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Presentación
from Mefisto 23
by Benito Lopez
Einstein y Cantor son dos caras opuestas del desarrollo científico que podríamos denominar moderno. El primero ha sido ampliamente reconocido incluso en medios no científicos y su imagen es un ícono del siglo XX; el segundo fue un matemático muy criticado en su época, la genialidad de sus trabajos sólo fueron reconocidos cerca del fin de sus días y aún hoy día es prácticamen desconocido fuera del ámbito matemático. Sin embargo, tienen mucho más en común de lo que parece en un primer acercamiento a sus biografías.
Destaquemos que ambos son parte de esa revolución científica que abarca, más o menos de finales del siglo XIX a mediados del XX, que, además de aportar nuevos conocimientos, cambió los fundamentos mismos de la ciencia.
En el caso de Einstein su teoría de la relatividad crea un nuevo enfoque para interpretar algunos fenómenos físicos que no encontraban explicación en la mecánica clásica. Sobre esto nos habla Fausto Cervantes.
Cantor estudió las propiedades de los conjuntos infinitos revolucionando una gran parte de los fundamentos de la matemática, incluso la noción misma de contar. Para ilustrar sus trabajos y dar una idea de la profundidad de los mismos, Hilbert enunció la paradoja del hotel infinito de la cual nos habla Daniel Maisner.
De forma anecdótica, aunque no nos atreveríamos a decir casual, existe otra liga en los trabajos de ambos pensadores que presentamos en este número. Ambos tienen un bisabuelo científico común: Galileo. El genio toscano enunció unas ecuaciones que relacionan las dos descripciones de un mismo movimiento realizadas por distintos observadores y Einstein, como parte de la teoría de la relatividad, las generaliza; para entender mejor, no dejen de leer el artículo de Fausto. También, este genio, considerado el padre del método científico, realizó el primer ejemplo de dos conjuntos infinitos diferentes, pero con el mismo número de elementos, más precisamente, el mismo cardinal: una semilla de la teoría de conjuntos moderna que no germinaría por los propios prejuicios científicos de esa época.
Una última liga, nada agradable de describir, fue que cada uno de ellos fue víctima de la intolerancia, aunque de formas muy diferentes. El origen judío de Einstein significó un grave problema para él, ya que su vida coincidió con el surgimiento del nazismo y su posterior llegada al poder en su natal Alemania; mientras que Cantor sufrió la persecución académica, llena de censura y burlas devastadoras; siendo su único pecado dedicarse a estudiar algo que no estaba en la moda científica de su época y que rompía con múltiples prejuicios académicos.
Recordemos finalmente que, junto con los artículos mencionados, tenemos las secciones permanentes de siempre, esperamos disfruten de este número.