Hablar de poesía iqueña implica hablar de todo un movimiento cultural surgido hace poco más de quince años. En medio de toda esta vorágine de nóveles escritores, de nuevas sensibilidades y de trayectorias vitales tan afines para con el otro, surge en tierras iqueñas una voz portentosa, no solo por lo fecundo de su entrega, sino por esa extraña manera de extender la mirada hacia los detalles más insospechados. Y es que César Panduro Astorga (Ica, 1980) no solo es un gran poeta, en el sentido más amplio del vocablo, sino un verdadera esteta y un nobilísimo gestor cultural que ha logrado compartir con más de uno su gran amor por Ica. A través de su palabra uno puede conocer los detalles de esta calurosa ciudad y muchos de sus misterios velados.