A MIS VECINOS DE “EL ROMERAL”
Hombres y mujeres de El Romeral, hijos de la tierra llana y el llanto, de la buena moral y de hábil pensamiento, del amanecer fugitivo y de corazones que laten en vuestro pecho siempre con el buen deseo. Hombres y mujeres de El Romeral, hijos del esparto, de la caliza, de lo estrictamente seco, lo ardientemente blanco, de la furia indivisible que golpea vuestros corazones inquietos, allá donde el silencio suena.