Castilla Portugal, M. (1897)La República Argentina : su historia, geografía, industria y costumbres.

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LA

REPÚBLICA ARGENTINA - -� -

SU HISTORIA,

GEOGRAFÍA,

Y

COSTUMBRES

INDUSTRIA

BARCELONA

LrBRER.ÍA DE ANTONIO

J.

BASTINOS, EDITOR

CALLF.S DE PELAYO, i.i2 Y CONCEJO ll& CIENTO, ;JQG

1897


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�+ ES PROPIEDAD DEL EDITOR +�

Jmprenta de Jaime Jepús, Notariado, 9, Teléfono 151.-BARCELONA


REPÚBLICA AR.GENTINA :0{! Cádíz, á B111enQs, AJres.-ILª Ue:9aida.-Ir..ª1 capíta]

m� fa, R@pü!Q]kª1

Arg,fH1ltirtª1.

Más de una vez había oído hablar D. Francisco To­ rrecillas, de un país enormemente rico, de brillante porvenir y libre de todas las complicaciones que ha­ cían casi insostenible la vida en su país natal, y á pesar de las contradictorias opil�iones ele algunos ele sus ami­ gos ele Cácliz, que soslenía11 con gran acopio de datos, las malas condiciones económicas y sociales de la Re­ pública Argentina, pudo más en D. Francisco su espí­ ritu aventurero, y sin hacer caso de objeciones, tomó pasajes t-n1 uno de los vapores de la Compañía Trasat­ lántica española, decidido á conocer él y su familia ese tan mentado y discutido país, que por Lanlo tiempo ha sido el tema favorito de las conversaciones en Lodos los centros comerciales de Europa.


REPÚBLICA AR.GENTINA :0{! Cádíz, á B111enQs, AJres.-ILª Ue:9aida.-Ir..ª1 capíta]

m� fa, R@pü!Q]kª1

Arg,fH1ltirtª1.

Más de una vez había oído hablar D. Francisco To­ rrecillas, de un país enormemente rico, de brillante porvenir y libre de todas las complicaciones que ha­ cían casi insostenible la vida en su país natal, y á pesar de las contradictorias opil�iones ele algunos ele sus ami­ gos ele Cácliz, que soslenía11 con gran acopio de datos, las malas condiciones económicas y sociales de la Re­ pública Argentina, pudo más en D. Francisco su espí­ ritu aventurero, y sin hacer caso de objeciones, tomó pasajes t-n1 uno de los vapores de la Compañía Trasat­ lántica española, decidido á conocer él y su familia ese tan mentado y discutido país, que por Lanlo tiempo ha sido el tema favorito de las conversaciones en Lodos los centros comerciales de Europa.


-8La familia de D. Francisco Torrecillas, en otro tiem­ po acaudalado cosechero de San Lúcar, se componía de su esposa D.ª Agustina y dos hijos, Amelia y Eduardo, la primera de veinte afios y el segundo de dieciocho, este úllimo aprovechado estudiante de ingeniería, y to­ dos dos, ávidos por igual de conocer el mundo y sus ponderadas maravillas. Nuestro hombre no iba á ciegas, ni ignorante ue lo más esencial que le convenía saber sobre el país que se proponía visitar, pues sin contar con los periódicos que recibía, uo aparecía libro sobre la República Argentina que no leyera con avidez, anotando todo lo que le pa­ recía interesante y útil para el viaje que se había pro­ puesto. La despedida tle sus amigos en Cádiz fué conmovedo­ ra; parecía que ya no volYerían á verse ó que nuevo Cristóbal Colón, tendrían que arrostrar los temibles pe­ ligros de una larga y difícil navegación, en un barco fallo de elementos. No era así, sin embargo, y el espléncliuo vapor A nto­ nio LóJJe::, de la Trasallánlica, que muy acreditadas tiene sus excelentes condiciones marineras y el irre­ prochable coi1/ort ele sus instalaciones, hizo más que agradable la travesía de la familia ele Torrecillas por el soberbio Atlántico, que llenó ele asombro á los mucha­ chos, nunca cansados ele contemplarlo y de admirarlo. La primera tieri'a que divisaron nuestros viajeros des­ pués de su salida de Cádiz, fueron las Palmas de Gran Canaria, ciudad de 20.000 habitantes, que se levanta en una de las islas mayores del grupo que lleva el mismo nombre, posesión española, á donde el vapor refrescó sus víveres, siguiendo después ele breves horas su ca­ mino. A los pocos días, el vapor, después de haber sufrido algo por los temporales que lo sorprendieron antes de


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llegar á Montevideo, capital de l a República Oriental del Uruguay, (250.000 ha bit antes) y cómodo puerlo ma­ rítimo sobre el A.llánlico, llegó al puerto de B uenos Aires, ciuda d capital de la República Argentina y tér­ mino del viaj e de D Francisco Torrecillas. La c iudad ele B uenos Aires no puede a divinarse hasta e.slar casi ya dentro de ella, y nuestros viaj eros no su­ frieron impresión muy prof und� al distinguir sus con­ tornos indecisos, ba ñ a dos por el Río de la Plata, in­ mensa m asa de agua de 344 miriámetros de curso, pero c uya colorac ión de u n amarillo sucio no realza de u n modo ventajoso la belleza de la ciu dad, que se e xtiende en un inmenso anfilea lro sobre su margen derecha. No dejó, sin embargo, Je llamarles la atención, los cent e nares de bu ques de todas form as y porte s que surcaban el río ó se mecían suavemen te á imp ulsos de la brisa , y una Ye?. llegado el vapor al canal de entrada, el panorama qu e s e desarrolló á los ojos de D. :Francis­ co y su famili a, les pareció mara villoso. Un sol radiante pugnaba por a travesar espesos bos­ ques de mástiles que se alienaban á ambos lados del c anal, y dora ba á intervalos, espesas columnas de hu­ mo que se elevaban pesadamente de la infinida d de chimeneas de los vapores anclados al pie de los amplios muelles ó de l as fábricas esparcidas en las orillas del Riachuelo, así llamado por ser un brazo del río que en­ tra por la parle sud-esle de l a ciudad, formando el puer­ to natural de l a Boca . Hast a donde alcanza ba la vista se a divinaban agrupaciones ele edificios, d epósitos, estaciones, puentes, embarcaderos y el hábito poderoso de trab ajo el e B ue­ nos Aires, coln1 ena gigantesca de clieciocho mil hectá­ re as ele superficie, qu e cuenta cerca de 700 000 mil ha. bilantes. llegaba hasta nuestros viajeros, llenando á D. Francisco de legítimo orgullo por ver cumplidas sus


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llegar á Montevideo, capital de l a República Oriental del Uruguay, (250.000 ha bit antes) y cómodo puerlo ma­ rítimo sobre el A.llánlico, llegó al puerto de B uenos Aires, ciuda d capital de la República Argentina y tér­ mino del viaj e de D Francisco Torrecillas. La c iudad ele B uenos Aires no puede a divinarse hasta e.slar casi ya dentro de ella, y nuestros viaj eros no su­ frieron impresión muy prof und� al distinguir sus con­ tornos indecisos, ba ñ a dos por el Río de la Plata, in­ mensa m asa de agua de 344 miriámetros de curso, pero c uya colorac ión de u n amarillo sucio no realza de u n modo ventajoso la belleza de la ciu dad, que se e xtiende en un inmenso anfilea lro sobre su margen derecha. No dejó, sin embargo, Je llamarles la atención, los cent e nares de bu ques de todas form as y porte s que surcaban el río ó se mecían suavemen te á imp ulsos de la brisa , y una Ye?. llegado el vapor al canal de entrada, el panorama qu e s e desarrolló á los ojos de D. :Francis­ co y su famili a, les pareció mara villoso. Un sol radiante pugnaba por a travesar espesos bos­ ques de mástiles que se alienaban á ambos lados del c anal, y dora ba á intervalos, espesas columnas de hu­ mo que se elevaban pesadamente de la infinida d de chimeneas de los vapores anclados al pie de los amplios muelles ó de l as fábricas esparcidas en las orillas del Riachuelo, así llamado por ser un brazo del río que en­ tra por la parle sud-esle de l a ciudad, formando el puer­ to natural de l a Boca . Hast a donde alcanza ba la vista se a divinaban agrupaciones ele edificios, d epósitos, estaciones, puentes, embarcaderos y el hábito poderoso de trab ajo el e B ue­ nos Aires, coln1 ena gigantesca de clieciocho mil hectá­ re as ele superficie, qu e cuenta cerca de 700 000 mil ha. bilantes. llegaba hasta nuestros viajeros, llenando á D. Francisco de legítimo orgullo por ver cumplidas sus


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predicciones oplimislas y causando á su esposa é hijos la admiración y la curiosidad más justificadas. El cielo azul, claro y sereno, animadrJ por la luz del sol que iluminaba las parles a!Las de los edificios, que­ _ brandose con reYerberaciones de hoguera Qn los mira­ dores de cristales, introduciéndose en las járcias de los buques, que á la distancia parecían hilos de una intrin­ cada tela de araña, jugueteando con las ondas del ;ío tranquilo, que reflejaban las siluetas ele los vapores y buques ele vela anclados al costado ele los muelles ó al lacl� de los in�umerables clepósiLos, la fresca brisa que traia emanaciones de frutas, ele alquitran, ele pescado, de �sos mil olores indefinibles de puerto, todo esto pro­ cluc1� gratas sensaciones en la familia ele Torrecillas, que rnvoluntariamente se acordaba ele la patria ausente _ y leJana, estableciendo comparaciones nada clesfaYora­ bles para el país que visiLa ha .

1Júl'!'o('l1t\ SlHl.

Eduardo, joYen estudio5o y aplicado, quiso que su padrr le contara algo relalirn á la historia de ta Repú-

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blica Argentina, y éste accedió á su ruego, mientras el vapor daba principio á las siempre delicadas y lentas maniobras de la entrada á puerto. Doña Agustina y su hija, mientras tanto daban la ultima mano á los preparativos del desembarque, eligien­ do los trajes con que bajarían á tierra y atendiendo á los mil detalles de una traslación definitiva á alguno de los buenos hoteles que de antemano les habían sido indicados. Don Francisco, encendió un cigarro y paseándose por la toldilla, principió su relato en estos términos: En los albores del siglo xvr, varios ceulenares de espa­ ñoles, capitaneados por Juan Diaz de Solis, descubrie­ ron el río de la Plata, uno de los mayores del m_undo, y abrieron á las miradas de los conquistadores un país dilaladísimo, que se extiende desde el estrecho de Maga­ llanes, pun lo extremo de la América Meridional, has la las repúblicas de Chile, Bolivia, Paraguay y Brasil al norte, este y oeste, respectivamente,' con una superficie de 2.894.300 kilómetros cuadrados. El adelantado Don Pedro ele Mendoza, sabedor por Sebaslian Caboto, piloto veneciano al servicio de Espa­ ña, de la feracidad y excelentes condiciones de la comarca llegó al río de la Plata. á principios del año 1535 y fundó en su margen derecha, el puerto de la Trinidad y la ciudad de Santa �faría de Buenos Aires, con poco éxito, pues los indios Querandíes, moradores de las bandas del Riachuelo, junto con los Bartones, Tharruas y Timbues, en número de veinte y lres mil, se armaron contra la naciente colonia, consiguiendo des­ truirla. El gobernador Mendoza, enfermó y contrariado por estos reveses, se ausentó para la Península, falleciendo en el viaje y dejando en su abatida capital, escasez y cuidados por su futura suerte.


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predicciones oplimislas y causando á su esposa é hijos la admiración y la curiosidad más justificadas. El cielo azul, claro y sereno, animadrJ por la luz del sol que iluminaba las parles a!Las de los edificios, que­ _ brandose con reYerberaciones de hoguera Qn los mira­ dores de cristales, introduciéndose en las járcias de los buques, que á la distancia parecían hilos de una intrin­ cada tela de araña, jugueteando con las ondas del ;ío tranquilo, que reflejaban las siluetas ele los vapores y buques ele vela anclados al costado ele los muelles ó al lacl� de los in�umerables clepósiLos, la fresca brisa que traia emanaciones de frutas, ele alquitran, ele pescado, de �sos mil olores indefinibles de puerto, todo esto pro­ cluc1� gratas sensaciones en la familia ele Torrecillas, que rnvoluntariamente se acordaba ele la patria ausente _ y leJana, estableciendo comparaciones nada clesfaYora­ bles para el país que visiLa ha .

1Júl'!'o('l1t\ SlHl.

Eduardo, joYen estudio5o y aplicado, quiso que su padrr le contara algo relalirn á la historia de ta Repú-

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blica Argentina, y éste accedió á su ruego, mientras el vapor daba principio á las siempre delicadas y lentas maniobras de la entrada á puerto. Doña Agustina y su hija, mientras tanto daban la ultima mano á los preparativos del desembarque, eligien­ do los trajes con que bajarían á tierra y atendiendo á los mil detalles de una traslación definitiva á alguno de los buenos hoteles que de antemano les habían sido indicados. Don Francisco, encendió un cigarro y paseándose por la toldilla, principió su relato en estos términos: En los albores del siglo xvr, varios ceulenares de espa­ ñoles, capitaneados por Juan Diaz de Solis, descubrie­ ron el río de la Plata, uno de los mayores del m_undo, y abrieron á las miradas de los conquistadores un país dilaladísimo, que se extiende desde el estrecho de Maga­ llanes, pun lo extremo de la América Meridional, has la las repúblicas de Chile, Bolivia, Paraguay y Brasil al norte, este y oeste, respectivamente,' con una superficie de 2.894.300 kilómetros cuadrados. El adelantado Don Pedro ele Mendoza, sabedor por Sebaslian Caboto, piloto veneciano al servicio de Espa­ ña, de la feracidad y excelentes condiciones de la comarca llegó al río de la Plata. á principios del año 1535 y fundó en su margen derecha, el puerto de la Trinidad y la ciudad de Santa �faría de Buenos Aires, con poco éxito, pues los indios Querandíes, moradores de las bandas del Riachuelo, junto con los Bartones, Tharruas y Timbues, en número de veinte y lres mil, se armaron contra la naciente colonia, consiguiendo des­ truirla. El gobernador Mendoza, enfermó y contrariado por estos reveses, se ausentó para la Península, falleciendo en el viaje y dejando en su abatida capital, escasez y cuidados por su futura suerte.


- 14 -

Cuarenta y cinco años más tarde, Don Juan de Garay, fundador de la ciudad de Santa Fe y una de las figuras más notables de la conquista, repobló la ciudad de Buenos Aires, pracLicaudo su trazado y asegurándole la existencia con acertadas disposiciones. También este hombre resuello y animoso, pagó con su vida la ocupación de aquellas tierras inhospitalarias y tan trágico suceso, hubo de comprometer el resultado de la empresa de los españoles. Sin embargo, el primer impulso estaba dado y la colonia porteila, ya con suficientes elementos de vida prosperó gradual y lentamente, hasta el punto que el rey de Espa­ ña, por sugestiones de algunos comerciantes de Sevilla limitó las exportaciones de Buenos Aires, favoreciendo así sin quererlo, el contrabando, que en grande escala practicaban los portugueses. Para afirmar más sólidamente el dominio español en las orillas del Plata, Gabala, gobernador de Buenos Aires, (convertida ya en capital de las proYincias del Río de la Plata) fundó en 172G, la ciudad de Monte,,ideo. La creciente impnrtancia ele estas fundaciones. deci­ dió al Rey de España, á formar en 1776, el Yireinato de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con Buenos Aires por capital, cuya división política comprendía el territorio actual de la República Argentina, el de la Oriental del l:ruguay, Paraguay y parte del de Bolivia. Mostróse el siglo x1x y con él comenzaron 1·os aconte­ cimientos que debían transformar á Buenos Aires e n poc�s añ?s. La vida colonial se deslizaba tranquila, con _ la vista ÍlJa, aunque distraídamente en los sacudimien­ tos extraordinarios porque pasaba la Europa y particu­ larmente Espafia, de la cual dependían los argentinos, cuando se supo que en el puerto de Santa María había dado fondo una escuadra inglesa con el intento de con­ quistar el ya floreciente Vireinato. (27 de Julio 1806.)

15 El virey Sobremonte, que á la sazón gobernaba, huyó á Córdoba (capital de una de las provincias argentinas) y un oficial francés, de apellido Liniers, improvisó la defensa, rechazó esta primera invasión y al año siguien­ te otra aún más numerosa, en cuya tarea realizaron los porteños, actos de heroico valor, dando pruebas de fer­ viente patriotismo, uno de cuy0s baluartes f'ué el templo de Santo Domingo.

l'!'mplo de Santo Domingo.-lluenos Aires.

Liniers nombrado Virey, duró poco en el gobierno, pues se había hecho sospechoso al partido español, per­ diendo su prestigio. Mientras estabi:l. Buenos Aires entregado á la alegría del triunfo, crueles peripecias ponían á prueba á la nación española. La ocupación de sus territorios por ejércitos franceses, que se apoderaron del pais con pre-


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Cuarenta y cinco años más tarde, Don Juan de Garay, fundador de la ciudad de Santa Fe y una de las figuras más notables de la conquista, repobló la ciudad de Buenos Aires, pracLicaudo su trazado y asegurándole la existencia con acertadas disposiciones. También este hombre resuello y animoso, pagó con su vida la ocupación de aquellas tierras inhospitalarias y tan trágico suceso, hubo de comprometer el resultado de la empresa de los españoles. Sin embargo, el primer impulso estaba dado y la colonia porteila, ya con suficientes elementos de vida prosperó gradual y lentamente, hasta el punto que el rey de Espa­ ña, por sugestiones de algunos comerciantes de Sevilla limitó las exportaciones de Buenos Aires, favoreciendo así sin quererlo, el contrabando, que en grande escala practicaban los portugueses. Para afirmar más sólidamente el dominio español en las orillas del Plata, Gabala, gobernador de Buenos Aires, (convertida ya en capital de las proYincias del Río de la Plata) fundó en 172G, la ciudad de Monte,,ideo. La creciente impnrtancia ele estas fundaciones. deci­ dió al Rey de España, á formar en 1776, el Yireinato de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con Buenos Aires por capital, cuya división política comprendía el territorio actual de la República Argentina, el de la Oriental del l:ruguay, Paraguay y parte del de Bolivia. Mostróse el siglo x1x y con él comenzaron 1·os aconte­ cimientos que debían transformar á Buenos Aires e n poc�s añ?s. La vida colonial se deslizaba tranquila, con _ la vista ÍlJa, aunque distraídamente en los sacudimien­ tos extraordinarios porque pasaba la Europa y particu­ larmente Espafia, de la cual dependían los argentinos, cuando se supo que en el puerto de Santa María había dado fondo una escuadra inglesa con el intento de con­ quistar el ya floreciente Vireinato. (27 de Julio 1806.)

15 El virey Sobremonte, que á la sazón gobernaba, huyó á Córdoba (capital de una de las provincias argentinas) y un oficial francés, de apellido Liniers, improvisó la defensa, rechazó esta primera invasión y al año siguien­ te otra aún más numerosa, en cuya tarea realizaron los porteños, actos de heroico valor, dando pruebas de fer­ viente patriotismo, uno de cuy0s baluartes f'ué el templo de Santo Domingo.

l'!'mplo de Santo Domingo.-lluenos Aires.

Liniers nombrado Virey, duró poco en el gobierno, pues se había hecho sospechoso al partido español, per­ diendo su prestigio. Mientras estabi:l. Buenos Aires entregado á la alegría del triunfo, crueles peripecias ponían á prueba á la nación española. La ocupación de sus territorios por ejércitos franceses, que se apoderaron del pais con pre-


1(j -

texto de la guerra con Portugal, cuyo rey Juan IV, había tenido que embarcarse para el Brasil con su familia, y luego la abdicación forzada del débil Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII, el cautiverio de este en Bayona y en fin la proclamación de José Bonaparte, hermano de Napoleón, corno rey de España, proclamación á la que contestó España con un levantamiento g@neral contra el extranjero, habían puesto en grave peligro la soberanía de España en sus dilatadas y lejanas colonias. Conocidos estos acontecimientos en Río de Janeiro, la corte portuguesa intrigó en Montevideo para que se reconociese á la infanta D.ª Carlota, esposa del príncipe regente, como representante de los derechos de su her­ mano Fernando. El enYiado de :'\apoleón, señor de Chas­ tenay, solicitaba de Liniers en Buenos Aires que hicie­ se reconocer al rey José. Fueron inútiles esas intrigas y se hizo la jura de fidelidad al rey Fernando el 12 de, agosto en Montevideo y el 21 en Buenos Aires. España cayó en poder del extranjero y esta noticia, unida á la proclama de la Junta de Sevilla, produjo la explosión de una reYuella en fayor de la independencia desde largo tiempo deseada ardientemente. El undécimo y último Yirey D. Baltasar Hidalgo de Cisneros tuvo, pues, que resignar el mando, y el día 25 de mayo de 1810 se estableció la Junta del nuevo go­ bierno, compuesta por los patriotas Saavedra, Castelli, Belgrano, Agcuesnaga, Alberti, Matheu, Larrea, Passo y Moreno. Una serie no interrumpida de victorias aseguró este primer movimiento y libertó, gracias al genio de gene­ rales como San Martín, Belgrano, Alvear, Bracon y muchísimos otros, á la República Argentina, Oriental del Uruguay, Chile y Perú, haciendo entrar á formar parte del concierto de las naciones libres, á pueblos que después de mil vicisitudes y peripecias, empiezan á re-

-17 coger los frutos de la civilización, asimilando de una manera rápida sus maravillosas conquistas. Las campañas del Alto y Bajo Perú y Chile, consolida­ ron estos triunfos, y el dominio español no fué ya sino un recuerdo, á veces grato, á veces insufrible. La gran figura de las luchas de la Independencia fué sin disputa

Estatua del Gf\neral San Marl.Ín.-llu011<1s Air0s.

el general José San M:artin, comparado á Napoleón Bo­ naparte por su paso de los Andes (21 enero 1816), por el espíritu de disciplina que supo hacer observar á sus tropas y por sus dotes militares poco comunes. Mientras los ejércitos separatistas cosechaban lauros en el campo de cien batallas, ocurrían lamentables di­ sidencias en el seno de la joven República, que tan so2-ARGEN'l'IllA


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texto de la guerra con Portugal, cuyo rey Juan IV, había tenido que embarcarse para el Brasil con su familia, y luego la abdicación forzada del débil Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII, el cautiverio de este en Bayona y en fin la proclamación de José Bonaparte, hermano de Napoleón, corno rey de España, proclamación á la que contestó España con un levantamiento g@neral contra el extranjero, habían puesto en grave peligro la soberanía de España en sus dilatadas y lejanas colonias. Conocidos estos acontecimientos en Río de Janeiro, la corte portuguesa intrigó en Montevideo para que se reconociese á la infanta D.ª Carlota, esposa del príncipe regente, como representante de los derechos de su her­ mano Fernando. El enYiado de :'\apoleón, señor de Chas­ tenay, solicitaba de Liniers en Buenos Aires que hicie­ se reconocer al rey José. Fueron inútiles esas intrigas y se hizo la jura de fidelidad al rey Fernando el 12 de, agosto en Montevideo y el 21 en Buenos Aires. España cayó en poder del extranjero y esta noticia, unida á la proclama de la Junta de Sevilla, produjo la explosión de una reYuella en fayor de la independencia desde largo tiempo deseada ardientemente. El undécimo y último Yirey D. Baltasar Hidalgo de Cisneros tuvo, pues, que resignar el mando, y el día 25 de mayo de 1810 se estableció la Junta del nuevo go­ bierno, compuesta por los patriotas Saavedra, Castelli, Belgrano, Agcuesnaga, Alberti, Matheu, Larrea, Passo y Moreno. Una serie no interrumpida de victorias aseguró este primer movimiento y libertó, gracias al genio de gene­ rales como San Martín, Belgrano, Alvear, Bracon y muchísimos otros, á la República Argentina, Oriental del Uruguay, Chile y Perú, haciendo entrar á formar parte del concierto de las naciones libres, á pueblos que después de mil vicisitudes y peripecias, empiezan á re-

-17 coger los frutos de la civilización, asimilando de una manera rápida sus maravillosas conquistas. Las campañas del Alto y Bajo Perú y Chile, consolida­ ron estos triunfos, y el dominio español no fué ya sino un recuerdo, á veces grato, á veces insufrible. La gran figura de las luchas de la Independencia fué sin disputa

Estatua del Gf\neral San Marl.Ín.-llu011<1s Air0s.

el general José San M:artin, comparado á Napoleón Bo­ naparte por su paso de los Andes (21 enero 1816), por el espíritu de disciplina que supo hacer observar á sus tropas y por sus dotes militares poco comunes. Mientras los ejércitos separatistas cosechaban lauros en el campo de cien batallas, ocurrían lamentables di­ sidencias en el seno de la joven República, que tan so2-ARGEN'l'IllA


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lemnemenle había proclamado su independencia, en el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 18] 6. Don Bernardino Rivadavia, hombre de grandes pen­ samientos y acendrado patriotismo, hizo nobles esfuer­ zos por acallar las pasiones de partido y reanudar el vínculo rolo de la unidad del país, destrozado por la anarquía. Tuvo tiempo de preparar la expedición que debía libertar á la República Oriental del Uruguay del yugo brasilero, pero al cabo de un año tuvo que aban­ donar la presidencia y dejar el campo libre á las pasio­ nes desenfrenadas de los partidos, que pronto trajeron esa época lúgubre en que el más sangriento capricho doblegó ante sí al país entero, enlulándolo durante veinte años. El general Unquiza se puso en 1851 á la cabeza de la cruzada libertadora que derribó la tiranía de Rosas en la batalla de Monte-Caseros, preparando con esta victo­ ria el orden constitucional de la República. No obstante, las guerras civiles de 1852, 1859, 1867, 1880 y 1890, y, las epidemias de fiebre amarilla y cólera que han azolado á la capi La! de la República, ésta y el resto del país han realizado increíbles progresos, que justifican la curiosidad que ha escilado la República donde quiera que ha llegado noticia de su agitada y próspera exlstencia. 1 Esta es la historia hecha á grandes rasgos, de la tie­ rra que dentro de breYes momentos nos. albergará ca­ riñosamente, pues son proYerbiales los sentimientos de generosidad de sus habitantes.. ·.En ese momento, el vapor, salva�q,el canal de entra­ da, surcaba mejestuosamen Le la� aguas de la Dársena Sud, espacioso dique, .Que es el primero de lo,s seis con que cuenta el puerto de Buenos Aires, y nuestros via­ je�os pudieron admirar más de cerca algunos de los edi­ ficios que sólo se adivinaban á distancia.

-:-1!:>,La Boca, puerto que ya habían dejado.atrás, seguía. reclamando su atención, con la prolongación infinita de sus millares ele buques, con sus alegres casitas de madera, con el incesante hormigueo de sus 30.000 almas,: en su totalidad italianas y los depósitos de la Carbo­ nera, los amplios diques perfectamente construidos y dotados de los más modernos elementos, la inmensa cantidad de mercaderías que rebosaban de los depósitos· construídos al borde del agua, la acliYiclad comercial que se revelaba en todas partes, hacían pensar ú Don Francisco, en el brillante porvenir de este pueblo que exporta productos diversos (lanas, pieles, granos, carne, R1aderas, etc.,) por valor ele 100 millones de pesos al año, recibiendo en cambio mercaderías y máquinas por 80 millones.

Mercado eenlral ele Frnlos.-llucnos Aires.

La revisión de los equipajes fué bastante rápida y después de llenar las debidas form¡¡lidades, nuestros amigos, por indicación dP non Francisco, tomaron el ·


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lemnemenle había proclamado su independencia, en el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 18] 6. Don Bernardino Rivadavia, hombre de grandes pen­ samientos y acendrado patriotismo, hizo nobles esfuer­ zos por acallar las pasiones de partido y reanudar el vínculo rolo de la unidad del país, destrozado por la anarquía. Tuvo tiempo de preparar la expedición que debía libertar á la República Oriental del Uruguay del yugo brasilero, pero al cabo de un año tuvo que aban­ donar la presidencia y dejar el campo libre á las pasio­ nes desenfrenadas de los partidos, que pronto trajeron esa época lúgubre en que el más sangriento capricho doblegó ante sí al país entero, enlulándolo durante veinte años. El general Unquiza se puso en 1851 á la cabeza de la cruzada libertadora que derribó la tiranía de Rosas en la batalla de Monte-Caseros, preparando con esta victo­ ria el orden constitucional de la República. No obstante, las guerras civiles de 1852, 1859, 1867, 1880 y 1890, y, las epidemias de fiebre amarilla y cólera que han azolado á la capi La! de la República, ésta y el resto del país han realizado increíbles progresos, que justifican la curiosidad que ha escilado la República donde quiera que ha llegado noticia de su agitada y próspera exlstencia. 1 Esta es la historia hecha á grandes rasgos, de la tie­ rra que dentro de breYes momentos nos. albergará ca­ riñosamente, pues son proYerbiales los sentimientos de generosidad de sus habitantes.. ·.En ese momento, el vapor, salva�q,el canal de entra­ da, surcaba mejestuosamen Le la� aguas de la Dársena Sud, espacioso dique, .Que es el primero de lo,s seis con que cuenta el puerto de Buenos Aires, y nuestros via­ je�os pudieron admirar más de cerca algunos de los edi­ ficios que sólo se adivinaban á distancia.

-:-1!:>,La Boca, puerto que ya habían dejado.atrás, seguía. reclamando su atención, con la prolongación infinita de sus millares ele buques, con sus alegres casitas de madera, con el incesante hormigueo de sus 30.000 almas,: en su totalidad italianas y los depósitos de la Carbo­ nera, los amplios diques perfectamente construidos y dotados de los más modernos elementos, la inmensa cantidad de mercaderías que rebosaban de los depósitos· construídos al borde del agua, la acliYiclad comercial que se revelaba en todas partes, hacían pensar ú Don Francisco, en el brillante porvenir de este pueblo que exporta productos diversos (lanas, pieles, granos, carne, R1aderas, etc.,) por valor ele 100 millones de pesos al año, recibiendo en cambio mercaderías y máquinas por 80 millones.

Mercado eenlral ele Frnlos.-llucnos Aires.

La revisión de los equipajes fué bastante rápida y después de llenar las debidas form¡¡lidades, nuestros amigos, por indicación dP non Francisco, tomaron el ·


- 20 primer tranvía que pasaba en esos momentos á pocos metros del Resguardo. Una vez instalados y dadas las órdenes opo.rtunas para que sus equipajes fueran trasladados al Gran Hotel ele la calle Congallo, Don Francisco explicó á su familia que había elegido el tranvía corno medio de locomoción por ser éste uno de los más usados en Buenos Aires, á justo título llamada la ciudad de los tramways, pues cuenta con nueve compañías que recorren con 700 co­ ches, trescientos noven ta y siete kilómetros, transpor­ tando anualmente 84 millones ele pasajeros. De la Boca del Riachuelo al centro de la ciudad, ¡qué transición! Nadie se imaginaría que detrás de aquellas casitas ele uno ó dos pisos, que adornan sus ventanas con guiñapos multicolores, que se alumbran con petró­ leo y carecen de paYimento, pudieran existir barrios en Leros ele palacios, ca !les adoquinadas de •madera é iluminadas con luz eléctrica, tiendas y bazares lujosísi­ mos, edificios grandiosüf', parques y jardines, todo ello animado por una multitud que respira la holgura y el bienestar, revelado por sus trajes, por las joyas que llevan las mujeres ó que centellean detrás de los esca­ parates, por los innumerables carruajes que se cruzan rápidamente en todas direcciones, por los mil refina­ mientos artísticos que á la pasada se adivinan en el interior de las casas, por el aspecto general de las calles, que ostentan á millares abigarrados anuncios de diver­ siones y placeres. La familia ele D. Francisco '1'0}1:ecillas, aunque fami­ liarizada con los progresos edilicios de algunas capita­ les europeas, no ocultaba su admiradón por lo que contemplaba y llamó su atención en la Plaza de Mayo, la severa y elegante silueta de la Catedral, á la que Don Francisco encontró vaga semejanza con la Magdalena de París; se detuvo, recordando lo relatado por este, delan-

- 21 te de la histórica y mezquina pirámide ele Mayo y de la eslálua del general Belgrano; criticó benévolamente la disparatada disposición de la Casa de Gobierno; inqu\­ , rió el porqué de la pobreza de instalación de la Camara

Ph1za dP )ta�o.-lhtt.�nos Airef..

de Diputados y después de mirar á la pasada el palacio de la Bolsa, el de la compañía de seguros «La Equilaliva» y la Casa municipal, siguió su interesante paseo por la espléndida Avenida de Mayo, remedo de la Avenida de la ópera de París, elogiando su soberbia perspectiva y alguno de los grandiosos edificios de seis y más pisos que allí se han levantado como por arte de encantamiento, pues sólo hace dos aüos que esta nueva vía ha sido en­ tregada al servicio publico. Por todas parles, en la Avenida, vendedores de dia­ rios pregonando á voz en cuello su mercancía, lo mismo que los de flores, billetes ele !olería ó baratijas. En las esquinas, ó á lo largo de las aceras, hombres llevando grandes cartelones que anuncian ó el maravilloso cine­ matógrafo ele la calle Florida ó la aparición de alguna nueva marca de cigarrillos, cuyos propietarios, en su


- 20 primer tranvía que pasaba en esos momentos á pocos metros del Resguardo. Una vez instalados y dadas las órdenes opo.rtunas para que sus equipajes fueran trasladados al Gran Hotel ele la calle Congallo, Don Francisco explicó á su familia que había elegido el tranvía corno medio de locomoción por ser éste uno de los más usados en Buenos Aires, á justo título llamada la ciudad de los tramways, pues cuenta con nueve compañías que recorren con 700 co­ ches, trescientos noven ta y siete kilómetros, transpor­ tando anualmente 84 millones ele pasajeros. De la Boca del Riachuelo al centro de la ciudad, ¡qué transición! Nadie se imaginaría que detrás de aquellas casitas ele uno ó dos pisos, que adornan sus ventanas con guiñapos multicolores, que se alumbran con petró­ leo y carecen de paYimento, pudieran existir barrios en Leros ele palacios, ca !les adoquinadas de •madera é iluminadas con luz eléctrica, tiendas y bazares lujosísi­ mos, edificios grandiosüf', parques y jardines, todo ello animado por una multitud que respira la holgura y el bienestar, revelado por sus trajes, por las joyas que llevan las mujeres ó que centellean detrás de los esca­ parates, por los innumerables carruajes que se cruzan rápidamente en todas direcciones, por los mil refina­ mientos artísticos que á la pasada se adivinan en el interior de las casas, por el aspecto general de las calles, que ostentan á millares abigarrados anuncios de diver­ siones y placeres. La familia ele D. Francisco '1'0}1:ecillas, aunque fami­ liarizada con los progresos edilicios de algunas capita­ les europeas, no ocultaba su admiradón por lo que contemplaba y llamó su atención en la Plaza de Mayo, la severa y elegante silueta de la Catedral, á la que Don Francisco encontró vaga semejanza con la Magdalena de París; se detuvo, recordando lo relatado por este, delan-

- 21 te de la histórica y mezquina pirámide ele Mayo y de la eslálua del general Belgrano; criticó benévolamente la disparatada disposición de la Casa de Gobierno; inqu\­ , rió el porqué de la pobreza de instalación de la Camara

Ph1za dP )ta�o.-lhtt.�nos Airef..

de Diputados y después de mirar á la pasada el palacio de la Bolsa, el de la compañía de seguros «La Equilaliva» y la Casa municipal, siguió su interesante paseo por la espléndida Avenida de Mayo, remedo de la Avenida de la ópera de París, elogiando su soberbia perspectiva y alguno de los grandiosos edificios de seis y más pisos que allí se han levantado como por arte de encantamiento, pues sólo hace dos aüos que esta nueva vía ha sido en­ tregada al servicio publico. Por todas parles, en la Avenida, vendedores de dia­ rios pregonando á voz en cuello su mercancía, lo mismo que los de flores, billetes ele !olería ó baratijas. En las esquinas, ó á lo largo de las aceras, hombres llevando grandes cartelones que anuncian ó el maravilloso cine­ matógrafo ele la calle Florida ó la aparición de alguna nueva marca de cigarrillos, cuyos propietarios, en su


- 22afán de publicidad ya han ocupado grandes lienzos de ,pared en los edificios en construcción. Las confiterías y cafés, instaladas sus mesitas en las veredas, cerca de los plátanos que lucen su ropaje de primavera, despa­ chan sus helados, sus cocktails, sus aperitivos, que sa­ borean tranquilamente mu!Litud de gentes que discu­ ten acaloradamente ó llaman en vano á los mozos que no dan abasto á los pedidos. La calzada es imposible atravesarla. Centenares ele carruajes se disputan la im­ provisada pista, luchando en velocidad. Los refugios colocados ele trecho en trecho, utilizados también para sustentar los elegantes postes ele la luz eléctrica, son amparo insuficiente para los transeuntes poco avezados á este tráfico que recuerda el de algunas calles ele Lón­ dres. La elegante fila de edificios que á ambos lados de es­ ta vía se levantan se prolonga durante trece cuadras y la perspectirn que ofrece desde la plaza ele Mayo á la de Lorca, es verdaderamente gfandiosa. La parte baja de los palacios está ocupada ya por tiendas ele novedades, verdaderos museos del lujo y la elegancia, ya por joye­ rías, bazares, cafés ó confiterías que rivalizan en brillo y seducciones. La parle a!La la llenan los innumerables escritorios de los hombres de negocios, a bogados, médi­ cos ó potentados á quienes la fortuna permite vivir en el centro de la ciudad, rodeados de los mayores refina­ mientos. Y no es esla la única calle de la ciudad qne pueda va­ nagloriarse ele tales ventajas. Las de Florida con sus bazares y tiendas, las ele Reconquista, con sus Bancos, verdadero barrio de la finanza, las de Buen Orden y Artes, con su comercio lloreciente, los bulevares Ca­ llao y Santa }'e con sus lujosas mansiones, la de Riva­ davia, verdadero Broadway, que tiene dos leguas de lar­ go, toda llena de tiendas, almacenes, y mercados; la Ave-

- 23 niela Alvear y tantas y tantas, atestiguan la importa�cia y la riqueza de la primera metrópoli ele Sud Aménca.

Banco llispano-Nacional.-B11enns AirPs.

Todos los últimos adelantos en materia edilicia puede presentar la capital de la República. Su sistema de cloacas, reputado como uno ele los primeros del mundo, sus grandiosas obras sanitarias, que tanto han influido


- 22afán de publicidad ya han ocupado grandes lienzos de ,pared en los edificios en construcción. Las confiterías y cafés, instaladas sus mesitas en las veredas, cerca de los plátanos que lucen su ropaje de primavera, despa­ chan sus helados, sus cocktails, sus aperitivos, que sa­ borean tranquilamente mu!Litud de gentes que discu­ ten acaloradamente ó llaman en vano á los mozos que no dan abasto á los pedidos. La calzada es imposible atravesarla. Centenares ele carruajes se disputan la im­ provisada pista, luchando en velocidad. Los refugios colocados ele trecho en trecho, utilizados también para sustentar los elegantes postes ele la luz eléctrica, son amparo insuficiente para los transeuntes poco avezados á este tráfico que recuerda el de algunas calles ele Lón­ dres. La elegante fila de edificios que á ambos lados de es­ ta vía se levantan se prolonga durante trece cuadras y la perspectirn que ofrece desde la plaza ele Mayo á la de Lorca, es verdaderamente gfandiosa. La parte baja de los palacios está ocupada ya por tiendas ele novedades, verdaderos museos del lujo y la elegancia, ya por joye­ rías, bazares, cafés ó confiterías que rivalizan en brillo y seducciones. La parle a!La la llenan los innumerables escritorios de los hombres de negocios, a bogados, médi­ cos ó potentados á quienes la fortuna permite vivir en el centro de la ciudad, rodeados de los mayores refina­ mientos. Y no es esla la única calle de la ciudad qne pueda va­ nagloriarse ele tales ventajas. Las de Florida con sus bazares y tiendas, las ele Reconquista, con sus Bancos, verdadero barrio de la finanza, las de Buen Orden y Artes, con su comercio lloreciente, los bulevares Ca­ llao y Santa }'e con sus lujosas mansiones, la de Riva­ davia, verdadero Broadway, que tiene dos leguas de lar­ go, toda llena de tiendas, almacenes, y mercados; la Ave-

- 23 niela Alvear y tantas y tantas, atestiguan la importa�cia y la riqueza de la primera metrópoli ele Sud Aménca.

Banco llispano-Nacional.-B11enns AirPs.

Todos los últimos adelantos en materia edilicia puede presentar la capital de la República. Su sistema de cloacas, reputado como uno ele los primeros del mundo, sus grandiosas obras sanitarias, que tanto han influido


- 24 -

en el decrecimiento de la mortalidad, su servicio de aguas corrientes, que suministra 300 litros diarios por persona, sus numerosos mercados, sus diecisiete tea­ tros, entre ellos el regio de la Opera, sus cuarenta igle­ sias, algunas modernísimas, sus centros científicos y literarios de reputación continental, como el Instituto Geográfico, el Aleneo, la Academia de Bellas Artes, el naciente :\Iuseo de Pinturas. el Nacional, rico en fósiles, G el Histórico, archiYo de pasadas glorias, la " niversidad, las Facultades de Ciencias, los excelentes estableci­ mientos hospitalarios, Lodos estos elementos importan­ Lísimos, le otorgan sin disputa el primer puesto y la ha­ cen el foco de donde parten las iniciativas intelecluales y políticas de esta parLe de la América. Todas estas reflexiones hacia á la familia de Torreci­ llas, describiendo y comentando lo que acababan de ver y lo que aún ignoraban. un amigo <le D. Francisco, que fué á recibirlo á bordo y á quien nos olvidábamos de presentar á nuestros lectores. Don Mariano García, hombre de unos 40 años, de as­ pecto simpáLicoé inteligente, había sido cónsul argentino en Cádiz, por cuyo motivo Luvo ocasión de trabar rela­ ción con D. Francisco, á quien estimaba y sabía ser gran admirador de los progresos de su patria, pues G«rcía, concejal por una de las parroquias de la metrópoli, era argentino, y como ·tal, obligado cicerone de sus a:e:igos. La tarde declinaba y e·1 sol al ocu!Larse lanzaba sus últimos rayos desde un nimbo de púrpura. Las lámpa­ ras eléctricas comenzaron á encenderse. mientras que en el cielo algunas esLre!Tas aparecían bordando el azu­ lado manLo de la noche serena. "Cn carruaje condujo á nuestros viajeros al hotel, á donde, después de hacer los honores á un exquisito menú, se dispusieron á descansar de las fatigas del via­ je y de ese primer día tan ventajosamente empleado.

-':!5-

Parque 3 de Febrcro.-Bu!'nos Aires.

R@�IU"io de $�nta F@,-Las oolonias.-El país del trigo.

En algunas semanas, pudo la familia de Torrecillas apreciar la gran importancia de Buenos Aires. admi­ rando sus paseos, y entre ellos, el pintoresco Parque 3 de Febrero, con su curioso jardín zoológico, sus pers­ pectivas poéticas sobre el río, su celebrado corso de jue­ ves y domingos, que congrega en las amplias avenidas, á lo más granado de la sociedad porteña; visitando sus innumerables establecimientos públicos, muy particu­ larmente las escuelas instaladas en lujosos palacios: asistiendo al Salón del Ateneo, ó á una p1·erniére del tea­ tro Politeama, amplio coliseo, segundo en importancia


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en el decrecimiento de la mortalidad, su servicio de aguas corrientes, que suministra 300 litros diarios por persona, sus numerosos mercados, sus diecisiete tea­ tros, entre ellos el regio de la Opera, sus cuarenta igle­ sias, algunas modernísimas, sus centros científicos y literarios de reputación continental, como el Instituto Geográfico, el Aleneo, la Academia de Bellas Artes, el naciente :\Iuseo de Pinturas. el Nacional, rico en fósiles, G el Histórico, archiYo de pasadas glorias, la " niversidad, las Facultades de Ciencias, los excelentes estableci­ mientos hospitalarios, Lodos estos elementos importan­ Lísimos, le otorgan sin disputa el primer puesto y la ha­ cen el foco de donde parten las iniciativas intelecluales y políticas de esta parLe de la América. Todas estas reflexiones hacia á la familia de Torreci­ llas, describiendo y comentando lo que acababan de ver y lo que aún ignoraban. un amigo <le D. Francisco, que fué á recibirlo á bordo y á quien nos olvidábamos de presentar á nuestros lectores. Don Mariano García, hombre de unos 40 años, de as­ pecto simpáLicoé inteligente, había sido cónsul argentino en Cádiz, por cuyo motivo Luvo ocasión de trabar rela­ ción con D. Francisco, á quien estimaba y sabía ser gran admirador de los progresos de su patria, pues G«rcía, concejal por una de las parroquias de la metrópoli, era argentino, y como ·tal, obligado cicerone de sus a:e:igos. La tarde declinaba y e·1 sol al ocu!Larse lanzaba sus últimos rayos desde un nimbo de púrpura. Las lámpa­ ras eléctricas comenzaron á encenderse. mientras que en el cielo algunas esLre!Tas aparecían bordando el azu­ lado manLo de la noche serena. "Cn carruaje condujo á nuestros viajeros al hotel, á donde, después de hacer los honores á un exquisito menú, se dispusieron á descansar de las fatigas del via­ je y de ese primer día tan ventajosamente empleado.

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Parque 3 de Febrcro.-Bu!'nos Aires.

R@�IU"io de $�nta F@,-Las oolonias.-El país del trigo.

En algunas semanas, pudo la familia de Torrecillas apreciar la gran importancia de Buenos Aires. admi­ rando sus paseos, y entre ellos, el pintoresco Parque 3 de Febrero, con su curioso jardín zoológico, sus pers­ pectivas poéticas sobre el río, su celebrado corso de jue­ ves y domingos, que congrega en las amplias avenidas, á lo más granado de la sociedad porteña; visitando sus innumerables establecimientos públicos, muy particu­ larmente las escuelas instaladas en lujosos palacios: asistiendo al Salón del Ateneo, ó á una p1·erniére del tea­ tro Politeama, amplio coliseo, segundo en importancia


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después de la Opera; concurriendo á las mil fiestas ya religiosas, yá profanas que cotidianamente se ofrecen los habi�antes de la metrópoli. Varias excursiones á las afueras, ó sea á Barracas, Flores y Belgrano, preciosos suburbios llenos de quin · ­ tas y jardines, acabaron de completar la favorable im­ presión recibida desde el primer momento. Por su parte D. Francisco no perdía su tiempo y acompañado de su amigo García, recorrió las principa­ les fábricas y manufacturas de la ciudad, que le produ­ jeron gratas impresiones, y cuya importancia superó á cuanto él se imaginaba.

á la República Argentina, Don Francisco, después de dar los pasos necesarios y obtener los informes pre­ cisos, decidió dejar á su familia en Buenos Aires, y dirigirse acompañado por su amigo al interior ele la República, á fin de conocer personalmente las inagota­ bles fuentes de recursos que posee. �o tenía un itinerario fijado de antemano; pero ha­ biendo oído hablar de la importancia del Rosario ele Santa Fe, ciudad situada en la provincia del mismo nombre, decidió ir allí desde luego, visitar alguna de las colonias y ('lmprender después una gira rápida por las provincias restantes. La ciudad del Rosario ele Santa Fe, situada á ocho horas de ferrocarril de Buenos ..\.ires al :'\orle, es la segunda de la República, como población (100.000 ha­ bitantes) como comercio, como riqueza y como emporio de una de las más ricas provincias argentinas. Los numerosos buques anclados en su puerto sobre el río Paraná (-±.500 kilómetros de curso.,) su gran movi­ miento ferroviario, la intensidad ele vida que revela la ciudad, la. existencia ele numerosas casas de comercio, bancos y otros establecimientos, atestiguan la impor­ tancia del Rosario ele Santa Fe. Notó Don Francisco que la mayoría de sus habitantes son italianos y su amigo le explicó que había algunos centenares de miles en la provincia, adonde desde 1862 y antes, se habían ocupado de cultivar la tierra, formando las 200 y tantas colonias agrícolas y pastoriles que en ella existen, ayudados por regular número de franceses, suizos, rusos, alernanr-s ó ingleses, los cuales se ocupan más especialmente de la ganadería, existiendo en los nueve departamentos y ciento seis distritos de Santa Fe, 900.000 cabezas de ganado bovino, dos y medio millones de ovejas, 200.000 caballos y 10.0 000 animales diversos. La principal riqueza consiste, sin embargo, en la

Tcalm Colün.-Buenos Airns.

' .

Tuvo la satisfacción de comprobar que el comercio es­ pañol es floreciente en el Río de la Plata y que la colo­ nia compuesta de buenos elementos, mantiene con bri­ llo las tradiciones de la patria, fomentando el espíritu de asociación entre sus compatriotas y creando institu­ ciones como el Club Español, la Casa de España, el Hos­ pital, las sociedades de socorros mútuos, la plaza Eus­ kara y tantas otras que honran á sus iniciadores y á los que las sostienen. Persiguiendo siempre el propósito que lo había traído


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después de la Opera; concurriendo á las mil fiestas ya religiosas, yá profanas que cotidianamente se ofrecen los habi�antes de la metrópoli. Varias excursiones á las afueras, ó sea á Barracas, Flores y Belgrano, preciosos suburbios llenos de quin · ­ tas y jardines, acabaron de completar la favorable im­ presión recibida desde el primer momento. Por su parte D. Francisco no perdía su tiempo y acompañado de su amigo García, recorrió las principa­ les fábricas y manufacturas de la ciudad, que le produ­ jeron gratas impresiones, y cuya importancia superó á cuanto él se imaginaba.

á la República Argentina, Don Francisco, después de dar los pasos necesarios y obtener los informes pre­ cisos, decidió dejar á su familia en Buenos Aires, y dirigirse acompañado por su amigo al interior ele la República, á fin de conocer personalmente las inagota­ bles fuentes de recursos que posee. �o tenía un itinerario fijado de antemano; pero ha­ biendo oído hablar de la importancia del Rosario ele Santa Fe, ciudad situada en la provincia del mismo nombre, decidió ir allí desde luego, visitar alguna de las colonias y ('lmprender después una gira rápida por las provincias restantes. La ciudad del Rosario ele Santa Fe, situada á ocho horas de ferrocarril de Buenos ..\.ires al :'\orle, es la segunda de la República, como población (100.000 ha­ bitantes) como comercio, como riqueza y como emporio de una de las más ricas provincias argentinas. Los numerosos buques anclados en su puerto sobre el río Paraná (-±.500 kilómetros de curso.,) su gran movi­ miento ferroviario, la intensidad ele vida que revela la ciudad, la. existencia ele numerosas casas de comercio, bancos y otros establecimientos, atestiguan la impor­ tancia del Rosario ele Santa Fe. Notó Don Francisco que la mayoría de sus habitantes son italianos y su amigo le explicó que había algunos centenares de miles en la provincia, adonde desde 1862 y antes, se habían ocupado de cultivar la tierra, formando las 200 y tantas colonias agrícolas y pastoriles que en ella existen, ayudados por regular número de franceses, suizos, rusos, alernanr-s ó ingleses, los cuales se ocupan más especialmente de la ganadería, existiendo en los nueve departamentos y ciento seis distritos de Santa Fe, 900.000 cabezas de ganado bovino, dos y medio millones de ovejas, 200.000 caballos y 10.0 000 animales diversos. La principal riqueza consiste, sin embargo, en la

Tcalm Colün.-Buenos Airns.

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Tuvo la satisfacción de comprobar que el comercio es­ pañol es floreciente en el Río de la Plata y que la colo­ nia compuesta de buenos elementos, mantiene con bri­ llo las tradiciones de la patria, fomentando el espíritu de asociación entre sus compatriotas y creando institu­ ciones como el Club Español, la Casa de España, el Hos­ pital, las sociedades de socorros mútuos, la plaza Eus­ kara y tantas otras que honran á sus iniciadores y á los que las sostienen. Persiguiendo siempre el propósito que lo había traído


- 28 agricu!Lura y en los 129.000 kilómetros cuadrados de superficie de l a provinci a ; se cosechan millones de hectólitros de trigo y maiz, no bast a ndo á llenar las exigencias de los exportadores, l a s Yías férreas y los bu­ ques que concurren á los puertos del Ros a rio, Santa Fe, San Lorenzo, Helvesia, y otros, quedando muchas Yeces el excedente ele la cosecha , perdido en el campo. Y sin embargo, en 18GO, la provinci a no tenía ni 20.00U habitantes, no poseía ni una línea férrea, ni un establecimiento industrial ni una sola colonia. Don Francisco pensaba en el malestar económico porque atraviesa Europa, en la dificulta d de la vida del campesino en los ya cansados campos de su tierra, en los impuestos que agobían á la industria, mientras su amigo le hacía notar que la configuración geográfica ele la provincia, llamada el gr a nero ele la República, es la de una imensa llanura que no interrumpe ni l a más pequeña ondulación ele! terreno, pudiendo recorrerse centenares de kilómetros sin encontra� paraje alguno montaf10so. Sus productos naturales seguía diciendo García , son además del trigo y maíz, el pasto, las maderas y la ganadería. Existen numerosos establecimientos indus­ triales en su territorio y entre los más notables merece citarse la Refinería Argentina, que ocupa 300. y t a ntos operarios y cuyas máquinas movidas por un motor de 150 caballos de fuerza, trabajan día y noche. El azúca r bruto, viene de otra provincia argentina, la de Tucu­ mán, cuyo producto forma su principal riqueza. Don Francisco confirmó los d atos que su a migo le había suministrado en l a visita que á poco hicieron á la cita da manufactura, y quedó sorprendido de l a s inmen­ sas cantida des de granos, a cumulados en los depósitos de cereales, situados á lo largo del río Pa raná, á cuyos muelles atrac an los vapores que cargan el precioso

- 29 fruto, por medio de guinches á vapor. El a cueducto de la ciudad del Rosario y su moderna cárcel penitenciaria, ocuparon alguna s horas á nuestros viajeros, que des­ pués de regresar al centro de la ciudad y recorrer algu­ nas calles, se dirigieron al hotel donde se alojaban. Fué acordada una excursión á las colonias, punto de lo más interesante de la provinci a y factor importantí­ simo de su rápido engrandecimiento.

Bnlsas de cedro rlel allo Parani1.

La primera que visitaron f'ué la ilamada Cañada de �ómez, situada á dos hora s de ferroc a rril del Rosario ha­ cia el Oeste Y es cabecera del distr ito de Guindo. Cuenta con 5.000 habitantes y el distr ito más de 20.000 en g�a n parte italianos. un hote l excelente alberaa � los . ": ªJeros de distinción y numeros a s fondas y pos:das se d1sp ta n a los colonos de Pasajes. La colonia tiene quin� . ce anos de e. . x1s · tencia, hab'iendo sido su origen la esta. ción del ferrocarn·¡ , situa da · en ese tiempo en un campo de� 1. erto. Los indios a travesa ron su distrito el año 1872 y al11 donde a. c a mparon se levanta n hoy centenares de casas , 11 na 1· g 1 esi· a , escuelas, etc. Tal es l a histo ria de la


- 28 agricu!Lura y en los 129.000 kilómetros cuadrados de superficie de l a provinci a ; se cosechan millones de hectólitros de trigo y maiz, no bast a ndo á llenar las exigencias de los exportadores, l a s Yías férreas y los bu­ ques que concurren á los puertos del Ros a rio, Santa Fe, San Lorenzo, Helvesia, y otros, quedando muchas Yeces el excedente ele la cosecha , perdido en el campo. Y sin embargo, en 18GO, la provinci a no tenía ni 20.00U habitantes, no poseía ni una línea férrea, ni un establecimiento industrial ni una sola colonia. Don Francisco pensaba en el malestar económico porque atraviesa Europa, en la dificulta d de la vida del campesino en los ya cansados campos de su tierra, en los impuestos que agobían á la industria, mientras su amigo le hacía notar que la configuración geográfica ele la provincia, llamada el gr a nero ele la República, es la de una imensa llanura que no interrumpe ni l a más pequeña ondulación ele! terreno, pudiendo recorrerse centenares de kilómetros sin encontra� paraje alguno montaf10so. Sus productos naturales seguía diciendo García , son además del trigo y maíz, el pasto, las maderas y la ganadería. Existen numerosos establecimientos indus­ triales en su territorio y entre los más notables merece citarse la Refinería Argentina, que ocupa 300. y t a ntos operarios y cuyas máquinas movidas por un motor de 150 caballos de fuerza, trabajan día y noche. El azúca r bruto, viene de otra provincia argentina, la de Tucu­ mán, cuyo producto forma su principal riqueza. Don Francisco confirmó los d atos que su a migo le había suministrado en l a visita que á poco hicieron á la cita da manufactura, y quedó sorprendido de l a s inmen­ sas cantida des de granos, a cumulados en los depósitos de cereales, situados á lo largo del río Pa raná, á cuyos muelles atrac an los vapores que cargan el precioso

- 29 fruto, por medio de guinches á vapor. El a cueducto de la ciudad del Rosario y su moderna cárcel penitenciaria, ocuparon alguna s horas á nuestros viajeros, que des­ pués de regresar al centro de la ciudad y recorrer algu­ nas calles, se dirigieron al hotel donde se alojaban. Fué acordada una excursión á las colonias, punto de lo más interesante de la provinci a y factor importantí­ simo de su rápido engrandecimiento.

Bnlsas de cedro rlel allo Parani1.

La primera que visitaron f'ué la ilamada Cañada de �ómez, situada á dos hora s de ferroc a rril del Rosario ha­ cia el Oeste Y es cabecera del distr ito de Guindo. Cuenta con 5.000 habitantes y el distr ito más de 20.000 en g�a n parte italianos. un hote l excelente alberaa � los . ": ªJeros de distinción y numeros a s fondas y pos:das se d1sp ta n a los colonos de Pasajes. La colonia tiene quin� . ce anos de e. . x1s · tencia, hab'iendo sido su origen la esta. ción del ferrocarn·¡ , situa da · en ese tiempo en un campo de� 1. erto. Los indios a travesa ron su distrito el año 1872 y al11 donde a. c a mparon se levanta n hoy centenares de casas , 11 na 1· g 1 esi· a , escuelas, etc. Tal es l a histo ria de la


30 m a yoría de las colonias: El ferrocarril h ace brot ar de la tierra por a rte de enc a nt a miento, pobla.ciones, sem­ brados, fábric as y su acción benéfica se observa en todas pa rtes. El terreno de l a coloni a , es una inmens a llanura. verd adero océ ano de tierra , monótono y uniforme. Los árboles son r arísimos; gr a ndes pastizales a lfombran la superficie. Ma na d as de bueyes y ca ba llos p astando, a ba ndon a dos á sí mismos, sin p a stores y siempre por doquiera la llanura prolongándose h ast a el límite del horizonte. A. la dist a ncia se a divina un pequeño r ancho, que eleva su mezquina silueta en medio de un campo cul­ tiv a do. El m a teria l emplea do para su construcción es la drillo y barro, cubriéndose el techo con chapa s de zinc. A.pesa r de su poco sólid a construcción, sus ha bi­ t a ntes á quienes interroga ron Don Fra ncisco y su a mi- , go, asegura ron que su albergue resistía victoriosa-' mente á l a intemperie, siendo por lo demás el clima muy benigno. Los colemos les dijeron atemás, que hacía cinco a ños h a bí a n venido de su tierr a (Itali a ) y que tenían en a rrendamiento 72 hectáreas de terreno, pa ga ndo t res pesos oro por a ño, lo que no es excesivo á pesar del a lto precio del oro. P ara que el negocio resulte ven­ t a joso, c ad a hectárea debe producir cien pesos moned a n aciona l a nu a les por lo menos y su rendimiento ha de pasar de esta ca ntidad segura mente, pues los colo­ nos denunci a ba n en su aspecto, un a comodidad que nunca h a bían disfrut ado en su pa tria . Cerca de su a se a ­ da casita, v a rios corrales a lbergaban una vaca, veinte y cinco cab a llos y treint a bueyes, sin contar un sin­ número de ga llina s, cerdos, pa tos, etc. Los buenos campesinos decla r a ron por último que vivían bastante bien y muy contentos, necesitando úni-

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ca,mente para llegará l a posición a dquirida, haber tr.a ­ ba ja do con fe y paciencia , dura nte un corto número de aüos, después de los cuales, ó volvería n á su tierra con a lgunos miles de pesos ó se ra dica ría n en el pa ís, a dquiriendo los terrenos que ocupa ba n. Este es el porvenir ele la n a ciente n a cion a lid a d a rgen­ tina . Los inmigra ntes que acuden á su rico territorio, hacen producir a l suel,o, perma necen en el pa ís, sir­ vién('lole de pr9ductores y consumidores y a l vincu­ l arse ya con una hija del p aís ya con una comp a triota , ofrecen como último tributo, á sus hijos, futuros de­ fensores _de l a .integrid a d de su nuev a pa tria, á l a que profesan �n a mor entra ñable. No puede ser más ventajoso en ca mbio, l a situación del colono inmigra nte en la República Argentina y esto explica que solamen_te de Italia , vengan mensua lmente veinte_ mil hombres, a compañ a dos ele su familia y h ast a de sus útiles y enseres de tra b a jo.-A pes a r de l as res­ petables cifras á que ha alca nzado la inmigra ción, pues las tres cuartas partes de l a pobl aciói;i de la República, está compuest a por extranjeros, aún qued a n desiertos é incultos vastísimo;; y fera ces territorios, que sólo espera n el bra zo del agricult�r pa r a revela rle un nuevo vellocino de oro. ,Cincuenta millones de hombres ca ben holg a da mente en el territorio a rgentino y con los cinco y medio con que cuenta. pueden considera rse desiertos sus cam­ pos é insignificantes sus cultivos y pla nt aciones. Mientras h a cía estas reflexiones García, á su a migo Torrecill a �,. el c.arruaje que le conducía en su gira por la colonia había llegado á una est ancia ó est a bleci­ miento de ca mp9.,-Allí acuden los colonos cu a ndo nece­ sitan bueyes y c ab a llos, ó por otras operaciones de su comercio. . Era precis a mente l a hora .del tra ba jo y nuestros a·mi­ gos tuvieron oc asión de celebrar l as ponderadas haza-


30 m a yoría de las colonias: El ferrocarril h ace brot ar de la tierra por a rte de enc a nt a miento, pobla.ciones, sem­ brados, fábric as y su acción benéfica se observa en todas pa rtes. El terreno de l a coloni a , es una inmens a llanura. verd adero océ ano de tierra , monótono y uniforme. Los árboles son r arísimos; gr a ndes pastizales a lfombran la superficie. Ma na d as de bueyes y ca ba llos p astando, a ba ndon a dos á sí mismos, sin p a stores y siempre por doquiera la llanura prolongándose h ast a el límite del horizonte. A. la dist a ncia se a divina un pequeño r ancho, que eleva su mezquina silueta en medio de un campo cul­ tiv a do. El m a teria l emplea do para su construcción es la drillo y barro, cubriéndose el techo con chapa s de zinc. A.pesa r de su poco sólid a construcción, sus ha bi­ t a ntes á quienes interroga ron Don Fra ncisco y su a mi- , go, asegura ron que su albergue resistía victoriosa-' mente á l a intemperie, siendo por lo demás el clima muy benigno. Los colemos les dijeron atemás, que hacía cinco a ños h a bí a n venido de su tierr a (Itali a ) y que tenían en a rrendamiento 72 hectáreas de terreno, pa ga ndo t res pesos oro por a ño, lo que no es excesivo á pesar del a lto precio del oro. P ara que el negocio resulte ven­ t a joso, c ad a hectárea debe producir cien pesos moned a n aciona l a nu a les por lo menos y su rendimiento ha de pasar de esta ca ntidad segura mente, pues los colo­ nos denunci a ba n en su aspecto, un a comodidad que nunca h a bían disfrut ado en su pa tria . Cerca de su a se a ­ da casita, v a rios corrales a lbergaban una vaca, veinte y cinco cab a llos y treint a bueyes, sin contar un sin­ número de ga llina s, cerdos, pa tos, etc. Los buenos campesinos decla r a ron por último que vivían bastante bien y muy contentos, necesitando úni-

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ca,mente para llegará l a posición a dquirida, haber tr.a ­ ba ja do con fe y paciencia , dura nte un corto número de aüos, después de los cuales, ó volvería n á su tierra con a lgunos miles de pesos ó se ra dica ría n en el pa ís, a dquiriendo los terrenos que ocupa ba n. Este es el porvenir ele la n a ciente n a cion a lid a d a rgen­ tina . Los inmigra ntes que acuden á su rico territorio, hacen producir a l suel,o, perma necen en el pa ís, sir­ vién('lole de pr9ductores y consumidores y a l vincu­ l arse ya con una hija del p aís ya con una comp a triota , ofrecen como último tributo, á sus hijos, futuros de­ fensores _de l a .integrid a d de su nuev a pa tria, á l a que profesan �n a mor entra ñable. No puede ser más ventajoso en ca mbio, l a situación del colono inmigra nte en la República Argentina y esto explica que solamen_te de Italia , vengan mensua lmente veinte_ mil hombres, a compañ a dos ele su familia y h ast a de sus útiles y enseres de tra b a jo.-A pes a r de l as res­ petables cifras á que ha alca nzado la inmigra ción, pues las tres cuartas partes de l a pobl aciói;i de la República, está compuest a por extranjeros, aún qued a n desiertos é incultos vastísimo;; y fera ces territorios, que sólo espera n el bra zo del agricult�r pa r a revela rle un nuevo vellocino de oro. ,Cincuenta millones de hombres ca ben holg a da mente en el territorio a rgentino y con los cinco y medio con que cuenta. pueden considera rse desiertos sus cam­ pos é insignificantes sus cultivos y pla nt aciones. Mientras h a cía estas reflexiones García, á su a migo Torrecill a �,. el c.arruaje que le conducía en su gira por la colonia había llegado á una est ancia ó est a bleci­ miento de ca mp9.,-Allí acuden los colonos cu a ndo nece­ sitan bueyes y c ab a llos, ó por otras operaciones de su comercio. . Era precis a mente l a hora .del tra ba jo y nuestros a·mi­ gos tuvieron oc asión de celebrar l as ponderadas haza-


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ñas de esos centauros del nuevo mundo, llamados ga1iclws, hombres vigorosos que se. dedican á domar potros, marcar hacienda ú otras faenas fatigosas y peligrosísimas. Vale la pena relatar la manera como se doma al potro en las estancias de la República. El caballo que habían elegido para domar en presen­ cia de nuestros amigos, era un potro salvaje de dos años, de raza chilena, que jamás había sentido en su grupa el peso de la silla, ni sustentado jinete alguno. -Nunca lo habia tocado la mano del hombre y siempre había gozado de completa libertad en la dilatada lla­ nura en compañía de algunos centenares de sus her­ manos. Para amansarlo, lo hicieron entrar, junto con otro centenar de potros, á un gran corral, fuertemente empa­ lizado. Dos gauchos entraron al corral entonces, lazo. en mano, y haciendo describir varias vueltas á los animales, alrededor de su recinto, lograron apoderarse del caballo señalado. Una vez preso, lo condujeron al centro del corral, mientras sus compañeros asistían espantados á la violencia de que eran testigos. Asi sujeto el potro por el pescuezo, salta, se encabrita, se desespera y trata de huir á la parte opuesta á que bufa, lo conducen los gauchos, que resisten sus arrebatos á pie firme, á riesgo de matarse. Mientras se debate, le atan las patas anteriores, haciéndolo caer en tierra. Entonces otro gaucho, agilísimo, le ata las patas pos­ teriores y le coloca la cabezada y el freno, (un freno de cáñamo apropósito que le sujeta fuertemente el labio inferior,) después de lo cual le quitan las ligaduras y lo obligan á levantarse. El primer impulso del potro fué huir al galope, pero no pudo hacerlo por tener atadas las manos. A.si pues á pesar de su furiosa resistencia fué conducido fuera del

- 33 corral, es decir al campo libre, á donde los gauchos lo ataron de la cabezada á un palo, dando comienzo á la operación de ensillarlo. Daba pena ver al noble bru­ to. Espumarajeaba, temblando de furor y seguía deba­ tiéndose, saltando, tirándose al suelo, haciendo brus­ cas atropelladas. De nada le valió. una vez ensillado, un gaucho le sacó las ligaduras de las manos, otro aflojó el lazo que lo sujetaba al palo mientras un tercero Lomando fuertemente en la mano el bocado, saltó sobre la silla, con maravillosa presteza y caballo y jinete desapare­ cieron como un relámpago. No es posible comprender en virtud de que milagro, aquel hombre podía soste­ nerse encima de su montura, pues los saltos y cabriolas del furioso potro son para imaginadas, no para descri­ tas. Otros dos gauchos cabalgaban á cada lado del doma­ dor, para excitar al potro á la carrera y para dirigir en cierto modo su loca huida. Después de correr desenfrenadamente por espacio de cinco minutos, el potro cubierto ele polvo y sudor tem­ bloroso y ensangrentado, fué vuelto á conducir al corral, y atado préviamente á un palo, lo libraron del freno y la silla con infinitas precauciones, pues el animal pare­ cía presa ele un paroxismo furioso, saltando, relinchan­ do, arrojándose violentamente al suelo 6 mirando con ojos airados hacia la llanura, santuario hasta hacía poco de su querida libertad. El mayordomo de la estancia, explicó á nuestros ami­ gos, que la primera prueba había terminado felizmente, debiendo tener lugar otras en los días siguientes, y que al cabo de cuatro ó cinco días, el más indómito caballo, se convertía en·un manso cordero. Después de hacer los honores á un suculento asado con cuero (manjar peculiar á las estancias de la Repú­ blica) y ele haber saboreado ,-arios mates que mitigaron 3-ARGF.:C.T!NA,


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ñas de esos centauros del nuevo mundo, llamados ga1iclws, hombres vigorosos que se. dedican á domar potros, marcar hacienda ú otras faenas fatigosas y peligrosísimas. Vale la pena relatar la manera como se doma al potro en las estancias de la República. El caballo que habían elegido para domar en presen­ cia de nuestros amigos, era un potro salvaje de dos años, de raza chilena, que jamás había sentido en su grupa el peso de la silla, ni sustentado jinete alguno. -Nunca lo habia tocado la mano del hombre y siempre había gozado de completa libertad en la dilatada lla­ nura en compañía de algunos centenares de sus her­ manos. Para amansarlo, lo hicieron entrar, junto con otro centenar de potros, á un gran corral, fuertemente empa­ lizado. Dos gauchos entraron al corral entonces, lazo. en mano, y haciendo describir varias vueltas á los animales, alrededor de su recinto, lograron apoderarse del caballo señalado. Una vez preso, lo condujeron al centro del corral, mientras sus compañeros asistían espantados á la violencia de que eran testigos. Asi sujeto el potro por el pescuezo, salta, se encabrita, se desespera y trata de huir á la parte opuesta á que bufa, lo conducen los gauchos, que resisten sus arrebatos á pie firme, á riesgo de matarse. Mientras se debate, le atan las patas anteriores, haciéndolo caer en tierra. Entonces otro gaucho, agilísimo, le ata las patas pos­ teriores y le coloca la cabezada y el freno, (un freno de cáñamo apropósito que le sujeta fuertemente el labio inferior,) después de lo cual le quitan las ligaduras y lo obligan á levantarse. El primer impulso del potro fué huir al galope, pero no pudo hacerlo por tener atadas las manos. A.si pues á pesar de su furiosa resistencia fué conducido fuera del

- 33 corral, es decir al campo libre, á donde los gauchos lo ataron de la cabezada á un palo, dando comienzo á la operación de ensillarlo. Daba pena ver al noble bru­ to. Espumarajeaba, temblando de furor y seguía deba­ tiéndose, saltando, tirándose al suelo, haciendo brus­ cas atropelladas. De nada le valió. una vez ensillado, un gaucho le sacó las ligaduras de las manos, otro aflojó el lazo que lo sujetaba al palo mientras un tercero Lomando fuertemente en la mano el bocado, saltó sobre la silla, con maravillosa presteza y caballo y jinete desapare­ cieron como un relámpago. No es posible comprender en virtud de que milagro, aquel hombre podía soste­ nerse encima de su montura, pues los saltos y cabriolas del furioso potro son para imaginadas, no para descri­ tas. Otros dos gauchos cabalgaban á cada lado del doma­ dor, para excitar al potro á la carrera y para dirigir en cierto modo su loca huida. Después de correr desenfrenadamente por espacio de cinco minutos, el potro cubierto ele polvo y sudor tem­ bloroso y ensangrentado, fué vuelto á conducir al corral, y atado préviamente á un palo, lo libraron del freno y la silla con infinitas precauciones, pues el animal pare­ cía presa ele un paroxismo furioso, saltando, relinchan­ do, arrojándose violentamente al suelo 6 mirando con ojos airados hacia la llanura, santuario hasta hacía poco de su querida libertad. El mayordomo de la estancia, explicó á nuestros ami­ gos, que la primera prueba había terminado felizmente, debiendo tener lugar otras en los días siguientes, y que al cabo de cuatro ó cinco días, el más indómito caballo, se convertía en·un manso cordero. Después de hacer los honores á un suculento asado con cuero (manjar peculiar á las estancias de la Repú­ blica) y ele haber saboreado ,-arios mates que mitigaron 3-ARGF.:C.T!NA,


-3'ic-

algún tanto la sed de nuestros viajeros, estos empren­ dieron viaje de regreso al Rosario de Santa Fe, á fin de reposar algunos días y continuar sus interesantes excursiones. La capital de la provincia ó sea la ciudad de Santa Fe, (28.000 habitantes) situada á siete horas de ferro­ carril del Rosario, hacia el norte, fué visitada por nues-

- 3G rescas islas, llenas de vejetación exuberarite, que her­ mosean su iJaisaje. Les faltó tiempo para visitar los de1�artamentos flo­ recientes de Cayasta, Heh·ecia, San Ja;-ier y otros centros de colonización, pero Don Francisco disponía de poco tiempo y sólo quéría tener una idea general de cada una de las provincias. La impresión que iJrodujo en Don Francisco la con­ templación de las inmensas riquezas pastoriles .Y agrí­ colas que acababa de dejar, J'ué de asombro y no ocultó á su amigo su admiración por lo que existía y por lo que con el tiempo existirá en uno de los lugares de la República, cuyo ponenir agrícola no puede ser más halagüeüo, siendo ésta actualmente uno de los países qne más figura con sus producciones en los mercados extranjeros.

ll<1uchos lonH1ndr, mate.

tros amigos, que dedicaron á recorrerla algunas horas, saliendo de ella gratamente impresionados por el grado de cultura y adelanto que rev'elan sus numerosas ca::,as, edificios ·públicos, paseos y plazas. Situada á orillas de un canal del río Paraná, llamüdo riacho de Santa Fe, el que después de haber recibido el río Salado, va más abajo con el nombre de riacho de Coronda, está ence­ rrada entre la laguna Setubal, de un largo de23 kilóme­ tros y el río Salado, que se une al riacho 3 kilómetros más abajo. existiendo frente á ella, numerosas y pinto-

Ga11d10.


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algún tanto la sed de nuestros viajeros, estos empren­ dieron viaje de regreso al Rosario de Santa Fe, á fin de reposar algunos días y continuar sus interesantes excursiones. La capital de la provincia ó sea la ciudad de Santa Fe, (28.000 habitantes) situada á siete horas de ferro­ carril del Rosario, hacia el norte, fué visitada por nues-

- 3G rescas islas, llenas de vejetación exuberarite, que her­ mosean su iJaisaje. Les faltó tiempo para visitar los de1�artamentos flo­ recientes de Cayasta, Heh·ecia, San Ja;-ier y otros centros de colonización, pero Don Francisco disponía de poco tiempo y sólo quéría tener una idea general de cada una de las provincias. La impresión que iJrodujo en Don Francisco la con­ templación de las inmensas riquezas pastoriles .Y agrí­ colas que acababa de dejar, J'ué de asombro y no ocultó á su amigo su admiración por lo que existía y por lo que con el tiempo existirá en uno de los lugares de la República, cuyo ponenir agrícola no puede ser más halagüeüo, siendo ésta actualmente uno de los países qne más figura con sus producciones en los mercados extranjeros.

ll<1uchos lonH1ndr, mate.

tros amigos, que dedicaron á recorrerla algunas horas, saliendo de ella gratamente impresionados por el grado de cultura y adelanto que rev'elan sus numerosas ca::,as, edificios ·públicos, paseos y plazas. Situada á orillas de un canal del río Paraná, llamüdo riacho de Santa Fe, el que después de haber recibido el río Salado, va más abajo con el nombre de riacho de Coronda, está ence­ rrada entre la laguna Setubal, de un largo de23 kilóme­ tros y el río Salado, que se une al riacho 3 kilómetros más abajo. existiendo frente á ella, numerosas y pinto-

Ga11d10.


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¡-

V:

.•,.()_,...,_..,

: � c ; é, t �iÉ f(._7-': .· ..

Islas y IJíHTfU1cas del Paranú.

La. M:eson,0,torn.ia Argentinª-. - Córcl ota:. - La$ pr0,\dncias andinas. -Tuc:um;;in.-LQEi ínge,,., nios.

ALravesando el espléndido río Paraná enfrenLe de la ciudad de SanLa Fe, se encuenLra la ciudad del Paraná,. capiLal de la provincia de EnLre Ríos, la cual unida á la provincia de Corrientes y al territorio de �Iisiones, f'ué bauLizacla por el viajero francés Martín ele lYioussy, con el nombre de lYiesopoLamia argentina, á causa de estar LoLalmente bañada por los ríos Paraná y Uruguay. El aspecto general del territorio ele la provincia ele EnLre Ríos que mide una superficie de 113 mil kil6me­ Lros cuadrados y cuenta cerca de 300 mil habitantes, difiere poco del ele la de Santa Fe, y nuesLros amigos pensaron con justicia que la ganadería y la agricultura serían sus principales fuentes de riqueza, siendo así

- 3i -

efectiYamente ya que cuenta con varios millones de cabezas ele ganado boYino, lanar y equino, estando en floreciente esLado las colonias de Villa Urquiza, San José del üruguay, Casanos, Rocamora y otras. El río Paraná, navegable hasta su confluencia con el río Paraguay más allá de la ciudad de Corrientes, es poderosa arteria para el importante comercio ele esLas ricas regiones, y existe un excelente servicio ele vapores dotados de las mayores comocliclacles, que practican un servicio rápido y regular entre Buenos Aires y los demás puertos del vasto litoral. Es una ele las excursiones más agradables y pintores­ cas, un Ylaje por el río Paraná. Horizontes admirables y siern pre nuevos; islas Yercleguean Les rodeadas ele una agua tranquila que refleja la silueta de los alisos, sauces, naranjos y durazneros; soberbias colinas llenas de vejetaci6n tropical; extensos prados en los cuales retozan numerosos rebaflos y un cielo siempre limpio, alegre, henclito. un importante comercio ele cabotaje anima el majes­ tuoso río, y Don Francisco y su amigo lo atravesaron gratamente impresionados para dirigirse á la ciudad del Paraná, capital que fué ele la Confederación Argentina desde 1854 hasta 1861, situada en la margen izquierda del río de su nombre. La ciudad posee hermosos edifi­ cios, una acreditada escuela normal, una magnífica catedral en construcción y su aspecto es el de una gran ciudad en estado de evolución. Tiene cerca ele 40 mil habitantes y posee tramways, instalaciones ele luz eléc­ trica y otros modernos adelantos. Permanecieron en ella pocas horas y al día siguiente tomaron uno de los vapores que hace la carrera entre la ciudad del Paraná y la de CorrienLes. , Una vez instalados á bordo, el amigo de Don Francisco lamentó que el corlo tiempo ele que disponían les hu-


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V:

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Islas y IJíHTfU1cas del Paranú.

La. M:eson,0,torn.ia Argentinª-. - Córcl ota:. - La$ pr0,\dncias andinas. -Tuc:um;;in.-LQEi ínge,,., nios.

ALravesando el espléndido río Paraná enfrenLe de la ciudad de SanLa Fe, se encuenLra la ciudad del Paraná,. capiLal de la provincia de EnLre Ríos, la cual unida á la provincia de Corrientes y al territorio de �Iisiones, f'ué bauLizacla por el viajero francés Martín ele lYioussy, con el nombre de lYiesopoLamia argentina, á causa de estar LoLalmente bañada por los ríos Paraná y Uruguay. El aspecto general del territorio ele la provincia ele EnLre Ríos que mide una superficie de 113 mil kil6me­ Lros cuadrados y cuenta cerca de 300 mil habitantes, difiere poco del ele la de Santa Fe, y nuesLros amigos pensaron con justicia que la ganadería y la agricultura serían sus principales fuentes de riqueza, siendo así

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efectiYamente ya que cuenta con varios millones de cabezas ele ganado boYino, lanar y equino, estando en floreciente esLado las colonias de Villa Urquiza, San José del üruguay, Casanos, Rocamora y otras. El río Paraná, navegable hasta su confluencia con el río Paraguay más allá de la ciudad de Corrientes, es poderosa arteria para el importante comercio ele esLas ricas regiones, y existe un excelente servicio ele vapores dotados de las mayores comocliclacles, que practican un servicio rápido y regular entre Buenos Aires y los demás puertos del vasto litoral. Es una ele las excursiones más agradables y pintores­ cas, un Ylaje por el río Paraná. Horizontes admirables y siern pre nuevos; islas Yercleguean Les rodeadas ele una agua tranquila que refleja la silueta de los alisos, sauces, naranjos y durazneros; soberbias colinas llenas de vejetaci6n tropical; extensos prados en los cuales retozan numerosos rebaflos y un cielo siempre limpio, alegre, henclito. un importante comercio ele cabotaje anima el majes­ tuoso río, y Don Francisco y su amigo lo atravesaron gratamente impresionados para dirigirse á la ciudad del Paraná, capital que fué ele la Confederación Argentina desde 1854 hasta 1861, situada en la margen izquierda del río de su nombre. La ciudad posee hermosos edifi­ cios, una acreditada escuela normal, una magnífica catedral en construcción y su aspecto es el de una gran ciudad en estado de evolución. Tiene cerca ele 40 mil habitantes y posee tramways, instalaciones ele luz eléc­ trica y otros modernos adelantos. Permanecieron en ella pocas horas y al día siguiente tomaron uno de los vapores que hace la carrera entre la ciudad del Paraná y la de CorrienLes. , Una vez instalados á bordo, el amigo de Don Francisco lamentó que el corlo tiempo ele que disponían les hu-


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biera impedido conocer los demás centros comerciales de la provincia, entre:otros: La Paz, Victoria, Gualeguay, Concordia, Gualeguaychú y Uruguay, cuya creciente importancia atestigua el desarrollo verdaderamente prodigioso de su comercio é industria. El viaje duró dos días y entre los compañeros de nuestros amigos, iban algunos italianos, que se dirigían á practicar una excursión en la laguna Iberá, sin dispu­ ta una de las maravillas de la República. Esta masa de agua que cubre casi todo el cen lro de la parle norte de la provincia, tiene 5,000 kilómetros cuadrados de su­ perficie y de su seno surgen multitud de islas, llenas de vegetación tropical y de árboles seculares. A lo largo

Puma.

de sus orillas crecen bambúes que alcanzan una altura de 12 metros y sus intrincados cañaverales sirven de reparo á la rica y variada fauna de la región: desde el puma 6 león americano hasta el pintado papagallo, des­ de el tigre hasta los innumerables monos, del águila al cocodrilo.

- 39 Los indios dan caza á las fieras, armados únicamente de puiiales y hacen un comercio muy lucrativo de pie-

\uncil'1.

les y plumas, teniendo un respetuoso temor por las ma­ ravillas y sucesos, de que es teatro, según ellos, la fan­ tástica laguna. Otra de las curiosidades ele la región son los cuma­ lotes 6 agrupaciones de plantas y arbustos que no­ tan al capricho del viento 6 de las corrientes y sus­ tentan multitud de anima­ les, tigres, leones, coco­ drilos, serpientes y otros huéspedes incómodos que desembarcan en tierra fir­ me cuando el improvisado islote flotante encalla en la ribera del río. La provincia de Corrien · 11nrnhú. les que tiene una superficie de 125 mil kilómetros cuadrados y 220 mil habitan­ tes, produce en su parle norte, maderas finísimas, bam-


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biera impedido conocer los demás centros comerciales de la provincia, entre:otros: La Paz, Victoria, Gualeguay, Concordia, Gualeguaychú y Uruguay, cuya creciente importancia atestigua el desarrollo verdaderamente prodigioso de su comercio é industria. El viaje duró dos días y entre los compañeros de nuestros amigos, iban algunos italianos, que se dirigían á practicar una excursión en la laguna Iberá, sin dispu­ ta una de las maravillas de la República. Esta masa de agua que cubre casi todo el cen lro de la parle norte de la provincia, tiene 5,000 kilómetros cuadrados de su­ perficie y de su seno surgen multitud de islas, llenas de vegetación tropical y de árboles seculares. A lo largo

Puma.

de sus orillas crecen bambúes que alcanzan una altura de 12 metros y sus intrincados cañaverales sirven de reparo á la rica y variada fauna de la región: desde el puma 6 león americano hasta el pintado papagallo, des­ de el tigre hasta los innumerables monos, del águila al cocodrilo.

- 39 Los indios dan caza á las fieras, armados únicamente de puiiales y hacen un comercio muy lucrativo de pie-

\uncil'1.

les y plumas, teniendo un respetuoso temor por las ma­ ravillas y sucesos, de que es teatro, según ellos, la fan­ tástica laguna. Otra de las curiosidades ele la región son los cuma­ lotes 6 agrupaciones de plantas y arbustos que no­ tan al capricho del viento 6 de las corrientes y sus­ tentan multitud de anima­ les, tigres, leones, coco­ drilos, serpientes y otros huéspedes incómodos que desembarcan en tierra fir­ me cuando el improvisado islote flotante encalla en la ribera del río. La provincia de Corrien · 11nrnhú. les que tiene una superficie de 125 mil kilómetros cuadrados y 220 mil habitan­ tes, produce en su parle norte, maderas finísimas, bam-


- 40 búes, caüa de azúcar, tabaco, algodón, hierba-ma le, ó té del Paraguay, maíz, exquisitas naranjas y mandioca; en el sud, excelentes pastos y ganados. Está dividida en 24 departamentos, cuya capital es Corrientes, (25,000 habitantes) que se levanta en la orilla izquierda del río Paraná á 40 kilómetros de la confluencia del río Pa­ raguay. Su situación ventajosa le promete el más bri-

-41húmedo y cálido es sano y no existen en parte alguna de la provincia enfermedades endémicas. Las otras ciudades de importancia de la provincia son Gaya (20,000 habitantes) situada sobre un canal del Pa­ raná, centro comercial é industrial del sud de la pro­ vincia; Monte Caseros, sobre el río Uruguay y Paso de los Libres, ciudades que practican el comercio de tráfi­ co para el Alto Uruguay é interior de la provincia.

Saladero Santa Elena.-Entre Ríos.

El Chaco élustral. l. El río l'aragua�·, cu Puente Bcnuejo.-2. Puente para el acarrco.-s. Un arroyo.

liante porvenir, pues aunque dista 1,600 kilómetros del Océano Atlántico, es accesible á los buques de ultramar, y se encuentra en el centro de la región más rica en producciones naturales de la República; su puerto es ya el centro de una importante navegación fluvial; su población crece rápidamente, pues su clima aunque

Antes de dirigirse á la provincia de Córdoba, llamada con justicia la docta, por su reputada universidad, el amigo de D. Francisco le propuso visitar alguno de los saladeros de la provincia de Entre Ríos, y fué elegido para el objeto el que pertenece al famoso doctor Kem­ merich, uno de los 14 con que cuenta la provincia. Ha de saber V., decía García á su maravillado amigo, que á fines del siglo pasado, en 1794, según cuentan las tradiciones, cinco marineros irlandeses, salvados I por milagro de un naufragio en las costas de la Patago-


- 40 búes, caüa de azúcar, tabaco, algodón, hierba-ma le, ó té del Paraguay, maíz, exquisitas naranjas y mandioca; en el sud, excelentes pastos y ganados. Está dividida en 24 departamentos, cuya capital es Corrientes, (25,000 habitantes) que se levanta en la orilla izquierda del río Paraná á 40 kilómetros de la confluencia del río Pa­ raguay. Su situación ventajosa le promete el más bri-

-41húmedo y cálido es sano y no existen en parte alguna de la provincia enfermedades endémicas. Las otras ciudades de importancia de la provincia son Gaya (20,000 habitantes) situada sobre un canal del Pa­ raná, centro comercial é industrial del sud de la pro­ vincia; Monte Caseros, sobre el río Uruguay y Paso de los Libres, ciudades que practican el comercio de tráfi­ co para el Alto Uruguay é interior de la provincia.

Saladero Santa Elena.-Entre Ríos.

El Chaco élustral. l. El río l'aragua�·, cu Puente Bcnuejo.-2. Puente para el acarrco.-s. Un arroyo.

liante porvenir, pues aunque dista 1,600 kilómetros del Océano Atlántico, es accesible á los buques de ultramar, y se encuentra en el centro de la región más rica en producciones naturales de la República; su puerto es ya el centro de una importante navegación fluvial; su población crece rápidamente, pues su clima aunque

Antes de dirigirse á la provincia de Córdoba, llamada con justicia la docta, por su reputada universidad, el amigo de D. Francisco le propuso visitar alguno de los saladeros de la provincia de Entre Ríos, y fué elegido para el objeto el que pertenece al famoso doctor Kem­ merich, uno de los 14 con que cuenta la provincia. Ha de saber V., decía García á su maravillado amigo, que á fines del siglo pasado, en 1794, según cuentan las tradiciones, cinco marineros irlandeses, salvados I por milagro de un naufragio en las costas de la Patago-


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nia, se refugiaron en Buenos Aires. Habiendo encon­ trado en el territorio de esa provincia, una cantidad ya prodigiosa de ganado bovino, pensaron en salar la car­ ne y secarla al sol, como se practica en su país con el pescado. Su primer ensayo debió dar excelente resu! La­ do, pues desde aquella época hasta nuestros días, las saladeras se han multiplicado y el comercio del tasajo es una de las industrias más florecientes.

tianaclo ('In el pnslorPo.

Imposible sería dar el número exacto de las cabezas de ganado que pastan por los dilatado s campos argen­ _ tmos, y cuyo origen fué algunos anim ales traídos por �os españoles en su primera expedición, pero bást ele a V. saber, que se calculan en 16 mill ones de cabezas de ganado bovino y en cerca de 120 millones de ovinos ' . contar los caballos y otros animales. Ya puede V. figurarse la importancia de esta indu stria que explotan

sm

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en veinte establecimientos, las provincias de Eritre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, cuyo clima se adapta especialmen le á la gana dería. En el establecimiento del doctor Kemmerich, que vi­ sitaron nuestros amigos, pudieron asistir á la transfor­ mación de la carne en extracto, peptona, caldo concen­ trado, carne conservada, lenguas y pieles saladas, etcé­ tera, etc. y nunca se hubiera imaginado D. Francisco que Liebig y otros químicos y fabricantes, tuvieran en la República Argentina su mina de oro inagotable. Volviendo á tomar el cómodo vapor que hace el ser.­ vicio en el río Paraná, nuestros amigos se dirigían al Rosario de Santa Fe y de allí, por ferrocarril, á Córdo­ ba, capital de la provincia del mismo nombre (21 6,600 kilómetros cuadrados) (340, 000 habitantes) cuyo aspecto ºcreneral es el de una vasta llanura con declive inclina­ do hacia el río Paraná y al Oeste de la cual se levanta una gran serranía aislada completamente. Está divirl.i­ da en 22 departamentos y sus producciones son: plata, cobre, hierro, magníficos mármoles, cal, yeso, maderas en la sierra y parte norte de la Pampa; pastos en toda la extensión del territorio; cereales, tabaco, vinos, ga­ nados, etc., etc. en el resto. La ciudad de Córdoba (80,000 habitantes), fundada en 157:3, por Jerónimo Luis de Cabrera, está situada á �O kilómetros de la Sierra, en una altura de 400 y tan­ tos metros y á orillas del río Primero. Su pintoresca po­ sición y el grado de adelanto en que Sf\ encuentra, sin contar con el prestigio de su Universidad y Observato­ rio ' la hacen una de las ciudades argentinas más curiosas y más visitadas. Sus lugares de villegiatura, situados en las sierras, sus renombradas aguas termales, todo concurre á justificar la predilección de que goza. D. Francisco Torrecillas y su amigo García, recorrie­ ron complacidos sus anchas calles, sus tres lindas pla-


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nia, se refugiaron en Buenos Aires. Habiendo encon­ trado en el territorio de esa provincia, una cantidad ya prodigiosa de ganado bovino, pensaron en salar la car­ ne y secarla al sol, como se practica en su país con el pescado. Su primer ensayo debió dar excelente resu! La­ do, pues desde aquella época hasta nuestros días, las saladeras se han multiplicado y el comercio del tasajo es una de las industrias más florecientes.

tianaclo ('In el pnslorPo.

Imposible sería dar el número exacto de las cabezas de ganado que pastan por los dilatado s campos argen­ _ tmos, y cuyo origen fué algunos anim ales traídos por �os españoles en su primera expedición, pero bást ele a V. saber, que se calculan en 16 mill ones de cabezas de ganado bovino y en cerca de 120 millones de ovinos ' . contar los caballos y otros animales. Ya puede V. figurarse la importancia de esta indu stria que explotan

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en veinte establecimientos, las provincias de Eritre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, cuyo clima se adapta especialmen le á la gana dería. En el establecimiento del doctor Kemmerich, que vi­ sitaron nuestros amigos, pudieron asistir á la transfor­ mación de la carne en extracto, peptona, caldo concen­ trado, carne conservada, lenguas y pieles saladas, etcé­ tera, etc. y nunca se hubiera imaginado D. Francisco que Liebig y otros químicos y fabricantes, tuvieran en la República Argentina su mina de oro inagotable. Volviendo á tomar el cómodo vapor que hace el ser.­ vicio en el río Paraná, nuestros amigos se dirigían al Rosario de Santa Fe y de allí, por ferrocarril, á Córdo­ ba, capital de la provincia del mismo nombre (21 6,600 kilómetros cuadrados) (340, 000 habitantes) cuyo aspecto ºcreneral es el de una vasta llanura con declive inclina­ do hacia el río Paraná y al Oeste de la cual se levanta una gran serranía aislada completamente. Está divirl.i­ da en 22 departamentos y sus producciones son: plata, cobre, hierro, magníficos mármoles, cal, yeso, maderas en la sierra y parte norte de la Pampa; pastos en toda la extensión del territorio; cereales, tabaco, vinos, ga­ nados, etc., etc. en el resto. La ciudad de Córdoba (80,000 habitantes), fundada en 157:3, por Jerónimo Luis de Cabrera, está situada á �O kilómetros de la Sierra, en una altura de 400 y tan­ tos metros y á orillas del río Primero. Su pintoresca po­ sición y el grado de adelanto en que Sf\ encuentra, sin contar con el prestigio de su Universidad y Observato­ rio ' la hacen una de las ciudades argentinas más curiosas y más visitadas. Sus lugares de villegiatura, situados en las sierras, sus renombradas aguas termales, todo concurre á justificar la predilección de que goza. D. Francisco Torrecillas y su amigo García, recorrie­ ron complacidos sus anchas calles, sus tres lindas pla-


- 44 zas y en �na de ellas admiraron el sob erbio monumento elevado a Ja memoria del general Paz' heroico h.. IJO de la provincia. La universidad, una de las má s antiguas de la Amé­ . nca, p�es_su fundación data de 1613, es la s egunda de la Repubhca y cuenta cerca de 400 alumnos. El obse r-

L« cordill(> ra de los And�s.

· vatorio, dotado de los ma· s mo dernos elementos, y di . ng.1_do por un sabio francés, el Sr. Breu f, es otra de las. cunosidades .de Có rdoba, que merecen visitarse, lo mismo que el dique de San Ro que, las iglesias las pin t�rescas colonias agrícolas de los alrededor�s de J­ a cmdad. Después de dejar á Córdob a, nuestros viajeros s e di-

- 4/:i -

rigieron por ferrocarril á dos ,le las provincias andinas. San Juan y Mendoza, que con la de -San Luis, fo rma­ ban antiguamente la provincia de Cuyos, dependiente del vireinato de Chile hasta 1776. Muy variado es el aspecto de la p rovincia de Mendo­ za. Situada en el extremo meridional de la gran llanu­ ra argentina, comprende dos regiones muy diferentes. Al Este, el terreno es llano, arenoso, seco y con escasa vegetación. Al Oeste, por el contrario, las corrientes de agua son abundantes, cubriéndose el suelo de hermosa vegetación. Además, en ninguna parte ofrece la cordi­ llera de los Andes, aspectos más grandiosos é impo­ nentes que en Mendoza, y caro le cuesta la vecindad, pues ha sido destruída varias veces por terremotos es pantosos. La colosal línea de cumbres de la cordillera, luce á más de los numerosos volcanes apagados ó en actividad que erizan su cresta occidental, multitud de picos perpetuamente cubiertos de nieve, como los de Aconcagua, del Juncal, del Plata, etc., descollando en medio de todos el enorme Tupungato, que se divisa desde la llanura de Mendoza, y destaca su cono des­ lumbrante que alcanza 6,71 0 metros de altura sobre el nivel del mar. Si variado es su aspecto físico, también son variadas las p roducciones de 8u suelo, que encierra oro, plata, carbón de piedra, cobre, plomo y mármol. En el terri­ torio de la provincia tiene gran importancia el cultivo de la vid, y abundan los trigos, el maíz, los olivos y otros árboles. Está dividida en 16 departamentos, tiene 155,700 ki­ lómetros cuadrados de superficie y cuenta 200, 000 ha­ bitantes, siendo capital de la provincia la ciudad de Mendoza, á orillas del río del mismo nombre, que fué completamente destruída por el terremoto de 20 de Marzo de 1861 y tiene actualmente que luchar aún por


- 44 zas y en �na de ellas admiraron el sob erbio monumento elevado a Ja memoria del general Paz' heroico h.. IJO de la provincia. La universidad, una de las má s antiguas de la Amé­ . nca, p�es_su fundación data de 1613, es la s egunda de la Repubhca y cuenta cerca de 400 alumnos. El obse r-

L« cordill(> ra de los And�s.

· vatorio, dotado de los ma· s mo dernos elementos, y di . ng.1_do por un sabio francés, el Sr. Breu f, es otra de las. cunosidades .de Có rdoba, que merecen visitarse, lo mismo que el dique de San Ro que, las iglesias las pin t�rescas colonias agrícolas de los alrededor�s de J­ a cmdad. Después de dejar á Córdob a, nuestros viajeros s e di-

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rigieron por ferrocarril á dos ,le las provincias andinas. San Juan y Mendoza, que con la de -San Luis, fo rma­ ban antiguamente la provincia de Cuyos, dependiente del vireinato de Chile hasta 1776. Muy variado es el aspecto de la p rovincia de Mendo­ za. Situada en el extremo meridional de la gran llanu­ ra argentina, comprende dos regiones muy diferentes. Al Este, el terreno es llano, arenoso, seco y con escasa vegetación. Al Oeste, por el contrario, las corrientes de agua son abundantes, cubriéndose el suelo de hermosa vegetación. Además, en ninguna parte ofrece la cordi­ llera de los Andes, aspectos más grandiosos é impo­ nentes que en Mendoza, y caro le cuesta la vecindad, pues ha sido destruída varias veces por terremotos es pantosos. La colosal línea de cumbres de la cordillera, luce á más de los numerosos volcanes apagados ó en actividad que erizan su cresta occidental, multitud de picos perpetuamente cubiertos de nieve, como los de Aconcagua, del Juncal, del Plata, etc., descollando en medio de todos el enorme Tupungato, que se divisa desde la llanura de Mendoza, y destaca su cono des­ lumbrante que alcanza 6,71 0 metros de altura sobre el nivel del mar. Si variado es su aspecto físico, también son variadas las p roducciones de 8u suelo, que encierra oro, plata, carbón de piedra, cobre, plomo y mármol. En el terri­ torio de la provincia tiene gran importancia el cultivo de la vid, y abundan los trigos, el maíz, los olivos y otros árboles. Está dividida en 16 departamentos, tiene 155,700 ki­ lómetros cuadrados de superficie y cuenta 200, 000 ha­ bitantes, siendo capital de la provincia la ciudad de Mendoza, á orillas del río del mismo nombre, que fué completamente destruída por el terremoto de 20 de Marzo de 1861 y tiene actualmente que luchar aún por


- 46 reedificar y componer los edificios destruídos por otro terremoto, acaecido en 1895. Tiene 30 mil habitantes y con la Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, es una de las ciudades más modernas y por consiguiente más regularmente traza-

- 47 salientes de la República, se halla eminentemente. des­ arrollada en Mendoza y no pueden dejar de aplau­ dirse sus resultados benéficos. La provincia cuenta con cerca de 200 escuelas, entre elementales y supe­ riores con maestros diplomados, gabinetes de física, muse�s laboratorios y demás adelantos. La educación común 'es gratuita y obligatoria en todo el territorio

J El rio Mendoza, en la cordillera de los Andes. La Vi!

das. Sus calles espaciosas, est.án llenas de árboles que alegran el aspecto de la ciudad. poco grandioso, pues sus casas son de un solo piso, en atención á una posi­ ble catástrofe. No carece de ninguno de los atractivos de la vida moderna en sus principales manifestaciones, como paseos, teatros, y clubs. La manía educativa, que es une de los rasgos más

de la República, que invierte anualmente sumas con­ siderables en el sostenimiento de millares de escue­ las. Esto y la gran cantidad de diarios y periódicos, revela el grado de cultura á que ha }llegado la Repú­ blica, cultura que envidiarían muchas naciones euro­ peas, cuya proporción de analfabetos es mayor que la de esta parte de América. Hasta ahora la importancia industrial de la })fovin-


- 46 reedificar y componer los edificios destruídos por otro terremoto, acaecido en 1895. Tiene 30 mil habitantes y con la Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, es una de las ciudades más modernas y por consiguiente más regularmente traza-

- 47 salientes de la República, se halla eminentemente. des­ arrollada en Mendoza y no pueden dejar de aplau­ dirse sus resultados benéficos. La provincia cuenta con cerca de 200 escuelas, entre elementales y supe­ riores con maestros diplomados, gabinetes de física, muse�s laboratorios y demás adelantos. La educación común 'es gratuita y obligatoria en todo el territorio

J El rio Mendoza, en la cordillera de los Andes. La Vi!

das. Sus calles espaciosas, est.án llenas de árboles que alegran el aspecto de la ciudad. poco grandioso, pues sus casas son de un solo piso, en atención á una posi­ ble catástrofe. No carece de ninguno de los atractivos de la vida moderna en sus principales manifestaciones, como paseos, teatros, y clubs. La manía educativa, que es une de los rasgos más

de la República, que invierte anualmente sumas con­ siderables en el sostenimiento de millares de escue­ las. Esto y la gran cantidad de diarios y periódicos, revela el grado de cultura á que ha }llegado la Repú­ blica, cultura que envidiarían muchas naciones euro­ peas, cuya proporción de analfabetos es mayor que la de esta parte de América. Hasta ahora la importancia industrial de la })fovin-


- 48cia <le Mendoza, consiste en el comercio y la fabrica­ ción de diversas clases de vinos, que con los de San Juan, se disputan los mercados del país y hasta del ex­ traujero. La sola provincia de san Juan produce anual­ mente 250,000 hectólitros de vino y más de 300,000 ca­ jones de pasas de 10 kilos cada uno, y puede afirmarse con certeza que dicha producción se triplicará en pocos años, dada la importancia que van tomando las plan­ taciones. Dos hectáreas ó sea una cuadra de terreno, producen un mínimum de 1,200 pesos anuales y un má­ ximum 3,000 pesos. Se lucha únicamente con la escasez de brazos y hacen gran falta algunos millares de hom­ bres inteligentes y laboriosos. D. Francisco pensaba en la excelente prop0rción que se le ofrecía para plantear allí un establecimiento viti­ vinícola, trayendo algunos centenares de colonos inte­ ligentes que eligiría en Cádiz y se prometió estudiar formalmente el asunto á su vuelta á España. El ferrocarril andino que une á las ciudades de Men­ doza y San Juan, condujo á nuestros amigos á esta últi­ ma, capital de la provincia del mismo nombre (superfi­ cie: 103,100 kilometros cuadrados; 140,000 habitantes) y cuyo aspecto general se asemeja al de la provincia de Mendoza, siendo casi iguales sus producciones. La pro­ vincia de San Juan está dividida en 19 departamentos y el único río de importancia que lo atraviesa es el de los Patos, que toma su origen en las nevadas del Acon­ cagua. Sus centros comerciales. además de la capital, son Yachal, Valle Fertil y Salvador, y su industria: la agricultura, la fabricación de vinos y aguardientes, el laboreo en grande escala de minas de plata; la ganade­ ría, y la exportación de sus productos á la vecina Repú­ blica de Chile, sacando en cambio de ésta y de Buenos Aires, los artículos ultramarinos . Algo muy digno de visitarse en la provincia de San

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Juan, son las admirables obras llevadas á cabo para l a . irrigación artificial, pues debido á la sequedad del ch­ ma (llueve rara vez, como en Mendoza) y á la escasez de corrientes de agua naturales , el territorio estaba destinado á ser un desierto árido é inculto. Ha sido pues la mano del hombre, la que ha hecho brotar allí una florida vegetación, y pueden con justicia estar orgu­ llosos los sanjuaninos del resultado obtenido. La ciudad de San Juan, fué fundada en 1561 por don Juan Jofré sobre el río de los Patos, y en medio del espléndido 'valle ele Tulum. Es sede episcopal del obis­ pado de Cuyo, y posee iglesia catedral, tres nanc�s, con . un capital de 6 millones de pesos, varios establecimien­ tos de educación, muchos buenos hoteles, clubs, etc. Tiene 25 mil habitantes y ha alcanzado en pocos años un grado notable de pr0greso, que ument rá cuando, � � . mejor conocida la provincia y su neo terntono, afluyan á ella los inmigrantes extranjeros. . . En uno de los departamentos de la proYmcia, el de Caucete, cuyas obras de irrigación son notables, tuvie­ ron ocasión de visitar los establecimientos de los her­ manos Arsen, el del Sr. Maurín y el del Sr. Justo Castro, el cual posee en una sola zona, 400 hectárefls de terre­ no, de las cuales, la mitad en pleno cultivo y el rest? en formación. El establecimiento del Sr. Castro, esta evaluado en cerca de 3 millones de pesos y existen en las provincias de Mendoza y San Juan, otros de igual ó mayor importancia, dotados ele los más modernos ele­ mentos de trabajo. La provincia de Tucumán, llamada el jardín de la República, fué la última provincia del norte, que �u­ . dieron visitar nuestros amigos, pues D. Francisco dis­ ponía de poco tiempo é importantes asuntos reclama­ ban su presencia en España. Hacía por Jo demás, cerca de un mes, que se encon4-AnGEN'l'1NA


- 48cia <le Mendoza, consiste en el comercio y la fabrica­ ción de diversas clases de vinos, que con los de San Juan, se disputan los mercados del país y hasta del ex­ traujero. La sola provincia de san Juan produce anual­ mente 250,000 hectólitros de vino y más de 300,000 ca­ jones de pasas de 10 kilos cada uno, y puede afirmarse con certeza que dicha producción se triplicará en pocos años, dada la importancia que van tomando las plan­ taciones. Dos hectáreas ó sea una cuadra de terreno, producen un mínimum de 1,200 pesos anuales y un má­ ximum 3,000 pesos. Se lucha únicamente con la escasez de brazos y hacen gran falta algunos millares de hom­ bres inteligentes y laboriosos. D. Francisco pensaba en la excelente prop0rción que se le ofrecía para plantear allí un establecimiento viti­ vinícola, trayendo algunos centenares de colonos inte­ ligentes que eligiría en Cádiz y se prometió estudiar formalmente el asunto á su vuelta á España. El ferrocarril andino que une á las ciudades de Men­ doza y San Juan, condujo á nuestros amigos á esta últi­ ma, capital de la provincia del mismo nombre (superfi­ cie: 103,100 kilometros cuadrados; 140,000 habitantes) y cuyo aspecto general se asemeja al de la provincia de Mendoza, siendo casi iguales sus producciones. La pro­ vincia de San Juan está dividida en 19 departamentos y el único río de importancia que lo atraviesa es el de los Patos, que toma su origen en las nevadas del Acon­ cagua. Sus centros comerciales. además de la capital, son Yachal, Valle Fertil y Salvador, y su industria: la agricultura, la fabricación de vinos y aguardientes, el laboreo en grande escala de minas de plata; la ganade­ ría, y la exportación de sus productos á la vecina Repú­ blica de Chile, sacando en cambio de ésta y de Buenos Aires, los artículos ultramarinos . Algo muy digno de visitarse en la provincia de San

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Juan, son las admirables obras llevadas á cabo para l a . irrigación artificial, pues debido á la sequedad del ch­ ma (llueve rara vez, como en Mendoza) y á la escasez de corrientes de agua naturales , el territorio estaba destinado á ser un desierto árido é inculto. Ha sido pues la mano del hombre, la que ha hecho brotar allí una florida vegetación, y pueden con justicia estar orgu­ llosos los sanjuaninos del resultado obtenido. La ciudad de San Juan, fué fundada en 1561 por don Juan Jofré sobre el río de los Patos, y en medio del espléndido 'valle ele Tulum. Es sede episcopal del obis­ pado de Cuyo, y posee iglesia catedral, tres nanc�s, con . un capital de 6 millones de pesos, varios establecimien­ tos de educación, muchos buenos hoteles, clubs, etc. Tiene 25 mil habitantes y ha alcanzado en pocos años un grado notable de pr0greso, que ument rá cuando, � � . mejor conocida la provincia y su neo terntono, afluyan á ella los inmigrantes extranjeros. . . En uno de los departamentos de la proYmcia, el de Caucete, cuyas obras de irrigación son notables, tuvie­ ron ocasión de visitar los establecimientos de los her­ manos Arsen, el del Sr. Maurín y el del Sr. Justo Castro, el cual posee en una sola zona, 400 hectárefls de terre­ no, de las cuales, la mitad en pleno cultivo y el rest? en formación. El establecimiento del Sr. Castro, esta evaluado en cerca de 3 millones de pesos y existen en las provincias de Mendoza y San Juan, otros de igual ó mayor importancia, dotados ele los más modernos ele­ mentos de trabajo. La provincia de Tucumán, llamada el jardín de la República, fué la última provincia del norte, que �u­ . dieron visitar nuestros amigos, pues D. Francisco dis­ ponía de poco tiempo é importantes asuntos reclama­ ban su presencia en España. Hacía por Jo demás, cerca de un mes, que se encon4-AnGEN'l'1NA


- 50 traba en la Argentina y aunque no se había dado un punto de reposo, le fallaba aún que visitar gran parle del país, pues de las 14 provincias y 9 territorios nacio­ nales, sólo conocía las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, territorio de Misiones, provincias de Córdoba, San Juan, Mendoza y Tucumán, dejando á un lado las de Santiago del Estero, Catamarca, Salla, San Luis, Rioja y Yujuy y ocho territorios nacionales. �a provincia de Buenos Aires, pensaba visitarla á la ligera á pesar de su importancia, pues como ya hemos indi­ cado, sus negocios le impedían demorar mucho tiempo su viaje. La provincia de Tucumán que tiene una superficie de 34,200 kilómetros cuadrados y 180,000 habitantes, es montañosa en su parte norte y occidental y llana al sud y al este en su parte central. El gran ramal andino del Aconquija (5,000 metros) forma en su territorio una enorme masa cuadrilonga, de la cual se desprenden una serie de montes secundarios y paralelos, cuyos picos alcanzan una elevación de 1,000 á 2,�ou metros; y for­ man los contrafuertes de la cordillera de los Andes. Ninguna región argentina ofrece mayor número de corrientes de agua que la región montuosa de Tucumán y todas salen de la parte elevada del Aconquija. Esta masa de agua desprendida de las montañas, se reune para formar una corriente central, el Sale, el cual toma su origen en el extremo norte de las cum?res Calcha­ quies, cuyps valles guardan innumerables restos de las razas indias que los habitaron y demuestran el gra­ do no despreciable de civilización que alcanzaron algu­ nas razas aborígenes de la República. Encuéntranse en la parte llana de la provincia, pra­ deras siempre verdes entrecortadas de �rboles y sur­ cadas por numerosos arroyos; campos en que prospera la caña de azúcar, el añil, el tabaco, el arroz, maíz y

- 51 otros cereales; los naranjos y limoneros perfuman su ambiente y abundan la higuera, el algodonero y otros

El Tahaco.

árboles útiles. En las faldas y Yalles de las montañas, hasta 1,000 metros de altitud existen selrns espesas de


- 50 traba en la Argentina y aunque no se había dado un punto de reposo, le fallaba aún que visitar gran parle del país, pues de las 14 provincias y 9 territorios nacio­ nales, sólo conocía las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, territorio de Misiones, provincias de Córdoba, San Juan, Mendoza y Tucumán, dejando á un lado las de Santiago del Estero, Catamarca, Salla, San Luis, Rioja y Yujuy y ocho territorios nacionales. �a provincia de Buenos Aires, pensaba visitarla á la ligera á pesar de su importancia, pues como ya hemos indi­ cado, sus negocios le impedían demorar mucho tiempo su viaje. La provincia de Tucumán que tiene una superficie de 34,200 kilómetros cuadrados y 180,000 habitantes, es montañosa en su parte norte y occidental y llana al sud y al este en su parte central. El gran ramal andino del Aconquija (5,000 metros) forma en su territorio una enorme masa cuadrilonga, de la cual se desprenden una serie de montes secundarios y paralelos, cuyos picos alcanzan una elevación de 1,000 á 2,�ou metros; y for­ man los contrafuertes de la cordillera de los Andes. Ninguna región argentina ofrece mayor número de corrientes de agua que la región montuosa de Tucumán y todas salen de la parte elevada del Aconquija. Esta masa de agua desprendida de las montañas, se reune para formar una corriente central, el Sale, el cual toma su origen en el extremo norte de las cum?res Calcha­ quies, cuyps valles guardan innumerables restos de las razas indias que los habitaron y demuestran el gra­ do no despreciable de civilización que alcanzaron algu­ nas razas aborígenes de la República. Encuéntranse en la parte llana de la provincia, pra­ deras siempre verdes entrecortadas de �rboles y sur­ cadas por numerosos arroyos; campos en que prospera la caña de azúcar, el añil, el tabaco, el arroz, maíz y

- 51 otros cereales; los naranjos y limoneros perfuman su ambiente y abundan la higuera, el algodonero y otros

El Tahaco.

árboles útiles. En las faldas y Yalles de las montañas, hasta 1,000 metros de altitud existen selrns espesas de


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laureles, cedros, quebrachos colorados y blancos, no­ gales. lapachos de proporciones gigantescas, plantaff herbáceas útiles 6 agradables por sus frutos, flores, esencias aromáticas y medicinales, todo en fin lo que puede producir un suelo privilegiado. Para gozar del irresistible espectáculo de una natura· leza tropical y de un panorama fascinador, conviene vi­ . sitar algunos de los valles, el de 1'afi, por ejemplo, céle· bre por el queso que en él se fabrica, ó el de San Javier, uno de los más pintorescos que puedan imaginarse. La exhuberancia fenomenal del suelo, es debida al dima especial de la pwvincia; cálido durante algunos meses del año, excesivamente húmedo el resto. Casi por una ley ele compensación no es este el mejor clim.� deseable; el clmclw, especie ele fiebre intermitente dom1·· na allí como soberano y las personas no aclimataclas­ cleben guardar algunas precauciones. Las selvas vírgenes y los bosques seculares que cu­ bren una buena parte ele la provincia, se explotan de un modo bastante primitivo, y á pesar ele existir algu· nos aserraderos á vapor, esta industria no rinde lo que debería, practicándose de un modo irracional la des­ trucción de los bosques, sin el más remoto principio de economía. Nuestros amigos permanecieron pocas horas en· la ciudad de Tucumán, capital de la provincia, población vasta y alegre, ele más ele 3U,000 habitantes, que po­ see algunos edificios elegantísimos. En el local donde funciona la oficina de Correos y Telégrafos, se proclamó solemnemente la independencia, después de la batalla ganada por el general Belgrano en 1812, triunfo deci­ sivo para la causa de la emancipación política de la República, y este piadoso lugar de peregrinación pa­ triótica, evoca recuerdos imborrables en la historia ar� gentina.

- 53 Una visita á un ingenio ó plantación de caña de azú­ car, completó la gira de D. Francisco y García por la provincia, cuyas admirables _condiciones naturales, cau­ :Saron la más grata impresión á sus huéspedes.

Plantación de c«r1a (le azúcar.

Delicioso es el aspecto ele una plantación de caña de azúcar, y aquel océano Je verdura, coronado por pena­ chos blancos, forma la base principal ele la riqueza tu­ cumana. El cultivo de la caiía, es facilísimo y no exige grandes cuidados. La cosecha se practica ele Junio á Septiembre, y el producto se transporta á grandes es­ tablecimientos llamados ingenios, á donde se elaboran con él cuatro clases de azúcar y cierta cantidad de al­ cohol muy apreciaJo. Esta industria produce más de 12 :millones de pesos al año y existen 3:S ingenios, espar­ cidos en Lodo el territorio ele la provincia, dotados de costosas maquinarias y otros aparatos. En los ingenios no se refina el azúcar hasta la cristalización, envián­ dose el producto en bruto á la Refinería situada en el Rosario de Santa Fe, la cual gastó en sus instalaciones 10 millones de pesetas.

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laureles, cedros, quebrachos colorados y blancos, no­ gales. lapachos de proporciones gigantescas, plantaff herbáceas útiles 6 agradables por sus frutos, flores, esencias aromáticas y medicinales, todo en fin lo que puede producir un suelo privilegiado. Para gozar del irresistible espectáculo de una natura· leza tropical y de un panorama fascinador, conviene vi­ . sitar algunos de los valles, el de 1'afi, por ejemplo, céle· bre por el queso que en él se fabrica, ó el de San Javier, uno de los más pintorescos que puedan imaginarse. La exhuberancia fenomenal del suelo, es debida al dima especial de la pwvincia; cálido durante algunos meses del año, excesivamente húmedo el resto. Casi por una ley ele compensación no es este el mejor clim.� deseable; el clmclw, especie ele fiebre intermitente dom1·· na allí como soberano y las personas no aclimataclas­ cleben guardar algunas precauciones. Las selvas vírgenes y los bosques seculares que cu­ bren una buena parte ele la provincia, se explotan de un modo bastante primitivo, y á pesar ele existir algu· nos aserraderos á vapor, esta industria no rinde lo que debería, practicándose de un modo irracional la des­ trucción de los bosques, sin el más remoto principio de economía. Nuestros amigos permanecieron pocas horas en· la ciudad de Tucumán, capital de la provincia, población vasta y alegre, ele más ele 3U,000 habitantes, que po­ see algunos edificios elegantísimos. En el local donde funciona la oficina de Correos y Telégrafos, se proclamó solemnemente la independencia, después de la batalla ganada por el general Belgrano en 1812, triunfo deci­ sivo para la causa de la emancipación política de la República, y este piadoso lugar de peregrinación pa­ triótica, evoca recuerdos imborrables en la historia ar� gentina.

- 53 Una visita á un ingenio ó plantación de caña de azú­ car, completó la gira de D. Francisco y García por la provincia, cuyas admirables _condiciones naturales, cau­ :Saron la más grata impresión á sus huéspedes.

Plantación de c«r1a (le azúcar.

Delicioso es el aspecto ele una plantación de caña de azúcar, y aquel océano Je verdura, coronado por pena­ chos blancos, forma la base principal ele la riqueza tu­ cumana. El cultivo de la caiía, es facilísimo y no exige grandes cuidados. La cosecha se practica ele Junio á Septiembre, y el producto se transporta á grandes es­ tablecimientos llamados ingenios, á donde se elaboran con él cuatro clases de azúcar y cierta cantidad de al­ cohol muy apreciaJo. Esta industria produce más de 12 :millones de pesos al año y existen 3:S ingenios, espar­ cidos en Lodo el territorio ele la provincia, dotados de costosas maquinarias y otros aparatos. En los ingenios no se refina el azúcar hasta la cristalización, envián­ dose el producto en bruto á la Refinería situada en el Rosario de Santa Fe, la cual gastó en sus instalaciones 10 millones de pesetas.

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Lª- l)i!1'Qivi'.ndª- dei Bl!lertQs Ai!l'es. - Lª- Fiatª-• B'ahiai Blancª'. - Lai' piedra movedi�ª-· - IDe BueITQSJ Aires á Cfütfa:.

Contentísima encontró D. Francisco á su familia, cuya dicha no fué completa por la ausencia d e éste; pero el correo se había encargado d e acortar el ti empo y las dis­ tancias, man teniendo siempre viv o el cariñ o que mu tua­ m ente se profesaban, y en las largas epístolas cambia­ das ¡cuántas impresiones! ¡cuántos momentos felices! La familia había aprovechado bi en su ti empo; Flores, Bel­ grano, el Tigre, Adrogué, Quilmes y otros pueblecilos veraniegos, los habían contado en el número d e sus tou­ ristas más asiduos, no d esperdiciando fi esta, ni rehusan­ do invi tación de las muchas que recibían de alguna de las amables familias port �ñas con quienes habían tra­ bado conocimiento. Don Francisco r elató sus impresiones de viaj e ; la sor­ presa que le causaba el asombroso progreso del país; el bienestar d e que gozaban la t otalidad de sus habitantes, así como su grado de cul tura, pues él también creía que aun existían en América, indios con plumas, que dispa­ raban fl echas á las caravanas d e viaj eros que se aven­ turaban en estas tierras. ¡Qué distinta había sido la realidad! Cierto es que existen indios, pero incorporados á la civilización y lab oriosos factores d e su progreso, y si por acaso alguna que otra irrupción d e bandoleros en las lejanas colonias, se producía, la tropa d e línea daba bien pronto cuenta de los depradadores, persiguiéndolos

- 55 hasta sus guaridas. Algunas tribus del Chaco, aun no completamente sometidas, eran los únicos representan­ t es de una civilización anterior é imperfecta. En su rá­ pida gira no pudo D. Francisco apreciar el carácter de los habitantes, pero le parecía qu e debid o á causas para • él ignoradas, existía cierta rivalidad entre los provincia­ n os y los habitantes de la metrópoli. Esa emulación que hace trasladarse á muchos de ellos á la capi tal, ya sea para sus operaciones comerciales ó para seguir los cursos de las Facultades, ó por simple curiosidad y deseo de es­ parcimiento, pone de relieve los rasgos más salientes de l carácter de cada uno, y hace que puedan apreciarse sus aptitudes. Los porteños no ven con buenos oj os, esa in­ vasión que los elimina de los puestos públicos, del go­ bierno y de muchas profesiones liberales; p ero, bien pensado, t odos son hijos de una pa tria, y á todos p erte­ ne�en por igual los cargos y los b ene ficios. Hay como en t oda familia humana, hij os y entenados, he ahí todo. Uno de l os rasgos más salientes d el carác­ t er argentino, le pareció á D. Francisco, que es el patrio­ tismo, y ese amor á la tierra y á su historia, no pudo menos de serle simpátic o, pues tambien él adoraba su pueblecito, su hogar y las costumbres que le legar on sus gloriosos an tepasados. Después de un reposo de algun os días, no comp leto, pues la metrópoli solici taba de con t inuo la curiosidad de D. Francisco, emprendió éste, siempre en compañia de su amigo, su rápida gira po r la provincia de Buenos Aires, proponiéndose visitar su capital, la ciudad de la Plat a y las de Tandi y Bahía Blanca. La ciudad, de la Plata, situada á una hora de ferrocarrH al sud de Buenos Aires, fué fundada el 19 de noviembre de 1882, por uno de los más notables hombres públicos argen tinos, el Doctor Dardo Rocha, y cuenta actual­ mente con una población de más de 60 , 000 almas.


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Contentísima encontró D. Francisco á su familia, cuya dicha no fué completa por la ausencia d e éste; pero el correo se había encargado d e acortar el ti empo y las dis­ tancias, man teniendo siempre viv o el cariñ o que mu tua­ m ente se profesaban, y en las largas epístolas cambia­ das ¡cuántas impresiones! ¡cuántos momentos felices! La familia había aprovechado bi en su ti empo; Flores, Bel­ grano, el Tigre, Adrogué, Quilmes y otros pueblecilos veraniegos, los habían contado en el número d e sus tou­ ristas más asiduos, no d esperdiciando fi esta, ni rehusan­ do invi tación de las muchas que recibían de alguna de las amables familias port �ñas con quienes habían tra­ bado conocimiento. Don Francisco r elató sus impresiones de viaj e ; la sor­ presa que le causaba el asombroso progreso del país; el bienestar d e que gozaban la t otalidad de sus habitantes, así como su grado de cul tura, pues él también creía que aun existían en América, indios con plumas, que dispa­ raban fl echas á las caravanas d e viaj eros que se aven­ turaban en estas tierras. ¡Qué distinta había sido la realidad! Cierto es que existen indios, pero incorporados á la civilización y lab oriosos factores d e su progreso, y si por acaso alguna que otra irrupción d e bandoleros en las lejanas colonias, se producía, la tropa d e línea daba bien pronto cuenta de los depradadores, persiguiéndolos

- 55 hasta sus guaridas. Algunas tribus del Chaco, aun no completamente sometidas, eran los únicos representan­ t es de una civilización anterior é imperfecta. En su rá­ pida gira no pudo D. Francisco apreciar el carácter de los habitantes, pero le parecía qu e debid o á causas para • él ignoradas, existía cierta rivalidad entre los provincia­ n os y los habitantes de la metrópoli. Esa emulación que hace trasladarse á muchos de ellos á la capi tal, ya sea para sus operaciones comerciales ó para seguir los cursos de las Facultades, ó por simple curiosidad y deseo de es­ parcimiento, pone de relieve los rasgos más salientes de l carácter de cada uno, y hace que puedan apreciarse sus aptitudes. Los porteños no ven con buenos oj os, esa in­ vasión que los elimina de los puestos públicos, del go­ bierno y de muchas profesiones liberales; p ero, bien pensado, t odos son hijos de una pa tria, y á todos p erte­ ne�en por igual los cargos y los b ene ficios. Hay como en t oda familia humana, hij os y entenados, he ahí todo. Uno de l os rasgos más salientes d el carác­ t er argentino, le pareció á D. Francisco, que es el patrio­ tismo, y ese amor á la tierra y á su historia, no pudo menos de serle simpátic o, pues tambien él adoraba su pueblecito, su hogar y las costumbres que le legar on sus gloriosos an tepasados. Después de un reposo de algun os días, no comp leto, pues la metrópoli solici taba de con t inuo la curiosidad de D. Francisco, emprendió éste, siempre en compañia de su amigo, su rápida gira po r la provincia de Buenos Aires, proponiéndose visitar su capital, la ciudad de la Plat a y las de Tandi y Bahía Blanca. La ciudad, de la Plata, situada á una hora de ferrocarrH al sud de Buenos Aires, fué fundada el 19 de noviembre de 1882, por uno de los más notables hombres públicos argen tinos, el Doctor Dardo Rocha, y cuenta actual­ mente con una población de más de 60 , 000 almas.


- 56 -

Esta ciudad, surgida como por encanto de la pampa argentina, tiene 25 kilómetros cuadrados de superficie, y posee un excelente puente dotado de los más moder­ nos elementos, el cual dista solamente 10 kilómetros de la ciudad propiamente dicha, la cual una vez terminada puede albergar cómodamente á un millón de habi­ tantes. Está dividida en manzanas regulares, separadas por avenidas rectas y diagonales, de 30 metros d·e ancho. Las calles tienen 18 metros de ancho, comprendiendo las aceras. Existen 23 plazas públicas, y una de ellas mide nueve hectáreas cuadradas de superficie. Los edificios públicos son suntuosos palacios, monu­ mentales y grandiosos por su estilo arquitectónico. Las casas particulares, verdaderos palacetes, tienen un par­ que al frente, encerrado por tina arLística verja de hierro fundido. La iluminación de la ciudad es por la luz eléc­ trica y hasta en los menores detalles .se ad vierte el deseo que han tenido sus fundadores, de condensar en ella la última expresión del progreso en materia edilicia, po­ niéndola á la par de las mejores ciudades de ::i'orle Amé­ rica ó de Europa. Varias líneas de tram-ways, ponen en comunicación el centro de la ciudad con el puerto y los suburbios co­ merciales, y no es aventurado asegurar que en un por­ venir no lejano, la·ciudad ele la Plata, será el Havre ó el Southampton ele la República Argentina. Presenta la provincia ele Buenos Aires, en cuyo terri­ torio se levanta la ciudad de la Plata, el aspecto de una inmensa llanura cubierta ele pastos en toda su extensión, sin más arboledas que las de su Delta del Paraná y ele algunos parajes inmediatos al rí0 de la Plata, Salado y Océano Atlántico y sin más relieves que los que ofrecen algunos médanos en su límite Sud y las sierras del Vol­ cán, Tandil, Tinta Azul, Tapalquén y otras.

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Esta ciudad, surgida como por encanto de la pampa argentina, tiene 25 kilómetros cuadrados de superficie, y posee un excelente puente dotado de los más moder­ nos elementos, el cual dista solamente 10 kilómetros de la ciudad propiamente dicha, la cual una vez terminada puede albergar cómodamente á un millón de habi­ tantes. Está dividida en manzanas regulares, separadas por avenidas rectas y diagonales, de 30 metros d·e ancho. Las calles tienen 18 metros de ancho, comprendiendo las aceras. Existen 23 plazas públicas, y una de ellas mide nueve hectáreas cuadradas de superficie. Los edificios públicos son suntuosos palacios, monu­ mentales y grandiosos por su estilo arquitectónico. Las casas particulares, verdaderos palacetes, tienen un par­ que al frente, encerrado por tina arLística verja de hierro fundido. La iluminación de la ciudad es por la luz eléc­ trica y hasta en los menores detalles .se ad vierte el deseo que han tenido sus fundadores, de condensar en ella la última expresión del progreso en materia edilicia, po­ niéndola á la par de las mejores ciudades de ::i'orle Amé­ rica ó de Europa. Varias líneas de tram-ways, ponen en comunicación el centro de la ciudad con el puerto y los suburbios co­ merciales, y no es aventurado asegurar que en un por­ venir no lejano, la·ciudad ele la Plata, será el Havre ó el Southampton ele la República Argentina. Presenta la provincia ele Buenos Aires, en cuyo terri­ torio se levanta la ciudad de la Plata, el aspecto de una inmensa llanura cubierta ele pastos en toda su extensión, sin más arboledas que las de su Delta del Paraná y ele algunos parajes inmediatos al rí0 de la Plata, Salado y Océano Atlántico y sin más relieves que los que ofrecen algunos médanos en su límite Sud y las sierras del Vol­ cán, Tandil, Tinta Azul, Tapalquén y otras.

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Además del río de la Plata, bañan el territorio de esta rica provincia, los ríos Paraná y Salado, amén de mul­ titud de arroyos y otras corrientes de agua de menor importancia. Su situación geográfica, lo despejado de sus horizontes y su proximidad al mar, le dan un clima más fresco que el de las demás provincias, consistiendo sus prncluccio­ nes casi únicamente en los pastos que cubren su terri­ torio y alimentan millones ele cabezas ele ganado, cuya cría es la principal industria ele la provincia y su mayor fuente ele riqueza. La provincia ele Buenos Aires, cuyo comercio alcanza cifras respetables y está alimentado por la exportación ele lanas, cueros, sebo, grasa y demás productos ele la industria pastoril, no ha omitido Sdcrificio para mejorar considerablemente la raza de sus ganados, y muchos ele los mejores reproductores de ganado ovino, bovino, equino y porcino, que han alcanzado aItas recompensas en las exposiciones europeas, figuran en el plantío de las cabañas ele la'provincia,que cuenta cinco millones y medio de bueyes, sesenta millones de o;-ejas, dos mi­ llones y medio ele caballos y medio millón de animales diversos. Los principales centros comerciales de la provincia que tiene 310,300 kilómetros cuadrados de superficie, y una población de cerca de un millón de habitan Les, son, además de la Plata, las ciudades de San Nicolás de los Arroyos, Mercedes, Chivilcoy, Dolores y Bahía Blanca, siendo sus vías de comunicac:ón además ele las vías flu­ viales, 4,560 kilómetros de vías férreas y 7,403 kilóme­ tros de lineas telegráficas, En diez horas de ferrocarril, estuvieron nuestros ami­ gos en la ciudad del Tandil, y durante el trayecto atra­ vesaron continuamente un terreno completamente llano. Ni el más remolo indicio de colinas ó montañas. De vez


60 en cuando apercibían uno que otro río ó torrente. y en la llanura, en iiberlad absoluta y prolífica, manadas

- GI bato de la locomotora para que ésta pudiera seguir su marcha sin obstáculos. :Mgdia hora antes de llegar al Tanuil se apercibe á lo lejos, una cadena de montes. Es la sierra del Tandil, cuyo departamento, con la ciudad cabecera del distrito que lleva el mismo nombre, se encuentra en un esplén­ dido y amplio valle, á dos kilómetros de las faldas de la sierra. Aunque nada de muy notable presenta la ciudad del Tandil, pudieron notar nuestros viajeros, que es una coqueta población de 6,0UO habitantes, dolada de bas­ tantes comodidades y que con el tiempo tendrá mucha imporlancia. En un carruaje se dirigieron D. Francisco y su amigo, á visitar la portentosa maravilla del lugar, situada en la sierra y llamada la piedra movediza.

Piedra movediza del T�ndil. Manada do bueyes.

lnnumerables de vacas, ovejas ó caballos, que en más de una ocasión fué necesario espantar p�r medio del sil-

Después de ascender por una escalera á medio tallar sobre la roca, llegaron á una plataforma á donde se en­ cuentra el inmenso monolito que pesa cerca de 500 tone­ ladas y se mantiene en equilibrio por un fenómeno


60 en cuando apercibían uno que otro río ó torrente. y en la llanura, en iiberlad absoluta y prolífica, manadas

- GI bato de la locomotora para que ésta pudiera seguir su marcha sin obstáculos. :Mgdia hora antes de llegar al Tanuil se apercibe á lo lejos, una cadena de montes. Es la sierra del Tandil, cuyo departamento, con la ciudad cabecera del distrito que lleva el mismo nombre, se encuentra en un esplén­ dido y amplio valle, á dos kilómetros de las faldas de la sierra. Aunque nada de muy notable presenta la ciudad del Tandil, pudieron notar nuestros viajeros, que es una coqueta población de 6,0UO habitantes, dolada de bas­ tantes comodidades y que con el tiempo tendrá mucha imporlancia. En un carruaje se dirigieron D. Francisco y su amigo, á visitar la portentosa maravilla del lugar, situada en la sierra y llamada la piedra movediza.

Piedra movediza del T�ndil. Manada do bueyes.

lnnumerables de vacas, ovejas ó caballos, que en más de una ocasión fué necesario espantar p�r medio del sil-

Después de ascender por una escalera á medio tallar sobre la roca, llegaron á una plataforma á donde se en­ cuentra el inmenso monolito que pesa cerca de 500 tone­ ladas y se mantiene en equilibrio por un fenómeno


- 62 hasta ahora inexplicable. Tan pequeño es su punto de apoyo que diríase va á precipitarse en el abismo, y sin embargo, todas las tentivas practicadas para arrancarlo de su sitio han sido hasta ahora infructuosas. La piedra á impulso del viento ó de una sacudida vi­ gorosa, se mueve lenta pero perceptiblemente, y nues­ tros amigos presenciaron la rotura de algunas botellas, ileYadas exprofeso para ser trituradas por el coloso. Por donde quiera se leen, grabados en la roca, nombres, monogramas y fechas, y la curiosidad que despierta este prodigio, es inagotable. Hacia abajo, se contemplan los campos sembrados del pintoresco valle, y un poco más lejos el caserío del pue­ blo y las blancas torres ele su iglesia. Después visitaron otro lugar famoso en los alrededores Y que posee una poética leyenda: el manantial de los Amores, sitio ele peregrinación de los amantes de los contornos, que van allí á refrescarse con las linfas cris­ talinas de la fuente, situada en el centro de un delicioso bosquecillo. Pocas horas más ta rcle nuestros viaJeros tomaron el ferrocarril que debía c:onducirlos á Bahía Blanca, cabe­ cera del distrito de su nombre, que tiene una extensión ele 6, 000 kilómetros cuadrados y 13,00U habitantes. La ciudad ele Bahía Dlan('a, situada en la desemboca­ dura del río Naposta, que baja de la sierra de la Ventana y forma el puerto llamado Belgrano, cuenta más de 6, 000 habitantes. y la importancia de su posición unido á la feracidad de los len e nos que forman su distrito le prometen un risueño ponenir. Las salinas de Bal1ía B Ianca son renombradas y forman una de las bases prin­ _ cipales de su comercio. El puerto está dotado de los más moderno� adelantos, y la bahía es vasta, cómoda y de un soberb10 golpe ele vista. LTna vez iniciada la coloni­ zación de las extensas costas oceánicas argentinas y de

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a, será uno la fértil Patagonia, el puerto de Bahía Blanc os la América de ítim mar de los más colosales emporios Meridional. la defensa nacional, · Actualmente, las necesidades de á llevar á cabo un han decidido al gobierno argentino, es, que ya han produ­ extenso plan ele reformas militar os. Sin contar con la cido rápidos y benéficos resultad a que cuenta en pie reorganización del ejército de líne ejercicios doctrinales ele paz con 14, 000 hombres y de los a anualmente á más de la guardia nacional, que congreg puede ele;-arse en que de 30,00U ciudadanos, número

Palacio de .lnsticia.-BuPno:s Aites.

ha estudiado con­ caso necesario á tí00 , 000, el gobierno nsa de las costas cienzudamente el problema de la defe eminentes ingenie­ argentinas, y con la colaboración de crearun puerto ros contratados en Europa, ha decidido rano, á pocas Belg rto militar y apostadero modelo en pue millas de Bahía Blanca. treinta y tantos Allí encontrarán un refugio seguro los a, y esta obra barcos de la moderna escuadra argentin trucción de cons la con grandiosa quedará completada etc. ferrocarriles estratégicos, faro, etc., Buenos Aires, Don Francisco y su amigo ele vLielta en ele sus agrahicieron participar á la familia ele aquél,


- 62 hasta ahora inexplicable. Tan pequeño es su punto de apoyo que diríase va á precipitarse en el abismo, y sin embargo, todas las tentivas practicadas para arrancarlo de su sitio han sido hasta ahora infructuosas. La piedra á impulso del viento ó de una sacudida vi­ gorosa, se mueve lenta pero perceptiblemente, y nues­ tros amigos presenciaron la rotura de algunas botellas, ileYadas exprofeso para ser trituradas por el coloso. Por donde quiera se leen, grabados en la roca, nombres, monogramas y fechas, y la curiosidad que despierta este prodigio, es inagotable. Hacia abajo, se contemplan los campos sembrados del pintoresco valle, y un poco más lejos el caserío del pue­ blo y las blancas torres ele su iglesia. Después visitaron otro lugar famoso en los alrededores Y que posee una poética leyenda: el manantial de los Amores, sitio ele peregrinación de los amantes de los contornos, que van allí á refrescarse con las linfas cris­ talinas de la fuente, situada en el centro de un delicioso bosquecillo. Pocas horas más ta rcle nuestros viaJeros tomaron el ferrocarril que debía c:onducirlos á Bahía Blanca, cabe­ cera del distrito de su nombre, que tiene una extensión ele 6, 000 kilómetros cuadrados y 13,00U habitantes. La ciudad ele Bahía Dlan('a, situada en la desemboca­ dura del río Naposta, que baja de la sierra de la Ventana y forma el puerto llamado Belgrano, cuenta más de 6, 000 habitantes. y la importancia de su posición unido á la feracidad de los len e nos que forman su distrito le prometen un risueño ponenir. Las salinas de Bal1ía B Ianca son renombradas y forman una de las bases prin­ _ cipales de su comercio. El puerto está dotado de los más moderno� adelantos, y la bahía es vasta, cómoda y de un soberb10 golpe ele vista. LTna vez iniciada la coloni­ zación de las extensas costas oceánicas argentinas y de

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a, será uno la fértil Patagonia, el puerto de Bahía Blanc os la América de ítim mar de los más colosales emporios Meridional. la defensa nacional, · Actualmente, las necesidades de á llevar á cabo un han decidido al gobierno argentino, es, que ya han produ­ extenso plan ele reformas militar os. Sin contar con la cido rápidos y benéficos resultad a que cuenta en pie reorganización del ejército de líne ejercicios doctrinales ele paz con 14, 000 hombres y de los a anualmente á más de la guardia nacional, que congreg puede ele;-arse en que de 30,00U ciudadanos, número

Palacio de .lnsticia.-BuPno:s Aites.

ha estudiado con­ caso necesario á tí00 , 000, el gobierno nsa de las costas cienzudamente el problema de la defe eminentes ingenie­ argentinas, y con la colaboración de crearun puerto ros contratados en Europa, ha decidido rano, á pocas Belg rto militar y apostadero modelo en pue millas de Bahía Blanca. treinta y tantos Allí encontrarán un refugio seguro los a, y esta obra barcos de la moderna escuadra argentin trucción de cons la con grandiosa quedará completada etc. ferrocarriles estratégicos, faro, etc., Buenos Aires, Don Francisco y su amigo ele vLielta en ele sus agrahicieron participar á la familia ele aquél,


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dables impresiones y á los pocos tlías, con gran desean suelo de todos, emprendían la vuelta á Cádiz, en otro de los vapores de la misma compaüía que los había traído hacía dos meses á las hospilalarias playas argentinas.



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