“LA VIDA DE UN GLADIADOR” El cerebro de Marcio dio la orden a los músculos del brazo. Rápidamente, la “gladio” romana que sostenía se lanzó contra la arterria carótida del oponente. El veterano gladiador no erró y pudo ver como su rival se desplomaba. Ambos corazones latían rápidamente: uno para aportar nutrientes y oxígeno a sus cansadas células y otro para dejar escapar su vida a cada pulsación. El pueblo romano estalló en júbilo. Sus glándulas generaban dopamina y otras hormonas, todos estaban eufóricos. Marcio también estaba alegre. Su último golpe había roto la resistencia del aire de forma magistral, sin apenas ejercer fuerza. Había ganado unas buenas monedas en el anfiteatro. Se daría un festín, encontraría una cama y una mujer para calentarla, al menos por una temporada. Marcio se nutría, se relacionaba y se “reproducía” mientras su rival era pasto de los organismos descomponedores. Un día más en la capital del imperio, Roma.
Pablo 4º ESO