Cocina y carreta [Memorias a fuego lento]
Laboratorio para el intercambio de saberes y prĂĄcticas culinarias Parque Biblioteca EspaĂąa, Santo Domingo Savio
Cocina y carreta [Memorias a fuego lento]
Laboratorio para el intercambio de saberes y prĂĄcticas culinarias Parque Biblioteca EspaĂąa, Santo Domingo Savio
¿Recuerdas, tu cara entre la sopa y aquella náusea que daba la zanahoria? Y metérsela a la boca, y vomitarla... y tener hoy todavía la misma cara de ese día, cerrar los ojos y sentirla, como si fuera ahora, untada toda en babas y lágrimas, cuatro años uno haciéndose persona, y no querer la zanahoria pero de todos modos esforzarse en tragarla, con esa gente atrás que tiene la intención de educar vigilando firmemente y uno sí quiere complacerles, pero la vuelve a vomitar... Y uno no aprende a comer zanahoria, pero años después, descubre que cuando uno estuvo esos años”haciéndose persona”, sí aprendió al fin a “tragarse” de algún modo cualquier cosa. Olga Elena Mattei
Memorias a fuego lento En 2015 nace en el Parque Biblioteca España, Santo Domingo Savio la estrategia Cocina y carreta, un laboratorio de creación e intercambio de saberes que se convierte en pretexto para abordar las memorias locales de la zona nororiental de Medellín, donde se narran experiencias personales y barriales que llevan consigo la esencia de las ruralidades colombianas y las prácticas que se trasladan a la ciudad mediante los procesos de transformación de los territorios. Durante estos tres años, han sido diversos los enfoques y preguntas abordadas dentro de este espacio: Recorrido por las regiones de Colombia, ¿A qué sabe Santo Domingo Savio?, Vamos a comernos el mundo, De nuestra huerta a la mesa y Las cinco pieles de la paz, son temáticas que se convierten en la ruta que detona las memorias de quienes participan de los encuentros y permite que se generen conexiones que evocan los recuerdos de infancia, la vida en el campo y las relaciones humanas entorno a la alimentación para la construcción de las memorias colectivas. En 2018 visitamos dos sectores de la Comuna 1- Popular: en el barrio Santo Domingo Savio el Club de Vida El jardín de los abuelos y en el barrio Villa de Guadalupe a las mujeres del Centro Comunitario Mario Montoya y la Corporación Con-Vivamos. En el primer grupo las tertulias estuvieron dirigidas a reconocer aspectos de algunas frutas y vegetales. Cada sesión conversamos del origen, propiedades, preparaciones, usos y las formas de cultivar: cacao, maíz, yuca, plátano, tomate, ahuyama, zanahoria, café, cidra, limón, aguacate, papa, lenteja, arroz, guanábana, guayaba y frijol; al final de cada encuentro degustamos una preparación del ingrediente protagonista. En el Centro Comunitario Mario Montoya el laboratorio proponía una metodología de experiencias compartidas donde la autonomía del grupo y el trabajo colectivo fueron fundamentales al momento de generar acuerdos y encontrarnos. Los encuentros se daban en presencia de los bibliotecarios o por autonomía del grupo en compañía de la Corporación Con-Vivamos y el Centro Comunitario. Cada semana el grupo, conformado en su gran mayoría por mujeres de todas las edades, se reunía con el propósito de generar un espacio para la conversación, la preparación culinaria, la creación colectiva y la participación. Las cinco pieles de la paz: la piel propia, el vestido, el hogar, el barrio y el mundo; se convirtieron en el eje que propiciaba cada encuentro, el cual siempre culminaba con el compartir de un alimento preparado a varias manos. En esta tercera publicación, encontraremos algunos de los escritos construidos durante las sesiones: recetas, historias, recuerdos, conversaciones, trovas, adivinanzas y cartas, no hay una sola categoría para agrupar las producciones de los grupos, cuando la tradición oral es el ingrediente principal al momento de reconocernos como comunidad. Henry Álvarez Durango Gestor social y cultural, Parque Biblioteca España
Cocina y carreta, de la huerta a la mesa La Corporación Con-Vivamos nombra este espacio como Centro Comunitario Mario Montoya, en el cual funciona el Centro de Atención Integral a las mujeres, espacio para el goce y disfrute del femenino que nos habita. Desde este espacio se hace un acompañamiento individual y grupal a las mujeres en la prevención y atención de las violencias basadas en género y en la promoción de las rutas de atención. En la metodología de acompañamiento a los procesos de participación de las mujeres implementamos la metodología de las Cinco pieles de la paz con la cual se pretende ir de lo particular a lo global, en ese sentido, la primera piel habla de cómo las mujeres necesitamos entender y comprender nuestro cuerpo como ese primer territorio que habitamos y reconocemos, que además de ser cuerpo físico es cuerpo espiritual, el cual necesitamos llenar de contenido y frente al cual tenemos preguntas y respuestas. La segunda piel es el vestido que nos caracteriza ¿nos vestimos por gusto o por imposición?; la tercera piel es la familia, como un espacio donde se potencian los valores; la cuarta es piel es lo social y lo comunitario, cómo es nuestra relación con el entorno, cómo se construye paz desde esa relación; la quinta piel es el mundo, como un espacio universal que funciona como un búmeran en donde lo que pasa en otras esferas del mundo nos afecta en lo local. Desde esta perspectiva de las Cinco pieles de la paz es que acompañamos todos los procesos que tenemos en el Centro Comunitario, en este sentido, Cocina y carreta pasa por lstas reflexiones y es así como las preparaciones que hacemos tienen el tinte de las cinco pieles. Nuestra intención con este proceso no tiene el objetivo de que las mujeres se conviertan en grandes chefs o que aprendan herramientas de culinaria o cocina, sino que el espacio les permita tener otras perspectivas del mundo, que se comprenda que las mujeres no están al servicio de los demás, al cuidado de la casa, la ropa o el cocinar. Cocinar, históricamente ha sido una tarea delegada a las mujeres que no siempre es cumplida o realizada con amor y empeño sino como obligación, de esta manera, Cocina y carreta pretende que la cocina en sí misma se convierta en goce y disfrute, donde se cocinen los sueños y se fortalezca la esperanza, donde haya una escucha de lo que soy y lo que quiero. La intención fundamental es que este espacio permita disponer la escucha y así volver a la sabia de las abuelas y madres que nos han legado saberes y prácticas ancestrales en el cuidado de sí, a través de las plantas, usos y preparaciones. Asimismo, hoy llamamos este proceso como Cocina y carreta de la huerta a la mesa, porque lo que cultivamos en nuestra huerta lo aprendimos a cocinar en la mesa y hemos hecho de esto un intercambio de saberes y experiencias de las mujeres pero también de este aporte tan maravilloso que nos brinda el Parque Biblioteca Santo Domingo a los procesos de las mujeres del Centro Comunitario. Jeanette Góez Coordinadora, Centro Comunitario Mario Montoya Corporación Con-Vivamos
“Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar.� Como agua para chocolate. Laura Esquivel
Receta para chupar piña maliciosa [Receta colectiva construida por las mujeres del Centro Comunitario Mario Montoya]
Ingredientes: 1 piña 1 persona que le guste mucho 1 lugar escondido o abierto 1 poquito de pimienta 1 mamá vigilante 1 papá neurótico 1 pizca de sal 2 o 3 litros de agua helada Imaginación al gusto Preparación: A la persona que le guste mucho, la pone dedicadamente a picar la piña, recuerde quitar todos los ojitos de la piña y esconderse de los ojitos de la mamá vigilante. Para entrar en calor, le echa un poquito de pimienta, para que sepa mejor, diríjase a un lugar escondido para chupar con gusto. Que no falte la pizca de sal y el dulce de la persona que le gusta. Ponemos a volar la imaginación entre chupada y chupada, hasta que esta maravillosa receta es saboteada por 2 o 3 litros de agua helada lanzados por un papá neurótico. Sírvase repetir cada que se pueda.
Café Por: Lilia Colorado De mi juventud recuerdo los paseos donde mis primas a Jericó, Antioquia. A eso de las cinco de la tarde nos salíamos para la portada a ver pasar los muchachos que salían de los cafetales con sus manos manchadas de recoger café. Al hombro llevaban una jiquerita donde cambiaban las viandas, eran tímidos y les gustaban las muchachas de ciudad. No nos alcanzamos a imaginar la cantidad de niños que se hicieron bajo los palos de caturro, cerca a ellos había muchas chapoleras.
Papa Por: Lilia Colorado En mis tiempos la papa era artículo de lujo, no se podía comer sino los fines de semana. Ya luego, en la ciudad sí se veía más y aprendimos a comer papa todos los días. Recuerdo que en la escuela compraba la famosa papa chorriada. Se pelaba, la cocinábamos entera, se hacía un hogao con cebolla y tomate y se revolvía con las papas. En las fiestas el puré de papa con mantequilla. Luego aprendimos muchas preparaciones con la papa a la que se le atribuyen muchos beneficios para la salud.
Aprendiendo a cocinar Por: Las Chef Haciendo papas rellenas nos pusimos a recordar de cuando éramos niñas y nos ponían a pelar costalados de papas para después sancochar. Las comíamos con gusto, le echábamos mucha sal, las mamás nos regañaban porque pedíamos más -¡Hay que dejarle al papá! (y se ponía a alegar) y siempre nos agregaba: - Para comer mucha papa aprendan a trabajar.
Arroz dominguero Por: Lilia Colorado Érase una vez, y mentira que no es, que cuando mi madre era pequeña en su casa el arroz solo se podía comer los domingos o en las fiestas. Nunca lo comían seco porque no lo sabían preparar. Lo preparaban en sopa con carne molida o albóndigas - Mamá ¿y por qué solo los festivos? - Porque es el día que llegan las visitas y hay que atenderlas muy bien. Por eso a mi madre no le gustaba el arroz, porque a ella no le gustaban las visitas.
El susto de la culebra Por: Las Chef Estando yo en Santa Rita el susto que yo pasé, montado siempre muy alto en un palo de café. Se me montó una culebra y del susto me tiré, cuando alcé la mirada, en el cesto la pillé, corriendo y corriendo en La Cueva yo quedé. Así se llamaba la finca, la que hoy yo recordé, causando risas y burlas en el tiempo de ayer. Hoy lo vine a compartir en el grupo de Las Chef.
Cidra Por: Lilia Colorado [También llamada papa de bejuco] La mamá cidra colgaba del bejuco, el fuerte viento la meneaba de un lado al otro, en su ir y venir observaba un hombre con un costal recogiendo cidras. Mamá cidra no alcanzó a decir ni a hacer nada aunque pringó la mano del hombre, fue echada al costal. De camino a casa el hombre habló con varias personas, la cidra se puso feliz cuando escuchó lo que decían de ella. Y es que la papa de pobre posee muchos beneficios para la salud.
La cidra y su misterio Por: Las Chef Con su misterio nos cura la tos, nos cura la fiebre, también el dolor. Gabriel estaba tan mal de los pulmones que el médico dijo que le afectaba el corazón. Cogimos una gran cidra y la chuzamos sin dolor, la colocó bajo su pecho sosteniéndola con su mano izquierda y chuzándola con la derecha con un tenedor por todos lados. La colocamos en la mesa de noche para que el enfermo la viera todos los días. Cada que se podría la cidra se repetía el proceso hasta que se secó. Con este remedio se curó. Este remedio sirve para gripe, bronquios y asma.
Cacao Por: Las Chef Tomando aquí chocolate nos pusimos a pensar, en esas hermosas flores que la planta solía dar. El cacao es de quien hablo, lo solíamos tostar, y luego al molerlo su aroma solía dar. Se preparan muchas cosas, tortas, vinos, nuez y pan, y con todas nuestras ricuras la familia a deleitar.
El reguero del chocolate Por: participantes El jardín de los abuelos Había una vez un grupo de mujeres que se reunía para conversar en una finca. Mientras hablaban tejían, de pronto la dueña de la casa salió de la cocina llevando en sus manos un charol lleno de tazas de chocolate espeso y espumoso. La dueña les contó que era chocolate en bola hecho por ella misma. Las tazas estaban tan calientes que a una de ellas se le regó encima, a lo que ella gritó -¡Ay, se me quemó la arepa! Todas rieron a carcajadas.
Guayaba Por: Las Consentidas
Es tan buena que la come hasta la gente que es muy brava y cuando ve el gusano con eso se calma. Es una vitamina especial para la salud, haga que todo el mundo la coma, sirve para abrir el apetito. Mi mamรก me pegaba con una vara de guayabo y cuando me alcanzaba me daba por el rabo.
Arepas de arroz [Reconstrucción de historia contada en el Centro Comunitario Mario Montoya]
Cuando mis niños estaban pequeños había épocas en las que yo no tenía cómo comprarles nada más que arroz. Tocaba arroz al desayuno, arroz al almuerzo y arroz a la comida. En una de esas ya los muchachos cansados del arroz no me querían recibir. Y yo ¿Cómo los dejo sin comer? Y echándole cabeza se me ocurrió moler el arroz ya preparado y hacer arepas con esa masa. Así hice y a mis hijos les encantaron. Después le di a probar a una vecina y me dijo que eso quedaba muy bueno, que por qué no las vendía. Eso hice y me ayudaron a salir de un momento muy difícil.
Amor escondido Conversación con María Aguirre Una vez me antojé de hacer un algo, yo tenía las galletas y pensaba: ¿Con qué me como estas galletas? Y me acordé que mi hija tenía queso y bocadillo y dije —Ahora voy, y al escondido de ella saco un pedazo de queso y un pedazo de bocadillo. Pero ¿cómo me voy a comer esto así?—, entonces dije voy a coger el queso y el bocadillo y los pongo en la mitad de las galletas, voy a hacer una coladita de trigo y las voy a freír a ver cómo me queda. Entonces experimenté con eso y si usted viera, ¡Me quedaron muy ricas! Entonces le pregunté a mi hija —¿Usted quiere comer de estas galletas?—, y ella me preguntó —¿Y qué es eso?, —¡Unas galletas!, después de probarlas me dijo que cómo las había hecho, yo le conté la historia y me dijo que estaba muy bueno el invento. —¿Y sabe cómo les puse?: Amor escondido. —¿Y por qué? —Mija, porque me tocó sacarle al escondido bocadillo y queso pa’ poder hacerlas.
Carta a un amor escondido [Anónimo]
Querido y recordado amor: Si supieras la alegría tan grande que siento cada vez que te veo cuando pasas por mi casa, yo salgo a la ventana solo para verte pasar y siento algo en el estómago. Me da miedo que mi papá me vea asomada y descubra lo que siento por ti, no sé de verdad qué es, pero un sustico sí me da. Eres grande para mi, es por eso que me asusta. Llegará el día de mi primera comunión y aspiro poder verte y dejar tanto miedo. Ya quiero saber un poco del amor, es lo que estoy sintiendo: amor por ti.
Recuento Por: Lilia Colorado Con la masa del maíz, cocino un rico tamal que envuelto en su suave hoja, lo llevamos a viajar. Humeante el chocolate, batido con molinillo invito a Sarita a que lo tome conmigo. Abrite como la yuca, me dijo mi novio un día, que me partió el corazón porque yo sí lo quería. Hoja verde, flor morada, debajo tiene la pendejada (La papa) Tomate un café conmigo y hablemos de la cosecha, está tostado y molido y su aroma me despierta (El café) Qué extenso está el platanal, de esta planta todo utilizo: tallo, flor, hoja y con el fruto hago un rico guiso. Me pegué una borrachera tomando licor de cidra y me curé el guayabo tomando jugo de cidra. Una morena lenteja venía del mercado, en el camino se encontró con un bello y blanco arroz. Se miraron a los ojos y quedaron locos enamorados. La pequeña lenteja sintió miedo y cuando el arroz le dijo que se unieran dijo que no. Y ahí fue cuando perdió por lenteja.
Recuento Por: Silvia Colorado Hacer un algo no es difícil porque ya lo comprobé, pero si estamos junticos es más fácil para hacer. Las gallinas somos pocas como ustedes están viendo, sólo se necesita un gallo para poder seguir poniendo. Entre gallinas estamos y así vamos a seguir, necesitamos a un gallo que se nos quiera unir. Ya tomamos chocolate batido con mucho “swing”, aunque fue cacareando para poderles cumplir. La yuca a mí no me tocó, dijeron que estaban buenas, la hicieron Las Consentidas, que son muy buenas cocineras. Y qué decir de las papas, que estaban demasiado buenas, queríamos hasta repetir, Las Chef las hicieron rellenas. El dulce de cidra que hicieron Las Consentidas lo aprendimos a hacer para seguir convencidas. Comimos de todo, comimos ahuyama y aprendimos de ella, que sirve para todo, hasta para quedar bella. Lo único que recuerdo que me han dado Las Chachafruto fue una malteada de café y antojada me quedé. Los plátanos estuvieron muy endulzados, se les echó canela y también clavos. Estoy muy agradecida con el arroz con leche, porque cuando estaba mal me regaló billete.
Quienes cocinaron este proceso Coordinadora Centro Comunitario Mario Montoya Corporación Con-Vivamos Jeanette Góez Practicante, Corporación Con-Vivamos Fidelia Casas Mujeres participantes del Centro Comunitario Mario Montoya Integrantes del Club de Vida El jardín de los abuelos, Santo Domingo Savio Las Consentidas Las Chef Las Chachafruto Las Gallinitas Bibliotecarios mediadores Sara María Rueda Hernández, Mediadora social y cultural Henry Álvarez Durango, Gestor social y cultural Diseño y diagramación: Henry Álvarez Durango Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín Parque Biblioteca España, Santo Domingo Savio Noviembre de 2018 Contacto www.bibliotecasmedellin.gov.co cultura.santodomingo@bibliotecasmedellin.gov.co