Escritos desde la sala, N°27

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MANERAS DE GASTAR EL TIEMPO

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l empresario que lo gasta en fabricar cosas, dice a las gentes que lo gasten en consumir sus cosas.

No hay sucesión de días, sino el mismo día que se repite, y por eso los antiguos afirmaron que el tiempo no existe. Pero el sacerdote nos pide devolvérselo a Dios, que es su legítimo dueño. Y los autores de libros quieren que lo empleemos en leer lo que todos ellos han escrito. Y los productores de cine nos dicen que la imagen es lo único que merece nuestro tiempo. Y los músicos creen que no nos va a alcanzar el tiempo para escuchar toda la música que se ha compuesto. Pero los agentes de viajes ponen avisos en las revistas diciendo que viajar es la mejor manera de gastar el tiempo. El gobierno cree, sin embargo, que la patria es la única acreedora de nuestro tiempo, con derecho y ley. Para nuestra amada, nadie como ella para creer tener derecho a nuestro tiempo. Hasta nosotros mismos pensamos en disponer de un poco de tiempo, el día que nos sea posible. Y mi padre me dijo que no lo malgastara, sino que lo guardara para la eternidad. Jaime Jaramillo Escobar (Pueblorrico, 1932 - Medellín, 2021)

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Con te nido*

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La pipa del editor

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Jesús María Agudelo, un escultor en busca de su biografía.

Una inesperada ventana al pasado.

Desde adentro: Memorias de un pueblo suicida.

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Soneto Hoja de vida

Herencia

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El archivo de Pablo Guerrero en la BPP.

Pablo Guerrero en la BPP.

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Simón el mago y San Antoñito, dos cuentos de don Tomás Carrasquilla, musicalizados por Gustavo Yepes.

Poesía

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Fondos León y Otto De Greiff de la Biblioteca Pública Piloto De Medellín.

Afrenta de la muerte.

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En los treinta años de Los Poemas de la Ofensa.

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Fagot, el lujurioso insomne.

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Huella del naufragio.

Elkin Obregón y sus palabras musicales.

Cine mudo.

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75 Los amigos

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78 pág. Peldaño VI Memoria de Arshile Gorky 79 Fuego cruzado

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Entrevista a Elkin Obregón sobre el humor gráfico.

Antecedentes del Arte Contemporáneo en Medellín.

109 pág. María Eugenia Londoño Fernández, pionera de la etnomusicología en Colombia.

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Roland Barthes y el teatro.

Novedades Bibliográficas.

Emiliano Mejía De la pintura y la fotografía a los remedios para los callos.

Espejismos.

Belisario al oído, un acercamiento sonoro al más liberal de los conservadores.

Las inmaculadas de mi casa. Historia de dos cuadros.

Pinocho y sus travesuras por las letras antioqueñas.

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5 *Las opiniones expresadas en los artículos son responsabilidad de sus autores. Escritos desde la Sala


El archivo de Pablo Guerrero en la BPP Esteban Duperly

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a fotografía que hizo Pablo Guerrero ya no existe. Pertenece a otra época. Nadie sabe si mejor o peor —distinta, dirán los conciliadores— pero ciertamente muy diferente a la fotografía que se practica hoy. Guerrero pertenece a ese pequeño grupo de los últimos fotógrafos análogos que nos van quedando en Medellín, y también en Colombia. Son los hombres y las mujeres de la fotografía química, que dispararon sus máquinas a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX siguiendo las leyes de una técnica inventada cien años atrás e invariable en su objetivo más esencial: impresionar con un golpe de luz una superficie sensible dentro de una cámara oscura. Y con suerte, producir una imagen bella.

Hay una concepción según la cual los fotógrafos se asemejan a los pintores. Pero esa idea está errada, porque los fotógrafos trabajan con luz y no con pigmentos. Es decir, manipulan la energía y no la materia, y en ese sentido se parecen más a los músicos que hacen vibrar el aire. Sin embargo, durante muchos años para que la imagen fotográfica realmente llegara a ser, debía revelarse mediante una serie de baños químicos. Y ahí hay —o había, porque ya no 6 Escritos desde la Sala

Autorretrato. s.f.

pasa— un conocimiento involucrado. Un fotógrafo completo era alguien que no solo obturaba una cámara, sino que también revelaba sus películas e imprimía sus fotos. No en vano cuando Ansel Adams quiso enseñar fotografía lo hizo en una trilogía hasta entonces invariable: La cámara-El negativo-La impresión.

maestría muchos años. Fotografiar, dice un chiste de fotógrafos, es —o era, ya el chiste no funciona— un acto de fe, porque fe es creer en lo que no se ha visto. O sea, en lo que no se había revelado. Así se disparaba antes, confiando en que la imagen deseada estaba allí y luego emergería sobre el negativo.

La fotografía análoga, que le dicen algunos; la química, que le dicen otros, era un proceso que debía saberse completo. Llegar a dominarlo costaba tiempo, y conseguir la

Aunque decirlo de esa manera lo hace sonar mágico y no podría ser más equivocado. Para que la imagen fotográfica de verdad saliera bien debía ser planeada, y eso se conseguía 7

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dominando la luz. Sin la ayuda de una pantallita que le devolviera al fotógrafo en el acto y en colores el resultado de su toma, no tenía más remedio que saber exponer muy bien. Medir las zonas oscuras y las luminosas, y los intermedios entre las dos. Concebir la foto en abstracto. Un poco parecido a los pilotos cuando vuelan por instrumentos, que no ven nada que los oriente, pero sus aparatos les dicen que están en la ruta.

es un asunto natural, pues su trabajo bien merece estar junto al de esos otros grandes que tanto conocemos y mencionamos. Y además afianza la vocación de la BPP de ser custodio del patrimonio y la memoria. Patrimonio es todo aquello que amerita ser legado a las generaciones que vienen, y la obra fotográfica que durante décadas consolidó Pablo Guerrero, tanto por técnica como por estética, reúne plenamente la condición.

Pablo Guerrero representa todo eso. Es un fotógrafo formado en una tecnología anterior en el tiempo y por lo mismo dueño de un conocimiento en el que reposa la sustancia de la técnica fotográfica. Que su archivo esté ahora en la Biblioteca Pública Piloto

Decía al principio que la fotografía que hizo Pablo Guerrero ya no existe, porque es una técnica que cada vez nos deja. Pero mientras los fotogramas que disparó estén en la Biblioteca, se conservarán por muchísimos años.

Pablo Guerrero en la BPP Nicolás Naranjo Boza

La reciente adquisición por parte de la Biblioteca Pública Piloto del archivo del maestro de la fotografía Pablo Guerrero, es un acontecimiento artístico de alcance nacional, y constituye un enriquecimiento notable de nuestros Archivo Fotográfico. Imágenes del libro La mirada al viento, de la Colección Maestros del Fondo Editorial de la BPP.

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no de los aspectos más interesantes de las artes es tratar de entender cómo un creador comprende sus obras, cómo ve su mundo, sus circunstancias y relaciones. Este escrito será un complemento a la Exposición Pablo Guerrero hecha por la Biblioteca Pública Piloto a finales de 2021, y al libro sobre Pablo Guerrero con el que se inaugurará la colección “Maestros” de la Editorial BPP. Trataremos de brindar apartes de conversaciones sostenidas con el maestro, para que quienes se acerquen al legado de más de 39.000 fotografías que reposan en el Archivo Fotográfico de la BPP, puedan conocer más sobre él y sus creaciones.

La experiencia de conocerlo Al contar con el maestro Pablo Guerrero, al tiempo que hacemos el libro

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dedicado a su obra sobre Antioquia (y no es que no haya mucha obra suya igualmente notable sobre otros lugares del mundo), hemos podido preguntarle sobre su quehacer y acercarnos al pensamiento de una persona dedicada durante décadas a ejercer un arte exigente. En su lenguaje hay rastros de expresiones bogotanas que no se van del todo, a pesar de haber vivido casi setenta años en estas tierras.

hecha por el propio maestro Guerrero, de una vista panorámica de Sonsón. En su biblioteca vimos algunos autores selectos importantes. Fuera de la literatura antioqueña clásica, disfruta de Dostoievski, de biografías de Van Gogh y de escritos como las Fábulas de Leonardo da Vinci. En cuanto a su legado, que reposa ahora en la Biblioteca Pública Piloto, poder ver esas fotos fue un deleite. En la búsqueda y selección de las que irían en el libro, se revisaron cerca de 5.000, de varias temáticas que nos llamaron la atención:

Hoy en día, tras el aislamiento forzado padecido por todos, una cosa es ver a alguien en un encuentro virtual por Zoom y otra verlo en persona. Quien escribe conoció al maestro en una entrevista en su hogar y sintió el impacto de ese primer encuentro, comenzando por el apretón de una mano fuerte. Al llegar, abre la puerta un hombre compacto, que hace pensar en un soldado de infantería japonés de la Segunda Guerra Mundial por la estatura y la firmeza con la que está erguido. Es un hombre que sabe lo que quiere, claro con sus cosas. Y así ha probado ser en el proceso de elaboración del libro.

Arte: la obra de Pablo Guerrero abarca diversas facetas y circunstancias, que ha terminado por constituir una especie de historia visual del arte y los artistas plásticos, los literatos y músicos de Medellín, lugar donde se desenvolvieron su vida y su trabajo, “dejando con satisfacción un testimonio fehaciente de mi tiempo”, como él mismo afirma. El campo: Su obra da cuenta de un especial interés por el campo antioqueño. Guerrero se ocupó de casas, calles, atuendos, rostros y vida cotidiana, de lugares como Ciudad Bolívar, Venecia, Urrao, Santo Domingo, Santa Fé de Antioquia, Guatapé y particularmente Sonsón, entre otros municipios antioqueños. La cercanía del maestro con Sonsón ha sido de muchos años. En su archivo quedan tomas de cada rincón de las casas, los paisajes y las gentes de un pueblo insignia entre los nuestros.

En su hogar lo primero que recibe al visitante es una galería de pinturas de artistas antioqueños: Aníbal Gil, Eladio Vélez, Rafael Sáenz, Ramón Vásquez, Emiro Botero, Rodrigo Arenas Betancourt, Anita Rivas, Horacio Longas, Jorge Cárdenas... También hay una parte de la galería con obras suyas donde mezcla fotografía y grabado. Nos impresionó una acuarela 10

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En el libro narramos cómo se inició su cariño y su estudio fotográfico de Sonsón. Dice recordar que desde entonces comenzó a tomar fotos panorámicas de la población. Y cuando más adelante llegó de visita, le dijeron que lo recibirían en el hotel. Llegó a saludarlo oficialmente un empleado de la Sociedad de Mejoras Públicas. Doña Celia Ramos Toro, Presidenta, le hizo una invitación a una cena para celebrar su visita a Sonsón. Comenta: “¿Por qué esto? ¡No es normal!”. Habla de costumbres señoriales donde fue tratado con toda la deferencia del caso. Dice que esas costumbres “se deben a que Sonsón, en el pasado, estuvo más cerca de Bogotá que de Medellín, y allí estudiaron gentes que aprendieron la pulcritud santafereña”.

Recuerda con aprecio a Néstor Botero Goldsworthy, quien fue, más que su anfitrión, su guía. En la casa del Dr. Luis Alfredo Ramos y en el Centro de Historia de Sonsón, se inició su colaboración ad honorem para la fundación de la revista Pregón, de la cual diseñó las portadas de los 126 números. Retratos: En su libro Personajes, el maestro sintetiza su pensamiento sobre este aspecto de su obra así: “Navegando en el mundo del arte fotográfico encontré el paralelo entre la pintura, el grabado, el dibujo y la escultura. Fui entrando en contacto con sus cultores, a quienes admiré, que fueron mis profesores, mis compañeros y, en el mejor de los casos, 11

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de conseguir una cámara y, aunque sencilla, lo logré; desde entonces nunca me ha faltado su compañía. Mi devoción continuó cuando mis fotografías merecieron distinciones en la exposición de apertura de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Allí me di cuenta con prudencia, pero con absoluta seguridad, de que podía hacer fotografías con éxito.”

la imagen con toda la gama de los blancos, negros y grises. Esto nos deparará espectáculos diversos e interesantes. En la naturaleza prima el reinado de la luz. La capital del departamento, Medellín, es la ciudad de ambiente cultural y artístico, plena de “sitios sagrados” que han definido y enmarcado el espacio público: Catedral Basílica Metropolitana, Museo El Castillo, Museo de Antioquia, Monumento a La Vida, Campos de Paz, Museo de Arte Moderno, Claustro de San Ignacio, Ferrocarril de Antioquia, entre otros.

Uno de sus primeros recuerdos en relación con la fotografía es una imagen pequeña que hizo en Bogotá, del tamaño de un contacto. El tema eran sus hermanitos, el perro y el gato. En 1952 hizo una serie sobre una granizada. Estaba con un cuñado, cayó un temporal. y Pablo comentó: “¡Qué bueno una cámara!” Su familiar sacó una del bolsillo y se la entregó.

Nuestra primera pregunta: ¿Cómo fue su inicio en la fotografía?

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Foto publicitaria: Llama la atención la cantidad de fotografías realizadas para empresas de la ciudad. No son como las fotos de arte por razones obvias, sin embargo, permiten estudiar bastante los ritmos de la ciudad.

mis amigos. Muchos de los artistas plásticos de la ciudad han sido mis interlocutores y mis modelos. Felizmente la fotografía y particularmente la fascinación del retrato, obliga a tener con el modelo un contacto directo, pronto, íntimo, que permite un sentido de convivencia que da la posibilidad de ver, de sentir, de captar y transmitir las particularidades que hacen de cada persona un ser único e irrepetible.”

Paisajes y naturaleza: La naturaleza, iluminada por la luz solar, ofrece un espectáculo de contraste, claridad y oscuridad, y el artista puede aprovechar la plenitud que respira un paisaje y el espectáculo siempre cambiante que ofrece efectos de relieve espléndidos y una infinidad de valores que se diferencian en

En los tres aspectos que señalamos a continuación, glosaremos las palabras del maestro sobre ellos. 12

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A los siete años fue llevado a una tertulia por uno de sus hermanos. Escuchó inadvertidamente el nombre “Rembrandt” en la conversación y le llamó la atención la obra “El hombre del yelmo de oro”, iluminado con una lámpara. Cuando vio el casco pensó que el brillo provenía de una lata pegada al libro. Y empezó a captar la virtud de Rembrandt para mostrar la luz, aquella que hizo decir a Van Gogh: “Doy mi obra a cambio de dos semanas de poder mirar en detalle el cuadro La novia judía”.

Durante los eventos ocurridos el 9 de abril de 1948 en Bogotá, tomó 30 fotografías “que me dieron para recordar ese momento”. Vio cómo rompían vitrinas en la calle 13 con la Séptima, saqueaban, mataban. Una foto muy significativa para él es un autorretrato tomado en Boyacá, en Villa de Leyva. Iba de vacaciones con Fernando Velasco, natural del lugar, quien fue compañero de primaria y secundaria. Los dos tenían aproximadamente 18 años. La casa estaba situada en las afueras y gozábamos de un ambiente cultural, pues en el hogar tenían una pequeña biblioteca. A las 6 de la tarde se realizaba una reunión de dos horas, durante las cuales cada uno leía una

“Todo comenzó en mi infancia cuando al mirar un paisaje sabanero a través de una cámara fotográfica ajena, fui deslumbrado por las imágenes que allí aparecieron. Me di a la tarea 13

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fueron empleados de la misma editorial y el escenario lo hicimos en un cuarto útil. El tercer puesto lo hizo reflexionar. Al año siguiente volvió al concurso y obtuvo de nuevo el tercer puesto. Y afirma: “Nací fotógrafo en la Biblioteca Pública Piloto”. Poco después hice una de “bodegón de flores”. En los 65 años del Club Fotográfico Medellín torné esa foto con la cual hice un arreglo de esa naturaleza y obtuve una versión que podríamos llamar “análogo - digital”.

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página o capítulo y la comentaban. En los ratos libres andaban por montes y valles. “¡Todo me llamaba la atención, ríos, piedras y no sé cuánto! Hice una autofotografía en un tronco de árbol caído”. Y pensaba: “¡Qué bueno posar con un libro y con la casa en el fondo!”. Puse la cámara en un arrume de piedras y la disparé con obturador retardado. “¡Más bella!”, comenta el maestro. Dice: “Era una cámara SixTwenty”, la cual recuerda con precisión aunque no era suya.

almacén dejó el mostrador, avanzó hacia la calle y le preguntó: “¿Quiere algo? Tengo la cámara hecha para usted”. El maestro describe esa cámara como una Brownie de referencia Chiquita. “Y tiene la imagen de un jovencito igualito a usted”, agregó el vendedor y se la compré a plazos.

No tuvo cámara –cuenta– sino hasta un día en que estudiaba Contaduría Pública en la Facultad Nacional de Comercio y fue al Centro Comercial, en el corazón de Bogotá. A tres cuadras de su destino pasó por un almacén de Kodak. El dueño del

Obtuvo el tercer puesto con la fotografía llamada “Castigo”, donde un verdugo está torturando a su víctima. Fue tomada en el departamento de Prensa de Editorial Colina. Cuenta el maestro que los modelos

“Ya mayor vine a Medellín y a los dos años de estar participé en la exposición de un concurso de fotografía para aficionados en la Biblioteca Pública Piloto, en 1955”.

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¿Tiene una obra maestra? Contesta: “No puedo decir que ésta o aquella sea mi mejor foto. Determinar una como la mejor es un principio equivocado, porque limita la creación.” Recuerda una de cuando su hijo Juan Pablo dio los primeros pasos en un jardín. Y menciona una serie de fotos que empiezan con una de su esposa llevando a su hijo de la mano y, muchos años después, se repiten fotos con el mismo tema, distintos hijos, entrañables para él. Igual que cuatro fotos tomadas a artistas plásticos de Medellín, estas fueron incorporadas al Museo de Lausana, que tiene la Fototeca Internacional de Arte Fotográfico, un patrimonio de enseñanza de fotografía universal.

Habla de “una foto de mi esposa Clara esperando a su hijo Juan Pablo”. Es una bella maternidad con iluminación y decoración adecuadas. La cual ganó un premio en la Federación Internacional de Arte Fotográfico. “He tenido muchos reconocimientos” comenta el maestro. “Yo procedo así: miro, pienso, hago una composición, verifico y hago la toma según mis sentimientos”. Habla de tener un sentido estético con dos aspectos: el físico y el psicológico. Hace sus estudios y mira cómo los puede resaltar, con iluminación. Intenta reflejar el carácter y el pensamiento de las personas. Hace estudios previos minuciosos. Por ejemplo, cuando se determina si una foto es a campo abierto, de paisaje y de exteriores. Eso lo determina con base en su visión personal del tema y en los sentimientos que quiere transmitir, agregando una frase que es ya un slogan suyo: “Todo cuanto es y existe es digno de verse, admirarse, fotografiarse y compartirse”.

¿Cómo hace para distinguir una foto publicitaria de una artística? Yo detectaba personas especiales y les proponía tomarles algunas fotos para mí. Una de ellas aceptó y di un giro, pasé de la foto publicitaria a la foto artística. Este motivo sirvió para que en las oficinas de publicidad se cambiara el tipo de foto, pues se usaba un papel en color “deficiente”, insinué el uso de la foto en blanco y negro, más artístico, y con él se le puede dar un giro al color desabrido de la imagen comercial. Cuenta: “Fui invitado a un concurso en Río de Janeiro por el Centro 15

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Internacional de Arte Fotográfico y obtuve Medalla de Plata”. Acerca de “Tizo”, una famosa foto suya, relata que fue a una excursión del Club Fotográfico a una finca. Había afuera una niña esperando recostada contra una columna de la casa campestre, y cuando la vio pensó en tomarle una foto. Y cuando quisieron acicalar a la niña pidió dejarla en su estado natural. Y tomó la fotografía y fue de las más importantes en su carrera.

santa. Y al preguntar porqué estaba ahí le comentaron que “era muy feo”, pero él sugirió que lo colgaran donde se pudiera ver y admirar y a los ocho días estaba exhibido en el recinto. Se trataba nada más y nada menos que del retrato hecho por Eladio Vélez. Trabajó en Fabricato en el departamento textil. Y colaboraba en la revista Fabricato al Día, dedicada al arte y literatura. Propuso darle realce con una separata monográfica de personajes artísticos de Medellín y su propuesta fue aceptada.

Hizo estudios en el New York Institute of Photography y dice que allí pudo ver que en lo artístico están lo ético y lo estético. Pero aclara: “Llevo en el alma el sentido de la belleza. A mi trabajo le doy un toque especial para que lleve el sello de mi personalidad”.

“Para retratar un personaje es necesario crear un vínculo con él (no sólo se toma una foto)”. Es preciso visitar “al candidato”, hacerle una entrevista. Eso brinda experiencias gratas. El maestro defiende su arte aunque a otros les parece innecesario tanto cuidado en su realización.

Es socio de la Federación Internacional de Arte Fotográfico y ha sido invitado a eventos fotográficos internacionales. Se siente orgulloso de que Colombia sea conocida en el exterior gracias a su arte.

“Esas entrevistas me permitieron ver la calidad de personas que eran los retratados. Fue una escuela que me enseñó mucho y la amistad con todos ellos fue viva”.

Su libro Personajes

Paisajes y naturaleza

Este libro conlleva un sentido de lo múltiple, dada la inclinación del maestro por el arte. Narra que en 1972 hizo el primer retrato. Esa sensibilidad para el arte pictórico, obvia tratándose de un buen fotógrafo, se palpa en una anécdota que narró: cuando estaba de visita en el santuario de la Madre Laura, en la alcoba de ella, vio en el piso un retrato de la

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“Salgo al campo y aspiro el aire fresco. Me encantan el sol y la lluvia. Me han tocado situaciones donde estoy al aire libre, empapándome en la lluvia, y me dicen “¿Por qué no se entra?”, y mi respuesta es “¡Quiero ver llover, quiero sentir el agua!”. Comenta: “Es preciosa una florecilla, un árbol multiforme es una unidad pre17

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ciosa”. Veo cómo es de encantador un río y me pregunto: “¿A dónde va? Para mí el gusto es detenerme, quedarme quieto y ver correr el agua”.

acuerdo. Este legado debe quedar para nuevas generaciones de fotógrafos, personas que disfruten con lo bello, con el estudio de Antioquia y de todo lo que significa ser antioqueño.

Un sueño Actualmente tiene el sueño de realizar un libro llamado “Antioquia Ancestral”, que se ocupe de sus gentes y sus paisajes. Cuando retrata campesinos dice: “Primero saludo, siempre hay un diálogo previo a la foto, soy meditativo. Yo no me voy de un lugar sin saber a quién le tomé una foto. Yo doy razón de mis modelos”.

Nicolás Naranjo Boza, Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana, Magíster en Estudios Hispánicos de Boston College - Massachusetts, Estados Unidos. Profesor de Historia y de Lenguas en Suffolk University y en Boston College, Estados Unidos. Conferencista y realizador de programas para televisión en Explora. Actualmente docente en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, Facultad de Minas de la Universidad Nacional y en el programa de Filología (Facultad de Comunicaciones) de la Universidad de Antioquia. Autor de libros como La filosofía en la obra de Efe Gómez, Confluencia de seis ríos y William Shakespeare. Asimismo, autor de diversos artículos y traductor de textos literarios y filosóficos.

Sobre nuestro trabajo dice: “Tanto corrí, tanto caminé por Antioquia, que un libro mío sobre Antioquia es el mejor homenaje que me pueden hacer. Ha expresado que con todo el material que ha dejado en la Biblioteca Pública Piloto se pueden hacer varios libros de diversas temáticas: paisajes, árboles, veredas, campesinos, ambientes rurales, casas de campo, casas de pueblos, detalles de la vivienda humana”. Estamos de

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Jesús María Agudelo, un escultor en busca de su biografía Luis Fernando González Escobar

Un rescate necesario: el escultor Jesús María Agudelo. Algunas razones de su olvido, un breve esbozo biográfico y una revisita a sus obras más destacadas.

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e manera lamentable, la vida y obra de muchos artesanos y artistas pioneros en Antioquia y Colombia poco o nada ha interesado. La historia del arte se ha concentrado en rescatar y exaltar algunos personajes sobresalientes, por ejemplo, Francisco Antonio Cano, considerado la personificación del paso del artesano XIX al artista moderno a principios del XX, en parte por la exaltación que se ha hecho de su obra Horizontes como símbolo de la antioqueñidad.

Aunque hace varias décadas, desde los ensayos pioneros de Darío Ruiz Gómez, compilados en Proceso de la cultura en Antioquia1, se comenzaron a valorar e investigar personajes como Rómulo Carvajal y el Taller de los Carvajal, Bernardo Vieco y su grupo familiar, Melitón Rodríguez y el Taller de los Rodríguez, incluso los Palomino y otros ocasionalmente nombrados como Misael Osorio, Eliseo Tangarife, el “Ñato” Mira y los Montoya, aún falta mucho por conocer sobre ellos. 1 Darío Ruiz Gómez, Proceso de la cultura en Antioquia, Medellín, Ediciones Autores Antioqueños Vol. 33, Secretaría de educación y Cultura - Dirección de Extensión Cultural, 1987.

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El escultor Jesús M. Agudelo en 1922, reproducción de Sábado, Medellín, núm. 69, 28 de octubre de 1922, p. 835.

Se le ha dado mayor importancia a los fotógrafos, quienes han ido siendo rescatados junto con su patrimonio fotográfico, como Melitón Rodríguez, Pastor Restrepo, Gonzalo Escovar, Benjamín de la Calle y Jorge Obando, junto con otros que fueron pioneros o contribuyeron a consolidar la fotografía. Los trabajos sobre ellos se valoran, se reciben aportes sobre su relevancia e incluso son mirados desde diferentes vertientes.

como la de Marco Tobón Mejía, quien irá a cambiar para siempre la estética y el concepto del arte escultórico). El desconocimiento, el prejuicio académico y la infravaloración de mucha de su producción dedicada a la estatuaria simbólica y exaltadora de los héroes independentistas, así como el discurso centenarista y la configuración de otro específico sobre héroes locales, propuesta y reclamada por la élite regional, han condenado a estos escultores a un olvido sistemático. Incluso se ha escrito poco sobre personajes ya mencionados, como Rómulo Carvajal, aunque algo se le ha reconocido.

Volviendo a quienes son considerados como “artesanos”, expresión entre peyorativa y condescendiente, sobre ellos continúan el silencio y el desinterés.

Uno de esos casos silenciados es el de José María Agudelo G., a quien se referencia ocasionalmente en algún pie de página como autor de

Ocurre más o menos lo mismo con los escultores pioneros ubicados entre finales del XIX y las tres primeras décadas del XX (con excepciones 21

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la “Escultura en homenaje a los 100 años de la Universidad de Antioquia”, ubicada en la plazuela de San Ignacio, pero del que poco o nada más se dice, se escribe o se sabe2 . En una publicidad del periódico El Sol de Medellín, de 1916, se presentaba como “Diplomado como escultor en la Exposición de 1910” y ofrecía sus servicios para la elaboración de “esculturas religiosas” y estatuas en madera en su taller, ubicado en una esquina del entonces Puente de Junín.

por diversos trabajos”, mientras que Rafael Patiño y Carvajal Hermanos de Manizales obtuvieron “Primeros premios, medalla de oro y diploma de primera clase”, al primero por la terracota “Niño dormido”, y a los segundos por la obra “Niño llorando”3. Así, este diploma le sirvió a Agudelo para lograr un lugar en esta ciudad a la que había llegado en 1907, proveniente de su natal Salamina, territorio que para ese entonces ya pertenecía al departamento de Caldas, siendo antes parte de Antioquia. Además de servirle para presentarse socialmente, este tercer premio fue un reconocimiento a sus capacidades y habilidades escultóricas, que ahora ofrecía al público de la capital antioqueña.

La forma de la escritura es ambigua, pues lleva a pensar que se graduó y en este evento le entregaron el diploma que lo habilitaba como escultor. La realidad era que, en los eventos programados en Medellín para la celebración de la fiesta del Primer Centenario de la Independencia de Colombia, con el nombre de Exposición Nacional de Medellín, una de las varias exposiciones fue la artística, con el nombre de “Escultura, Pintura y Dibujo”. Como era usual en este tipo de eventos que comenzaron a realizarse desde mediados del siglo XIX en la ciudad de Bogotá, se otorgaban diplomas. En la parte de escultura, Agudelo recibió un “Tercer premio, Diploma de honor

Para estos años, su trabajo se dividía entre el imaginero tradicional que ayudaba a atender la demanda de iglesias, comunidades y familias ansiosas por decorar los espacios con imágenes de sus santos de devoción, la de ornamentador de arquitectura que crecía por el auge por las nuevas estéticas urbanas y la de escultor dedicado especialmente a la elaboración de bustos y esculturas para exaltar personajes históricos de la Independencia, así como los nuevos que iban entronizándose, producto de los discursos que los políticos y las clases dirigentes iban construyendo a principios del siglo XX.

2 En un trabajo compilado y escrito por Luis Álvaro Gallo Martínez, Diccionario biográfico de antioqueños, en la p. 48 se referencia un “José María Agudelo Calderón. De los primeros artistas antioqueños de la época colonial”. Nada más. Pero no parece ser el mismo, pues este lleva como segundo apellido Calderón, y del que se ocupa nuestro comentario tenía por segundo apellido uno comenzado por la letra G. Documento pdf, Bogotá, septiembre de 2008.

Así, Agudelo fue ganando un lugar 3 El Centenario, Medellín, núm. 30, 16 de agosto de 1910, p. 2.

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Reproducción de la fotografía del día del evento de la inauguración de la escultura en homenaje a Rafael Uribe Uribe, el 15 de octubre de 1921, en el Parque del Centenario de la ciudad de Cartagena. Escultura elaborada por Jesús María Agudelo. El Gráfico, Bogotá, núm. 576, 12 de noviembre de 1921.

y adquiriendo cierto prestigio que le permitió elaborar diversas esculturas, entre ellas los tres bustos de Rafael Uribe Uribe. El primero para Medellín en 1919, comprado por la Junta Liberal a cargo del monumento y buscando reemplazar el que de manera provisional se había exaltado en el primer monumento realizado en su homenaje y que había sido inaugurado en noviembre de 1914, poco tiempo después del asesinato de aquel General el 15 de octubre de ese año, conocido desde entonces como el “Mártir del Capitolio”. El segundo para Cartagena, inaugurado el 19 de octubre de 1921 en pleno Parque del Centenario. El tercero, para Istmina en el Chocó, donde las huestes liberales encabezadas por Emiliano Rey, quisieron recordar y homenajear a su

líder. Allí, pese a la oposición de los religiosos de la Comunidad Claretiana, quienes consideraban inadecuada la ubicación del monumento cerca de la iglesia parroquial, se logró elaborar el monumento con diseño del arquitecto Luis Llach y escultura de Agudelo. En un pequeño recinto en una calle de tierra se levantó el podio de planta cuadrada y tres escalinatas. Al centro estaba el pedestal, que tenía un mensaje historicista en el basamento y la corona de laureles alrededor del dado. Un pequeño ejercicio de arquitectura urbana que le otorgaba solemnidad a este monumento inaugurado en abril de 1922, en aquella ciudad en el San Juan chocoano. La obra más reconocida de Agudelo, y que le ha merecido algún párrafo, pie de fotos en libros 23

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El monumento medía en el proyecto, de la base a la cúspide, 9.5 metros. Terminaba el jurado señalando que “A la sencillez agrega el significado y la euritmia. Debe elevarse imponente en esta plaza”5.

A la izquierda, Monumento a Rafael Uribe Uribe, promovido por Emiliano Rey e inaugurado en abril de 1922 en la ciudad de Istmina, Chocó. Reproducción tomada de Cromos, núm. 308, Bogotá, 3 de junio de 1922, pág. 318. A la derecha, busto original de Rafael Uribe Uribe, elaborado por Jesús María Agudelo para el monumento en la ciudad de Medellín en 1919, reproducción de El Correo Liberal, Medellín, núm. 1391, 13 de agosto de 1919, p.1.

sobre patrimonio urbano, memoria o escultura pública de la ciudad es el conmemorativo a la Universidad de Antioquia, ubicada en la actual plazuela de San Ignacio. Esta obra fue escogida mediante concurso público promovido en 1922 por la Sociedad de Mejoras Públicas de la ciudad, buscando homenajear a los fundadores de la Universidad en la celebración de sus 100 años. La obra se debía instalar en la entonces llamada plaza José Félix de Restrepo. En el concurso participaron cuatro proyectos y el jurado formado por el médico y humanista Emilio Robledo, el esteta Gabriel Latorre y el escritor Tomás Carrasquilla, le otorgó el primer lugar a Agudelo, quien presentó

una maqueta o, como se decía en ese momento, “una reducción de esmerada hechura”. En el acta firmada el 11 de octubre de 1922, los jurados expresaron las razones de su decisión en estos términos: “Consiste el proyecto elegido de un obelisco plantado sobre un pedestal clásico, con sendos medallones en los cuatro costados, tres con retratos de fundadores del establecimiento y el cuarto con el escudo del mismo. Le corona una esfera sobre la cual campea un águila, símbolo de la gloria, que lleva en el pico una banda que reza: Universidad de Antioquia”4. 4 Sábado, Medellín, núm. 69, 28 de octubre de

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El monumento realizado no fue el premiado, pues a la oficina del Ingeniero Arquitecto del Departamento, en ese momento a cargo de Agustín Goovaerts, le fue encargada en 1922 la reforma del mismo. A finales de ese año, el arquitecto belga hizo los planos de la reforma y se iniciaron las obras, que pronto se suspendieron por falta de recursos6. Se reanudó la construcción en 1924, para ser inaugurado el 12 de octubre, reclamando Goovaerts que la prensa había hecho circular una versión según la cual el monumento era obra del “escultor Agudelo” y aclarando que Agudelo había hecho los medallones y el águila pero que el plano del monumento era de su oficina7.

Arriba, maqueta del monumento a Uribe Uribe diseñado por el arquitecto catalán Luis Llach, con la escultura de Jesús María Agudelo, reproducida de El Gráfico, Bogotá, núm. 619, 14 de octubre de 1922, p. 300. Abajo, Calle del Comercio de Istmina, Chocó, en 1922. Reproducción de Cromos, Bogotá, núm. 308, 3 de junio de 1922, p. 318

se cambió en la obra ejecutada por uno achaflanado y con roleos en las esquinas, esto es, un carácter historicista propio de la mentalidad de Goovaerts. El cambio mayor fue el de la proporción al reducir la altura de los 9.50 metros, que en la escala de la plazuela generaría esa sensación de imponencia que veía el jurado en el proyecto, pero de igual manera le hacía perder esbeltez al monumento y por tanto las proporciones, parte de aquella euritmia planteada, es decir la armonía del conjunto monumental. En el proyecto, a pesar del uso de elementos de simbolismo clásico como el remate en esfera y

Fueron evidentes, entonces, las variaciones, entre ellas la forma geométrica de su zócalo, cuya geometría más abstracta del original

1922, p. 835 5 Ibíd. 6 Agustín Goovaerts, “Informe del ingeniero Arquitecto del Departamento”, Medellín, 20 de enero de 1923, en: Alfredo Cock A., Secretario de Hacienda, Memoria de 1923 al Sr. Gobernador, Medellín, Imprenta Oficial, 1923, p. 259. 7 Agustín Goovaerts, “Informe del ingeniero Arquitecto del Departamento”, Medellín, 17 de enero de 1925, en: Suplemento a las Memorias del Secretario de Hacienda Anexos, Medellín, Imprenta Oficial, 1925, p. 44.

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el águila que la corona, se evidencia renovación en el lenguaje usualmente empleado por el propio Agudelo en sus obras, pero solo esto se conservó en el proyecto de Goovaerts, más afín a estos lenguajes y se descartó lo más depurado del proyecto inicial.

un obelisco, con elementos arquitectónicos similares al diseño original del Monumento de los Fundadores de la Universidad de Antioquia, aunque con diferente escala y trabajo ornamental en el pedestal, hacen probable esa relación de autoría.

Jesús María Agudelo, aparte de la escultura de Rafael Uribe Uribe en Istmina, elaboró otros trabajos en el Chocó, entre ellos el monumento del General Benjamín Herrera. La promoción y desarrollo se había planteado desde junio de 1925 cuando se creó la Junta para este propósito y para 1930, aproximadamente, ya estaba instalado en un espacio al norte de la ciudad. Para los años de 1940 era considerada uno de los monumentos y obras notables del ornamento de la capital chocoana: “Hacia el extremo norte de la ciudad, en una gran plaza que lleva su nombre, se yergue el busto en bronce del insigne demócrata General Benjamín Herrera, sobre un bello pedestal”8, como se describe en la Geografía Económica del Chocó. Por las formas y las características del monumento “Obelisco a los padres de la Patria”, obra realizada por los mismos años y construida en el Parque del Centenario de Quibdó, pareciera que es también creación del propio Agudelo. El hecho de ser

Aún falta mucho por conocer sobre vida y obra de Jesús María Agudelo, pero lo cierto es que este escultor salamineño alcanzó a principios del siglo XX cierto reconocimiento en el panorama nacional aportando varias “estatuas, bustos y otras obras de alto mérito”, como se decía en ese

A la izquierda: Monumento al General Benjamín Herrera en la ciudad de Quibdó en 1943, en la plaza del mismo nombre. A la derecha: “Obelisco a los padres de la Patria”, en el antiguo Parque del Centenario. Geografía económica de Colombia Tomo VI Chocó, Bogotá, Contraloría General de la República, 1943, p. 604 y p. 605, respectivamente.

entonces, obras que le reclamaban los promotores de las mismas. De esta manera contribuía a esa dinámica

representante reconocido en su mo-

del monumento en el espacio público

mento pero olvidado en tiempos pre-

como forma de exaltación patriótica,

sentes, cuando estas obras se piensan

nacionalista, regionalista o de idearios

anacrónicas e, incluso, sometidas a

partidistas, espacio al cual también se

la acción iconoclasta de muchos ac-

trasladaron las de disputa y tensiones

tores, faltos de mayor comprensión

de los idearios políticos. Lo que en un

de lo que pueden significar y decir

momento se inició como una manera

para la comprensión de la memoria y

de convocar a la nación y unirla alre-

la historia de las sociedades que las

dedor de los símbolos independistas

erigieron.

y patrióticos, derivó en apropiaciones

Medellín, 1 de agosto de 2020.

Luis Fernando González Escobar. Profesor asociado, Escuela del Hábitat, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, Doctor en historia de la misma institución, Arquitecto constructor, Magíster en estudios urbano regionales, múltiples veces premiado por sus investigaciones, autor de libros, ensayos y artículos, como Ciudad y arquitectura urbana en Colombia 1980-2010 (2010), Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos 1775-1932 (2007), Del higienismo al taylorismo: de los modelos a la realidad urbanística de Medellín, Colombia 1870-1932 (2007), Quibdó: contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico (2003), entre otros.

y disputas por erigir monumentos en homenaje a los más sobresalientes dirigentes políticos. Más allá de lo que se puso en juego, estaba la obra escultórica y estética del monumento,

8 Geografía económica de Colombia, Tomo VI Chocó, Bogotá, Contraloría General de la República, 1943, p. 610.

de la que Agudelo se convirtió en un 26

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Escritos desde la Sala


La Pipa del Editor I

Una inesperada ventana al pasado Una carta escrita en un momento de angustia y balance, una familia que la conservó durante 6 generaciones, un historiador que la entendió como el documento histórico que era.

T

res hechos providenciales, separados por 140 años, se unieron para hacer posible este libro fundamental en la bibliografía sobre la minería en Antioquia en el siglo XIX y la Colonización Antioqueña: Entre minas y caminos, cuyo autor es Gustavo Zapata Restrepo, historiador antioqueño nacido en Andes.

a escribirle una carta a su tercera esposa, Agapita Arango Restrepo, residente en Andes, acosado por la angustia de las “cuarenta leguas de distancia” que los separan y dominado por un súbito e insólito apremio paralelo: hacer un balance de su vida. Para darle salida a ese propósito instintivo dispone de 63 años muy vividos, dos plumas de encabador, una resma de papel de carta de las utilizadas en el despacho de la mina, un frasco de tinta (hay reserva en el

El 11 de marzo de 1883, Francisco Toro Montoya, Pacho Toro para la historia y la leyenda, en la Mina de Santa Ana de Anorí, se sienta 28

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almacén) y la rústica mesa escritorio, donde un daguerrotipo del rostro severo y alerta de Agapita lo acompaña y vigila. En aquellas horas, que se prolongarán hasta más allá de la madrugada de ese 12 de marzo de 1883, con mano que apenas le da respiro entre el final de un párrafo y la idea del siguiente respirándole en la nuca, su letra menuda y firme, inclinada de izquierda a derecha, se extiende por los seres, los lugares, las cosas y las bregas de una vida, la suya, acosado por coparla, y tal vez encontrar así en el diseño y el contenido del relato, un sentido, la pepita de oro que la justifique, el balance que le demuestre que ha cumplido bien la obra de la vida como persona, cabeza de familia, hijo, hermano, vecino y hombre de empresa.

Entre minas y caminos, un libro fundamental en la bibliografía de la minería en Antioquia.

su impulso de las amorosas que les escribió a sus dos primeras esposas y también de las anteriores que le ha enviado a Agapita. Aquella carta pergeñada durante esa larga noche de marzo de 1883 obedece a una necesidad de orden distinto, moral, como ya lo anotamos: examinar lo que ha sido su vida.

Aquella carta es otra cosa que una más de las incontables que ha escrito de orden práctico, vinculadas a las empresas y proyectos mineros de los que ha hecho parte, a la exploración de territorios o al ejercicio transitorio de funciones de orden administrativo en el naciente municipio de Andes; difiere también en

Al leer la última frase: “Tan pronto como nos desayunamos nos fuimos para la Granja, pues estaban las bestias ensilladas”, al lector lo sobrecoge la intuición de que, a lo largo de su escritura, Pacho Toro ha sido visitado por la serenidad que buscaba sin saberlo al comenzar a escribirla. Lo 29

Escritos desde la Sala


que sí no podía saber, para eso se necesitaba que transcurrieran muchísimos años, era que había escrito un documento de alcance histórico: al contar su vida, narraba la de toda una generación de antioqueños de la segunda mitad del siglo XIX, y con ella un capítulo decisivo de la historia económica y social de la región y el país; es una fuente primaria, el escrito por un protagonista, uno de aquellos titanes tumbadores de monte, fundadores de caseríos que serían luego pueblos y municipios, empresarios de nuestras primeras minas doblados de peones de pie en tierra, agricultores, legisladores primeros de aquellas aldeas levantadas por ellos, condiciones que le dieron a su narración una vivacidad y cercanía excepcionales, imposibles de conseguir cincuenta o cien años después aún por el más dotado memorialista, que ya lo sería necesariamente de archivo.

no tarda en cruzar la frontera donde estorba la basura. Sobrevivió a guerras civiles y dificultades de distinto orden que seguramente afectaron a la familia, al desinterés oficial y del medio social en general, y al más temible del paso del tiempo. Y fue una fortuna adicional que en su devenir, la familia contara con la aparición de personalidades valiosas y cultas, como Roberto Mejía Toro, “político y líder cívico en Andes durante gran parte del siglo XX, y su hermano, el Presbítero Gabriel, autor de una novela de corte romántico: Sucedió en Tapartó, y de otros textos inéditos”, quienes con toda seguridad pasaron sus ojos más de una vez por aquel documento centenario, y decidieron sumarse a la causa de su preservación, propósito en el que contaron, claro está, con sensibilidades y voluntades afines en la familia. Faltaba un enlace. Uno de carácter decisivo para redimir con dignidad aquella carta de su condición privada y convertirla en referencia histórica y cultural de la identidad regional antioqueña. Para realizar ese cierre se requería de un historiador, y no de un historiador menor, sino de uno que hiciera con aquella carta algo más que conseguir su publicación en libro (lo que por sí solo era ya un gran logro): que la contextualizara en el marco histórico regional y nacional que le dio vida y estableciera de esa manera su alcance exacto, su significado, su valor.

El segundo eslabón providencial fue la familia de Pacho Toro: seis generaciones de su descendencia cuidaron de aquella carta en el fondo del baúl como de su Santo Grial, y este solo hecho es ya de por sí suficientemente fuera de lo común como para resaltar y hacerlo objeto de agradecimiento. A la vuelta de una generación predominan la más común moneda de la indiferencia y su corolario: el abandono o la destrucción deliberada de viejos papeles familiares que incomodan a los descendientes con una “inutilidad” que

30 Escritos desde la Sala

La espera de 140 años de esa carta por el aparecimiento de ese historiador, en principio no más que probable –aún podía continuar en el limbo–, fue finalmente compensada con el mejor en ese momento: para empezar, andino, del suroeste antioqueño, como Pacho Toro (nacido en Titiribí), y precedido por una obra que ya es notable por su volumen y características en la bibliografía de la historia en Antioquia, y que se ha ocupado de diferentes facetas del devenir de Andes. Un historiador de estas características califica como un acontecimiento providencial del mismo orden que la carta y la conservación de ella en el seno de la familia.

que acompañan generosamente, casi que cada página de la carta (que en libro alterna su reproducción facsimilar con la versión transcrita en letra de imprenta): la cantidad de ellas, su interés, despliegue, diversidad temática, rigor, pertinencia y oportunidad; el valor de las fuentes consultadas, tanto primarias como secundarias, la importancia de los archivos utilizados, y otros aspectos, hacen de esas notas de pie de página un texto paralelo importantísimo, de hecho una ventana, un horizonte amplísimo desde el que la carta encuentra su lugar justo, preciso, en el panorama completo de una etapa histórico política específica de la región y el país, un momento de la minería antioqueña y de la incorporación de selvas a la vida económica, una identidad cultural en formación,

Pero hay todavía algo mucho más sobresaliente en la publicación que nos ocupa: las notas de pie de página 31

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de distinto orden ya superadas por el tiempo, traducir al lenguaje de hoy palabras que designaban realidades hoy desaparecidas, o precisar su significado en términos del DRA, pues su condición de modismo o regionalismo oculta lo que nombra a un lector de otro lugar u otra época.

un lenguaje inventando su individualidad en el encuentro áspero de la raíz hispánica con la brega diaria, tal y cual la traza Agripina Montes del Valle al final de su estrofa sobre “las tierras antioqueñas”: “… al compás y golpe rudos / del constante batallar”. Son citas sobre los primeros pasos de poblaciones como Andes, Titiribí y Anorí, entre otras; acerca de delimitaciones territoriales y sus cambios a través de la historia, hoyas hidrográficas, Ordenanzas de la Asamblea que crearon esta o aquella aldea (reconocimiento legal y oficial a asentamientos ya existentes, desde luego, pero necesario para apuntalar su desarrollo), año exacto de fundación, nombres de quienes la hicieron, lugar geográfico de los caseríos primeros, nombres por los que eran conocidos entonces y por los que son llamados hoy, erección de capillas fundadoras y sus primeros párrocos, conflictos político militares que marcaron la vida del país y de Antioquia durante la vida de Pacho Toro, litigios territoriales entre poblaciones, minas más destacadas, maquinaria y métodos de extracción; la moneda, caminos y medios de transporte, medidas de longitud, gastronomía, fotografía (es interesantísima la cita que aparece sobre el tema en la página 74), fauna, flora, herramientas del trabajo agrícola y minero, etc., etc. Cornucopia vastísima de información fluyendo como necesidad impuesta por la carta de Pacho Toro para contextualizarla con suficiencia, actualizar referencias

La contribución que acabamos de señalar al concluir el párrafo anterior es, sin duda, la más diferenciadora en esta investigación de Gustavo Zapata Restrepo dentro del ámbito de la historiografía colombiana, pues si bien en algunas obras se pueden encontrar anotaciones sobre aspectos del lenguaje, no hacen parte de una de las principales líneas de la investigación, lo que sí ocurre en el libro que comentamos, y este solo hecho hace de él una investigación sobresaliente y pionera. Al autor le ha sido tan necesario e importante ocuparse de la presencia de ese tipo de elementos lingüísticos en la carta de Pacho Toro, como de aquellos estrictamente históricos. El lector curioso se solaza así con aclaraciones sobre locuciones muy comunes en la región aun hoy en día y utilizadas en la carta, como “A lo que” (“… locución adverbial de valor temporal (…) equivalente a cuando o a en cuanto…”), desaparecidas otras como “machar piedra” (“Romper el mineral, convirtiéndolo en fragmentos, para pulverizarlo más fácilmente”), voces indígenas como “guaico” (“Guaico se dice en el Perú (pues es voz quechua) del derrubio o derrumbe que cae y 32

Escritos desde la Sala

forma tupia o represa en las aguas de un río o torrente, y que luego…”), regionalismos como “capote” (“Tierra superficial con plantas o raíces que cubre un campo”), colombianismos en desuso como “bombear” (“… significa despedir a alguno con disgusto, expulsarlo”, significado idéntico al “rajá” de los porteños); dichos como “más aburrido que la pisca en el Espinal” (“El Espinal fue una mina de oro en Santa Rosa de Osos de propiedad de don José de Ossa a finales del siglo XVII (…) El dicho fue, al parecer, muy popular entre mineros de la época”). Y así continúa página tras página cuando la carta menciona herramientas, labores, vestimentas, apelativos para animales o personas, o toponimias olvidadas. Para estas aclaraciones, el autor se apoya en un abanico bibliográfico muy amplio, que incluye las obras más reconocidas en el país en materia de colombianismos, lexicones, provincialismos, modismos, etc. Al respecto, el lector no debe pasar por alto que Gustavo Zapata Restrepo, historiador por vocación, se licenció en la Universidad de Antioquia en español y literatura; así que el interés y conocimientos que muestra el autor en estos temas tiene un fundamento académico.

Al milagro de su escritura y al de su increíble conservación por parte de su familia a lo largo de 140 años (que incluye el celoso mantenimiento de la versión original por parte de la señora Clara Restrepo Aramburo, quien se la facilitó al autor, que hasta ese momento había dispuesto de copias alteradas aquí y allá), faltaba la vuelta de tuerca que transformara aquella carta en un documento histórico: un investigador con la formación moderna y el anhelo de hacerlo a la altura requerida, impulso este en lo que no dejó de obrar su anclaje regional. Esta obra, Entre minas y caminos, fue ganadora de la Convocatoria de Estímulos 2020 Unidos por la Cultura, Modalidad Antioquia de Memoria, promovida por el Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia. Obras de Gustavo Zapata Restrepo:

Escritores andinos (1996). Educación y sociedad en Andes (1997), Andes, identidad y memoria (2002). Hospital San Rafael. 120 años con vida y por la vida (2007). Andes cuenta su cuento. Cartilla de cátedra municipal para niños (2008). Un huerto de ideas. Liceo Juan de Dios Uribe de Andes 110 años (2015). Andes, identidad y memoria / sostenibilidad y resiliencia (2019).

Le convino, pues, a la carta de Pacho Toro (Francisco Toro Montoya) este largo añejamiento en bodegas.

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Escritos desde la Sala


respirándole en la nuca a la muerte presente, la pregunta sobre la otra vida, el rito, las palabras y emociones que suelen acompañarla, las oscuridades que la orlan, los silencios que le hacen contrapunto.

Desde adentro: Memorias de un pueblo suicida Ilustraciones: Jorge Andrés Marín Vásquez.

Primer movimiento. Presente his-

la de la Violencia en Colombia en los años 50, pobreza, muchos hermanos, ganas de vivir, lucha por la sobrevivencia, escasas pero ciertas alegrías de infancia, descubrimiento del mundo, sensibilidad para los olores, requeridor instintivo de la razón de las cosas, muerte prematura del padre, fascinación temprana por la muerte (este hecho llama mucho la atención en varias direcciones, incluyendo, desde luego, y como primera, lo que será el contenido central de la narración: los asesinatos y suicidios en Ciudad Bolívar, en tiempos relativamente cercanos): su abrumadora condición ineluctable, su presencia remota desde el origen del hombre

tórico del relato. Desde su tienda, situada en las cercanías del cementerio, don Luis ve pasar un cortejo magro, “sin pompa ni flores”, y apenas acompañado por un puñado de parroquianos, el sacristán, un monaguillo, “la infaltable boba Carmela”, y “los cuatro cirineos que soportaban en sus hombros lo que quedaba de aquel hombre…”. Don Luis está al tanto de quién es el muerto, lo “escuchó y aconsejó” desde su llegada al pueblo, meses atrás. Segundo movimiento. Salto atrás en el tiempo, a la infancia del difunto en el valle del Penderisco. Época: 34

Escritos desde la Sala

respuesta a una angustia inmediata, cotidiana, viva unas puertas más allá de donde habitan quienes narran, en las cercanías de la plaza principal y en todos los extramuros de la población. En el fondo se trata de una sola voz narradora, desdoblada para hacer posible el diálogo. De un lado, la de un hombre viejo, curtido por la vida, desencantado, al cobijo de una sabiduría del corazón y serenidad del espíritu, donde se aceptan el fluir del acontecer humano y de la muerte tal como se dan; del otro, la voz del joven, cuyo mensaje iracundo insufla en la sangre ya tibia de don Luis la duda constante sobre lo existente, la crítica insomne de las conductas y los valores, el no tragar entero nada, el huir de todo adocenamiento, signos que definen el ser del joven, llama de vida que penetra el ser de don Luis por los vasos comunicantes del lenguaje. Esta interpretación es válida, así en la superficie del relato don Luis y el joven foráneo existan como seres autónomos, diferenciados en cuerpo, edad, pasado personal, lugar en la historia narrada.

Tejido. Luego de este segundo movimiento, el relato tejerá su secuencia temporal a saltos entre el presente de don Luis, dueño de la tienda El Paraíso, y el recuerdo de sus conversaciones con el joven foráneo que apareció un día en la tienda para permanecer en su alma con toda su lúcida complejidad contradictoria: “Escribiría lo que sentí cuando enterraron a aquel joven que aprendí a querer y a comprender. Escribiría las razones por las que se metió en mi vida como un veneno del que aún no consigo descifrar el antídoto” (p. 95). Por lo que estas palabras permiten columbrar, y por su realidad latente a lo largo del relato, la voz narradora es bifronte: desde don Luis, habitante de toda la vida del lugar, fluye el pueblo, su materialidad, su historia, su pathos; desde el joven, las preguntas sobre ese pathos y el sentido de la existencia, la vida y la muerte, sus conexiones y discontinuidades, diálogo de sesgo universal, platónico, pero solo hasta cierto punto: las maneras específicas en las que se materializa la muerte en ese lugar de la geografía antioqueña durante un lapso histórico de fechas relativamente precisas, obliga a que la interlocución ocurra con los pies en la tierra, es

Elegida esa perspectiva, y definido un hilo que será en lo esencial el recuento de asesinatos y suicidios cuya catarsis angustiosa se manifiesta en la escritura del libro, la credibilidad de ese rosario macabro se alimentará también de la realidad literaria del pueblo, de sus montañas, lluvias, soles y neblinas, del río; de sus seres simples, de los marginales, también de los postizos (sus falsos arrieros 35

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de desfile, sus “adoratrices intelectuales” de supuestas sangres azules), de su iglesia (muy bien descrita: p. 38 – 40), sus fiestas, artistas, cafés, almacenes, esquinas, vida cotidiana, personalidades disidentes del status quo. Un juego de espejos en el que la eficacia descriptiva y narrativa de lo que acabamos de enumerar, contribuye decisivamente a la consistencia literaria y veracidad histórica de las víctimas (no solo los asesinados por escuadrones de la muerte, claro, los suicidas suman también como víctimas) en esa danza macabra de la muerte que abrazó a esa población del suroeste por los años 1980 – 2000.

despliegue del relato, asistimos al cuerpo central de la historia, que incluye, fuera de lo ya señalado, los eficaces microrrelatos donde se recrean los crímenes y suicidios; la veta autobiográfica del joven forastero “suicida”, vía respuestas de don Luis a las preguntas de Jairo, el acuarelista, picado por la curiosidad que le han creado las consejas que circulan en el pueblo sobre la cercanía que tuvo el tendero con ese muchacho, de vida y muerte extrañas para todos, incluyendo a Tite, conocedor al detalle de por qué y cómo cometieron suicidio todos los que en ese “remedo de ciudad” optaron por abandonarla voluntariamente. En esa reconstrucción, necesariamente parcial, que hace don Luis, versión de la versión original del joven foráneo, nos enteramos al

De la mano de don Luis, filósofo socrático, que se alterna asimétricamente con la tercera persona el 36

Escritos desde la Sala

en el pocillo; para oír las campanas anunciando otra muerte, los responsos, las voces de los amigos, sus canciones y lamentos, los sones de los traganíqueles, las risas de Jaibo, y los silencios, pues el silencio también es cosa de oír.

detalle de los durísimos oficios múltiples que ejerció cuando muchacho para poder sobrevivir desde su llegada al pueblo, en absoluto acordes con su edad, experiencia que le fue escuela paralela sobre las miserias de la condición humana, y que hizo de él un temprano joven iracundo y escéptico; en ese balance, específicamente en la página 128, el tendero, al solidarizarse con la desesperanza, el odio y el descreimiento de su joven confidente sobre el mundo que le ha tocado vivir, padecer es la palabra exacta, explota en un discurso comprensible como personaje, pero que es un momento de debilidad literaria del relato: se abandona el lenguaje narrativo para caer en el de una arenga, innecesaria además: las lacras que resume ese aparte ya han sido mostradas, representadas en los episodios que ya conoce el lector a esas alturas.

Esos apartes descriptivos son fundamentales en dos sentidos, pues lo equilibran: de un lado, le dan realidad literaria al pueblo, lo particularizan, y son a la vez son un chorro de mundo exterior que airea el relato, que representa por eso un descanso para el lector, pues lo sacan de su absorbente corriente reflexiva, del atormentado mundo interior del tendero y el joven “suicida”, para que respire ese esplendor del mundo que cantó Walt Whitman, y que también está ahí, tanto como la muerte. Esa conciencia dividida opera en cada uno de los principales narradores protagonistas de la historia. El joven forastero saber cruzar de la iracundia crítica en la que permanece más tiempo, al otro lado, al hedonismo puro que le permite saborear un vaso de agua como si fuera la más exquisita ambrosía, o celebrar el nacimiento de un hijo como la mejor aurora.

Debemos resaltar otro papel cumplido por el tendero: representa los cinco sentidos para vivir el pueblo: para ver sus calles y palmeras, el parque y sus samanes, los barrios centrales y los arrabales, las tiendas y tabernas, el templo, algún establo, interiores de casas (la de don Luis y la del acuarelista), personajes (la boba Carmela, Jaibo, Borojó, Jorgito, Tite y otros), las montañas con sus soles o neblinas, los árboles con sus follajes, el río y sus corrientes cambiantes ; para oler el mucílago del café infestando las aguas del río, el café tostándose o ya humeante

De igual manera, don Luis cruza de una hora de dolor, de pesadumbre del mundo (hermano en ese momento, sin pensarlo seguramente, del poeta al escribir “Hay días en que somos tan lúgubres/ tan lúgubres/ como la entraña oscura de oscuro pedernal”), a uno de los momentos más logrados y brillantes de todo 37

Escritos desde la Sala


el libro, el canto al río de la página 138, donde es el autor quien sin duda toma el uso de la palabra y hace de su criatura, el tendero, un ventrílocuo. Es un poema en prosa de lirismo elevado y corte contemporáneo, tachonado de imágenes originalísimas, de vibrante compenetración con la naturaleza, que hacen de esta página un texto –y mi sobriedad al elogiar es conocida en el medio– merecedor de ser incluido en una antología de la poesía colombiana cuyo tema fuera el agua. Página que, de paso, compensa al lector del poema en prosa “BUSCÁNDOTE… ¡OH DIOS!” de la página 124, cuya construcción en rima asonante, pero de espaldas a las exigencias métricas del verso (de burladero le sirve la forma en prosa), le da un perfil de texto ingenuo, propio de quien hace poco escribe, versos iniciales sin información sólida sobre preceptiva literaria. Para el lector medianamente informado, el sonsonete de los versos le molesta al oído de igual manera a como lo hace la percepción intelectual inmediata de ese tipo de construcción. Y, sin embargo, es tanta la sinceridad avasalladora de aquella imprecación panfletaria contra Dios, tan cierto el reclamo de su presencia, que el lector termina por ignorar o desdeñar esas limitaciones para agradecer y admirar lo que esencialmente cuenta en esa página: su condición de grito que reclama la cercanía y solidaridad de Dios, su ser de oración verdadera, corazón adentro, en las antípodas del 38 Escritos desde la Sala

para nosotros el acuarelista, y cuya última estrofa dice: “Al menos por hoy no beberé la cicuta. / Ni me haré el harakiri. / Menos ensuciaré las paredes / con mi masa encefálica. / Tampoco correrá la sangre fuera de mis venas. / No hijueputa vida, / conmigo tendrás que forcejear un poco más”. Coherente con lo expresado en estos versos, páginas más adelante (p, 202”) le “escuchamos” otra confidencia: el “suicida” elaboraba un “Manual para un buen suicidio”, cuya primera regla era: “… cero sangre en el sitio del acto”. Y eso que legítimamente podemos llamar ambigüedad ante el suicidio por parte de ese personaje erigido en mito central de la narración, se ve reforzada en muchos apartes, como el que leemos en la página 168: “Aquellas notas escritas con rabia, con odio, hablaban de un ser que pensaba (…) Hablaban de un ser que expresaba hastío por la vida, pero que también quería seguir luchando. Hablaban de un ser humano (…) que aún no quería morirse” (cursivas nuestras).

orar rutinario, mecánico, de dientes para afuera. Hasta su cierre en el capítulo titulado “El último adiós”, el relato se despliega por un cauce en el que se alternan, entrecruzan y mezclan los motivos del joven “suicida” forastero para abandonar la vida, con los episodios donde se cuentan los suicidios y asesinatos cometidos por un grupo de “limpieza social”, uno por uno, con abundancia y vivacidad cinematográfica de detalles. Pero el “suicidio” del forastero (por eso lo escribimos entre comillas), para empezar, es un dato ambiguo desde un punto de vista realista; las consideraciones que lo enmarcan lo pueblan de incertidumbre en cuanto a su veracidad. Esas consideraciones son conocidas por el lector en la forma de poemas manuscritos y rememoraciones hechas por el tendero de opiniones que le confió en distintos momentos, y que tienen como eje la escala de valores que aquél joven le asignaba a la vida y la muerte. Como su apreciación de lo que es plenitud de vida choca tan por completo con la que ofrece aquella ruindad espiritual del pueblo, de la que solo se apartan la lucidez de don Luis y de marginales como Jairo, el acuarelista, y otros, aquel poeta iracundo elige la muerte por voluntad propia. Solo que rechaza toda forma de violencia para hacerlo.

Por eso el suicidio contado es tan extraño, tan prolijamente narrado por don Luis a Jairo (relato en que ocurre una muda de la voz narradora: ya no es el tendero, ese hombre inteligente pero sencillo quien habla, sino el autor a través suyo), porque se trata de un abandono “natural” de la vida, un “dejarse morir” que funda una lectura doble de ese episodio, igualmente válidas las dos, creemos: aceptar que es factible morir así,

Uno de los últimos “papeles” legados al tendero por el “suicida”, es el poema “¡Oh, hijueputa vida, me quedaste grande!” (p. 167), que lee 39

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de un alguien irremediablemente dañado y desgastado joven poeta iracundo, a las de un don Luis ya con poca vida biológica por delante, cansado, y escéptico, pero con la lucidez y rebeldía suficientes para inocular el virus de la resistencia en el artista, más exactamente, para enriquecer y fortalecer la semilla disidente que ya está en él. En este encuentro de destinos, la posta llega finalmente a manos de quien es una fuerza intacta, afirmativa, un canto de alegría (en las páginas finales compra pinceles, colores y bastidores y se dirige cantando a comenzar su tarea cotidiana), un poeta doblado de pintor, desde una hermandad crítica con el suicida, el tendero y otros marginales, fila en la resistencia al aura mediocritas pueblerina, con el precio, los riesgos que es de suponer. El mensaje de esta imagen final es claro: revertir el orden de valores predominante es tarea de generaciones, impone continuidades y complicidades, muchos Jairo a presente y futuro.

sin violencias físicas exteriores, dejarse ir, y que en la superficie de la historia tal muerte fue cierta, veraz; pero también es válido leerla como una muerte simbólica: quien muere es una forma de vida, la del sinsentido, la derrota a manos del culto y predominio de la riqueza material, el hastío, la desesperanza, la amargura sin salida, encarnada en el joven poeta forastero a cuyo sepelio asistimos en la primera página del libro.

Al texto escrito lo acompaña una abundante y espléndida presencia de imágenes dibujadas o bocetadas a lápiz por Jorge Andrés Marín Vásquez, hijo del autor, artista graduado en la Universidad de Antioquia; con maestría y visión personal, nos entrega un complemento gráfico del

Una de las líneas más sutiles construidas a lo largo del libro es el hilo de Ariadna que va y viene entre el muerto y don Luis, y entre ellos dos y Jairo, el acuarelista y pintor de tumbas. En una especie de relevo de postas, la llama de la vida pasa de la parábola 40

Escritos desde la Sala

Parque principal de Ciudad Bolívar.

pueblo, de sus seres y sus cosas, de su geografía física y humana, de los caballistas y los hombres y mujeres de pie en tierra, de los poderosos y los simples, de las víctimas, de sus árboles hermosos, de la iglesia y el cementerio; en suma, de su pathos total, aludido de alguna manera en ese muestrario variopinto.

Jairo Morales Henao. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana. Director del Taller de Escritores de la Biblioteca Pública Piloto desde hace 27 años, del Taller Avanzado en la misma institución y editor de la Revista cultural y bibliográfico Escritos desde la Sala, publicación de la Biblioteca Pública Piloto. Entre sus últimos libros publicados se encuentran: Oficio lector (Ediciones UNAULA, 2014), José Restrepo Jaramillo y la renovación de la narrativa colombiana en el siglo XX (Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2016) y en coautoría con Luz Posada de Greiff Panorama de la carica-

Juvenal Marín Jaramillo. Memorias de un pueblo suicida. Impreso en

tura en Antioquia en el siglo XX (Fondo Editorial Biblioteca Pública Piloto, 2015).

Medellín, febrero de 2019. 41

Escritos desde la Sala


Maestras de escuela Eulalia Hernández Ciro

Una historia de vida contada desde la sensibilidad de una hija que mira el pasado de su madre, las dificultades que superó y sus realizaciones en el magisterio.

C

ada viaje a Sonsón, tierra de la familia materna, después de cruzar Mesopotamia y el Alto de la Frontera, cuando la neblina dejaba ver los imponentes paisajes, quería volver a escuchar la historia que siempre contaba Betty, mi madre. Señalando hacia las montañas, indicaba el camino de ocho horas a pie que tenía que recorrer cada semana para llegar a La Capilla, la escuelita donde tuvo su primer trabajo como maestra de escuela rural finalizando la década de 1970. Ocurría igual en los paseos al valle del río Cauca, cuando miraba hacia La Ciénaga, vereda de San Jerónimo donde continuó su trabajo como maestra en 1980. Aunque también había que subir una montaña, el camino de veinte minutos no era nada comparado con las trochas que le tocó recorrer en Sonsón. Escuchar una y otra vez esas historias era fascinante. Me transportaba a su juventud, a su vida como estudiante y maestra y a la libertad y autonomía que gozaba una joven de 23 años de aquella época, que no pertenecía a las clases medias y altas 42 Escritos desde la Sala

Revista Educación (Secretaría de Educación de Antioquia), 1955. Fotografía de Diego García (Digar).

de las ciudades, sino a una familia campesina de Río Verde, una lejana vereda del oriente antioqueño. Luego, cuando me acerqué a la historia de las mujeres en Occidente y en Colombia, y leí sobre las prohibiciones y conquistas a lo largo del siglo XX, me dí cuenta de la importancia para ella, y para todas nosotras, de ese oficio de maestras de escuela, que permitió a mujeres campesinas –y, a través de ellas, a muchas familias-, acceder a la educación media, ejercer una profesión con condiciones laborales dignas y, en varios casos, ingresar a la universidad.

cotidianas, de mujeres cercanas, comunes y corrientes, como dirían los historiadores sociales. Buscan ser un pequeño aporte y homenaje que valore y sitúe las grandes transformaciones que lograron –y siguen logrando-, muchas mujeres, desde pequeñas acciones. Y, por qué no, hacer contrapeso a la ausencia y los silencios de ellas y nosotras en la historiografía nacional.

La infancia en una escuela rural Una de las imágenes que más resuena en mis recuerdos, es que repitió en cinco ocasiones el grado segundo en la escuelita rural de La Torre, vereda de Río Verde de los Henaos. En la

Hilando estas pistas, las siguientes líneas cuentan historias íntimas, 43

Escritos desde la Sala


década de 1960, la oferta de la educación rural no había variado mucho de lo que fue desde principios del siglo XX: sólo había grados primero y segundo, donde se trabajaban nociones básicas de aritmética, lectura y escritura, religión y, con menos intensidad, geografía, instrucción cívica y urbanidad, educación física y agricultura o labores manuales.1 Tampoco existía preescolar y solo se recibía a los niños a partir de los ocho años.

sin estudios complementarios y con sueldos pírricos que no garantizaban una mínima estabilidad. Los “locales precarios”, “la absoluta escasez de textos escolares”, “la ausencia total de medios didácticos” y la “falta de capacitación del profesorado”, fueron otros de los problemas identificados sobre la educación rural. Al fin, al cumplir los trece años, Betty se fue para el pueblo y entró a tercero de primaria en 1970. Su hermana mayor, con solo 16 años, ya se había casado y los hermanos hombres estaban dedicados al trabajo de la finca. Viviendo en casas de familiares cursó hasta cuarto, pero se aburrió y volvió a la casa de los padres, que para ese momento vivían en La Pradera, vereda cercana al municipio de Nariño. El “destino” que le tocaba hacer allí, cada miércoles, de una a seis de la tarde, era planchar las ropas de toda la casa y de toda la familia, primero con la plancha que se calentaba en el fogón de leña y luego con la que se le echaba adentro el carbón, una innovación que alivianó un poco el duro trabajo.

Antes de cumplir la edad requerida, la aceptaron como “arrimada” a la escuela donde iban su hermana y su hermano mayor. En el transcurso de ese año, aprendió a leer, que era el objetivo de primero. “Cursé por lo menos cinco segundos. Nunca me quedé en la casa”, recuerda. Las profesoras le insistían a Gregorio, su padre, para que la mandara a estudiar al pueblo, que ella era muy inteligente y allí podría terminar la primaria. Tanto así que, en los últimos años, era poco lo nuevo que aprendía y más bien ayudaba a las profesoras a explicarles a sus compañeros. Desde la década de 1950, el informe de la Misión Económica y Humanista liderada por el padre Louis-Joseph Lebret, advertía la precariedad y desigualdad de la educación en Colombia, sobre todo la rural, con casi un 65% de maestros

Con el pasar de los días, amigos y familiares le insistían que siguiera estudiando, que ella era muy inteligente y que no se quedara solo dedicada a los oficios de la casa. Atendió los consejos y llegó a Itagüí, a la escuela María Jesús Mejía cerca de la casa de su abuela materna y allí terminó la primaria. Al finalizar el año, por su buen desempeño académico, teniendo en

1 Cfr. Colombia. Ministerio de Educación Nacional. Decreto 3468 del 21 de noviembre de 1950. Plan de estudios para escuelas urbanas y rurales.

44 Escritos desde la Sala

[Foto 1] Recibiendo el diploma como normalista del IDEM Braulio Mejía, Sonsón, 1978. Álbum fotográfico Familia Ciro Murillo.

de las características era que casi un 80% de la enseñanza normalista era para mujeres que, por lo general, provenían de los sectores populares y de las áreas rurales.

cuenta que cursó el grado quinto en seis meses, pues ingresó en mitad de año, la premiaron con un diccionario, el Pequeño Larousse Ilustrado, que todavía guarda y que sirvió a toda la familia para la consulta.

Respecto a la educación secundaria de la época, las Normales incluían formación pedagógica y un grado avanzado de cultura general. Para la década de 1970, entre el currículo figuraban: religión, urbanidad, historia patria, huerta casera, nociones de salud, higiene, ciencias agropecuarias, matemáticas, geografía, técnicas de laboratorio, deportes, entre otros.

La Normal Después de esos ires y venires, en 1972, con la primaria completa, Betty se quedó definitivamente en el pueblo para presentarse a La Normal. Funcionando con intermitencia desde finales del siglo XIX en varios lugares del país, las Escuelas Normales tenían estudios en periodos de cuatro a seis años y concedían títulos de Maestro de Escuela elemental y Maestro de Escuela Superior. Otra

Por estos años se iniciaba la reforma curricular que creó varias modalidades de bachillerato: académico, comercial, agrícola, industrial y pedagógico. Ser 45

Escritos desde la Sala


maestra bachiller significaba una gran oportunidad para las jovencitas de la época, ya que en vez de ir al convento o casarse a temprana edad, con este título podían salir directamente a trabajar, por lo general en “un buen puesto” como maestras, cosa que no pasaba con las otras modalidades. Adicional a esto, el bachillerato pedagógico significaba cumplir uno de los requisitos para poder presentarse a la Universidad.

significaron un apoyo importante para otras mujeres. Una de las cosas que más recuerda Betty durante su estadía en el pueblo, era la solidaridad, el apoyo y los consejos que recibía de otras mujeres, quienes habían sido sus profesoras de escuela. Incluso, durante la semana vivía y cuidaba la casa de una maestra de escuela rural. Los fines de semana, en vacaciones y en diciembre, trabajaba en El Caravana, el principal almacén de Sonsón, que se caracterizaba por ser el más completo del municipio y estar organizado por secciones de telas, damas, hombres, niños, ferretería. Este trabajo, junto a las clases que daba a algunas de sus compañeros de curso, le permitía sobrevivir y tener cierta autonomía económica e independencia de sus padres.

Así empezó sexto de bachillerato en el IDEM Braulio Mejía, por sus siglas Instituto de Enseñanza Media Diversificada. Vivió en el pueblo con una de sus hermanas menores, que también había llegado de la vereda a completar sus estudios. Su padre, que en ocasiones decía que para qué iban a estudiar las mujeres, tuvo que seguir los sentires de Ana Elvia, su madre, que las apoyaba: “muy bueno que todas pudieran estudiar”, anotaba, refiriéndose a sus cuatro hijas mujeres.

Durante el último año del bachillerato, Betty tenía 21 años, “era de las más viejitas”, junto con otras compañeras, que, por haber venido de las veredas, tenían un poco más de edad del promedio. En ciertas ocasiones, esta madurez les ayudó a cumplir los roles de directoras y maestras en las escuelas primarias anexas, donde realizaban prácticas de enseñanza.

Aunque en primera instancia el oficio de maestras de escuela se convirtió en una alternativa casi exclusiva de educación para los sectores populares, hubo mujeres que desde su formación de maestras abrieron el camino para que muchas otras pudieran optar por formarse en profesiones distintas a la docencia.2 Y no solo abrieron el camino, sino que

En 1978 se graduó con honores. Obtuvo el primer puesto de su promoción y se quedó trabajando en El Caravana en febrero y marzo del año siguiente. Llegó a La Ceja, donde estaba su familia y empezó a averiguar para trabajar en una floristería, cuando a mitad de año recibió la llamada

2 Lozano, M. (2020). Maestras y pioneras: condiciones para el acceso de la mujer a la educación superior en Colombia en la primera mitad del siglo XX. Revista de Antropología y Sociología: VIRAJES, 22(2), 210-222. DOI: 10.17151/rasv.2020.22.2.9. 211

46 Escritos desde la Sala

[Foto 2] Los días en la escuela Gabriel Restrepo, La Ciénaga, San Jerónimo, 1981. Álbum fotográfico Familia Ciro Murillo.

de la jefe de núcleo de Sonsón, ofreciéndole ir a La Capilla como maestra rural, en Río Verde de los Montes, a siete horas de camino.

esas casas de tapia que sirven de descanso a los viajeros y se sentó a reposar. Recuerda que lloró a cántaros hasta quedarse dormida. Sintió la soledad y se dio cuenta de que, en realidad, “eso estaba muy lejos”. Despertó, respiró profundo y siguió hacia su destino. De ahí en delante no emprendía estos caminos sin la radio grabadora Silver modelo RT430, color negro, que funcionaba con pilas y tenía altavoz. Su sonido entretenía las horas y los pasos, y espantaba los ruidos que la asustaban.

La vida como maestra rural Su padre fue el primero en protestar y le dijo que cómo se iba a ir para allá, sola y tan lejos. No hizo caso. Después de vivir sola en el pueblo y trabajar en el almacén, ya no negociaba su autonomía. Viajó a Medellín a hacerse los exámenes médicos de rutina, cerca del Edificio Carré y en el Instituto del Tórax, en el barrio Prado, y el 16 de julio de 1979 inició su camino como maestra de escuela, que se prolongaría por 29 años.

Tremenda sorpresa se llevó cuando no encontró escuela, o mejor, llegó a una escuela que estaba a punto de caerse. Las maestras dormían en la casa cural y enseñaban en la capilla, entre santos y sillas de iglesia, desde el grado primero

Llegó la hora de irse para la vereda, sola por un largo y desconocido camino. Encontró un corredor, de 47

Escritos desde la Sala


serían apenas trochas que tendríamos que empezar a abrir.

No había energía eléctrica. La escuelita era construida por la Federación de Cafeteros y ahí mismo estaba el apartamento para el maestro. Ya no era escuela unitaria, porque había tres maestras. Estaba acompañada de otras dos jóvenes normalistas. Cocinaban en fogón de petróleo y daban serenatas con un grupo de amigos para recoger fondos para la fiesta de los niños, que por lo general eran de disfraces. Así transcurrieron casi 4 años.

[Foto 3]. Fiesta de los niños en la escuela Gabriel Restrepo, La Ciénaga, San Jerónimo, 1982. Álbum fotográfico Familia Ciro Murillo.

a quinto. En esa época tenía salario de primera categoría, unos $5.915 al mes, que ajustaba un poco con bonificaciones: por ser normalista, ocupar el rol de Directora y porque se trataba de escuela unitaria y de difícil acceso. Con esto, el salario subía casi a $14 mil pesos.

quebradas; llegaba hasta el páramo de Sonsón y empezaba a bajar. Buena parte del camino era en escalones de piedra. En algunas ocasiones las familias de sus estudiantes, a mitad de camino, le mandaban una bestia, caballo o yegua, para que pudiera subir. A los nueve meses de ese repetido trayecto, se le hincharon las rodillas y tuvo que pedir reubicación. Exceso de ejercicio fue el diagnóstico.

Cada ocho días, así fuera largo el camino, siguiendo la indicación de sus profesores de la Normal, iba al pueblo: “Vea, Betty. Usted tiene que ir algún día a estudiar en la Universidad. Váyase a trabajar en esa vereda pero no se quede por allá”, le repetían. Y es que era común que las maestras rurales se casaran –por lo general con el más vago de la vereda- no volvían a salir y se quedaban a vivir allá toda la vida.

Hizo las solicitudes de traslado y fue a parar a San Jerónimo, donde había una plaza disponible. Desde el punto conocido como Leticia le mostraron la escuela en el morro, en La Ciénaga. Considerando de dónde venía, le pareció cerquita, aunque a todos los maestros del pueblo les parecía lejísimos. Le impresionaron los precipicios y la carretera hacia Medellín, pero aceptó e inició una nueva etapa allí.

Las largas caminatas pronto hicieron estragos. Tenía que pasar varias 48

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Referencias Entrevista realizada a Betty Ciro Murillo, julio de 2021, La Ceja. Álbum fotográfico de la Familia Ciro Murillo. Colombia. Ministerio de Educación Nacional. Decreto 3468 del 21 de noviembre de 1950. Plan de estudios para escuelas urbanas y rurales. Gómez Marín, Omar, Sergio Gómez Restrepo, Idilio Urrego Giraldo. La educación en Colombia en el siglo XX. 1900-1980 Tesis de grado presentada para optar al título de magíster en educación. Universidad de Antioquia, Facultad de Educación, 1982.

Llegaron noticias de la Universidad de Antioquia, ofreciendo el programa de licenciaturas a distancia. La oportunidad esperada. Estudiando en las noches a la luz de la vela, viajando cada quince días a Santa Fé de Antioquia y en vacaciones en Medellín a cursos intensivos, Betty inició Licenciatura en Matemáticas, carrera que dejó luego para estudiar Comunicación-Social y Periodismo, y que significó su ingreso a la Universidad.

Lozano, M. (2020). Maestras y pioneras: condiciones para el acceso de la mujer a la educación superior en Colombia en la primera mitad del siglo XX. Revista de Antropología y Sociología: VIRAJES, 22(2), 210222. DOI: 10.17151/rasv.2020.22.2.9 Eulalia Hernández Ciro, Medellín, 1986. Historiadora y Doctora en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

***

Magíster en Estudios Socioespaciales, Uni-

Más allá de una inspiradora historia familiar, que nos recuerda nuestras raíces y vínculos con la tierra, escribo estas líneas porque en el camino he ido encontrando muchos hijos de maestras de escuela, hijos de familias campesinas y clases populares y medias que accedieron a la educación superior y a otros horizontes de vida. Sin ellas, las maestras de escuela, esas sendas que fueron abriendo y esos puentes que construyeron,

versidad de Antioquia. Profesora Investigadora del Instituto de Estudios Regionales INER de la Universidad de Antioquia. Coautora del libro Palabras de amor en fragmen-

tos de papel. De la escritura y los relatos populares en el Archivo Histórico Judicial de Medellín 1900 – 1950. Y de las cartillas Patrimonio vivo de Frontino. Inventario de las expresiones del patrimonio cultural inmaterial, Mucha tela que cortar. Memorias e historias desde los barrios de Robledo, y Arte, piel de barrio. Memorias artísticas y culturales desde las calles y esquinas del noroccidente de Medellín: 1970 – 2012.

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Tomás Carrasquilla y su universo sonoro, inspiradores de esta trascendental aventura musical.

Simón el mago y San Antoñito, dos cuentos de don Tomás Carrasquilla, musicalizados por Gustavo Yepes Luis Carlos Rodríguez Álvarez

¿Cómo musicalizar a un escritor que ha logrado crear un mundo sonoro en su obra? Aquí la explicación de ese proceso y un reto final.

“Muchos pueden emplear las palabras, por lo menos la mayoría; pero la música es patrimonio de Carrasquilla”. (Kurt L. Levy, Vida y obra de Tomás Carrasquilla) “Las páginas de Tomás Carrasquilla contienen un inmenso mundo sonoro donde la percepción auditiva cumple un papel privilegiado a través de la música, los sonidos de la vida rural y urbana, el silencio, el talento y la sensibilidad musical y las voces de sus personajes. Todos y cada uno de estos aspectos se constituyen en un verdadero elemento axiológico en la producción del autor”. (Beatriz E. Aguirre, El mundo sonoro en Tomás Carrasquilla)

50 Escritos desde la Sala

Programa de mano

de Danza Folclórica Cosecheros de Antioquia—, entre junio y agosto de 2008, bajo los auspicios de esa Caja de Compensación.

1 Hace 13 años, por invitación de Comfenalco Antioquia, escribimos un texto en cinco partes, como aproximación al fenómeno musical y sonoro en la obra literaria de don Tomás Carrasquilla (Santo Domingo, 17 de enero de 1858 – Medellín, 19 de diciembre de 1940), el más destacado escritor antioqueño, con ocasión de conmemorarse 140 años de su nacimiento. Dicho texto sirvió de base para la tertulia y audición musical —junto a los Maestros Argiro Ochoa y Gustavo Yepes—, con la cual se clausuró la exposición “Carrasquilla, Cosmopolita de Montaña” en la Biblioteca Héctor González Mejía, y la charla y presentación “Bailando con Carrasquilla” —con el Grupo

Para hacer un juego de palabras que tal vez a él mismo le hubiera encantado, ese texto se llamó La música de Carrasca, recordando el sobrenombre (Fray Tomás de la Carrasca, “Licenciado en Licencias”) con el cual mencionó León de Greiff—en su fabuloso Relato de los oficios y mesteres de Beremundo—, al más grande novelista, cuentista, cronista y crítico literario nuestro, reputado hoy como gran maestro del realismo hispanoamericano. En el último capítulo de dicho trabajo nuestro, dedicado a la música que se ha escrito para su obra, ya superada la humanidad de don 51

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Christoph Pepusch con texto de John Gay (siglo XVIII), a escribir la ópera Documentos del infierno con libretos de Enrique Buenaventura y Mario Yepes, y a reorquestar la ópera Rita, de Gaetano Donizetti. Y en el ámbito de la música incidental para teatro y lectura, ha escrito para Macbeth, de William Shakespeare, El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, y Simón el Mago y San Antoñito, de Tomás Carrasquilla.

El Maestro Gustavo Yepes, quien decidió musicalizar a Carrasquilla, un escritor que ha creado un mundo sonoro en su obra.

Tomás, se mencionan dos trabajos específicos. En primer lugar, la obra incidental creada por el maestro caucano Luis Carlos Espinosa Fernández (1918-1992) para un pequeño ensamble vocal-instrumental, acompañando en escena la versión teatral que el dramaturgo caleño Enrique Buenaventura (1925-2003) hizo en 1958 como adaptación del cuento En la diestra de Dios Padre, quizás el más conocido de Carrasquilla. Y, en segundo término, la música orquestal, una especie de díptico sinfónico de 75 minutos, a la manera de comentarios-interludios, que en ese año de 2008 escribió el maestro Gustavo Yepes para la recitación de textos abreviados de los cuentos Simón el Mago y San Antoñito. Esta es, precisamente, la obra que presentamos y comentamos en el presente artículo, guiados por el propio compositor.

2

Para orientarnos sobre la partitura que nos ocupa, dice el propio compositor en las Notas al Programa del concierto de estreno:

El maestro antioqueño Gustavo Adolfo Yepes Londoño (Yarumal, 1945), director de orquesta, pianista, musicólogo, investigador, teórico, docente y compositor, es uno de los nombres más reconocidos en nuestro entorno musical actual. Su obra y legado —cerca de veinte libros de teoría y análisis, artículos musicológicos y una obra que abarca casi todos los géneros (orquestal, de cámara, piano, coro, vocal y ópera)—, por los que ha recibido condecoraciones, reconocimientos y homenajes, hacen de Yepes Londoño uno de los músicos más importantes de la historia del país.

“La infancia que recuerdo está ligada a memorias de campo, de esta ciudad de Medellín, de la familia, de la vieja casa de la Avenida de la República, al frente de la placita de Zea y, muy señaladamente, ya trasladados al barrio de San Joaquín, de las lecturas en la biblioteca de mi abuela materna, en donde conocí tantas buenas obras literarias de grandes maestros de la novela, el cuento y la poesía. Y, como antioqueño, decía ella que no podía uno dejar de lado a Don Tomás Carrasquilla, cuyos cuentos leí de un tirón, uno tras otro, seguidos por los comentarios que ella hacía sobre la narración, sobre el lenguaje y sobre la fértil imaginación del autor.

Su experiencia en el campo escénico musical, lo ha llevado a orquestar The Beggar’s Opera (La ópera del Mendigo) de Johann

“Por ello, cuando Ofelia Luz de Villa me propuso componer música incidental para dos cuentos de Carrasquilla, con destino a estreno

52 Escritos desde la Sala

por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Antioquia, mi entusiasmo se suscitó de inmediato y el trabajo comenzó esa misma noche. La estructura unificada final de cada una de las obras se da mediante un diálogo literario-musical entre la lectura del cuento y los comentarios orquestales sobre los personajes y los hechos de la narración. Decidí recortar los textos originales porque, si así no se hubiera hecho, y debiendo insertar lo musical, la duración final de la ejecución habría rebasado las proporciones del género cuento. Sin embargo, vale aclarar que todas las frases que quedaron en el libreto resumido son íntegramente de Carrasquilla y que la ilación y el argumento no sufrieron menoscabo, hasta donde mis luces alcanzan a apreciar. “Mi intención compositiva se movió alrededor de un criterio evocativo de cierto nacionalismo e incluso regionalismo, implícito más que explícito, pero idealmente dirigido a un público universal, como tan cumplidamente lo logra nuestro gran escritor, sin pretender este modesto compositor comparársele, sino más bien atreverse a andar bajo su ilustre sombra. El oyente avisado notará algunas citas musicales no rigurosas, provenientes de fuentes tan diversas como el canto llano (gregoriano), el repertorio renacentista, un atisbo temático de un viejo tango y algunos ritmos característicos de los aires andinos colombianos, no temas específicos, primordialmente como paráfrasis libres. 53

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Si la música logra acompañar dignamente estos dos admirados cuentos de Don Tomás, el compositor estará muy contento del trabajo realizado”.

textos por el maestro Mario Yepes Londoño, hermano del compositor, y grabada en vivo en el Teatro Metropolitano de Medellín, por el Ingeniero de Sonido Luis Jaime Ángel. La música escrita está dividida en dos partes—como debe suponerse—, cada una para un cuento. Para la lectura o recitación del cuento Simón El Mago, la parte correspondiente está integrada por 21 fragmentos breves, interludios-comentarios o “temas”, así: Preludio (Obertura), Tema de las palizas, Tema 1 de Frutos, Tema del caballito, Tema del tiple, Tema de tambor y de cometa, Tema caballeresco altomedieval, Tema 2 de Frutos: Canción, Tema 3 de Frutos: Rabiosa, Tema 3 de Frutos: Variación, Tema de brujas, Tema de Mariana, Tema de brujas: Variación 1, Tema de las palizas: Variación 1, Tema de brujas: Variación 2, Tema de brujas y de vuelo, Tema de las palizas: Variación 2, Tema 3 de Frutos: Variación, Tema de brujas y de vuelo: Variación, Tema de brujas, acelerado y Postludio (Epílogo).

3 Sobre Simón el Mago se recuerda que fue el primer cuento que escribió Carrasquilla, para cumplir con los requisitos de ingreso a la tertulia cultural “El Casino Literario”, por invitación de su director, Carlos Eugenio Restrepo Restrepo —el famoso Carlosé—, después primer mandatario de la nación, entre 1910 y 1914. Bajo el seudónimo de “Carlos Malaquita”, Simón el mago apareció en 1890 en el libro El casino literario: aniversario tercero de la Sociedad de este nombre—en Medellín, publicado en la Imprenta de El Espectador—. El segundo texto, San Antoñito, apareció por vez primera en enero de 1899, en el número 14 de la revista antioqueña El Montañés. Se trata de otro de los cuentos más conocidos, divulgados y estudiados de Carrasquilla.

El maestro Yepes, en entrevista al autor de estas líneas, describe su obra así:

4

El primer trabajo fue literario; es decir, buscar, escoger, “entretomar” del texto lo esencial, los apartes más importantes, de manera que no se desbaratara el cuento. Fue una labor muy cuidadosa para llegar a un texto más corto del cuento original. Lo segundo fue pensar el Preludio

La obra musical titulada Dos cuentos de Don Tomás Carrasquilla: Simón el Mago y San Antoñito, se estrenó el 15 de junio de 2008, interpretada por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Antioquia, bajo la dirección de Paul Henry Fischler, con lectura de los 54

Escritos desde la Sala

Carátula de la grabación documental de estreno.

de cada una de las dos obras. En realidad, no son muy largos, por lo que la palabra Overtura les quedaría un poquito grande. El Preludio debe recoger lo esencial del argumento, de manera que la música que imaginé para los diferentes momentos de toda la narración fue parte esencial en el Preludio, de manera que sea un resumen musical de la interpretación de los textos. Y luego, en cada una de las partes, la música trata de pintar el asunto. En los dos cuentos, algunos temas musicales anuncian o preceden la lectura de los fragmentos literarios, como una especie de preparación, y en otras los comentan posteriormente,

a manera de resumen o cierre. Por Ejemplo, en Simón el mago, después del Preludio, en el Tema de las palizas, se describen los golpes. En el Tema 1 de Frutos, se debe saber quién era Frutos, esa esclava negra, grandota, gorda, y se trata de describirla con su ancestro africano. En el Tema del caballito se imagina uno un caballito de madera, un juguete, con una música infantil. Para el Tema del tiple metimos un tiple colombiano en la orquestación, pues no había manera de pintarlo con otro instrumento. El Tema de tambor y de cometa, también un poco infantil, pero tratando al mismo tiempo de pintar la cometa 55

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de Damiancito, Tema de las Señoras Del Pino, Tema de Candelaria, Tema piadoso, Tema del cigarro, Tema sagrado variado, Temas de Damián y de Candelaria en contrapunto y Postludio (Epílogo).

misma y su vuelo. Cuando habla de ese Tema caballeresco altomedieval, se recuerda un poco la música de ese período pre-renacentista. El Tema 2 de Frutos es una Canción, por lo que se mete también la marimba de chonta en la orquestación, porque, así como el tiple es para los paisas, la marimba es para la negra Frutos, como lo pensamos folclóricamente. En el Tema 3 de Frutos: Rabiosa, se toma el mismo tema de ella, pero variado, con índole colérico. Viene después el Tema 3 de Frutos con otra Variación; es decir, ese tema va siempre ligado a ella, pero con un cambio cada vez, lo mismo que el Tema de brujas. El Tema de Mariana, pinta a la santurrona, medio religioso. Siguen después, sucesivamente, el Tema de brujas con una Variación, el Tema de las palizas con su Variación, el Tema de brujas con otra Variación, el Tema de brujas y de vuelo, el Tema de las palizas con otra Variación, el Tema 3 de Frutos con una nueva Variación, el Tema de brujas y de vuelo con otra Variación, y el Tema de brujas, acelerado, porque ya para el final, con el Postludio (Epílogo), se pinta de nuevo un pequeño resumen de todo lo anterior, con don Calixto Muñetón en la parte de reflexión, después del juego.

Describe el maestro Gustavo Yepes así su pieza orquestal:

San Antoñito es lo mismo. Se inicia con un Preludio —ya uno se imagina el Seminario de Medellín, que era un pequeño pueblo, la Semana Santa, las señoras Del Pino— en el que se recogen los temas en una pieza coherente. Vienen después los Temas de Aguedita Paz y de Damiancito, que son musicalmente contrastantes. El Tema del bazar, que también es festivo y donde entra a funcionar otra vez el tiple. Luego, en sucesión, una Variación del Tema de Damiancito. El Tema de las Señoras Del Pino es una melodía más bien “urbana” que “campesina”, a pesar de que Medellín era muy chiquita en esa época. El Tema de Candelaria, que es otro de los personajes interesantes. El Tema piadoso, que es música religiosa. El Tema del cigarro, medio festivo también. Después, el Tema sagrado variado, y los Temas de Damián y de Candelaria en contrapunto, es decir al mismo tiempo, haciendo una buena coherencia, como preparando el escape, finalizando con el Postludio (Epílogo).

Y los comentarios-interludios para el cuento San Antoñito reúnen 12 fragmentos, interpretados en el siguiente orden: Preludio (Obertura),Tema de Aguedita, Tema de Damiancito,

Imagen 5: Contracarátula de la grabación documental del estreno

Londoño, a manera de homenaje al gran escritor antioqueño Tomás Carrasquilla, poniendo en música dos de sus cuentos más conocidos.

Luis Carlos Rodríguez Álvarez, médico de la Universidad de Antioquia. Magíster en historia de la Universidad de Colombia. Doctor en artes de la Universidad de Antioquia. Profesor de cátedra de la Universidad de Antioquia, ocasional de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de Bellas Artes y Ciencias de Cartagena de Indias. Investigador incansable de la música, Premio Vida y Obra 2013 otorgado por el Ministerio de Cultura y autor de libros como Antología–Gonzalo Vidal (Medellín: Secretaría de Educación Municipal, 1997); Músicas para una región y una ciudad: Antioquia y Medellín, 1810–1865. Aproximaciones a algunos momentos y personajes (Medellín: Instituto para el Desarrollo de Antioquia, 2007), entre otros.

Queda en el tintero otra respetuosa pero muy ambiciosa propuesta nuestra al maestro Yepes: escribir una ópera sobre La Marquesa de Yolombó, la gran novela de Carrasquilla. Nadie mejor que él para hacerlo.

Esta es, pues, una reseña de la obra escrita por el maestro Gustavo Yepes

Tema del bazar, Variación del Tema 56

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ba de que mi viaje fuera el fruto de un justo resentimiento; y por lo mismo, pintome mi empresa como una calaverada y me prometió una pronta reparación de mi fortuna, con la única condición de que fuera un poco más moderado. Titubeé por algunos momentos. Pero ya había dicho que me expatriaba”.

Greiff Pomp, hijo de Juan Luis Bogislao von Greiff y de Margarita Pomp.

Fondos León y Otto De Greiff de la Biblioteca Pública Piloto De Medellín Ilse De Greiff

El itinerario de una familia de origen extranjero que desde su llegada al país marcó nuestra historia y continúa incidiendo en ella desde su legado cultural.

B

uena parte de las bibliotecas y discotecas de los hermanos León y Otto de Greiff reposan en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, mediante donación de Astrid, Boris, Hjalmar y Axel, hijos del poeta León de Greiff, y del legado que la suscrita, Ilse de Greiff, hija de Otto de Greiff, hizo de la gran mayoría de libros, discos de acetato, programas de mano, mapas, condecoraciones, diplomas, la máscara mortuoria y demás tesoros, así como la antigua máquina de escribir Underwood donde Otto de Greiff escribió sus artículos de comentarios musicales por más de setenta años, y que curiosamente heredó de su padre Luis de Greiff Obregón. Por lo anterior, quiero presentar una breve historia de los orígenes de los De Greiff en Antioquia.

De Suecia a la Nueva Granada Todo comenzó el 1° de enero de 1793. En pleno invierno escandinavo, en Abiyund, provincia de Westmanland, Reino de Suecia, nació el niño Carlos Segismundo Fromholt von 58 Escritos desde la Sala

El 7 de agosto de 1825 el joven Carlos Segismundo, estratega militar y realizador de trabajos geodésicos, fuera de otras diversas actividades en su tierra sueca, contrajo matrimonio con su compatriota Luisa Petronila Faxe, nacida en 1797, hija del obispo de Lund Guillermo Faxe. Un mes después, el 6 de septiembre, Carlos Segismundo aceptó el nombramiento por dos años como ingeniero de las empresas B. A. Goldsmith & Cía. en un lejano país suramericano que recientemente, en 1810, había declarado su independencia de España y que gracias al libertador Simón Bolívar se había consolidado como república en 1819. Se trataba de la Nueva Granada, hoy Colombia.

Odisea hacia Suramérica Entonces, para disfrutar de su luna de miel, y contrariando la voluntad de los padres de ambos, Carlos Segismundo y Luisa Petronila emprendieron la odisea a ese desconocido paraje de Suramérica desplazándose por medios terrestres y por barco, y alejándose de su terruño nórdico, dispuestos a adentrarse en el trópico en una aventura que duraría supuestamente los dos años acordados.

Así lo explica Carlos Segismundo:

Pero al llegar a tierra antioqueña en 1826, con todas las peripecias que debió significar este traslado desde cercanías del círculo polar ártico hasta un sector de la zona ecuatorial donde no rigen las estaciones, sino la eterna primavera, se encontraron con un contratiempo imprevisto que les cambió la vida en forma definitiva: la empresa minera Goldsmith, con sede en Medellín, a la cual se iba a vincular Carlos Segismundo, había quebrado y su gerente se había suicidado.

“Me determiné a aceptar en el momento; y mi esposa, que presentía como yo los muchos lances desagradables a que me exponía quedándome en Suecia, se decidió a venir conmigo y me ayudó a decidir a mi padre y a mi suegro, quienes de ninguna manera querían consentir en tal viaje. (…) Fui a la capital y pedí al Rey personalmente mi licencia sin condición alguna; me la concedió por el tiempo que quisiera. (…) Tuve una entrevista con el Príncipe, el cual no duda-

¿Regresar a Suecia y aguantar la cantaleta de padres y suegros? 59

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“No dejo de reflexionar muchas veces sobre mi suerte, -dice Carlos Segismundo- y después de haber peleado con ella toda mi vida, me creía superior a cualquier cambio, con la sola condición de ser independiente hasta el grado que pudiera obtenerse; me he engañado demasiado. Salí de mi país por resentimientos que no eran bien fundados; dejé una carrera que por mi afición a ella, más pronto o más tarde, habría colmado mis deseos; me consideraba humillado cuando no lo estaba, y cambié una medianía honrosa por el acaso, rehusando todos los recursos que yo mismo no pudiera proporcionarme. Mi único objetivo fue demostrar que no necesitaba de nadie, y la suerte me ha hecho dependiente exclusivo de cuanto me rodea. Sin embargo, me siento capaz de sufrir todo lo que ocurra, con la mayor resignación, siempre que no sea en perjuicio de mi esposa y de mis hijos”.

Alemania, forzó alianzas con los principados y ducados de las orillas del Báltico e incorporó los ejércitos de esos señores a los suyos. Su intención era la de ensanchar el poderío sueco”. Así, palabras más, palabras menos, el apellido Von Greiff echó raíces en Suecia y se consolidó como parte de la nobleza sueca en 1717, según consta en el escudo familiar y en la Casa de la Realeza sueca.

Cuatro ramas de la familia De Greiff Carlos Segismundo y Luisa Petronila nunca regresaron a Suecia. Conformaron el tronco fundador de la familia De Greiff en Colombia, y sus restos reposan en tierra antioqueña. Cuatro fueron los hijos colombianos, más exactamente antioqueños, que engendraron Carlos Segismundo y Luisa Petronila, de apellido De Greiff, como lo tradujo Carlos Segismundo. Cuatro ramas de la familia De Greiff. Los cuatro hijos antioqueños de Carlos Segismundo y Luisa Petronila fueron Luis, nacido en Medellín, quien se trasladó a Suecia donde se casó y tuvo dos hijas que no dejaron descendencia. El segundo Jaime, y el tercero Óscar, nacidos en Rionegro, se casaron con las hermanas Dolores y Cecilia Obregón respectivamente, hijas del expresidente Francisco Antonio Obregón Muñoz. El cuarto hijo fue Napoleón, nacido en Anorí. Los cuatro viajaron a Suecia, pero regresaron a su patria, Colombia, excepto Luis, el mayor.

Los orígenes del apellido Von Greiff El apellido Von Greiff, traducido a De Greiff por el propio Carlos Segismundo, es oriundo de Silesia y Pomerania, regiones de Alemania que hoy pertenecen a Polonia. El más antiguo antepasado del que se tenga noticia fue Ernesto Bogislao von Greiff, coronel de la corte del duque de Pomerania. Según comenta Jorge Arias de Greiff, “en 1630 Gustavo II Adolfo, el rey de Suecia, ocupó el norte de 60

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Otto escribiendo sus artículos de comentarios musicales, labor que ejerció por más de 70 años.

El senador Luis de Greiff Obregón, gran amigo y copartidario del General Rafael Reyes, como consta en su libro “Semblanzas y comentarios”, fue padre, entre otros, de los connotados hermanos León y Otto de Greiff.

Algunos de sus miembros más representativos La familia De Greiff conformada por las tres ramas colombianas ha dado origen a ilustres descendientes cuya mención abarcaría varias páginas. Presentamos excusas por las inevitables e involuntarias omisiones, pero queremos recordar aquí a algunos de sus miembros más representativos.

Antes de centrarnos en estos dos hermanos, posiblemente los más conocidos de la familia De Greiff, recordemos un poco aleatoriamente a otros representantes como son la filántropa Luz Castro de Gutiérrez, cuyo nombre lleva un hospital de Medellín, su hijo el exministro de Hacienda Édgar Gutiérrez Castro, el primer Fiscal de la Nación Gustavo de Greiff Restrepo -descendiente de la rama de Jaime- su hija, la exministra de Justicia Mónica de Greiff, el galerista Carlos Alberto González, de la rama de Napoleón, y tantos otros.

A la memoria surgen caprichosamente dos de los ocho hijos de Óscar, como son el médico Carlos y el senador Luis de Greiff Obregón. En Medellín existe la Avenida De Greiff, así denominada en memoria del doctor Carlos de Greiff, quien operó a corazón abierto a un herido, retirándole el puñal lentamente, de acuerdo con los latidos del corazón: diástole, sístole, diástole… 61

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Volviendo a la rama de Óscar, la más abundante de la familia, recordemos al respetable matemático Luis de Greiff Bravo, a la bibliotecóloga e historiadora Luz Posada de Greiff, de muy destacada labor en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, al exministro Alberto Mendoza Hoyos, al astrónomo Gabriel Jaime Gómez Cárder y al ingeniero Carlos de Greiff Moreno, principal organizador en 1993 del encuentro de la familia De Greiff en las afueras de Bogotá, al cumplirse doscientos años del nacimiento de Carlos Segismundo. El segundo encuentro fue organizado por la rama de Greiff Zapata en la hacienda Fizebad, cerca de Medellín, en 1996, y el tercero por Gustavo Arias de Greiff y Cecilia Restrepo en el recinto de Quirama de Rionegro, en el año 2013.

plena lucidez: Jorge Arias de Greiff, ingeniero, director del Observatorio Astronómico, miembro de las academias de ciencias y de historia, conocedor profundo de Bach, Wagner y de la ópera, nunca ha dejado de ser niño ni ha perdido su exquisito sentido del humor. Es el padre del biólogo y periodista Eduardo y del arquitecto Guillermo Arias Villa. El hijo menor de Leticia es el ingeniero Gustavo Arias de Greiff, especialista en trenes y aviones, pintor y otro de los investigadores sobre la familia. Inventó el código para clasificar a los De Greiff según su generación y orden.

León y Otto de Greiff Soy consciente de que obro con parcialidad al destacar en este acercamiento a dos de los hijos de Luis de Greiff Obregón, uno de los nietos de Carlos Segismundo y Luisa Petronila, que ocupó el séptimo lugar de los ocho vástagos de Óscar y Cecilia. Me refiero al poeta León de Greiff y a mi padre, Otto de Greiff.

De los hijos de León de Greiff De aquí se resaltan al maestro internacional de ajedrez Boris y al musicólogo Hjalmar, creador del Centro de Documentación Musical del Ministerio de Cultura, Jefe de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional y Director de la Radio Nacional de Colombia, entre otros. Desde el fallecimiento de su padre León, se ha dedicado a la recopilación y organización de la magna obra del poeta.

León de Greiff Haeusler (18951976) es conocido en todo el país y en el exterior como uno de los poetas más grandes y atípicos de la lengua castellana. Su vasta obra poética refleja su enorme cultura universal, su capacidad de crear arcaísmos y neologismos, sus ricas referencias musicales, su evocación del pasado tanto nórdico como antioqueño, su fino e irónico humor.

Leticia de Greiff de Arias, hermana de León y Otto, es la madre de otro ilustre personaje de la familia, que este año cumplió 99 años en

Otto de Greiff (1903-1995), “además de la relación de parentesco, 62

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Perteneciente a Otto de Greiff, esta Underwood reposa actualmente en la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto.

para mí Otto de Greiff es el hombre universal. Recuerda esas figuras del Renacimiento como Leonardo da Vinci, en quienes se aúnan el rigor científico, la sensibilidad artística y un profundo sentido humanista y democrático. Difícilmente se encuentran en una misma persona, como ha sucedido con Otto de Greiff, al matemático que recuerda los números telefónicos o las placas de carros por ser múltiplos o raíces de determinadas cifras altamente trajinadas en largos años de docencia, al naturalista que reconoce con facilidad el género y orden de flores y frutas, al lingüista que sufre cuando se maltrata el idioma de Cervantes (…), al juguetón muchacho pendiente de los resultados de los campeonatos de fútbol o de ajedrez, al poeta clandestino que tras de sus

ancestros profundamente europeos presiente en su inspiración ignoradas raíces incaicas, al riguroso literato que igual incursiona en el mundo americano de Rubén Darío como en los Lieder alemanes, el parnaso francés, Goethe, Heine Schiller o cualquiera de los clásicos universales, muchos de los cuales ha vertido al español respetando el sentido original y el ritmo musical de la lengua primigenia, al esteta que se emociona ante el Foro romano, la vetusta ciudad de Praga, las campiñas de Escocia o el frío paisaje de su Suecia ancestral, al músico que sin componer una nota, vibra y aúna la sensibilidad estética con el conocimiento racional de la música erudita desde sus comienzos hasta las más frescas producciones contemporáneas, sin dejar de lado 63

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que realiza seminarios sobre música. Asimismo hemos publicado algunas traducciones poéticas y recopilaciones de sus artículos de prensa.

El libro de Matilde, poemas de León para su esposa. Se conserva en la Sala Antioquia.

Ilse De Greiff, Bogotá. Hija de Otto de Greiff y Noemí Aguirre. Filósofa de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Cofundadora, junto con su esposo Alfredo Perea, de la Corporación Cultural Otto de Greiff. Publicaciones: Un mundo dentro del mundo (biografía de Juan Sebastián Bach), editorial Panamericana. Ensayos, prólogos, semblanzas y recopilaciones publicados en diferentes medios, entre otros: “El gusto en filosofía: absolutismo versus tolerancia”, “Hacia la mayoría de edad”, “Prólogo a La canción del viejo Marino, de Coleridge, en traducción de Otto de Greiff, El Áncora Editores”, “Semblanza biográfica de Guillermo Abadía Morales para el Premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura”, “Recopilación de poemas de Otto de Greiff, publicada por la Editorial de la Universidad de Antioquia”.

Volviendo a León de Greiff, el embajador de Colombia en Suecia Leopoldo Borda Roldán lo nombró a mediados del siglo pasado Agregado Cultural, teniendo en cuenta su origen sueco. León de Greiff viajó con sus hijos, y el menor de ellos, Áxel, se quedó en Suecia, se casó y fundó una nueva familia De Greiff en Suecia, orgullosa de sus ancestros antioqueños.

Ilse de Greiff el engolosinamiento por la creación anónima que conforma el folklore musical de todo el orbe, al gomoso coleccionista de autógrafos de grandes músicos e intérpretes (…) y finalmente al humanista y demócrata, marcado por la sencillez y modestia que sólo los grandes hombres poseen a cabalidad, el hombre nacido a comienzos del siglo XX, pero con un sentido de justicia, democracia y servicio a sus congéneres, que son modelo para las nuevas generaciones del siglo XXI”.

la Radio Nacional de Colombia y realizador de la serie radial Historia Ilustrada de la Música y de otros programas de radio, fue un poeta clandestino que prefirió mantenerse al margen ante la figura de su hermano mayor, León de Greiff. Una vez fallecido mi padre, me propuse recopilar su obra poética, y gracias a la gestión de Luis Carlos Rodríguez Álvarez, “embajador de Otto de Greiff en Antioquia”, como lo denominaba Boris de Greiff, la editorial de la Universidad de Antioquia publicó en el 2001 la antología ”Grafismos del Grifo Grumete”. El lanzamiento tuvo lugar en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

Para continuar con su memoria Es el recuerdo, a grandes rasgos, de mi padre Otto de Greiff, que escribí cuando cumplió noventa años. Poeta, traductor, comentarista musical por más de setenta años, fundador con su hermano León de Greiff de

Tataranieta de Carlos Segismundo de Greiff y Luisa Petronila Faxe.

Bibliografía: Arias de Greiff, Jorge. A los dos siglos del nacimiento de Carlos Segismundo von Greiff. Separata del “Boletín de Historia y Antigüedades” N° 792, Bogotá, 1996. De Greiff, Ilse. Otto de Greiff, un espíritu renacentista. Artículo del Boletín de Programas de la Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, 1993. De Greiff Bravo, Luis. Documentos Biográficos Relativos a Carlos S. de Greiff y sus Hijos. Ed Bedout, Medellín, 1955.

Para continuar con su memoria, mi esposo Alfredo Perea y yo, creamos la Corporación Cultural Otto de Greiff, 64

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E

n esta entrega, como en anteriores, la revista ofrece a sus lectores una muestra de poesía de diversos autores antioqueños, poetas del pasado y el presente, consagrados o con obra en pleno proceso, exitosos o marginales, olvidados o vigentes, en el entendimiento de que lo que cuenta es su condición de voces sinceras, eficaces, auténticas, sus valores de perennidad.

Poesía

Por eso en el presente número, concebido en calidad de homenaje In Memoriam a ese renovador de la poesía colombiana y del lenguaje en lengua castellana que fue Jaime Jaramillo Escobar, le hacen compañía a una pequeña muestra de sus poemas, algunos de Elkin Obregón, cuya memoria motiva también el carácter de esta edición y quien cultivó el oficio poético con igual felicidad que otros en su sobresaliente parábola vital de hacedor múltiple de cultura. Al lado de ellos incluímos a Lucía Estrada y César Herrera, con libros publicados y una convincente obra en proceso que además ha tenido eco en medios nacionales y del exterior. También, la filiación contemporánea de su oficio poético inicial en la escritura de Jorge Iván Agudelo, y finalmente a Héctor Fagot, poeta panadero fallecido recientemente, de quien la convincente fuerza y sinceridad de sus imágenes hace patente la superación de su dolorosa marginalidad existencial.

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“Coda En sus bellos cuentos de Navidad, Charles Dickens nos entrega el sabor y el olor de su Londres del siglo XIX. Yo, que estoy leyendo a Jaime Jaramillo Escobar, quisiera leer un cuento suyo sobre la Navidad, con olor al suroeste antioqueño, a su río Cauca, a sus pastizales de Yaraguá (los de Jaime). Qué linda historia le saldría, a este yerbatero que no vende nada, ni siquiera belleza, porque la regala”.

los echó desnudos sobre el tapiz, a los pies de mi cama, y cohabitó con ellos al borde de mi fiebre. Después yo tuve que ponerme a pelear con la Muerte, hasta

que se estuviera callada. –Mala Muerte, mala Muerte:

Elkin Obregón.

si te preño siete veces, puedo preñarte las nueve.

Afrenta de la muerte Jaime Jaramillo Escobar (X-504)

El día que llegué al puerto para tomar posesión del barco en

que habría de dar la vuelta al mundo,

la Muerte, con su pañuelo rojo atado al brazo,

La Muerte, acompañada de sus seis hijos… Evangelio de Bartolomé. (Recensión copta)

quiso echarme al mar por la pasarela, y tuve que darle una patada en la boca. Pero ella me esperaba siempre en los cuatro puntos cardinales acompañada de sus seis hijos, de los cuales tres son débiles

He aquí que de repente aparece la Muerte acompañada de

sus seis hijos,

de los cuales tres son varones y tres son hembras. Yo la miro fijamente y la escupo a la cara, y ella me lanza una palabrota por debajo de su manto raído. –Mala Muerte, mala Muerte: si yo te preñé seis veces te puedo preñar las siete. Cuando yo estaba enfermo vino el Gran Visir a mi alcoba

con sus seis amantes,

de los cuales tres son varones y tres son hembras, y abriendo la puerta a las tres de la madrugada,

y tres son gigantes.

–Mala Muerte, mala Muerte: si te preñé en Nueva York te preño en Alejandría. La Muerte me perseguía por toda la cordillera de los Andes

con su maletín negro en la mano.

La muerte andaba detrás de mí por los pasillos del Banco de

Londres & Montreal Ltda.

La Muerte me acechaba en las avenidas de Río de Janeiro

disfrazada como un vendedor de esencias.

La Muerte, llena de impaciencia, mordía uno a uno los

ciento veinte dedos de sus seis hijos,

de los cuales tres son bizcos y tres tienen el labio partido. –Mala Muerte, mala amiga:

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si yo te preñé de noche,

Transcripción

puedo preñarte de día. La Muerte me manda paquetes postales ahumados al apartado de correos 5094, la Muerte introduce amenazas anónimas por debajo de la

En los treinta años de Los Poemas de la Ofensa1

puerta de mi casa, en el número 4 de la calle 14,

la Muerte me espera en las escaleras, en las bocacalles, en los

grandes almacenes de especias,

Santiago Londoño Vélez.

la Muerte me manda razones con el juez, me escribe insultos

con carbón en las paredes.

–Mala Muerte, mala esposa: vivo o muerto da lo mismo, te empreño de todos modos. La Muerte les habla mal de mí a los vecinos, me empuja en el

metro, me espera a la salida de los cines,

la Muerte me oculta las recetas del médico, me derrama la

leche, me esconde las medias,

la Muerte manda sus hijos a que me tiren piedra, que se

burlen de mí, que me muestren la lengua,

la Muerte obstruye las cañerías de mi casa, se orina en el

zaguán, abre goteras en el techo.

Es evidente que la Muerte me persigue.

¿No les parece a ustedes?

Jaime Jaramillo Escobar (Pueblorrico, 1932 - Medellín, 2021),​conocido como X-504, poeta, editor, tallerista y traductor colombiano. Cofundador del Nadaísmo, su obra se caracteriza por la ironía, el sarcasmo y los juegos del lenguaje. Su obra es extensa. Destacamos: Los poemas de la ofensa (1968), Sombrero de ahogado (1983), Poemas de tierra caliente (1985),

Poesía de uso (2014), Poemas principales (2000), Poemas ilustrados (2007), Método fácil y rápido para ser poeta, tomo 1 (1999), Método fácil y rápido para ser poeta, tomo 2 (2011), Cartas a Geraldino Brasil (2014), Antología poética de Álvaro Mutis, como editor (1990) y Antología de Ciro Mendía, también como editor (1991).

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En 1968 apareció en Bogotá un libro que hoy puede considerarse como el más sobresaliente que dejó la marea nadaísta y entre los más importantes de la poesía colombiana del siglo XX. Se trata de Los poemas de la Ofensa, firmado con el extraño seudónimo de X – 504. Un año antes había obtenido el premio Cassius Clay de poesía nadaísta, al que concurrieron 80 obras. Para justificar su ausencia en la premiación, el autor alegó que estaba muy ocupado, lo que hizo que Gonzalo Arango (1931 – 1976) escribiera: “este gran es, paradójicamente, un maniático del trabajo. Lo ejerce como sustituto de la droga heroica, como evasión de los secretos conflictos de consciencia”, comentario al cual el autor replicó: “La eternidad tiene tiempo de esperarme”. Para entonces había transcurrido una década desde que Arango publicó en 1958, el Manifiesto Nadaísta. Diez años tardó este movimiento literario en producir su obra cumbre y ella ha sobrevivido, intacta, a los estragos naturales que el tiempo causa en (casi) toda poesía mientras se desvanecen en la memoria colectiva las anécdotas de las pataletas de sus irreverentes socios. Aunque hoy no se consigue en las librerías, no se trata de una pieza arqueológica oxidada. Parece escrita ayer, por no decir esta mañana. Pero no vale solo porque está fresca como una lechuga en la huerta del lenguaje poético, sino porque al leerla, se despierta viva entre las manos y habla con gran belleza y pertinencia, en 1. Este artículo se publicó originalmente en este mismo medio, Escritos desde la Sala N° 6, en enero de 1999. Y se reproduce de nuevo aquí con autorización del autor.

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medio de tanto ruido que hostiga, de tanta poesía rosa de hipermercado, de tanta nueva Era inspiradora y positiva, de tantos haikús que parecen estornudos, de tantos redactores de versos. La primera edición fue impresa por Tercer Mundo y lleva en cubierta una simple ilustración abstracta, en amarillo y negro, firmada por (¿David?) Consuegra. El seudónimo utilizado por el poeta de 36 años, que parecía un registro de nave espacial, era muy propio para una época que presenciaba la llegada del hombre a la luna. Para entonces, el propio Arango ya había publicado, en 1960, una obra de teatro firmada con otra matrícula aeronáutica: HK111. Pero en realidad la máscara de Jaramillo Escobar contiene los primeros números de la cédula y la equis matemática, como símbolo de la incógnita en la que deseaba permanecer. El libro está organizado rigurosamente en seis ciclos: Averiguaciones de la poesía, Testigo del Hombre, Los poemas de la Envidia, Gran Ciclo de los Relatos, La revelación del alma, Aproximaciones a la Muerte. Los epígrafes que contiene tal vez sugieren las fuentes de inspiración: los evangelios apócrifos, Blake, Whitman, Vallejo, Sartre, Miller. Con la autoridad del inspirado, el poeta obliga a la poesía a tomar posición y a revelarnos su mirada sobre una madre negra, sobre diversos monstruos, sobre el cuerpo, sobre Dios, sobre una llaga incurable que deja la luz en un animal imposible, sobre la muerte, los pasos en falso, el paraíso. La visión de la condición humana queda dicha así: “Esclavo de los dioses, el hombre es un ser aterrado, / y sólo el usufructo de su cuerpo deposita su aspiranza” (“El cuerpo”, p. 39). En los siguientes catorce años, Jaramillo no volvió a publicar nada. En 1982 apareció Extracto de poesía, una selección de Los poemas de la Ofensa. La Colección Guberek reditó la totalidad del libro en 1985 y 1991, con una hermosa dedicatoria al poeta Darío Jaramillo Agudelo. Y en 1984 y 1985, de regreso definitivo a la poesía, Jaramillo ganó dos premios nacionales con Sombrero de ahogado y con Poemas de tierra caliente,

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Hoy el poeta tiene varios libros inéditos y le hago saber que nos debe a sus lectores la publicación de todos ellos. Entre tanto, cabe rezar, una vez más, el misterioso y encantatorio “Ruego a Nzamé, parte de cuyo secreto tal vez se encuentra en la letra a. Dame una palabra antigua para ir a Angbala, con mi atado de ideas sobre la cabezaQuiero echarlas a ahogar al agua.

Una palabra que me sirva para volverme negro, quedarme el día entero debajo de una palma, y olvidarme de todo a la orilla del agua.

Dame una palabra antigua para volver a Angbala, la más vieja de todas, la palabra más sabia. Una que sea tan honda como pez en el Agua. Quiero volver a Angbala.

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Elkin Obregón

Soneto (Evocando -mal- al Tuerto López) No quedó de la pálida mañana más que una pincelada de sopor en la calle desierta, la campana suena como un reloj despertador. Junto al recuadro azul de la ventana trepa una buganvilia sin color; y atrás en la penumbra una fulana y algún fulano intentan el amor.

Con presuroso afán, como si fuera a cumplir una cita capital cruza la plaza, rauda, una torcaza.

Y frente a esa boutade, se dijera que con plácido gesto mineral Hace un guiño la estatua de la plaza.

Hoja de vida No haber sido titiritero ni carpintero, ni panadero ni viajero. No haber nacido limpio, sino absurdo. Haber desoído una voz solitaria, que me llamó muchas veces. Haber mentido, haber huido tanto. Saber, de lo que enseña el vasto mundo, sólo una cosa, y ésta la que menos da consuelo. No haber podido crecer, ganar alas, cruzar una frontera. Haber aprendido a fingirlo. No haber sido nunca el más amado por alguna persona. 74 Escritos desde la Sala

Los amigos (Para "Masita") De la amistad es el sabor más claro, porque su trigo tiene una muy antigua levadura. De la amistad es el sabor más ancho, porque su aroma se esparce, y hace alas con la tierra. A veces los amigos se celebran en temblorosas ceremonias que son como un triunfo de la vida. Se miran, y en silencio alzan un ramo de festejos. Y sienten que ellos, cada uno, y todos han sido perdonados. Como si Dios dijera: Has sabido guardar, recoger la cosecha. Como Yo soy, eres tú vino.

Poemas extractados de Versos de amor y de los otros, y Gramófono y otros borrones.

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Herencia Lucía Estrada

E

ste es el tiempo, padre, en el que la soga debía apretar el cuello antes de quebrar la rama. Pero todo sigue como al principio. Quieto y silencioso, sin que una voz se escuche a lo lejos, ni una hierba se agite bajo el viento de verano. Este es el tiempo en el que tus cábalas tendrían que haber señalado ya un camino. Muchas veces insistías a los astros, retorcías aritméticas que nada tenían que ver con tu agitado corazón de niebla. Podía escuchar, si aguzaba el oído, tu respiración difícil, tu pálpito de cristales que se rompían al menor contacto con la noche. Tu sangre iba dentro de ti buscando presagios, propósitos que no llegarían a cumplirse. Eras en el mundo el cerco que nos impediría rodar hacia el abismo. Y aquí estamos, desnudos bajo el peso de nuestras propias carencias. Ansiosos de saber cuál era la cifra que buscabas, cuál el destino de nuestra estrella, cuál el gesto sencillo que cambiaría el rumbo de tantas cosas perdidas.

lo que mirabas sin mirar, lo que de angustia minó las paredes interiores y las cubrió de hiedra. Este es el tiempo, padre, pero no el mío. No el de la vida que continúa empozándose allí donde no llega nadie, donde cualquier rayo de luz resulta doloroso. Preferías la noche porque sólo en ella el miedo te envolvía tan completamente que era, al fin, tu lazarillo fiel. No importaba que dictara sentencias, no importaba que borrara los números, los rostros, aquello en lo que alguna vez creíste. Este es el tiempo en que ya no puedo tocarte, en el que tu imagen más próxima es un golpe de dados que pierde para siempre nuestras cabezas.

Este es el tiempo, padre, en que tal vez hayamos comprendido aquello que rodaba detrás de tus ojos secos,

Lucía Estrada, reconocida poeta, traducida a varios idiomas. Fotografía tomada por Diego Arango.

Lucía Estrada. Medellín, Colombia, 1980. Reconocida poetisa, traducida a múltiples idiomas, entre sus obras se destacan Las Hijas del Espino (Premio de Poesía Ciudad de Medellín, 2005), Cuaderno del Ángel (Beca de Creación en Poesía Municipio de Medellín, 2008), La noche en el espejo (2010) y Katábasis (2018), ambas galardonadas con el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá. Actualmente, Lucía es la Coordinadora cultural de la Casa Museo Otraparte.

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Fuego cruzado Peldaño VI Memoria de Arshile Gorky Lucía Estrada

César Herrera

Y

La bala entró por el único claro del rostro del Casco azul. El francés se dobló en el montacargas.

de nuevo el sol haciendo evidente la herida, la ausencia en medio de un blanco luminoso que abruma los ojos. Huérfano tantas veces como tantas otras hiciste pie, atravesando la tormenta como un pájaro ansioso, como la mano de un dios, como el silencio en que todo cabe.

El francotirador no sintió orgullo;

Hambrientos lobos acechan tras los rasgos más apacibles. Allí donde el amor levantó un templo, ellos afilan sus colmillos, y hasta el color más próximo muerde la mano que lo alimenta.

Hemingway se hubiera sentido orgulloso

Estás de pie, inmóvil frente a la ventana, consciente de que todo tiene un límite. Una línea negra, el trazo enérgico de la muerte en pleno mediodía. ¿Es necesario repetir las mismas preguntas hasta que una hoja caiga de un árbol o el viento confirme su deserción?

de caer arrollado por el whisky

Ya son algo importante las cenizas indiferentes y hostiles bajo tus pies, la memoria de un cuerpo consumido por el dolor y la inanición, toda fe triturada mucho antes de que pudieras creer en cualquier cosa.

que hacía una barricada para proteger a los niños.

Pero es de nuevo el sol. Manchas negras, penitentes. Trazos que te murmuran algo al oído, una oración tal vez, un cortejo de voces que se alejan llevándote…

Mayo 15/95

se preguntó qué esperaba de la guerra. Si muriera, quizá le harían un reconocimiento, la invalidez le otorgaría una medalla. Vio caer al francés del casco blindado.

de derribar a un pato, de tumbar a trompadas a un boxeador,

tras la pérdida de una mujer; pero qué sentido tenía matar a un hombre que no odiaba (pensó con la boca del fusil contra el suelo)

Esa noche se le obnubiló la mira telescópica. Salió a caminar y a beber: se bebió el fuego cruzado de la madrugada.

César Herrera, Hispania, Antioquia, 1963. Docente. Fundador y director de la revista literaria Mascaluna. Director de talleres literarios (Itagüí y Otraparte). Libros publicados: Travesía para recobrar el sueño (poesía, 1989), Escotilla para un amor (Tercer Premio de Poesía Carlos Castro Saavedra, 1990), Testigo ocular (poesía, Ediciones Mascaluna, 1994), Cruces de mar abierto (cuentos, Ediciones Mascaluna, 2000), Isolina (novela, Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2003).

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Fagot, el lujurioso insomne Gustavo Arcila

Volcánico, melómano, bohemio, sensualista, una vida siempre a punto de estallar. Palabras precisas para despedir a un amigo y dos poemas para confirmar lo que era, para que duela aún más su partida.

H

éctor Fagot (1961-2021), aquel poeta panadero que amasaba el pan y la palabra con igual ardor, forjó su imaginario poético en los hornos de la panadería de su padre, en los paisajes de la infancia y en los talleres de los escritores Manuel Mejía Vallejo, en Otraparte, y Jaime Jaramillo Escobar (X-504), en la Biblioteca Pública Piloto.

Además de ser un melómano consumado, fue un lector impenitente de poesía y literatura, en general, con una memoria prodigiosa para narrar en su propio vozarrón los poemas que surgían de su desazón y deleitar los oídos y el alma de sus contertulios. Alcanzó a publicar dos libros de poesía antes de morir, Asuntos internos (2001) y Cómo echo de menos el paraíso (2016), dos libros cuyos trazos dan cuenta de los avatares íntimos de un poeta volcánico siempre a punto de estallar. En ellos delineó toda su alma de bohemio sin remedio, expresó con pasión el amor prófugo de las samaritanas de la noche, la alabanza de los pocos buenos amigos, sus fantasmas, el olvido, el horror kafkiano de habitar 80

Escritos desde la Sala

Poeta y lector de poesía, con una memoria y un entusiasmo prodigiosos para compartir con sus amigos y decir los poemas de su desazón.

pensiones inmundas, el chocar de las copas de ron al compás de un tango, la conversación en torno a la fatalidad sublime de la belleza condensada en un perfume de mujer, el homenaje a los hombres que anidaron en sus ojos la visión estética de su corazón tempestuoso, la sinrazón del naufragio y el abrazo fraterno, ese propio enemigo íntimo llamado Fagot que caminó al lado de Héctor, al filo de un cuchillo y terminaría por desquiciarlo.

Pizarnik, Juan Gelman, Meira del Mar, Nazim Hikmet, Jaime Sabines. Gracias por enseñarme mil maneras de darle forma a la harina”, y por último, agregó: “Profe, yo qué iba a imaginar que en la poesía y la harina venía escondida la segueta para limar los barrotes de esta prisión. La poesía me puso alas”. Ahora, por fin, Fagot puede volar libremente, pues con la poesía se liberó de sí mismo y a nosotros, los que lo quisimos, de no volver a ser los mismos.

Es bella y anecdótica la frase de su alumno recluso en la cárcel de Bellavista, quién se acercó y le dijo: “Gracias, profe, por enseñarme quiénes son Oliverio Girondo, Alejandra

Toda nueva antología de poesía colombiana deberá tener el pudor de incluir los versos del hijo maldito del Cerro Bravo. Lo demás es bagatela.

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Escritos desde la Sala


Héctor Fagot

Huella del naufragio

Cine mudo Ella dice

Entrar en el día

Hasta la playa de su cuerpo

que la vida sería mejor

como en una vieja bodega

como sobreviviente náufrago

con música de fondo.

repleta de cajas

llegué hasta sus orillas

Yo le pido

caminar con cuidado

con el cuerpo amoratado

que se convierta

sin tocar

por el ataque y embestida

en la banda sonora

sin abrir

de las altas olas del desamor

de esta película triste

y con la curiosidad intacta

entonces descubrí

que es mi vida.

clausurar para siempre

pájaros y música

otra puerta

y el mejor alimento fue la fruta virgen de su cuerpo fruta tomada del último árbol que quedó del paraíso. Despides la jornada

Pensé y te dije

con la buena certeza

que desde tu amor

de que otra vida es posible

como el agua

y al cabo del sueño

a las piedras del río

una nueva mañana

pulieras en mí

se repite

esculpieras en mi tallaras en mi la piedra antigua y dura de este corazón que te ofrezco sólo hasta que brille sólo hasta que respire sólo hasta que cante

Gustavo Arcila (1980), Aboganster, Master en desengaños y aprendiz de lector. Ha publicado artículos en la revista literaria La Musa Sonámbula.

y sólo hasta que resucite otra vez.

82 Escritos desde la Sala

Jorge Iván Agudelo. Medellín, 1980. Historiador de la UNAL de Colombia, sede Medellín. Maestría en hermenéutica literaria de EAFIT. Desde 2003 dirige el Taller de Literatura para Jóvenes de la BPP. Poemarios publicados: La calle por cárcel (Editorial U de A, 2010) y Ni el abrazo ni el refugio (Editorial U de A, 2016), al que pertenecen estos dos poemas.

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Escritos desde la Sala


día muchos años después: “Es difícil buscar en el bambuco y demás aires anexos una mitología. No se cantan allí mitos, ni siquiera individuos. Su acento no tiende a lo épico elemental, como pueden hacerlo a ratos el tango argentino, o el corrido mejicano, a quien alguno ha llamado el último reducto del romancero hispano. Su contenido letrista cabe íntegramente, o casi, en una lírica, más o menos impersonal en cuanto a la psicología o a la apariencia (…)”2 .

fisonomista descrestante, tacaño en líneas, de trazo limpio y con humor, porque en las rayas también se agazapa el humor (…)”1.

Un puente más cercano al alma del pueblo

Elkin Obregón y sus palabras musicales Mauricio Restrepo Gil Una faceta poco exaltada de Elkin Obregón: su pasión, talento y entusiasmo al servicio de antiguas músicas populares colombianas, sus iniciativas para rescatarlas.

Elkin Obregón, buenos tragos, buena música. Fotografía por Juan Fernando Ospina para Universo Centro, 2021.

L

os que tuvimos el gusto de ser sus amigos, en su faceta de caricaturista y acuarelista, en su pasión de librero, en sus desvelos con la “buena” literatura, en sus acercamientos con la tauromaquia, en su gusto y olfato cinéfilo, en sus vivencias bohemias y su afición hacia la música popular colombiana tradicional, especialmente a los pasillos y bambucos viejos, en todos esos escenarios encontramos siempre a un hombre generoso, sin egoísmos, y que con gran sentido pedagógico prodigaba sus conocimientos y su experiencia en interminables “raniadas” que resultaban ser una cátedra precisa de identidad y sentido de pertenencia. Su capacidad como caricaturista fue descrita por su amigo Mico: “Obregón es de los más grandes caricaturistas colombianos (con Osuna, Barti, Caballero y Naide), un 84

Escritos desde la Sala

Amar y difundir la música popular antigua fue una de las pasiones más notables del maestro Obregón, y es por ello que, dado lo escasamente conocida que es esta faceta suya, se hace indispensable esbozar un breve relato al respecto. De niño sintió sus primeras inclinaciones hacia la canción colombiana, especialmente en la finca de descanso de su familia, en Sabaneta, donde eran comunes las serenatas de cantores acompañados de tiple y bandola al son de bambucos, pasillos y danzas.

Beberse las canciones del ayer Ya joven, todo lo que trascendiera a arte y bohemia lo animó a acercarse a personajes que eran leyenda en el Medellín de entonces, músicos y escritores, cantores y pintores, ejecutantes de instrumentos de cuerda o dibujantes e ilustradores. “Yo he tenido mis ‘tragas’ con viejos artistas -confesó Obregón-. Una era con Obdulio Sánchez y la otra, con el maestro Horacio Longas”. Amistad con éstos y decenas más que lo influenciaron a vivir en el medio artístico, quizás de forma diferente a sus pares, pero consciente de que sus triunfos, satisfacciones, derrotas, soledades y excentricidades, le daban sentido a su existencia. Arropó las canciones del ayer, las buscó en sus versiones primigenias, en sus mismos compositores y cantores, se las bebió con

Fuera de las lecturas de cuentos y relatos infantiles, desde muy corta edad recortó poemas, dibujos y caricaturas de periódicos y revistas, que comenzó a hermanar con las canciones que escuchaba a diario en la radio o en la vitrola familiar. Así se dio cuenta de que muchas de esas canciones estaban compuestas por versos de notables intelectuales locales y foráneos, aunque otras no, había un sentimiento en todas ellas. Comprendió, entonces, que el arte y la nostalgia eran el puente más cercano al alma del pueblo, tal y como lo escribió para la revista Fabricato al

2 Elkin Obregón, “Los músicos populares”, Fabricato al día, Medellín, septiembre, octubre de 1967.

1 Mico, “Trazos sobre Obregón”, El Espectador, Bogotá, abril 12 de 2021.

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Escritos desde la Sala


Colorida carátula del icónico elepé del cantor Obdulio Sánchez, elaborada por Horacio Longas en 1964.

aguardiente de caña, las compartió y las compaginó con grandes clásicos de la literatura mundial.

contemporáneo, como al medelli-

Su natural predisposición por las

Ambas entrevistas las publicó con

letras y los trazos lo llevaron desde

el mismo cariño y esmero, dando a

muy joven a publicar sus primeras

cada cual un valor real y ponderado.

producciones artísticas en periódi-

Talentos jóvenes y joyas para la posteridad

nense Manuel Ruiz, Blumen, humilde compositor y cantor de bambucos.

cos y revistas de la región. Así, por ejemplo, abordaba con la misma

Con su corto bagaje, en parte tomado de las mismas entrañas del pueblo, se aventuró a producir discos

animosidad y respeto a la argentina Marta Traba, famosa crítica de arte 86

Escritos desde la Sala

fonográficos dando libertad a su soñado interés de hacer grabaciones con los músicos que admiraba o recuperando para la posteridad “pequeñas joyas” musicales con artistas noveles que encontraba. Según palabras del hombre de radio y de discos, Hernán Restrepo Duque, “Elkin Obregón tuvo un sello discográfico que pudo ser el más rico archivo sonoro de la canción antioqueña, porque producía sin tensiones comerciales inmediatas y ponía un gusto exquisito en sus realizaciones”3. Este sello se llamó Discos Aburrá y nació hacia 1964, fundado en compañía de su amigo Ramiro Restrepo. Aunque dejó pocos trabajos, tuvo el honor de hacer los últimos registros fonográficos del cantor Obdulio Sánchez -del dúo Obdulio y Julián-, las primeras grabaciones de Hernando y Yesid, un álbum de canciones folclóricas del Pacífico y cinco piezas inéditas del maestro boyacense Jorge Camargo Spolidore, interpretadas por el Cuarteto Medellín con viola, violín y chelo.

lívar de la capital de la montaña. Allí, Obdulio Sánchez tarareó a media voz a Obregón las piezas que sabía y tenía anotadas en una usada libreta, especialmente canciones olvidadas o semiolvidadas de Antioquia o afincadas en su territorio. Semanas después, en la finca de la familia de Ramiro Restrepo, en El Poblado, se grabó al natural a Obdulio, acompañado de su guitarra, en una grabadora portátil con cinta de carrete abierto. El material fue enviado al maestro Camargo Spolidore en Bogotá, quien hizo unos estupendos arreglos a las canciones y a los instrumentos que se debían utilizar. Camargo sugirió a los productores un director de grabaciones, recomendando al maestro Jesús Zapata Builes, orquestador y ejecutante de multitud de instrumentos, con quien Obregón inició desde entonces una amistad entrañable.. Una sugerencia del arreglista fue la inclusión del bambuco clásico Antioqueñita, de Pelón Santamarta, lo cual en un principio no fue bien recibido por la popularidad de la pieza, pues no compaginaba con la selección, colmada de melodías olvidadas y antiguas, pero finalmente fue incluida como “gancho” para que el disco llegara a cualquier plaza sin necesidad de presentación y de “parte muy aseada”, según recordaba jocosamente don Elkin.

La vieja guardia en Antioquia, historia de una grabación épica La realización del primer elepé de Discos Aburrá, La vieja guardia en Antioquia, se hizo de forma original y épica, “sin más experiencia que el entusiasmo”. La elección del repertorio tuvo lugar en la heladería San Francisco, ubicada en el parque Bo-

Otro dato desconocido es que, la danza Sueño de ruiseñor

3 Hernán Restrepo Duque, Columna Radiolente, El Colombiano, Medellín, febrero 19 de 1986.

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Escritos desde la Sala


Antiguo recorte publicitario del disco La vieja guardia en Antioquia, 1964.

estaba seleccionada y hasta arreglada, pero Obdulio Sánchez la rechazó al momento de grabarla porque no se sentía con la capacidad vocal para lograrla, dado que realmente es apta para un músico de academia. En su lugar se incluyó el bambuco bogotano Acuarela, con arreglo improvisado, pero no de menor calidad, del maestro Zapata.

lira Jesús Zapata y Manuel “Ovejo” Ríos, en el tiple León Cardona, en el contrabajo Arsenio Montes y Jesús Zapata, en los violines Julián Vieco y Eusebio Ortiz. El maestro León Cardona recuerda que las jornadas de grabación se hicieron en horas de la noche y sin cobrar un solo peso. Obregón los prodigaba de atenciones, les servía café y algunas viandas para mantener el grupo despierto. “Es que eso era como una pequeña familia, el ambiente era apacible, amistoso, todos querían colaborar”, dijo el tiplista. Como algo anecdótico, las notas aparecen firmadas por Sonia Camargo, pero realmente son de Obregón, quien enamorado hasta la bobada y seguramente en agradecimiento a la deferencia que había tenido el padre

La vieja guardia en Antioquia, fue grabada entonces a mediados del año 1964 en los estudios de discos Silver, bajo la dirección del maestro Zapata Builes y con la coordinación y el entusiasmo de Obregón. Su grabación, según recordaba su artífice, se logró con calidad. pues contó con músicos de primera línea: en el piano. Gerardo Sansón, en el clarinete Gabriel Uribe y Efraín Moreno, en la 88

Escritos desde la Sala

Disco de 78 r.p.m. publicado en el sello Discos Aburrá y diseñado por Obregón.

de ésta con los arreglos, cedió dichos créditos. La bella carátula la elaboró, exclusivamente para este trabajo, el célebre artista plástico Horacio Longas, tanto el músico con la guitarra, como las letras del título a mano alzada con pincel.

El nacimiento de un dueto y de “Collar de lágrimas” Otro acierto del maestro Obregón fue el descubrimiento del dueto Hernando y Yesid, posteriormente, muy popular en nuestro medio. Una tarde, en el apartamento de la compositora y ejecutante Chava Rubio, se reunieron el historiador Heriberto Zapata Cuéncar, Jesús Zapata Builes Elkin Obregón y los referidos Hernando Ossa y Yesid Alzate, quienes aquella tarde cantaron y entusiasmaron a los presentes hasta el punto de programarles una sesión de grabaciones que quedó convertida en la publicación de dos discos en formato de 78 revoluciones por minuto, fórmula muy válida en esos tiempos, con el sabio apoyo musical de Jesús Zapata y la inclusión del pasillo Collar de

Cuando el disco ya estuvo listo, fue prensado por Sonolux y se valoró comercialmente en treinta pesos para el público discómano. Para lograr recuperar la inversión realizada, hubo necesidad de hacer una gira por algunas ciudades como Manizales, Armenia, Pereira, Ibagué y Bogotá, hasta donde llevaron Obregón y Ramiro Restrepo el fruto de su quijotesca empresa; “N se ganó ni se perdió dinero, y el disco resultó tan bello como imaginábamos”, escribió uno de sus progenitores. 89

Escritos desde la Sala


Lágrimas, el vals peruano Melgar, el bambuco Sin que tú me hicieses nada y el pasillo Virginia.

escritos musicales, además de los de arte, literatura, cine y muchas de sus otras pasiones. De su imaginación salieron a la luz pública Titiribicito y ocho recuerdos personales, su primer poemario impreso en mimeógrafo en 1966, donde evocó a los antiguos cantores del viejo Medellín, especialmente los que frecuentaban un olvidado sector que había en el antiguo barrio Guanteros, cerca de Maturín y la Oriental, que se llamó calle Guanteros, hoy demarcada con el número 46, donde nacieron y vivieron algunos de los más tradicionales cantores populares, recordemos a Pelón Santamarta, Juan Yepes, Blumen, Nano Pasos, Adolfo Marín, Enrique Calderón (a. Barberita), entre otros.

El rescate de una de esas piezas, destacada como emblemática en la música popular colombiana, se debió a su entusiasmo y a su buen criterio musical. En repetidas ocasiones el maestro Chuchito Zapata, como le decían sus amigos, cantaba un antiguo pasillo que andaba en el anonimato y que había aprendido de su hermano mayor, Carlos, sin saber su nombre, ni su procedencia. Elkin, al oírla y llevarla por primera vez al disco, la bautizó con el nombre de Collar de lágrimas. “Para mí -recordaba Obregón- sigue siendo una canción anónima, cuyo título es mío”.

Velosa y Totó, profetizando hitos de la música colombiana

Cultivó amistad cercana con el acucioso y admirable historiógrafo Heriberto Zapata Cuéncar, a quien colaboró en algunas de sus publicaciones con ilustraciones y hasta prólogo. También tuvo el honor, como un homenaje póstumo en la Colección de Autores Antioqueños en 1995, de editar, corregir y glosar su ‘Antología de la canción en Antioquia’, la más completa y fiel en su género de cuantas se han publicado en nuestro medio.

Elkin Obregón profetizó la fama de Jorge Velosa y su música carranguera, lo mismo que la de Totó la Momposina. Cuando eran aún desconocidos los animó a ser profesionales y hasta quiso grabarles en alguna de sus cotidianas visitas a Medellín, pero el entusiasmo fue mayor a sus posibilidades económicas y logísticas. La obra de Elkin Obregón no es apabullante, él prefirió decantarse más bien por la calidad que por la cantidad. Así fue como, con paciencia y con el correr del tiempo, logró acumular una serie de artículos, compilaciones y selecciones de

Rescatar el cancionero colombiano En sus últimos años se ideó una entrañable colección de libros: ‘Vejeces del cancionero colombiano”, bajo el 90

Escritos desde la Sala

Afiche elaborado por Obregón para invitar a las tertulias del recinto Quirama, en el decenio de 1980.

rótulo de Rescates, del que alcanzó a publicar dos volúmenes y ya venía un tercero que teníamos escogido y bocetado, pero que no alcanzó a ver concluido, por su inesperada partida de este mundo, la madrugada del 24 de enero de 2021, en su tradicional casa de habitación, ubicada en la avenida Echeverri con Cuba, a media cuadra de la Oriental.

con sentimiento. En una página inédita, escribió: “Me limito a anotar la sospecha de que ninguno de los dos tuvo nunca plena conciencia de lo que significaron. Cantaban como cantan las cigarras. Fue su destino, fue de algún modo su deber. Nos dejaron, sin saberlo, un mensaje, un ámbito, una presencia que ya muy pocos entienden”4. En su añorada y legendaria biblioteca, un zarzo atestado de libros, revistas, fotos, discos, obras de arte y recuerdos, tenía unas bellas tallas de los “gordos”, esculpidas en madera por su amigo Horacio

Sin lugar a dudas, y de ello pueden dar fe sus amigos, admiró hasta la médula al dúo de cantores Obdulio y Julián, a quienes dedicó algunas páginas, recordó en tertulias, trazó sus almas en dibujos y gracias a su elevada capacidad literaria los evocó

4 Prólogo inédito a libro sobre Obdulio y Julián de Mauricio Restrepo Gil.

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Escritos desde la Sala


Finalmente, un testamento espiritual Finalmente, quiero incluir un poema de su librito Gramófono y otros borrones, que es una especie de testamento espiritual, y que bautizó con el título de “Los trovadores”: No es tanto decir lo que nos dejaron porque cuando llegue mi muerte

Cabezote de este periódico fundado e ilustrado por Obregón.

(ya huelo su merodeo) ni huella quedará de ninguno de nosotros. Es lo que fueron (no lo que nos dejan). Fueron la pequeña patria las tiendas, los rincones en penumbra

Lo-que-no-mata-Engorda, cuya bella y única edición se conoció en agosto de 1982. Allí compartió redacción con Calos Mario Gallego (a. Mico) y Eliseo Bernal, destacándose en este número una interesante entrevista al “gran gurú de la música popular” don Hernán Restrepo Duque. Por último, colaboró en Monteadentro, un periódico rural de El Retiro que inició su vida en septiembre de 2014 y que tuvo pocas entregas. Allí Obregón, gracias al entusiasmo de la dama Gloria Bermúdez, hizo interesantes colaboraciones musicales e ilustrativas, de entre las cuales recordamos a Enmascarados de ayer (sobre el sainete antioqueño), Un viajante maicero y Dos voces del guarzo [Luciano y Concholón], entre otras.

Longas, que causaban admiración y envidia en muchos amantes de este célebre dueto antioqueño.

Periódicos sui géneris, también llenos de música Fuera de los medios escritos comerciales y reconocidos en los que colaboró por más de medio siglo, hubo tres periódicos “sui generis” que ayudó a fundar en distintas épocas de su vida, los tres casi desconocidos y con vida efímera. El primero, de sus épocas de estudiante universitario, se llamó Cero. Era el medio de difusión de los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana. Posteriormente vio la luz pública el primer periódico inmaduro del país: 92

Escritos desde la Sala

bañados por un farol de querosene la conciencia inconsciente de algo que ya no es y nunca más será. Fueron (ya no son) mucho que hemos perdido. Perdido para siempre, pues nadie llorará nuestra muerte, nadie se acusará de olvido.

Mauricio Restrepo Gil. Carolina del Príncipe. Abogado y contador público, especialista en Gestión Tributaria de la Universidad de Antioquia. Miembro de la Academia Antioqueña de Historia. Ha publicado artículos en los periódicos El Espectador, de Bogotá, y El Mundo, de Medellín. Colaborador de Escritos desde la Sala y de la revista Tanguedia, de la República Oriental del Uruguay. Libros: El yarumo y la lira (2004), Semblanza de la Ciudad Retablo (2007), Pinacoteca del Cabildo de Yarumal (2009), Hernán Restrepo Duque, una biografía (2012) Asentamientos rurales de Yarumal (2015), entre otros títulos.

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humor es la gran conquista del hombre civilizado”.

Entrevista a Elkin Obregón sobre el humor gráfico Orlando Morales Henao

La intuición, el humor negro, los juegos de palabras y la caricatura que aunque enoja es a la vez un homenaje. Todo esto y más en esta charla con Elkin Obregón.

L

a cultura colombiana se vio fortalecida con el quehacer múltiple del maestro Elkin Obregón Sanín. Su obra en los campos de la crónica, el ensayo, la traducción, la pintura y el humorismo gráfico, que es el que queremos resaltar específicamente en esta entrevista, lo demuestran con suficiencia.

Para la elaboración de esta entrevista nos hemos basado en conversaciones sostenidas con el maestro, la compilación de algunos de sus apuntes, las opiniones emitidas por sus amigos y una investigación personal sobre parte de su vida y obra. Asimismo, enfocamos nuestra aproximación principalmente hacia el campo del humorismo gráfico, actividad la que nos puso en contacto con él. Queremos, además, relievar el valor de una obra que fue minimizada en el libro Historia de la caricatura en Colombia, colección recopilada por la maestra Beatriz González. El humor siempre ha sido un antídoto contra cualquier clase de tiranía o fundamentalismo. Como dice un escritor y dramaturgo español: “El 94 Escritos desde la Sala

someterse a la férula de los directores de medios y comenzaron a crear según su interés personal. Si bien es cierto que en la actualidad muchos permanecen atados a los medios, también es cierto que a varios de ellos les solicitan y retribuyen sus trabajos generosamente, independientemente de su ideología.

En una visión general de la historia de la humanidad, podemos decir que es curioso que el humor siempre aparezca en los momentos de mayores dificultades y crisis políticas. Colombia no es la excepción, a pesar de la relativamente escasa trayectoria que el humorismo gráfico tiene en nuestro país.

Los inicios de Obregón como caricaturista se dieron en el periódico El Colombiano. Fue allí donde creó una historieta de humor gráfico que causó un gran impacto en nuestro país, a la que tituló “Los Invasores”. A partir de este ejemplo varios humoristas gráficos se atrevieron a seguir este camino casi inédito en Colombia y comenzaron a publicar sus propias historietas.

La época de la gran hegemonía conservadora, 1884 - 1930, contó con grandes humoristas que la combatieron acérrimamente a través de sus caricaturas y sus escritos. Recordemos al respecto al más reconocido caricaturista, el antioqueño Ricardo Rendón Bravo, quien con su obra espléndida hizo conciencia en el pueblo colombiano sobre esa hegemonía.

Para comienzos de la década del 70, Obregón, en su afán de ampliar su mundo cultural, viaja al exterior, estableciéndose en Brasil y posteriormente en España. Allí trabajará realizando caricaturas para los medios Ultima Hora; Crash e Historia 16.

La historia de la caricatura en Colombia, arranca en 1834, con destacados artistas del humor como José María Espinosa, “El Zambo”, Ramón Torres Méndez, Alberto Urdaneta, José Manuel Groot, Alfredo Greñas.

Aprovecha su estadía en esos lugares para realizar visitas de estudio a los grandes museos y librerías y, por

Desde entonces, dio comienzo un proceso en el cual la obra de Elkin Obregón fue de las más destacadas en acercar e ingresar en la contemporaneidad el humorismo gráfico colombiano, donde lo conceptual, el pensamiento crítico, comienza a cumplir un papel fundamental.

supuesto, para darle libre imaginación a su poder creativo en los campos literario y plástico. Anotamos, de paso, que no nos ha sido posible, conocer muestras de sus trabajos en esos medios, lo que es una tarea pendiente para quienes trasegamos en el campo del humor gráfico. En algunas charlas breves que tuvimos con Obregón, nos confió

Los caricaturistas, a partir de ese momento, no tuvieron que 95

Escritos desde la Sala


los temas. Para relativizar un poco la pregunta, ¿en el humor cabe todo o existen «zonas de tolerancia»?

estética y una fórmula plástica que varía. Además un universo… Lo de la gramática creo entenderlo como un despliegue en dos direcciones. Por una parte el instinto, la intuición. Es un primer contacto con las cosas, una aproximación que puede ser física, psicológica, simbólica o trascendental. Y además la búsqueda de la síntesis. Creo que la caricatura es el arte de la irreverencia pero ante todo el universo de la síntesis. Con el menor número de elementos, la desnudez dentro de cada mundo. Hablando de Rendón, Fernando González definió muy bien esto: “La caricatura resulta, por consiguiente, de la exposición de la voluntad oculta en contraste con la simulada. El sujeto es desnudo, dejándole sus vestiduras. De ahí la ironía”.

Llevo muchos años en este oficio. En un principio cabía todo, incluso llegué a creer que todo era válido. El humor negro, el chiste fácil, los juegos de palabras, las obviedades, hasta las artimañas. Con los años y el cansancio, me di cuenta de que estaba abusando de mis fantasmas. Como no puedo desecharlos, los dejo ahí como motor. Flotan, pero es mejor que se hundan. Mi deber como caricaturista es ahogarlos. ¿Será eso la «Zona de tolerancia»?

Explícate…

Collage de Juliana Arango, elaborado exclusivamente para esta edición de Escritos desde la Sala.

apreciaciones sobre diversos personajes de la vida cultural, política y artística de Colombia y el mundo; trataremos de recordar sus apreciaciones.

¿Hay entonces un enfoque? El que hace humor gráfico, en la medida que es creador, va cambiando de enfoque, casi sin darse cuenta”.

¿Cómo es tu humor?

Mucha gente piensa que la caricatura es una forma de perjudicar a alguien. ¿Es eso cierto?

No sabría decir. Pero tengo mis parámetros. Utilizar la intuición, que me sirve de antena y guía. A veces acudo a la paradoja o al equívoco, y lo que parece vilipendio es, en el fondo, un homenaje. El humor, cuando lo es de verdad, descubre lo que hay de cómico o ridículo en las cosas, en las situaciones o en las personas.

Bueno, hay temas que te persiguen sin que uno sin darse cuenta, te rondan. Hace tiempo hice la caricatura de una mujer desnuda. Dos viejitos “gagas” se la encuentran. Uno le grita al otro “No te acerques, Pepe. Es una de esas cosas que nos prohibieron en el colegio!”

¿Y las mejores ideas dónde se le ocurren?

Se supone que eres un caricaturista ingenioso, que vives al acecho de

Supongo que el humor gráfico tiene su propia gramática, tal vez una

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El Ñito Restrepo de Rendón. No se necesita más para saber cómo era Ñito.

Revisándola ahora para el libro, me pareció que eso no era lo que el viejito decía. Ahora grita: “Ven acá, Pepe!: un FÓSIL”. No sé si esté bien, pero de todas maneras creo que esa era la leyenda que el dibujo pedía…

Lo cierto es que toda caricatura es, en el fondo, un homenaje. La risa que puede producir, proviene de su esencia misma: la exageración.

Escritos desde la Sala

¿Qué caricatura colombiana es la que más le gusta?

Orlando Morales Henao, Medellín, 1952. Maestro en Artes Plásticas de la UNAL de Colombia, sede Medellín. Director de la Muestra Mundial de Caricatura Valle de Aburrá. Jurado de bienales de humorismo gráfico en Cuba, México y Argentina. Ha realizado varias exposiciones individuales y colectivas de su obra en diferentes centros culturales y artísticos de Medellín. Autor de comentarios sobre arte en periódicos como El Mundo y El Colombiano, así como en Escritos desde la Sala y en numerosos catálogos.

Casi siempre dibujando.

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Escritos desde la Sala


mecanuscritos de poemas, cuentos, guiones de programas radiales y otros documentos que dan cuenta de su vida personal y profesional.

La correspondencia

Adel López Gómez: “desde la mirada de sus lectores” Gloria Aleyda Soto Villegas Diana Beatriz Morales Patiño

Correspondencia, textos, notas, columnas, manuscritos y mecanuscritos pertenecientes al Fondo Personal de Adel López Gómez, conservado en la Biblioteca Pública Piloto, nos revelan facetas literarias y personales poco conocidas o escasamente divulgadas de este autor.

“En tardes como ésta que empleo en finalizar mi interminable epístola de confesiones y divagaciones, mientras baja la tarde amarilla por sobre las montañas, solo me embarga una ambición simple, romántica, campesina y entrañable: querría tener una casita frente a un río, una arboleda, unos rosales, un perro grande y cariñoso y una hamaca tendida entre los árboles. No es más que la ambición de un hombre humilde que nació en el agro. Más si las realizara, sería feliz” 1

A

del López Gómez nació en Armenia, Quindío, el 17 de octubre de 1900 y murió en Manizales en 1989. Fue conocido dentro del ámbito literario como un versátil escritor por su habilidad para la escritura de cuentos, novelas, prosa lírica, relatos y crónicas periodísticas. Dentro de los acervos patrimoniales de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín se encuentra el Fondo Personal de este escritor, que contienen documentos como correspondencia, fotografías, manuscritos, 1 CO BPP SA Archivos Personales ALG 0030 C1 Ca1 folio 40

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Como agradecimiento por haber deleitado a tantos a través de sus escritos, el autor recibía cartas con palabras de aprecio y mensajes de admiración, que a la vez dejan entrever parte de su sensibilidad y calidez humana:

“Tu pluma, que ha viajado por todos los caminos de la literatura, ha sido un manjar delicado para las personas que buscamos en la prensa o en el libro la página amena, agradable y sencilla”2 (Palacio Mejía, Bernardo), “Si todos los que se dicen mis amigos, tuvieran esa sinceridad que te distingue, las penas que trae el destino serían menos duras”3 (Álvarez D’Orsnville, J.M.),

Adel en Bogotá, en 1929, como reportero y cronista de la prensa capitalina.

“En La Patria leo a diario tus notas colmadas de ideas y de ese hermoso estilo, fluido y suave como las tortas de navidad, que si las comemos con vino español nos llena de gusto, y si no hay vino queremos devorar hasta los moldes. Mis felicitaciones”4 (Fernando Arias Ramírez).

Las notas y columnas Su capacidad de escribir de manera sencilla, elocuente y sensible, propició que su labor periodística fuera elogiada por amigos, coterráneos y contemporáneos, tal como se puede apreciar en algunas de sus epístolas, de las cuales se extraen algunos apartes:

“Sea también la oportunidad para hacerle llegar mi voz de estímulo, para que en su pluma de artista y de periodista, encuentren un exégeta y un defensor, estas y tantas otras regiones olvidadas de la patria, que a veces producen más cólera y tristeza que espanto y admiración”5 (Mario Mejía Jaramillo)

2 CO BPP SA Archivos Personales ALG 0037 C1 Ca1 folio 60 3 CO BPP SA Archivos Personales ALG 0111 C1 Ca1 folio 141

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Manuscritos y mecanuscritos de sus poemas

Guiones radiales

Algunos de ellos también reposan en la Sala Antioquia. En ellos se reflejan la sencillez, el romanticismo, la amistad y el amor por su tierra. Uno de los que sobresale, tal vez por ser el único manuscrito y por la fecha de la cual data, es el poema “Esta muerte precoz”, con fecha del 10 de diciembre de 1920. Allí expresa, como él mismo lo describe, su “fracaso de amor envuelto en rimas”:

“nueve del mes de tal. ‘En este día murió este chico de melancolía tomando extracto de desilusiones’” 4 Su obra tiene frescura y candidez. Una de sus amigas, hablando del libro de poemas “Las ventanas del día”, los definía de la siguiente manera:

“Todo eso que tu sabes expresar tan sabiamente deja deleite fino y torturante porque no sé porqué causa encuentro en tus poemas una amargura a cuya influencia encantadora no puedo librarme… Evolucionas hacia un plano más elevado de poesía profunda y delicada”7 Entre otros poemas mecanuscritos conservados en el Fondo Personal se encuentran: Epístola a Maruja Velásquez (25 de febrero 1934), Palabras del Enamorado retorno (1939) y Soneto de amor (1940).

4 ALG 1151 C6 Ca51 folio 1

Durante su trayectoria intelectual, fundó el programa de radio Pago a todos, transmitido por Radio Manizales y cuyos originales de los guiones del programa, también hacen parte del Fondo Personal resguardado por la Sala Antioquia. El elenco de este programa lo conformaban: Adel, cuatro de sus hijos, un yerno y tres de sus nietos. En él se dramatizaba un cuento, que podía ser de su autoría, de otro escritor colombiano o de un autor de talla universal; precisamente en sus archivos reposa la información por orden alfabético, de cada autor de los cuentos teatralizados que utilizaba como guía para sus programas. En el programa también se incluían temas de corte periodístico y otras variedades. Una de las secciones era las “Apostillas extravagantes”, que consistía en la narración de una noticia del momento, de forma humorística y a veces sarcástica.

Reconocimientos Su trabajo como escritor y la crítica favorable a la que fue sometida su vasta obra literaria, fue compensada con reconocimientos y homenajes en vida. Entre ellos, el título de “Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua Colombiana”, mención que fue bien recibida por amigos, familiares y distintas instituciones: “Esta exaltación, muy justa por los altos merecimientos del nuevo Aca-

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Elenco del programa Pago a todos. Aquí con sus hijos y familiares.

démico, significa un positivo orgullo para las letras de Caldas…”8 Fuera del Fondo Personal, la Sala Antioquia cuenta con obras como: Por los Caminos de la tierra, escrita en 1928 y que fue su primera novela; en ella se aprecian hermosas descripciones literarias del paisaje natural, que evocan recuerdos profundos de los senderos que otrora recorriera; El niño que vivió su vida, en palabras del propio autor: “Un relato autobiográfico que da idea del medio en que nació y donde tuvo sus primeras visiones y sueños5. Entre otras de sus obras podemos mencionar: Allá en el Golfo, El Diablo anda por la Aldea y Cuentos del lugar y de la Manigua. La obra intelectual de Adel López Gómez es, como acabamos de reseñar, bastante amplia y amerita ser

5 CO BPP SA Archivos Personales ALG 0030 C1 Ca1 folio 40

conocida y estudiada tanto por las nuevas generaciones de escritores, como por estudiosos e investigadores. En sus escritos encontrarán a un “verdadero maestro del lenguaje y un hombre de alta disciplina mental”6, a un “fino talento como crítico y como creador”.7 Diana Beatriz Morales Patiño. Profesional en Archivística por la Universidad de Antioquia, con estudios de Bibliotecología en la Universidad del Quindío. Actualmente se desempeña como técnica en Gestión de Archivos de las Colecciones Patrimoniales de la Biblioteca Pública Piloto. Gloria Aleyda Soto Villegas. Historiadora de la Universidad de Antioquia, con estudios en Archivos y Gestión Documental en el SENA. Actualmente se desempeña como técnica en Gestión de Archivos de las Colecciones Patrimoniales de la Biblioteca Pública Piloto.

6 CO BPP SA Archivos Personales ALG 0006 C1 Ca1 folio 6 7 CO BPP SA Archivos Personales ALG 0003 C1 Ca1 folio 3

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que pasa, sino una selección rigurosa

en el pueblo, sólo se dedican a

y crítica de los acontecimientos más

fanatizarle e inspirarle pasiones rencorosas”.

poéticos, significativos y trascendentes de una cultura, y para ello es ineludible separar clara y drásticamente el grano de la paja. Son las obras lo esencial del Arte y estando allí para su goce, compren-

Antecedentes del Arte Contemporáneo en Medellín (Primera parte) Samuel Vásquez

sión y estudio, no se entiende por

A

bundar en citas de periodistas, comentaristas y amigos, le otorga al texto apariencia de ardua labor investigativa, respaldo teórico y coherencia histórica, pero se termina dando mayor valoración a opiniones sobre las obras que a las obras de arte mismas. Y, lo que es peor aún, abundar en nombres y citas de gente ignorante y atrevida es la manera más “democrática” de neutralizar las opiniones de auténtica relevancia e importancia, y además una manera sutil de invisibilizar los conceptos de quienes realmente saben sobre un tema.

qué no se va directamente a ellas

Al ahondar en fuentes periodísticas, negar fuentes vivas y documentos históricos que ilustran los acontecimientos, ¿qué se busca? No demandan igual valoración poética y artística un hacha lítica y la Venus de Lespugue porque tengan la misma edad: la Venus carga una inmanencia de la que carece el hacha. El Arte es una rama de la sensibilidad, del conocimiento y de la expresión diferente a la Arqueología.

progresos materiales y el atraso

La Historia del Arte no es un registro mecánico y minucioso de todo lo 102 Escritos desde la Sala

buscando preguntas y revelaciones y, en cambio, se acude a los comentaristas, obteniendo como resultado un texto referencial de segunda mano. Es decir, resulta haciéndose una

Historia de los comentarios más que una Historia de las obras de Arte. A nuestra historia del arte le falta sentido crítico, y a nuestra crítica le falta sentido histórico. En el siglo antepasado Juan de Dios Restrepo escribía: “[…] Curioso contraste presentan en Antioquia los intelectual, el buen sentido de las masas y su genial independencia, al lado de esa ignorancia supina en las cuestiones públicas y de ese indiferentismo estúpido con que se dejan gobernar por ciertas notabilidades retrógradas. […] Resulta inconcebible aceptar ese tipo de notabilidades, el clero, los gamonales, que en lugar de pagar sus contribuciones públicas directas y de promover la cultura

Una ciudad domesticada Todavía al final de los años sesenta, cuando irrumpió la Bienal de Medellín, la dirigencia política, económica y religiosa de la ciudad imponía su decisión de que esta urbe fuese una zona segura. Que siguiera siendo una comunidad cerrada en donde ningún viento extraño pudiera alterar la atmósfera quieta, el aire estático de la “Bella Villa”. Una hermosa geografía de montañas altas, pendientes y cerradas, les servía tanto de metáfora, como de argumento y de disculpa. Esta “zona segura” propiciaba además de una cerrera protección y garantía en los procesos productivos y culturales, una doméstica producción controlada bajo pautas precisas y rentables, y una vigilancia rigurosa avalada por una estructura de normas y prohibiciones que la legitimaban a la vez que la hacían factible. Ni la clase popular ni la clase adinerada de la ciudad eran formal e ideológicamente monolíticas. La clase popular había sido escindida al ser penetrada por un nuevo actor social protagónico y determinante: el proletariado. El obrero que era indispensable en la naciente industrialización de la ciudad, generaba un nuevo tipo de contrato social en sus relaciones laborales. Renunciaba al miserable tratamiento feudal que le

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daban sus patrones, y se afirmaba en unas nuevas relaciones que pedían armonizar el capital productivo de los nuevos industriales con la fuerza productiva de los obreros. Se estaban construyendo unas nuevas relaciones que aspiraban a la justicia social. Es necesario advertir que los nuevos industriales, por su visión de mundo, por sus deseos, por sus proyecciones, rompían radicalmente con el comportamiento y creencias feudales de los ganaderos y de los mineros.

Un intento de avance hacia la modernidad Estos nuevos industriales creían que la modernidad era posible entre nosotros. Por eso, además de crear la industria textil más dinámica de Latinoamérica, al unísono crearon universidades y hospitales tan eficaces y bellos como el San Vicente de Paul. Al tiempo que fundaban industrias de alimentos y electrodomésticos, se aventuraron en la creación de las primeras y más importantes industrias radiales y fonográficas del país, que difundieron la música de los más destacados compositores e intérpretes de nuestro Caribe, revolucionando las costumbres de las ciudades introduciendo nuevos ritmos y bailes, e intentando un boceto de lo que podría ser una especie de “identidad nacional” no centralizada ni fusionada, sino obteniendo una interacción viva y rica de diversas regiones.

Esta nueva burguesía creó también la empresa estatal de servicios públicos, quizás la más eficiente del país. Pero la clase adinerada estaba también escindida porque paralelamente estaban siendo penetrados por el comportamiento y la ideología de los ganaderos que se negaban a abandonar sus costumbres, acciones y creencias feudales. Ganaderos que en lugar de abrazar la aventura imaginativa que proponían los industriales, se aferraban a la colonización y posesión de la tierra a cualquier costo social y humanitario, imponiendo unas relaciones laborales que hacían esguince no sólo a los derechos humanos, sino a las leyes mismas. Quizás el fracaso de la industrialización antioqueña se debió, más que a las dificultades de transporte de sus productos a través de una geografía ciertamente difícil, a que la nueva burguesía de Medellín perdió su pulso espiritual e ideológico con los ganaderos que albergaban en su interior ansias desbordantes de enriquecimiento por encima de todo principio ético, en donde el éxito era el que otorgaba una posterior “moralidad” al dinero conseguido, y a unas prácticas sociales absolutamente feudales, en donde el racismo y el clasismo imposibilitaban unas adecuadas relaciones entre un capital insensible y una mano de obra menesterosa, adosado a una nostalgia de sus antiguos patronazgos en donde unos peones

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Fernando Botero. “La apoteosis de Ramón Hoyos”

Fernando Botero, “La Camera degli sposi”

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esclavizados les servían sin reclamo alguno, nostalgia que se reflejaba en sus canciones sensibleras, comidas repetidas y costumbres campesinas, pero sobre todo, que se manifestaba reciamente en su conservadurismo político e ideológico, en su reaccionarismo religioso y en su economía estrecha y excluyente, todo esto aunado a un enfermizo miedo a la cultura y al arte, a los que siempre miró como enemigos. (El novelista Tomás Carrasquilla les reclamaba a sus paisanos su proclividad a “nada que huela a libro, ni a impreso, ni a recado de escribir”). La ausencia de verdaderas bibliotecas y obras de arte en las casas de los antioqueños ricos ha sido proverbial. Su carencia de anhelo de belleza y necesidad espiritual ha sido palpable: inopia cultural. La clasificación moral de las películas en donde se prohibía a toda la población católica asistir a mucho cine de calidad, el aberrante Índice de libros prohibidos y la censura directa a las obras de teatro, todavía se mantenía vigente en la década de los ochenta. Montajes de La Fanfarria y Gilberto Martínez fueron censurados por un banco local y una entidad gremial de la ciudad. La escultura de 25 metros de altura de Édgar Negret, ganadora del Premio Peldar en 1971 para ser construida en la glorieta de San Diego, fue saboteada por el alcalde Óscar Uribe Londoño, quien, espantado ante tanta modernidad, impidió su realización.

El racismo se evidenciaba, además, en el rechazo a la maravillosa música negra del Atlántico y del Pacífico, a pesar de la numerosa mano de obra que venía del Chocó y de que las mejores orquestas del Caribe vivían, creaban y se presentaban simultáneamente en Medellín todas las semanas del año durante el nacimiento de la radio y la industria fonográfica, y sin embargo los músicos antioqueños y la gente de Medellín prefirieron adoptar como su más importante influencia el blanco “chucu-chucu” venezolano para repetir y propagar una perniciosa plaga musical con toda su pobreza rítmica, armónica y orquestal.

Un pequeño grupo de valientes Todo este entorno sordo y ciego agrega valentía al valor de las obras de Luis Tejada, Fernando González y Ricardo Rendón. En Medellín, en la década del sesenta, Pedro Nel continuaba aún activo como profesor y como pintor, pero su presencia y su influencia ya no eran tan fuertes y decisivas como antes. Después de su regreso de Europa y México, Ignacio Gómez Jaramillo se residenció en Bogotá, y los jóvenes pintores de la ciudad apenas teníamos de él datos anecdóticos de sus enfrentamientos con Marta Traba. Sólo cuando llamó a nuestro compañero Jaime Rendón para que fuera

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su pintor asistente en el mural que hizo en el Banco de Bogotá de la calle Colombia, estuvimos cerca de él. Sin llegar a sobrevalorar su obra, mucho más que la ignorante preponderancia que se ha dado en Medellín a un pintor cerradamente “esteticista” como Eladio Vélez y el daño manifiesto que ocasionó a sus alumnos, merecería más atención la pintura de Gómez Jaramillo.

Alfonso Bonilla Aragón escribió un artículo explicando por qué yo no era Botero. Para ser honestos, hasta yo veía que pintaba boteros”. Demostrando su independencia de la pintura que se hacía en Medellín en aquel momento, Fernando Botero declaró en 1955: “En Colombia los muralistas sufren de mexicanismo. Todos llegan con el afán de efectuar la reforma agraria con un mural; todos tienen un sentido político, pero no un orden estético. En Florencia vi algo diferente. El tema fue para ellos un pretexto poético para sorprendernos luego con su poesía en la sucesión maravillosa de imágenes que hoy, perdida su leyenda y su nombre, permanecen como esencia absoluta de lo impenetrable, de lo metafísico.”

Ni Carlos Correa ni Débora Arango tenían entonces una presencia viva en la ciudad, y los jóvenes no teníamos sobre ellos más que una insignificante información. En cambio, Fernando Botero y Augusto Rendón, que vivían en New York y Bogotá, tenían una presencia más viva, próxima e influyente para los artistas jóvenes, debido a los sucesivos premios que habían obtenido en los recientes Salones Nacionales.

La Camera Degli Sposi y La Apoteosis de Ramón Hoyos de Botero, eran paradigmas de la pintura colombiana, y muchos pintores de Bogotá imitaban abiertamente el colorido brillante y culto del pintor antioqueño, aspecto que no ha sido evidenciado con suficiencia por la crítica colombiana.

Augusto Rendón era profesor en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional, había ganado tres premios nacionales de grabado consecutivamente y ejercía una influencia directa sobre los alumnos de esa institución. En entrevista con Gonzalo Márquez Cristo dice:

Apenas ahora, en 2015, Beatriz González le dice a Halim Badawi: “Toda esta cosa vermeeriana me empezó a aburrir […] Lo primero que hice fue un grupo de niñas muy boterianas. Cuando expuse en el Museo La Tertulia de Cali, evidentemente la gente dijo que eran boteros. Pero 107

Durante la década del sesenta la violencia encontró su expresión pictórica en Colombia, sin duda por un sentido político que se vinculaba entonces a todas las manifestaciones humanas… Durante esos años advertimos que el país se convulsionaba, se

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Los únicos artistas residentes en Medellín que se mantenían activos a nivel nacional eran Justo Arosemena y Aníbal Gil, quienes enviaban regularmente sus obras a los Salones Nacionales en Bogotá.

María Eugenia Londoño Fernández, pionera de la etnomusicología en Colombia Álvaro De Jesús Ramírez Ramírez

desangraba. Nuestra aventura estaba en realizar obras que contaran la realidad aciaga con un gran sentido estético, pero la motivación era testimoniar la injusticia. Con Alejandro Obregón y otros artistas que trabajábamos este tema en forma sistemática, realizamos hace cuarenta años una exposición en Puerto Rico denominada “Testimonios”. Y allá, en esa pacífica isla tropical la muestra tuvo gran repercusión, pero en Colombia, cuna de aquellos improperios que describíamos en nuestra pintura, los medios se negaron a registrar la exhibición por considerarla subversiva.

Samuel Vásquez, poeta, dramaturgo, ensayista, músico, pintor, curador de la bienal de Arte de Medellín, profesor de pintura, estética e historia, creador de la revista Prometeo así como de hitos en la historia del teatro nacional, merecedor de varias becas y distinciones. Raquel, historia de un grito silencioso (Teatro), Las palabras son puentes que nos separan (Poesía), Gestos para habitar el silencio (Poesía), El bar de la calle Luna (Teatro), El abrazo de la mirada (Ensayo sobre Edgar Negret), Para no llegar a Ítaca (Ensayo). Un imprescindible en las artes de Antioquia y Colombia.

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Una pionera que decidió ir a contracorriente, pasar de lo centroeuropeo a lo indígena, para descubrirnos un paisaje musical amplio, conectado con nuestra identidad.

C

on las siguientes palabras pronunciadas por María Eugenia Londoño Fernández pretendemos esbozar una introducción a su pensamiento: “Esta es una invitación a sentir a nuestros ancestros muy profundamente, los más antiguos que tenemos, con los que compartimos la tierra y una manera de habitarla, de habitar el mundo, pero de los cuales la historia nos ha alejado, y justamente estamos aquí, para que nosotros que hacemos historia hoy tratemos de recuperar esa memoria y esos vínculos de identidad hacia un país más noble, más fraterno, más justo, más equitativo, más libre, más veraz. Yo les invito fundamentalmente a hacer una apertura del corazón hoy, que nos ponga a un lado los prejuicios que siempre mantenemos frente a lo diverso, frente a lo que es distinto a nosotros (…) mantener esa apertura del corazón y entender que vamos a estar frente a expresiones culturales y musicales diversas, que eso supone estar frente a otra estética. No es desde lo bello que nuestros indígenas viven y hacen su música. 109

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es de extrañar que en este ambiente se haya incrementado su amor al conocimiento en general y a la música en particular.

Maria Eugenia Londoño.

Desde temprana edad empezó a estudiar piano y a los 19 tomó la decisión, con el apoyo de su familia, de irse a estudiar musicología y piano en la “Academia de Música y Arte Dramático de Viena” en Austria. Estando allí, debió enfrentar un momento de verdad que marcó su vida para siempre: su profesor de piano le preguntó acerca de las músicas de los grupos aborígenes en Colombia. Al respecto María Eugenia reflexiona:

Ellos han vivido la música para otras cosas; entonces, despojarnos de un prejuicio y abrir el corazón, abrir la imaginación para interconectarnos con esas realidades: cósmicas, espirituales, energéticas, desde donde viven nuestros antepasados y nuestros pueblos actuales, su identidad que hace parte de nuestra identidad; (…) nuestros pueblos aborígenes se saben hijos del espíritu de la vida”.

“Yo no conocía nada, no tenía nada que contestarle lo cual fue penoso y doloroso, pues yo solo conocía los clásicos. En ese momento tomé la decisión de regresar a Colombia a estudiar sus músicas, su armonía, su estructura, su ritmo, los diseños melódicos, los instrumentos y el significado que tenían para la gente y cómo poner esas músicas al servicio de una educación más acorde con nuestras maneras de ser, de expresarnos, de sentir”. (Entrevista personal, 2021).

Lo anterior en conferencia del Parque Explora (octubre de 2015), refiriéndose a los 1.380.000 indígenas distribuidos en los 100 grupos étnicos que hay en Colombia y que hablan 65 lenguas vivas. María Eugenia se ve a sí misma como una persona con un profundo deseo de saber desde niña y muy ligada a la tierra y a los animales.

Ese deseo se vio estimulado por su familia muy antioqueña,especialmente por su madre y sus tías para quienes la música hacía parte de la cotidianidad: escuchaban música y se reunían a cantar frecuentemente. En un periodo de su infancia tuvieron en su casa una empleada que escuchaba música y cantaba todo el tiempo. Se llamaba Rosario Ordoñez y sembró en María Eugenia y sus hermanos mayores un interés muy grande por las músicas y las culturas populares. A lo anterior se sumó la presencia de su tío Germán Fernández Cárdenas, sacerdote Jesuita músico y director coral quién decía que la niña tenía una linda voz, una gran aptitud musical y que sería bueno que empezara a estudiar música. Estas palabras se convirtieron en una premonición. No

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Después de realizar estudios durante tres años en Viena, regresó al país en 1965 y se dedicó, en parte, a continuar sus estudios de piano superior hasta 1969 con el maestro Harold Martina, a quien considera su “gran maestro” en la comprensión de la música. Simultáneamente, se dedicó a explorar y estudiar las músicas aborígenes y populares de Colombia.

Paradójicamente, mientras más profundizaba en el estudio de la música más se percataba del vacío que existía en Colombia frente a la exploración, estudio, aprovechamiento y difusión de las músicas tanto colombianas como latinoamericanas. Esta claridad y determinación se vio recompensada al recibir una beca de la OEA en 1973 para hacer una especialización en el “Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore” (INIDEF) en Caracas, Venezuela, gracias a la gestión y sugerencias del pianista venezolano Arnaldo García. Al culminar sus estudios en Caracas se vinculó con la Universidad de Antioquia en 1975 por invitación de Gustavo Yepes, director del Conservatorio, y allí empieza a dictar la cátedra de Etnomúsica, innovación académica en el país y pionera en Colombia, muy a contracorriente, ya que la música que dominaba la escena en los conservatorios y universidades era la música centroeuropea. Esto marcó el inicio del proceso de investigación en su área; promovió y participó de la creación de grupos de investigación en diferentes épocas. En este mismo año creó, con seis personas más, el “Centro de Investigación de Tradiciones Populares” o CON TRAPOS, que fue su primer semillero y en el cual investigó durante cinco años, siguiendo uno de sus propósitos fundamentales: “Iniciar un proceso de apropiación del patrimonio como memoria

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Teresa Uribe se sumaron los profesores Francisco Gómez, Jesús María Álvarez y Hernán Henao. En estos intercambios ella considera que ha encontrado a sus mejores maestros.

Publicaciones de María Eugenia Londoño.

colectiva y parte de esa identidad que no conocemos y debemos conocer. Consecuencia del proceso de apropiación de esas maneras locales y diferenciadas de hacer música por parte de los jóvenes, debería ser el aprender a querer y a cuidar el territorio, a entenderse como hermanos, con los mismos deberes y derechos como comunidad humana e impulsar intercambios con otras culturas; en el reconocerse a sí mismos y en el que los reconozcan. Lo más importante ha sido la manera como ellos se han ido apropiando de sus valores de identidad y de sus raíces”. En 1979 Florencia Pierret Vinculada al PNUD de la Unesco se encontraba desarrollando un proyecto sobre la Realidad Musical en Colombia e invitó a María Eugenia y al sociólogo Jorge

Betancur, quien la acompañó con sus fortalezas en ciencias humanas y sociales y además se convirtió en su maestro en investigación. Este trabajo duró tres años. Otro evento significativo en ese año fue la creación del Departamento de Investigación en la Escuela Popular de Arte EPA. Proponer la investigación y la enseñanza de la etnomusicología en la Universidad era para la época (1986) una utopía, una locura. María Eugenia necesitaba un apoyo fundamental y lo encontró en la socióloga María Teresa Uribe, uno de esos faros intelectuales de la U. de A., quien pensaba que “Investigar es intentar ver en la oscuridad, poner los ojos en asuntos desconocidos, descubrir lo que está oculto, aquello que parece irrelevante”. Al apoyo de María

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En 1991 se dieron las condiciones para construir el Grupo de Investigación “Valores Musicales Regionales” (hoy bajo el nombre de “Músicas regionales”, de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia), grupo con el cual María Eugenia ha trabajado durante 30 años, convirtiéndose así en su “ópera magna”. En la conformación inicial de este grupo también estaban Alejandro Tobón Restrepo y Jorge Humberto Franco Duque. Poco tiempo después se integró el maestro Jesús Zapata Builes. Los cuatro músicos realizaron una extensa investigación sobre música andina colombiana (1991 a 1994). Por su libro “La Música en la Comunidad Indígena Emberá Chamí de Cristianía” ganó en 1993, el premio Casa de las Américas en Musicología. Este premio estimula la creación científica, el conocimiento y la difusión de las culturas musicales de América Latina y del Caribe (posteriormente, en 1995, fue incluída como jurado). En este trabajo estuvo acompañada por el músico antioqueño Jorge Humberto Franco.

Nos hemos propuesto rescatar en este escrito el espíritu que anima las búsquedas de María Eugenia. Estas están relacionadas con la capacidad de entusiasmar a los jóvenes a formar equipos duraderos y de involucrarlos en procesos de formación para liderar en las comunidades indígenas, campesinas, urbanas y académicas, proyectos con vocación de permanencia, dedicados a la investigación musical. En este homenaje, más que enumerar logros académicos obtenidos y grupos de investigación fundados, queremos resaltar su tenacidad y determinación en el logro de objetivos a largo plazo, muy relacionados con la vinculación de tantos jóvenes soñadores de diversos grupos sociales a la investigación, reconocimiento, valoración y difusión de las músicas de Colombia, que han visto en la recuperación de nuestro patrimonio inmaterial, la esperanza de un futuro mejor. A María Eugenia todo nuestro respeto y admiración.

Álvaro De Jesús Ramírez Ramírez, Envigado. Ingeniero industrial de la U. de A. Gestor Cultural en la Sociedad de Mejoras Públicas, socio de la Corporación Encuentro Nacional del Tiple y columnista permanente en la Revista Musical La Vitrola.

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Roland Barthes y el teatro Rodrigo Zuluaga G.

Una mirada a los profundos intereses teatrales del escritor francés, atraído por el teatro griego antiguo, e impactado luego por el teatro alemán, particularmente por la obra de Bertolt Brecht: la historia de una fascinación que significó un giro en sus concepciones.

Fue la figura más representativa del movimiento “nouvelle critique”, que agrupó a los estructuralistas franceses, a los formalistas rusos y en general al movimiento antropológico. Ellos usaron un método de análisis literario observando al lector y no a los autores, echando mano de sistemas y métodos nuevos que ofrecían la lingüística, el estructuralismo, el psicoanálisis y el marxismo.

Preámbulo

E

stas notas se acercan al pensamiento de R. Barthes, al teatro en la década del cincuenta del siglo pasado, analizan los escritos del libro “Ensayos críticos”, traducido al español por Carlos Pujol y publicado por Seix Barral en 2003. Se incluyen también algunos conceptos expresados por la profesora Laura Conde en su estudio investigativo “Siempre me ha gustado mucho el teatro”, publicado por la Revista Badebec, Vol. 9 de Sep de 2019. Barthes fue un filósofo francés que desarrolló su extenso trabajo de crítica semiótica y literaria después de la Segunda Guerra Mundial (1945), hasta su muerte a finales del siglo (1980). Se interesó vivamente por el teatro de su país, pero cuando pudo apreciar el teatro realista que llevó a Europa el dramaturgo y director teatral alemán Bertolt Brecht, quedó entusiasmado e incluso abogó por este tipo de teatro, algo que demostró denunciando las precariedades del teatro contemporáneo y en especial del teatro francés. 114 Escritos desde la Sala

Barthes fundó en su juventud el grupo de Teatro Antiguo, con sus compañeros de la Universidad de la Sorbona y con ellos mismos, más tarde, la Revista Teatro popular. Todo tiende a indicar que durante su vida tuvo un amor contradictorio con el teatro, como actor, como lector y espectador. En un principio lo deslumbró el teatro antiguo, en especial el Teatro Griego, por eso puso en escena con sus compañeros la obra Los persas, una tragedia del dramaturgo griego Esquilo sobre la batalla de Salamina, donde los griegos se defienden de Persia. Se cree que el dramaturgo personalmente había participado en esa batalla y tuvo la genial idea de representarla para la gente que había participado en ella también. Los persas es quizás la obra teatral más antigua que se conserva. Una tragedia griega que se basó para su montaje en hechos contemporáneos. Sin embargo, Roland Barthes plantea que no sabe por qué, no se dedicó más tiempo, músculo y práctica teatral a esa tan importante tragedia de los griegos.

Ese montaje de Los persas de Esquilo, le planteó a Roland Barthes algunos interrogantes interesantes, por ejemplo, ¿hay que montar el teatro antiguo como de su época o como de la nuestra? Esa ha sido siempre una disyuntiva a resolver. Asimismo, ¿de qué manera poner en escena a los clásicos griegos?. ¿cómo hacer para que no parezca que los representamos como en una vitrina? Lo mejor es ponerlos al día, sin que pierdan su valor intrínseco y extrínseco. Qué conocimiento tan vasto el que tiene Barthes del teatro griego, del teatro antiguo como él lo llama. En algún momento que analizó la Orestìada, de Esquilo, puesta en escena por aquel portento del teatro francés que fue Jean Louis Barrault

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Hay un hecho para resaltar en la vida teatral de R. Barthes y es la llegada a París del dramaturgo y director teatral de Alemania Bertolt Brecht, quien con su grupo El Berlinner Ensamble trajo el montaje emblemático Madre Coraje y sus hijos. De él dijo Barthes: “Brecht me quitó el gusto por el teatro imperfecto y creo que fue cuando dejé de ir al teatro”. Porque en esa ocasión desnudó muy bien las “imposibilidades profundas” del teatro francés contemporáneo.

Ilustración por Jahan98, sin página web, bajo Licencia Creative commons 4.0, https://creativecommons.org/ licenses/by-sa/4.0

con su Tèatre Marigni, Barthes da rienda suelta a sus conocimientos profundos del Teatro Griego y sus concepciones de la manera cómo llevarlo a la escena y sobre todo con qué criterios. En especial le interesa saber si una obra escrita hace veinticinco siglos le dice algo en qué pensar a unos espectadores en 1955, que es cuando se pone en escena la Orestìada por parte de Barrault. Sus análisis se centran especialmente en el vestuario, las voces, las intenciones dramáticas, la importancia de los conceptos y si los espectadores

los están entendiendo. Del coro, se pregunta si debe ser quieto, moverse o bailar, por ejemplo, y cuál es la relación de éste con los espectadores. En esta época nuestro autor viajó consuetudinariamente a varios países de Europa y África y después de uno de esos largos viajes retornó con la idea de fundar la Revista Thèatre Populaire, donde escribió una buena cantidad de artículos sobre el teatro que se hacía en ese momento en los teatros de París, las salas, las obras y por lo regular los estrenos.

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A partir de ese momento empieza a ver los inconvenientes que muestran los montajes del teatro francés. Escribe un artículo sobre la indumentaria que se usa en las representaciones, la cual le parece excesiva. Dice que los personajes se pierden en la exuberancia de los botones, especialmente en el teatro francés de 1940, indumentaria que ayuda a la identificación con el héroe pero que no ayuda a la crítica a mirar las situaciones con cierto criterio de alejamiento. Muy contrario a lo que Brecht plantea, un vestuario que corresponde a la escena, por ejemplo, en Matter Courage, el vestuario está raído, ha sido sometido a una clorificación para deteriorarlo y se burla de los franceses, de lo que ellos sentirían al decolorar ciertas prendas usadas en la escena. Esta confrontación entre tipos de teatro que le interesan al público, llevó a Barthes a abogar afanosamente

por un teatro político, “que propusiera técnicas nuevas, intentara rupturas, hiciera más flexible el lenguaje dramático, despertara al autor realista para que abandonara su despreocupación habitual con respecto a las formas”. En el análisis profundo de la obra brechtiana, se nota a Barthes confundido con el teatro tan normativo y específico desarrollado por el alemán. Incluso le cuestiona su excesiva asepsia moral, un teatro político demasiado agitador. Pues se trataba de un tipo de teatro que toca con la conciencia del individuo, en especial del desprevenido que no se ha dado cuenta que el mundo puede cambiar. Le da al teatro la posibilidad de transformar, de hacer pensar en lo moral y lo ético, en lo que somos de buenos y de constructivos en una sociedad capitalista que devora sin parar e implacablemente a los individuos. No cabe duda: el teatro de Brecht operó sobre R. Barthes una especie de deslumbramiento, una suerte de iluminación, algo que seguramente le hacía falta al teatro de ese tiempo, en esa contemporaneidad. Eso

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se desprende de los conceptos y de todas las ideas que comenzó a plantear en su revista, de los foros que realizó sobre Teatro y de las discusiones que propició para alabar el teatro Brechtiano y rechazar el teatro aristotélico y el teatro francés de su tiempo.

Barthes en sus trabajos de crítica literaria demostró ser un intelectual demasiado sensible. Muy cerca de su trágica muerte declaró:

El teatro significó para Barthes el contacto erótico y más concreto con las preocupaciones generales que atravesaron su pensamiento: el acontecimiento, el lenguaje, el estilo, la lectura, la muerte.

“Alguna vez dije que “Fragmentos” sería mi libro más leído y más rápidamente olvidado, porque es un libro que llegó a un público que no es el mío. No era un libro muy intelectual, sino más bien bastante proyectivo, en el que uno puede proyectarse, no a partir de una situación cultural, sino a partir de una situación que es una situación amorosa”.

Al final de sus días, antes de su accidente mortal, dejó de hablar de teatro, tal vez ya no le interesó más y se dedicó a la escritura de una de sus obras más significativas: “Fragmentos de un discurso amoroso”, un libro sobre el amor, la trivialidad y la radicalidad del amor. Esta decisión de Barthes, de ocuparse del amor resultó siendo de un carácter subversivo.

Rodrigo Zuluaga Gómez. Bibliotecólogo y Máster en Ciudad y Cultura, Universidad de Antioquia. Laboró en la Gobernación de Antioquia en Extensión Cultural durante 15 años. Ha sido actor, director y dramaturgo, con varias obras de teatro publicadas y otras inéditas. También escribe novela, cuento y poesía. Libros publicados: El jefe (teatro), Morir de amor (teatro), El sargento Buenaventura (novela), Taco rezao (cuentos), En la cuerda floja (cuentos).

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Novedades Bibliográficas El Editor

Caído del zarzo El periódico Universo Centro, con el apoyo de la cooperativa Confiar, como homenaje al polifacético hacedor cultural (dibujante, caricaturista, cronista, poeta, traductor, investigador musical y editor) Elkin Obregón, fallecido en enero de este 2021, quien fuera columnista del periódico, reúne en este volumen las 99 apariciones de su página “Caído del zarzo”, que cubre el lapso que va de abril de 2011 a febrero de 2021.

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El día de la histeria Memorias Luz Mercedes Cadavid Villegas Revelación póstuma de una narradora talentosa. Dos generaciones de colombianos disfrutamos su voz exquisita en Radio Sutatenza, Radio Colibrí, Modos y Moda (TV), o como presentadora de eventos especiales en la BPP. Otros la conocieron como directora de la Escuela Popular de Arte, de Medellín, o en su condición de directora de la División de Tecnología y Medios Educativos de la Secretaría de Educación del Departamento de Antioquia. A la vez alegra y entristece el descubrimiento póstumo de una prosa que sorprende con la delicada, abundante y original urdimbre de su imaginería poética, de su rica y honda visión intimista.

Una vida de cualquiera El Fondo Editorial de la Universidad EAFIT, en su colección Rescates, en diciembre de 2020, publicó esta segunda edición (la primera la hizo la BPP en 1995) del relato que de su vida escribió Carmen Rosa de Barth, animadora de la vida literaria de Medellín en diferentes tertulias y talleres, entre ellos “Amigos de las Letras”, de la BPP, dirigido en la época de su asistencia por Claudia Ivonne Giraldo. Testimonio valioso de la vida de algunas mujeres colombianas en las primeras décadas del siglo XX.

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Tercer libro de Carlos Aguirre, ex asistente al Taller de Escritores de la BPP. Novela futurista y de horror editada por Vásquez Editores, Medellín, 2021. Con anterioridad publicó la novela Madremonte, con raíces en la leyenda de la tradición oral antioqueña, publicada por Hilo de Plata Editores, Medellín, 2019, y Los pasos de la furia (cuentos, Editorial U de A, 2009).

Pedro Brincos: Un condotiero por los Andes Relato biográfico del legendario bandolero de los años 50, guerrillero luego, Roberto González Prieto, alias “Pedro Brincos”, escrito en clave de novela por Carlos Eduardo Londoño Satizábal (economista de la UNAL de Colombia, sede Bogotá), prologado por Daniel Pécaut y publicado en 2020 por Fallidos Editores, Medellín. Con base en años de rastreo en fuentes documentales de la época y en testimonios de primera mano de amigos, conocidos y familiares, el autor reconstruye la trayectoria política y humana del hombre que se inició en la resistencia liberal al régimen conservador de Laureano Gómez en El Líbano, Tolima, y derivó luego hacia la naciente izquierda guerrillera como uno de los fundadores del MOEC.

Como si contemplaras un animal legendario Jorge Escobar es autor de libros y ensayos sobre temas filosóficos, históricos, científicos y tecnológicos. Ex – asistente al Taller de Escritores de la Biblioteca Pública Piloto. El Fondo Editorial del ITM le publicó en 2020 este volumen de cuentos, su primera obra de ficción, donde se despliega un denso fresco urbano por el que “deambulan como sombras” sus personajes.

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Días cárdenos Vásquez Editores le publicó a Ányelo López en 2021 esta primera agrupación de relatos ficticios que despliegan sus historias en épocas y latitudes lejanas de las nuestras (la antigua Roma, la Francia medieval, el Japón feudal, etc.).

Crónica, poesía, ensayo trío ganador 1

Primera novela de Leonardo Gómez (su primer libro de cuentos, Me negarás tres veces y otros cuentos, fue publicado por la U de A, 2015), edición personal, Medellín, 2020. Relato de un origen, el del autor y el lugar que lo hizo. Barro de la historia que se hizo limo de la memoria y conciencia de identidad.

L

3. Camino de inicio. Poemario de Viviana Restrepo que fue antecedido por Lo que dura un eclipse (2011), obra del mismo género. Camino de inicio reúne 27 poemas de acento reflexivo con fundamento en la imagen.

1 Editados por Otrabalsa, estos tres títulos fueron ganadores de la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura 2020, Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín.

Los organizadores de la muestra fueron el escritor Samuel Velázquez y el pintor y fotógrafo Emiliano Mejía. Emiliano, nacido en Medellín

2. Caído del zarzo. Una selección temática (autores, cine, teatro, toros, lugares, viajeros, etc.) de la columna famosa de Elkin Obregón, cuya publicación completa ya mencionamos al abrir estas “Novedades bibliográficas”.

Cuando la travesía era un sueño

Emiliano Mejía De la pintura y la fotografía a los remedios para los callos

a primera exposición de arte que conoció Medellín se inauguró el 20 de julio de 1892. Fue presentada en la casaquinta de don Juan Uribe, habitada en ese momento por el belga Luis Vacke y el alemán Juan Jaedicke. El joven Francisco Antonio Cano (1865-1935) dirigió una carta al director de El Espectador en la que aseguró que los participantes, treinta hombres y veinticinco mujeres, eran autores de más de 150 obras, entre ellas “varias originales”. Según Cano, los expositores no buscaban “conquistar nombre o remuneración de alguna especie”, sino demostrarles a los medellinenses que “no somos hombres inútiles entre ellos y que a nuestro modo trabajamos por el engrandecimiento de nuestro suelo” (citado por Londoño, 1989: 113). Demostrar ser útil a una sociedad utilitarista, marcada por el comercio, la minería y la gestación incipiente del futuro desarrollo industrial, no era un empeño menor.

1. Piedras para Hermes. Agrupación de ensayos de Felipe Restrepo David, ensayista y editor (Conversaciones desde el escritorio fue su primer libro de ensayos, Fondo Editorial EAFIT, 2008). Una poética del viaje articula los ensayos reunidos en sus páginas que renuevan nuestra visión del Amazonas, el Darién, Urabá, su mar y las poblaciones de esa carretera a la que le vale la frase con la que Bolívar definió a Mompox: “Fue un sueño que tuvimos”.

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Santiago Londoño Vélez

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En 1879, a los quince años, Emiliano viajó a París a estudiar pintura y fotografía. Se conserva una tarjeta de visita tomada en el estudio de Bureau Hermanos, enviada a su familia en Medellín, que muestra el retrato del busto del joven y elegante estudiante. Regresó a Medellín en 1882, seguramente lleno de sueños e ilusiones. Abrió un estudio de pintura y fotografía en un local contiguo a la residencia de sus padres, sobre la calle Pichincha, en el centro de Medellín. Para dar a conocer sus servicios, publicó diversos anuncios en la prensa local. En uno de los primeros, fechado el 5 de octubre de 1882, se lee: Emiliano Mejía en París, ca. 1879, por Bureau Frères. Sala Patrimonial, Biblioteca Eafit.

en 1864, fue el primogénito de los once hijos que tuvieron la matrona antioqueña Candelaria Restrepo Maya (1842-1915), conocida como “Candelita”, y José Joaquín Mejía Londoño (1840-1915). La Sala Patrimonial de Eafit conserva una tarjeta de visita, debida a Wills y Restrepo, en la que aparece retratado con uno de sus hermanos; aunque son niños menores de edad, visten como adultos en miniatura, según la costumbre de la época.

“Me hago cargo de obras que se dignen confiarme de fotografía, de dibujo a lápiz y a la pluma, de pintura al óleo, al temple y al pastel, de fotografía vitrificada comúnmente llamada cristaloterapia, y de iluminación. En mi establecimiento encontrarán los que quieran visitarlo, trabajos diversos relativos a cada uno de estos ramos, ejecutados los unos al terminar mis estudios en Europa, y los otros al regresar al país: ellos servirán al mismo tiempo, para que formen juicio al respecto a la manera cómo desempeñará las obras que se me haga el honor de confiarme. Ofrezco igualmente para los retratos de distintas dimensiones que puedo hacer, marcos variados, de gusto, a precios módicos. Horas de despacho: de 8 a 10 de la mañana, de 11 a 3 de

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la tarde y de 4 a 5 de la misma. Las horas más propicias para el buen éxito en los retratos son las intermedias entre las 10 de la mañana y las tres de la tarde. En el establecimiento habrá un cuadro detallado que indique el precio fijo de mis trabajos” (citado por Londoño, 2009: 104). En los siguientes años, Mejía diversificó sus actividades: ofreció clases de fotografía, dibujo, pintura, caligrafía y francés, tanto en su establecimiento como a domicilio; distribuyó sustancias químicas y materiales para laboratorio, y ofreció en venta reproducciones de imágenes religiosas. Entre sus alumnos más destacados cabe mencionar a Benjamín de la Calle y a Rafael Mesa. Este fue, probablemente, su mayor aporte a la fotografía en Antioquia. En 1887 emprendió la fabricación de espejos, seguramente aprovechando las sales de plata que empleaba en el taller fotográfico, y promovió “un eficaz remedio para curar los callos sin dolor”, prodigio que anunciaba a la par con sus demás servicios, en la prensa escrita de la ciudad. Pasada la exposición de 1892, donde Emiliano exhibió retratos a lápiz, pues probablemente no se atrevió a competir con las fotografías con las que participaron colegas de mayor calado, como Gonzalo Gaviria y Rodríguez y Jaramillo, persistió pocos años más en su actividad como pintor, fotógrafo y comerciante. Como anotó sin contemplaciones el anóni-

Emiliano Mejía y Tulio Mejía, por Wills y Restrepo. Sala Patrimonial, Biblioteca Eafit.

mo primer cronista de la fotografía en Antioquia, “el público no acogió con entusiasmo los trabajos que produjo, ni ellos lo merecían” (citado por Londoño, 2009: 107). No estaba muy equivocado este observador, pues al comparar hoy imágenes suyas con las de otros fotógrafos de la época, se aprecian como de inferior calidad técnica en cuanto a los procesos de revelado y fijación. La fotografía fue un emprendimiento que, con su magia novedosa y posibilidades comerciales, atrajo a muchos en la segunda mitad del siglo XIX en An-

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Respaldo de tarjeta de visita de Emiliano Mejía. Sala Patrimonial, Biblioteca Eafit.

tioquia. Pero fueron pocos quienes lograron salir adelante, en medio de una fuerte competencia entre fotógrafos locales y extranjeros que probaron suerte.

Queda un bodegón con claveles Emiliano Mejía se había casado en 1887 con Paulina Uribe del Valle en la Iglesia de la Veracruz; tuvo que solicitar dispensa por cuarto grado de consanguinidad y engendraron seis hijos: Lino (1888-1952); Daniel (1891-¿?); María Ester (1892-1981), quien se dedicó a cuidar a sus padres; Rafael (1896-1965); Federico

(1897-1970), y Jesús (Gallo, 172181). De su esforzado empeño con la fotografía han sobrevivido unos pocos ejemplos, y de su trabajo como pintor, hasta ahora solo se ha identificado un bodegón con claveles, pintado al óleo hacia 1914, cuadro que regaló a su sobrina Margarita Escobar Mejía (1891-1984) con motivo de su matrimonio con Guillermo Vélez Pérez (1888-1957. Se trata de un bodegón de formato vertical, en el que un florero de cristal con un ramo de claveles está antepuesto a un jarrón, ambos ricamente decorados. Algunos claveles se han caído como por casualidad. De ejecución correcta y buen color, este bodegón parece hacer eco del aprendizaje cursado en Francia, y, acaso, de algunas enseñanzas de Cano, verdadero maestro de los bodegones de flores. Si el mismo Cano, con su gran talento, apenas sobrevivió en Medellín con sus pinturas, y para la fecha de este cuadro ya había emigrado a Bogotá en busca de un mejor vivir, muy difícil habría sido para Emiliano sostener a su familia con su arte y el almacén de variedades. Finalmente, la realidad se impuso. Abandonó la ilusión juvenil que lo había llevado a París siendo un adolescente. Subsistió como profesor de francés en la Universidad de Antioquia, donde las malas lenguas lo apodaron “chimbito de oro”, por el color de su cabello y su baja estatura. Falleció en Medellín en 1937, a los 73 años, y su esposa le sobreviviría hasta 1956.

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Referencias Gallo Martínez, Luis Álvaro (1999). Don Marceliano Restrepo Restrepo. Su vida y su descendencia. Bogotá, Litografía Hecraval. Londoño V. Santiago (2009). Testigo ocular. La fotografía en Antioquia, 1848-1950. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia-Biblioteca Pública Piloto. Londoño V. Santiago (2019). La Casa de Sabaneta. Memoria de la familia Vélez Escobar. Medellín, Artes y Letras. Londoño V., Santiago (1989). Historia de la pintura y el grabado en Antioquia. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia.

Santiago Londoño Vélez, Investigador. Entre sus libros publicados se encuentran: Historia de la pintura y el grabado en Antioquia (1996); Débora Arango, vida de pintora (1997); 3.500 años de historia (2001); Vida y obra de Francisco Antonio Cano (2002); Botero, la invención de una estética (2003); La fotografía en Antioquia: 1848 – 1950 (2009); Pintura en América Hispana (tres tomos, 2012); Gregorio Cuartas (2015) y La casa de Sabaneta. Memoria de la familia Vélez Escobar (2019).

Emiliano Mejía. Bodegón con claveles, 63 x 38 cm, ca. 1914, colección particular, Medellín. Foto: Carlos Tobón.

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Espejismos Isabel Bernal

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n escote de mujer, unos hombros acariciados por un velo fino que apenas los cubre, unas clavículas afiladas rompen la lisura de la piel pálida. El cuello se alarga, marcado por diagonales encontradas que crean un hoyuelo profundo en el centro. Y una cadena dorada atraviesa las líneas de ese cuello, cargando el peso de una lágrima opalescente. «No puedo negar que me gusta ser deseada, veo mi brillo reflejado en los ojos de quién me mira y me embriago con mi belleza. Disfruto de ser exhibida, enalteciendo desde mi pedestal la simpleza de un rostro humano. No soy objeto de una sola mirada, me llegan muchas que me colman de orgullo. Hay quienes se me acercan y hasta se atreven a tocarme con el temblor de la lujuria en sus dedos. Me siento complacida por un instante. Luego la satisfacción se torna insípida, hay algo en esos ojos que me paraliza, una atadura que me quita el aire.» El balanceo en la gargantilla de la que pende la perla se parece al de las olas cuando se mecen en la arena, el sudor resbala por el cuello e 128 Escritos desde la Sala

“… quizás el océano se convierta en mi cómplice”… Ilustración de la autora para su cuento Espejismos.

imita el gusto salobre del mar que un día la envolvió. A veces el frío de la superficie cristalina roza la piel que la acuna y unos vellitos se levantan formando montañas diminutas. En las noches pasa recogida en algo semejante a su primer hogar, una boca aterciopelada se cierra sobre ella y la rodea la oscuridad.

«La soledad sin luz duele hondo, se filtra entre mis capas de calcio y se incrusta en mi alma de piedra. Recuerdo que este lecho en el que duermo no eres tú, que no sé en dónde estás, que nos perdimos; así mi vanidad se oculta tras la niebla de tu ausencia. Evoco la delicadeza con la me abrazabas, esa sensación

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de protección cuando estaba en tu manto carnoso y la saliva de yodo en la que nadaba. El aire helado me rodea en las mañanas y me hace sentir como si me fragmentara, necesito tu viscosidad para seguir siendo fuerte.» La perla se ha convertido en un amuleto. Todos los días se hace abrazo en el cuello pálido. Por el oscilar constante, el espacio que hay entre la piedra y el botón de oro que la porta se ha ido dilatando. Hay cierto baile discreto que se percibe al caminar, un vértigo, una levedad. La mujer no se ha percatado de ello. «Regreso aterida al escote y en sueños me desprendo de mi columpio, caigo rodando y me pierdo en la penumbra de eso desconocido que me atrae; un olor entre salino y dulce me llama desde la hondura y me sumerge en la nostalgia. Me llegan entonces efluvios de tu aroma de notas marinas y florales todavía pegado a mi contorno irisado. Y me atrapa de nuevo tu intimidad láctea, un poco terrosa, con un toque ácido y provocativo, así me zambullo de nuevo en el espejismo de tus jugos tibios. Luego esos recuerdos se enturbian con la sombra de tus fauces cerradas sobre mi redondez. Esas valvas grises me aprisionaban engañándome con el reflejo de colores que guardabas para mí. Pensaba que la existencia era mi imagen proyectada en tus paredes, la vida solo era posible a través de ti. Eras mi cárcel,

me atesorabas con cariño, pero con celo. Siempre moviéndome a tu ritmo, siguiendo tus pasos. Por lo menos tú podías dejarte llevar por las corrientes, competir con los peces. Yo en cambio nunca pude mirar el ondear de las algas, disfrutar de los rayos del sol deslizarse en mi superficie, ni jugar con la espuma de las olas. Sé que el dolor no vino únicamente de ti. Yo fui tu enfermedad, ese cuerpo incrustado en tu carne, una cicatriz. Me alimenté de tu ser, te herí con mi peso y mi frialdad. Nos hicimos daño y lo camuflamos con caricias. Y no supimos cómo parar. Tuvo que llegar una mano seca y áspera a arrancarme de tu manto. Nunca me soñé fuera de tu coraza ni te imaginé viviendo sin mí. En tu interior era única, era tesoro, era corazón. ¿Qué habrá sido de ti? ¿Vivirás todavía bajo el agua? Imagino tus pétalos nacarados adornando también el cabello de una mujer o convertidos en música cada vez que el viento los hace bailar.»

cuello. La perla brilla en la tibieza del sol mientras el velo azul va cubriendo la piel con mimo. «Lo siento desde lejos, al océano; el aire cambia cuando está cerca de las olas: suena como si el universo respirara, se perfuma con un aroma fresco y dulce, y la piel en la que reposo se impregna de sabor a coco. Se rompe la resistencia del líquido salino que me recibe con caricias frías y entre las ondas transparentes alcanzo a ver el fondo: miles de piedrecitas de colores opacos se llenan de visos al contacto con la luz, algunas blancas, otras grisáceas, unas negras como agujeros. Se ven también vidrios verdes redondeados por los años, conchas vacías y trozos rosados de coral. Nadie las mira, no las desean, no tienen que ser para alguien. Están ahí, tranquilas, completas. Tal vez esa sea la libertad.

¿Y si aprovechara esa fragilidad que he venido sintiendo en mi base? Podría enredarme entre la cabellera mojada… Quizás el océano se convierta en mi cómplice y me ayude a escaparme también de esta cárcel. Sé que los guijarros me aceptarían como uno más.» Isabel Bernal Febrero 18 de 2021 Medellín, 1985.

Isabel Bernal. Diseñadora de modas de la Colegiatura Colombiana, con postgrado en vestuario escénico de la Universidad de Barcelona. Tiene una marca de ropa especializada en danza. Un cuento suyo, “Vacío”, está incluido en el libro Trabajos de Taller (selección de textos del Taller de Escritores de la BPP, Fondo Editorial de la BPP, Vol. 150, 2020). Su cuento “Concierto Móvil” fue publicado en “Relatos de Cuarentena” de la página web de la BPP.

La joya ha regresado al mar algunas veces, escoltada por su cadena. Recibe baños de belleza, la sal le viene bien: su arcoíris se intensifica y el blanco se vuelve más puro. La rutina es siempre la misma. La mujer camina un rato por la playa en donde la arena es suave, deja sus pies mojarse de a poco, produciéndole en los poros la misma sensación causada en ocasiones por la gema que reposa en la hondonada de su

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del período de su última campaña, que se inició en 1978 y culminó en 1982, cuando ganó las elecciones.

Belisario al oído, un acercamiento sonoro al más liberal de los conservadores Elizabeth Cristina Gutiérrez Giraldo María Alejandra Garavito Posada

A partir de las grabaciones de audio de su fondo personal, tenemos una oportunidad única: acercarnos al más liberal de los gobernantes conservadores.

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ealmente, los menores de 40 años no conocemos a Belisario Betancur Cuartas más que por algunos eventos que sucedieron en su mandato, como la toma del Palacio de Justicia, el 6 de noviembre de 1985, la avalancha de Armero, el 13 de noviembre del mismo año, y la visita del Papa Juan Pablo II, del 1 al 7 de julio de 1986. Posiblemente esto haya sesgado nuestro análisis sobre un personaje muy cuestionado políticamente y al que tal vez en algún momento la historia llegará a mirar con otros ojos. Afortunadamente las evidencias históricas nos permiten construir miradas retrospectivas. Desde las tablas de arcilla hasta los nuevos medios, los seres humanos se han encargado de dejar documentado su actuar, y alguien como Belisario Betancur no estuvo exento de ello: las intervenciones durante su última campaña presidencial fueron registradas en casetes de audio, que él donó para que hicieran parte de su Archivo Personal, y que ahora están custodiados en la Torre de la Memoria de la BPP. Este material da cuenta, entre otras cosas, 132 Escritos desde la Sala

Tener acceso a estos documentos sonoros nos ha permitido conocer un poco sobre Betancur en su campaña presidencial, descubriendo en él no a un político tradicional en busca de votos, sino más bien a alguien que comprendía el momento histórico del país y presentaba propuestas con la intención de producir un verdadero cambio.

El pasado humilde, el lugar de los afectos En los discursos de Betancur son constantes las referencias a su pasado humilde y campesino, las anécdotas sobre su niñez en la vereda El Morro, en Amagá, mientras hacía travesuras con sus amigos en el Ferrocarril de Antioquia, sus experiencias en la pequeña escuela donde tuvo que repetir dos veces el mismo año escolar porque no existía oferta académica para promoverlo al siguiente1, además de las historias de su permanencia en Medellín mientras se educaba en la Universidad Pontificia Bolivariana. Estuvo casado en dos oportunidades. Su primera esposa fue Rosa Helena Álvarez, quien estudiaba en Medellín. Ella, como participante de

Betancur con su esposa Rosa Helena en Revista: “Belisario Betancur su vida y su lucha”. Sala Antioquia archivo vertical Biografías.

un evento colegial viajó a Yarumal,2 donde conoció a Belisario. Tuvieron tres hijos. El apoyo de Rosa Helena fue crucial durante las campañas políticas y en su periodo presidencial. Su segunda esposa, Dalita Navarro, lo acompañó hasta el final de sus días. Es sabido que en el hogar de Betancur se respetaban las diferencias en las ideas, políticas y de otros órdenes. Su esposa Rosa Helena pertenecía a un entorno Liberal3. Su hijo Diego fue militante del MOIR, mientras que su hija menor María Clara, fue quien más le acompañó en su campaña presidencial. 2. Ibíd. Pista 03

1. Entrevista realizada a Belisario Betancur y algunos miembros de su familia. Registro sonoro BPP-A-BBC-0099.

3. Caballero Argáez, Carlos; Pizano Salazar, Diego. Sin límite. Conversaciones con Belisario Betancur. Bogotá, Uniandes, 2018.Pág. 48.

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sino también de los líderes del Partido Conservador, como lo recordó en una entrevista concedida a Carlos Caballero y Diego Pizano, en la cual le preguntaron: “Presidente, ¿cuándo comenzó la campaña de Belisario Betancur por la Presidencia de la República? B: Creo que comenzó con el discurso “El Cristo del Desarrollo”. (…) A raíz de ese discurso Enrique y Álvaro Gómez me dijeron:

Con Carlos Carlos Lleras Restrepo y Gerardo Molina (dirigente de la izquierda democrática), demostrando el compás amplio de convocatoria que tuvo la convocatoria de Belisario. Fuente: “Belisario Betancur, su vida y su lucha”. Sala Antioquia, Archivo vertical, Biografías.

Tuviste a un millón de personas en el templete, eso te habilita para cosas. – No, el país está muy estratificado

“Político conservador de mente abierta” y “sobre todo, muy buen católico”, son características o rasgos que para algunos pueden definir la personalidad de Betancur. Educado en la doctrina cristiana, desde muy joven pasó por el Seminario de Misiones de Yarumal y luego por la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín; se identificaba con la doctrina social de la iglesia, encontrando en las encíclicas papales el sustento para la interpretación de algunas de sus propuestas de gobierno. Con estos antecedentes, ¿quién se imaginaría que su espíritu rebelde e inquieto le ocasionaría la expulsión4 del seminario, con tan solo 13 años? A pesar de lo anterior, y como evidencia de que la fe es un asunto 4. Fue expulsado por Aníbal Muñoz Duque, quien sería nombrado posteriormente Cardenal de Colombia. Registro sonoro BPP-A-BBC-0159-1 pista 01

que se lleva en el alma y va más allá de los protocolos terrenales, sería un acontecimiento religioso el que detonaría el perfilamiento de Betancur como posible presidenciable: en 1968, durante el mandato de Carlos Lleras Restrepo, siendo Betancur representante en Colombia del Banco Exterior de España, el presidente le pidió que hiciera parte de la comitiva que recibiría a Pablo VI, primer jerarca de la iglesia católica que visitaba el territorio colombiano. Durante el XXXIX Congreso Eucarístico Internacional de Bogotá, Betancur presentó el discurso “El Cristo del Desarrollo”5 que llamó la atención no solo de los asistentes 5. El discurso El Cristo del Desarrollo fue pronunciado por Belisario Betancur el viernes 23 de agosto de 1968. Este discurso se encuentra en el Fondo Belisario Betancur Cuartas de la Biblioteca Pública Piloto con código de clasificación ABB-F45-1

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y una persona como yo, cuyo origen es conocido, no puede llegar hasta allá – recuerdo que les dije – Piénsalo – me respondieron6 Laureano Gómez ya había propuesto a Betancur como precandidato del conservatismo en 19627, pero esta anécdota resulta esclarecedora para la historia, pues a partir de entonces comenzaría su participación en elecciones presidenciales, 1970, 1978 y 1982, cuando alcanzaría el triunfo.

La aventura electoral Concluido el Frente Nacional, en el escenario electoral colombiano apareció una franja de electores

6. Caballero Argáez, Carlos; Pizano Salazar, Diego. Sin límite. Conversaciones con Belisario Betancur. Bogotá, Uniandes, 2018.Pág. 91 7. Ibíd. pag. 81

independientes, caracterizados por ubicarse en las zonas urbanas y responder con su voto a fenómenos de opinión producidos por candidatos o movimientos políticos8. El reconocimiento de este hecho, pudo ser un factor que influyera en la búsqueda de una estrategia que diferenciara la candidatura presidencial de Betancur de las candidaturas tradicionales, como lo manifestó el mismo Betancur: “(…) procedimos a la organización del Movimiento Nacional porque el país ha demostrado que está buscando caminos distintos en la política”9. Ese hecho diferenciador fue establecido por el equipo de campaña presentando una propuesta que superara el sectarismo político de los partidos tradicionales, permitiendo la participación de distintas tendencias políticas en el gobierno con una coalición de partidos. “(…) [el Movimiento Nacional] aspiró y aspira a reunir a liberales, a conservadores, a ANAPISTAS, a gentes que no han tenido partido político, a demócratas cristianos; a gentes de la totalidad de los sectores de Colombia, pertenezcan al grupo político al que pertenezcan10. 8. Cepeda Ulloa, Fernando; González de Lecaros, Claudia. Comportamiento del voto urbano en Colombia: una aproximación. En Partidos y elecciones en Colombia. Bogotá, Uniandes, 2011. Pág. 151 9. Fragmento tomado del registro sonoro BPP-A-BBC-0170-1 pista 03 entre el minuto 0:0:480:01:01 10. Fragmento tomado del BPP-A-BBC-0114-2 pista 01 entre el minuto 0:0:28 y el minuto 0:03:00

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que esta decisión le permitiría ser conciencia crítica del gobierno, cuestionando aquellos aspectos con los que no estuviera de acuerdo. Además, entrar en contacto con la realidad de los territorios, le facilitaría conocer sus necesidades e identificar posibles acciones a seguir. Parte de la estrategia consistió en acercarse a las comunidades, no desde una tarima sino caminando con las personas, escuchándolas y reconociendo los territorios.

Unifica y vencerás Con León de Greiff y otras figuras de la política y la cultura.

Este Movimiento logró su propósito, ya que consiguió la adhesión de fuerzas políticas como la Alianza Nacional Popular (Anapo), la Democracia Cristiana, el Movimiento Cívico de Cali, militantes del partido liberal y sectores independientes que encontraban en las propuestas de Betancur un camino diferente para enfrentar los problemas del país.

El que persevera, alcanza Los resultados electorales del domingo 4 de junio de 1978, que llevaron a Julio Cesar Turbay a la presidencia, con una escasa diferencia frente a Betancur11, permitieron al equipo de 11. Los resultados de las elecciones presidenciales de 1978 fueron: Julio Cesar Turbay Ayala: 2.503.681 votos; Belisario Betancur Cuartas: 2.366.622 votos. La diferencia fue de 137.059 votos

campaña del Movimiento Nacional concluir que Belisario tenía fuerza y era posible llegar al poder ejecutivo, pero que necesitaban desarrollar una estrategia que lo mantuviera vigente y conectado con la sociedad. Betancur decidió recorrer el país como un signo de agradecimiento hacia las comunidades por su acompañamiento en los comicios, espacio que aprovechó para afirmar que los postulados del Movimiento Nacional continuaban vigentes, y que seguirían trabajando en la búsqueda de soluciones a los problemas nacionales. Esto podría explicar por qué Betancur rechazó la invitación del presidente Turbay, quien siguiendo las indicaciones constitucionales, lo invitó a participar en su gobierno en 1978. En sus recorridos manifestaba

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Lograr el aval del partido Conservador Colombiano fue un paso importante para el equipo de campaña del Movimiento Nacional y también para el partido. En la Convención Nacional Conservadora, el 27 de noviembre de 1981 se tomó la decisión. Este evento fue bastante esperado por los conservadores, quienes atravesaban por un periodo de división en la colectividad y veían con ansiedad los resultados de las negociaciones que desde meses atrás habían iniciado Misael Pastrana Borrero y Álvaro Gómez Hurtado, líderes de los sectores mayoritarios. El propósito era lograr la unidad para llegar al poder, así lo planteó Pastrana durante su intervención en el evento12 . No era para menos, un

12. Transmisión radial de fragmento de la Convención Nacional Conservadora, registro sonoro BPP-A-BBC-0116 pista 01

En cabalgata, recorriendo ciudades, municipios y veredas.

partido unificado podría reunir esfuerzos y enfrentarse a su adversario tradicional, el partido Liberal, que para estas elecciones se encontraba dividido. Durante la Convención fueron propuestos dos precandidatos: Tulio Ospina Pérez abogó por el nombre de Belisario Betancur Cuartas, mientras

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Belisario entre banderas y pedidos de cambio. Betancur, su vida y su lucha, página 27, por Editora Cinco, 1982.

Las Inmaculadas de mi casa Historia de dos cuadros Gustavo A. Vives Mejìa

que Roberto Jordán Echavarría haría lo mismo por Álvaro Gómez Hurtado13. La convención eligió la tesis presentada por Belisario (…) esa Colombia actual llena de problemas lo que necesita es programa nacional para un candidato nacional con el objeto de hacer un gobierno también nacional que recoja a la gran familia nacional14” Las reglas de la convención indicaban que el precandidato con mayor apoyo contaría con el total respaldo del sector del precandidato que quedara en segundo lugar, y así lo hicieron en aras del fortalecimiento del partido: el sector alvarista apoyó la candidatura de Belisario Betancur

después de la Convención. Lo que sigue, ya lo conocemos: la victoria, su desempeño como gobernante y su prudente silencio al finalizar el mandato.

Bibliografía Caballero Argáez, Carlos; Pizano Salazar, Diego. Sin límite. Conversaciones con Belisario Betancur. Bogotá, Uniandes, 2018. Cepeda Ulloa, Fernando; González de Lecaros, Claudia. Comportamiento del voto urbano en Colombia: una aproximación. En Partidos y elecciones en Colombia. Bogotá, Uniandes, 2011

Elizabeth Cristina Gutiérrez Giraldo, politóloga. María Alejandra Garavito Posada, conservadora y restauradora de bienes muebles.

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or herencia familiar me llegaron dos cuadros que representan a la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción. Ambos son del siglo XIX. Su dogma, definido desde 1854, es uno de los más importantes de la Iglesia Católica. Significa que la Virgen fue concebida sin pecado original. El primero es un dibujo aceptable, realizado al carboncillo, inspirado en una de las Inmaculadas del pintor español Bartolomé Esteban Murillo, muy populares en ese tiempo. La obra lleva un texto que dice: Dibujada para su querida madre en su cumpleaños por / Eduardo Villa / Junio 23 de 1875. Su autor es Eduardo Villa Vélez (Medellín, 1838 – Bogotá,1903), hijo del comerciante Vicente Benedicto Villa y Felisa Vélez de Villa. Hombre de gran cultura, educado en el exterior y asiduo colaborador en los periódicos y revistas de su época. Fue casado con Paulina Díaz Granados. El segundo cuadro es una pintura académica, de correcta ejecución y dibujo definido. La Virgen tiene un

13. Ibíd. Pista 06 y 07 14. Fragmento extraído de registro sonoro BPP-A-BBC-0179 pista 03 entre minuto 0:00:00 y el 0:01:33

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Pinocho y sus travesuras por las letras antioqueñas. Sebastián Mejía Dibujo de Eduardo Villa Vélez Inmaculada Concepción. 1875 Foto: Ana María Mejía.

Pintura de María Posada de Villa Inmaculada Concepción. Siglo XIX Foto: Ana María Mejía

La historia inicial de Las aventuras de

rostro juvenil, de expresión dulce e implorante y sus vestiduras parecen agitadas por el viento. De su figura emana una tenue luz que la resalta sobre el fondo. En el ángulo inferior derecho se lee: María Posada P. / Escuela Garay. Es posible que lo pintara antes de su matrimonio en 1895. Se trata de María Posada de Villa (Bogotá, siglo XIX- 1915), hija del médico Aureliano Posada Jaramillo y María Josefa Posada. Al parecer fue alumna del conocido maestro Epifanio Garay. José María Cordovez Moure* en 1893, la incluyó entre las señoras artistas en la Bogotá de finales del siglo XIX. Como dato final para completar esta historia y aclarar la llegada de los

cuadros a esta ciudad, un hijo de Villa Vélez y su esposa, Daniel, contrajo matrimonio con la citada pintora. Ellos fueron los abuelos maternos de mi progenitor.

Gustavo Vives Mejía. Investigador de Historia del Arte, especialista en pintura del período de la Colonia en América. Investigador en el proyecto PESCCA (proyecto para el estudio de las fuentes grabadas del Arte Colonial Español (Universidad California Davis). Publicaciones: Edificios públicos e iglesias de Medellín (1985); Colecciones de Santa Fe de Antioquia (1988); Colecciones públicas de Rionegro (1996); Presencia del Arte Quiteño en Antioquia (1998); Colecciones de La Ceja (2002);

Pinocho en nuestro país. Cómo fue recibida, editada, ilustrada y traducida entre nosotros.

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ersonajes -hoy poco leídoscómo Darío Achury Valenzuela, Jorge Zalamea, Eduardo Santa, Ignacio Rodríguez Guerrero, Mario Germán Romero y Eduardo Mendoza Varela, nunca se cansaron de ilustrar a lo largo de su vida como columnistas y conversadores, los vínculos de la cultura literaria mundial con las manifestaciones regionales y nacionales. ¿Cómo fueron apropiados dentro de nuestra incipiente tradición editorial, los discursos literarios canónicos del occidente europeo? ¿Quiénes y cuándo lo hicieron? ¿Cómo ese fenómeno contribuyó a la emergencia de un estilo y una literatura regional? Esta y muchas otras preguntas resuenan con alguna consistencia desde hace cincuenta años dentro de los círculos académicos nacionales, esperando reconstruir las tradiciones locales y urbanas de la denominada literatura universal.

De Augsburgo a Quito: Fuentes grabadas del arte jesuita del siglo XVIII (Quito, 2015), entre otras investigaciones.

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Desde Carlo Lorenzini hasta hoy y traducida a múltiples idiomas, una historia que logró ser todo un fenómeno editorial.

Hoy, que se cumplen ciento noventa y cinco años del nacimiento de Carlo Lorenzini, pocos recuerdan los primeros pasos de la difusión de su obra inmortal entre nosotros, por lo que recapitularemos algunas peculiaridades del trasegar nacional de la obra del italiano, con la intención de destacar la impronta antioqueña que en ella pervive. La primera publicación de Pinocho, el famoso relato del inquieto niño-marioneta, ocurrió por entregas en el Giornale per i bambini, a partir del mes de julio de 1881. Dos años después, para febrero de 1883, La storia di un burattino, como se tituló originalmente el aclamado relato, era ya en su edición florentina de Editrice, todo un fenómeno editorial. Ediciones en todos los idiomas no se hicieron esperar. La Everyman´s

Library de Londres hizo famosa una delicada traducción suya al inglés, realizada por la inteligentísima literata Mary Alice Murray en 1892. Por su lado, España hizo lo propio en una edición memorable, publicada por el afamado editor Saturnino Calleja en 1912 y traducida por Rafael Calleja, su hijo. Así nació una delicada versión encuadernada en tela editorial e ilustrada por Salvador Bartolozzi, que sospechamos fue la primera en conocerse en castellano por el público colombiano. Sin embargo, no fue sino hasta 1913 en que las divertidas aventuras del irreprimible títere brincón terminaron reproducidas por las imprentas bogotanas.

Las aventuras de Pinoquio, primera edición colombiana Recuerda Ignacio Rodríguez Guerrero, el primer crítico nacional de esta historia, que la primera edición colombiana de Las aventuras de Pinoquio, -sí, Pinoquio, conservando la fonética italiana-, fue publicada en una Bogotá que para aquel entonces se preciaba ya de publicar bellísimas revistas infantiles a instancias de Daniel Samper Ortega. Así, apareció impresa en las furibundas prensas del diario liberal La Tribuna, un delicado ejemplar del clásico infantil encuadernado en rústica, ilustrado y editado por el político, poeta y literato antioqueño Antonio José -Ñito- Restrepo, célebre polemista a quien paradójicamente, como al Gepetto del inicio del relato, su

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Personajes emblemáticos y un argumento lleno de “virtudes aleccionadoras”, consiguieron que este relato fuera acogido por los lectores y la intelectualidad nacional.

atropellada vida nunca le permitió disfrutar de hijo alguno. La delicada cubierta en rústica del ejemplar bogotano anunciaba estar acompañada por las ilustraciones originales de la edición italiana, realizadas por Enrico Mazzanti, y por otras cedidas a la edición, realizadas por el español G. Esperón, acompañadas de un prólogo donde el intelectual antioqueño reconocía abiertamente la narración de Collodi como el “Quijote de los niños”, mientras alaba las virtudes aleccionantes de su argumento. Este precursor local de la literatura infantil, en mora de ser reeditado en la versión descrita, tuvo al sacerdote e incansable bibliófilo Mario Germán Romero como otro de sus

cálidos aficionados. Sobre su edición bogotana, destacaba en 1982, las cualidades técnicas de su versión al castellano, que al contrario de repetir las afectaciones de la versión ibérica, introducía novedades propias en los diálogos y en los memorables nombres de sus personajes emblemáticos. Por ejemplo, el célebre Maestro Cereza es bautizado como Maestro Breva, Gepetto es denominado Chepito y Pepe Grillo es bautizado como “el Grillo Parlante”.

Rescatar del olvido a su traductora Romero, además, reconoce abiertamente un detalle olvidado por Rodríguez: la ascendencia femenina de la traductora de su versión colombiana,

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sacerdote lector, enfatiza la deuda contraída por las letras regionales con el reconocimiento de la madre maicera de Pinocho. De

Inés

Gónima,

probablemente

caucana de nacimiento pero asentada desde muy joven en Medellín, sabemos que falleció en Lausana, Suiza, en 1919, antes que su esposo, y que provenía de una distinguida cuna intelectual y literaria, pues fue sobrina del dramaturgo y cronista finisecular Eladio Gónima Chorem, es decir que las letras corrían por su cuna, tanto que alguna vez se le oyó reconocer a Baldomero Sanín Cano que ella era

Inés Gónima Libreros. Fotografía de Melitón Rodríguez. Medellín. Ca. 1910. Biblioteca Pública Piloto.

“de talento subyugador, ingeniosa en Rescatar del olvido a la traductora Inés Gónima es uno de los propósitos de este escrito. Ella debería estar presente en la historia y las investigaciones sobre las letras femeninas antioqueñas.

dichos y bondadosa en sus acciones” (Romero, 1982, p. 214). La ilustre traductora hoy no está presente en ninguna investigación sobre letras

oculta injustamente tras la sombra varonil de su editor. La portadilla interna de la obra sufre de desmemoria por una condición material, pues nombra sólo a su editor, A. J Restrepo, mientras la delicada cubierta en rústica original, casi siempre ausente de los ejemplares que sobreviven en nuestras bibliotecas públicas, da crédito a su ilustre traductora: Inés Gónima Libreros, su noble esposa, quien para ignominia de la heteronormatividad es declarada allí con sus apellidos de casada.

femeninas antioqueñas.

Esa triste condición material que hunde en el olvido a su traductora, así como la inédita declaratoria del

los lectores nacionales por vestir de

Los demás detalles de la vida personal e intelectual de doña Inés quedan a la merced de quienes se inquietan por la descentralización de género en nuestra historia literaria, para que hagan evidente la genealogía de feminidades que, desde Murray, hasta Maria Teresa Dini, otra de las traductoras de esta difundida obra infantil, viven silenciadas por las convencionalidades de nuestra literatura. A doña Inés deberían agradecer

Referencias: Rodríguez Guerrero, I. (1977). Libros Colombianos Raros y Curiosos. Bogotá: Banco Popular. Nahun, D. (2013). Introducción a la Teoría y Crítica de la Literatura Infantil. Montevideo: S.E Benítez, E. (2003). La insólita suerte de Pinocho en España. CLIJ: Cuadernos de literatura infantil y juvenil 165, pp. 34-40.

Sebastián Mejía Ramírez. Docente e investigador de la Universidad EAFIT y la Universidad de Antioquia. Musicólogo con experiencia en gestión documental. Autor de publicaciones académicas y no académicas en ‘Escritos desde la Sala’ de la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto, en Tesoros de la Biblioteca Nacional de Colombia y en la Revista de la Facultad de Artes de la U. de A.

Romero, M. G. (1982). El centenario de Pinocho. Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, 19 (02), pp. 210-214.

mujer nuestra versión local de las historias del maderito travieso.

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Directora

Editor general Jairo Morales Henao Comité editorial Shirley Milena Zuluaga Cosme Luis Fernando González Escobar

Shirley Milena Zuluaga Cosme Subdirector de Contenidos y Patrimonio Carlos Arturo Montoya

Jairo Morales Henao Comunicaciones Autores In Memoriam

Paula Andrea Rendón Suárez

Jaime Jaramillo Escobar Elkin Obregón

Diseño y diagramación Carolina Salazar Londoño

Colaboradores Nicolás Naranjo Boza Esteban Duperly Luis Fernando González Escobar Luis Carlos Rodríguez Álvarez Eulalia Hernández Ciro Ilse de Greiff Santiago Londoño Vélez

Asistente editorial Andrés Federico Ruiz Tobón Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina Calle 64 # 50-32 Medellín - Colombia www.bibliotecapiloto.gov.co

Gustavo Arcila Lucía Estrada César herrera Jorge Iván Agudelo Mauricio Restrepo Gil Orlando Morales Henao

@bppiloto BibliotecaPúblicaPiloto Ex-libris de Gloria Bermúdez B. Autor: Elkín Obregón Sanín

Gloria Aleyda Soto Villegas Diana Beatriz Morales Patiño Samuel Vásquez Álvaro de Jesús Ramírez Rodrigo Zuluaga Gómez Gustavo A. Vives Mejía Elizabeth Cristina Gutiérrez Giraldo María Alejandra Garavito Posada Sebastián Mejía Ramírez Isabel Bernal

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N°27 ESCRITOS DESDE LA SALA REVISTA CULTURAL Y BIBLIOGRÁFICA



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