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LAS LOCACIONES DEL TERROR
Hospitales psiquiátricos, casas embrujadas, hoteles abandonados, haciendas antiguas y carreteras a mitad de la noche, han fungido como escenario para filmar series y películas mexicanas en el género del terror o misterio.
La película Archivo 253, que dirigió el cineasta Abe Rosenberg, se filmó en 2012 al estilo found footage, en la clínica psiquiátrica San Rafael, que para entonces ya no operaba y al poco tiempo fue demolida.
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Se decía que en este lugar penaban las almas de los pacientes que fallecieron luego de ser maltratados física y psicológicamente por los médicos que los atendían, pues les aplicaban terapias de electroshock para calmarlos.
De acuerdo con el director, el rodaje fue padecido por todo el crew de producción debido a que la mayor parte del tiempo eran testigos de sombras en los pasillos, muebles que se caen, objetos que se arrastran, puertas que se azotan y ruidos extraños.
La serie de televisión Yago, se filmó en el hotel Posada del Sol, ubicado en la calle Niños Héroes 139, en la colonia Doctores de esta ciudad.
Nunca operó como tal debido a que su construcción fue clausurada a mediados del siglo XX por falta de permisos y además tenía problemas de infraestructura.
Los fenómenos sobrenaturales también se manifestaron cuando se rodó la primera parte de Km31 en la autopista México-Toluca que atraviesa el paraje del Desierto de los Leones, donde, dicen, se aparecen un niño y un monje que perteneció al exconvento del Desierto de los Leones. Basado en estas leyendas, el director Rigoberto Castañeda filmó el largometraje y declaró que durante las grabaciones todos escuchaban el llanto de un niño muy cerca de donde, supuestamente, había muerto.
DÍA DE MUERTOS EN CDMX
México tiene una gran variedad de tradiciones y festividades y siempre llenas de historia y cultura y sin duda el Día de Muertos es una de ellas.
No hay que olvidar que la UNESCO declaró esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y hoy en día es una tradición muy representativa de la cultura mexicana, además de convertirse en un referente para viajeros de todo el mundo que quieren conocer y vivir esta magnífica experiencia.
Esta celebración tiene lugar los días 1 y 2 de noviembre, pero desde que inicia el mes de octubre, se puede ver en cada esquina las hermosas decoraciones de esta festividad, como lo son, ofrendas, decoraciones con papel picado, bellas catrinas y la icónica flor de cempasúchil.
Aunque debemos tener en cuenta que esta festividad tiene un origen más profundo y antiguo, pues la celebración de los fieles difuntos en México viene desde la época prehispánica. De acuerdo con los historiadores, los mexicas tenían varios periodos a lo largo del año para celebrar a sus muertos, los más importantes se realizaban al terminar las cosechas, entre los meses de septiembre y noviembre.
Comenzando con el Tonatiuhichan que era el sitio al que iban los guerreros muertos en batalla, los capturados para el sacrificio e incluso las mujeres embarazadas, el Tlalocan, un tipo de paraíso al que llegaban todos aquellos que morían por el agua, luego viene el Chichihualcuauhco, un espacio destinado para los bebés, ahí eran amamantados por un enorme árbol nodriza hasta que “volvieran a nacer” y el Mictlán, el reino de los muertos y destino de las personas que fallecían por causas no relacionadas al agua, la guerra o el parto.
Ahora bien, con la llegada de los españoles, el Día de Muertos no desapareció por completo, como otras fiestas religiosas mexicas. Los evangelizadores descubrieron que había una coincidencia de fechas entre la celebración prehispánica de los muertos con el día de Todos los Santos.
Esta fiesta comenzó en Europa en el siglo XIII y durante esta fecha las reliquias de los mártires católicos eran exhibidas para recibir culto por parte del pueblo, también había una sincronía con la celebración de los fieles difuntos, realizada justo un día después de Todos Santos.
Fue así como el Día de Muertos se redujo a tan solo dos días, el 1 y 2 de noviembre, aunque en otras regiones como Oaxaca y Puebla se extiende a varios días, pues se cree que aquellos que murieron de causas no naturales llegan días antes al hogar.
Se adoptaron costumbres españolas, como el consumir postres con forma de huesos que derivaron en el popular pan de muerto y las calaveritas de azúcar, también comenzó la costumbre de poner un altar con veladoras o cirios, de esta forma los familiares rezan por el alma del difunto para que llegara al cielo.