A MIS VECINOS DE “EL ROMERAL”
Hombres y mujeres de El Romeral, hijos de la tierra llana y el llanto, de la buena moral y de hábil pensamiento, del amanecer fugitivo y de corazones que laten en vuestro pecho siempre con el buen deseo. Hombres y mujeres de El Romeral, hijos del esparto, de la caliza, de lo estrictamente seco, lo ardientemente blanco, de la furia indivisible que golpea vuestros corazones inquietos, allá donde el silencio suena.
Hombres y mujeres de El Romeral, hijos del buen aceite, del vinagre sediento con su luz transparente, del buen vino de vuestras bien trabajadas vides, del azul del cielo alegre, de las nubes plomizas que descargan furiosas tempestades, para que se encojan vuestros bonachones corazones. Hombres y mujeres de El Romeral, hijos del mar y de la tierra, de la alegrĂa contenida, de lo llanamente paciente, de la dulce materia, pero tambiĂŠn sois hijos de lo humildemente noble, de lo humildemente atrevido y de lo humildemente glorioso, asĂ sois vosotros hijos de El Romeral.