Mi infancia son recuerdos de una calle de Espiel. Y un patio claro donde madura una flor; mi juventud, 10 años en tierras de Villaviciosa; mi historia, algunos casos que recordar sí quiero. Ni una seductora he llegado a ser, ni una niña he sido ya conocéis mi aliño de torpeza, mas recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé lo que no está escrito. Hay en mis venas gotas de sangre española, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que una mujer al uso que sabe su doctrina, soy en el buen sentido de la palabra, buena. Desdeño los cantares sin persona y el coro de los pájaros que cantan al sol. A distinguir me paro de golpe y escucho solamente una voz. Converso con el hombre que siempre veo quien habla solo espera hablar con Dios algún día; mi soliloquio es plática con ese buen conocido que me enseñó el secreto de la vida. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto os pido. A mis escritos acudo, con mis gracias pago el vestido que me cubre y la casa que habito, el plato que me alimenta y el agua que bebo. Y cuando llegue el último de mis días, y este al partir la nave que nunca ha de llegar, me encontraréis sin equipaje, con los hijos de la mar. CRISTINA
Mi infancia son recuerdos de olor a rosa, y un pueblo claro donde te crías; mi juventud, juventud, dieciséis años en tierras de Villaviciosa; mi historia, algunos casos llenos de alegrías. Ni un seductor a contratiempo, ni un mal chaval he sido -ya conocéis mi torpe vocablovocablo-, mas recibí la flecha que me asignó Cupido, Cupido, y amé todas las cosas de mi mi maravilloso pueblo. Hay en mis venas gotas de agua corchúa, pero mi verso brota de arroyo chico; y, más que un hombre al uso que sabe colocar la púa, soy, en el buen sentido de la palabra, pacífico. Desdeño las laderas llenas de amapolas y al coro de los niños cantando. A distinguir me paro el color de las rosas, y escucho solamente, música para bailar tango. Converso con el sol y la luna -quien habla solo espera tener respuestarespuesta-; mi solilo soliloquio loquio es plática con ese del abrigo piel de puma que me enseñó el saber saber de que no todo tiene su receta. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he amado, a mi campo acudo, con mi orgullo pago, el amor que me envuelve y la razón que he demostrado, el huerto que me alimenta y el sitio en donde vago. Y cuando llegue el día día del tiempo de malestar, y esté al partir, partir, el sitio que nunca olvidaré, me encontraréis con las alas a punto de volar, casi solo, como esa foto de paisaje que contemplé. José Manuel
Mi infancia son recuerdos de una sierra de Villaviciosa de Córdoba, y un patio claro donde maduran los castaños; mi juventud, quince años en tierras de Córdoba; mi historia, algunos casos para olvidar de aquellos años. Ni una seductora mujer, ni una Bradomín he sido -ya me conocéis mi torpe confección-, mas recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé con gran pasión. Hay en mis venas gotas de sangre cordobesa, pero mi verso brota de mi pasión; y, más que una mujer al uso que sabe como besa, soy, en el buen sentido de la palabra, una mujer con corazón. Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los ruiseñores que cantan al sol. A distinguir me paro los cantos de los ecos, y escucho solamente, entre los cantos, dos. Converso con el ángel que siempre va conmigo -quien habla solo espera hablar a él algún día-; mi soliloquio es plática con ese gran amigo que me enseñó el secreto de la filosofía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi vida acudo, con mi fondo pago la ropa que me tapa y la casa que habito, la comida que me alimenta y el lecho donde yazgo. Y cuando llegue el día del recorrido final, y esté al partir el barco que nunca ha de volver, me encontrareis al llegar en el límite comarcal, casi oculta, como a quien no puedes ver. MARINA
Mi infancia son recuerdos de la sierra morena Y un campo claro donde hermosas criaturas crecen Mi juventud dieciséis años en tierra serena Mi historia algunos casos pensar en ella me entristecen Ni un seductor olor ni un recuerdo he sido Ya conocéis mi torpe y estúpido conocimiento Mas recibí la flecha que me asignÓ Cupido Y amé con el corazón y no con el pensamiento Hay en mis venas gotas de sangre española Pero mi verso brota de un pensamiento duro Y mÁs que un hombre al uso que sabe la aureola Soy en el buen sentido de la palabra, puro Desdeño los sonidos de los desesperados Y el coro de las perdices al cantar A distinguir me paro los sonidos de los venados Y escucho solemnemente uno en singular Converso con Él por el camino -Quien habla solo espera que le vuelvan a hablar Mi soliloquio es platica con ese buen vecino Que me enseñÓ el secreto de conversar
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he estudiado A mi Escribana acudo, con mis notas pago El libro que me ayuda y la clase que he escuchado El pensar en el pasado me alimenta y en el futuro me rehago Y cuando llegue el día de la última carga y esté al partir al galope donde nunca mirar atrás debo me encontrareis por una carretera larga casi desarrapado como en el Medievo JOSÉ RAFA
Mi infancia son recuerdos de mi vida y un ventanal claro donde tu sonrisa se escapa; mi juventud, quince años en tierras de calamidad; mi historia, algunos casos que recuerdo en mi hamaca Ni un seductor galán, ni un bandolero he sido -ya conocéis mi torpe simpatía; mas recibí la flecha que me asignó Cupido y amé a la única que me quería. Hay en mis venas gotas de dulzura, pero mi verso brota de tu sentir; y, más que un hombre al uso que sabe su amargura soy, en el buen sentido de la palabra, feliz. Desdeño las puras palabras de tus labios y el coro de los cantares de los canarios. A distinguir me paro tus caricias de tus amarguras, y escucho solamente, tus te quieros. Converso con solo un amigo -quien habla solo espera a la mujer amar mi soliloquio es plática con ese que va conmigo que me enseñó el saber, de la palabra escuchar. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he dicho A mi camino acudo, con mi vida pago el viaje que me queda y las cosas que dejo el aire que me alimenta y el sol en donde duermo. Y cuando llegue el día que ya no despierte, y este al partir al que nunca llegue me encontrareis sin vida, inerte, casi feliz, como mi amada se fue. JENNYFER CARRETERO PULIDO
Mi infancia son recuerdos de Villaviciosa, y un cortijo claro donde pasábamos las tardes; mi juventud, quince años en tierras valiosas; mi historia, algunos casos que prefiero que guardes. Ni un seductor Mañana, ni un Bradomín he sido -ya me conocéis mi torpe destreza-, mas recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé tu gran belleza. Hay en mis venas gotas de sangre cordobesa, pero mi verso brota del corazón; y, más que un hombre al uso que sabe su destreza, soy, en el buen sentido de la palabra, un corazón. Desdeño las romanzas de los tenores altos y el coro de los pájaros volando. a distinguir me paro los ecos de los cantos, y escucho solamente, los cantos, mientras ando. Converso con quien siempre va conmigo -quien habla solo espera hablarle algún día-; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la melancolía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi vida acudo, con “mil gracias” pago la ropa que me tapa y la casa que habito, la comida que me alimenta y el lecho donde yazgo. Y cuando llegue el día del final, y esté al partir mi barca que nunca ha de volver, me encontrareis una herida superficial, casi oculta, como casi imposible de ver. A. DAVID
Mi infancia son recuerdos de una sierra cordobesa, Y un patio claro donde crece un olivo; Mi juventud, varios años en tierras de la dehesa Mi historia, algunos casos que poco vivo. Ni una seductora esplendida, ni una romántica he sido -ya conocéis mi torpe estilo de vestirvestir-, Más recibí la flecha que me asignó Cupido, Y amé más de lo que nunca en mi vida sufrí. Hay en mis venas gotas de arte andaluz, Pero mi verso brota de una sierra pequeña; Y, más que una mujer al uso uso que sabe dónde está la luz Soy, en el buen sentido de la palabra, risueña. Desdeño las hojas caer en otoño Y el coro de los pájaros que pian al sol. A distinguir me paro los cantos de los lobos Y escucho solamente, entre la canción, un… un… Converso con mi alma a todas horas -quien habla solo espera que alguien le escuche Mi soliloquio es plática con esa tranquilidad conmovedora Que me enseñó el secreto de un cuplé. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he soñado. A mi colegio acudo, con mi presencia pago el peinado que me describe y el patio que vivo el jamón que me alimenta y el tejado en donde duermo. Y cuando llegue el día de la gran tempestad, y esté al partir al camino que nun nunca es de vuelta, me encontraréis con gran alegría, casi cantando, como chirigoteros chirigoteros en carnaval
María
Mi infancia son recuerdos de una antigua villa, Y un bosque claro donde todo es sentimiento; Mi juventud, quince años en tierras de Andalucía; Mi historia, algunos casos que revivir quiero. Ni una seductora hoy, ni una santurrona he sido -ya conocéis mi torpe ser indeciso-, Más recibí la flecha que me asignó Cupido, Y amé todo aquello que él me dijo. Hay en mis venas gotas de esencia andaluza, Pero en mi verso brota de mar ajeno; Y, más que una mujer al uso que sabe su enseñanza, Soy, en el buen sentido de la palabra, serena. Desdeño las palabras de los sin saberes tozudos Y el coro de los árboles que halagan la comuna. A distinguir me paro sonidos de los ruidos, Y escucho solamente, entre saetas, dulzura. Converso con el aire que dice ser mi amigo -quien habla solo espera soñar con alegría-; Mi soliloquio es plática con ese ser dormido Que me enseñó el saber de mi filosofía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he contado. A mi corazón acudo, con mi saber os pago El sueño que me vela y la realidad que vivo, La energía que me alimenta y el campo donde escribo. Y cuando llegue el día en que finalice mi destino, Y esté a partir mi alma que nunca ha de volver, Me encontraréis envuelta en un suspiro, Casi invisible, como ha de suceder.
TOÑI