándonos a algunas expresiones vinculada:;; a nuestro que­ hacer bancario. La palabra sueldo, por ejemplo, proviene de la denominación latina de una moneda, el "sólidus", que en su nombre llevaba im­ plícita la noción de solidez. Aquél que recibía tal "sólidus" estaba a sueldo, es decir, era "soldado", término aplicado en principio a aquellos guerreros que recibían paga. En buen castellano se decía "dar soldada" por pagar sueldo.

¿ Y si a uno no le pagan? Pues ... hace huelga, que es lo mismo, que holgar, o, conservando la aspiración andaetimológicamente, . luza de la "h", hacer "juerga". Holgazán, holganza, jolgorio y otros derivados tienen relación directa con Ja huelga. . . etimo­ lógicamente, :,e entiende. ¿ Y el banco? Pues era simplemente el asiento, mostrador o ''mesa de cambiadores", como se la llamaba en castellano antiguo, en que los cambistas negociaban al público sus documentos y di ­ nero. De allí se extendió el término a todo el edificio. En cuanto a "bancarrota", es término que recuerda el hecho de romper sim­ bólicamente el mostrador del cambista que, en juicio, resultaba diminado del comercio legal en las aldeas antiguas. La voz "cheque" ya tiene más larga historia. Comencemo:, por decir que es adaptación del inglés "check" que guarda co­ mo primer sentido el de "o b s t á .� u I o, impidiendo, estorbo", todo ello surgido del juego de aiedrez, en que el asedio final 1111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111 � � al rey es l.lamado "check", o sea, jaque. "Jaque al rey" o "rey jaqueado" equivale a de­ cir "rey estorbado", o perse­ guido a muerte. Pero la forma inglesa "check" es a su vez copia del francés antiguo "eschec", escrita ac­ tualmente "éche.::", que signifi­ ca fracaso, jaque, y, en plural, juego de ajedrez. "Echequer" es, por tanto, jaquear, y de allí, impedir, retener en observa- c1on. analizar, controlar. El "Exchequer" o Tesoro inglés proviene de un mismo origen. Una variante de esa palabra � �� es la italiana "scacchi", que en � -No. por el momento no pensamos castellano tiene su correspon-

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Por

SALVADOR C O S T A

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mudarnos.

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( Sigue en la pág. 33)

CENTRAL

o

29


EL COLLAR

(Cuento) (Viene de la pá.g. 11)

lanterías murmuradas y escuchadas con sonrisas de esfinge que se esbozaban en d deleite de una rosada carne de trucha o de una tierna ala de faisán. No poseía vestidos ni joyas... ¡Nada! ¡Y era lo ünico que deseaba! Se s,entía nacida para ello. ¡ Le hubiera gustado tanto agrndar, ser envidiada, resultar seductora y codiciada! Tenía una amiga rica, compañera del colegio, a la que no quería visitar ya, porque al regresar sufría. Y lloraba durante días enteros, de pena, de anhelo, de desesperación y de miseria.. Una tarde, su marido retornó a casa con aire de triunfo. Tenía en su mano .un ancho sobre. -Toma -le dijo-. He aquí algo para ti. Ella desgarró apresuradamente el papel y sacó una tarjeta impresa que decía: "El ministro de Instrucción Pública y su esposa ruegan al señor Loisel y señora quieran honrarlos el lunes 18 de enero por la noche, en el Hotel del Mi­ niste1·io". En lugar de mostrarse entusiasmada, como lo es­ peraba su marido, ella arrojó con desgano la invitación sobre la mesa, murmurando: -¿ Qué quieres que haga con esto? -¡Pern, querida! ¡Yo creía que te iba a agradar! ¡Jamás sales, y esta es una ocasión! ¡Una verdadera ocasión! Me ha costado mucho conseguirla. Todo el mundo quería, y no suelen darlas a los empicados. Conocerás allá a todo el mundo oficial. Ella lo miraba irritada. Perdida la paciencia, dijo: -¿ Qué quieres que rne ponga para ir? El no había pensado en eso. Balbuceó: -¡Pero ... el vestido con el que vas al teatro. Yo ... ¡yo lo encuentro muy lbien! Calló, asombrado, al ver que su mujer lloraba. Dos gruesas lágrimas descendían lentamente de sus ojos hacia la comisura de los labios.El tartamudeó: -¿ Qué te pasa? ¿ Qué tienes? Con violento esfuerzo, ella dominó su pesar y res­ pondió con voz calma, aJ tiempo que enjugaba sus mejillas: -Nada. Sólo que no tengo vestido. Y, por consi­ �uiente, no puedo ir a esa fiesla. Regala tu invitación a algún colega cuya esposa pueda ponerse algo me­ jor que yo. El estaba desesperado. Insistió: -¡Vamos, Matilde! ¿ Cuánto costaría un vestido apro­ piado, que pudiese servirte también para otras ocasio­ nes ... algo simple? Reflexionó ella algunos segundos, hizo cuentas y pensó

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CASILLA DE CORREO No. 51

30

CE NTRAL

en la suma que podía pedir sin provocar el rechazo inmediato y una exclamación despavorida de su tenedo1· de libros. Finalmente, respondió dudosa: -No lo sé con certeza, pero me parece que con cuatrocientos francos podríamos hacer algo. El se puso algo pálido, pues reservaba justamente esa suma para comprar un fusil e ir de caz.a, el verano siguiente, por los llanos de Nanterre, con algunos amigos, en busca de alond!·as. No obstante, Je dijo: -Bueno. Te doy cuatrocientos francos. Pero trata de comprar un buen vestido.

Se acercaba el día de la fiesta, y la señora de Loisel parecía triste, inquieta, ansiosa. No obstante, su ves­ tido estaba hecho. Su marido le dijo una tarde: -¿ Qué tienes? Te veo rara desde hace tres días. Ella respondió: -Me molesta no tener una joya, una perla siquiera, para ponerme encima. Pareceré una miserable. Casi preferiría no ir a esa fiesta. Insistió él: -Ponte flores naturales. Están de moda esta tem­ porada. Por diez francos tendrás dos o tres rosas magníficas. Ella no parecía convencida. -No ... Nada hay más humillante que parecer pobre en medio de mujeres ricas. El protestó: -¡ Mira que eres tonta! Ve a lo de tu amiga la señora Forestier y pídele que te preste alguna joya. Eres suficientemente amiga de ella como para hacerlo. Ella lanzó un grito de alegría: -¡Es verdad! ¡Ni había pensado! A! día siguiente íué a casa de su amiga y Je contó sus cuitas. La señora Forestier fué hasta el arma1·io, tomó un cofre, lo trajo, Jo abrió y dijo a la señora de Loisel: -¡Elige, querida! Había pulseras, un collar de perlas, una cruz vene­ ciana de oro y perlas... ¡Admirable joya! Ensayó las piezas ante el espejo, dudosa, no pudiendo deci­ dirse a <iejarlas o a devolverlas. Una y otra vez preguntaba: -¿ No tienes otras? -Si. Busca. No sé qué puede gustarste. De golpe descubrió, en una caja de raso negro, un soberbio collar de diamantes. Su corazón comenzó a latir de deseo. Sus manos temblaban al acariciarlo. Lo colocaba alrededor de su cuello y sobre su vestido, permaneciendo como en éxtasis ante sí misma. Luego, ansiosa, preguntó: -¿ Puedes prestarme éste ... nada más que éste? -¡Claro que si! Corrió hacia su amiga, la besó con arrebato y salió huyendo con su tesoro. o

o

Llegó el día de la fiesta. Fué todo un éxito para la señora de Loisel.Era la más hermosa: elegante, g1·a­ ciosa, sonriente, loca de alegría. Todos los hombres la miraban, preguntaban su nombre, procuraban serle presentados. Todos los empleados del Ministerio querían bailar con ella. Hasta el ministro advirtió su presencia. Ella danzaba embriagada, con arrebato, dominada por el placer, sin pensar en nada, triunfal en su belleza y en la gloria de su éxito, envuelta en una nube de felicidad hecha de todos los homenajes, de todas las admiraciones, de todos los deseos desper­ tados, de esa victoria tan completa y tan grata al corazón de las mujeres. Partió a eso de las cuatro de la mañana. Su marido, desde la medianoche, dormía en un pequeño salón con otros tres señores cuyas esposas se divertían mucho. El le colocó el abrigo que había traido para la sa­ lida ... modesto abrigo de la vida ordinaria, cuya (Continúa en la pág. 32)


�IMNASIA DITMICA

Reprod1icin1-0s otros movimientos básicos en inlustraciones de los cd:egas Rovira y Fon­ talva, con el asesoramienbo del se1ior Chara­ valli. GentUeza tleL señor Albino, quien gustoso se ofrece a ampiliar detaL!es.

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32 movimientos PCS:

32 movimientos PCS:

FIRMES

32 movimícntos

1 - Brazos a los costados, pie

FIRM.ES

izq. al costado. <en punta de pie). 2 - Firmes. 3 - Brazos a los costados, pie der. ni costndo. (en punta de pie). 4 - Firmes.

l - Brazos arriba. ple izq. atrás. 2 y 3 - Impulsos hacia ntrás. 4 - Firmes. (ldem ple der.).

POS:

FlRM.ES

1 - Brazos

ntrás. 2 - Firmes. 3 - Brazos atrás. 4 - Firmes.

nrriba,

pie

Izq.

arriba,

pie

der.

32 movimientos POS: PIERNAS SE?ARADJ\S; MANOS A LA N'UCA

32 movimientos

1 - Inclinación

n

23-

a

4 •l -

del tronco la izquierda. Volver Pos. lnic. Inclinación del tronco la derecha. Volver Pos. Inlc. Volver Pos. Inic.

POS: PIERNAS SEPARADAS; BRAZOS ARRIBA

1 - Inclinación del tronco y

tomar pie izq. por ade­ lante. 2 - Volver Pos. lnlc. 3 - (ldem ple der., .

.. -�.:-·,

]@) 16 movimientos 16 mo\'lmientos POS:

FIRMES

1 - Flexión de piernas brnzos al frente. 2 - Firmes. 3 - Flexión de piernas brazos al frente. 4 - Firmes.

16 movimientos POS: PIERNAS JUNTAS MANOS A LA CADERA 1 2 3 4

-

Flexión Volver Fle"ión Volver

de .Pos. de Pos.

piernas. lnlc. piernas. Inic.

!POS: SENTADO. PIERNAS JlJNTAS. BRAZOS EXTEN­ DIDOS HACIA ATRAS

1 - Flexión de piernas, brazos

al trente. 2 - Volver ,Pos. Inic. 3 - Fle"ión do piernas, brazos al frente. 4 - Volver Pos. Inic.


EL COLLAR

(C11e11to)

(Viene de la pág. 30) pobreza desdecía de la elegancia del vestido �e fiesta. Ella. lo sintió y quiso huir para q�1e no _la vieran las otrns mujeres que se cubrinn de neas pieles. Loisel la retuvo: -Espera un poco. Vas a tomar frío afuera. Voy a llamat· un coche. Pero ella no lo escuchaba y descendía rápidamente la escalera. Cuando estuvieron en la calle, no encon­ traron vehículos y se echaron a andar, procurando atrae1· a los cocheros que pasaban n lo lejos. Bajaron hacia el Sena desesperados, tiritando. Por fin hallaron, en el muelle 'uno de esos viejos cupés noctámbulos que no se ven �n Paris sino cuando ha caído la noche, como si tuvieran vergüenza de su miseria durante el día. El coche los llevó hasta su casa, en la calle de los }1ártires. Subieron tristemente. Aquello habia tenni­ nado para ella. El pensaba que al día siguiente debía estar en el Ministerio a las diez. Ella se sacó el nbrigo ante el espejo, parn contem­ plarse una vez más ante la gloria. Repentinamente, lanzó un grito. Le faltaba el collar. Su marido, ya n medio desvestir, preguntó: -¿ Qué te pasa? . Ella se \"Olvió hacia él, enloquecida: -¡Tengo ... tengo ... me falta el collar de la señora Forestier! BI se levantó, despavorido: -¿Qué? ¿Cómo"!... ¡ No es posi?le!... . Buscaron en los pliegues del vestido, en el abrigo, en los bolsillos. pt>r todas partes. No aparecía. El preguntó: . . -¿ Estás segura de que lo telllas todavia cuando salimos del baile? -¡Si ... si lo toqué en el vestíbulo del :\'linistel'io! -Pero si lo hubieras perdido en la calle, lo hubiéramos oído caer. Debe estar en el coche.

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-Sí. Es probable. ¿ Recuerdas el número? -No. ¿Y tú? -No. Se miraron asustados. Finalmente, Loisel !e vi�tió de nuevo. -Voy a rehacer todo el trayecto que hemos reco­ rrido a pie para ver si Jo encuentro. Salió. ElÍa permaneció con su traje de fiesta, sin fuerzas para. acostarse, abatida, sobre una silla , sin ánimo, sin ideas. _ . Su marido regresó a eso de las siete de la manana. No habla hallado nada. Anduvo luego por la Prefectura de Policía, por los diarios, hizo prometer una !·ecom­ pensa... Fué a todas partes a donde lo conduJo una i:ospecha de espernnza. Ella esperé todo el día, en el mismo estado de des­ concierto, ante aquel espantoso desastre. Loisel retornó por la noche, con el rostro demacrado, pálido. No habla descubierto nada. . -Es necesario -dijo- que escribas a tu amiga diciéndole que has roto el cierre del c?lla_r y que lo has enviado a aneglar. Eso nos dara tiempo para hacer algo. Ella escribió lo que él le dictaba. Luego de una semana, l)a�lan perdido _toda es�e :·�nza. _ Loisel que había enveJec1do cinco anos, dec1d10: que tratar de sustitufr esa joya. -Al día siguiente, tomaron la caja que había guardado el collar y fueron a la joyería cuyo nombre figuraba dentro. El joyero consultó sus libros: -No, señora. Yo no he vendido ese collar. Por lo visto, solamente el estuche es de esta casa. Ambos anduviernn de joyero en joyero, buscando un collar similar al perdido. consultando sus recuerdos, enfermos los dos de dolor y de angustia. En un negocio de Palais-Royal hallaron uno que les pareció completamente igual al �u� buscaban .. Valía cuarenta mil francos. Se lo deJanan en trcmta y seis mil. Rogaron al joyero que no lo vendiera antes de tres días. Y dejaron conV'enido que poddan devolverlo luego, a cambio de treinta y cuatro mil francos, si el prime1 collar aparecía antes de fines de febrero. Loisel tenía dieciocho mil francos que le había dej.1do su padre. El resto, lo obtendría en préstamo. Pidió prestado. :\1il francos a uno. quinientos a otro, cinco luises por aquí, tres luises por allá. Firmó pa­ garés, contrajo ruinosos compromis ?s, se ligó a us�1� rcros y u toda la gama de prestamistas. Compromet10 ¡;u existencia y arriesgó su firma sin saber si podría pagar, y, asustado por las angustias del futuro, por la negra miseria que se �bat !ria so!)l:e él y por la perspectiva de todas las pnvac1ones f1s1cas y de todas las torturas morales, íué en busca del nuevo collar. Y depositó sobre el mostrador los treinta y seis mil francos. Cuando la señora Loisel llevó la joya n la señora Forestier, ésta Je dijo, algo contrariada: -Deberías habérmelo devuelto antes. Podía haberlo necesitado ... Y no abrió el estuche. cosa que su amiga temía. ¿ Si se hubiese dado cuenta de la sustitución, qué ha­ bría pensado? ¿ Qué habría dicho? ¿No la habria to­ mado por una ladrona?

-Hay

o

O;

*

La señora Loisel conoció la horrible vida ele los me­ nesterosos. Pero tomó las cosas heroicamente, como era necesario y de un:1 vez. Había que pagar esa espantosa deuda. y' pagaría. Despidieron a la sirvienta. Cambia­ ron de alojamiento y fueron a vivir a un altillo. Ella conoció los duros trnbajos serviles , las odiosas tareas de la cocina. Lavó los platos. gastando sus ro­ �adas uñas sobre las vasijas grasientas y sobre el fondo de las cacerolas. Enjabonó la ropa sucia, las camisas y los trapos, que colocaba a secar en una cuerda. Descendió a la calle, cada mañana, con la

(Continúa en la pág. 45) 32

C E N T R .\. L


lllSTORIA TRISTE DE MI . AMIGO GENARO (Viene de La pág. 16)

merciante se precipitó por la es­ calera sin hacer ruido y sorpren­ dió al ladrón in fraganti. Era Delfina, la bella costurera que a todos nos tenía hechizados. Fué entregada a la justicia y el padre de Genaro se apresuró a escribir a Cuba para hacerle ve­ nir.La carta llegó demasiado tar­ de. No mucho después de arribar a La Habana fué atacado por el vómito negro y había dejado de existir. Esta es la historia triote de mi amigo Genaro. No roguéis a Dios por aquel ni­ ño mártir. Rogar por sus ver­ dugos.

do las maniobras preliminares. En torno de él había tres o cua­ tro lanchas con personas que ha­ cían adiós a los pasajeros. Estos, inclinados sobre la borda, habla­ ban a gritos con sus amigos o deudos. Dimos la vuelta al buque y no vimos por ninguna parte a Genaro. Entonces nos pusimos a llamarle con toda la fuerza d e nuestros pulmones. --Genaro! Genarol Al cabo apareció en la popa. Con una mano se sujetaba a un cable y con la otra nos envió un Aníbal Osear Pampín. saludo acompañado de una triste (Viene de la pág. 29) sonrisa. Jamás olvidaré aquella sonrisa Juego s diente en "escaques", término que signilica "ca­ de dolor, de vergüenza, de resig­ da una de las casillas del tablero de ajedrez". Etimológicos nación, de desprecio ... Y de dónde surge el francés "eschec" y nuestro "jaque"? Pue;; del árabe. "Jaque mate" no es Quisimos hablar, pero no sa­ más que la arbitraria adaptación de la fórmula bíamos qué decirle. Un mar:nero arábiga "shaaj maat", o sea, en buen romance se acercó a él y le apartó brusca­ "(el) rey (está) muerto". La voz "shaaj" es ori­ mente y se colocó en su sitio pa­ ginariamente persa, porque de Oriente tomaron ra . ejecutar una maniobra. los á1·abes este juego y varias de sus palabras sig­ -Ai d i ó s, Genaro!- le grita nificativas. mos. ¡De tan lejos viene nuestro cheque! Pero acer­ El nos hizo otro saludo con la quémonos al presente, y reconozcamos que el mano. Y no volvimos a verle. "cheque" comercial tiene como antecesor inme­ Entonces comenzamos de nue­ diato el documento usado en los ferrocarriles (en vo a navegar la vuelta de Avilés. los Estados Unidos se lo denomina todavía Bogábamos silenciosos, melancó­ "check") que entre nosotros es llamado "guía", licos. Los tres sentíamos en el esto es, "control" de equipaje, y en España, "co­ fondo del corazón que una gran ncci miento". infamia se acababa de comerl'er Y por hoy, basta. en este mundo. Pocos días después lo habíamos olvidado. Sin embargo, al cabo de dos o tres meses se produjo un acontecimiento m i s terioso (Vien� de la pág. 28) que llegó hasta nosotros y nos causó una profunda impresión. humilde sepultura de Matías Behety. Reflexionó el poeta: El padre de Genaro, al abrir un Hasta las cruces que levanta el pobre día el cajón de la mesa de su son las primeras que derriba el viento ... cuarto, se enteró con estupor de Y sus palabras sirvieron de epitafio para la nueva, definitiva que había sido robado. sepultura del bo'hemio desventw·ado. Entonces se le ocw·rió a aquel Buenos Aires siempre ha tenido bohemios. Antes, cuando sólo bárbaro lo que mucho antes de­ era una gran aldea, y después, cuando alcanzó categoría de gran bió de habérsele ocurrido. Buscó urbe. "El último bohemio", como se escribía al hablar de alguno, se una traza ingeniosa para averi­ convertía siempre en "el penúltimo", porque la raza, al 'Parecer, guar quién le robaba. aunque cada vez más rara, era inextinguible. Pero en el recuerdo Amarró una cuerda al fondo de todos, al decir "bohemio", surge un nombre: Matías Behety. Es del cajón por la parte exterior, "el Bohemio". Talento que se malogra, esperanza que se amustia, taladró la mesa, taladró el piso gloria que se tira sobre las mesas de las tabernas; esto es el bohemio y la hizo pasar hasta la tienda, de raza. A veces, teniendo, como Poe, tiempo suficiente para dejar d o n d e colocó disimuladamente una obra que durará siglos; otras, como Behety, desparramándose una campanilla. sobre el diarismo cotidiano, desdeñoso de toda celebridad, dejando En efecto, algunos días des­ sólo unos pocos versos, anuncio de algo todaVJ,:-. no logrado sobre pués sonó la campanilla: el co- el papel hostil.

GALERIA DE BANCARIOS ILUSTRES

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2111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111.::

J'

• -¿Qué estás haciendo?

-Buscando una. forma honesta de

ganarme tia vida..

-¡Magnífico! No tendrás mucha

competencia.

�/1111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111.lllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllíf.

D

ESDE el momento en que la primera pareja hubo de avergon­ zarse por su desnudez, mucha agua ha corrido bajo los puentes. Sólo los muy niños o los muy salvajes continúan sin esfuerzo en la etapa edénica. Los demás hemos superado el taparrabos, compli­ cando gradualmente los primeros esbozos de vestido. Las necesi­ dades materiales y las exigencias éticas y estéticas han concurrido para que el hombre -único ser que, como dice Plinio, es lanzado desnudo sobre la tierra desnuda- se llene de atuendos ,hasta dejar sólo visibles la cara y las manos, cuando aquélla no se cubre con velos o antifaces, o éstas con guantes.

ALGO

Tanto se ha dicho de las modas femeninas, que convendrá ha­ cer justicia a ciertas prendas del sexo íuerte, siquiera sea para mostrar que el hombre lleva encima, como preciosa carga de siglos, la más curiosa y abigarrada mezcla. Comencemos po r algo fundamental: los pantalones. Su origen se remonta a las bragas de los galos y a los calzones de los orientales. Y nos consta que, en épocas del Im­ perio Romano, un ciudadano que llevaba pantalones era mirado como extraivagante y afeminado, pues su uso presuponía una dudosa ten­ dencia por lo exótico. En cuanto al nombre, viene de Pantalón, ¡:er­ sonaje de la comedia italiana, el cual llevaba calzas a la marinera que bajaban hasta los tobillos.

SOBRE 1 N D U M E N ·r A R I A 34

CENTRAL

Y, hablando de calzas, convie­ ne aclarar que, según las varia­ ciones de la moda, es frecuente la confusión de tales calzas con las bragas -o pantalones- y con las medias. Ello se debe a que en los documentos medie­ vales a veces aparecen denomi­ nadas calzas las vestiduras de ¡:unto ceñidas a la pierna que después se llamaron mallas. Cal­ zas enteras eran las que cubrían d pie y la pierna. Las había con


Algo sobre indumentaria suela de cuero. Desde mediados del siglo catorce 'hasta fines del siglo quince se generalizaron las calzas completas, que iban desde el pie hasta la cintura, ajustán­ dose al talle por medio de nudos o herretes. Las mujeres las lle­ vaban separadas, o sea, una pa­ ra cada pierna, sujetas con· ligas, tomando desde el siglo dieciséis el nombre de medias. Entre los hcmbres, también se llamaron medias calzas, o simplemente me­ dias, las que no pasaban de la rodilla. Por aquel entonces, los caballeros comenzaron a usar calzas anchas, como los gregües ­ cos. a las que se dió el nombre de calzones, que, cuando no lle­ gaban a la media pierna, se deno­ minaban calzones cortos. Y cuan­ do las calzas quedan muy, pero mu.y reducidas, ocultas 'POr deba­ jo del zapato, pues entonces las llamamos . . . calcetines. E s t o tampoco es nuevo, pues, entre otros antepasados, la p r e n d a cuenta con el calcetón, que era

CHARLAS

u.n paño o lienzo que usaban de­ bajo de la bota .de montar los soldados de ciertos cuerpos de caballería. E r a generalmente blanco y se lo llamaba vulgar­ mente boca.botín. Y pasemos a otro detalle de la indumentaria mas::ulina: la corbata. Su origen es militar, pues fué difundida por los cróa­ tas que, en los primeros siglos de la edad moderna, sirvieron co­ mo mercenarios en diversas re­ giones de Europa. 'Dales solda­ dos de Croacia, de los que existía en Francia un regimiento real en tiempos de la toma de la Basti­ lla, eran conocidos en París con el nombre de "era.vates" y por ello la prenda se llamó también "craivate" -corbata-, paño con que cubrían el cuello, y cuyas puntas pendían sobre el pec·ho. De los za ·patos es muc:10 lo que podría decirse: baste señalar que nada de nuevo tiene la ten­ dencia de presentar esas formas estrechas y terminadas en punta que hoy lucen algunos elegantes

a costa de sacrificios. En los si­ glos trece y catorce se extendió por toda Europa la costurnbre francesa de los brodequines pun­ tiagudos. La punta era más o menos larga según la condición social de la persona. Los de un príncipe eran de más de dos pies; los de un barón o conde, algo más cortos; menores los c,le un caballero; mínimos los de la gen­ te vulgar. Pero a veces razones de ortopedia influían en tales manías: se dice que 'Enrique Il de Inglaterra introdujo esa moda i;-orque tenía los pies muy lar­ gos, y no falta quien afirme que, para disimular sus grandes jua­ netes, el duque de Lerma adoptó los zapatos cuadrados, uso que siguieron los cortesanos. Similares razones de comodi­ dad llevarían a los indígenas de América del Norte a utiliz,ar ese calzado de piel o cuero sin curtir que, casi irreconocible ya en al­ gunas formas actuales , conserva aún su nombre primitivo: el de mocasín.

DE CINE

(Viene de La, pág. 13)

le acometió dicha manía, reflejada en la siguiente forma: cuando se llegaba a un recitado pleno de sabor shakespeariano, este buen señor, para dar el tono, traducía echando mano del estilo más furioso, cambiando el orden de las palabras para "hablar en difícil". Con ello, el público ya com­ prendería que venía la parte "clásica", vale de­ cir, cargante y artificiosa ... De más está insistir en el enorme daño que tales desviaciones pedantes hacen a la cultura. Muchos hombres de preparación media van re­ trayéndose ante lo que ellos · llegan a considerar como imposibilidad ¡:ara acercarse a las fuentes de la más pura belleza, y que, en realidad de ver­ dad, no es más que resultado de la petulancia o de la falta de conocimientos de quienes deberían brindarnos esas joyas con la mayor sencillez po­ sible para no empañar su. brillo. El día en que productores, directores y acto­ res comprendan cabalmente que por la ruta de la llaneza se harán más asequibles en la pantalla las obras maestras del pensamiento, el público perderá su resistencia hacia los que ahora sólo aparecen como sombras temibles o sagrados mons­ truos, evocadores del amargo sabor de las repe­ ticiones escolares .

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F.i11111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111�


S!' L progresista virrey J u a n (0 José de Vértiz y Salcedo había hecho construir, a fines del siglo XVIII, un teatro en el para­ je denominado de la Ranchería, pero en la noche del 16 de agosto de 1792 uno de los cohetes dis­ parados en celebración de una ce­ remonia religiosa cercana <lió en el techo de la primitiva construc­ ción, que a poco quedó reducida a cenizas. Por allí se ubicaría años después el Mercado Viejo, des­ truido también por la acción del tiempo y del progreso. Don José Antonio 'Wilde, en su sabroso libro "Buenos Aires se­ tenta años atrás" de:lica un capí­ tulo pleno de sugestiones a esa primera época del teatro porteño. Pasa por sus memorias el recuer­ do del primitivo Coliseo, destruí­ El repartidor de pan, wn.-0 de los tipos populares del Btienos do también, el martes de Carna­ Aires de la co!onia. val de 1832, por el incendio de un depósito de maderas. Mejor suerte la cabría a l.a sala de la Casa de Comedias, o Teatro Argentino, construído a comienzos del siglo pasado frente a la iglesia de la Merced. No era, por cierto, un modelo de arquitectura, pues su frente carecía de todo ornato, y la entrada parecía la de un galpón. /Pero hasta 1833, año en que se edificó el Teatro de la Victoria, fué centro obligado de manifestaciones escénicas. Co­ mo tal, no podemos olvidarlo. \Penetremos en su interior, acompañados por el mismo Wilde, ama­ ble cicerone que desde su libro nos dice que los

DEL TEATRO por

., S ( LA [ O M ( DI A ( S P ( J O Dt LA VIDA" - Andrés Rey de Artieda 36

• CENTRAL

(LAQU�

decorados, bastante pobres, habían sido pintados, en su mayor parte, por el maquinista de la sala, don Mariano Pizarro. En cuanto al telón de boca y los bastidores eran resultado de la buena voluntad y el mal gusto de los aficionados, generalmente extranje­ ros y de paso por el país. Agreguemos que el apuntador, un tal Insúa, hablaba siempre en voz tan alta que el públi.co oía por anticipado la pieza entera. En cuanto a la maquinaria teatral, apunta Wilde que no es­ taba ciertamente muy adelantada, y, como prue­ ba, nos narra la manera en que se subía y bajaba el telón. "Para subirlo, colocábanse uno o dos hombres de cada lado, en la parte más alta de la boca del proscenio, detrás del telón, entre las bambalinas; allí permanecían sentados. Cuando se hacía la señal para subir el telón, abandonaban


Otra imagen del Buenos Aires col0nial.

su asiento, y, bien asidos de las cuerdas, des­ cendían al suel o por su propio peso", haciendo, en cierto modo, función de poleas. El telón subía a medida que ellos bajaban. Aseguraban luego las gruesas cuerdas en unos postes destinados al efac­ to. Cuando querían que el telón bajara, soltaban las cuerdas, dice Wilde, como quien suelta el hilo de un barrilete. El público no podía quejarse, porque el precio estaba en consonancia. Apenas unos centavos pa­ ra la entra::la general, y hasta había descuentos para los que se abonaban por temporada. La pla­ tea contenía alrededor de 250 asientos. Las lune­ tas, algo más caras, estaban constituídas por unos bancos largos y muy estrechos. Este sitio jamás era ocupado por las damas, que preferían los pal­ cos, cuyo precio o,:.::ilaba entre dos y tres pesos. Un detalle curioso: en cada palco cabían varios asien1cos, pero ellos no estaban comprendidos en el precio. Había, pues, que pagar extra, o traer las sillas de casa. Ante el proscenio figuraba la inscripción: "Es la comedia espejo de la vida", verso tomado del autor español Andrés Rey de Art:eda. Enfrente estaba el palco de Gobierno, decorado con c:ntas de colores patrios. La cazuela era ocupada por hombres o por las damas que no deseaban o no podían ir con tocados suntuosos, porque en ese sentido los palcos constituían la más variada muestra de gustos, que a veces llegaban a entor­ pecer la visual de los caballeros, como cuando se implantó, la moda de las peinetas descomunales, que tanto dinero aportarían al aprovechado señor Masculino, propulsor de tal extravaganc:a. Bastante numerosa era la orquesta del Teatro Argentino, aunque no siempre la veintena de eje­ cutantes estuviesen de acuerdo en la interpreta­ -ción del limita::lo repertorio. Sólo cuando el maes­ tro Massoni se hizo cargo de la batuta hubo con­ ·Cordancia absoluta de sonidos. El maquinista Pizarro andaba a veces escaso de dinero, y salvaba la penura preparando en su beneficio al;guna función de tramoya, es decir, una· representación en que se efectuaban trans-

formaciones imprevistas, mientras los personajes salían volando por la escena. Estas cosas asom­ braban al público siempre y cuando no fallase el artificio, caso en el cual los trucos quedaban en evidencia, ante los siseos del recatado concurso. Por l.o demás, eso de dar beneficios era cosa tan corriente que los actores, llegado su turno en la prebenda, acostumbraban anunciar su pro­ pia función, y repartían personalmente los im­ presos en que se hacía alabanza de sus méritos y de los del público. Pero éste era paciente y gene­ roso, y sabía premiar a esos primeros luchadores que embellecían con su empeño aquellas veladas de candil, que tenían algo de hogareño y mu.cho de heroico.

MEDIAS

PARIS CENTRAL

37


1

AERONAU.TICA

DEPORTIVA L

A aviac:ón civil o avia·ción con motor se practica con avionetas o aviones de esca­ sa potencia eu aeroclubes o en escuelas de vuelo, cuyas actividades son fiscalizadas por el Ministerio de Aeronáutica. En los alrededores de Buenos Aires hay algunas escuelas privadas de vuelo, pero en. la mayor parte del -país la instrucción se imparte en aeroclubes. Estos son, como su nombre fo indica, clubes dedicados es­ pecialmente a lo s deportes aéreos. La instruc­ ción en sí es idéntica en todos los casos, con la única diferencia que puede imprimir el fac­ tor humano en los distintos instructores. Para in-iciar un curso, el interesado, después de hacerse soc:o de un aeroclub, debe cumplir ciertos trámites ante el Ministerio de Aeronáutica a fin de que se lo autorice a ha·cer uso de avionetas de 'propiedad del Estado. Uno de estos trámites consiste en un examen psi­ cofísico a cargo de un médico especialmente autorizado. To­ do piloto se somete a este examen por Jo menos una vez al año. Recib:do el permiso oficial, el alumno piloto queda a cargo de un instructor (cada club tiene uno o más). 1.-0s conocimientos teóricos se adquieren gradualmente, por con­ sulta con instructores y mecánicos. La instrucción ,práctica es un proceso de imitación. En un avión con comandos dobles e intercomunicados, el instruc­ tor vuela llevando al alumno como acompañante. Ambos se ub,:can con las manos sobre la palanca y el acelerador, y los pies sobre los pedailes, de modo que el alumno advierte todo movimiento del instructor y éste, después, controla estrecha­ mente los movimientos del alumno. Así se aprende a decolar, volar en línea recta, hacer virajes y toda otra maniobra y aterrizar. Poco a poco se van conociendo distintas técnicas, hasta que con un mínimo de ocho horas de vuelo en "dob!e comando", con instructor, y con Ja autorización de éste, el

POR

J O SE MANUEL ROCA

Charles Lindbergh

'"'as''

mundiaL :le aviaición.

3';'

1

NOTA

alumno corona la primera victoria de su carrera: el primer vuelo solo. Después del primer "decolage" sin tutela, ,el novato afloja sus nervios con alaridos, palmoteos, lágrimas, carcajadas y toda suerte de exte­ riorizaciones ruidosas. En este ca­ so, por regla general, el alumno grit a después de decolar, y el ins­ tructor después de aterrizar. Los gritos del instructor son, .por su­ puesto, las críticas que el alumno merece en su desempeño. Después que un alumno vuela solo, es ob­ servado desde el suelo o desde otros av,:ones, y de tanto en tanto el ins­ tructor lo acompaña para verific:1r los progresos logrados o la posible adquisición de defectos. Cumplido el tiempo reglamentario de vuelo y conocidos "todos los secretos", un inspector toma los corr.espondientes exámenes p rácticos, que se comple­ mentan con una prueba escrita. Los aspirante s que egresan se conv,:er­ ten en. "pilotos .privados", y a par­ tir de ese momenito comienzan a acumular horas, es decir, experien­ cia de vuelo, practicando distintas maniobras, navegaciones a otros ae­ ródromos, a,crobada, et'.:. Los aviones en que vuelan alum­ nos se distinguen por un banderín rojo para qu.e los demás pilotos en vuelo cuiden de no acercárseles. La vida de los aeroclubes se ma­ tiza a menudo con episodios varia­ dos, tales como el ocurrido hace unos años en una provincia medi­ terrán.ea. El presidente del club había comprado una avioneta d e comando simplificado, e s decir, sin . pedales y a prueba de todo lo ma­ lo que pueda ocwTirle a un neó­ fito .en un avión común (tirabuzón, pérdida, etc.). Este buen, señor no era piloto, pero sabía que su avión era muy bonito, que al apretar tal cotón ponía en marcha el motor, al to·::ar tal pedal frenaba, etc. Así las cosas. Jlegó de visita al club un ofi­ cial de la aeronáutica militar. El señor presidente igr:oraba que no


todos los oficiales son pilotos, y creyó que lo más oportuno era in­ vitarlo a dar una vuelta en su avión nuevo. Se acomodaron en la cabina, el dueño de la máquina la puso en .marcha, hablaron de la ca­ za de la perdiz, del tiempo, de las polleras largas y otras cosas, y ca­ rretearon hasta la cabecera o ex­ tremo de la pista. Al a:elerar el motor, la avioneta ganó velocidad y altura y no tardaron en ver los alrededores del club desde otro án­ gulo más amplio . En eso estaban cuando el orgulloso anfitrión ofre­ ció los comandos a su huésped. Es­ te repuso humildemente, mostran­ do sus doradas insignias, que su es­ pecial,:dad era la fotografa aérea ¡y que jamás había piloteado! ... La­ mento que la escena no se haya podido filmar. Eran dos personas a bordo de un avión, a 600 metros del suelo y al que no sabían cómo lle­ gar sin. romperse la crisma. Afor­ tunadamente triunfó la razón; re­ cordaron las virtudes de la maqui­ nita y al cabo de tres o cuatro tra­ gicómicas maniobras que obligaron a sus¡:e. nder toda otra actividad en la pista, lograron aten•zar. Así ter­ minó el episodio. Hemos visto, a grandes rasgos, el curso de piloto civil. Lógicamente, toda hora que se agrega al historial es una garantía má s de suficienda, seguridad .e idoneidad. Para llegar a ser piloto comerc:al hace falla un mir..imo de 200 horas de vuelo co­ mo piloto privado y un curso teó­ rico práctico en la Escuela Nacional de Aeronáutica u otra incorporada. En todos los casos, las autoridades aeronáuticas y el médico dan la úl­ tima palabra sobre la capacidad de un piloto. Como en lodo club, se realizan competencias de diversa índole, ta­ les como concursos de aterrizajes en que se pone a prueba la pre­ cisión de las maniobras y se estimu­ la la mejor preparación y el per­ manente entrenamiento. También se realizan carreras aéreas de regu­ laridad que abarcan todas o casi to­ das las .provincias. A menudo cola­ boran en los festivales los para­ caidistas civiles. que se forman en algunos aeroclubes que han incor­ porado esa modalidad. En paracai­ dismo. la Argentina tiene algunos récords sudamericanos y mundia­ les. Como es de imaginar, todo fes­ tival aeronáutico term·na con asa­ do y baile, circunstancias éstas pn que se pone de manifiesto el esoi­ rit11 juvenil que anima a todos los cultores del vuelo, cualquiera sea la edad registrada en los documen­ tos. Consideraremos ahora la forma­ ción de los volovelistas . Dentro de todas las actividades aeronáuticas, ésta es precisamente la deporfva por excelencia. Se trata de un c_:12porte científico, al que la aeronau-

1

\ Lica debe la mayor parte de su pro­ digioso adelanto. Para ini:iar lo aue oficialmente s2 llama curso de "piloto de avión sin motor" se requiere ser socio de un club de planeadores. de los cua­ les hay .más de veinte . .en. el pa!s: Y c.umplir después los tr2.m tes of1c!a­ les indicados para el curso de avia­ ción civil. La instrucción con:,\. a de varios cursos: A, B, C, .perfeccio­ namiento, a::robacia· y remolque p�r avión. El de acrobacia es optati­ vo, pero el último es. indispensable para poder intervenir en concur­ sos. Hasta hace pocos años se apren­ día a volar en planeadores o "des­ lizadores" elementales, conocí d o s como "primarios", de construcción muy sólida,de velocidad y perfor­ mance muy bajas, pero muy segu­ ros 'Para el pricipiante. Se ini.cia­ ba 21 cu1·so con un tema denomrna­ do ··prácti::a fija'', en que el alum-

no sentado en el primario detenido, tr�taba de mantenerlo dere c h o aprovechar.do el viento de los co­ mandos. Posteriorm2nte el •·prima­ rio" era remol�ado con un auto­ móvil aunque sin volar todavía, hasta' que el alumno "carreteaba", o sea que corría por el camp� �ei:­ tado en el planeador y fam11Jar1zándose con sus comandos hasta conseguir reacciones instintivas o automáticas. Después venia la par­ te emocior.an•te: el "aligeramiento", en que se permitía dar el planea­ dor algunos saltos de 1 ó 2 metros de altura, siempre remolcado por el auto. Al término de la prueba se le ha::ia al novato la elási�a pre­ gunta: "¿A qué a.Jtura volaste?" La respuesta generaJmente daba cuenta de decenas de metros: 10, 50 o más, cuando en verdad no ha­ bía alcanzado a 3 metros. Luego, Y siempr,e en forma gradual, se iban

CENTRAL

39


haciendo planeos en línea recta, hasta que se autorizaba al alumno a cortar el remolque en el aire y aterrizar solo. Los planeos aumen­ taban en longitud y altura y se perfeccionaban los aterrizajes en todos los estilos, hasta cabeza aba­ jo. Las condiciones de seguridad del primario son tan extraordina­ rias, que hast a en sHuaciones to­ talmente fuera de lo convencional aseguraban al alumno contra todo peligro. En verdad, el mayor peli­ gro está en las "ceremonias" con que se celebran las graduaciones de i:uevos pilotos, los errores du­ rante el curso o las situa:iones rarí­ simas que sólo un neófito puede crear en determinados momentos. Estas ceremonias -decía- incluyen desde el simple convite en el buffot hast a las más depuradas técnicas de aplicac.'ón de judo, inmersión forzada, baño de barro, r:udismo, se­ cuestro y afines. Ter, mina el curso A cuando el alumno vuela en primario hacien­ do pequeñas desviaciones controla­ das, que no llegan a ser virajes y que culminan en un perfe-:to ate­ rrizaje. En el curso B se remolca­ ba el primario a mayor altura, 250 metros, y se aprendía a hacer vi1·ajes a ambos lados y aterrizar con gran precisión en un lui:?ar estable­ cido antes del vuelo. El curso d e perfeccionamiento servía para pu­ lir el curso B tripulando planeado­ res secundarios, o sea máquinas de mejor rendimiento y velocidad, con cabina e instrumentos. Toda esta primera parte del curso fué mo­ derr izada. y ahora es mucho más sencilla. Desde el primer día, el instructor y el alumno se sientan en un planeador biplaza y salen a volar. remolcados por un av:ón, cumpliendo el proceso de imitación ya mencionado para la aviación con motor. Así, el curso el más barato. más rápido, y según los resultados ya comprobados, el alumno gana 40

C EN 'r R A L

más seguridad de acción y se adap­ ta más Iáci!mente a otros tipos de máquinas. No obstante, los que hi­ cimos el curso en primarios sent:­ mos por ese armatoste un entraña­ ble y bien ganado cariño. Hasta ahora me he referido al vuelo sin motor casi exclusivamen­ te desde el punto de vista de su ap,rendizaje, pero es muy importan­ te recordar su gran valor como de­ porte, ya que los volovelistas ac­ túan en grupos, denominados bri­ gadas, que generalmente tienen a su cargo un planeador. La consti­ tución de bri,gadas obliga a sus in­ tegrantes al cumplimiento de todas las reglas del compañerismo y la camaradería. La cooperación entre socios debe ser estrecha o no se vuela, y a menudo varios pilotos se privan volutariamente de volar para dar oportunidad de cumplir una posible prueba o batir deter­ minado récord al más capacitado para ello o a un compañero elegido por sorteo. Durante el curso, el alumno que llega primero al cam­ po es el pr'mero en volar, y el que llega último cumple funciones de "fichero" (controla y anota los vuelos con minutos y segundos), vuela en último término y dirige el orden de rotación de la brigada. Para ter.er derecho a volar debe acreditarse cierto número de horas de trabajo en el taller. El fin de rsta medida, a·parte de crear há­ bitos de trabajo. es la de que cada

piloto sepa cons�ientemente en qué vuela. Sólo construy.endo o repa­ rando maqu,.nas y volando alterna­ damente puede apr.eciarse la ver­ dadera estructura y tolerancia de !os distintos planeadores. Se cum­ ple así .el lema del volovelismo, que es: construir, volar, investigar. Ac­ tualmente, en algunos clubes cer­ canos a grandes ciudades el traba­ jo de taller puede redimirse con dinero. Ello se justifica en la prác­ tica, porque debido al ritmo febril de las grandes urbes, un hombre que trabaja diariamente 11 ó 12 horas por día no puede concurrir al tailler del club, donde dógicamen­ te habría de ajustarse a un deter­ minado horario. De todos modos, son muy frecuentes las reuniones, formales o no, entre instructores y alumnos, para discutir toda clase de aspectos técnicos y cambiar infi­ nidad de preguntas. Los días de llu­ via o los no aptos para volar se aprovechan de algún modo. Así �I volovetsmo va estrechamente uni­ do a un sinnúmero de virtudes y buenos sentimientos propios de la vid a campestre. la camaradería, el trabajo sin distinción de categorí;is y, en grado superlativo, el vuelo silencioso con sus impagables atrac­ tivos. Negar esta intima relación es aesvit,tuar esta act'vidad esencial­ mente deportiva y científica. El lector habrá notado que se menciona indistintamente vuelo a vela, volovelismo, vuelo sin motor, vuelo silencioso, planeo, etc . En tér­ minos .generales, todo se refiere a vuelo en planeador. Pero ahora de­ limitaremos las dos modalidad�s principales. Vuelo s'lencioso, vuelo sin motor o planeo significa lógica­ mente vuelo en planeador en sen­ tido amplio; pero volovelismo o vuelo a vela es algo más que eso: significa también vuelo en planea­ dor, pero con aprovechamiento de las corrientes aéreas naturales. Un planeador se remoka con automó­ vil, avión o torno. Si a partir del lugar en que se encuentra al fina­ lizar el remolque vuela efectuando cualouier maniobra con su carac­ terística pérdida gradual de altura hasta aterrizar. habrá planeado o volado sin motor; pero si gana al­ tura o se man-tiene en el aire más tiempo de lo que le correspondería de no med'ar esta circunstancia, er.fonces habrá volado a vela. Vo­ lar a vel a es, entorces. el objetivo I'

/

.,


directo del vuelo sin motor. Es de imaginar que para aprovechar las corrientes ascendentes aéreas el pi­ loto debe tener conocimientos si­ quiera elementales de meteorología. Así se logra una interesante iden­ tificación con la naturaleza. Hace pocos meses, el 30 de octubre de 1956, dos planeadores argentinos fueron remolcados en Bariloche has­ ta 300 metros de a.Jtura. Sub'eron en virtud de los principios ya enu'.1ciados y lograron cruzar la cordi­ llera de los Andes, hazaña sin pre­ cedentes en el mundo y queda bue,na idea de las posibilidades de este tipo de vuelo. Oportunamen­ te haremos conocer a los lectores los detalJ.es de esta · travesía, se ,g'ún el relato de sus protagonistas, los señores Claudio Dori y Heinz Schei­ dauer. Como el volovelismo se practica e n todo el mundo, se reaL:zan com­ petencias regionales, nacionales, in­ ternacionales y mundiales. El em­ blema que distingue al volovelista es un pequeño circu,lo azul con las iniciales de su país y una gaviota plateada por cada curso aprobado. Tres gaviotas repr.esentan el ctu·so "C". Posteriormente, y como premio al cumplimiento de mayores exi­ genc:as, los distintivos se orlan con

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laureles de plata, oro o roble. y por último se colocan ojos de dia­ mante a las gaviotas. Hay poquísi­ mos "C" de diamante en e.J mun­ do. En nuestro país, si bien todavía no hay ninguno. existen pi,lotos que ostentan uno o dos diamantes, ya que se van ganando de a uno. La

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Argentina está reconocida en el mundo como uno de los países con pilotos más capaces. El día que con­ temos con equipos que, dadas las cir::unstancias, no están ahora a nuestro alcance, podremos ocupar un lugar muv destacado en el con­ cierto mundia 1.

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CENTRAL

41


variante ya desusada, pero sumamente peligrosu, por las complicaciones que encierra 4- . . . P3D adoptando una continuación pasiva 5 67 8 9 10

C3A A5C A2D P4R PxP C5D

CD2D P3TR 0-0 P4R PxP

Esta jugada rnsulta evidentemente inferior, ya que el cambio de alfiles perjudicará al bando

hoy esta sec­ I NICIAMOS ción con el análisis de la

partida que nuestro representan­ te del tablero NQ 1, señor José J. Paradela jugó contra el cam­ peón argentino, señor Raúl San­ guineti, quien enfrentó a los ju­ gadores de nuestro Club en diez simultáneas, en ocasión de inau­ gurarse las instalaciones de la institución. BLANCAS Paradela 12 34-

P4D iP'4AD C3AD D2A

NEGRAS Sanguineti C3AR P3R A5C

Ante la muy en bog�1 defensa Nimzowi:tch, el blanco juega una

blanco. Obsérvese que de los alfiles que quedarán en la lucha, el negro será muy superior debido a la conformación de peones dispuesta. 10- ... 11 - C,aA desalojando al intruso. 12- C3R

A.xAj. ¡>3A

Hubiera resultado más efectivo CxC, seguido de C3A o A2R, es decir, simplificando para ablandar un tanto la presión que comienza a ejer­ cer las piezas negras. 42

CENTRAL


12 - ... 13 - A2R

buscando fortificarse en

14 - C3A 15 - D3D

5D.

CxA C3R C5D

Lógicamente, el cambio de caball.os daría al negro un 'Peligroso peón pasado.

15 - ... 16 - PxC

CxC D2R

evitando el cambio de damas con buen criterio, ya que se desea conservar esta pieza luego de haber obtenido un mejor planteamiento.

17 - 0-0-0

Las blancas tratan de imprimir a la partida un .desarrollo violento en vista de su posición desfavorable 17 - ... C4T buscando la debilidad del punto 5A.

18 19 20 21

-

D6D TxD R2D TRlD

DxD C5A

A3R

Indudablemente el blanco ha mejorado un tanto su posición. Las torres actuarán ahora en la columna abierta y el rey tratará de resolver el :problema que crea el fuerte caballo negro.

21 - 21...

P4TD

Una demostración en el flanco dama, !tenien­ do en cuenta que el centro está dominado por el adversar:o.

22 - RlR 23 - Tl2D

TRlR RlA

llevando al rey a colaborar para el cambio de torres y tratando de entrar en un final de aliiles y caballos favorable.

24 - P3TD

R2R

Se juega con gran cautela por ambas partes. No se vislumbra un plan que permita inclinar las accir,nes a favor de uno de los dos bandos. 25 - P5A P5T fijando peones con miras a un final.

26 - A4A

Es necesario cambiar el ominoso alfil por el fuerte alfil negro, ya que ahí reside la diferencia posicional que favorece a las negras.

26 27 28 29

-

... RlD PxTj. AxiA

TRlD TxT R2D RxA

Si CxA; 30 - C4A con dos graves amenazas CxP y C6Cj. Inesperadamente, la partida ha da­ do un vuelvo fundamental. 30 - C5A El blanco equivoca en forma lamentable el procedimiento de asalto a la posición negra. Ju­ gando igual.mente 30 -C4A se amenaza C6C con fuerza incontenible.

30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46

- C>QP - R2A - PxP ._ P7D - R3A - R4A - T1D - T6D - CxP,i. - TxCj. - T6C - T7Cj. - T6Cj. - T7Cj. - T2C - P4T

P3CR P4AR R3A PxP C3R TlA

R2R

RlD

R2R

TxC RxP TxP

R3D R2A R3C T6CD

T6T Al llegar a esta altura del juego, se alcanza una situación potencial de paridad, por lo que las blancas sugieren tablas. Las negras no acep­ tan, pero el ulterior desarrollo confirma el plan­ teo propuesto, ya que se llega a un final de torres y peones de neto equilibrio. El maestro Sangui­ neti, no obstante, maniobra con habilidad, a la espera de alguna imperfección en el juego de nuestro representante. Este, a pesar de su ma:g­ nífico desempeño, paga tributo a la mayor expe­ riencia del campeón, que logra imponer la po­ sición de un peón, hasta llevarlo a coronar. Ante tal amenaza, las blancas abandonan.

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ACTUALIDAD

Deportiva

SE INICIARON LOS TORJNEOS INTERBANCARIOS DE FUTBOL DE 1957

EN

la segunda quincena del mes de marzo último dió comienzo la temporada oficial ínter­ bancaria de fútbol que patrocina la Asociación Bancaria Argentina de Deportes. Este año la actividad en el popular deporte ofrece una nueva modalidad, ya que por primera vez se está disputando el tradicional torneo "Co­ pa de Competencia" con anterioridad al campeo­ nato anual, cuya iniciación tendrá lugar a me­ diados del mes de abril. La· medida adoptada en tal sentido por la A.B.tA.D. nos parece muy acertada, pues ello per­ mitirá a los distintos equipos que tomarán parte en el certamen alcanzar una adecuada prepara­ ción luego de la prolongada inactividad impuesta por la temporada de verano. Nuestros equipos representativos se hallan lis­ tos ya para intervenir en la importante compe­ ten::1a, en Ja que, no dudamos, habrán de cumplir, como en años. anteriores, destacada actua::ión. DISTRIBUCION DE iPREMIOS La Subcomisión de Premios del Club ha dado término a los preparativos para proceder a Ju distribución de l.os trnfeos obtenidos por nues­ tros deportistas en los torneos bancarios de In temporada de 1955 y los correspondientes a los concursos internos llevados a cabo durante el año 1956. En consecuencia, y de acuerdo con lo que nos informa la C. D., el correspondiente acto de en­ trega se cumplirá en el curso de la primera quincena de mayo próximo, en lugar y fecha qu:i oportunamente serán dados a conocer. 44

CENTRAL

Los 1•re111 ios

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Trofeo "Hor.orable Directorio del Banco Central de la República Argentina" y demás premios que se disputarán en, la Olimpiada. Interna.

SE CONSTITUYO LA COMISION ESPE:IAL ORJ3ANIZAD()R:AJ DiE LA Ol.LMPIADA IN""TERNA De acuerdo con lo que anunciáramo¡;, la Comi­ sión Directiva ha designado la Comisión Especial a cuyo cargo estará la organización y fiscaliza­ ción de la Ol"mpíada Interna, cuya disputa será reanudada en el corriente año. Dicha comisión, constituída en un acto reali­ zado a fines de febrero último, es presidida por el señor José V. R. Aubert e iffiegrada además por los señores José D. Cocina, José A. Guanziro­ li, Guillermo A. Mülli y Camilo S. Mondelo, todos destacados y entusiastas deportistas de la en­ tidad. Aun cuando la comisión de referencia no ha producido el informe correspondiente, pode-


Actualidad Deportiva mos anticipar que se encuentra trabajando in­ tensamente en la confección de los reglamento:, que regirán la disputa de las numerosas activida­ des que comprenderá la importante competición y que, como primera medida, ha llegado a un acuerdo para proponer a la C. D. que la misma se lleve a cabo en los meses de septiembre octu­ bre, época del año en que todos los deportistas habrán alcanzado su mejor grado de preparación. En el próximo número de CE>1TRAL darzmos amplias referencias resp::-::to de este intercs:mb evento, cuya realización constituirá, sin lug-:ir a dudas. el mayor acontecim'ento dzportivo ¡nter­ no de nuestra institución. COMIENZA LA TEMPORADA INTERNA CON LOS TORNEOS DE FUTBOL Y BASQUETBOL El anuncio de que se realizan los preparativo.;; previos para iniciat· la disputa de los campzona­ tos internos de fútbol y de básquetbol cones­ pondientes a la temporada 1957 ha provoca:!o v·sible entusiasmo entre los numerosos asocia­ dos aficionados a dichos deportes. Las sub::omisiones respectivas, que, como siem­ pre, desarrollan in"ensa labor, han dado a cono­ cer las correspondientes reglamentaciones, de­ clarando abiertas las :nscripciones hasta me:lia­ dos del mes de abril. Según referencias que hemos obtenido, los citados torneo s -cuyas características serán si­ milares a las del año anterior, salvo que se reali­ zarán por puntos en lugar de doble eHminaciór.­ contarán con numerosos equipos participantes, lo que permite anticipar el éxito que seguramenb habrán de alcanzar.

El Collar

¿ Qué habría ocurrido si no hubiese extraviado ese collar? ¿Quién ;;abe? ¡Qué extrafia es la vida! ¡Qué mudable! ¡Qué poca cosa es suficiente para perderse o salvarse!

Un domingo, la sefiora Loisel fué a dar un paseo por los Campos Elíseos, para distraerse de las difi­ cultades de la semana. De pronto, reparó en una mujer que paseaba con una criatura. Era ;;u amiga, In sefiora Forestic-r, siempre joven, siempre hermosa, siemp1 e seductora. La señora Loiscl se emocionó. ¿ Le hablaría? Sí, por supuesto, y ahora, que había pagado, le contaría todo. ¿ Por qué no'! Se acercó. -Buen día, Juana. La otra no la reconocía, extrañ:índose de ser tra­ tada tan familiarmente por esa mujer ele pueblo. Bal­ buceó: -Pero sefiora . . . No sé ... Debe de confundirse. -No. Soy i\latilde Loisel. Su amiga lanzó un grito. -¡Oh! ... i\latilde quuida ... ¡Cómo has cambiado! -¡Sí . .. He pasado días muy duros desde que nos separamos ... .illucha miseria ... y todo por tu causa! -¿Por mi causa? ¿Cómo? -¿ Recuerdas el collar de diamantes que me prestaste para la fiesl:I del i\linisterio? -Sí ¿Y? -Y ... ¡Lo perdí! -¿Cómo? ¡ Si me lo devolviste! -Te devolví otro igual. Y me costó diez afios pagarlo. Comprenderás que no era f:ícil para nosotros. que nada teníamos . .. ¡ Bueno! ¡ Eso ya pasó. y estoy contenta! La señora Forestier se había quedado pensativa. -¿ Dices que comp1·aste otro collar de diamantes para reemplazar el mío? -Sí. ¿ Tú no te diste cuenta, ch? ¡ Eran tan pareci.:los! Y sonreía, orgullosa e ingenua. La señora Forestie1·, emocionada, le tomó las manos. -¡Oh. mi pobre l\Iatilde! ¡Pero ... si mi collar era falso! ¡ ::,.i'o valía mús de quinientos francos ... !

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Administración: (Viene de la pág. 32)

lrnsura. y subió el ag-ua, 1>enosamcnle, deteniéndo�e en cada piso para tomar aliento. Vestida como ur:1 mujer de pueblo íué al mercado, al almacén, a la carnicería, con la cesta bajo el brazo, regateando, 1·ecibicndo insulto;;, defendiendo centavo a centavo su miserable dinero. Cada mes era preciso pag-ar vencimientos, renovar otros, ganar tiempo. El marido trabajaba, por la no­ che, llevando las cuentas de un comerciante, y a veces hacía copins a veinticinco centavos la púgina. Esta vida duró diez año!'. Al cabo de ellos, habían devuelto todo , lodo, con intereses usurarios, con acumulaciones, con todo. La señora Loiscl parecía vieja ahora. Se había tor­ nado una mujer fuerte, clm·a, ruda, la de los hog-ares pobres. :\la! peinada. con las polleras torcidas y las manos enrojecidas, hablaba alta y fregaba los pisos a balclazos. Pero a veces, cunnclo su marido estaba en la oficina, se sentaba a la ventana y pensaba en el baile de antaño, en aquella noche en que había sido tan cortejada, en que había estado tan hermosa ...

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