Abuelos Cuenta Cuentos P.B. Tomás Carrasquilla, La Quintana

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PPRÓLOGO LA RUEDA DE LA FORTUNA “Aquí estamos. Yo en el medio, ustedes rodeándome. Yo hablando, ustedes escuchando”.

El hablador Mario Vargas Llosa

¿Cuántas historias se pueden vivir en diez años? ¿Cuántas sonrisas arrancar en diez horas? ¿Cuántas lágrimas secar en diez minutos? ¿Cuántas vidas vivir en diez vidas? Hoy estamos en clave de diez. El 1: el cuerpo, el inicio; y el 0: la nada, el vacío. La numerología dirá que es la unión del cuerpo con el universo. En el Tarot, la carta 10 es la Rueda de la fortuna y representa el cambio. Nietzsche dirá que el niño es la rueda que gira por sí misma y que éste, el niño, es la última transformación del espíritu; es la creación, la libertad. Hoy estamos en el transcurso del año 10 del inicio del programa Abuelos Cuenta Cuentos, “ACUCU”, en la ciudad y en el comienzo de una década del Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla, La Quintana. Dicen que no somos los años que tenemos, sino los años que nos quedan. Octavio Paz, en algún libro perdido en la biblioteca, dijo que “somos de tiempo y no sabemos cuánto”. La rueda gira, marca el diez. El niño no sabe su edad, crea. Pero cabe preguntar ahora ¿Por qué hablar del niño, en un cuadernillo de Abuelos Cuenta Cuentos?


Mucho dicen de los abuelos (no sólo de los ACUCU, sino de todos los abuelos), lo molestos que pueden ser por caprichosos; el pesar que da al verlos en un mundo que se cree joven; el terror de ver el decaimiento de mente y cuerpo; el rasguñar el fin sin todavía saber por qué. Muchas veces no se sabe qué hacer con nuestros abuelos, muchos terminan en asilos pagos; otros en ancianatos de caridad; algunos solos en la calle; a los que mejor les va cuidan a sus nietos, dando sus energías para llenarlos de amor. Pero alguna vez escuché que la vejez es la síntesis de la vida. Allí se encuentra todo, el inicio, el proceso y el fin. El cuerpo y el cosmos. Lo que veo en ellos, en todos, es la materialización ante mis ojos de esa potente frase de Eduardo Galeano: “el mundo no está hecho de átomos, está hecho de historias”. Mi abuelo se tatuó un ancla de marinero a los 60 años, sobrevivió a la quimioterapia haciendo presentaciones de baile y bailando superó la muerte de su esposa, mi abuela, a la que aún le escribe poemas de amor, a ella y a otras amadas, regala dulces y palabras bellas a las mujeres y le encanta leer poesía erótica. Sabrán perdonar la inserción del yo y de la historia de mi abuelo, pero cada que pienso en el programa ACUCU y en los abuelos, siempre, siempre me miro en ellos, son un espejo donde me sumerjo, donde todos debemos sumergirnos, porque sus historias, al igual que este librillo, no sólo hablan de ellos. Hablan de todos. El espíritu que Abuelos Cuenta Cuentos deja entre ver, su espíritu mitológico, es el mismo que cumple el del Hablador de la novela de Mario Vargas Llosa.


Ellos cuentan la historia de la tribu y, con ese contar, la unifican. Parafraseando a Octavio Paz, ellos “son la memoria que nos recuerda, el presente que no termina de pasar”. Acá encontramos las canciones de Guillermina, que se asusta cuando se le propone un ejercicio de escritura, pero que genera espontáneamente, canciones del corazón. Están los recuerdos de Eva, con una nostalgia y un agradecimiento profundo por la vida. Los relatos de Procesa que revelan un alma libre, un alma de mujer libre que nació en una época de normas férreas. El relato de Custodia recordando el nacimiento de su hijo. Los poemas de Christopher entre la inocencia, el juego de las palabras y la observación de un hombre adulto. Y los poemas de Consuelo, amor, añoranza y pasión. Aquí, sin querer, confluimos todos. Confluye la tribu que se sienta a escucharlos y a reconocer un tiempo y un espacio mítico. Aquí también confluyen la labor de un equipo de trabajo, el del Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla, La Quintana; que gira, gira, cambia, deja un pedazo de su ser. Es como la carta diez del tarot, Rueda de la fortuna; equipo que es como el niño: soberana rueda, soberana creación, soberana conjunción de mentes, palabras e historias. Diez años que no son nada, diez años en los que seguiremos, sentados en torno, como niños, escuchando las historias que tejen esta historia, que tejen el barrio, la comuna, la zona, la ciudad.

Juan Pablo Henríquez Gestor de Fomento de Lectura y Escritura Parque Biblioteteca Tomás Carrasquilla, La Quintana


María Eva Correa Callejas “La alegría de compartir historias, de compartir su memoria”.


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María Eva Correa Callejas

PERDÍ Y GANÉ: UN LIBRO QUE PRESTÉ Y NUNCA ME DEVOLVIERON No necesitamos revivir el pasado, no necesitamos volver a experimentar las mismas cosas que nos traen desengaños, no tienen que privarnos de un futuro lleno de esperanza. A veces, no podemos evitar los males que vienen a nuestro camino, por ejemplo, el que produce perder un amigo o un objeto de valor. El dolor que encontramos puede destrozarnos y darnos un carácter permanente, haciéndonos más productivos para hacer frente a las consecuencias de la vida. Podemos encontrar altibajos y consecuencias al perder un amigo u objeto como lo dije antes, pero, gané la amistad de una mujer que admiré por sus modales éticos, como esposa y como madre. A través de ésta amistad aprendí a valorar lo bueno de cada ser humano. Perdí mucha gente a quien amé y quiero todavía, pero gané el cariño y ejemplo de sus vidas. Perdí momentos únicos de la vida porque lloraba en vez de sonreír, pero descubrí que es sembrando amor como se cosecha amor. También he perdido cosas efímeras como libros, dinero y otras cosas que hoy tienen importancia perder. Hoy puedo mirar alto, soñar, anhelar lo mejor de lo mejor, anhelo todo lo bueno porque la vida nos trae todo lo que anhelamos. Hoy arrojo lo malo a la basura, limpio mi corazón y me preparo para una nueva vida, pues sólo confío en Dios y también en lo que me enseñó el libro que perdí “El puñal y la cruz” de Mike Macintosh.


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María Eva Correa Callejas

RECUERDA Cuando el cielo esté gris acuérdate de cuando lo viste profundamente azul; cuando tengas frío piensa en el sol radiante que te calienta; cuando sufras una derrota acuérdate de tus logros y triunfos; cuando necesites amor revive tus experiencias de afecto y ternura y acuerda lo que has vivido y lo que has dado con alegría. Recuerda los regalos que te han hecho, los besos que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti han emanado. Recuerdo el primer día que fui al mar. Era una tarde hermosa, creo que nunca la olvidaré. Había crepúsculos. Me senté en una bella roca, metí mis pies en las saladas aguas, sentí un toque divino al contemplar ese hermoso mar turbulento donde en sus eróticas olas sentí el poder majestuoso del poderoso y santo creador del universo, no puedo contener una lágrima al recordar esta experiencia tan maravillosa. Si esto he tenido, lo puedo volver a tener, me alegro con lo que tengo y lo bueno de los demás. Desecho los recuerdos tristes y dolorosos y, para ello, pienso en lo bueno, en lo amable, en lo bello. Sólo quiero recordar momentos y emociones sanas y si pudiera, las viviría otra vez. Visualizo lo increíble que me ha dado la vida, tratando de olvidar lo feo y lo triste que tuve que soportar, pero todo está en la mente y le pido a Dios: -Ayúdame a olvidar-.


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María Eva Correa Callejas

CUANTO TE RECUERDO AMADO PAPÁ... TUS PALABRAS FUERON DE SABIDURÍA... Quiero contar una de las historias de mi vida, pequeña, niña, traviesa, desprevenida, confiada, inocente. Todo ocurrió después de morir mi amada madre. Ella era muy cuidadosa de nosotros sus hijos. Mi papá acostumbraba mandarme muy lejos de la casa, cosa que a mi mamá no le gustaba porque en realidad quedaba lejos, pero papá me ensillaba un caballo y me mandaba a escondidas de ella, y es que le hacía mucha falta el tabaco, esa era la causa del mandado. Después de muerta mi madre, esto se convirtió en un hábito, pues cualquier día me mandaba donde el tío a llevar una mula de carga y traer una silla. Este viaje era bastante largo, pues a buen paso eran cuatro horas para ir y volver. Un día me asusté mucho, cuando regresaba a casa una quebrada que bordeaba el camino de repente echó una creciente que nos arrolló a mí y a mi caballo corriente abajo. Al caer de él, me quedé con las riendas en la mano y esto fue lo que me salvó de morir. No sé cómo ese bello caballo me arrastró fuera del agua de la quebrada y me llevó a la orilla tras una gran roca. Me acuerdo que le decía: “Caballito lindo...Palomito…”, lo acariciaba y le decía: “Mira como baja esta quebrada...cómo vamos a salir de aquí...no veo por donde”.


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María Eva Correa Callejas

Él, en cambio, relinchaba y se sacudía como para decirme todo está bien. Pero esto no fue nada comparado con lo que me pasó cuando ya había subido la loma y estaba llegando a mi casa, pues unos hombres del alto me cogieron las riendas del caballo y éste se paró y tiraba con las patas delanteras, mientras tanto, mordí tan duro como pude al que me tenía agarrada y de inmediato salí derecho por una peña toda llena de zarzamora y me tiré por ella con tal de que esos hombres no me hicieran daño. Solo pensaba: los violadores están en todas partes. Bueno, pero como Dios siempre me ha escuchado. Mandó un señor para que me salvara de ellos y así, reconocí los pasos de la mula del señor Daniel, le grité con todas mis fuerzas para que me ayudara a salir de ese embrollo tan terrible. Días después, el señor Daniel me decía: “Marujita busted si es muy berraquita y cómo se fue a tirar por ese peñasco”, y entonces yo le dije: -“Eso no es nada don Daniel... Vea todavía tengo tunas en mi cuerpo”.


Guillermina Velásquez “Sus historias son canciones que brotan del corazón”.


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Guillermina Velásquez

OLOR DE LA TIERRA De colores se visten los paisajes y las flores revientan sus capullos, se abren, aspiran sus perfumes. Y el sol ilumina los paisajes, las garzas de varios colores vuelan hacia el río en busca de alimento y cuando llega la noche vuelven a sus nidos. El campesino termina su labor, llega a su hogar de descanso, ha sido un día muy duro, su esposa lo espera con cariño, las niñas salen a abrazarlo y feliz se queda entre dormido, luego, su esposa, lo despierta con cariño y le dice: “Amor, vamos a comer para que te acuestes a descansar”. El olor de la hierba humedecida, el abrir de las flores vertiendo sus perfumes, el sol cambiando de colores, que parece una chapolita de oro, entonces, le dice una flor a la otra: “El sol nos va a marchitar tapémonos con las hojas para poder durar más”.


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CUANDO EL AMOR SE VA Cuando el amor se va Cuando el amor se aleja Nos deja aquí en el alma Una profunda pena Se lleva la alegría Se acaba la ilusión Morimos de tristeza Nos duele el corazón Pero vendrá otro amor Te colmara de besos Te llenara de dicha Y te dará consuelo La nueva primavera Empieza a florecer Será otro nuevo día Un bello amanecer Se aleja la tristeza Regresa la alegría Contigo vida mía He vuelto a renacer.

Guillermina Velásquez


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SUEÑOS Sueño que estamos juntos En un lugar secreto Donde las mariposas Sobre las flores vuelan Sueño que tú también Conmigo sueñas Y juntos de la mano Tejemos lindos sueños A la orilla del mar Que nada nos separe Ni penetrantes muros Ni lagos ni montañas Pero despierto Y si verte quiero Solo en la soledad puedo encontrarte.

Guillermina Velásquez


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LA MUJER Mi mujer pálida y bella Desapareció en la arena Y yo he quedado solito Estoy muriendo de pena Decime mar traicionero A donde te la has llevado Regrésamela pronto Porque estoy desesperado Y para aumentar mí pena El mar celoso hablador La fue cubriendo de arena Te amaba mucho te amaba Pero ya es mío su amor Hoy solo en esta playa Añoro aquel amor Que caminado un día El mar me arrebato.

Guillermina Velásquez


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LLEGASTE A MI Llegaste a mí Cuando más triste estabas Y hoy te marchas sin decirme adiós Que mal te hice para que así me pagues Después de que te di todo mi amor Y hoy regresa de nuevo arrepentida A pedirme perdón por tu traición No me pidas por Dios que te perdone No puedo olvidar tanto dolor Tengo un amor Que adoro con el alma A quien le entregue toda mi vida Busca es otro por quien tú me cambiaste Que yo no soy juguete de tu vida.

Guillermina Velásquez


Custodia de Jesús Gil “La evidencia de cómo una historia cuenta la vida, cuenta un lugar”.


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Custodia de Jesús Gil

LA HISTORIA DE MI HIJO JAMINTON Cuando yo fui a dar a luz, fue con mucha dificultad, pues en el barrio no había transporte y luz, apenas comenzaba a poblarse el barrio. En fin, cuando comenzaron los dolores de parto yo estaba con mi cuñada, tomé un chocolate espeso y me hice unos baños para quitar el frio de la matriz, de un momento a otro comencé más apurada, entonces mi cuñada llamó a mi esposo para que consiguiera carro y me pudiera llevar al hospital, en todo caso que no encontraba ningún transporte y cuando llegó yo ya estaba a punto de dar a luz a mi hijo Jaminton. Mi cuñada me dijo que me acostara que ya era tiempo, yo no aguantaba los dolores. Resulta que cuando llegó la partera para ayudarme en el parto sólo había un cocuyito de luz, por lo cual, casi no se veía nada; de un momento a otro se fue toda la luz de la casa. Entonces, escuché a mi suegra que dijo que trajeran la linterna para continuar atendiéndome. Cuando me alumbraron se dieron cuenta que mi hijo se estaba ahogando con las cobijas. Yo decidí inclinarme un poco para verlo y me di cuenta que se estaba poniendo morado...hasta que al fin con tanto miedo, angustia y pánico de todos los que estábamos ahí, gracias a Dios pude tenerlo.


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Custodia de Jesús Gil

Le cortaron el ombliguito, lo alistaron con la ropita mientras mi esposo enterraba la placenta en alguna parte del patio. Luego, en la parte de atrás de mi espalda me dieron unos dolores que se llamaban entuertos, para lo cual me dieron unas cápsulas y agua. Más tarde me dieron merienda con chocolate y galletas de soda. Llegada la noche nos acomodaron todo para poder dormir. Al día siguiente fui llevada al hospital y nos confirmaron que todo había salido muy bien. Así que esta es mi historia y sólo puedo decir que recibí a mi hijo con mucha alegría a pesar de las dificultades y los bajos recursos que teníamos.


María Consuelo Orrego “La potencia creadora del amor. La soñadora Universal”.


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LO RECUERDO ESTA NOCHE En esta noche en que la lluvia Aumenta mi nostalgia, Estoy pensando en él. Lo recuerdan mis manos vacilantes Que volando aprendieron A posarse en su piel. Lo recuerda mi sangre Que con más fuerza ardía por sus besos Esos besos quemantes por los que suspiré. Estoy pensando en él, en esta noche. Supe entregarme a él; No sé si por amor o por costumbre Pero a su abrazo nunca me negué. Esta noche sus ojos ocupan mi cerebro; Los ojos de ternura en los que me miré. Hoy se halla distante de mi vida; No sé si lo recuerdo enamorada O sólo con nostálgico desdén; Pero sé que la sombra de su cuerpo Hoy quiere mi camino oscurecer No sé si de él estuve enamorada O sólo fue un fantástico placer, Pero si estoy segura que en sus brazos Mi crónica tristeza disipé. Estoy pensando en él en esta noche No sé si aún lo amo, no lo sé.

María Consuelo Orrego


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María Consuelo Orrego

AMOR QUE PASA Tu luz resplandeciente se ha extinguido Entre receso y calma tus besos se durmieron Con arrullos de ausencia que mis labios le dieron Y mi anhelo ferviente está en mi alma dormido. El afán de otros días su prisa se ha detenido. Hay silencio en la alcoba que improvisó el desino. Mañana, estoy segura, tendrás otro torrente Que ensanchará tu río. Yo a mi vez, Tendré aromas de otro jardín florido. Cada cual por su lado recibirá un cariño Más fecundo talvez, que el que tú y yo nos dimos. Después, en cualquier parte, me encontraré contigo; Me darás tu saludo como a cualquier amigo Con sencilla sonrisa responderé al cumplido Sin importarnos mucho ese ayer que vivimos. Nuestro amor se ha extinguido. Nuestras locas pasiones buscarán otro nido; Las fatigas y afanes, volarán al olvido.


ACUCU

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GLORIOSO Y VANO AMOR Tu siempre estás en mi entraña escudriñando Maldito amor desesperante hoguera Yo que quiero ser luz de mi ceguera Sigo ciega y sensual no sé hasta cuándo. Y siempre por piel te vas calando Perturbando mi paz, mi vida entera Amor, oh vano amor, quien lo creyera Pero yo tu dolor vivo clamando. ¿Hasta el día postrer he de tenerte? ¿O ha de matarte mi incipiente muerte ¿Triunfadora por fin frente a tu hechizo? Tal vez cante mi alma sus victorias Más no podré negar que por tus glorias, ¡en muchas ocasiones se deshizo!

María Consuelo Orrego


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LA GUERRA Retumban los sonidos de la guerra. Misiles y cañones, miedo, llanto; Ojos profundos de indecible espanto; Balas veloces por el aire y la tierra. La multitud atónita se encierra Entre la noche que tendió su manto; Rostros desfigurados del quebranto, Lucha infernal que al corazón aterra. Y resuenan las voces del que oprime, Del que infunde temor, del que no ama Y sin vacilación el arma esgrime. La lesa humanidad sucumbe inerte; Como arena, la sangre se derrama, Por los enamorados de la muerte.

María Consuelo Orrego


María Procesa Correa “Los recuerdos de una mujer poderosa”.


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María Procesa Correa

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I Estábamos jugando al pie de una mata de plátano que se llama Maritu, estábamos jugando haciendo las bolitas, cuando a el de pronto le dan ganas de orinar y entonces me bañó la cabeza por detrás y me mojó el vestido. Entonces a mi me dio mucha soberbia con él y entonces llegué y solté una guasca de plátano con los dientes y le saqué un pedasito pequeño y le amarré la colita. Entonces él se largó a llorar y por la noche estaba muy enfermo, entonces me miraba, miraba al papá de él, miraba a la mamá, a la mamá mía y al papá mio y a los hermanos. Y antonces mi apá arrimó y me dijo “María qué pasa que Martín la mira tanto y nos mira a todos nosotros. ¿Qué pasó?”, entonces yo le dije “aah, no, él me orinó mi cabeza y yo tengo mucho dolor de cabeza, porque entonces yo me bañé y me dio mucho dolor de cabeza; entonces le amaré le colita para que no me volviera a orinar ese cochino.” Entonces ellos me dijeron que no lo volviera a hacer que eso era malo y que yo no sé qué, y no sé qué. “Ah entonces, que no vuelva a molestar que yo soy capaz de mocharcelo con una tijera” le dije yo a lo último. Entonces mi apá dijo “no vaya a hacer eso, cuidaito, cuidaito, cuidaito” y me repitió varias veces. Entonces mi amá me dijo que “si lo volvía hacer, que me pegaba”, entonces yo le dije “entonces que le peguen a él también”.


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María Procesa Correa

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II Cuando mi apá y mi amá se iban de la casa a trabajar, mi apá a una finca y mi amá a recoger frijol de vida para darnos de comer, el frisol verde nos lo comíamos nosotros y el seco lo vendía para darnos la ropa. Entonces un día se fueron y nos dejaron el almuerzo y llegaron dos vecinos y se comieron el almuerzo; nosotros estábamos muy pequeños y no nos dábamos cuenta de defendernos con ellos. Por la tarde cuando llegaron mi apá y mi amá entonces les dijimos que estábamos sin almorzar, porque los Motes se habían comido el almuerzo. Entonces mi apá dijo: “espere y verá que mañana ponen a azar unos plátanos y para cuando ellos lleguen y se pongan a jugar, entonces ustedes les van a decir que van a jugar, que se dejen amarrar ellos primero y que después ellos los amarren a ustedes”. Entonces él madrugó y arrancó unas ramas de ortigas y las amarró con unos trapos para que no nos picaran en las manos. Entonces cuando ya los teníamos amarrados, fuimos a coger las ortigas, Juan el hermanito mío cogió a uno y yo cogí al otro, entonces le quitamos la ropa y les dimos con esas ramas en la nalga pelada. Ellos corcoviaron mucho y lloraron mucho. Entonces cuando sentimos a la mamá que venía, cerré la puerta y dejé a la niña encerrada, a una hermanita chiquita. Nosotros dos nos volamos y nos metimos debajo de un palo de café, entonces llegó la mamá de los muchachos, una señora que se llamaba María Jesús…


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María Procesa Correa

Bueno yo no me acuerdo del apellido de ella porque eso hace muchos años, pero, en fin. Entonces llegó la señora María Jesús, tiró la ropa de ellos en el hombro de ella y los cogió con los mismos lazos con los que los encontró, los castigó y se los llevó para la casa. Allá llegó y les dio otra pela. Estuvieron quince días enfermos porque se hincharon demasiado porque esa ortiga pica muy duro. Nosotros nos reíamos mucho después, cuando yo iba a la casa de ellos y los encontraba en la cama yo les decía “vuélvanse a comer la comida de nosotros y verá que le damos más duro con la ortiga” y no volvieron a molestarnos tampoco.


Christopher Ryan “Lectura, poesía y yoga, la combinación que lo hace un ACUCU”.


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Christopher Ryan

UN LIBRO ENCONTRADO Mi abuela Chinca vivía en dos mundos, unas semanas con nosotros y otras semanas en casa de mi tío Alberto. Era toda ella llena de atributos espirituales, iba a la Basílica y se oía todas las misas en la mañana, disfrutaba muy bien el ocio. Vestía de manera estrafalaria con una mantilla negra que le cubría la cabeza y los hombros y ropa oscura, con lo cual, inspiraba respeto y, a la vez, confianza en los demás. Siempre tenía a flor de labios cuentos, ocurrencias y anécdotas que alguna vez le habían ocurrido. Tenía la capacidad o el cinismo de reírse de sus propias dificultades y eso la hacía muy divertida. De vez en cuando, nos reunía a todos en la nochecita para pasar una velada a punta de cuentos. Nos narraba cuentos de espantos y aparecidos y leyendas del campo. Nos hacía sentir alegría, admiración, temor o susto con sus narraciones. Mi abuela era una cuentera natural, muy original, hacía manifestar hasta las lágrimas y todo tipo de emociones con sus cuentos. A toda hora, yo la veía canturreando o silbando alguna canción popular de las que se escuchaban en la radio por ese entonces, actuaba feliz, disfrutando todo momento en los días que hacía los quehaceres de la casa.


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Christopher Ryan

Un día, me trajo un libro que se había encontrado encima de una caneca de basura. Ella no sabía leer y yo apenas estaba aprendiendo. Esta fue mi oportunidad para entrenar mis dotes de lector. El libro estaba maltrecho, era viejo y gastado, le faltaba la solapa de adelante y las primeras hojas. Ella me pidió que le leyera y a medida que leía descubrí que se trataba de un personaje de los tiempos antiguos que a donde llegaba traía consigo toda suerte de desgracias, desde lluvias, huracanes, truenos y relámpagos, hasta inundaciones y desastres. Por lo tanto, no tenía descanso y tenía que seguir su camino tratando de huir de sus propias maldiciones. El libro era nada menos que “El judío errante” de Eugene Sue, una verdadera leyenda que casi me la aprendí de memoria, ya que mi abuela me pedía que le leyera una y otra vez el libro encontrado. Dicen que un orfebre judío fue sentenciado por Jesús a la inmortalidad y a vagar sin rumbo por haberle negado a Jesús un poco de agua en su camino al calvario, fue condenado a errar por todos los países del mundo, sin descanso, hasta el fin del mundo.


ACUCU

Christopher Ryan

Abuelos Cuenta Cuentos

EL NIÑO GARABATEA El niño garabatea en las paredes, en los muebles, en el mantel de la mesa, en los cojines, en la batea, en el marco de la ventana, el niño garabatea, garabatea. En la puerta de la nevera, en las plantas de mis pies, en el baúl de la abuela, el niño garabatea, garabatea.

LAS COMETAS ¿Dónde van las cometas cuando aprenden a volar? se las traga un gran tornado o al suelo van a parar. Las cometas son festivas alegran el aire al pasar, vuelven errantes en un instante abandonan a su dueño por casualidad. Los árboles las retienen, los cables las emborrachan, y los techos de las casas controlan sus cabeceos. ¿Dónde van las cometas cuando aprenden a volar? se las traga un gran tornado o al suelo van a parar.


ACUCU

Abuelos Cuenta Cuentos

POR SIEMPRE Un pie con el otro, una mano con la otra, se mueven en equipo amigos por siempre. La amistad entre los ni単os viene sola, nace sola, se contagia como la magia y acompa単a preciosa. Los quehaceres se comparten, cuidar de otros peque単os, jugar con el mismo juguete, ayudarse en tareas y arte. Quien sabe la amistad valorar suele al amigo acompa単ar, a la amiga abrazar y a la familia ayudar. Un pie con el otro, una mano con la otra, se mueven en equipo amigos por siempre.

Christopher Ryan


AAGRADECIMIENTOS ABUELOS CUENTA CUENTOS María Eva Correa Callejas, Guillermina Velásquez, Custodia de Jesús Gil, María Consuelo Orrego, María Procesa Correa, Christopher Ryan.

LÍDERES DEL PROCESO Juan Pablo Henriquez, Sandra Milena Valencia, Flor María Vélez Marmolejo, Lina Marcela Rey, Isabel Cardona Sarasty.

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN

Astrid Lorena Carmona, Ana María Zuluaga.

SISTEMA DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS DE MEDELLÍN Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla, La Quintana Noviembre de 2016




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