Los sonidos de Irán

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EL PERSEGUIDOR

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Domingo, 7 de febrero de 2021

CINE BENJAMÍN REYES

“Este es un proyecto en el que he dejado mi alma y mi corazón”, con estas palabras, presentó Javier Tolentino su ópera prima Un blues para Teherán, el pasado 27 de enero, en el Espacio La Granja de la capital tinerfeña, con el beneplácito de Filmoteca Canaria y la presencia del presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín. Tras 22 años tras los micrófonos del radiofónico programa El séptimo vicio, que presenta en Radio 3 de RNE, Tolentino ha decidido dar un paso más y dirigir su primer largometraje siguiendo la estela del cine de Abbas Kiarostami y Jafar Panahi. No en balde participó en talleres cinematográficos con ambos cineastas y eso se desprende de sus cuidados fotogramas. Desde el principio desvela que lo que estamos viendo es un artificio, mostrando al equipo de rodaje siguiendo los pasos del cine iraní de los 90. Tolentino anteriormente había grabado dos cortometrajes: La noche que supe de Peter Pan (2008) y Alba (2013), una trilogía inacabada sobre la experiencia y el conocimiento amoroso, bajo la influencia tanto de Ingmar Bergman como de María Zambrano. Tolentino se sumerge en el ignoto país que es Irán (fascinado por su cine y su poesía), cuyas noticias nos llegan tergiversadas, para ofrecer una mirada europea sobre una de las naciones más herméticas del mundo, con permiso de Corea del Norte. Como muestra un botón, el equipo de producción tardó dos años en conseguir los permisos de rodaje de una película que no hace ni un sola referencia política. Un blues para Teherán es el reflejo en imágenes del cine que Tolentino defiende en su programa de radio a través de la palabra y la conversación. Este falso documental, que emplea como excusa argumental la historia de un joven kurdo que quiere ser cineasta en un país donde el cine está

El director de Un blues para Teherán, Javier Tolentino, visitó Tenerife para presentar su primer largometraje y mantenber de paso un diálogo breve, pero muy interesante con el público. Javier Tolentino es licenciado en Ciencias de La Información por la Universidad Complutense de Madrid y estudió Derecho en la Universidad de Salamanca, no obtuvo la licenciatura en las ciencias jurídicas. Ganó la plaza de redactor en las oposiciones libres de acceso a la radio pública (RNE) y, habiendo dirigido algunos de los programas informativos de la cadena, muy pronto se decantó por el periodismo cultural y la información de cine.

Los sonidos de Irán El director tiende un puente entre Oriente y Occidente perseguido, se vertebra en la música, que es la gran protagonista del filme, de tal manera que su estructura recuerda a Cruzando el puente. Los sonidos de Estambul (2005), de Fatih Akin. Para lo cual el sonido es crucial. Todo el metraje está, como

no podía ser de otra manera, trufado de referencias a cineastas a los que Tolentino adora como son Marjane Satrapi (Persépolis) o Theo Angelopoulos (La mirada de Ulises). Todo el bagaje cinematográfico que atesora Tolentino se vuelca en la película, con mayor o

menor acierto según las secuencias. Los movimiento de cámara son naturales, los planos persistentes, intentando captar la esencia de Teherán, desde los arrozales al asfalto, pero, sobre todo, muestra retratos humanos, a veces más logrados (la cantante

solista, su imagen, en claroscuro, es de los más bello del filme) y otras menos (el pescador, su verborrea requería de algún corte en el montaje). El principal acierto del largometraje son los diálogos. Tolentino “le da la palabra” (todos los diálogos están escritos) a los iraníes más humildes, que no solo hablan de las cosas cotidianas de la vida (impagable la conversación entre el aprendiz de director que convive con sus progenitores), sino de escritores persas, arte o el amor. En contadas ocasiones hemos visto en pantalla un retrato tan heterogéneo sobre la cultura iraní, una mirada alejada del folclore mediático (Internet incluido), que refleja un pueblo culto y sensible. En palabras del propio Tolentino: “Quiero contar la historia del pueblo iraní, de la cotidianidad de sus vidas, de los que pescan en el Caspio y te venden sus arroces, para tender puentes y abrir un diálogo a un país misterioso sobre el que nosotros, los occidentales, levantamos ciertos estigmas y prejuicios”. Un diálogo necesario entre Oriente y Occidente, que desgraciadamente poca gente va a ver, no solo por las actuales circunstancias, sino porque este tipo de cine suele ser denostado por el gran público de “lento” y ”aburrido”. Se equivocan. En definitiva, Un blues para Teherán es cine para cinéfilos y para espectadores sensibles. Un cine que muestra las heridas de sus protagonistas, que se curan a través de la música. El resto de los espectadores mejor que se abstengan

Ficha: Un blues para Teherán España, 78 minutos Dirección: Javier Tolentino Guion: Javier Tolentino y Doriam Alonso Música: Tere Núñez Fotografía: Juan López Productora: Quatre Films Y Eddie Saeta Intérpretes: Erfan Shafei, Golmerhr Alami, Sina Derakhan


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