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Roberto Ágreda Maldonado INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

Buenas tardes. Una gran satisfacción participar en esta Gala poética con la eterna añoranza del lejano mar. No es una fecha de alegría, la herida está abierta y sangra recordando la ignominia, el abuso y la invasión muy bien planificada por el “Caín de América” así llamado Chile por cierto escritor.

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El 14 de febrero de 1879, el puerto boliviano de Antofagasta fue arbitrariamente tomado por fuerzas chilenas, también Mejillones y Caracoles quedaron bajo su dominio.

El pretexto: el impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre, hasta entonces libre de impuestos por las maniobras de Mariano Melgarejo desde su gobierno (1864-1871). Bolivia solo contaba con algunos gendarmes y el 24 de marzo cayó el Puerto de Cobija. Los bolivianos se replegaron al pueblo de Calama para organizar la defensa, eran apenas 100 hombres contra 500 chilenos. El enfrentamiento fue en el puente Topáter sobre el río Loa.

Sobresalen por su valor cívico y patriótico don Eduardo Abaroa quien murió acribillado después de lanzar su célebre frase: “Que se rinda su abuela ¡Carajo! Junto con él, don Ladislao Cabrera, y los bravos combatientes anónimos.

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Entonces el tratado de alianza entre Perú y Bolivia “casus federis” hizo que el Perú rompiera relaciones con Chile, aceptando la declaración de guerra hecha por Chile. Figuran también las batallas de san Francisco, Pisagua y Alto de la Alianza en las que fuerzas aliadas fueron derrotadas, la única victoria fue la batalla de Tarapacá. Resalta en el Alto de la Alianza la valentía de corneta Mamani que montado sobre un cañón chileno tocaba la avanzada, muriendo acribillado por la artillería chilena. El niño Juancito Pinto, tamborerito de los Colorados de Bolivia, batallón que hizo retroceder a los chilenos que reaccionando acabaron con los heroicos defensores.

El valor del almirante peruano Miguel Grau, que ganó el combate naval de Iquique del 21 de mayo de 1879, hundiendo a la corbeta Esmeralda y se ganó el respeto unánime por su acción humanitaria de rescatar a los náufragos chilenos. Después en la bahía de Angamos enfrentó a 3 monstros chilenos: Cavadonga, Cochrane y Blanco Encalada contra el monitor Huáscar del Perú.

Honor y gloria a los titanes del Pacífico, héroes sin nombre, pero que resplandecen en el universo de la inmortalidad.

No recuperaremos el mar entonando himnos y canciones, tampoco con desfiles ni banderazos, menos con lamentos ante países y organismos internacionales. Se perdió en guerra justa o injusta, pues, debe recuperarse por la misma vía. Pero es solo una fantasía.

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Sin embargo, está la fuerza erosiva de las aguas marinas en su eterno oleaje lame las costas reduciéndolas. ¿Tal vez en muchas eras, sea el mar el que venga hasta nosotros…?

Beatriz Bascopé Aragón PASVICEPRESIDENTA UPEQ

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