4 minute read

Las sofisticadas técnicas de los nuevos videojuegos que empujan a los niños a gastar dinero

Next Article
CONSEJOS DE SALUD

CONSEJOS DE SALUD

Cuando Leif empezó a jugar Roblox, comenzó a pedir robux, la moneda del juego, la cual permite a los jugadores mejorar su personaje o comprar objetos virtuales. Así que sus padres le regalaron US$200 en créditos de Apple por Navidad. “Para mi sorpresa, se lo gastó todo en cuestión de días. Después de eso no le daba más de US$10 en robux al mes. Enseguida se frustró y se aburrió del juego”, dice Ward. Leif pasó entonces al videojuego World of Tanks, que también requiere que los jugadores mejoren sus armas usando crédito de PlayStation. “Sin embargo, este juego tiene la opción de mirar publicidad para conseguir crédito. Leif lo hace con desesperación una vez que se ha gastado lo permitido al mes”, añade Ward. Esta madre dice que su hijo más pequeño todavía debe aprender a autocontrolarse y ser más consciente sobre el dinero. “Es algo que tengo que vigilar constantemente”. Más que hacer dinero con la venta inicial de un videojuego, muchas compañías del sector dependen de las ventas generadas por microtransacciones o compras dentro del juego. El contenido comprado puede ser solo estético: movimientos de baile, distintos tipos de piel o estilos de ropa. Aunque también puede proveer ventajas tácticas como vidas extras, mejoras de personaje o armas que les benefician sobre los jugadores que no han gastado dinero en contenido adicional. Se prevé que el mercado global en línea de microtransacciones crezca desde US$67.940 millones en 2022 hasta US$76.660 millones en 2023. Sin embargo, hay signos de rechazo entre expertos y consumidores. Algunas compañías también están prometiendo nuevos lanzamientos libres de compras dentro del juego. Según la profesora Sarah Mills, las compañías de videojuego usan la psicología para manipular a los usuarios e impulsarlos a gastar. La docente añade que el vínculo entre el juego y la apuesta se está volviendo “más borroso”. Mills es profesora de Geografía Humana en la Universidad de Loughborough en Reino Unido. Sus investigaciones han encontrado técnicas de apuesta que hacen que los usuarios jueguen más tiempo y gasten más dinero. Vicki Shotbolt, jefa ejecutiva de Parent Zone, una organización que ayuda a los padres a navegar por el mundo digital junto a sus niños, es más específica sobre cómo los juegos incentivan el empleo de dinero. Al gastar, los jugadores pueden “evitar la rutina”, donde efectuar una compra en el juego significa evitar horas de juego monótono para avanzar a otro nivel. El “dolor divertido” es cuando corre el riesgo de perder algo importante si no realiza una compra. Mientras tanto, las “técnicas de ofuscación”, como las monedas del juego, hacen que sea difícil ver cuánto estás gastando realmente. Otra táctica es el uso de “paquetes de recompensas” (loot boxes). Los jugadores compran un paquete sin saber lo que hay dentro. Podría contener un elemento que cambie el juego, pero la mayoría de las veces el premio no es más que una personalización mediocre. “Los jóvenes reconocieron sentimientos de vergüenza al reflexionar sobre la cantidad que gastaron intentando obtener un artículo raro, incluso si tenían éxito”, dice la profesora Mills.

A esa edad, Zamora dejó su pueblo natal en El Salvador con el objetivo de llegar a Estados Unidos para a reunirse con sus padres, que habían partido antes que él: el papá huyendo de la guerra civil, la mamá unos años después para reencontrarse con su esposo y buscar nuevas oportunidades. Su abuelo lo acompañó hasta Guatemala, pero luego Javier, alias “Chepito”, tuvo que seguir solo y atravesar México y el desierto de Sonora, junto a otros migrantes que seguían su misma ruta. Muchos se quedaron en el camino. Fueron detenidos, murieron o simplemente desaparecieron. La travesía debía durar dos semanas, pero por una traición duró nueve. “Solito” habla de lo que ocurrió en esos 49 días y de las relaciones que nacieron en ese trayecto. Es un texto donde detalles devastadores se entrelazan con pasajes de una belleza estremecedora. Un libro que los críticos han descrito como importante, necesario, inolvidable. “Por primera vez me sentí alone, lonely, solo, solito, solito de verdad”… Empecemos por esta frase que le da título al libro y que refleja una soledad muy desoladora. ¿Qué sentiste al escribirla por ese niño que fuiste? Recuerdo que cuando escribí esa oración, me salió así a la primera, no le hice cambios. Creo que marcó un momento y de alguna manera encapsula lo que he sentido al trabajar en el libro, que es como un reconocimiento de lo que me ocurrió, de lo que sufrí, que es algo que me ha costado mucho tiempo aceptar. Yo llegué a Estados Unidos a los 9 años y no comencé a escribir estas memorias hasta los 29. Tuvieron que pasar 20 años para que me atreviera a recordar y a dejar atrás ese escudo masculino, de hom- bre latino, tan machista, que cree que si uno no piensa en algo simplemente desaparece. ero sucedió. Y escribirlo me liberó, me ayudó a sanar. Claro que el título no lo elegí yo, y cuando mi agente me lo propuso a mí no me gustaba nada. ¿Por qué? Quizás porque estaba en medio de una terapia y aún no estaba preparado para enfrentarme a esa desolación. Que es muy grande. En realidad, si pienso en el título, yo creo que no tuve una sino tres soledades. La primera es haber crecido sin mis padres, sin mi papá que se va primero cuando tengo 1 año y sin mi mamá, que lo sigue cuando voy a cumplir 5. La segunda ocurre cuando mi abuelo, que me acompañó hasta Guatemala, regresa a El Salvador, y me siento solito de verdad porque es la primera vez en la vida que no tengo a mi alrededor a alguien cercano. Y la tercera se da cuando luego de sobrevivir junto a todos esos migrantes -sobre todo junto con Chino, Patricia y Carla, que se convirtieron en mi familia- llegamos a Estados Unidos y nos separamos. Se van, me quedo sin ellos. De hecho, es muy paradójico que el libro termine cuando te encuentras con tus padres, y esa alegría enorme vaya acompañada de una pérdida que te duele tanto. Sí. Probablemente esa es la soledad que me ha costado más. Es la que me oculté, la que olvidé por 20 años, hasta que comencé a escribir “Solito”. La de haber perdido a quienes literalmente me cargaron cuando ya no podía caminar, a los que me salvaron la vida. Y al mismo tiempo que existe esa desolación tan profunda, en el libro abunda la ternura. ¿Estabas consciente de eso al escribir? Sí, fue algo que hice conscientemente.

Advertisement

El protagonista de “Solito”, el libro de memorias del escritor y poeta Javier Zamora, es un niño de 9 años que realiza un viaje imposible, terrible, un viaje que nadie debería tener que hacer.

Por: John Albarenga Sports Editor/ Las Américas Newspaper

This article is from: