Escuela Huésped
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Estuvimos una semana en Mar del Plata, la penúl ma del mes de Agosto. Las vacaciones empezaron el lunes y terminaron al día siguiente. Resultó ser que el trabajo era mucho y el empo escaso. Así fue que tuvimos que aumentar, de modo proporcional, la velocidad y eficacia de nuestras acciones. Cada noche estábamos fritas pero felices, concretando una idea que habíamos pensado por primera vez, algún día de mayo de 2013 reunidos en la biblioteca de la facultad. Viajamos un domingo, salimos a la noche bien tarde. El colec vo era tan ejecu vo que los cuerpos alcanzaban efec vamente una posición horizontal, en perfecto paralelismo con la ruta que pasaba por debajo. Llegamos por la mañana y tomamos un taxi hasta el hotel. El traqueteo del viaje siempre lo deja a uno un poco en clenque. Ese día necesitamos descanso y lo usamos de prefacio. Charlamos bastante, revisamos fechas, horarios, mapas, mandamos mails y hablamos por teléfono. Más tarde salimos a caminar por las calles del centro y las playas cercanas. Nos sentamos un ra to a mirar las piedras y escuchar las olas que rompían ruidosas. El cielo seguía nublado y yo de todos modos me insolé. Rocío llegó al día siguiente. Teníamos una cita a las dos de la tarde.
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Bienvenidos al mar, entrada libre y gratuita. Se informa al público que no está permi do ingresar con animales, torso desnudo, pies descalzos. Guille fue la brújula del grupo. Junto a las notebooks, ambas nos ayudaron a movernos por la ciudad. El museo no exis a en nuestro plano, terminaba justo un barrio antes. “Serán veinte minutos”, nos dijo el chico muy simpá co del hotel. Lo entretenido del trayecto es que son varias cuadras por la costanera y uno puede ir viendo, desde su butaca elevada por sobre el nivel del mar, cómo camina la gente un martes por la mañana y de qué color se ve el agua cuando está nublado. Al llegar a la parada bajamos y nos despeinó el viento, mientras una resolana insistente nos dificultaba mirar hacia enfrente. Cruzamos la avenida y ahí estaba. Un par de cubos inmensos de cemento con algunas ventanas de vidrios oscuros, un cartel largo color naranja y un coso en el medio que te esperaba ahí nomás, antes de entrar. Era el lobo marino que mostraban en la tele. Minujín había conseguido un nuevo sponsor: 80 mil alfajores dando cuerpo a un lobo gigante que posa gordo y brilloso con el hocico para arriba. Nos quedamos un rato afuera mirando y registrando la postal. Entramos a ver la muestra. El museo de los mundos imaginarios, al igual que la anterior, fue curada por Rodrigo Alonso. Desde que abrió el museo el 21 de diciembre de 2013, habían pasado sólo dos exposiciones. La primera fue La ola pop, un hitazo ideal para arrancar un proyecto de este po. Al abrir el folleto podemos ver a Moria Casán con bodypaint y un texto que comenta los propósitos del nuevo museo: “Es una herramienta para garan zar el acceso de todo el pueblo a los bienes culturales”. En el escrito de la exhibición actual, encontramos un texto de Jorge Telerman y palabras como libertad, ciudadanos, vida en común, compatriotas y espíritu democrá co. En ambos casos, el texto del curador aparece después. La entrada al museo es libre y gratuita. El espacio es gigante, las salas enormes. La altura del techo incalculable. Lo que vemos nos encanta: diversidad de propuestas, de climas, es los, épocas. Tadeo Muleiro, Eugenia Calvo, Xul Solar, Leandro Erlich, Amadeo Azar, Eduardo
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Basualdo, Grete Stern, Víctor Grippo, Sebas án Gordín y varios más. Un recorrido basado (apenas) en El mundo de los seres imaginarios de Borges. Hermosa para nosotras y atrac va para la mirada no habitué. Un guión curatorial sin herme smos y con un vasto contenido. A las dos de la tarde nos presentamos en informes para empezar la entrevista. A los cinco minutos llegaron tres o cuatro chicas de vein largos y una un poco más grande, es Mavi, la encargada del área de Extensión. Todas ellas visten mamelucos naranja rabioso. Los carteles también son color naranja, al igual que el logo del museo y la gráfica de campaña del gobernador. Entre otras cosas nos contaron que durante la temporada alta se hizo mucha publicidad. Se difundió en radios, revistas, diarios y un colec vo se ocupaba de recorrer la costanera (de punta a punta) invitando a transeúntes y turistas a visitarlo, con traslado gratuito incluido. En invierno recibieron 5 mil personas por día y en verano 10 mil. La cola se extendía en la explanada y subía por las escaleras. Gente en ojotas, con sombrillas y reposeras esperando entrar. Dicen que las visitas guiadas servían un poco para controlar a las hordas de público que se apiñaban en las salas, aunque el personal era escaso. En temporada alta el museo permanece abierto hasta las once de la noche. “El MAR nace como un proyecto polí co”, dice Mavi Errozarena: “arte contemporáneo para todos”. Es una inicia va del Ins tuto Cultural de la Provincia. Telerman lo preside y es, al mismo empo, el director del museo sin serlo. Nos explicaron que las propuestas que ellas elaboran deben ser analizadas y aprobadas por dicho nivel, que las precede. Supimos además que carece de personería jurídica y los cargos no están definidos ni nombrados. Desde un primer momento fue concebido como un museo sin colección. No adquiere ni conserva obra, solamente expone y difunde. El folleto de presentación lo define como “centro cultural” para albergar muestras y ac vidades diversas. Hay charlas y talleres para público en general y otras propuestas específicas para escuelas. Durante el primer verano del museo, se instalaron carpas en las inmediaciones donde se realizaron recitales y exposiciones mul media alusivas a Olmedo, Sandro y el Papa. Desde adentro (observando atentamente desde un ángulo estratégico) podía verse la teta de Moria charlando con el Santo Padre.
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“Flota a la deriva pero no se hunde” Cuando nos bajamos del colec vo ya era de noche y las nubes rosas en el cielo anunciaban el chaparrón, que en las próximas horas, nos haría conocer una ciudad inundada. Llegamos a la esquina de 12 de octubre y Mar nez de Hoz y ahí estaba. Una construcción an gua de piedra gris de la que todos nos habían estado hablando durante las semanas previas al viaje. Paradas en la vereda escuchamos una voz que venía desde las ventanas del primer piso. Alguien nos hacía señas para que entremos. Esperamos ahí. Nos abre un po con camisa estampada y chaleco naranja. Es Juan José Souto. Apenas entramos, empezó la maravilla. Mundo Dios existe como proyecto desde el año 2005. En ese momento, Juan José Souto y Daniel Basso comenzaron a realizar muestras en diversos espacios de la ciudad. Baltar Contemporáneo fue uno de ellos, una sala para muestras que funcionaba dentro de un restorán muy paqueto de la zona de los clásicos del puerto. Aseguran que Marcela Baltar fue la primera en llamar “honorarios” a su trabajo. En el año 2009 el proyecto deja de ser nómade para establecerse en un espacio sico: la casa de 12 de octubre y Mar nez de Hoz. A las semanas de haber tenido el lugar comenzaron las muestras en una salita “re nórdica” -dice Dani- en la bohardilla que lleva por nombre My Dary. También nos cuenta que este nombre deviene del cabaret que funcionó en el edificio durante muchos años y que tuvo como figura estrella a Pepita la pistolera. En mayo de 2009, Yamandú Rodríguez empezó con las clínicas. Y así los encuentros se iban sucediendo, coordinados en un primer momento por Juan y Dani, y más adelante por Ernesto Ballesteros. Los chicos aseguran que cuando entraron a la casa de la esquina “eso que estaba latente, se expandió por el lugar”. Cuando uno recorre el espacio se da cuenta del halo que lo envuelve. Una arquitectura rara, densa, con chistes inentendibles. En una sala está montada la muestra que Juan presenta dentro de un mes en el Foster Catena en Capital. “La montamos acá porque este espacio ene las mismas dimensiones que la sala del
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Foster”. Y así, cada habitación ene un doble en otro lugar del mundo. Será la impronta de los marineros, de la gente que la habitó en otro empo y que al toque se fue. Porque las casas se impregnan de las personas. En Mundo Dios el lugar lo es todo. El lugar que está en consonancia con el clima y con la gente. Cuando les preguntamos en qué ha cambiado el proyecto, desde que empezaron hasta hoy, la respuesta tarda en llegar (como cualquier construcción grama cal que produce una reflexión inesperada y urgente): “El espesor”, larga Dani en una conclusión exacta. Es que ahora están logrando justo aquello que siempre los movió a tener un espacio sico propio. Por un lado, lograron que la casa sea habitada exclusivamente por “personas que en enden que este lugar es especial”, dicen sin disimular el orgullo. Ellos mismos enen sus talleres ahí, producen ahí, viven ahí. Es la arquitectura perfecta. Por el otro, es el segundo año consecu vo que ges onan la Beca Mundo Dios mediante la cual, un grupo de veinte jóvenes ar stas, accede a encuentros periódicos con otros ar stas mediante el formato de taller-clínica de obra. En 2013, la primera edición de la beca, par ciparon un total de trece personas entre 22 y 40 años. Todos provenientes de diferentes disciplinas, con producciones par culares pero con cierta afinidad por generar algo en la ciudad: ahí, en encuentros extendidos dentro un lugar mágico, nace Hotel Realidad. El recorrido de vuelta en colec vo fue lisérgico. Mientras imaginábamos cómo sería la fiesta en una peluquería del centro a la que nos dirigíamos sin escala, repasamos mentalmente una colección de imágenes que persis rían en nuestras re nas aún mucho empo después: piedritas brillantes de colores, lámparas y vidrios rotos y deformados, naranjas en estado de putrefacción, objetos de color rosa, jarrones pintados a mano, joyas de acrílico para camiones, un escudo de piedra que dice “Flota a la deriva pero no se hunde”. Todas las anomalías, todas. Las palabras “mundo dios” en una fotogra a de dos novios bailando el vals el día de su casamiento.
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Parientes, conocidos o nada El viernes nos despertamos y los vidrios de la habitación estaban blancos. Humedad o frío, no sabíamos. Ya no veíamos la terraza del hotel de enfrente, ni los turistas que apoyaban un ra to sus valijas sobre la vereda, ocho pisos más abajo. Desayunamos en la habitación y par mos. Teníamos cita en el Museo Municipal de Arte J. C. Castagnino. ¿Sería pariente de J.B.? Esta vez era caminando, no estaba muy lejos. Quedaba justo en la cresta de la ola. Para llegar al museo fuimos cuesta arriba, por la calle que vimos el primer día desde el taxi. Al curvarse el asfalto allá, adelante y alto, entre los edificios de una amplia avenida de ciudad había una hermosa casa de otra época. Es lo pintoresquista normando, supimos después. En una pequeña sala, atestada de libros y catálogos, Soledad Esquius nos cuenta que ella es la encargada de Extensión y de la biblioteca. Sobre el área de Museología, nos explica que se ocupa de conservar la colección y al mismo empo, de concebir y ges onar la totalidad de las muestras, ya sean con obra propia o externa. También nos dice que Juan Carlos no era pariente de Juan Bau sta. JB fue un adinerado mecenas y promotor de la cultura rosarina que vivió algunos años antes que JC, un comunista que estudió pintura con pos como Gómez Cornet y Spilimbergo y par cipó del mí co Ejercicio Plás co dirigido por Siqueiros en la quinta de Botana. El museo Castagnino es como el shampoo que compraban las madres cuando íbamos a natación: dos en uno, venía con crema enjuague. La casa ene dos pisos. En planta baja y segundo piso, salas vacías de paredes blancas, espacio de exhibición para la colección y las muestras invitadas. En el medio, el primer piso es un museo decora vo e histórico que conserva el mobiliario original de una villa veraniega de 1900. El dulce de leche del alfajor. Muebles de empos remotos y curvas pomposas, molduras, vitrales, flores en los azulejos del baño, en el lavatorio. Un balconcito dentro del living, una cocina en miniatura y el mural de gaviotas marinas con un relieve de cinco patos planeando
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justo por debajo. Desde 1960 y con algunos años de interrupción, se realiza allí el Salón Municipal. La convocatoria se organiza por técnica: pintura, dibujo, escultura, grabado. Se otorga un premio adquisición por especialidad de $8000 y se les da a los ar stas la oportunidad de exponer al año siguiente sus producciones más recientes. En la úl ma edición recibieron 280 carpetas. Soledad dice que parece an guo hablar de disciplinas, sin embargo no pueden ampliarlo porque están limitados por el espacio. “Las condiciones sicas no nos permiten mostrar instalaciones u obras de arte contemporáneo que son de gran tamaño” y agrega que “debe respetarse el edificio, su an güedad y el mobiliario”. Sobre los criterios de selección nos cuenta que “por un lado está la parte técnica, cómo fue realizado y después está la reputación, trayectoria o renombre del ar sta”. Esto incluye “si par cipó ya de algún salón, si hay crí cas que hablen sobre su obra, si se formó con un gran maestro”. El jurado es definido por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad; generalmente está compuesto por miembros de la Asociación de Ar stas Plás cos y la Sociedad de Crí cos o algún representante del museo. Durante el año se llevan a cabo visitas para escuelas, talleres de pintura, fileteado porteño, historia del arte, restauración de muebles. En primavera se realizan paseos arquitectónicos por el barrio para dar a conocer parte del patrimonio local y, el tercer viernes de cada mes, se organizan los encuentros Café y video; allí se proyectan documentales sobre movimientos del arte argen no, estableciendo vinculaciones con la tradición ar s ca de la ciudad. Sobre el público señala que, en temporada alta, se acercan muchos turistas para conocer la casa, aunque no puntualmente para ver las muestras. El resto de los visitantes está compuesto por las escuelas. Le preguntamos a Soledad cómo es la relación con las escuelas de arte 1y nos respondió que aún no existen vínculos oficiales y específicos entre dichos establecimientos. Algunas veces “docentes de la Malharro exponen y obligan a los estudiantes a ir, otras deciden dar las clases en el museo”. Concluye que a los estudiantes les cuesta acercarse y comenta que, para la generalidad de los potenciales visitantes, su ubicación suele ser una limitación: para llegar hay que caminar por la loma de Av. Colon.
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“Desarrollar un profesional que se dis ngue por su praxis, generando a par r de 2 su discurso, una poesía ar s ca que se pone en evidencia en la obra plás ca”
Llegamos en el 512. No sabíamos muy bien dónde tomarlo y tardó mucho en venir, pero llegamos. Solana María Guangiroli, directora de la Escuela de Artes Visuales Mar n A. Malharro, nos había aclarado que tenía disponible media hora para la entrevista. Cuando nos bajamos del colec vo llovía sobre la Avenida Luro. Corrimos hasta la esquina de La Pampa y entramos. Francamente no era un buen día, estábamos cansadas del ajetreo semanal y aún nos faltaba ir a una tercera entrevista, esa misma tarde. Sin embargo después descubrimos, que el día indicado no habría exis do nunca.
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Desde nuestra llegada a Mar del Plata habíamos hablado con muchos ar stas. Varios nos contaron que empezaron y dejaron. Otro se aburrió y se fue. Hubo quienes dijeron “a esa escuela le falta amor”. Mientras que algunos nos comentaron que ciertos profesores eran copados, pero que la formación no pone el acento en la producción individual sino en la transmisión de técnicas. La ins tución es de dependencia provincial y fue fundada en 1960, producto de la necesidad de contar con un profesorado de arte. Tiene aproximadamente 200 profesores y 1500 alumnos. Cuenta con tres turnos y el cursado es de lunes a viernes, con un mínimo de 20 horas semanales. Tras el correr de los años, se han ido agregando otras especialidades: Diseño Gráfico, Fotogra a, Ilustración, Escenogra a y Realizador. Al oírlo en seguida nos llamó la atención aquel nombre tan raro. “Realizador es producción sin la parte pedagógica”, explicaron. “Nosotros enseñamos a producir diferentes objetos ar s cos”. Las orientaciones que ofrecen son pintura, dibujo, escultura y grabado. Esta carrera ene, al igual que casi todo el resto, un primer año común obligatorio en calidad de alfabe zación visual básica. En total son cuatro años, el tulo es terciario. Uno de los inconvenientes que plantea la escuela es que a los alumnos no les interesa recibirse. Quizá empiezan veinte y terminan dos como en el 2013 o no se recibe nadie, como en 2014. Al preguntarle por el perfil del plantel docente, nos responde que son técnicos, arquitectos, fotógrafos, licenciados en letras, en ciencias de la educación, diseñadores industriales. La noche anterior, en la peluquería, habíamos conocido a uno de esos casos poco frecuentes, según nos contaban los lugareños. Era Nacho Mendía, un ar sta contemporáneo reconocido en el medio local que da clases en la Malharro.
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Gente power o La pibada laburante ¿Faltan galerías, espacios de muestra? Entonces las inventan. Cocktail es una “galería mutante” que se aloja dentro de un restorán de comida la noamericana. Sus propuestas no son muestras ni curadurías, sino tragos: una parte de un ar sta, otra de aquel, una cucharadita de tal escritor y un dash de alguna banda, solista o dj. Sus recetas no son clásicas ni conocidas, las van improvisando cada mes. La Guagua es un barcito de luces bajas y cálidas que ene salchipapa, burritos y una limonada con jengibre que está pipí cucú. Según Mariana Ben y Facundo Miranda, la clave está en la mezcla de lo dis nto. Unas veces convocan ar stas que difieren en su modo de producción, otras en su pertenencia generacional. Pueden elegir para escribir gente del ámbito de la filoso a, la literatura o bien alguien que no suela frecuentar muestras de arte. Otras veces lo seleccionan por la distancia existente entre la propuesta de los ar stas y las preferencias del que escribe. Ya elegidos los ingredientes, se agita la preparación para asegurar su correcta fusión. Ellos se encargan de concebir y provocar los encuentros, así como de organizar la exhibición y el evento inaugural. En varias de las otras entrevistas, nos han dicho que ese día se llena tanto que, para ver la muestra, tenes que esperar un rato afuera a que el gen o circule. Según oímos, parece que en Mardel cada órbita de gente (espacios de ges ón, formación, producción) se transforma a su vez en público para todo el resto.
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Otro acontecimiento visible en la escena son las inauguraciones de Yoshimi; reciente galería creada por Emiliano Montani, un diseñador, músico y ar sta local. En la entrevista nos dijo sin vueltas “no me interesa quedarme en el under”. Su proyecto es mostrar y vender obra, entendiendo que para ello es necesario diseñar estrategias específicas. Su percepción es que el mercado del arte contemporáneo ya está en ebullición en la ciudad, aunque es un proceso lento y que existe otro circuito que ya está en funcionamiento pero es más tradicional, “como las muestras del Sheraton”. El camino entonces es crear nuevos nexos, relaciones y alianzas para atraer a ese público interesado en inver r. Observa además que, para lograr una mayor difusión de la galería, le funciona muy bien hacer muestras colec vas. Por el momento se man ene con la venta de libros y discos de editoriales y sellos independientes, también con talleres de Illustrator, mapping, origami y fotogra a para chicos.
El mar se dobla sobre sí mismo una masa de agua gigante con poderes contorsionistas Cuando supimos que había un colec vo de ar stas que tenía el nombre mágico de Hotel Realidad, quisimos visitarlos. Hotel no ene espacio sico preciso, podríamos decir que su espacio es la ciudad. Así que los visitamos en el local de la galería de arte Le Pu t Galerie, coordinado por Nahuel Agüero y Pedro Argel, dos integrantes del colec vo. Después de haber estado en contacto con el mar y con la arena, quisimos caminar desde la costa, hasta el lugar de la reunión. Cuarenta y cuatro cuadras por Avenida Luro. No pudimos. Decidimos tomarnos un helado y el 156, que nos dejó justo en frente de la estación de micros. Mientras esperamos en la vereda, frente a una galería comercial que está cerrada, llega uno de los integrantes del colec vo.
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Jorge Areta ene la voz baja y grave, y habla como si le diera el empo suficiente que necesitan las palabras para ser pronunciadas. Hablamos de lo par cular del clima marplatense y del significado de la palabra bañero, palabra que fue mutando (y en ese gesto perdiendo su e mología) hasta conver rse en guardavida. A media cuadra vemos que avanzan dos chicos que vienen hablando calurosamente. Uno de ellos sos ene con su mano izquierda la llave de la reja que nos llevaría al inframundo. Bueno, no sabíamos si era el inframundo pero pretendíamos seguir con la frecuencia a la que nos tenía acostumbradas Mar del Plata. Nadie que pasara por la vereda, adivinaría lo que habitaba en el local 16 de aquella galería comercial silenciosa y gris, tapizada con leyendas como Sindicado obreros del caucho, PC visión servicio técnico y Luz Ángeles. Sin embargo, al fondo a la derecha, hay una vidriera donde se dibuja con cierta midez el sintagma Le Pu t Galerie. Todo escrito en un espacio de pocos cen metros cuadrados, color celeste. Abren la puerta y la galería de arte sale afuera. Literalmente. En los estantes pudimos encontrar formas de arcilla sin pulir, vasitos de plás co manchados, perlas y cuentas facetas, un cenicero de un mono amarillo, la cabeza de cemento pintado del Gauchito Gil, un perro robot, pinturas y dibujos en las paredes, otro perro adentro de un frasco, libritos de todo po, un fanzine con una colección de dagas dibujadas, una estampita de El Virgen (de Juan José Souto). La fuerza y la hones dad de este lugar fueron brutales. Le Pu t es un espacio sico disponible. Un lugar para hacer muestras, encuentros, reuniones, un espacio que permita la experimentación de los ar stas contemporáneos. Allí también se realizan reuniones de Hotel Realidad y, por supuesto, fue sede de la cita con SUB escuela. Hotel Realidad es un colec vo de ar stas que enen entre 22 y 40 años, todos provenientes de diferentes disciplinas. Ellos son Nahuel Agüero, Ignacia Posadas, Pedro Argel, Sabrina Revuelta, Valeria Acosta, Juan José Souto, Felipe Rey, Yael Baltar, Rocío Englender, Pedro Petrelli, Jorge Areta, Estefanía Mateo, Sergio
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Colavita, Oscar Mauro Agus n Cruz, San ago Ruau y Florencia Zmud. Se conocieron en la primer Beca Mundo Dios, en el año 2013 y llevan realizadas muchas muestras en Mar del Plata y alrededores. Su principal inquietud nace de la carencia de espacios para exponer. También les interesa reivindicar la ciudad, intervenirla para producir lo esté co en sus calles, sus rincones. Arman muestras en espacios públicos y los hacen diferentes; logran que el marplatense y el turista se paren a mirar una esquina, una pared, una explanada que de otra manera, nunca hubiese notado. Son dieciséis integrantes y trabajan de manera colabora va. Uno de ellos (o algunos) propone un proyecto y todos ponen en marcha un plan de acción para concretarlo. Ellos inauguraron un circuito ar s co inédito cerca de la gente y de la experimentación. Se reúnen siempre que sus deseos los amontone en algún si o de esa localidad ventosa y feliz. La sal del mar hace arder las heridas y Hotel Realidad ejecuta actos de curación.
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Grupo de Reflexión, Análisis y Producción de Arte El querido arte contemporáneo queda en una casa del barrio donde está emplazado el Polidepor vo. A este sector lo estructura un trazado urbano complejo que desorienta a cualquier turista desprovisto de luces y teléfonos de taxis. Llegar a las dos y media de la tarde, un día de llovizna finita, implica estar solo caminando por ese entretejido casi laberín co. Al fin llegamos. Josefina Fosa
y Claudio Roveda nos esperan con mates y
algunas delicias. El querido funciona en una casa a la que se accede a través de un pasillo más o menos largo. Entramos a un espacio grande, cuya amplitud se duplica con un gran ventanal (de piso a techo) que conecta con un jardín verde. El lugar está adaptado para las diversas tareas y ac vidades que un espacio de formación en arte puede demandar. Las paredes son blancas, hay tensores en los techos, luces localizadas y un proyector. Exponer, deba r y disfrutar del ocio se hace muy fácil en lugares como éstos. Hay sillones, mesas, apuntes y las paredes están repletas de obras. Josefina y Claudio nos cuentan que acaban de inaugurar una muestra en donde los par cipantes de la clínica tuvieron que elegir dos o tres obras para exhibir. Destacan el hecho de que GRAPA sea una clínica con “tutoría local”. Es que siempre estaban coordinadas por ar stas de afuera (no marplatenses). Allí se trabaja sobre la producción individual y su premisa principal es “poner en duda” el propio trabajo, problema zarlo. Sos enen con convicción esta proposición. Las jornadas son intensivas. Pudimos comprobar esta metodología de trabajo cuando una tarde nos invitaron a par cipar. El grupo, que se reúne cada sábado por medio, está compuesto por veinte personas, (ar stas marplatenses) de edades diversas. La primera par cipante de la clínica que se anima a comenzar el debate, proyecta sus obras sobre la pared. La tonelada de preguntas no tarda en llegar. Aunque presenta (entre otras) la obra seleccionada en el Salón, los cues onamientos son insistentes. Mucho más cuando la ar sta despliega el discurso de la misma. Es como si se buscara llevar a la productora hasta las úl mas consecuencias, es casi como la pregunta inquisidora de “¿hasta dónde crees en tu obra?”. Fuerte, pero eficaz.
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Cada espacio concreto, ende a especificar sus caracteres y condiciones. A esta ciudad la reconocimos por la amplitud o angostura de sus cielos, la avenida ancha que sube como una ola, su excesiva capacidad hotelera, su tranquilidad en otoño y primavera, el ventarrón que se levanta cuando llegas a la costa, la humedad en el pelo, debajo del pulóver y los siete colores de alfajor que ene Havanna. Pero además (y sobre todo) un lugar es la gente que le da movimiento.
Notas: 1/ Cuentan con dos ins tuciones de este po: la Escuela de Artes Visuales Mar n A. Malharro Malharro y la Escuela de Cerámica Rogelio Yriurta. 2/ Fragmento del programa de la carrera de Realizador de la Escuela de Artes Visuales Mar n A. Malharro. Referencias de imágenes: p.3/ Graffi en la vía pública. p.5/ Postal turís ca. p.8/ Museo MAR de arte contemporáneo. p.10/ Mundo Dios. p.13/ Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino. p.15/16 Escuela de Artes Visuales M.A. Malharro. p.17/ Cocktail Galería Mutante. p.17/ Yoshimi Galerie. p. 19/ Le Pu t. p.21/ Hotel Realidad. p.23/ El querido. p.24/ Caligra a Lo que se escucha el mar sobre estas piedras. p.25/ Fro age de adoquines en el mar.
Este fanzine forma parte de la publicaci贸n Escuela Huesped, de SUB Escuela, compuesta por otros cuatro fanzines m谩s. Se termin贸 de imprimir en abril de 2015 en la ciudad de Rosario con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. http://subescuela.wix.com/subescuela