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La noche que me quieras
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Fotografías y texto ALEJANDRO KIRCHUK
Los protagonistas de esta historia son Marcos y Mónica, mis abuelos. Estuvieron juntos la mayor parte de sus vidas, hasta que la enfermedad de Alzheimer empezó a separarlos de una forma lenta y dolorosa. Él se ocupó de toda la situación desde que ella fue diagnosticada. El tiempo en la enfermedad de Alzheimer es silencioso y lento, pero muy laborioso. La enfermedad duró 5 años, y el cuidado y la dedicación fue creciendo progresivamente cada día hasta el día su muerte, en su casa, en sus brazos, el 11 de julio de 2011. Ella tenía 87 años; él 89.
A lo largo de las 6 décadas que estuvieron juntos, crearon un universo privado, imposible de penetrar para cualquiera. En muchos momentos de la enfermedad, sus hijos la quisieron internar en un geriátrico, pensando que ahí era donde ella iba a tener todo el cuidado necesario que él no estaría en condiciones de soportar toda la situación por su cuenta. Marcos lo rechazó cada vez y Mónica se quedó con él en su casa. “Decime dónde va a estar mejor que acá. Acá tiene de todo, le cocino, le doy de comer, la baño, la trato como a una princesa.”
Un día empecé a fotografiarlos. Fue en marzo de 2009, dos años después de que le descubrieran la enfermedad. Mi abuela ya había empezado a olvidar. Ese día, mi vida cambió. Fotografiarlos me permitió conectar con ellos de una forma que nunca antes lo hubiera hecho, la cámara fue la excusa perfecta para estar y pasar mucho tiempo con ellos.
Después de la muerte de Mónica, la vida de Marcos quedó suspendida, como en pausa, una pausa de la cual no iba a poder salir. Tres años después, él murió solo en su casa.
“La noche que me quieras, desde el azul del cielo”, eran los últimos versos de tango que mi abuela cantaba, cuando sus recuerdos desaparecían y solo quedaban apenas unos pocos rastros de su memoria.