Allí estaba delante de la barrera a punto de tirar la falta que nos daría la victoria, y aunque estaba en mi hábitat, el nerviosismo circulaba por mi cuerpo tanto que estaba al borde de una parada cardiaca mi piel excretaba sudor mientras con toda la adrenalina que pude interiorizar conseguí impulsarme y golpe el balón, el esférico dio en el palo saliendo disparado hacia arriba tanto que pareció alcanzar la estratosfera. En ese momento la desolación era tremenda, por un instante mis neuronas dejaron de transmitir impulsos y me paralice. Inmóvil como el sol en el centro del sistema solar y los contrarios girando cual planetas a mi alrededor. ¡Habíamos perdido! Diego Rodríguez Nieto 4º ESO A