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Prólogo

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4.- Palacios

4.- Palacios

Es para mí un placer prologar el libro de mi querido amigo y colega trujillano José Antonio Ramos Rubio y de su compañero Raúl Gómez Ferreira, sobre la Plaza Mayor de esa hermosa ciudad. Máxime cuando yo publiqué un libro sobre la Plaza Mayor de Madrid en el año 2016.

La Plaza Mayor de Trujillo es una de las más hermosas plazas españolas de origen medieval. Desde su origen, a lo largo de los siglos, su importancia se ha ido incrementando no solo por su papel protagonista en la vida de la ciudad sino, ya en tiempos más recientes, por su enorme atractivo para el turismo cultural, que la ha convertido en el conjunto histórico artístico más visitado de Extremadura.

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La Plaza Mayor de Trujillo, pertenece al tipo de espacio público denominado plaza espontánea o de evolución, a diferencia de aquellas otras generadas mediante un trazado geométrico regulador. En este caso se trata de un espacio urbano conformado a partir de una actividad (el comerciante de mercancías), que tiene lugar en una zona originariamente del extrarradio de la ciudad. Una plaza que surge en la Baja Edad Media, en el arrabal, cuando la población sale fuera de la muralla. Es fruto de la expansión poblacional medieval, lugar en el que se celebraban los mercados y según el producto que se vendiera cada uno de los soportales que se habían construido bajo las casas, recibían un nombre distinto: el del lienzo, el de la verdura, el del pan, el de la carne y el del paño. Viviendas cuyas ventanas y balcones tenían pistas a los espectáculos que se celebraban en el espacio placero. A partir del siglo XVI la plaza comienza configurarse como el mayor exponente señorial de Trujillo, lugar donde la nobleza construye sus palacios y casonas: Marqués de la Conquista, Marqueses

de Piedras Albas, Duque de San Carlos. Palacios que se alternan con casas modestas de uno o dos pisos, y que junto con los edificios concejiles irán dando forma al perímetro de la plaza.

Nadie que trasiegue vocaciones turísticas por la sorprendente Extremadura, debe perderse la delicia de solazarse en este rincón de la historia y la arquitectura, de las citas sociales y de los episodios históricos. Fue el “hallazgo” más interesante que encontré en mi primer viaje por tierras extremeñas, hace ya muchas décadas, y permanece imperturbable en mi recuerdo.

Ángel del Río López Cronista Oficial de Madrid y Getafe

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