Microrrelatos contra la violencia machista

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MICRORRELATOS CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA

Profesorado del IES Luis Bueno Crespo


1. Tú y yo, a solas Dulce aurora, tú y yo a solas en esta cámara casi en penumbras. Tranquilas, las dos al fin, tú sonríes, yo, mirándote como no me he atrevido a hacerlo nunca, me quedaré dormida. Este amable instante será eterno...en el otro extremo de la sala, aún sumisos, tus hijos, mi padre. Todos ellos desde niños con el corazón amputado. Maldigo tu nombre, que es el mío y a todo aquello que convertiste en patológica tristeza. La ignominia ya huele dulzona, a flor marchita, a ceniza si olieran las cenizas, a silencios, alivio, álamos y olvido. Bendita esta aurora, tú paz, la nuestra. Ahora por fin duermes, yo ahora sonrío. 2. La transmigración de las almas A nuestro perro Orfeo le encanta la música. Si hubiera nacido en la Antigua Grecia habría sido el inventor de la cítara y la lira. Mi madre, Atenea, amiga de religiones mistéricas, afirma que como el titán, ha descendido del Hades sustituyendo una vieja mortaja por dulce algodón. Héctor, su veterinario, le ha diagnosticado insuficiencia cardiaca. Según mi esotérica madre, en la rueda de expiaciones, nuestro querido Orfeo ha sido contaminado por el mal conocido como “acritud de corazón”, causado por el indigente ser anterior a su actual existencia y extinguido tras suplicar el afecto que él nunca supo o pudo ofrecer. Ésta también sería la causa de que le guste tanto chuparnos los pies, insiste Dafne, mi hermana pequeña. Esta tarde nuestro nuevo vecino me ha mostrado orgulloso cómo Alecto, su agapornis, come de su mano. ¿Quién dice que las segundas oportunidades no existen? 3. Migas con chocolate Las cuatro hermanas salieron de la iglesia de San Juan Bautista como todos los sábados a la misma hora. El pueblo, es grande y distendido, de casas bajas y blancas. La de Águeda, la menor, estaba junto a la plaza mayor aportalada. Águeda era aún joven. Su marido, miliciano, murió en Francia sin conocer a su hijo. Y ella tras cuatro años de torturas, aceite de ricino, y vejaciones sexuales sigue siendo conocida en el poblado por su desafiante osadía contra la sociedad patriarcal. Ya en la cocina, prepara como todos los sábados migas con chocolate. Sémola, agua, leche cacao y resignación. En al patio central, se descuelga la noche junto a la parra y los primos hace rato que dejaron de jugar tras la tinaja. En la puerta con los aleros blancos y encalados como la de sus vecinos, una figura gris- verde oscuro golpea bruscamente. Cristina Morales


4. Dafne y Apolo: metamorfosis Del tierno pecho el corazón se sale. ¡Tomar aliento!¡Sí! Mas no ha de parar un instante: así del águila, con ala temblorosa, huyen las palomas. Pero el miedo no le ha dado alas: las ligeras sandalias hace rato se desanudaron y los pies, cruelmente heridos, dejan su rastro de sangre en la hierba. Los hermosos cabellos se enredan en los árboles, cómplices traidores de su perseguidor. Vencida, la fugitiva Dafne implora ayuda. Dríades y ninfas se duelen con ella y la casta Artemisa escucha su plegaria... *** Lágrimas de ira ciegan a Apolo. Ha perdido de vista a su presa. Humillado, soborna al poeta, que inventa otro final. Cítara y aljaba penden de un árbol que nunca fue ninfa. Dafne y sus hermanas adornan bosques inaccesibles, sin someterse a varón ni consentir amor no deseado. Inmaculada Gutiérrez

5 Cuando despertó, el tiranosaurio rex de su marido, todavía estaba allí. No había sido un mal sueño. Recordaba cada surco de su vida en común. Fue una guerra soterrada, de sutiles menosprecios hacia la mujer que no pudo trabajar, que se dedicó a los niños, que cada vez tuvo menos amigos, encerrada en un mundo pequeño de lavadoras y reuniones en el colegio. No sentía ni siquiera pena por él. Un vacío quirúrgico, el síndrome del miembro fantasma. Llamaron a la puerta, mujeres de la Asociación. La Prehistoria había terminado: para ella era hora de empezar la Historia.

Antonio Alcaide Soler

6. Cerró la puerta Cerró la puerta y se fue. Ella quedó en mitad del silencio. Ese día era un silencio cargado de fuerza, de la misma que encontró cuando dio a luz a su hijo. Un silencio cargado de rebeldía, de aquella que afloró en sus lejanos días de adolescencia. Un silencio cargado de esperanza, de la que aún quedaba intacta tras sus más de cincuenta otoños. Un silencio cargado de aire, del que nunca más le faltaría al oír girar la llave en la cerradura. Y en silencio, hizo su maleta. Cerró la puerta y se fue.

Mª Esther Moraleda


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Le llamaban Lobo y a él le encantaba. La llamaba Muñeca y a ella le gustaba. Aunque aquella noche, sentados dentro del coche, Lobo no parecía el mismo. No hablaba, ni siquiera la miraba. Ella estaba nerviosa y decidida a poner punto y final. Por fin los ojos brillantes de Lobo la miraron suplicantes. “Te necesito, no puedo vivir sin ti. He estado a punto de hacer una locura”. Su cuerpo temblaba. “Si no vuelves conmigo me mato, piso el acelerador y me estrello contra un muro”. Su voz se quebró mientras intentaba ocultar sus lágrimas. A Muñeca se le paró el corazón de golpe. Nunca le había visto tan desvalido, tan humano. Le abrazó con amor como madre que cobija a su hijo, sintiéndose querida y necesitada. Su amor, que lo puede todo, le cambiará. Le llamaban Lobo y a él le encantaba. La llamaba Muñeca y a ella le gustaba. Aunque esta mañana, de nuevo sentados dentro del coche, Lobo vuelve a parecer el mismo. Maite Porcel Reinoso

8. No me gusta Verona Julieta estaba harta. Muy harta. Harta de las insinuaciones procaces de Romeo . Harta de sus amenazas. Harta de que le dijera que estaba equivocada con él. Harta de sus voces. Harta de sus insultos. Harta, también , de escuchar sus disculpas. Harta de creerlas. Aquella noche Julieta dormitaba entre pesadilla y pesadilla . Unos ruidos en el balcón la sobresaltaron. Romeo lanzaba desde el jardín una escala. -¡Eres mía! - gritaba. Romeo era muy torpe. En uno de sus intentos por fijar la escala a la baranda el gancho cayó a plomo sobre su cabeza. Romeo quedó malherido, desangrándose. Seguía gritando. -¡Puta! ¡Yo te quiero! - repetía moribundo. Alguien contempló la escena. Se llamaba William Nosequé. Pretendía convertirse en el mejor escritor de la historia. De inmediato comprendió que allí estaba el argumento de una obra. William era hombre. Aduciendo necesidades del guion introdujo algunos cambios en la historia. Joaquín Medina Ferrer


9. Sabandijas Aquel 23 de agosto me acordé de repente de la cantinela matutina que mi madre me hacía repetir antes de salir a cazar lagartijas verdes con mi vecino Jose, el de la escopeta. “Uno para Carlota, uno para mama y dos para papa…bla, bla, bla”. Cuando conseguía zafarme de sus abrazos y besos, corría como loca a casa de Jose para ir a cazar rabos de lagartija verde o lagartijas verdes sin rabo, según se viese. Eran mañanas enteras de verano, agazapados detrás de muros o en las esquinas, esperando ver salir a los bichos de las casas de cualquier vecino. Pero aquel día no salieron ese tipo de sabandijas… solo salieron gritos y golpes de casa de mi vecina Lola. Recordé entonces a mi madre y su cantinela : ¿Dime Carlota, a qué número tienes que llamar? Mª Carmen Caravaca Vargas

10. Ese día Ese día, Mario llegaba tarde a clase. Por el pasillo saludó a su compañera, profesora de guardia, quien apenas había conseguido que la mitad del grupo entrara en el aula. El alumnado se arremolinaba en el pasillo, intercambiando las últimas palabras con los de la clase de enfrente. Para controlar la situación Mario, decidido, entró y abrió el libro. Dictó unas actividades y después pasó lista. -Profe, hoy Nerea no va a venir. -Muy bien, ¿se puede saber qué le pasa a Nerea hoy? Un silencio fantasmagórico inundó el aula. Tanto que el propio profesor se quedó sorprendido. Para mantener el orden que por fin había conseguido, preguntó de nuevo: -Venga, dime Alfonso, que pareces su representante. -No sabemos cuándo vendrá, profe. Ni siquiera sabemos si volverá. -¿Y eso? - Su padre se ha suicidado. Pero antes ha matado a su madre. Manuel López de Hierro

11. Un fragmento de vida No para de enviarme recados y decirme lo enamorado que de mí está; es muy galante y cortés aunque el otro día molestole que hablase en la plaza con Gonzalo. Desde que consiguió ser correspondido con mi amor se ha mostrado cada vez más terco y obstinado en declarar que solo soy suya y de nadie más, discutiendo incluso con quien favoreció nuestros encuentros. Pluguiera a Dios que sea asunto pasajero y que su persistencia no muestre más que su amor hacia mí. Te escribo, prima mía, para que me aconsejes en lo posible a la espera de que Calixto entienda que yo también soy dueña de mis actos. Antonio Enrique Ruiz Palomar


12 “A la mujer de mis secretos” Yace en el suelo tu alma destrozada, no se refleja en tu mirada maquillada. Fuerza enmascarada, fuente de tu coraje, en tu calma enamorada. Como sueño utópico, anhelas desesperada una nueva vida idealizada. Corazón ilusionado, garras afiladas, te empujan a alzar tu mirada. Criatura subrogada, contempla anonadada cuánta valentía disfrazada. Reina enmascarada trastornada en una vida eterna castigada.

Sale el sol de madrugada, Insomnio en vena desbordada. Y de repente, planta cara entusiasmada situación anómala fabricada. Obra de arte elaborada, mejor narración de la naturaleza contada. Mujer florecida de la nada, maravilla del mundo mejor creada. Fuerza y valentía demostrada, reconocimiento y admiración ganada. Que tu rama sea enredada a toda la población encadenada.

(Y cuando desperté conocí que el amor no duele) Antonio Extremera


13. Empatía y rabia En ciertos foros de ética se pregunta al público quién es el culpable en una historia en la que una persona es asesinada cuando vuelve rápidamente a casa desde la de su amante porque se entera de que su pareja regresa inesperadamente de un viaje. Al juzgar solemos repartir la culpabilidad entre los tres personajes de la historia sin caer en que el verdadero culpable no aparece físicamente, porque en ningún momento se nombra “AL ASESINO”. Así ocurre con tantos asesinos y violadores de mujeres. Su nombre y su rostro no aparecen en los medios de comunicación ni en nuestras conversaciones porque la inevitable empatía y, en ocasiones, algún toque de morbo dirige nuestra atención a la imagen de la víctima. Hoy quiero que la necesaria rabia, el humano odio y la divina irá guíen mi dedo para señalar y acusar a los verdaderos causantes: ¡ASESINOS Y VIOLADORES! 14. Educación Su madre, su abuela,… fueron víctimas del maltrato. Se juró que cuando tuviera una hija le enseñaría a hacer respetar su espacio con las amistades, su ocio, su forma de ser y de vestir, a ser independiente y que nadie controlara su teléfono ni su redes sociales y a compartir su cuerpo con su pareja desde el respeto y el cariño. El tiempo le regaló un hijo en lugar de una hija, lo llamó Ángel. Le enseñó todo lo anterior y que no existe amor sin respeto al espacio, a la forma de ser, de vestir del otro, que controlando y agobiando no hay verdadero amor, y que el amor no es real en las relaciones de pareja si hay imposición. La educación y el tiempo hicieron añicos el círculo vicioso del maltrato que se había cebado con las generaciones anteriores de su familia. Luis entonces se sintió orgulloso. 15. El álbum de fotos De niña coleccionaba en un álbum cromos de las princesas de las películas y cuentos de hadas. Pensaba que la felicidad, en forma de una preciosa boda (el día más feliz de tu vida), llegaría con un final como el de los “educadores” cuentos de princesas. Más tarde cuestionaba la expresión “final feliz”. La primera palabra era una falacia, una boda no es un final… ¿Sería engañosa también la segunda palabra? La comprobación vino con el álbum de fotos que tenía a mano donde aparecían la abuela Alicia, y las tías Teresa y Ana, esta última asesinada a manos de un maltratador. ¡no existen tales finales felices! Igual que en las películas, existen secuelas, continuaciones de la vida a veces muy tristes. Las caras de Blancanieves, la Bella Durmiente y Cenicienta fueron transformándose en Alicia, Teresa y Ana. El álbum de fotos de la niñez ya no existe. Lo más parecido es el salvapantallas del ordenador con las imágenes cambiantes de Emmy Noether, Marie Curie, Hypatia.. ¿¡Qué no sabes quiénes son!?

Jesús Castillo Requena


16. El vestido Me gustaba mucho ese vestido. Apenas me lo puse porque a él no le gustaba. Los podía escuchar: “lo sabía”, “sabía que esto iba a pasar”, “se veía venir”, “ ¡Qué hijo de puta”!. La flores eran también muy bonitas. Rosas blancas. Mis favoritas. “Tu familia no te olvida”. Poco original. Debería haber dejado algo escrito, total, yo también sabía que esto iba a pasar. Me gusta el vestido. Mi madre dice que parece que estoy dormida. Me gustaría decirle que me alegra que haya elegido este vestido para mi funeral. Lola Díaz 17. Una mala víctima

… Abogada: “Si lo seguiste, es porque lo conocías desde hacía tiempo y en ningún momento hubieras pensado que te iba a hacer daño. Te hizo la pregunta, alguna sugerencia y tú le dijiste que no. Entonces sabía perfectamente que no querías. Verdad? Pienso que es importante que lo denuncies. ... ¿Pero, por qué dices que no te creerán? Ya, hubiera sido todo tan fácil si te hubiera partido el arco ciliar, si hubiera habido sangre, algo indiscutible que no estarías intentando defender una postura que no tienes ni que defender solo para que te crean, como si tu forma de vestir o tu forma de ser tuviera algo que ver. ... Cuando queda rastro de ADN, es matemático, es sencillo. Pero, no hay ninguna huella, ni ADN, ni prueba, ni testigo, solo palabras… no es nada fácil y unos dedos no dejan rastros, debe de haber violencias físicas… y si acaso hubiera intentado matarte, ya sí hubieras sido una buena víctima. … Pero si aceptas tomar una copa con alguien, y además, te subes en su coche, lo acompañas hasta su apartamento. Los miembros del jurado solo piensan en qué pretendía hacer esta elegante señorita a las dos de la mañana.” … Sobreseimiento. Adrián Roldán Carrette

18 Aquella tarde rasgó el telón de su vida. El público de la platea admiraba a la actriz secundaria, de muchos registros y tablas, nunca fue la diva pero sin ella no se bajaría el telón, superficie trapezoidal con pliegues separando universos , como vías a ninguna parte, horizonte a un infinito del espacio proyectivo. La solución, isomorfismos entre el espacio tiempo cotidiano y el topológico imaginario , pendientes suaves, continuas sin saltos, anhelaba un máximo de felicidad y una singularidad al otro universo, aunque solo encontraba automorfismos de sus pesadillas . En la sesión de tarde algo cambio el sistema de ecuaciones de su vida. Con el telón desgarrado, dejaba atrás sus tragedias, dramas y quebrantos, esta vez Arlequín estaba en el escenario con un puñal en el pecho , quizás entonces podría ver brillar una estrella brillante allá en Orión, al otro lado. Paco Carvajal


19. El espejo Sonaba y revoloteaba en mi cabeza “You only live twice” mientras me miraba en el espejo, con ese vestido de fores violáceas que él me hacía usar cada día. Odiaba esa canción a pesar de su dulce melodía, ¿por qué soñar la tan deseada vida? Apareció él, se asomaba sobre mi hombro con esa mirada suya que me paralizaba y me empobrecía. La chica del espejo me guiñó y me hizo un gesto que me desnudó. Atravesé el espejo y eché la vista atrás para ver la incredulidad en su cara de castigador, pero el espejo ya no estaba, ni mi vestido, ni yo misma. Carolina Vílchez Gallardo

20. Kant puede esperar A Rubén sus amigos le reprochan el excesivo celo controlador cuando mira el móvil de su novia con consecuencias siempre dramáticas. “Es por su bien. Ella sabe que yo bien valgo ese sacrificio y entrega…”, le dicta como un mantra su conciencia endiosada. Ahora van a clase de Química. Toca en el laboratorio. “Tú tomas apuntes mientras me repaso a Kant para el examen”, ordena Rubén. “Si no saco un 10, adiós a Medicina”. Pero doña Pilar, la profesora, quiere que su destreza pipeteando en boca sirva hoy de ejemplo a los demás. Rubén, precipitadamente, aspira el ácido nítrico amarillo y, a punto de enrasar, falla, penetrando trágicamente el líquido en su boca…. “¡¡¡¡Aaahhhhh!!!!... Pero... si sabe dulce, profesora… “ “Vaya...He debido etiquetar mal la orina de diabéticos para medir glucosa... Rubén...admite que la ciencia bien vale ese sacrificio y entrega… “ Resolvió ella con esa mirada castigadora , sentenciosa , después complaciente y vencedora, que tanto le derrotaba a él. Soledad Santiago 21.Mi mamá es feminista Mi madre, si fuera más joven, sería feminista. Esa es la sensación que tengo. Después de conversar durante toda la vida, me doy cuenta que no me equivoco, mamá es feminista ¿Es difícil verlo en una mujer de ochenta años? la conversación continúa en la actualidad. “Niño ¿ no te das cuenta que es una revolución social? De esta saldremos fortalecidas, pero también vosotros habréis ganado algo, vuestra propia libertad de sentir y expresarlo sin tapujos”


El problema de todas las revoluciones es que se cobran víctimas, y en este caso no va a ser diferente, no lo está siendo. Lamentablemente las víctimas son nuestras abuelas, madres, hermanas, hijas, sobrinas, vecinas, compañeras, novias, amantes, esposas, amigas, …, todas aquellas que nos rodean. Y quien las daña es quien debería de quererlas más, nosotros. “¿Acaso no serías feliz si todas las mujeres que te rodean fuesen felices?” Pues si mamá, sí. José Antonio Ruiz Fernández


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