Caminemos por San Cristóbal

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Cartilla “Caminemos por San Cristóbal” Parque Biblioteca Fernando Botero Edición 2 TEXTOS Héctor David López Velásquez Sandra Catalina Vásquez Carvajal IMÁGENES DE PORTADA, INTRODUCCIÓN Y CONTRAPORTADA Sandra Catalina Vásquez Carvajal FOTOGRAFÍAS Participantes de la actividad “Caminemos por San Cristóbal” Parque Biblioteca Fernando Botero, San Cristóbal Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín CONTACTO cultura.sancristobal@bibliotecasmedellin.gov.co 385 29 63 – 385 29 65 San Cristóbal. Noviembre, 2019


Introducción Esta cartilla es el resultado del reconocimiento que los miembros del grupo de caminantes del Parque Biblioteca Fernando Botero, San Cristóbal, realizaron sobre la comuna 60 por medio de fotografías y sus respectivos pie de foto durante 2019, específicamente en 8 recorridos ejecutados por las veredas La Loma, Pajarito, El Uvito, La Palma, El Carmelo, El Patio, San José de la Montaña y, el sector de Nuevo Occidente. Caminemos por San Cristóbal es una actividad que desde hace 4 años es parte del plan de trabajo del equipamiento. Se describe como un espacio de encuentro y de reconocimiento del territorio para la apropiación y sentido de pertenencia de los participantes hacia San Cristóbal, generando un interés por los aspectos paisajísticos, espaciales, sociales, culturales, políticos y económicos; de ahí que, tanto las fotos como las leyendas no tengan un hilo conductor, sino que abordan diferentes aspectos de los mencionados, aquellos que fueron de interés para quien se tomó el trabajo de sacar la imagen y escribir el texto. Desde 2018 la actividad se planteó el propósito de generar un producto que se relaciona con la memoria local, con la lectura que los asistentes podían hacer de los recorridos y con el sentido histórico e informacional que aporta la biblioteca desde su colección local. Debido a que el grupo es heterogéneo (conformado por familias: niños, jóvenes, adultos y adultos mayores) la idea de crear textos a partir de las caminatas, no fue de gran aceptación en su inicio. Es por esto que el equipo de trabajo de la biblioteca se dispuso a incentivar el rescate de la memoria a partir de un mecanismo que todos tuvieran a la mano y que no les fuera difícil usar mediante cada recorrido: el celular. Se retó a los participantes a tomar fotografías y a enviarlas al grupo de WhatsApp, que dieran cuenta de los aspectos más interesantes de la caminata, como: la ruta trazada, la información compartida y la experiencia vivida; dando como resultado una especie de reportaje gráfico en el que el sentir y vivir de cada caminante, se refleja en una o varias imágenes con texto acompañante. Esta propuesta fue de positiva respuesta y el 2018 cerró con un álbum fotográfico, con ese primer acercamiento a la memoria. Para 2019 se continuó con la meta de construir un álbum, pero con un agregado que se planteó para el grupo de trabajo, el cual se tradujo en el texto introductorio y contextualizado de cada ruta. Son entonces, ocho textos propuestos por la Biblioteca, acompañados por una serie de fotografías aportadas por los participantes, que dejan una memoria a partir de la percepción de los participantes -50 para este año- tuvieron de cada recorrido realizado.


Considerada por algunos de sus pobladores como la vereda “más urbana de Medellín”, este territorio que limita con la comuna 13, San Javier, cuenta con 7 sectores demarcados por el accionar de una Junta de Acción Comunal. Una característica importante, y que hace que algunas personas se confundan sobre si es vereda o barrio, es que, en los buses de transporte público, puede leerse claramente: “San Javier – La América”, por lo que siempre, entre sus pobladores es común oír que son o van para San Javier La Loma. Su centralidad, sobre un pequeño cerro, está demarcada por la parroquia San Vicente Ferrer – la capilla –, la Biblioteca Pública Piloto – filial San Javier La Loma – y la Institución Educativa Loma Hermosa, además, de una explanada donde se realizan los eventos públicos, tanto religiosos como sociales. Luego de este recorrido urbano, el grupo de caminantes se abre paso por un estrecho camino de tierra que conduce al Alto Loma Hermosa, un cerro propicio para elevar cometas o simplemente para divisar hacia la ciudad. Las condiciones del terreno, hacen sobresalir algunos de los valores de los caminantes, tales como, la solidaridad y la confianza para apoyarse, tomarse de las manos para escalar un paso complicado o sobreponerse de un desliz. Valores que se van contagiando entre personas que van sintiendo que el grupo es cada vez más cercano, que entienden que no es solo caminar, también es recorrer el territorio, es compartir, es crecer como personas…

Anyela García Rúa, habitante de la vereda El Patio. "Vista a la ciudad desde vereda La Loma, corregimiento San Cristóbal".

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Anyela García Rúa, habitante de la vereda El Patio. Arriba de izquierda a derecha: "Religión, espiritualidad, esperanza que se vive en la vereda La Loma. Cerca de esta cruz, se levanta la capilla San Vicente Ferrer, la cual se fue construyendo con aportes de ladrillos y recolecciones que se hacían por medio de las empanadas que la misma comunidad conseguía y hacía". "Ruinas de la casa de uno de los primeros líderes de La Loma". "Alto de Loma Hermosa. Lugar donde su tierra ha sido testigo de cosas escalofriantes y habitado por energías que allí quedaron. Se ha convertido en un espacio donde llegan muchas personas a disfrutar de la vista, del festival de las cometas y de sus historias; como nosotros, los caminantes".

Elvia Álvarez, habitante de la vereda La Loma. "Recorrer estos lugares y encontrar una casa como esta, me trae el recuerdo de la canción 'Las acacias', letras con un gran significado y que hoy recuerdo: 'Ya no vive nadie en ella, a la orilla del camino silenciosa está la casa, se diría que sus puertas se cerraron para siempre, se cerraron para siempre sus ventanas, gime el viento en los aleros, descorónanse las tapias, y a sus puertas cabecean combatidas por el viento las acacias, combatidas por el viento las acacias, dolorido, fatigado de este viaje de la vida, he pasado por las puertas de mi estancia, y una historia me contaron las acacias'".

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Anyela García Rúa, habitante de la vereda El Patio. "Vista a la ciudad desde vereda La Loma, corregimiento San Cristóbal".

María Teresa Amaya y Olga Álvarez, habitantes de la vereda La Loma. "Solo quedan las imágenes que fueron testigos de esos tiempos difíciles, como fieles guardianes protegiendo a los que no volverán".

Olga Álvarez, habitante de la vereda La Loma. Solo ruinas quedan donde ayer se escuchaban tantas risas, donde corretearon tantos niños, donde se disfrutaron tantas cenas, donde se sentaron tantas familias a compartir alegrías y tristezas. Cuanta nostalgia encierran estás paredes, que aun así nos muestran la belleza que enmarca lo que fueron en un pasado".

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Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "Colgadas quedaron aquellas imágenes a quienes en cada mañana se encomendaba un nuevo día, fotografías que cuentan una historia de vida dura con momentos de felicidad, donde se formó una de las familias de la vereda la loma (la asomadera) que quedó olvidada entre paredes de tapia, encerrada con trancas de madera, esperando que algún día aquella vieja casa abra sus puertas y puedan contar a generaciones futuras esa hermosa historia de amor que guarda cada imagen".

Olga Álvarez, habitante de la vereda La Loma. "Los caminantes siempre expectantes a descubrir las maravillas que esconde la naturaleza".

Anyela García Rúa, habitante de la vereda El Patio. "Territorio resiliente que, si lo caminas y escuchas sus historias, cambiarás la forma despectiva y los pensamientos negativos que se generan por los medios de comunicación, a cambio te encontrarás con una riqueza artística y cultural".

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A solo 10 minutos de la cabecera urbana de San Cristóbal, limitando con la vereda Pedregal y la Ciudadela Nuevo Occidente, se halla la vereda Pajarito. Es un territorio singular que debe su nombre a las bandadas de aves que en otras épocas lo transitaban y que ahora han sido disminuidas por la presencia de espacios y estructuras, en hierro y ladrillo, que albergan a personas con saberes y experiencias diversas llegadas de todas partes de la ciudad. Un sentir agridulce deja encontrar, que el verde de la montaña se ha transformado en ciudad. Una división visible que hace la vía pavimentada, pero imaginaria en el saber de sus habitantes, evidencia en lo que ahora se ha convertido Pajarito: un territorio “rural” absorbido por el cemento de un colosal expansionista que se ha configurado como un complejo en el que propios y extraños conviven en sociedad. Queda esperar con deseo fuerte, que los saberes que hoy tienen los oriundos de esta vereda, se conserven y compartan de generación en generación, para que la vida campesina y el amor por la ruralidad, sigan siendo parte del corazón de este sector.

María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "Con su majestuosa belleza disfrutando de un delicioso néctar".

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Elda Gallego, habitante del barrio Manrique. "Me encantó la variedad de flores hermosas que ofrece la vereda Pajarito, esto es una experiencia muy linda".

Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "Testigo de historias y personajes que forjaron esa tierra mágica. Guerrero del tiempo, del cambio y del mal trato de la gente que al pasar arrancan un pedazo de su ser".

Venus Milena Monsalve, habitante de la cabecera urbana de San Cristóbal. "Tradiciones que permanecen en el tiempo, arraigadas, y que expresan el dolor de una pérdida, buscando que perdure el recuerdo".

Belida García, habitante de la vereda Pedregal Alto. "Jardín de ensueños".

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Sandra Catalina VĂĄsquez , gestora social y cultural, Parque Biblioteca Fernando Botero. "Entre fresas, flores y duraznos, cantaron las aves que le dan nombre a esta vereda de 120 aĂąos de historia: Pajarito".

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Con vocación forestal protectora, así como agropecuaria, se define El Uvito en el Plan de Ordenamiento Territorial POT. Está llamada a proteger el sistema hidrográfico que posee, e impulsar la comercialización de los productos de su tierra en otros lugares de la geografía antioqueña. Sin embargo, agridulce como las uvas que producían sus senderos, es el panorama que le pinta la conexión vial Guillermo Gaviria Correa, pues debería ser una vía para impulsar tales objetivos, pero se ha convertido en obstáculo para que los pequeños productores compitan con las grandes comercializadoras que la transitan a diario. Como otras veredas del corregimiento, El Uvito presenta problemáticas comunes a la tenencia de la tierra, a la conservación de las prácticas rurales y a la permanencia del campesinado, pero su necesidad más imperante se encuentra en la adecuación de espacios para la recreación y el encuentro, pues la motivación e intención de reunirse para hacer cosas juntos, sus habitantes la tienen. Es pues un lugar lleno de naturaleza y tradición al que sus habitantes han ido renunciando para vender, no porque su amor por la tierra sea poco, sino porque la falta de apoyo y la baja rentabilidad de la agricultura los han hecho emigrar a la ciudad a buscar su sustento diario, mientras sus territorios aumentan en construcciones que rompen con la estética propia del lugar. De esto último, fueron testigos los caminantes de la biblioteca, que entre el asombro y la admiración ven cómo se levantan nuevas estructuras en medio de lo que antes fueron espacios para la siembra.

Adelaida Sepúlveda, habitante de la vereda Travesías. Este árbol y sus frutos, son el motivo por el cual esta vereda se llama El Uvito".

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Juan Carlos Muñoz, habitante de Nuevo Occidente. "No es solo conocer nuestro territorio, en este caso El Uvito, es crecer y aprender con las historias de la biblioteca". Amilvia Uribe, habitante de la vereda El Llano. "Excelente naturaleza y paisajes, también son habitantes en la vereda El Uvito".

William Arango, habitante de la vereda La Palma. "Hasta los animales disfrutan de las fuentes hídricas de la vereda".

Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "A pesar de las adversidades, el campesino lucha por sacar a su familia adelante con el legado que dejó sus antepasados, con lo que la tierra generosamente brinda y que en tiempos modernos no se valora".

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María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "Esta es una de las tantas bellezas que nos da la naturaleza: ¡Qué belleza de cebollales!".

Sandra Catalina Vásquez, gestora social y cultural, Parque Biblioteca Fernando Botero. "Las flores siguen siendo la mejor decoración de las casas campesinas en El Uvito, lo positivo de ello es que son naturales"

Sandra Catalina Vásquez, gestora social y cultural, Parque Biblioteca Fernando Botero. "Casas campesinas y amplios sembrados hacen parte del paisaje que recibe a propios y extraños, en El Uvito"

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La zona de expansión urbana adscrita al corregimiento San Cristóbal, trae consigo nuevas dinámicas que contrastan con la ruralidad, y prácticas sociales y culturales propias de la urbe se instalan para sumar a la pluriculturalidad de la comuna 60 de Medellín, que ve cómo crece su población, mientras se mengua su vocación agrícola. Nuevo Occidente nace como una solución a la problemática de vivienda que tiene la ciudad, en este territorio confluyen personas de diferentes lugares y culturas, por lo que tratar de entender su entramado social se convierte en una labor dispendiosa. En estos terrenos, que antes fueron fincas de recreo o lotes baldíos que servían como zona de descanso para los habitantes de la vereda Pedregal Bajo, se elevan impetuosos edificios de pequeños apartamentos, que, aparte de ser viviendas, algunos son también supermercado, papelería, restaurante y hasta billar. Toda la diversificación de un barrio en una propiedad horizontal. Durante el recorrido, una mañana de domingo, el grupo de integrantes de Caminemos por San Cristóbal, pudo conocer sus calles, escuchar algunas historias en boca de sus habitantes, presenciar la llegada y partida de los vagones del Metrocable, y hasta conocer la huerta -que por suerte no está dentro de los edificios- producto del arraigo que algunos pobladores tienen con la tierra, en su conservación y cuidado participan todos los habitantes de un complejo de apartamentos, quienes adecuaron un espacio al frente de su edificio para apostarle a la agroecología.

Héctor David López Velásquez, mediador social y cultural. "Nuevo Occidente: territorio en constante construcción social, con espacios públicos e infraestructura para suplir las necesidades básicas de la población... hasta mirador para la selfie.".

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Belida García, habitante de Pedregal Alto. "Mirada de ciudad desde una ladera que se impone con el alto crecimiento poblacional: Nuevo Occidente".

María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "En Nuevo Occidente encontramos lugares para el encuentro ciudadano, para quienes llegan buscando la sombra que nos ofrecen nuestros amigos: los árboles".

María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "En Nuevo Occidente encontramos una pequeña plaza de toros, la cual funciona como cancha polideportiva. Gracias a Dios que no se siguió esa práctica de matar esos animalitos en este lugar y ojalá que en ningún otro".

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Yolanda Barrera, habitante de la vereda Pajarito. "La terraza de la unidad hospitalaria Nuevo Occidente nos permite disfrutar de una hermosa vista a nuestra ciudad...".

Venus Milena Monsalve Quintero, mediadora de lectura. "En la urbanizaciรณn Las Flores encontramos un espacio para el cultivo de hortalizas. El desarraigo genera la necesidad de reproducir esas prรกcticas que nos hacen sentir como en casa, no dejar atrรกs la tradiciรณn campesina, el cuidado de la tierra que la hace propia, y a la vida mรกs llevadera.".

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Las gentes de La Palma son amables y preocupadas por su vereda, desde allí se gestan importantes iniciativas que propenden por el cuidado del medio ambiente, la defensa de los derechos y el posicionamiento de un modelo de enseñanza – aprendizaje que pone el accionar humano en coherencia con el uso de los recursos. Algunos cuentan que existen espacios como la Escuela Ambiental Abierta Fabio Zuluaga Orozco en los que los temas ambientales se trabajan con los más pequeños, para enseñarles la importancia que tienen el agua, el bosque, la fauna y la flora, en aras de conservarlos y multiplicarlos. Existen otros, como la Mesa de Derechos Humanos que, desde los temas sociales, defienden a capa y espada el acceso a los recursos, a los derechos que como ciudadanos tienen todos en el corregimiento, pero sin hacerse los de la vista gorda con los deberes. Es desde la educación que los habitantes de esta vereda enfrentan problemáticas de uso del suelo, de conurbación y de pérdida de la vocación campesina; pues saben que las nuevas generaciones son las llamadas a trabajar porque la conservación del agua, la estabilidad del suelo y el acceso a los servicios públicos que se derivan en derechos, sea una realidad. El grupo de caminantes del Parque Biblioteca Fernando Botero, San Cristóbal, pudo ser testigo presencial del trabajo que desde el Acueducto Multiveredal La Acuarela vienen realizando para la conservación y potabilización del agua, de la cual se benefician muchas familias en varias veredas del corregimiento, derivando en enseñanzas que rescatan la importancia de la conservación y el respeto por la naturaleza en todos los recorridos.

Héctor David López Velásquez, mediador social y cultural. "Visitar las veredas de San Cristóbal es encontrar una nueva aventura, riquezas naturales y biodiversidad. En esta oportunidad, en el Acueducto La Acuarela, en La Palma, tuve la fortuna de ver, no solo el proceso de potabilización del agua, sino también el de la polinización".

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Juan Carlos Muñoz, habitante de Nuevo Occidente. "No es solo conocer nuestro territorio, en este caso El Uvito, es crecer y aprender con las historias de la biblioteca".

Venus Milena Monsalve Quintero, mediadora de lectura. "Curioso elemento en la entrada de la finca del señor Hernán Arteaga en La Palma, ¿En cuántas casas tenemos como parte de la decoración una plancha de carbón o un teléfono antiguo? Un aire de nostalgia está en todos estos elementos".

Amilvia Uribe, habitante de la vereda El Llano. "En la vereda La Palma, encontramos personas amables, hermosos paisajes, y además, conocimos el sistema del acueducto La Acuarela".

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Venus Milena Monsalve Quintero, mediadora de lectura. "Los yarumos señalan las fuentes hídricas, y en la Palma son parte del paisaje. Desde la Palma se surte el agua de otras 5 veredas: el verdadero oro es el agua".

María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "En la vereda La Palma, desde la finca de don Hernán, la vista es maravillosa. Gracias por permitirnos estar allí".

Juan Carlos Muñoz, habitante de Nuevo Occidente. "Acueducto La Acuarela: llevando vida desde la fuente hídrica hasta los hogares".

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Joana Agudelo, habitante de Nuevo Occidente. "ÂĄCon sus fragantes olores y hermosos colores!, la naturaleza tambiĂŠn nos da la bienvenida a la finca de don HernĂĄn, en la vereda la Palma".

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Conocida entre sus habitantes como “El cachete del cielo” haciendo alusión a su altura y cercanía con las nubes, esta vereda, en comparación con las demás, tiene la mejor vista de todas hacia el Valle de Aburrá. Allí se llega a través de un camino serpenteante que parte desde el sector Jalisco en jurisdicción del corregimiento San Félix en el municipio de Bello. Un recorrido dinámico que inicia en pavimento y continúa por rieles de cemento entre bosques, casas campesinas, antenas de telecomunicaciones, potreros y alguno que otro cultivo de hortalizas, hasta llegar a la cumbre: el templo Monte Alvernia, donde interactuar con la comunidad y una vista completa de la ciudad, se convierten en premios para quienes madrugaron a la actividad Caminemos por San Cristóbal. Es un espacio que permite, aparte de compartir con el otro y conocer el territorio, fomentar la tolerancia y el respeto por las capacidades y habilidades del otro, el que camina lento, el que habla mucho, el que habla poco, el que cuenta los chistes, el que lleva el refrigerio, lo que hace los recorridos diversos cada vez.

Amilvia Uribe, habitante de la vereda El Llano. "De camino entre las veredas El Carmelo y El Yolombo me llamaron la atención los excelentes paisajes, tanto naturales como artificiales".

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Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "Alerta, furioso y nervioso se encuentra aquel espécimen que insistente recorre los pasos de aquellos caminantes, que por primera vez irrumpen en su territorio, lográndose palpar una tensa calma de parte y parte. De golpe, desde lo más alto, ve a aquellos caminantes alejarse sin pausa". William Arango, habitante de la vereda La Palma. "Luego de la travesía por El Carmelo, nos recibe la vereda El Yolombo, donde, con la ayuda de toda la comunidad, hace dos años se levantó la capilla".

Belida García, habitante de la vereda Pedregal Alto. "En la parte más alta de la vereda El Carmelo podemos encontrar, entre muchas otras cosas, grandes árboles abrazados por Bromelias y Orquídeas".

Blanca Cristina Isaza, habitante del sector Caracolí. "Yo sueño con una casa que tenga una linda y hermosa vista hacia la ciudad, así como esta, que nos encontramos en lo alto de la vereda El Yolombo".

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Catalina Vega, habitante del barrio La CampiĂąa (Robledo). "Tomando foto a la planta, queda registrada esta hermosa mariposa en pleno vuelo: algo maravilloso de nuestro recorrido por las veredas El Carmelo y El Yolombo".

Sandra Catalina VĂĄsquez, gestora social y cultural, Parque Biblioteca Fernando Botero. "Imponente, desde la cima de la vereda El Carmelo, alza la vista hacia el norte de la Villa de AburrĂĄ: la capilla Monte Alvernia"

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Son altas las pendientes que caracterizan a la vereda El Patio y es por ellas, por la gran producción hídrica y las malas prácticas en el uso del suelo, que sufre de deslizamientos, derrumbes, avalanchas y crecientes. Aunque una amplia parte de su suelo es declarado de protección forestal, Empresas Públicas de Medellín ha comprado y destinado terrenos de la parte alta para el restablecimiento del bosque nativo, con lo que incentiva la conservación del patrimonio a través de la negociación de servicios ambientales con la ciudad. El aire fresco, el verde del paisaje y sus gentes, hacen de la vereda un lugar agradable para visitar. El recorrido por sus calles y la vista de amplias zonas de cultivo, hacen pensar que la agricultura es la forma de vida y actividad económica más fuerte, no obstante, ha sido necesario para los campesinos que se aferran a la tradición, la contratación de mano de obra, pues el relevo generacional no es una opción; por lo que conservar El Patio de San Cristóbal es un reto para sus habitantes, quienes decididos, han enfrentado situaciones medioambientales y sociales en su contra, con el ahínco y la determinación de quien ama lo rural. Sus empinados caminos no son un obstáculo para el numeroso grupo de caminantes, que luego de dejar atrás los cultivos de hortalizas, se abre paso entre un denso cafetal y un frondoso, pero pequeño bosque que confirma el compromiso por el restablecimiento natural en la vereda.

Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "Fruto de la tierra y del trabajo del hombre, campesino: fiel a su terruño que día a día lucha por un futuro mejor".

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Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "Los súper héroes también hacen gala del paisaje, del jardín, del bosque y del chocolate en leña que nos brindan en la vereda El Patio".

Elvia Álvarez, habitante de la vereda La Loma. "Pasando por la vereda el patio a las playas encontramos gente amable y trabajadora, como don Hernán, quien con su trabajo contribuye al desarrollo del corregimiento".

Anyela García, habitante de la vereda El Patio. "Camino Vereda El Patio, donde se vive maravillosamente y el avistamiento te llena el alma, ahí dices: vale la pena subir una gran pendiente para poder vivir una bonita experiencia disfrutando de la naturaleza, sus colores, olores y sonidos".

María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "En Nuevo Occidente encontramos una pequeña plaza de toros, la cual funciona como cancha polideportiva. Gracias a Dios que no se siguió esa práctica de matar esos animalitos en este lugar y ojalá que en ningún otro".

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Anyela García, habitante de la vereda El Patio. "Y la naturaleza es sabía y su composición es hermosa y nosotros hacemos parte de ella, así que amarnos y valorar lo que somos es natural".

Adriana Ocampo, habitante del sector Barrio Nuevo. "Que lindos comienzan los cultivos de flores. El corregimiento de San Cristóbal, además de su amplia producción agrícola, también es un gran productor de flores para el mercado local".

Sandra Catalina Vásquez, gestora social y cultural, Parque Biblioteca Fernando Botero. "Ojalá todas las personas tuvieran la capacidad de trabajar la tierra de manera artística como lo hace el campesino de la vereda El Patio"

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Durante el primer recorrido realizado en esta vereda, se pudo apreciar el Alto de Loma Hermosa, la parroquia, entre otros espacios de interés dentro de esta comunidad, sin embargo, hacía falta algo, el reconocimiento de la riqueza cultural que tienen sus habitantes, además, de ese sentido de resiliencia que los caracteriza. Por esta razón, se materializó un segundo recorrido, en el cual indagar por estos aspectos fuera el objetivo principal de la caminata. La Loma es territorio de Álvarez y Paniagua, la popularidad de estos dos apellidos es bien reconocida en todo el corregimiento, y de este último, se deriva el nombre de una de las bandas musicales más antiguas de la ciudad: la Banda Paniagua, que según cuentan los herederos de su tradición, data de 1826. Creada para alegrar las fiestas, especialmente las religiosas, los Paniagua se hicieron famosos en las celebraciones de las fiestas patronales en La América, Belencito, San Vicente Ferrer (en La Loma), entre otras parroquias de Medellín. Pero recorrer La Loma cultural no solo es la Banda Paniagua, en el sector de San Gabriel también se encuentran otras artes, como la talla en madera, la pintura, la escultura, los tejidos y los ya tradicionales globos de papel. Caminemos por San Cristóbal no es solo ruralidad, la cultura también hace parte de estos recorridos.

Elda Ruth Gallego, habitante del barrio Manrique (texto) y Bladimir Figueroa, habitante de la vereda La Loma (fotografía). "Es increíble el arte que hay en la forma de pulir la madera, son manos maestras las que encontramos por nuestro recorrido en la vereda La Loma, ¡hermoso!".

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Elda Ruth Gallego, habitante del barrio Manrique. "Está salidita a caminar con el grupo estuvo espectacular: el paisaje, las flores, el acogimiento de la población. La Loma, ¡mil gracias!".

María Teresa Amaya, habitante de la vereda La Loma. "En nuestro recorrido por el sector San Gabriel de la vereda La Loma, encontramos arte, hecho por manos tan prodigiosas, capaces de transformar. ¡Que belleza de imagen!".

Héctor David López Velásquez, habitante de la vereda La Loma. "A la izquierda, doña Altagracia, caminante constante y enérgica; a la derecha, doña Carmen, paciente, servicial y comprometida con su sector. La primera vive en el sector Bellavista; la segunda en San Gabriel, ambas con un amor en común: La Loma. Mucha sabiduría en una sola foto.".

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De San José de la Montaña se cuenta que hacía parte de la vereda Boquerón, que en sus terrenos fueron famosos algunos estaderos, cuando la antigua vía al mar era el acceso obligado para el occidente de Antioquia. Se dice, además, que lleva su nombre en honor al santo y su ubicación entre las montañas, y pese a ser una de las veredas de más reciente conformación, sus equipamientos la hacen ahora un nodo de importante confluencia dentro de esa zona occidental del corregimiento, ya que es allí donde se reúnen los líderes de Boquerón, La Ilusión y San José de la Montaña cuando la relevancia del evento lo amerita. En San José de la Montaña se conserva la tradición agrícola, aunque como en otras zonas del corregimiento, sus habitantes ven cómo poco a poco van llegando nuevos pobladores a sus tierras. Comprensible, teniendo en cuenta la frescura de su clima y la belleza de sus paisajes. Desde algunos lugares se puede apreciar, en todo su esplendor, la formación geográfica que da nombre a su vecina, la vereda Boquerón, como también, gran parte de la ciudad de Medellín. Para recorrer San José de la Montaña, el grupo de caminantes del Parque Biblioteca realizó un amplio circuito, a la ida, pasando por predios de la vereda El Llano, mientras que al regreso, atravesaron por Travesías; algo extenuante, pero a la vez, un deleite que reconforta el espíritu.

Anyela García, habitante de la vereda El Patio. "Me hace feliz ver el proceso de la siembra, que además de ser alimento, adorna las montañas. Del llano a San José de la montaña".

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Adriana Ocampo, habitante del sector Barrio Nuevo (fotografía) Hugo Lopera, habitante del barrio Calasanz (texto) "Sin lugar a dudas estas caminatas son unas verdaderas terapias de donde se derivan tantas cosas bonitas y valiosas, porque el aprendizaje durante el recorrido es incalculable, el conocer otras personas y compartir con ellas, conocer otros lugares, estar en contacto con la naturaleza, mejor dicho, esto es vida"

William Arango, habitante de la vereda La Palma. "Bajando de la vereda San José de la Montaña, a la altura del sector La Cumbre, nos encontramos con una particular fachada en la casa del señor Domingo, una "viejoteca" y otras antigüedades la decoran".

Liliana Urrego, habitante de la vereda Travesías. "Amarillas como el sol colorean un pedazo de la montaña de la vereda San José de la Montaña, belleza que muestra el cariño y cuidado de manos campesinas".

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“ ‘Quien no viene de un sitio, jamás podrá llegar a sitio alguno’ porque ignorará lo importante del viajero: andar en cada afán su regreso, para llegar o morir. Hasta el vagabundo superior tendría que llevar consigo a sus raíces. Los antepasados también fueron uno mismo, identificados en la tierra; buscar una identidad como su geografía, su sangre, y saber sus danzas y leyendas y canciones que danzaran y cantaran quienes tenían ritmo en el nervio, y la esperanza” Mejía Vallejo, Manuel (1989). La casa de las dos palmas, Bogotá. Editorial Planeta.

“ ‘Camino viejo de mi vereda, por donde tantas veces pasé, llevando al hombro la taleguera, con mis cuadernos y mi pizarra, rumbo a la escuela de doña Inés. Recuerdo mucho que en tus orillas crecían las malvas, las clavelinas, las amapolas y el girasol y que las aves en la mañana, trinos cantaban llenos de amor” Fragmento de la canción “Camino viejo”. José A. Morales.



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