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Había una vez unos niños, tres niñas y un niño, que habían perdido a sus padres y estaban en casa de una nueva familia. Aunque todos estaban muy a gusto con sus nuevos padres, se acordaban de cosas que les contaban cuando eran más pequeños. Una de las cosas que les solía contar su padre, era que existía un lugar en medio de la jungla de África donde había un volcán que echaba dinero de vez en cuando y que tenía una forma extraña desde el aire. Se llegaba a través de una cueva misteriosa que daba a un lago. En medio del lago había una isla y en la isla estaba el volcán del dinero. Esa historia era la favorita de todos los niños. Un día que estaban juntos hablando de cuentos y de historias de cuando eran más pequeños, uno de los niños propuso ir a ver si lo que les había explicado su padre era cierto. A todos les pareció muy buena idea y empezaron a preparar el viaje. Lo primero que había que hacer era convencer a la familia para que les dejara ir y también había que encontrar la manera de llegar al volcán, si es que era cierto que existía ese volcán maravilloso. Tenían la suerte que un amigo de sus padres, Manolo, era piloto de avión y tenia una avioneta. Así que, los niños pidieron permiso a sus padres para ir a ver ese lugar en vacaciones. Sus padres que tenían una gran confianza en Manolo, aceptaron. Llegó el día del viaje y muy ilusionados, subieron al avión. Despegaron y empezaron a volar en dirección al sitio donde les había contado su padre. Ya llevaban bastantes horas volando, cuando vieron un lugar que era igual que el dibujo que les había enseñado su papá. -¡Allí, allí!-gritaron. El piloto empezó a bajar para mirar de más cerca y ver donde se podía aterrizar, pero de golpe, encontraron un grupo de árboles que estaba mucho más alto de lo que parecía y chocaron. Al chocar con uno de los árboles pasó una cosa muy extraña: vieron pegados a las ventanas unas figuras que les parecieron animales que se apretaban contra el cristal. Eran una mona, una mariposa, un pegaso y un dragón. Quedaron un rato enredados en las ramas del árbol pero poco a poco empezaron a resbalar hasta que al fin el avión acabó llegando a bajo cayendo suavemente. En el suelo les estaban esperando aquellos animales extraños que habían ido viendo mientras bajaban. 1
-¿Todo el mundo está bien?- preguntó Manolo el piloto cuando salieron del avión. -Si-contestaron los demás. -Pues parece que hemos llegado a la isla de papá. Venga, nos ponemos en marcha para ver si encontramos el volcán-dijo Nicole. No habían terminado de decir esto cuando notaron que la tierra empezaba a temblar. Ruth, que aquel curso había estudiado los volcanes dijo: - Puede ser que ese temblor sea del volcán que nos había dicho papá. ¡Los volcanes antes de erupcionar hacen temblar la tierra!. Al pasar un minuto oyeron una gran explosión muy cerca de donde estaban. Entonces Ainhoa vio como si aparecieran unos fuegos artificiales de la montaña. -Mira: palitos- dijo. Pero Iván dijo: -No, no son palitos, parecen billetes y monedas. Es el dinero, tal y como dijo papá. Entonces, Nicole se acordó de algo que les había advertido su padre. -No se puede tocar el dinero cuando está saliendo porque quema. Además va a subir mucho la temperatura. Hay que ponerse a salvo. Los animales que estaban cerca, les hicieron un gesto indicando que los siguieran y los llevaron hasta un agujero bajo tierra al pie de un árbol. Ruth, que era la más presumida dijo: -¡NOOO! yo no me meto ahí, esta muy sucio y llevo mi blusa nueva. -A mi me da un poco de miedo- dijo Ainhoa. Pero de repente, una fuerte explosión y un gran temblor de tierra les convenció que no les tocaba más remedio que fiarse de los animalitos. El piloto les dijo que él se quedaría dentro del avión a esperar que pasaran las erupciones e intentaría reparar el avión. Así que los niños, uno detrás de otro, se metieron dentro de aquel agujero. Fueron andando un rato a oscuras hasta que llegaron a una habitación iluminada. Lo que vieron les dejó boquiabiertos: ¡en realidad era una 2
mansión maravillosa!!!: había piscina, muchas habitaciones, jacuzzi y todo tipo de comodidades. ¡Tardaron dos horas en recorrerla!. Pasadas las dos horas en compañía de los animales, ya tenían con ellos una gran amistad. -¡Que cariño les hemos cogido!- dijo Ainhoa. -Me costará mucho despedirme-dijo Nicole. -El dragón es muy guay-dijo Iván. -Si quisieran venir con nosotros….-dijo Ruth. Vieron como los animales escuchaban muy atentamente lo que decían mientras hacían un gesto con la cabeza. Parecía que les estaban diciendo que sí. De repente Ruth se acordó del dinero y se dio cuenta que llevaban ya mucho rato en aquella mansión bajo tierra. -Ya debe estar frio. Tendríamos que salir a recoger el dinero y ver como volvemos a casa. Los cuatro amigos se pusieron de nuevo en fila para salir al exterior. Nicole llevaba la mona colgada de su cuello. Iván se montó en el dragón. Ruth se montó en su amiga Pegasa (era hembra) y la mariposa de colores preciosos se puso encima de la cabeza de Ainhoa como si fuera el lazo de una diadema. Le quedaba muy pero que muy bien. Al salir de la cueva Iván y Ruth empezaron a volar sobre sus mascotas y guiando a los que iban a pie. - Mira-decían- allí abajo está el piloto y más allá el volcán. Vamos, vamos. Finalmente, después de subir por la falda del volcán se reunieron todos en el cráter. Todo alrededor estaba lleno de dinero esparcido por todas partes. Sacaron las bolsas y empezaron a recolectar dinero como el que recoge setas y a llenar bolsas y mochilas hasta los topes. De repente sonó el teléfono móvil que llevaba Ruth. Era el piloto. -Chicos- dijo Manolo- ya está arreglado el avión pero tenemos un problema, no puede llevar mucho peso. - Muy bien- dijo Ruth -ahora vamos para allá. Veremos que hacemos.
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Bajaron hasta el lugar donde estaba el piloto tan deprisa como les fue posible. La verdad es que el problema era grande. El peso ya no era igual, ahora era mayor que al llegar ya que la carga del dinero era mucha. Pero Ainhoa encontró la solución. Volverían en el avión el piloto, Ainhoa y Nicole. Montados en el dragón y en Pegasa con las bolsas regresarían Ruth e Iván. Cuando llegaron a casa, su familia les estaba esperando un poco preocupada ya que estaban tardando demasiado. Naturalmente, se quedaron de una pieza cuando vieron que dos de los niños llegaban montados en unos animales voladores y muy grandes. Los niños dejaron unas bolsas enormes encima de la mesa del comedor y cuando las abrieron los padres se quedaron con la boca abierta por todo el dinero que había allí. Todos pudieron vivir un poquito mejor comprándose cosas que les hacía ilusión tener. Pero sobre todo pudieron tener una gran casa para todos con un bonito jardín y una especie de cueva de lujo parecida a la que tenían sus amigos animales cuando vivían en la isla.
Fin
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Había una vez tres niños que estaban haciendo un viaje en la avioneta de su padre. Les había dado permiso para dar una vuelta con un piloto de mucha confianza y con el compromiso que se portarían bien y tendrían mucho cuidado. Llevaban un buen rato volando cuando el avión empezó a hacer ruidos raros. Los niños no lo veían pero parecía que al piloto le pasaba algo porque el avión había empezado a caer. En la parte de atrás del avión, los tres amigos estaban tan tranquilos sin darse cuenta de nada hasta que el avión se puso vertical, casi mirando para abajo, entonces se dieron cuenta que algo estaba pasando. Uno de los niños, Javi, dijo: -Voy a hablar con el piloto a ver qué pasa. Entro en la cabina y se acercó al piloto diciendo: -¿Puedo coger un paquete de chicles?. El piloto tenía unos chiches que le regalaba su familia que tenía una fábrica de chuches y que les encantaban a los niños. Como no le contestó, Javi cogió los chicles y se acercó un poco más al piloto. Vio que tenía una expresión extraña. Lo tocó y le pareció que no respiraba. Entonces pensó que: ¡estaba muerto!!!!. Ya no se paró a mirar nada más. Muy asustado, salió corriendo a la cabina donde estaban los otros dos. Fran medio dormido e Isma jugando con su PS3 como si nada. -¡Tenemos que saltar!- dijo Javi- al piloto le ha dado un infarto y se ha muerto!!. -¡Vamos!- contesto Fran, que se despertó de golpe- Venga, Isma!. Empezaron a ponerse los paracaídas. Pero Isma estaba tan concentrado con la PS3 que no quería moverse ni saltar. Al final los otros dos tomaron una solución: le tiraron la PS3 por la puerta del avión. Cuando Isma vio que su querida PS3 salía cayendo al vacío, dio un salto y salió del avión sin paracaídas ni nada. Los otros chicos, sin pensarlo un momento saltaron también y, planeando, cogieron a Isma que ya había atrapado su PS3 en el aire. Les costó un poco bajar a los tres, sus paracaídas se habían enredado y caían de cualquier manera, hasta que al final quedaron atrapados en un árbol muy alto. No había manera de desenredarse y saltar al suelo. Otra vez la PS3 de Isma ayudó a resolver el atasco: Fran agarró la maquinita y la tiró. Cuando Isma vio que su querido juguete se caía, dio un tirón tan fuerte que desenredó todos los hilos y empezaron a caer entre las ramas del árbol hasta llegar todos al suelo. -¿Estáis todos bien?-Preguntó Javi. 1
-Sí, pero yo he perdido las gafas- dijo Fran. Isma iba diciendo como si hablara solo: -Maquinita, ¿estás bien??? Todos se pusieron a buscar las gafas que no aparecían por ninguna parte, andaban a cuatro patas por el bosque cuando vieron que había una especie de camino y al final del camino se podía ver una luz. -Vamos para allí -dijo Fran, olvidándose, de las gafas. Empezaron a andar por el caminito hasta llegar a un gran edificio. Delante de la puerta colgaba un cartel donde ponía: HOSPITAL DEL TÓRAX. -Mirad-, dijo Fran que no veía muy bien sin las gafas,-¡esto está escrito en rotulador rojo fuerte! -Que va a ser rotulador- dijeron los otros-. ¡Es sangre!!. -Pues, ¡yo paso de entrar!!-. Dijo Fran. -No podemos quedarnos aquí. A quien entre le regalo mis chicles-. Dijo Javi. Al final Isma aceptó entrar con Javi y Fran se quedó sólo en la puerta. Duró fuera muy poquito rato ya que enseguida empezó a notar unos ruidos muy suaves y preocupantes detrás de él. Dando un fuerte empujón a la puerta entró como un tiro dentro del hospital. Solo entrar; Isma se acordó de lo que Javi había prometido: -¡Ya me estás dando los chicles!!. -No me quedan- Respondió Javi sonriendo burlón (había sido una trampa para hacerlo entrar). Isma ya estaba a punto de empezar a tener una bronca con Javi cuando detrás de ellos se oyó la voz de Fran diciendo: - A mí me dan igual los chicles, ¡no me quedo solo ni loco!. Miraron a su alrededor y vieron que estaba en una gran sala. Parecía que todo estaba abandonado desde hacía tiempo: los cristales estaban rotos y todo estaba lleno de polvo y de telarañas. En una esquina de la gran sala vieron una gran caja fuerte, al lado había una mesita con una llave que brillaba entre todo aquel montón de basura. - Vamos a mirar que hay dentro- dijeron. Fran metió la llave en la caja y notó que giraba con suavidad, como si la hubieran acabado de usar. Tiraron de la puerta y lo que vieron les heló la sangre en las venas: 2
¡UN ESQUELETO BLANCO Y BRILLANTE!!!. Empezaron a chillar sin poderlo evitar. De repente, se abrió una puerta y apareció un ser extraño: calvo, alto y con unos ojos muy abiertos que parecía que no miraban hacia ningún sitio. De pronto, empezaron a sentir cosas muy raras y aquella cara les pareció algo familiar. -Se parece un poco a papá, ¿no os parece??- dijo Isma-. ¡PAPIIII¡¡¡- dijo, mientras salía corriendo hacia él. -No vayas ¡que es un zombi!!!- dijeron los demás. Cuando Isma tuvo ese personaje cerca se dio cuenta que estaba un poco confundido. -¡Retiro lo dicho!- dijo, y salió a esconderse detrás de sus amigos. El personaje, o el zombi, o lo que fuera desapareció no se sabe por dónde. Poco a poco los niños empezaron a explorar el hospital. Los tres en fila por el pasillo, un poco asustados seguían poco a poco cuando de repente: ¡SE APAGÓ LA LUZ! . Fran, que iba el último, notó una mano que lo agarraba por el pescuezo y lo arrastraba sin que él pudiera hacer nada para evitarlo. Al volver la luz al cabo de un instante, Javi e Isma vieron que Fran había desaparecido. Los dos se miraron con cara de susto y también de no entender nada mientras lo llamaban y lo buscaban. Mientras sus amigos los iban buscando, Fran apareció en una habitación estrecha iluminada por una luz muy débil que se encendía y se apagaba. -Ven aquiiii, no te preocupeeesss, no te va a pasar nada. Muerto de miedo pero sin tener muchas más posibilidades de hacer algo, Fran empezó a caminar hacia donde venía la voz. Bajó por unas escaleras muy estrechas y llegó a un sótano oscuro. Al principio no podía ver nada, entre la poca luz y la falta de gafas lo tenía un poco difícil. Finalmente sus ojos se acostumbraron a la penumbra y empezó a ver unos personajes extraños que le decían en voz baja: -No te preocupesss, únete a nosostrossss y no te pasará nadaaaa. Mientras Fran estaba ante esos seres raros, Isma y Javi seguían explorando el hospital y buscando a Fran. Buscando, entraron en una habitación grande que todavía no conocían. En el fondo había una tele encendida. Se acercaron a ver que se veía en la tele y por poco se desmayan del susto: se veía la cara de Fran con expresión de miedo. Parecía que estaba colgado del techo y hacia unos gestos muy raros mientras gritaba: 3
-¡Socorro, Socorro!!!. Los dos amigos empezaron a ir de un lado a otro para encontrar el sitio donde estaba Fran. Después de correr en todas las direcciones posibles y abrir todas las puertas encontraron unas escaleras que bajaban a un sótano mal iluminado pero que les pareció que era la habitación que se veía en la tele y donde estaba Fran colgado del techo, pero estaba completamente vacía. Fran tampoco estaba allí. -¿Qué ha pasado?, donde estás Fran?? De repente detrás de ellos se oyó un ruido suave como un gruñido y al girarse vieron que se estaba abriendo un armario de donde apareció Fran. Pero, no era exactamente Fran por decirlo de alguna manera. Tenía la ropa rota, sucia, con manchas de sangre, los ojos rojos y una expresión extraña, como “ido”. La verdad es que a Isma y a Javi la cara de su amigo les dio más susto i mala espina que otra cosa y sin tener tiempo de pensar en nada las piernas empezaron a correr sin que ellos pudieran hacer nada más. Mientras corrían notaban que Fran iba tras ellos andando de una forma muy rara pero sin perderlos. Escapando de Fran acabaron entrado en una habitación nueva. Era tranquila y blanca con una cama en el centro donde había una niña con cara de loca. Los pobres iban de susto en susto. Ahora ya tenían a Fran con cara de loco y a una niñita con una expresión horrible corriendo detrás de ellos. Al cabo de correr un tiempo se dieron cuenta que Fran ya no les perseguía pero que otro personaje le había sustituido, su cara daba tanto miedo como “el Fran de susto” y se movía y andaba de manera parecida a Fran aun que no era Fran. Les fue pasando muchas veces, les iban apareciendo personajes que les eran familiares pero con expresiones y aspecto de seres terroríficos y de muertos. Curiosamente, muchos de esos personajes les recordaban a Fran y tenían la misma altura. Javi, al final ya cansado de correr. Se paró a reflexionar sobre cosas que ya no le cuadraban y dijo: -Parece que entre todos esos personajes hay muchos que tienen la misma altura que tiene Fran y un aspecto que lo recuerda. En aquel momento, una especie de zombi, se estaba acercando a ellos y Javi con un rápido movimiento, pegó un tirón de la cara de aquel ser y…: debajo apreció la cara del verdadero Fran!!. -¡Sorpresa!-dijo su amigo con cara de haber sido pescado. En aquel momento aparecieron todos los seres horribles que les habían perseguido quitándose las caretas de zombis, locos y muertos. Estaban los padres, los tíos, una hermana pequeña (que había hecho de niña loca) y hasta el piloto. 4
-Vaya susto que me habéis dado- dijo el piloto- El plan no era que saltarais en paracaídas solo tenía que simular que me encontraba muy mal y hacer un aterrizaje de emergencia cerca del hospital para que os encontrarais con la mejor fiesta de Halloween de vuestra vida. No estaba previsto que os asustarais tanto y saltarais. Menos mal que habéis saltado cerca y estáis bien. -Hasta que no os hemos visto estábamos muy preocupados-dijo el padre- En fin chicos: ¡Feliz Fiesta!. La verdad es que los chicos no habrian de olvidar nunca en su vida aquella fiesta tan horriblemente divertida. Sólo que pasó algo curioso cuando la fiesta estaba acabando y el padre dijo: -Nunca ninguna de las quince personas que estamos aquí lo habíamos pasado tan bien. -¿Cómo que quince?- dijo Isma-, somos dieciséis. Todos miraron hacia un personaje que estaba en un rincón y que seguía con la máscara puesta. Isma se acercó a él y al intentar quitarle la máscara se dio cuenta que no la podía despegar. Rápidamente, aquel ser dio un gran salto y desapareció. A todos se les pusieron los pelos de punta y la cara de susto les duró horas: ¡ERA EL AUTÉNTICO HABITANTE DEL HOSPITAL DEL TÓRAX!!
Fin
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