MICROCUENTOS

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MICROCUENTOS


TRABAJO OBLIGATORIO (4º E.S.O) Los microcuentos son pequeños relatos que nacen en Argentina en la década de los 50, de la mano de autores tan importantes como Bioy Casares y Jorge Luis Borges. Ya como género consolidado en la época de los 80 comienzan a escribirse de manera más general como símbolo de lo fragmentario de la vida cotidiana, la modernidad y sobre todo el reflejo de lo absurdo. Destacan, entre otros, Augusto Monterroso, Gabriel García Márquez y Juan José Arreola. Lee cada uno de estos microcuentos y determina el tema o el mensaje que pretende transmitir cada uno. No olvides que detrás del sentido literal casi siempre hay una gran carga simbólica.

Breve antología de microcuentos EL DINOSAURIO Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Augusto Monterroso

E-MAIL http://www.AnayCarlosSeConocieronPorInternet.EstánAtrapadosEnEl@mor.hothothot mail.Fin// Cuca Canals EL LOCO Dejó atrás todo, y ahora hace esculturas extrañas que vende a turistas despistados, y aprende trucos de magia que jamás muestra a nadie. Cree tener cosas que contar, reflexiones nunca dichas, nunca escritas, pero nadie quiere oírlo, ni a él le gusta hablar con gente. Antes, cuando era contable, cada día se parecía a otro día, y soñaba con vivir así, pero sin latas de comida y sin frío. Ahora es libre, o algo parecido, y no tiene que explicarse ante nadie, y come cuando quiere y hace lo que quiere. Pero, incluso ahora, cada día es igual al anterior. Jordi Cebrián


EL DRAMA DEL DESENCANTADO ...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida. Gabriel García Márquez

Microcuento escrito en una pared de Buenos Aires

EL MONO QUE SALVÓ AL PEZ —¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunté al mono cuando lo vi sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol. —Estoy salvándolo de morir ahogado —me contestó el mono. Anthony de Mello


LA TACITA He vertido café en la tacita, he añadido la sacarina, remuevo con la cucharilla y, cuando la saco, observo en la superficie del líquido caliente un pequeño remolino en el que se dispersa en forma elíptica la espuma del edulcorante mientras se disuelve. Me recuerda de tal modo una galaxia que, en los cuatro o cinco segundos que tarda en desaparecer, imagino que lo ha sido de verdad, con sus estrellas y sus planetas. ¿Quién podría saberlo? Me llevo ahora a los labios la tacita y pienso que me voy a beber un agujero negro. Seguro que la duración de nuestros segundos tiene otra escala, pero acaso este universo en el que habitamos esté constituido por diversas gotas de una sustancia en el trance de disolverse en algún fluido antes de que unas gigantescas fauces se lo beban. José María Merino

EL EFECTO QUIJOTE Parecía buena idea: un chip intracerebral, un puerto USB y cualquiera podía enchufarse un libro electrónico e inyectarse en segundos el manual de la lavadora, el periódico, la Biblia o la Ilíada. Pero hubo un fallo: saturaron el filtro de la fantasía, el mecanismo por el cual nuestra mente diferencia lo real de lo ficticio. Ahora las calles están llenas de Julietas suicidas, D’Artagnanes retadores, Ulises cegando Polifemos; y hétenos aquí, tú y yo, mi buen Sancho, solos para detener tanta barbarie. Miguel A. Román

PARA ENFRENTAR AL GIGANTE Coyote dijo: «Voy a estrangular al Gigante con esta rama de alerce». La mujer dijo: «Harías mejor en arrojar ese palo. ¿No sabes que ya estás en el vientre del Gigante?» Mito de la tribu Salish LAS CIUDADES Y LOS CAMBIOS A ochenta millas de proa al viento maestral el hombre llega a la ciudad de Eufamia, donde los mercaderes de siete naciones se reúnen en cada solsticio y en cada equinoccio. La barca que fondea con una carga de jengibre y algodón en rama volverá a zarpar con la estiba llena de pistacho y semilla de amapola, y la caravana que acaba de descargar costales de nuez moscada y de pasas de uva ya lía sus enjalmas para la vuelta con rollos de muselina dorada. Pero lo que impulsa a remontar ríos y atravesar desiertos para venir hasta aquí no es sólo el trueque de mercancías que encuentras siempre iguales en todos los bazares dentro y fuera del imperio del Gran Kan, desparramadas a tus pies en las mismas esteras amarillas, a la sombra de los mismos toldos espantamoscas,


ofrecidas con las mismas engañosas rebajas de precio. No sólo a vender y a comprar se viene a Eufamia sino también porque de noche junto a las hogueras que rodean el mercado, sentados sobre sacos o barriles o tendidos en montones de alfombras, a cada palabra que uno dice –como «lobo», «hermana», «tesoro escondido», «batalla», «sarna», «amantes»– los otros cuentan cada uno su historia de lobos, de hermanas, de tesoros, de sarna, de amantes, de batallas. Y tú sabes que en el largo viaje que te espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno por uno, tu lobo se habrá convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra batalla, al regresar de Eufamia, la ciudad donde se cambia la memoria en cada solsticio y en cada equinoccio. Ítalo Calvino

• Busca en Internet… Tres microcuentos más y explica por qué los has seleccionado, qué te ha llamado la atención de ellos y qué pretenden transmitir al lector. No olvides poner debajo de cada uno la dirección de la web donde los has encontrado.

Conviértete tú ahora en un creador de microcuentos e inventa uno de cualquier tema. Recuerda las siguientes pautas:

1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada. No es el resumen de un cuento más largo. 2. Un microcuento no es una anécdota, ni un chiste. Tiene que tener planteamiento, nudo y desenlace, y su objetivo es contar una historia. 3. Normalmente transcurre poco tiempo entre el principio y el final de la historia. 4. No pongas muchos personajes. Tres ya son demasiados. 5. El microcuento suele suceder en un solo lugar, dos como mucho. 6. No te enrolles en la presentación y descripción de espacios y personajes. Vete al grano y selecciona bien los detalles con los que serán descritos. 7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es fundamental: forma parte de la historia, y también aporta información. 8. Aunque son muy cortos, los microcuentos pueden decir mucho. Es decir, cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande. 9. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas. 10. Sé original, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


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