Dedicado a Justus, Malachi, Grace, Abby, el bebé Kovacs-Raymond y el bebé Bailey-Raymond
La gente que estaba en la oscuridad ha visto una gran luz. Y para aquellos que vivían en la tierra donde la muerte arroja su sombra, ha brillado una luz. Mateo 4:16
C
Una invitación:
uando era pequeña, exactamente nueve días antes de Navidad, llegaba un burrito a la sala de mi casa. Pero no era cualquier burrito. Cada mañana, mis hermanos y yo nos levantábamos y corríamos a la sala, donde nos esperaba un paquetito envuelto en papel navideño sobre la repisa de la chimenea. Cuando nuestros deditos rompían el papel en pedazos, descubríamos una figura del pesebre familiar: un burrito o María o, quizás, a medida que nos aproximábamos al día de Navidad, un ángel. Una vez que desenvolvíamos la figura, corríamos hacia nuestro papá, nos trepábamos a su regazo y él nos contaba una encantadora historia que tenía muchísimos años. Pero lo especial era que la contaba desde el punto de vista de la figura que tenía en sus manos. A medida que los días pasaban, íbamos juntando las piezas de la historia del nacimiento de Cristo. Cuando fuimos creciendo, papá comenzó a dejarnos contar las partes de la historia que sabíamos de memoria. Al mirar atrás, me doy cuenta de que el verdadero regalo no era la figura que desenvolvíamos. El regalo era la historia. Y ahora que mis hermanos y yo tenemos hijos propios, también les damos a nuestros pequeños el regalo de la historia, cuando nos reunimos alrededor del pesebre cada Navidad. Quiero invitarlos a ti y a tu familia a participar de esta tradición; a que tus hijos puedan desenvolver las figuras del pesebre junto con nosotros cada día previo a la Navidad. Mi esperanza es que tus hijos y tus nietos transmitan esta tradición, como lo ha hecho mi familia, y que en todo el mundo, haya familias que sigan reuniéndose alrededor del regalo de la historia de Navidad.
Cómo hacerlo: 1. Un par de semanas antes de Navidad envuelve cada figura de tu pesebre. Si hay un grupo de figuras, como pastores o reyes, envuélvelos juntos en un solo paquete. Colócales una etiqueta para saber qué tiene cada uno. 2. Todos los días coloca en el mismo lugar la figura que debe aparecer en la historia, para que los niños sepan dónde ir a buscarla por la mañana. La repisa de una chimenea, una mesita auxiliar o un sillón cómodo son lugares excelentes. Si pasan por alto un día o comienzan tarde, pueden hacer más de una lectura por día. Incluso si recibes este libro como un regalo el día de Navidad, puedes envolver todas las figuras y colocarlas, en orden, en distintas habitaciones de la casa, ¡para ir encontrándolas y leer la historia el mismo día! Nueve días para que llegue Navidad: María, la madre de Jesús Ocho días para que llegue Navidad: el burrito Siete días para que llegue Navidad: la vaca Seis días para que llegue Navidad: la oveja Cinco días para que llegue Navidad: el pastor Cuatro días para que llegue Navidad: el ángel Tres días para que llegue Navidad: el camello Dos días para que llegue Navidad: los sabios de oriente Un día para que llegue Navidad: José, el padre de Jesús El día de Navidad: el bebé Jesús 3. Permite que los niños encuentren y desenvuelvan la figura asignada a ese día. Después, deja que la sostengan mientras lees la historia correspondiente en las páginas que siguen. Por sobre todas las cosas, tómense su tiempo; responde preguntas y disfruta con tu familia al crear esta tradición navideña de importancia eterna.
MARÍA, LA MADRE DE JESÚS ¿Conoces tú a la joven María? Ella no tenía idea de la gran historia que viviría. Y para comenzar este increíble relato, ella te contará algo de inmediato.
«¿Cómo puede ser esto?», le pregunté al ser alado. ¡Lo que veía y escuchaba para mí era demasiado! «Cuando tengas al bebé, el Espíritu de Dios te ayudará; y el niño que nazca, a todo el mundo salvará».
Un día, cuando mis tareas ya había yo comenzado, llegó de repente un visitante inesperado. Se apareció el ángel Gabriel ante mí y, acto seguido, ¡me dio la noticia más grandiosa que podría haber oído!
Aunque parte de mí quería correr, dije: «Soy la sierva del Señor, así se ha de hacer».
Me dijo: «¡Vas a tener un bebé!». Yo me preocupé, temblé y suspiré. «No tengas miedo», me consoló entre muchos hombres y mujeres, Dios te eligió».
EL BURRITO ¿Has oído la historia del conocido burro cuya carga valía más que el oro puro? Los otros burritos sabían que era un animal muy curioso; y él mismo nos contará cómo se hizo tan famoso.
Cargamos todo y salimos de Galilea rápidamente; íbamos a Belén de donde era un antiguo rey, de José pariente. El rey David había nacido en una tierra muy lejana. Así que nos abrimos paso por césped, rocas y arena plana.
Hace mucho tiempo, Augusto César mandó a hacer un censo. Y créanme que a más de uno esto lo puso muy tenso. Todos tenían que ir a su ciudad natal, para que los gobernadores los anotaran en su libro oficial.
No fue un viaje fácil, y aunque descansar no consiguiera, ¡llegaría a Belén aunque fuera lo último que hiciera!
Y como no había autos ni se podía tomar el tren, la gente iba en burro, camello o caballo también. El futuro esposo de María fue hasta mi establo y, allí, de entre todos los animales, José me eligió a mí.
LA VACA ¿Sabías dónde el burrito tuvo que parar, porque la pancita de María estaba a punto de explotar? Para saber un poco más, con la vaca podemos hablar; ella sabe todo: quién, cómo y en qué lugar. Una noche oscura, escuché un extraño ruido. Eran las patas de un burrito que llegaba entre tanto ronquido. Un hombre entró al mesón buscando un lugar donde quedarse, porque el viaje había sido largo y necesitaba recuperarse. El mesonero dijo: «No tenemos nada de lugar; de veras te hablo», «pero aunque no tenemos camas, pueden dormir en el establo». María entró y junto al pesebre se sentó. Y esa noche, todo cada vez más extraño se volvió.
José caminaba de un lado al otro, con una expresión muy preocupada. Y como María tenía un gran dolor, estaba recostada. Todos estábamos quietísimos, no nos animábamos ni a mugir, porque veíamos que algo grande estaba a punto de ocurrir. Y así fue: apenas había amanecido, pudimos ver claramente que un bebé había allí nacido.
LA OVEJA Tal vez también escuchaste sobre un aturdido rebaño, que, mientras pastaba tranquilo, se llevó el susto del año. Aquí, para contar la historia, tenemos a una de esas ovejas. Prestemos atención y abramos bien las orejas.
Los pastores estaban muertos de miedo… esto era fácil de ver; pero, desde el cielo, una voz dijo que no tenían nada que temer. Y en lugar de dejarnos dormir y descansar, los pastores levantaron campamento y nos pusieron a viajar.
En esa época, cuando bajaba el sol, los pastores nos cuidaban y nos tenían bajo control. Se paseaban entre nosotras y vigilaban con gran coraje para evitar que nos atacara algún lobo u otro animal salvaje.
Pronto, nos unimos todos a una extraña celebración dedicada a un bebito que nos había traído la salvación.
Allí estaba yo, en el medio de la oscuridad y no veía nada, cuando, de repente, estalló una ola de balidos en la manada. Todas las ovejas miramos asombradas una brillante luz en el cielo, y escuchamos un fuerte ruido allí desde el suelo.
EL PASTOR Cuando los pastores a sus ovejas atendían, vieron una luz en el cielo, mientras todo el mundo dormía. Este pastorcito te contará de qué se trataba ese resplandor, y por qué decidieron que levantarse y viajar era lo mejor.
«¡No tengan miedo!», una voz exclamó. Y antes de que pudiera desmayarme, el ángel algo anunció. En un lugar cercano, algo grande iba a suceder. Para descubrirlo, viajar allí era lo mejor que podíamos hacer.
Era de noche y estábamos vigilando con mucho cuidado, cuando, de repente, ¡todo el rebaño empezó a balar asustado! Nunca habíamos visto ovejas que se portaran como aquellas, se habían quedado todas mirando hacia arriba a las estrellas.
Reunimos a las ovejas y partimos inmediatamente, para llegar al establo donde un bebé dormía dulcemente.
Un pastor se puso pálido y quedó blanco como la nieve; y pensé que, seguramente, yo también quedaría así en breve. Me temblaban las piernas y miraba con espanto el alboroto celestial, ¡casi rompo en llanto!
EL ÁNGEL ¿Sabías que, una vez, el cielo se llenó de celestiales figuras que anunciaron un mensaje de parte de nuestro Dios en las alturas? Podría contarte acerca de esa noche de tanto resplandor, pero creo que la versión de un ángel sin duda sería mucho mejor.
Los pastores no entendían qué acababa de suceder, ¡pero deberías haber visto lo rápido que se pusieron a correr! Y cuando mi mensaje terminé de anunciar, ¡las ovejas, los cayados y hasta los zapatos habían terminado de preparar!
No se veía nada en esa noche donde todo estaba tan oscuro. ¡Ni nuestras propias alas distinguíamos, te lo aseguro! Entonces, aparecí yo, en medio de la luz de Dios, tan gloriosa, y los pastorcitos casi se desmayan ante una visión así de asombrosa.
Después de esa noche, probablemente te imagines lo que sucedió: Cada pastor le contó lo que había visto a toda persona con la que se encontró.
«¡Tengo una buena noticia!», anuncié, «¡el Mesías ha llegado!». (Y en ese momento, en el cielo apareció hasta el último ser alado). Una y otra vez, a Dios cantamos y alabamos: «¡Gloria a Dios! ¡Y paz al mundo!», con alegría anunciamos.
EL CAMELLO ¿Sabías que desde muy lejos llegó un camello, siguiendo una estrella con un especial destello? Podría intentar contarte y esperar que no me falle la memoria, pero creo que lo mejor es dejar que él mismo cuente la historia.
También noté el delicioso perfume del incienso, pero no tenía idea para qué era un regalo tan inmenso. Este rey debía merecer semejante presente, porque mi amo y sus amigos salieron inmediatamente.
Mi amo entró al establo en oriente, donde solíamos vivir, y me dijo: «Mi querido animalito, ya tenemos que salir. Las profecías antiguas se están cumpliendo. ¿No quisieras ver qué pasa, en vez de quedarte durmiendo?».
Sabía que algo increíble veríamos al llegar a nuestro destino; ¡porque solo esa vez una estrella nos iluminó el camino!
Y como al rey más grande de todos quería adorar, los mejores regalos de nuestra tierra se puso a empacar. Tomó el oro más puro y brillante, y también una mirra sumamente fragante.
LOS SABIOS DE ORIENTE ¿Escuchaste la historia de los sabios de oriente, que al ver una luz en el cielo fueron a Jerusalén directamente? Sé muy bien la historia, y podría contártela yo, pero, mejor aún, que te la cuente uno de los sabios que la vivió. Una noche, muy tarde, el cielo estábamos estudiando, cuando nos llamó la atención cómo una estrella estaba brillando. ¡Era una señal! ¡Un Rey estaba a punto de llegar! Así que, ese mismo día, hicimos planes para viajar. Fue un largo viaje, pero al fin, a Jerusalén llegamos. «¿Sabes dónde nacerá el niño Cristo?», al rey le preguntamos. Herodes llamó a sus sacerdotes y a los maestros de la ley, porque esta noticia no le cayó nada bien al rey.
Desde el pueblito de Belén, este gran Rey se levantaría. Así que Herodes nos mandó a encontrar el lugar donde el bebé dormía. Seguimos la estrella hasta el niñito y llegamos ya casi sin aliento, pero al ver al bebé Jesús, nuestro corazón se puso muy contento. Dios nos dijo en un sueño que en Herodes no debíamos confiar; así que, cuando volvimos, decidimos por el palacio no pasar.
JOSÉ, EL PADRE DE JESÚS ¿Has oído hablar del papá terrenal de Jesús? José puede sacar sus aventuras a la luz. Si te preguntabas cuándo aparecería en escena, ¡no demoraremos! ¡La historia que nos contará sí que es buena!
Y sí, como Herodes a nuestro bebito quería lastimar, a toda prisa, a Egipto tuvimos que viajar. Dios nos advirtió del peligro a través de un sueño. Siempre estaba allí cuidándonos, a nosotros y a nuestro pequeño.
Cuando la pancita de María empezó a crecer, algo muy importante sucedió que deberías saber. Un ángel me dijo que me quedara junto a la dulce María; Dios le había dado un regalo que dentro de ella llevaría.
Nuestro hijo creció, murió y resucitó, y así, su obra de salvación para todos completó.
En Belén, como otros habían sabido predecir, nuestro bebé nació y en un pesebre tuvo que dormir. Pastores de ovejas y hombres muy sabios nos visitaron, y ángeles del cielo con sus dulces voces nos deleitaron.
EL BEBÉ JESÚS Y ahora llegamos al pequeño bebé, el que tiene la historia más importante, te diré. Si solo tienes tiempo para una historia escuchar, que sea la de Jesús esta Navidad; no la dejes pasar. Las historias son verdaderas, lo que todos vieron; nací en un establo, y entre paja me pusieron. Me acostaron en un pesebre, envuelto en pañales, entre mi familia, algunos extraños y un grupo de animales. Pero lo más importante es que todo esto es verdad: Dios me envió para mostrar Su amor al mundo, y Su gran bondad. Soy Emanuel, es decir que Dios está entre la gente, el Mesías que vino a pastorear a todo el que cree y se arrepiente.
Juan 10 dice que yo vine a darles una vida plena; y Juan 16 promete que los ayudaría a superar toda pena. Luché contra todo mal y liberé a la gente mostrando mi poder, prediqué el bien a los pobres y a los ciegos hice ver. Si hay algo que puedes llevarte del relato anterior es que la mía es una historia de absoluto amor, de esperanza y verdad, de luz y de vida. Esta historia no se cuenta en Navidad y después se olvida. En medio de tanto alboroto, donde la gente no para de comprar, Recuerda que esta es la historia que vale la pena contar.
Para recordar: «… Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente». Lucas 2:10
Para leer: En Lucas 2:25-35, conocerás a un hombre llamado Simeón. Cuando Jesús nació, Sus padres lo llevaron al templo para dedicarlo, y Simeón estaba allí. Tomó a Jesús en sus brazos y les dijo a José y a María que había estado esperando conocer a ese bebito, el Salvador del mundo. María y José se quedaron maravillados al escuchar estas cosas. ¿A cuántas personas conoces que estén esperando encontrarse con Jesús? Navidad, el momento en que celebramos la llegada de Jesús a este mundo, ¡es una época perfecta para presentarlo!
Para pensar: 1. ¿Cuál es tu personaje preferido de la historia de Jesús? ¿Por qué? 2. ¿Por qué te parece que Dios eligió un establo para que Jesús naciera? 3. ¿Por qué es importante que compartamos la historia de Jesús? 4. ¿Cómo cambió tu vida la historia de Jesús? 5. ¿Conoces a alguien que necesite escuchar Su historia?
Para hacer: Regala la historia de Dios. 1. Rasga los bordes de una hoja de papel blanco, para que parezca gastada. 2. Con un pincel y café frío, «pinta» el papel y déjalo secar. (Esto le dará al papel una apariencia vieja y amarillenta). 3. En el papel, dibuja o escribe (¡o las dos cosas!) la historia de Navidad en tus propias palabras, a tu manera. 4. Enrolla el papel como si fuera un pergamino, y átalo con una cinta. 5. Esta Navidad, regálale a alguien la historia de Jesús. Comparte la historia de Jesús… ¡en Navidad y durante todo el año!