"Hace frío sin ti..."

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Microrrelatando: noviembre 15 BibliotecaLBC


CATEGORÍA A De pequeña siempre soñé con ser una mujer perfecta, bella, a la que todos consideran una princesa. Un día, me enamoré de ti...¡Fíjate! Y aunque todo parecía que iba a ser como había imaginado, lo soñado no tuvo nada que ver con la realidad...Cuando por las noches me sentía sola y deseaba tener a mi lado a alguien capaz de decirme todos los días lo mucho que me quería, no esperaba que este fuese el final. Ahora estoy sola, pero mejor que acompañada: hace frío sin ti, pero se vive...que es lo importante. Estoy convencida de que de haber seguido contigo, sería una menos... Alejandro Ocaña Rojas 1ºC Escuchó la puerta; se estaba abriendo. Empezó a llorar. No era él: era la policía. Alejandra Molina Martín 1ºC (Driiiiiiiiiiiiing, driiiiiiiiing...) Sonaba el teléfono. -¿Diga? -Hola, soy yo. Quería decirte que te amaba tanto...Pero tengo demasiadas heridas; hay demasiada sangre derramada. Ya no lo soporto, no quiero que me vuelvas a pegar, no quiero volver a sentir esa importencia, aunque piense que no podría vivir sin ti...Como en lo más profundo de un pozo: así me he sentido durante estos últimos tiempos, que quizás solo fueran semanas, pero que me parecieron años de dolor y sufrimiento. Te pido que no vuelvas a dañar a nadie así...nadie se merece tal sufrimiento en la vida...esa vida que se escapa de tus manos antes siquiera de que te des cuenta. Por favor, no le hagas pasar a nadie por lo que me hiciste pasar a mí. Aunque hace frío sin ti, se vive. (Pip, pip, pip...) finalizó la llamada. Consciente por primera vez, empezó a teclear un número en el teléfono. Se


dio cuenta de que lo que a ella le dolía no eran las heridas, sino la injusticia. -016, ¿qué desea? -Buenas, me gustaría denunciar...me gustaría denunciarme... Isabel Castillo Pérez 2º C Estaba tan preocupada por los monstruos que había bajo su cama, que no sabía que el príncipe que dormía con ella era uno de ellos. Eric Galán Moleón 3ºB -¿Es que acaso no me quieres?-le dije. Me sentía estúpida, ya que sabía de sobra que no obtendría respuesta alguna. De su “cariño” solo me quedaban marcas y quemaduras en la piel. Terminé cansada y desesperada. Me sentía asfixiada, no por falta de oxígeno, sino por falta de amor. De repente, la máquina dejó de funcionar. Solo se escuchaba en la sala el llanto desconsolado de un recién nacido. Ariana Sofía Herrera Quiñónez 3ºB Creía que eras lo mejor que me ha pasado, pero ahora que ya no estás me siento mucho mejor. Me pegabas, lloraba y te perdonaba; pero a día de hoy, basta de perder el tiempo. Nadie me querrá como yo misma. Me da lástima de todo el tiempo que he perdido contigo. Creía que mi vida giraba en torno a ti, pero lo que no sabía era que sin ti, mi vida iba a girar de maravilla. Patricia Morales Molina 4ºDiver


Hace frío sin ti, pero se vive...Cada día mejor. Eras mi vida, todo giraba alrededor de ti. Prometí que sería para siempre, pero ahora prometo que esto no me volverá a pasar. Yo soy mi vida. Sandra Bracero Jiménez 4º Diver

Y aunque lágrimas derramaba, sus golpes no hacía más que aumentar. Gritar no servía de nada y los vecinos ayuda no prestaban. Alcanzado el punto límite, el hombre, cansado, cesó un poco; no por compasión hacia la pobre mujer: ni siquiera experimentaba la culpabilidad del acto tan atroz quqe estaba llevando a cabo. Sus manos habían dejado de ser el consuelo de la mujer en sus mejores momentos, para cambiar a las armas que atormentaban y dibujaban las marcas de desprecio y odio en la dulce cara de aquella mujer, dañándola y convirtiéndola en un rostro deformado e irreconocible. Provacando la ira y comenzando la violenta danza del hombre estaban las ganas de ser libre de la mujer al maquillarse y tocar el pomo de la puerta. Aquellos serían sus últimos movimientos después de que el desatara la mayor ira que había sentido. La mujer, asustada y bañada en sangre, lágrimas y dolor exhaló lo que, para sorpresa y desgracia del hombre, sería su último aliento. Frío y maltratado, el cuerpo de la mujer tumbado sobre la alfombra, producía, ya tarde, una gran tristeza en el hombre. En la cara de la mujer estaba dibujada una bonita sonrisa: los días de violencia habían acabado. Johan Steve Palomeque Vega 3ºD Él salía de fiesta y ella se tenía que quedar en casa, viendo las horas pasar. Él tenía amigos, más amigas que amigos; ella no podía salir de casa más que para hacer la compra y tirar la basura. Él llevaba tatuajes, ella solo marcas de agresiones. Él invitaba a casa, cada semana, a una muchacha


diferente; ella solo llevaba a su madre, para decirle que todo iba bien, por miedo a él. Él podía vestirse como quería, a ella tenía que darle el visto bueno las pocas veces que salía. No fue tan difícil: “Ahora yo me voy y te quedas aquí solo. Ya no tendrás quien te haga la comida ni te lave la ropa. Porque esta que está aquí se va.” Alba Fernández Braos 3ºB Él tenía todo lo que quería: una buena casa, siempre ropa nueva, una moto, coche...Él no trabajaba; ella lo hacía todo siempre: fregaba los platos, lavaba la ropa, limpiaba la casa. Él se tiraba el día tumbado en el sofá, mientras ella estaba trabajando. Por las noches, él salía con sus amigos; ella no tenía amigos, estaba demasiado cansada para eso. -¡Déjame en paz!-lloraba ella en sueños. -¡Tranquilízate, joder!-gritaba él mientras intentaba despertarla pegándole en la cara. Cuando él despertó, empapado en sudor y en lágrimas, recordó que ella ya no estaba allí, que se había ido demasiado tiempo atrás, que ya nunca volvería. Alejandro Hita Spinola 3ºB

Blanca despierta Blanca se fue a dormir como todas las noches, con miedo a las pesadillas que acudían a su mente. Cada vez que cerraba los ojos, un monstruo la devoraba por dentro y por fuera. Estas pesadillas habían comenzado cuando conoció a Javier. Al principio él siempre le regalaba palabras bonitas y alguna flor. Hasta el día en que ella decidió ser su novia: aquellos buenos modales se volvieron


humillaciones. Le decía que era una inútil y que no servía para nada. Dejó de salir con sus amigas y él le controlaba todo: lo que hacía y lo que decía. Sin embargo, esa noche fue distinta. Cuando cerró los ojos el monstruo estaba allí, pero ella lo mataba con su espada, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que era libre y feliz. Cuando despertó, tomó la decisión de decírselo a su madre y cortar la cadena que le unía a ese monstruo. María Rodríguez Rodríguez 2ºE

Robin y Yoli En un pueblo muy lejano vivía un hombre muy rico junto a su perrita Yoli, la más envidiada por los chuchos callejeros. Ellos la criticaban al no entender el porqué de tanta tristeza en aquellos ojos; cómo viviendo en una casa y teniendo un amo tan cariñoso, estaba así. Ellos, sin embargo, dormían en la calle, comían desechos de la gente y corrían para resguardarse de la lluvia. Un día Robin, el más valiente, se acercó a la caseta y le preguntó a Yoli cómo estando tan mimada, estaba tan triste. Ella lo miró y lo invitó a pasar las veinticuatro horas del día con ella. Al llegar la noche, Robin vio cómo llegaba el dueño. Yoli se acercaba sumisa y él le pegaba y le decía barbaridades. Al día siguiente recordaba a los criados que la vistieran y la sacaran a pasear...Robin entendió el porqué de su tristeza. Aquella noche, Yoli escapó y, mientras intentaba resguardarse de la lluvia en una pobre caja de cartón, se dijo: “Hace frío sin ti, pero se vive.” Lucía Moreno Fernández 2ºC Queda poco para el final de este amargo y cruel camino. Ya empiezo a ver luz. Pude liberarme al fin de las cadenas que unían mi ser con tu ira, tu


rabia, tu furia...Nunca perdí la esperanza de que volvieras a ser aquel que con sus manos me mantenía cálida; ahora hace frío, pero se vive. Quiero seguir creyendo que tus manos volverán a ser el combustible que hacía que mi cuerpo ardiera. Pero no puedo seguir pensando en ti. Todo lo que recuerdo es el dolor y los golpes, tus puños clavándose en mi alma como estacas. No sé a qué culpar: ¿al alcohol, al estrés, a mí misma? No, eso no. Yo siempre tuve y tendré una sonrisa brillante para guiarte, abrazos y caricias llenas de pasión y un amor extenso como el mar. Ya no estás a mi lado: estoy sola. Voy a luchar por mi felicidad, pienso ser fuerte y alejarme de tu nuevo y maligno ser. Ya queda menos para alcanzar la luz. Espero que tú también puedas alcanzarla. No te preocupes: viviré. Andrea Mª Robles Nogueras 4º B

CATEGORÍA B Tac, tac, tac… Oigo el golpe de su porra contra los barrotes; ya llega. Por su paso acelerado sé que hoy viene a guardar mi celda el policía sacado directamente de mis pesadillas. Me consuelo al ver que mi compañera no está presente en este momento; sé que sufre cuando lo ve acercarse a mí, que tiembla de rabia y dolor al mismo ritmo que yo. Su llegada no se hace esperar, y en su mirada lacerante encuentro el mayor desprecio jamás aunado hacia una persona, un rechazo que hiere más que mil lanzas. Algún día lograré saborear la libertad junto a mi compañera de tristes ojos verdes, aunque eso suponga alejarme del guardián de calor reconfortante que me promete que nunca se volverá a repetir, que no hay ningún muro, que solo es el amor que nos rodea. Mentira. Todo se diluye y desvanece. Siento una mano en mi mejilla deshaciéndose de la lluvia de miedos que moja mi cara, y no me hace falta levantar la vista para saber que voy a ver esos tristes ojos verdes frente a mí; mamá está aquí. Por su mirada suplicante sé que todo ha de acabar, que no puedo


mantenernos encerradas durante más tiempo. Ha llegado la hora de amotinarse y ya no me importa, porque aunque hace frío sin ti, mi hiriente carcelero, se vive. Mª Mar Jiménez 2º Bachillerato A La última caja se coloca sobre el resto. Todo está ordenado con precisión, una caja tras otra. La delicada mano se desliza suavemente sobre la puerta. La joven mirada se detiene contemplando la gran cantidad de cajas, reteniendo en ellas los dolorosos recuerdos. Aquellas palabras proferidas con odio y manipulación, que chocaban directamente contra su corazón. Sentimientos expresados en palabras que lentamente dañaron su alma. Golpes, demasiados golpes. Al principio, puros deslices en su rostro; al final, heridas que costará sanar. Muchos le aconsejaban, pocos ayudaban. Intentó huir, pero había algo que retenía su vida. Ese amor le impedía abandonar a la que un día fue su persona especial. La peor opción, quedarse. Pensaba ayudarle a cambiar, pero el diablo solo se disfraza. Sufrió y lloró todo el odio que había recibido. Más allá de los golpes, las burlas y los insultos, añoraba todo lo que un día fue. Lágrimas se deslizaban con dificultad por su dañado rostro. Cerró lentamente la puerta, encerrando en su interior recuerdos que algún día fueron reales. Pero la decisión ya está tomada y no hay marcha atrás. Porque hace frío sin ti, pero se vive. Inmaculada Diéguez Martín 1º de Bachillerato B Volver a caminar -¿Dolor? No, hace tiempo que dejó de doler.-pensó en voz alta. La luz entraba entre las cortinas iluminando la habitación tenuemente, lo suficiente para poder mirarse al espejo. -Me enamoré como en una canción-siguió diciendo-, no miré más allá de sus ojos. No me di cuenta de que detrás de aquellas caricias tan dulces vendrían otras no tan suaves, ni que debajo de esa radiante sonrisa habría palabras tan hirientes.- una lágrima brilló ante el espejo- Comienzas negándolo: una mala racha; pero al final te deshaces, no puedes más.


Abres los ojos, pero no ves nada en el oscuro pozo.-se secó la lágrimaPero no debes rendirte. Espera un poco: tus ojos se acostumbrarán a la poca luz y encontrarás esa mano que te ayude. No sabes si cogerla. ¿Miedo?¿Vergüenza? Los dos. Encontré una mano que me enseñó a volver a caminar; pero, sobre todo, que mi familia no era un tribunal que me condenaría, sino un castillo, una fortaleza. Y que hace frío sin ti, pero se vive. Llaman a la puerta, hora de irse. Una silueta queda reflejada en el espejo. Una sonrisa que no volverá a abandonar. Patricia Moreno Jiménez 2º Bachillerato A Hace dos años que vengo a este lugar. Lo mismos sillones, la misma gente, el mismo psicólogo. Parece que nada haya cambiado. Sin embargo, yo soy muy diferente: hoy será el último día que venga a este lugar. Ya han pasado dos años desde que decidí que todo se había acabado, que ya no podía más. Me di cuenta de que el amor ya no era suficiente para todo el dolor ya causado. ¿Golpes? No hacía falta: con una mirada era capaz de hacerme sentir la mujer con más miedo del mundo. Te conviertes en lo que él quiere que seas. Y lo eres, por pura costumbre, por pura impotencia. La primera vez que vine era tan solo una muchacha asustada y débil. Ahora me marcho reforzada y con ganas de vivir. No me di cuenta de que había perdido la mitad de mi vida hasta que me obligué a pensar en malos y buenos momentos. Pesaban más los malos: me había acostumbrado tanto a él que no me daba cuenta del daño causado. Por eso, para cerrar esta etapa definitivamente, quiero agradecerte que me enseñaras una buena lección y decirte que puede que haga frío sin ti, pero se vive. Sara Vargas Díaz 2º Bachillerato A De nuevo mis recuerdos invaden mis pensamientos. Han pasado varios años desde que entré en aquel destino cruel. Cada amanecer despertaba con la esperanza de que todo hubiera sido una terrible pesadilla. Cada golpe, cada insulto, cada grito me devolvían a la cruda realidad. Pasaba mis días con amargura y miedo, porque cada día me sentia más cerca de la


muerte. El miedo se apoderó de mi cuerpo, quitándome las ganas de seguir luchado por una vida que ya estaba perdida. Poco a poco me iba consumiendo en aquel umbral de dolor del que no podía escapar. “Si no eres mía, no serás de nadie.” Conforme esas palabras salían de su boca, mi cuerpo se estremecía y yo me esperaba lo peor. La misma persona que me prometió la luna era la que quería acabar conmigo; esa persona a la que un día amé. Y sí, hace frío sin ti; pero se vive. Tengo tantas cicatrices que ya no las puedo ocultar tras el maquillaje. Pero el dolor más intenso y el que jamás podré cicatrizar es el de mi corazón, el corazón que un día te entregué. El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de los sueños. Hazte oír. Ante la violencia de género, no calles: actúa. Anais Salguero Torres 2º Bachillerato A


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