Fue hace ya 18 años cuando la idea de crear un Grupo de Belenismo dentro de la diócesis de Getafe se materializó. Año tras año desde entonces, nuestro grupo ha ido creciendo, innovando y reinventándose. En esta última edición,vamos a contar con la incorporación de una nueva categoría en nuestro concurso anual: la infantil. Y no hace mucho, nos estrenamos en nuevas redes sociales, ¡creando incluso esta revista!
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Han sido años de cambios dentro de la organización del grupo, por lo que es preciso echar la vista atrás, hacia nuestros orígenes, para que no nos olvidemos de lo realmente importante: utilizar el belenismo como instrumento de evangelización.
Con la colaboración de Icthys y la delegación de Juventud de nuestra diócesis durante muchos años esto ha sido posible. Por ello, invitamos a Raúl, Susana, Javi, Carmen y Lorena, antiguos y actuales colaboradores, para que nos hagan un resumen de nuestra historia.
“Durante varios años, la llegada de la Navidad tenía, para nosotros, un toque diferente y especial. Además de prepararnos para celebrar el nacimiento del Señor y todo lo que habitualmente rodea estas fechas tan entrañables, suponía organizar el Concurso Diocesano de Belenes: recibir inscripciones, elaborar el listado y la rudimentaria página web, repartirnos entre los miembros de la organización las visitas a cada uno de los participantes... Y, finalmente, la parte más importante: recorrer la Diócesis (a veces, de punta a punta) para conocer a los artistas y a sus creaciones. Hay que reconocer que en algunos momentos todo ello podía resultar agobiante y algo agotador, pero lo cierto es que nuestras Navidades no habrían sido las mismas todos estos años sin haber estado implicados en el concurso. Gracias a él hemos conocido auténticos artistas y artesanos que no solo nos han mostrado su buen hacer representando el Misterio de la Encarnación de Jesús con mucho o con poco, sino que también nos han dado un testimonio de fe, esperanza y caridad encarnadas. Por eso cada Navidad vivida como parte de la organización del Concurso nos hacía ganar siempre algo que nos acercaba al Niño Jesús, a su Madre y a San José, tanto en las personas participantes como en el resto de los compañeros de Icthys, encargados de la realización del Certamen de Belenes.
“Recuerdo con cariño, como si fuera ayer, cuando en una de las primeras reuniones de Icthys una propuesta quedó flotando en el aire…un Concurso de Belenes. Como las buenas ideas, sobre todo las que son de Dios, fue cuajando con fuerza y no existía ningún motivo por el cual no darle forma. Era arte, evangelizaba y ahora más que nunca necesario. En el primer concurso no llegamos a la decena de participantes y el primer premio fue una teja pintada a mano. Los primeros años no sabíamos muy bien cómo evaluar a los participantes e incluso llegamos a tener un año en “blanco” y no celebramos el concurso. Sin embargo, el concurso se mantenía (las cosas si son de Dios salen adelante); personalmente el concurso entró en mi corazón con fuerza, aprendí a amarlo y a ver al Señor en los Belenes. Me descubrí hablando de Belenes como cuando un enamorado habla de su amada. No se cómo pero cada año un puñado de jóvenes sacábamos adelante el concurso. Por cada rincón de la Diócesis todos los años visitamos los Belenes participantes y cada uno de ellos, desde los más humildes hasta los más grandiosos y galardonados, hablaban de Jesús, contaban con sus obras de arte la historia de la Encarnación de nuestro Salvador. Mientras escribo repaso estos casi veinte años de concurso. No soy capaz de elegir un puñado de anécdotas o hablar de un solo Belén. Todos y cada uno de los inscritos en estos años remiten a Cristo. Las historias y el esfuerzo de los que montaban el Belén, la cara de los que, asombrados, descubrían la belleza del Amor de Dios en el Belén, los que se la jugaban y montaban el Belén en un espacio público contra viento y marea, todo, todo me remitía a Cristo. Y como no acordarse de esas tres semanas en las que visitábamos los Belenes, nos faltaban horas para ir a casa de los inscritos, merecía la pena, nos iba la vida en ello. No era un concurso al uso, más que la técnica o calidad del Belén, buscábamos que nos hablasen de Cristo, premiábamos la evangelización junto a la belleza del arte. Le pedíamos al Señor que nos enseñase a mirar estas obras de arte que rebosaban amor para poder elegir a un ganador donde todos ya habían ganado al anunciar a Cristo con sus figuras. Me quedaré con tres momentos en estos años de concurso que guardo como perlas en mi corazón:
- El primero, en el Belén de la Parroquia de Justo y Pastor de Parla. Vi una figura de la Virgen María que me llamó la atención, era sencilla, de escayola pintada a mano, pero tenía algo, estaba pintada con mucho gusto, con mucho amor. Pregunté por ella, la había pintado Santiago Durán.
- El segundo, la primera vez que contacte con Pedro para visitar el Belén de la Parroquia de San Francisco Javier de Pinto. Al llegar a la parroquia me recibió Pedro y me acompañó explicándome cada parte del Belén… Simplemente impresionante.
- El tercero, cuando acudí al Hospital Infanta Elena de Valdemoro, no me esperaba gran cosa y me encontré con un enamorado de los Belenes que sólo con sus medios y mucho trabajo, consiguió montar uno de los mejores belenes que recuerdo.
Es mucho lo que el Concurso me ha dado, ahora año tras año, gracias a él, en el salón de mi casa, con emoción y con mano temblorosa monto un humilde Belén junto a mis hijos mientras les cuento la mayor Historia de AMOR que existe.
Con el paso del tiempo no recuerdo cómo ni porqué llegué a formar parte de la organización del Concurso de Belenes de la Diócesis de Getafe pero hoy tengo claro que fue el Señor quien movió todos los hilos para que así fuera. Cada visita realizada, cada conversación con los creadores de los belenes que han participado, cada parroquia, familia… cada encuentro ha sido un descubrir más el amor de Dios, su belleza y gran misericordia. Se despertaba en mí un gran asombro al contemplar la delicadeza, el detalle y cuidado con el que se había elegido todo para, en definitiva, representar el nacimiento de nuestro Salvador. Así que no entiendo mi Navidad sin este concurso de belenes, donde he aprendido a detenerme “ en cada pesebre y admirar a este Niño que nos nace, a hacerme “pequeña” para sorprenderme de nuevo ante el acontecimiento más grande de la historia.
Ir a las parroquias para colaborar en la visita de los Belenes participantes en el concurso Diocesano de Belenes de la Diócesis de Getafe y encontrarse con las personas que tanto cariño, dedicación y esfuerzo ponían en la instalación de cada Belén suponía un doble fruto. Por un lado, para ellos, no solo suponía el reconocimiento de su hermoso trabajo sino también el compartir con ellos su amor por ese niño al que cada año trataban de buscarle el mejor escenario. Por otro lado, para mí, se convertía en la oportunidad de encontrar ese silencio que sin saberlo nuestro corazón busca oír entre el ruido del mundo que despistado mira para otro lado “ mientras el mismo Dios nace en un pesebre. De modo que es sin duda una experiencia de la que guardo especiales recuerdos, y por la que doy gracias a Dios.