PAX VOBIS
Aiio XXX I
Zaragoza, 15 Marzo 1929
Núm. 718
CON CEN SURA ECLESIÁ STICA
Se pu bli ca los pr imeros y te rceros vie rnes de cada mes
' li rección
y
Adm rnistnci ón : Calle del Pil a r . S
Sucursal de EL ECO DÉ LA CR UZ
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EN LA CRUZ y cuaudo todo había sido cum p/ido, inclinada su cabe:::a, entreq ó su ' espíritu. Y en aquella hora quedó hecha la redención del hombre. ¿ Que el hombre habí a pecado mucho?· pero aún mucho más habí a pag-ado Cristo por el hombre. La deuda del homb re era muy g-rande ; pero el preci o del rescate era mucho más g rande . todavía que la de uda. T odo en Cristo era de un valor infinito; cada uno de sus rlolores, cada una de sus amarg-uras . cada g-ota de su Sang re, cada latido de su Corazón, s u muerte a fre ntosa.
No sólo los hombres de la t ierra, los hombres de miles y de millones ele mundos que Dios puede criar, podí an ser rescatados por el precio que Cristo ofrecía desde la Cruz; y ese precio aún no se habría agotado. La justicia del Padre tenía qye darse por satisfecha: era su HIJO quien había salido fiad or del hombre. Y desde aquella hora las puertas del cielo quedaron abiertas. Para penetrar por ellas no había mús que seg-uir a Cri sto. Seguirle, creyendo en El y en la Verdad que El había anunciado. Seg uirle, cumpliendo dóci lmente sus mandamientos . Seg-uirle, amándole más que al padre y a la ma dre, más que al esposo y a la esposa, más que ai hermano ' que a to el os y y a la 11ermana, mas más que a todo. ¿ Cosa difíci l ? no, bastaba mirarle en cruz para no desmayar. N o puede eng-añarnos quien sella Ia Ve rdad con · su Sa ngre Preciosísima. Yug-o suave y carg-a lig-era echa sobre nuestros hombros quien echó sobre los suyos todo el peso de una justicia inexorable. Amar a quien por amor de nosot ros di ó la vida cosa f ácil es, oblig-ada además y en ext remo placentera. La Cruz es nuestra fuerza. Cristo muritndo en Cruz es nuestro mayo r estímulo. Por esto es la Cruz nuestro tesoro. En las horas de dolor nos abraza-
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Teléf. 1571 Calle Be na vente y .Morionea, 5, fábrica de toquillas (antiJUo camino del Sábado) . .
mos con ella, y . nuestras almas se s ienten fortalecidas y comoladas. N os abrazamos con ella en las ho- . · ras de la tentación , y ella nos mantiene en pie firmes e in-.:onmovibles. Y en las horas ele fer vor ella nos . hace g ustar las mieles inefables der divino Corazón por nuestro amor traspasado y abiert~. ¡Dichoso el que vi ve siempre abrazado a la Cru z ! N o vacila; ella es luz. No des fallece; ella es consuelo. No sucumbe ; ella es va lor fuerza.
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Del Cristo muerto en Cruz bmta la vida, y brota para nosotros. ·Por esto a l morir inclinó hacia nosotros su cabeza. ¿ Como expresión de plena conformidad con la voluntad del Padre celestial ? Mejor todavía, como se inclina sobre su tallo la espig-a repleta. Como se inclina la ra ma carg-ada ele f ruto. Todo ti cinios T odo sión de
había sido cumplido, los vay las profecías. había sido cumplido, su mi Maestro y de P astor.
Quedaba sólo redimir al hombre, rescata rlo, vol verle a su primer es ta do de h ij o ele Dios. Inclinó su cabeza y entreg-ó su espíritu. · La Redención estaba hech a. M. DE
S r A. C ,n AALDi A.
EL ECO DE LA CRUZ
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Z:ambién los hombres lloran -------~-------
Revolviendo librotes y papeles en el viejo cajón de un viejo armario, entre flore s, y cintas, y otra~ cosas -recuerdos tristes del ayer pasado- , envuelto en un papel, medio escondido, f1e encontrado un rosario. Pronto lo cpnocí. Distintas veces por él he preguntado; en muchas ocasiones fuí en su busca, y núnca pude hallarlo. Y lo di por percliclo, como tantas otra~· cosas de antaño, que, sin que nadie se las lleve, pasan al obscuro rincón ele lo ignorado. Esta reliquia que encontré yo ahora, y que antes busqué en vano, es el rosari o que mi madre, en vida, usó siempre a diario : es aquel cuyas cuentas repasaba entre sus dedo:' blancos, en sus horas ele dulces alegrías y en sus horas, tambi én, ele ama rgo ll anto. Es una alha:ia sin valor alg uno este pobré I'Osario; un humilde rosari o de madera, si n joya a lg una y sin metale ~ ca·ros. Pero es, ante mis ojos, el objeto más rico y más preciado, pues tiene entre sus di eces la huell a de sus manos, el perfume imborrable a mis sentidos
ele aquello~· dedos pálidos, . como si fuesen de marfil y cera, cual la ~ viejas figuras de un retablo. Hoy que lo vuelvo a hall ar en mi camino, después de tantos años, sobre sus cuentas de madera y hierro mis ojos han llorado lágrimas tri~te s de dolor sincero, de su santa memoria en holocausto. ¡ ¡También los hombres lloran . cuando les rinde un ideal romántico! ! Sobre la humil de cruz de su rema.te mis labios se han posado, y al hacerlo he sentido el íntimo calor ele aquellos labios, pues tantas vece~· la besó mi madre, que quedó para siempre allí guardado. ¡¡¡Eterno beso que dejó la santa, sin eluda, en mí pensando! ! ! Yo, desde hoy, te prometo firmemente que no ha ele separa rse ele mi lado ; sobre su cruz entonar{m mis hij os sus inocentes cántico ~·. Y cuando Dios disponga ele mi cuerpo, para el eterno tránsito, a aquellos que amortajen mi persona desde ahora les encargo que, si quieren cumplir mi ambición última, ¡ ¡ ¡ me aten con él las manos ! ! !
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GrMÉNEZ AcurRRE. /
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TRIBUNAL BARATO -M·acario. a la confe ren cia. -Ya voy, ya; que ya está visto; acmque vi vamos doscientos años , falta rán las patatas, las judías, el uan, la carne; es dec ir, la ca rne falta siempre, como si fuá veneno; no sé los a ños que hace que no la vemos por aq uí . ¿ Usté se alcuerda ? -Bueno, fa lta rá todo ¿y qué? digo que fa lta rá todo eso, pero la conferencia. que es la única que incomoda a todo el mundo ... -A lto ahí: la confe renci a 110 incomoda más que a los perezosos y ga nclctles como tú . Pero a los hombres que tienen dos dedos ele frente no les incomoda, al contrario, ies vieue muy bien. -¡Qué equivocao ancla ·1;sté, sitiar! -Bueno, basta; no quil'! ro entrar en di scusiones contigo, ele las cuales nada he ele sacar en limpio, y ~;in más pre-
úm bulo, entro en materia, sob re el evangelio ele la dominica cuarta ele C uares ma. Y dice San Tuan ... -¡Y dice San Juan! Pues que diga ot ra c?sa .. . y antes soy yo que soy de casa. -Oye, ¿tú eres antes que San j uan? -Sí siñor. -B ueno, he di cho que basta. Dice San Jua n : "Después de esto pasó J csús al otro lado del 111ar de Galilea. Y como le si.quiese 1111a .f!mn tmKhedumb1·e de gentes, porque veían los milagros qne hacía con lo.9'enfermos; detengámonos aquí un momento. -Tó lo que usté quiera, y, lo que icía el otro: Bien estamos aq~tí. - Basta he dicho. Hemos de tener presente, según las palabra ~ ele San Juan, la gran atracción que tenía
Jesús sobre todo cuanto le rodeaba. Sí, Jesús es el mayor centro de atracción que hay en el Universo. Jesús es Dios, pues es la segunda persona ele la Santbnia Trinidad. Y no sólo es el mayor centro de atración que hay en el Universo, s ino que toda b atracción que tienen los otros centros se les ha comunicado El. Calcula tú, si puedes, la fuerza ele atracción que el Sol ejerce sob re la tierra y todo su sistema planetario; sobre Júpiter, 'que es mil quinientas veces más grande que toda !a tierra; sobre Saturno, que esochocientas veces la tierra, en fin , sobre todo su sistema planetario. Y además, considera la fuer za de atracción de la Constelación H é rcule ~· sobre el Sol y sobre todo su sistema, Y ahora considera que estas atracciones se obran en ' una parte pequeñísima del U ni verso; que si consideramos todo el Universo, toda su atracción e;: inmensa, no puede calcularse. Pues, ahora considera oue Jesús es el origen y 1<:. causa ele esas atracciones v comprenderás e¡ ue no podemos comprender la atracción que Jesús eje rcía sob re l a ~ muchedumbres. Y así se comprende que Jesús. una vez conocido, la atracción que ejercía sobre las masas era verdaderamente irresi stible. A;:í se comprende que, estando Jesús . delante, nadie se tomara la molestia ele di scurrir; todos comprendían que Jesús discurría por todos. Dejaban las aldeas y las ciudades y se marchaban al desierto, como en esta ocasión. Y a nadie se le ocu rrí a el pensar que. en el desierto, no había nada; pues todos e~taban dominados por la impresión de que donde está Jesús, nada P\lecle fal tar. El tiempo avanzaba v el problema se iba complicando. Por último, Je ~ ú s elijo, pa ra probar a sus discípulos : ¿ Dónde compraremos pan pa ra alimentar a tanta gente? Con esto quería Jesús probar a sus discípulos, pues El ya sabía lo que había ele hacer. Pero a
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sus discípulos no se les ocurre otra cosa que aumentar la dificultad. Pot· eso le contesta Felipe diciendo: Doscientos denarios no bastarían para comprar tanto pan como se necesita para que cada uno tomase un poquito. - Siíior, pa·ice que, a nuestro Siñ or fanz:ién le gustan las bromas. Porque m.ahao sabía J:<;l que no era posible comprar tanto pan. - Sí, hiio, si; una broma de nuestro Señor, para probar a sus discípulos; qué, ¿te parece mal? -Hombre, no crea usté, que no me parece muy bien en un hombre tan principal como era nuestro Señor. -No, señor; una broma tan fina y tan delicada como esa, es muy propia de un Sér tan delicado y tan fino com o nuestro Señor. -Pero las bromas son cosa de risa, y la ri sa . .. vamos·.. . que nuestro Siíior no vino al mundo d hacer reir a la gente. -Macario. la ri sa y el ll anto son del SeñoL El las ha inventado y El las ha dado a la naturaleza humana; no hay que hace r tanto asco de ima cosa que ha hecho Aquel que nada malo puede hacer. A un apóstol se le ocurrió decir: aquí hay ·un muchacho que tiene cinco panes y dos peces; pero ¿ qué es- esto para tanta gente? Como ves, a los apóstoles no se les ocurre más que cos<ts que complican el asunto, en vez de resolve rl o. ¿ Lo oye Jesús? y les manda senta r a todos; había allí tnucha hierba, y todos se sentaron. :K uestro Señor Jesucristo, cuando les vió sentados, tomó el pan en sus manos, dió g rac ias a Dios, su Pad re, y les· clió el pan y los peces a los apóstoles para que le repartieran. Pero allí vino el milagro, como si fuera la cosa más sencilla. Comenzaron a partir el pan, y comenzó la g ran maravi lla: el pan no se aca baba nunca de partir ; siempre ;;obraba, repa rtiendo a todos cnanto querían. Entonces· comenzó la algazara y aleg ría, al ver todos un acontecimiento tan- extraordinario. El Señor, con la rons isa en los labios, lo veía todo, sin da r a la cosa importanci a. De coro en corro corría la voz del hecho prodigioso, y todos afirmaban y decían: ¿Quién es este hombre' ¿Por ventura cuando venga el Mesías hará más ele lo ·que El hace? Hay que juntarse. organizarse y proclamarle rey ; no hay otro remedio : hoy que procamarle rey, o somos tmos· cobardes. Di os estari con nosotros y el rey David se gozará en su Hijo. E ntre tanta gente y tanto entusiasmo, todo esto no pasaba tan discretamente que no lle;zase la noticia a los oídos ele Jesús. A un espíritu ambicioso. esto h ubiera segurame nte halagado, porq•tc vería en esto un medio de prosperar rá pidamente . Pero a Jesús no. Todas estas cosas le producían 1lenosa impresión . Sns labio ~ querían sonreír 2.nte aquel regocijo general, pero a la legua se veía que en sus sonrisas· había sal, mucha 'Sdl; se comprendí a que Jesús no esperaba eso; era un hombre decepcionado; ¿una corona de plata? Francamente, no es desp reciable una corona ele plata: pero cuando se aspi ra a una cOt:ona ele (•spinas. una corona de plata nada vale. El Señor no se preocupó más que ele atajar aquel incendio, echando ag-ua al fue-
go. Lo malo era que el incendio se habí a corrido también a sus apóstoles, que parecía materia muy cli spue.s ta a que en ella prendiese aquel fuego abrasador. ¿Qué hace Jesús? separar a los apóstoles; como apagador ele incendios, aisla el fuego y a los apóstoles· les mancl::t que bajen al mar y se embarquen. Separados los apóstoles, el fuego, s in una cabeza organizada que ' tenga mucto interés en que dure, él se irá ext;n. guienclo poco a poco. Jesús se retiro a orar por la noche al monte sob. ¿ Qué pensamientos serí an los ele J eQuería ser rey, pero no un rey prnsús? Aquel pueblo no le entendía. clamado por la fuerza, no ; querí l se r un rey pacífico; que lo le va nta· · ran, 110 en hombros, sino en los cora;::rJnes de su pueblo. Estaba, pu,.:~, muy lejos de ser entendido por aquci pueblo bullicioso, inconstotnte y nad<. di spuesto a entender las g- randes de· li cadezas del Hijo ele Dios. -¡Qué delicadezas, ni qué .1iño muerto! Venga la corona, y a pro·· bar fortun a, que la ocasión, si se deja escapar, no g-iielve. i'\ uest, o ~-:'iñor Jesucristo que me dispense, pero no supo lo que se hací a ; mhcsté que dejar . escapar la corona ... Yo les hnbiá dicho : mirar, pensáru.slo bien; pero si está is conformes, aquí estoy yo pa to lo que sea menester. -¡Qué equivocado estás, Macarío ; si Jesucri sto acepta lo que le proponían, ya hubiera muerto su reinado, como han muerto ya todos los reinados de todos los reinos que ha habido en el mundo. Pero así el rei nado de Jesús no ha muerto, sino que vive y reina en muchos, muchísimos· corazones que le tienen y le proclaman pór rey de todo su sér. De todo esto resulta que Jesús no quería ser rey a la manera que son los reyes de la tierra, y cuando, al parecer, había motivo para estar aleg re, al ve r aquel movimiento populat·, Jesús se puso triste, y lo primero que hizo f ué a islar ele aq uel incendio a todos· sus após toles, que ya les veía contagiados ele aquel moYimiento, y los llevó a la playa. para que se em!Jarcaran para pasa r al otro lado del lago. El, si n embargo, no se fué con ellos; había el peligro ele que, si se marchaba. con ellos y 1o veía la muchedumbre, ésta se opusiera a la march a ele Jesús, o dando la vuelta al lag-o, llegase la muchedumbre poco despué>· ele llegar J esús con sus discípulos. Jesús, pues, se quedó y se retiró a orar al monte. Huía Jesús, como si fuera un criminal , de este mov imiento popular, para no dar pretexto ele intervenir a Roma en un asunto tan expuesto v tan sumamente delicado. Se marcharon, pues, los discípulos, y cuando llevaban reco rridos unos veinte ó treinta estadi os , cin co o se is kiló'lletros, soplando un viento muy fuerte que hinchaba la mar, vieron venir a Jesús anclando sobre las aguas. Y al principio dudaron, pues creían si se ría algún fantasma, y temieron mucho y se asustaron. Mas Jesús les dijo: Yo so~,~, no. tc111áis. Subió, pues, a bordo, y al momento llegaron al siti o adonde se dirigían. El cuadro está completo. Los cli scípulos de J es.ús, el pri·, ner peldaño ele la escala soci a l ; .T esú~. el último peldaño, j untos los dos ext remos; sí, allí se cierra el circuito y pasa la corriente del amor más g-rande y de la simpatí a más atrayente. Jesús:
3 ¡qué corona tan hermosa ele la humana naturaleza, como le llama un santo padre ! Entre estos dos extremos se ve agitarse, retorcerse, arrastrarse la raza baja e innoble ele los fari seos, que como lobos camíceros atisban y enfilan sus ojos sanguinolentos a ver lo que dice el Cordero celest ial, a ver lo que hace. para torcerl o todo hacia sus maquinaciones estrechas• y sus ambiciones clepra vadas. ¡También ocupan los peldaños extremos de la moralidad social ! : los fa ri seos el peldaño primero, el más bajo, el que se encoge · y se a rrastar; J esús el más alto, el que t iene alas y está siempre en actitud ele remontar el vuelo hacia las alturas más elevadas. N o le importa a Jesús que sean torpes sus di scípul os; le importa, sí, la fa lsía ele los fa ri seoo. no por El, si no por ellos mismos; le molesta el ve rl es tan abajo. tan abajo que les pierde ele vista, de tan bajos y pequeños que se han hecho. ¡Qué quréis! al fin son óu s hij os; y ¿los va ·a perder a todos?
EL
MAGO.
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A hí le tienes cl avado en Cruz. ¿Que si nos amó? ello te lo dice ; por nosotros se dej ó enclavar. Con menos· pod ía ¡·eclimirnos; el amor que nos tuvo le nbiigó a dar todo lo que tenía , su 'v ida entre tormentos atrocís imos v crueles aban• donos. A hí le ti enes en el fo ndo ele nuestros Tabernáculos. ¿Que si nos ama? ello nos lo dice; por nosotros oe ha quedado ahí. Con menos podía darnos la vida; el amor que nos tiene 1e ha hecho fuerza y se nos da a Sí mi3n1o ¿Ha podido ni puede amarnos más ? . ¿ Que has pecado ?
Péro el amor contrito puede llegarse hasta El. Ahí tienes a la Magdalena. Cristo la de fie nde en casa ele Simón . Cristo la recrea en Betania. Cristo deja caer sobre ella su úl tima gota de Sangre en t>l calvario. Todo por El y todo para E l.
¿ N o es el A mo El ? ¿No es la alegrí a de la,; almas E l ? ¿No es la feli cidad y la vida E l ? Pues todo por E l ; se lo merece. Todo por El; tiene derecho.
M.
DE STA. CATALI NA.
BC6S ·D:S SARBAC6 .Suscripción anual: Pueblo, 1.50 ptas.
El día de Pascua..
Provincias, 2.00 ptas. Extranjero, 3.00 »
Sarracó 5 Mayo de 1929
tuosos como se los prodigamos muy merecidamente desde estas columnas para que les sirvan ue aliento para trabajar en pro de las glori as de su pueblo, que por glorias tengo ornamentar cu ida osamente lo que nos hizo el hijo · el gran conquistador Jaime de Aragón.
Con un sol radiente de esplendor y magestad lució el gran día del Señor, dia conmemorativo de su resurrección glóriosa, de su victoria sobre la muerte. · Al igual que en Sen1an Santa acu• dió la gente a la iglesia ara patentizar una vez más su p1edad y sus creencias religiosas. Si la procesión que salió a las nuePrimera Comunión ve y media por las calles de Sarracó Otra de las fiestas que deberían daba un golpe de vista pocas veces superado por la muchedumbre de marcarse con piedra bl anca. A las ocho y media del día 14 sagente que acudió y por el piquete honrosísimo que daba guardia de ho- lía de la pa rroquia la acostumbrada nor a jesús y María y por la grata · procesión con todos los niños y niñas asistencia de las autoridades, no me- de primera Comunión. Por las calles se en t-:: naron el Crenos elevaba el corazón y henchía de gozo al poder contemplar tal agio· do de Romeu y otros cantos alusivos meración de hombres en la iglesia al acto. que sólo los días de la Misión pueden Cuatro niños de primera Comuser comparables a ello. nión llevaban en andas al buen jeDios haga que penetre la luz en sús. los entendimientos y la fuerza espiCon un gran lleno de gente se coritual en el corazón de nuestros feli- menzó el oflci o, acercándose o la sagreses para poder repetir ~sos actos grada Mesa, intra Mi~sam. todos con mucha frecuencia. los niños y niña s acompaña dos , por primera vez. r or sus buenísimos padres que igualmente comulgaron. Cuadro hermosísimo que jamás se borrará de mi mente y que mereció Fiesta en San Telmo el aplauso unánime del pueblo, ·El día 3 de los corrientes 'efectuóPor orden alfabét ico se acercaron . se la gira anual al Oratorio y playa a comulgar los siguientes niños y de San Telmo. niñas: Auque el Cielo apareció con nubaGuillermó Simó (a) MarietaJ Jairrones sombríos que nos cerraron herméticamente la luz del sol, sin me Ple niol (a) Putxe, Mateo Albertí embargo se prodigó el mismo humor (a) Bac, Mateo Pujo! (a) des Mestre Mateu, Pedro Cánoves (a) des Faro, y la misma alegría. A las nueve de la maña na se dió Pedro Pujo! (a) de s'Estret, Sebascomienzo el oficio solemne que dijo t ián Vich (a) S ampol, Antonia Aleel ex-vicario de esta parroquia Rdo. many (a) de so'n Nadal, Catalina D. Gabriel Bestard corriendo el ser- Castell (a) S alom , Magdalena Estemóu a cargo del Ecónomo señor va (a) Seguina, María Esteva (a) ca'n Dame r, María Pujol (a) Torretes Seguí. Un coro nutrido de voces, sin re- y las hermanas Francisca y María sentirse en nada dei sombrío tiem po, Vicens (a) de ca na Plata. Term inada la Comunión se les recantó con insuperable ajuste la Misa partió la estampa y el tradicional rode Angeles. Por la tarde las ca!'reras y el baile llo, yéndose luego a unit a sus caride jota y boleros al son de la gaita y ñosos padres que festejaton tan fausto día con ágapes familiares llenos tamboril. Antes de dar término a esta bre ve de santa alegría y rebosantes de ;Jaz crónica debemos expresar el alto espiritual. aprecio que nos merecen l'Amo'n Toni Palm ¡: r (a) Perejuanó y esposa Antonia Pujo! (a) Torretes ;:;or el grande interés que de año en año N oticiari local van tomando para dar realce y esplendor a tales fiestas. Arribades Si el año pasado pudimos admirar con fruición unos candelabros hermoDe _Nantes.- El se'n Pere Juan sísimos que sirven de bello ornamento engastados en el frontal del inte- Salvá (a) S auvá. rior de la Capilla, en éste nos ll amó -Del mateix poble han arribat na poderosamente la atención el perfecCatali na Roselló (a) Demiá amb la to y acabadísimo trabajo de ocho bancos que merecen de todo el pue- seva nin eta Geroni, i Madó Catalina blo los plácemes más sinceros y afee- Flexas (a) Cometa.
-De Barcelona;-En Juan Vileta amb la seva esposa.
Sor lides Per a Tours. - · n ·'fGJ!i Simó (a) Marieta acompanyat de la seva esposa i el seus dos fills. -Per a Nantes.- El se'n Pere Juan Salvá (a) Sauvá. -Pera Brest.-Madó Clara (a) de ca'n Pere Saca.
hai.rements El dia 12 va neixer un ninet en éasa del carabiner Teodori Rodrigo que fa uns dos mesos que está a Sa-
micó. -El dia 15 nasqué igualment a Sarracó un altre ninet fill de na Margalida Vich (a) Demiá esposa de'n Pep Ferrá (a) Sa¡:a. -Al cap de dos dies reberem la grata noticia a'un tercer naixement que fou un altre nin, nat an es Capdellá i fill de na Francisca Flexas (a) Xesc, casada amb en Toni Pons. · · -El dia 20 foren agraciat amb un altre nin els esposos Baldomera Perianer i Santos Germán, carabiner. Deu les don molts anys de vida a tots i els seus pares qu'heu puguen veure.
¡¡Ninets!! Bndevinau, si poden Ja torna en Periquet a reprende en les seves endevinaies; i aquesta vegada proposará tres endevinaies, . una en cada número, i el ninet que primer els endevini se ti regalará un ll ibre encuadernat i dorat. Aquí va la primera: Aquest papé no's d'escriure ni tampoc d'embolicar, i sempre el venen caríssim i sense regatetjar. ¡Ala! ninets. Fora son.
En Periquet
Imp. Vda. de S. Pizá