Crónicas fantásticas se configura a partir de representaciones pictóricas, acuarelas y fotografías intervenidas, en las que lo familiar se torna ajeno. El individuo se transfigura y pierde su identidad para dar cabida a formas mutantes que remiten al extrañamiento. Imágenes cuyos relatos apócrifos se sitúan entre la experiencia personal y la social, la realidad y un imaginario distópico. La máscara y el disfraz ocultan la identidad del sujeto; lo trasvierte en personaje híbrido -suerte de quimera simbólica- encubriendo su apariencia en figuras antropomorfas y zoomorfas que actúan como eufemismos de una realidad ilusoria, donde la actividad lúdica pareciera esconder situaciones disruptivas e inexplicables.