Una noche especial La nieve caía lentamente atraída por la fuerza de la gravedad. Mientras fijaba mis pupilas en ella pensaba en todos los niños que estaban esperando los regalos esa noche, nerviosos y sin poder conciliar el sueño, pensaba también en que mi trabajo era muy importante y no podía fallar. Y así, con mis neuronas conectadas en mil sinapsis puse los regalos en el trineo y alimenté a los renos, a continuación alcé el vuelo a la velocidad de la luz y llegué a mi primer destino propulsado por la energía cinética del cariño, allí los niños se acababan de acostar, llegué justo a tiempo. Mientras iba entrando de casa en casa dejando los regalos me iba invadiendo el cuerpo de endorfinas y ¡me sentí feliz! David 1º BAC