ADN

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Historias de aparecidos Martín Acosta

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A Nihil Olivera, Matías Olivera y Mateo Acosta, mis hijos.

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ADN, historias de aparecidos

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on apenas ciento treinta. Ciento treinta de cuatrocientos. Ciento treinta niños recuperados, cuatrocientos niñxs desaparecidos. Sólo un puñado, un puñado que muestra, que grita, que niega que la sangre se pueda borrar. Ellos, los ciento treinta niñxs recuperados del plan siniestro con que la dictadura militar quiso aniquilarles su identidad, muestran que no todo puede ocultarse, que no todo puede hacerse desaparecer. Fueron más de cuatrocientos los bebés que desaparecieron durante el régimen militar instaurado el 24 de marzo de 1976. La mayoría de ellxs fue secuestrado junto a sus padres y madres o nacix en alguno de los centros clandestinos de detención. Hasta el día de hoy se pudieron localizar a ciento treinta de ellxs, gracias a la incansable lucha de sus familias y el apoyo de las Abuelas de Plaza de Mayo. Algunos fueron entregados en adopción a familias que desconocían su verdadera identidad, o simplemente abandonados. Otros fueron apropiados por los mismos secuestradores. Pero lo que se intentó en todos los casos fue borrar su identidad, las huellas de su sangre. Que jamás puedan ser como sus padres o madres.

Comencé a fotografiar a esos niñxs. Hoy hombres y mujeres, en agosto de 2001. Quise retratarlos junto al familiar que trabajó durante años en ese proceso de búsqueda y recuperación. Para mí, la unión de estas dos personas en una sola imagen representa el fracaso de la política del miedo que la dictadura militar quiso imponer. Estas fotos intentan mostrar que el quiebre y la disolución de los lazos familiares por medio del ocultamiento y la mentira no pudo imponerse porque también existió la perseverancia de sus familias y de ellos mismxs cuando fueron creciendo. Al incluir una reproducción de una fotografía de sus padres o madres desaparecidos. Las dos imágenes se convierten en una unidad donde se encuentra el presente con el pasado. En definitiva, la esencia de lo que es la fotografía: el haber sido y el ser en una misma cosa. El texto nos cuenta quiénes son, qué les paso y cómo llegaron a ser quienes son hoy. Los tres elementos: el texto, la foto del presente y la foto del pasado cierran un tríptico que encierra parte de nuestra historia.

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Marcos Suárez Vedoya

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La Plata, Buenos Aires, 30 de enero de 2007: Marcos Suárez Vedoya con su abuela Modesta Vergara de Vedoya.

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María Vedoya, secuestrada en octubre de 1976. Hugo Suárez, secuestrado el 10 de diciembre de 1976.

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“Loco, nunca tiré tantas piedras en mi vida”. Marcos participó junto al grupo de motoqueros que enfrentaron a la policía con sus motos y sus piedras, en las manifestaciones contra el gobierno de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001. “Tengo sangre, me corre sangre por el cuerpo, si veo algo que está mal salto, si veo a un motoquero tirado lo ayudo, esté donde esté”. Imagino que es esto lo que lo vincula a su pasado. Marcos Suárez fue secuestrado el 10 de diciembre de 1976 junto a su padre, Hugo, quién lo llevaba en brazos. Su madre María Rosa Vedoya había sido secuestrada dos meses antes. Nada se sabe del paradero de sus padres. Marcos apareció en la Casa Cuna sobre una camilla. Miró fijo a la enfermera que lo cuidaba y luego le sonrió. Desde ese momento ella fue su madre. Eso le contaron. También que se llamaba Gustavo y que su papá los había abandonado. Marcos se acercó a Abuelas para buscar a su padre. Allí encontró otra historia. Que sus padres en verdad eran Hugo y María Rosa y que él había sido secuestrado antes de cumplir un año. Todo lo que pasó en el medio lo deberá averiguar. La abuela Modesta Vedoya que lo buscó por treinta años ya pensaba que jamás volvería a verlo. Estela de Carlotto la llamó para avisarle que Marcos había sido localizado. Moreca pensó que ese llamado era una broma. Cuando lo tuvo delante sólo recordó el momento en que él la miró y le sonrió treinta años atrás cuando sólo tenía once meses y se fue en los brazos de su padre.

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Mara Laura Sfiligoy/Laura Malena Jotar

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La Plata, Buenos Aires, 9 de agosto de 2001: Mara Laura Sfiligoy/Laura Malena Jotar y su tía Susana Jotar, 48 años.

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Alberto Jotar, secuestrado en octubre de 1977.

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“Estábamos en una plaza. Mi mamá se fue caminando hacia unos tipos. Le pusieron una capucha y la subieron a un auto. Lo hizo para que no nos secuestraran. Me lo contó mi hermana, yo tenía seis meses, Tatiana tres años pero se acuerda”. Las entregaron a distintas familias pero el destino las juntó en un mismo hogar. Secuestradas juntas, separadas en distintos orfanatos, adoptadas separadas y vueltas a juntar en una misma familia. “En mi familia a las mujeres se las llamó Laura. Mis padres me bautizaron Mara. Pero Tatiana dijo: Mi hermana se llama Laura. Por eso soy Mara Laura. Me gusta, a mi hija la voy a llamar Laura”. En 1980, las abuelas descubren el caso y acuerdan un régimen de visitas con la familia adoptiva. Ellos cumplen un rol muy importante para contener a las chicas. Pero para Mara todo fue muy duro, y se le nota. El día que tomamos las fotos en la casa de su tía, en Berisso, Mara se puso mal. Se angustió mucho y movía sus manos con mucha tensión. Le cuesta esa etapa de su vida. Mara siente devoción por su padre, profesor de educación física y boxeador. Se impresiona con una foto de él en la escuela donde detrás se ve un cuadro del 25 de mayo que tiene unos dibujos con unas mujeres con pañuelos blancos.

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Carolina Guallane/Paula Cortassa

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Rosario, Santa Fe, 26 de agosto de 2001: Carolina Guallane/Paula Cortassa y su abuela Delfina Abba de Cortassa.

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Enrique Cortassa y Blanca Zapata, secuestrados el 11 de febrero de 1977.

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“Cuando me vio por primera vez gritó ‘¡Paula!’. La abuela Delfina es la única persona que me llama Paula”. A los tres años me enteré que era adoptada. A los doce más o menos tenía pesadillas con hechos de violencia. Empecé a asociar las fechas y le pregunté a mi mamá si yo era hija de desaparecidos. Lloré como una condenada, pero fue un gran alivio”. En 1995 comencé a buscar. Una señora me vio en canal 3 de Rosario. Enseguida pensó que era la nieta de Agustín, mi abuelo, el papá de Enrique. Ella ubicó mi teléfono por la guía. Habló con mi mamá y se encontraron. Fueron a ver a Delfina y ella le mostró una foto de Blanca. Ahí mi mamá pensó que podía ser posible”. Carolina/Paula trabaja por saber sobre sus padres y encontrar a su hermano, o hermana. Blanca, su mamá, estaba a punto de parir cuando la secuestraron. Dos años después de recuperar su identidad, Carolina/Paula encontró los restos de Blanca y los enterró en el cementerio de Venado Tuerto. “Estuvimos juntos hasta el final. Blanca era una madraza. Me encanta saber que ellos tenían una idea y creían en ella. Me encanta saber que ellos trabajaban en las villas. Estoy orgullosa de lo que hicieron mis viejos”.

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Manuel Gonçalvez Granada

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Guernica, Buenos Aires, 23 de septiembre de 2001: Manuel Gonçalvez Granada con su abuela Matilde de Gonçalvez y su hija Martina.

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Gastón Goncalvez, secuestrado el 24 de marzo de 1976. Ana María del Carmen Granada, secuestrada el 11 de noviembre de 1976

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Manuel fue él único sobreviviente de la casa de San Nicolás. Su madre se había refugiado allí después de que secuestraron al papá de Manuel. Pero todos murieron en el operativo. Su mamá, una pareja amiga y otros dos niños. Manuel estaba en un placard y por eso se salvó aunque su estado era muy malo por los gases disparados contra la casa. Unos policías lo llevaron al hospital y allí quedó internado como NN y con custodia policial durante cinco meses. Sólo lo visitaba la familia de un policía que lo había sacado de la casa. Querían adoptarlo pero el juez no lo permitió y lo entregó en guarda a los Novoa. Manuel volvió a aquella casa cuando fue a llevarle flores a su madre al osario de San Nicolás. Allí es donde Ana está enterrada después de haber sido trasladada desde una tumba NN. En el osario hay una placa recordatoria que colocó la familia del policía que participó del operativo en que asesinaron a su madre. Hoy Manuel lleva una relación maravillosa con Matilde, su abuela y Gastón, su hermano. Aunque se pone triste cuando la abuela le cuenta que a veces le hace muy mal verlo, por los recuerdos de su hijo, pero él la entiende.

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Elena Gallinari Abinet

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Bella Vista, Buenos Aires, 25 de julio de 2001: Elena Gallinari Abinet y su tío Guillermo Abinet.

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María Abinet, secuestrada el 16 de septiembre de 1976

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“Justo a mí me tiene que pasar esto”. Elena tenía diez años y pensaba en eso cuando la jueza le explicaba que era hija de desaparecidos y que sus padres no eran sus padres sino quienes la habían robado y apropiado al llevársela desde un Centro Clandestino de Detención en donde ella había nacido. Ese día de abril de 1987 había terminado para siempre la vida normal de escuela de barrio en City Bell y fin de semana en el club policial que le había armado el Subcomisario de la policía bonaerense Domingo Luis Madrid. Elena tomó las cosas con asombrosa naturalidad e inmediatamente aceptó a su familia. Ella quería quedarse con su abuela Leonor pero la familia resolvió que viviera en Bella Vista con el tío Guillermo y sus primos. La abuela vivía sola en La Rioja desde que fue liberada tras pasar tres días secuestrada junto a su hija María. Elena se acomodó rápidamente a la vida de pueblo de Bella Vista donde terminó sus estudios. De su padre supo poco. Que fue secuestrado, liberado, secuestrado nuevamente y después fusilado. Sus restos fueron localizados en el cementerio de Moreno. De su madre absolutamente nada. Continúa desaparecida desde el 16 de septiembre de 1976. Dio a luz a una niña en algún lugar desconocido del territorio bonaerense dos meses después de haber sido detenida.

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Gabriel Cevasco

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Lobos, Buenos Aires, 20 de octubre de 2001: Gabriel Cevasco y su tía Adriana Leiva.

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Manuel fue él único sobreviviente de la casa de San Nicolás. Su madre se había refugiado allí después de que secuestraron al papá de Manuel. Pero todos murieron en el operativo. Su mamá, una pareja amiga y otros dos niños. Manuel estaba en un placard y por eso se salvó aunque su estado era muy malo por los gases disparados contra la casa. Unos policías lo llevaron al hospital y allí quedó internado como NN y con custodia policial durante cinco meses. Sólo lo visitaba la familia de un policía que lo había sacado de la casa. Querían adoptarlo pero el juez no lo permitió y lo entregó en guarda a los Novoa. Manuel volvió a aquella casa cuando fue a llevarle flores a su madre al osario de San Nicolás. Allí es donde Ana está enterrada después de haber sido trasladada desde una tumba NN. En el osario hay una placa recordatoria que colocó la familia del policía que participó del operativo en que asesinaron a su madre. Hoy Manuel lleva una relación maravillosa con Matilde, su abuela y Gastón, su hermano. Aunque se pone triste cuando la abuela le cuenta que a veces le hace muy mal verlo, por los recuerdos de su hijo, pero él la entiende.

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María Leiva y Gabriel Cevasco, secuestrados el 11 de enero de 1977.

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“A mí me robaron, yo nací de nuevo el 25 de octubre de 2000” dice Gabriel, quien en ese entonces se llamaba Ramiro. María, su mamá, está desaparecida desde el 11 de enero de 1977. Ser desaparecido en la Argentina es no estar más, no existir más, no ser más. Conocí a Adriana, hermana de María y tía de Gabriel en mi primera visita a Abuelas de Plaza de Mayo, cuando fui a pedir ayuda para mi proyecto. Yo estaba justo analizando los posibles casos a fotografiar cuando entró ella y dijo “¡qué están haciendo con mi nene!” Poco conoce Adriana de lo que pasó. Nada conoce Gabriel de lo que pasó. Poco sabemos nosotros acerca de lo que pasó. María era militante del PRT – ERP y psicóloga. Trabajaba en una fábrica y la secuestraron a la salida mientras esperaba el colectivo. Enrique, el papá de Gabriel, fue quien avisó a la familia que María había sido secuestrada. Ahora vive en Brasil. Gabriel terminó en Pergamino, con familia sustituta y ansias de saber quién fue. Se acercó a la religión y después a Abuelas. El análisis de ADN le confirmó quién era y de dónde venía. Hoy empieza a construir quién será.

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Juan Cabandié Alfonsín

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Ciudad de Buenos Aires, 5 de febrero de 2005: Juan Cabandié Alfonsín y su abuela Yole Oppezzo.

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Damián Cabandié, secuestrado el 23 de noviembre de 1977. Alicia Alfonsín, secuestrada el 23 de noviembre de 1977.

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“Me acerco a Abuelas en el 2003. Yo ya no podía sostener mi vida, mi incertidumbre, mis depresiones”. Juan Cabandié Alfonsín nació en marzo de 1978 en el Centro de Detención Clandestino de la Escuela de Mecánica de la Armada. Sus padres, Damián Cabandié y Alicia Alfonsín, eran militantes de Montoneros y fueron secuestrados de su casa en la calle Solís al 600 y estuvieron prisioneros en el Banco y el Atlético. Alicia estaba embarazada de cinco meses y medio y fue trasladada a la ESMA para dar a luz. Hasta el día de hoy Damián y Alicia continúan desaparecidos. “Yo nací aquí adentro. Bastaron los quince días que mi mamá me amamantó y nombró aquí para que yo les dijera a mis amigos, antes de saber quién era mi familia, antes de saber mi historia, que yo quería llamarme Juan”. Esas fueron las palabras de Juan, en un acto masivo frente a la ESMA el 24 de marzo de 2004, cuando ya sabía que era Juan. Hasta hacía pocos meses atrás seguía llamándose Mariano, como lo había bautizado Luis Falco, el agente de Inteligencia de la Policía Federal que lo había apropiado. “Con la identidad falseada uno no puede construir mucho, siempre falta algo. Uno busca algo y no sabe qué es lo que busca”.

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Jorgelina Paula Molina Planas

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Paraná, Entre Ríos, 20 de julio de 2002: Jorgelina Paula Molina Planas y su hermano Damián Sarrabayrrouse.

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Cristina Planas, secuestrada el 15 de mayo de 1977.

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Damián es duro, pero se nota que ama a su hermana. Jorgelina es expresiva, afectuosa, lo ama. Cuando Jorgelina tenía 15 años, Damián viajó a Buenos Aires para buscar a su hermana. Cristina era la madre de ambos. Cuando la secuestraron, en mayo de 1977, vivía en Lomas de Zamora con su hija y una señora que la cuidaba. Pero un día Cristina se fue y Jorgelina nunca más supo de ella. Jorgelina fue entregada a un orfanato donde la adoptó una familia. Con ellos vivía cuando Damián fue a buscarla para decirle que era su hermano. Ella le cerró la puerta en la cara. Pasaron muchos años y muchos momentos difíciles en su relación para llegar a estar como se ven en las fotos. Después de varios años, cuando ya había ingresado al noviciado, Jorgelina le envió una carta a Damián para, lentamente, reencontrarse con su pasado. Así supo que su madre era de Paraná, que tienen distintos padres, que el papá de ella era un guerrillero del ERP y que lo mataron en Catamarca, en 1974. Jorgelina quiere saber más cosas de su pasado. Ya visitó el orfanato donde la dejaron y está buscando a la señora que la cuidaba. Ella es valiente y está queriendo definir quién es ahora y quién fue antes. Dejó el noviciado y ahora tiene un marido y dos hijos.

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Tatiana Sfiligoy/Tatiana Ruarte Britos

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Ciudad de Buenos Aires, 24 de julio de 2001: Tatiana Sfiligoy/Tatiana Ruarte Britos, y su abuela Amalia Pérez de Ruarte.

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Oscar Ruarte, secuestrado el 17 de agosto de 1976. Tatiana Ruarte Britos, secuestrada en octubre de 1977.

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“Estaba en una plaza de Villa Ballester con mi mamá y mi hermana de meses. Llegaron unos hombres de uniforme que bajaron de un micro. Mi mamá nos saludó y se fue caminando. Enseguida la encapucharon. Nos quedamos en la plaza hasta que empezó a caer el sol. Después nos llevaron a la comisaría y nos asustaron con perros. Yo sabía que me llamaba Tatiana. Y así se los dije en la comisaría: ”Tatiana Ruarte”, pero entendieron Duarte. Igual me anotaron como NN. Me mandaron a un orfanato de Villa Elisa y a mi hermana a la Casa Cuna. Un día me llevaron al juzgado de San Martín para darme en adopción. Allí estaba la pareja que se llevó a mi hermana. También querían adoptarme, pero les dijeron que yo ya estaba otorgada. El matrimonio que me adoptó al tiempo me devolvió porque yo era “negrita”. En el juzgado volvieron a llamar a la pareja que se llevó a mi hermana y ellos también me adoptaron a mí”. Es así como Tatiana Sfiligoy /Tatiana Ruarte Britos y Mara Laura Sfiligoy/Laura Malena Jotar convivieron bajo el mismo hogar adoptivo hasta el 19 de marzo de 1980 cuando fueron localizadas por Abuelas. “De mi mamá no me acuerdo nada. De mi papá, que estábamos en una casa y que nos mudábamos mucho”.

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María Eugenia Sampallo Barragán

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Abasto, Buenos Aires, 5 de octubre de 2003: María Eugenia Sampallo Barragán con su abuela Azucena Flora de Barragán y su hermano Gustavo Rojas.

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Mirta Barragán, secuestrada el 6 de diciembre de 1977. Blanca y Ana Barragán.

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De: eugeniabarragan@hotmail.com Enviado el: Miércoles 11 de Junio de 2003, 2:35:50 AM Para: Martín Acosta (a_martin1642@hotmail.com) Asunto: Al fin llegó!!!!!! Finalmente llegó el momento esperado: El día 4 de junio de 2003 declararon la nulidad de mi inscripción como MARIA EUGENIA VIOLETA RIVAS (qué gracioso, ¿no?) y ordenaron “la inmediata inscripción con sus VERDADEROS (porque los anteriores no lo eran) datos filiatorios”: deberé ser anotada como MARIA EUGENIA SAMPALLO BARRAGAN, hija de Mirta Mabel Barragán y de Leonardo Rubén Sampallo. Lamentablemente la fecha de mi nacimiento es un poco arbitraria, aunque se acerca a los datos que hay sobre él. Esto significa un gran logro para mí, porque de alguna forma mi búsqueda, que comenzó con la ayuda de mis amigas y amigos, su preocupación y paciencia, culmina por lo menos en este aspecto, el legal. Puedo decir que logré que esa mentira, que tantas veces me fue contada, tuviera un fin; que fuera evidente lo que para mí significó: un engaño repetido cada día. Esta es otra parte de la historia, que más que búsqueda fue un encuentro. Quería compartir esto con ustedes. Para los que brinden, ¡Salud! Un beso, María Eugenia Sampallo Barragán Los padres de María Eugenia y el hijo de Mirta, Gustavo Rojas, de tres años, fueron secuestrados el 6 de diciembre de 1977. Mirta estaba embarazada de seis meses y dio a luz a su hija estando en cautiverio. Gustavo fue entregado a su abuelo 25 días después del secuestro. Mirta y Leonardo fueron vistos por última vez en el Centro Clandestino el Club Atlético.

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María José Lavalle Lemos

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Ciudad de Buenos Aires, 4 de noviembre de 2004: María José Lavalle Lemos y su abuela Haydee Vallino de Lemos.

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Gustavo Lavalle, secuestrado el 20 de julio de 1977. Mónica Lemos, secuestrada el 20 de julio de 1977

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Cocó nació el 2 de septiembre de 1977 en el Pozo de Bánfield. Ella fue secuestrada un mes y medio antes en José C. Paz por un grupo de tareas de la Policía y las Fuerzas Armadas junto a su mamá, su papá y su hermana María de un año y medio. Cocó aún no había nacido, tan sólo llevaba ocho meses en el vientre de su madre. Cuando las Abuelas comenzaron a seguir la pista de Cocó, Teresa González, suboficial de Investigaciones de la Bonaerense, y Nelson Rubén, sus apropiadores, comenzaron a eludir la presión moviéndose constantemente de lugar. A ella le explicaban que las permanentes mudanzas se debían a los peligros provocados por el trabajo de Teresa. Corría 1987 y en el avión hacia el juzgado desde Mar del Plata donde fue localizada Cocó fantaseaba con las nubes. ¿Serían de algodón o de humo? Se preguntaba. Ella no entendía nada de lo que estaba pasando. ¿Por qué esas personas la alejaban de su familia y la llevaban a conocer otra familia? Su familia. Allí comenzó a pensar en sus nuevos padres. Al llegar al juzgado le presentaron a sus verdaderos parientes. Haydee la besaba y le decía cuánto la había buscado. ¨Yo no entendía ni medio, no quería saber nada y encima me mostraban a todos los viejos y no me mostraban a mis papás¨. Pasaron diez años desde el secuestro de José C. Paz, aquel 20 de julio de 1977. María había sido entregada a su familia, pero los padres de Cocó, esos padres por los que ella se preguntaba desde que le contaron la verdad, aún continúan desaparecidos.

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Humberto Colautti Fransicetti

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San Lorenzo, Salta, 2 de noviembre de 2001: Humberto Colautti Fransicetti con su padre Renato Colautti y su perro Yuyo.

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Elda María Francisetti, secuestrada el 23 de mayo de 1977. Humberto Colautti, secuestrado el 23 de mayo de 1977

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Humberto no se acuerda nada. Todo lo que sabe se lo contaron su abuela o su padre. No recuerda el secuestro, ni lo que pasó antes. Su memoria sólo registra imágenes dentro de una furgoneta con su mamá sentada al lado. Estaba rodeada de policías. Pero Humberto no sabe si es verdad o un sueño. El 23 de mayo de 1977, en Morón, fueron secuestrados Humberto, de dos años; su hermana Noemí, de ocho meses; Elda, su madre, y su pareja, el papá de la nena. Los chicos fueron entregados a un sastre militar, familiar de Noemí. Humberto se confunde, le cuesta recordar datos precisos. Desde aquel día, para él y su hermana, esa fue su nueva familia. Dejó de llamarse Humberto para ser Alejandro Ferri. Renato, el padre de Humberto, supo que tenía un hijo cuando era un preso político. Recién en 1983, cuando fue liberado, pudo comenzar a buscarlo. Como en casi todos los casos, Humberto se enteró de repente que ese tipo que tenía delante era su padre. Noemí también recuperó su identidad y vive con el hermano de su padre.

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Agradecimientos: A los doce aparecidos, y a sus familiares. Eduardo de Pedro y Pedro Nadal. Especialmente a Paula Sanssone, sin ella esto no hubiera sido posible. A Abel Madariaga, Silvina Salinas, Laura Turri, Carolina Camps, Fernando Poggi, Adriana Almagro, Javier Beresiarte y Mariana García.

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ADN, ghost stories

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here are just one hundred thirty of them. One hundred thirty out of four hundred. One hundred thirty recovered children, four hundred disappeared children. Just a handful—a handful that demonstrates, that shouts, that denies that the blood can ever be wiped away completely. These one hundred thirty children were recovered despite the sinister plan through which the military dictatorship sought to destroy their identities. They demonstrate that not everything can be hidden, that not everything can be disappeared. More than four-hundred babies were “disappeared” during the military regime installed on March 24th, 1976. Most of them were kidnapped along with their parents, or were born in one of the clandestine detention centers. To date, it has been possible to locate eighty-seven of them, thanks to the tireless struggle of their families and the support of the Grandmothers of the Plaza de Mayo. Some were given over for adoption to families that were unaware of their real identity, some were simply abandoned. Others were appropriated by the very people that kidnapped their parents. But in all cases there

was an attempt to erase their identity, the traces of their blood—so that they could never be like their parents. I began to photograph these children— today men and women—in august of 2001. I wanted to take portraits of them together with the family members that spent years searching for and recovering them. For me, the union of these two people in one single image represents the failure of the policy of fear that the military dictatorship attempted to impose. These photos attempt to show that the attempts to sever and dissolve family bonds were a failure. The efforts to impose secrecy and fear failed due to the perseverance of their families, as well as the children themselves while they were growing up. By including a copy of a photograph of the disappeared parents, the two images become a single unit where the past meets the present. This is the essence of photography: the reality of past and present at the same time. The text tells us who they are, what happened to them and how they became who they are today. The three elements—the text, the photo from the present and the photo from the past—form a triptych that encompasses a part of our history.

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Marcos Suárez Vedoya: “Man, I never threw so many rocks in my life.” Marcos was with a group of bikers that fought police with their bikes and with rocks, in the December 2001 demonstrations against the government of Fernando de la Rua. “There’s blood on me, blood running down my body. If I see something I don’t like, I let fly. If I see a fallen biker I help him, wherever he is.” I imagine that this is what links him with his past. Marcos Suárez was kidnapped on December 10, 1976, along with his Father, Hugo, who was carrying him in his arms. His mother María Rosa Vedoya had been kidnapped two months earlier. Nothing is known about the location of his parents. Marcos showed up one day on a stretcher at Cuna House. He stared at the nurse that was caring for him and then he smiled. From that moment on she was his mother. That is what they told him. Also that he was named Gustavo and that his parents had abandoned him. Marcos went to the Grandmothers to search for his father. There he found another story. That his real parents were Hugo and María Rosa and that he had been kidnapped before he was one year old. He has to figure out everything that happened in between. His grandmother Modesta Vedoya, who had looked for him for thirty years, had concluded that she would never see him again. Estela de Carlotto called her to tell her that Marcos had been found. Moreca thought that the call was a joke. When she had him in front of her, all she could think about was the moment that he had looked at her and smiled 30 years earlier. He was only 11 months old and he left in his father’s arms. La Plata, Buenos Aires, January 30, 2007: Marcos Suárez Vedoya with his grandmother Modesta Vergara de Vedoya. María Vedoya, kidnapped in October 1976. Hugo Suárez, kidnapped December 10, 1976. Mara Laura Sfiligoy/Laura Malena Jotar: “We were in a plaza. My mom walked away towards some guys. They put a bag on her head and put her into a car. She did it so that they wouldn’t kidnap us. Me sister told me this. I was six months old, Tatiana was three but she remembers.” They were given to different families but destiny brought them together in the same place. Kidnapped together, separated in different orphanages, adopted separately and once again united in the same family. “In my family the women were named Laura. My parents christened me Mara. But Tatiana said, ‘My sister is named Laura.’ That’s why I’m Laura Malena. I like it, and I’m going to name my daughter Laura.” The grandmothers discovered the case in 1980 and arranged a visiting schedule with the adoptive family. They play a large role in comforting the girls. But for Laura-Mara it was very difficult, and it is evident.

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The day that we took the photos at her aunt’s house in Berisso, Mara was not well. She became very distressed and there was a lot of tension in her hands. That period of her life is very difficult for her. Laura-Mara is devoted to her father, a physical education teacher and boxer. She is quite taken with a photo of him at school. In the background a painting of Independence Day can be seen, with depictions of some women in white scarves. La Plata, Buenos Aires, August 9, 2001: Mara Laura Sfiligoy/Laura Malena Jotar and her aunt Susana Jotar, 48 years old. Alberto Jotar, kidnapped, October 1977. Carolina Guallane/Paula Cortassa: “When she saw me for the first time she yelled ’Paula!’ Grandma Delfina is the only person that calls me Paula. “When I was three I learned I had been adopted. When I was about twelve I had nightmares with acts of violence. I began to match the dates and I asked my mom if I was the daughter of disappeared people. I cried like a condemned woman, but it was a great relief. “In 1995, I began to search. A woman saw me on Channel 3 in Rosario. Right away she thought I was the granddaughter of Agustin, my grandfather, the father of Enrique. She found my number in the phonebook. She spoke with mom and they met. They went to see Delfina, and she showed her a picture of Blanca. That’s when my mom thought it could be possible.” Paula-Carolina is working to learn about her parents and to find her brother, or sister. Blanca, her mother, was about to give birth when she was kidnapped. Two years after regaining her identity, Paula-Carolina found the remains of Blanca and she buried them at the Venado Tuerto cemetery. “We were together until the end. Blanca was a devoted mother. I love knowing that they had an idea and they believed in it. I love knowing that they worked in small villages. I am proud of what my parents did.” Rosario, Santa Fe, August 26, 2001: Carolina Guallane/Paula Cortassa and her grandmother Delfina Abba de Cortassa.Enrique Cortassa and Blanca Zapata, kidnapped February 11, 1977. Manuel Gonçalvez Granada: Manuel was the only survivor of the San Nicolas house. His mother had taken refuge there after Manuel’s father had been kidnapped. But they all died in the raid. His mother, a couple who were her friends and two other children. Manuel was inside a cupboard and that is why he was saved, although he was in very bad shape due to the gas fired into the house. Some police took him to the hospital and he was checked in as NO NAME, remaining under police custody for five months. His only visitors were the family of a police officer that had taken him out of the house. They wanted to adopt him but the judge would not allow it and his guardianship was given to the Novoa family.

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Manuel returned to that house when he went to take flowers to his mother at the San Nicolas ossuary. That is where Ana is buried, after her remains were transferred from an anonymous grave. At the ossuary, there is a commemorative plaque that was put up by the family of the officer that participated in the raid in which his mother was murdered. Today Manuel has a wonderful relationship with Matilde and with Gaston, his brother. Although it makes him sad when his grandmother tells him that sometimes it is painful for her to look at him, because it reminds her of her son, he understands. Guernica, Buenos Aires, September 23, 2001: Manuel Gonçalvez Granada with his grandmother Matilde de Gonçalvez and his daughter Martina. Gastón Gonçalvez, kidnapped March 24, 1976.Ana María del Carmen Granada, kidnapped November 11, 1976. Elena Gallinari Abinet: “It had to be me that this happens to.” That is what Elena thought at 12 years old when the judge explained to her that she was the daughter of people who had been disappeared. Her parents were not her parents, but rather they had stolen her and kept her as their own. They had taken her home from a Clandestine Detention Center where she had been born. That day in April 1987 had forever ended the normal life of neighborhood school in City Bell and weekends at the policemen’s club that had been laid out for her by Buenos Aires Deputy Police Commissioner Domingo Luis Madrid. Elena took things with surprising ease and immediately accepted her new family. She wanted to stay with her grandmother Leonor but the family decided that she would live in Bella Vista with her uncle Guillermo and her cousins. Her grandmother was living alone in La Rioja. She had lived there since her release after spending three days kidnapped along with her daughter María. Elena adjusted quickly to life in the town of Bella Vista, where she finished her studies. She learned little about her father. That he was kidnapped, released, kidnapped again and later executed. His remains were found at the Moreno cemetery. Regarding her mother, nothing. She remains disappeared, and has been since September 16, 1976. She gave birth to a daughter at an unknown location in Buenos Aires two months after being detained. Bella Vista, Buenos Aires, July 25, 2001: Elena Gallinari Abinet and her uncle Guillermo Abinet. María Abinet, kidnapped September 16, 1976. Gabriel Cevasco: “Me, I was stolen—I was born again on October 25, 2000,” says Gabriel, who back then was named Ramiro. His mother, María, was disappeared on January 11, 1977.

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To be disappeared in Argentina is to no longer be present, to no longer exist, to no longer be. I met Adriana on my first visit to the Grandmothers of the Plaza de Mayo, when I went to ask for help with my project. I was just reviewing possible cases to photograph when she came in and said, “What are you doing with my baby!” Adriana knows little about what happened. Gabriel knows nothing about what happened. We ourselves know little regarding what happened. Maria was a member of the PRT – ERP and a psychologist. She worked in a factory and was kidnapped while she was waiting for the bus after work. Enrique, Gabriel’s father, was the person that let the family know that Maria had been kidnapped. He now lives in Brazil. Gabriel ended up in Pergamino with a substitute family, longing to know who he was. He became religious and later sought out the Grandmothers. The DNA analysis confirmed who he was and where he came from. Now he is beginning to form the person he will be. Lobos, Buenos Aires, October 20. 2001: Gabriel Cevasco and his aunt Adriana Leiva. Juan Cabandié Alfonsín: “I approached the Grandmothers in 2003. I couldn’t handle my life any more, my uncertainty, my depressions.” Juan Cabandié was born in March 1978 at the Clandestine Detention Center at the Navy Mechanics School (ESMA). His parents, Damian Cabandié and Alicia Alfonsín, were members of the Montoneros and were kidnapped from their house in the 600 block of Solis street and were imprisoned at the Banco and Atlético detention centers. Alicia was five and a half months pregnant and was moved to the ESMA in order to give birth. Damián and Alicia remain disappeared to this day. “I was born inside here. The fifteen days here during which my mother nursed me and gave me a name, were long enough for me to tell my friends, before knowing who my family was, before knowing my history, that I wanted to call myself Juan.” Those were the words of Juan, at a massive rally in front of ESMA on March 24, 2004, when he already knew that he was Juan. Up until a few months prior he had still called himself Mariano, the name he was given by Luís Falco, the intelligence agent from the Federal Police that had taken Juan as his own. “With a false identity you can’t get very far, something is always missing. You are looking for something but you don’t know what it is.” Damián Cabandié, kidnapped November 23, 1977. Alicia Alfonsín, kidnapped November 23, 1977. Jorgelina Paula Molina Planas: Damián is tough, but you can tell he loves his sister. Jorgelina is tender and affectionate, she loves him. When Jorgelina was 15 years old, Damián traveled to Buenos Aires to look for his sister.

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Cristina was the mother of both of them. When she was kidnapped in May 1977, she lived in the Lomas de Zamora neighborhood with her daughter and a woman that took care of her. But one day Cristina left and Jorgelina never heard from her again. Jorgelina was taken to an orphanage where a family adopted her. She was living with them when Damián came to look for her to tell her he was her brother. She slammed the door in his face. It took many years and many difficult moments for their relationship to get to the point that can been seen in the photos. After several years, when she had already entered the convent, Jorgelina-Angelina sent a letter to Damián in order to slowly reencounter her past. That is how she learned that their mother was from Paraná, that they have different fathers, and that her father was an ERP guerilla that had been killed in Catamarca in 1974. Jorgelina wants to know more about her past. She has already visited the orphanage where she was left and is searching for the woman that took care of her. She is brave and is trying to define who she is now, and how she was before. She left the convent and now has a husband and two children. Paraná, Entre Ríos, July 20, 2002, Jorgelina Paula Molina Planas and her brother Damián Sarrabayrrouse. Cristina Planas, kidnapped May 15, 1977. Tatiana Sfiligoy/Tatiana Ruarte Britos: “I was in a plaza in Villa Ballester with my mother and my sister, who was only a few months old. Some uniformed men showed up, they got off a bus. My mother kissed us on the cheek and walked away. Right away they put a bag on her head. “We stayed in the plaza until it started to get dark. Later they took us to the police station and scared us with dogs. I knew that I was named Tatiana. And so I told them at the police station ’Tatiana Ruarte,’ but they heard Duarte. Anyway they wrote me down as NO NAME. They sent me to an orphanage in Villa Elisa and my sister to Cuna house . “One day they took me to the court in San Martín to give me up for adoption. The couple that had taken my sister was there. They wanted to adopt me as well, but they were told that I was already taken. “The couple that adopted me later brought me back because I was ‘dark-skinned.’ In court they called back the couple that had taken my sister, and they adopted me as well.” And that is how Tatiana Sfiligoy / Tatiana Ruarte Britos and Mara Laura Sfiligoy and Laura Malena Jotar lived together under the same adoptive roof until March 19, 1980 when they were located by Grandmothers. “I don’t remember anything about my mother. About my father I remember that we were at a house and that we moved a lot.” City of Buenos Aires, July 24, 2001: Tatiana Sfiligoy/Tatiana Ruarte Britos, and her grandmother, Ama-

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lia Pérez de Ruarte. Oscar Ruarte, kidnapped August 17, 1976. Tatiana Ruarte, kidnapped in October 1977. María Eugenia Sampallo Barragán: 2:35:50 AM To: Martín Acosta (a_martin1642@hotmail.com) Subject: It’s finally here!!!!!! Finally the moment I’ve been waiting for: On June 4, 2003 they declared null and void my civil registration as MARIA EUGENIA VIOLETA RIVAS (funny, no?) and ordered “immediate registration with her TRUE (because previously it was not) personal information”: she should be listed as MARIA EUGENIA SAMPALLO BARRAGAN, daughter of Mirta Mabel Barragán and Leonardo Rubén Sampallo. Unfortunately my date of birth is a little bit arbitrary, although it is consistent with the information that we have. To me this is a great achievement, because in a way my search — which started with the help of my friends, with their concern and patience — is finished, at least in the legal sense. I can say that I managed to put an end to the lie that I was told so many times; to make clear what it meant to me: each day being newly deceived. This is another part of the history, which more than a search, was an encounter. I wanted to share this with you. For those that raise their glasses, Salud! Love, María Eugenia Sampallo Barragán María Eugenia’s parents, and the three year old son of Mirta, Gustavo Rojas, were kidnapped on December 6, 1977. Mirta was six months pregnant and gave birth to her daughter while she was captured. Gustavo was given to his grandfather 25 days after the kidnapping. Mirta and Leonardo were seen for the last time while at the Club Atlético Clandestine Center. Abasto, Buenos Aires, October 5, 2003: María Eugenia Sampallo barragán with her grandmother Azucena Flora de Barragán and her brother Gustavo Rojas. Mirta Barragán, kidnapped December 6, 1977. Blanca and Ana Barragán. María José Lavalle Lemos: Cocó was born September 2, 1977 at the Pozo de Bánfield detention center. A month and a half earlier she was kidnapped in José C. Paz by a police/military task force, along with her mother, her father and her one-and-half year old sister María. Cocó had not yet been born and had only been in her mother’s womb for eight months. When the Grandmothers began to track down Cocó, the couple that had taken her as their own—assistant intelligence officer with the Buenos Aires police Teresa González and Nelson Rubén—began to evade the pressure by constantly moving. They told her that the constant moving was due to the danger

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involved in Teresa’s work. It was 1987 and Cocó found herself on her way to court, on a plane from Mar del Plata, where she had been located. She daydreamed about the clouds. Are they made of cotton or smoke? she wondered. She didn’t understand anything about what was going on. Why were these people taking her away from her family and bringing her meet another family? Her family. She began to think about her new parents. When she got to court she was introduced to her real family members. Haydee kissed her and told her how much they had looked for her. “I didn’t understand even the half of it, I didn’t want to hear it, and on top of that, they showed me all of the old folks and they didn’t show me my parents.” María was returned to her family ten years after the kidnapping in José C. Paz on that 20th of July of 1977. But Cocó’s parents, the parents she has been asking for since she was told the truth, remain disappeared. City of Buenos Aires, November 4, 2005: aría José Lavalle Lemos and her grandmother Haydee Vallino de Lemos. Gustavo Lavalle, kidnapped July 20, 1977. Mónica Lemos, kidnapped July 20, 1977. Humberto Colautti Fransicetti: Humberto doesn’t remember anything. Everything he knows he was told by his grandmother or his father. He doesn’t remember the kidnapping, or what happened before. His memory only registers images of being in a pickup truck with his mom sitting next to him. He was surrounded by police. But Humberto does not know if it is true or a dream. On May 23, 1977 in Morón, two year old Humberto, his eight month old sister Noemí, his mother Elda and her partner, the father of the girl, were kidnapped. The children were given to a military tailor, a relative of Noemí. Humberto gets confused; he has trouble remembering exact dates. From that day forth, for him and his sister this was their new family. He stopped being named Humberto and became Alejandro Ferri. Humberto’s father, Renato, found out that he had a son while he was a political prisoner. It was only when he was freed in 1983 that he could begin to look for him. As in nearly all the cases, Humberto suddenly realized that the guy standing in front of him was his father. Noemí also regained her identity and lives with her father’s brother. San Lorenzo, Salta, November 2, 2001: Humberto Colautti Fransicetti with his father Renato Colautti and his dog Yuyo. Elda María Francisetti, kidnapped May 23, 1977. Humberto Colautti, kidnapped May 23, 1977.

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Thanks: The twelve appeared, and their relatives. Eduardo de Pedro and Pedro Nadal. Especially Paula Sanssone, without her this would not have been possible. To Abel Madariaga, Silvina Salinas, Laura Turri, Carolina Camps, Fernando Poggi, Adriana Almagro, Javier Beresiarte and Mariana García.

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Sobre el autor: La fotografía es mi lenguaje al mundo. Exploro los temas que me circundan comprometiéndome en los ejes sociales contemporáneos. Estudie Historia en UDELAR. Historia del Arte en AAMNBA. Diplomatura en Fotografía Social en la UBA. Estudio Artes Visuales en la UNA. Me perfeccione en Clínicas y Talleres con maestros particulares y mis maestros del oficio foto periodistico. Docente desde el 2001 en aRGraescuela y en mi Taller de formación de narrativas documentales, TFDc desde 2007. Fotógrafo desde 1979. Empecé en publicidad y desde 1985 trabajo en periodismo. Me inicié en Noticias Argentinas y he trabajado posteriormente en la agencia Reuters. Los diarios Página 12, La Nación, Clarín, Nuevo Sur. Las revistas Noticias, El Gráfico y la ONG Greenpeace. En el área autoral mis trabajos más destacados son: “El tiempo de la peste” 2020. “Recuperarse” 2018 “Argentina, Crisis, crisis, crisis” 2015, “Daguerromiserias” 2011, “ADN, historias de aparecidos” 2008 y “Menonitas, fin del milenio” 1998.”Basural” 1989. Premiado por POYLAtam 2011. Diario Perfil 2010. Premio SIP 2001. Premio ADEPA 2011/99/98/92. Premio La Nación 1989. Becario del Fondo Nacional de las Artes, 1997 y de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, 2003. Autor de los libros de edición independiente “Recuperarse” y “ADN, historias de aparecidos”. Mis fotografías han sido exhibidas en forma individual o colectiva en el Palais de Glace, La Fotogalería del Teatro General San Martín, el CdF Montevideo, la Bienal de Tucumán, el Museo Carnaccini y el Museo Timoteo Navarro entre otros.

www.martinacosta.com

@martinacosta

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ADN, Historias de aparecidos Fotografía, Martín Acosta Textos, Martín Acosta Producción Gráfica/Diseño: Jorge Piccini Las fotografías fueron realizadas durante los años 2001/2007 Libro publicado en Buenos Aires, Argentina en Marzo 2021 Impreso en Gráfica Américas sobre papel Ilustración Mate Todos los derechos reservados. Leyes 11.723 o 25.446 1a. edición 2021. 100 ejemplares 92 p.; 21x21cm. Edición bilingüe: Español; Inglés.

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