EL TEATRO CLÁSICO EUROPEO

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EL TEATRO CLÁSICO EUROPEO

1. SHAKESPEARE Y EL TEATRO ISABELINO

Retrato y firma de Shakespeare

William Shakespeare, el más grande e influyente de los dramaturgos ingleses, logró transformar con su genio todos los géneros y materias que tocó. Aunque los temas de muchas de sus obras no son originales, pues están tomados en su mayoría de crónicas medievales, de relatos italianos o de otros dramas anteriores, él los renovó brillantemente y consiguió darles un sentido nuevo. Han sido muchos los intentos de clasificar su producción y ninguno de ellos resulta satisfactorio por la dificultad de recudir a un esquema la complejidad que entraña su obra dramática. Teniendo en cuenta este obstáculo, podemos esbozar una clasificación siguiendo un criterio genérico: 

Comedias. Corresponden, en su mayoría, a la etapa inicial del dramaturgo, por lo que algunos de sus resultados son todavía “imperfectos” y carecen de la madurez que se aprecia después en el resto de su producción. La fierecilla domada, Como gustéis, Las alegres comadres de Windsor, Mucho ruido y pocas nueces y Trabajo de amor perdido son algunas de sus comedias más conocidas. La obra maestra del género es El sueño de una noche de verano, donde ya emplea de manera brillante la fórmula del “teatro dentro del teatro” que reaparece en Hamlet con tintes trágicos. En este primer período aún no predomina un personaje grandioso y, en consecuencia, se presta mayor atención a la trama, por lo que son obras más corales.

Dramas históricos. Los primeros fueron escritos poco antes de la muerte de la reina Isabel. Se percibe un mayor pesimismo: Ricardo II, Enrique V, Rey Juan o Julio 1


César. Su virtuosismo técnico aumenta con las posibilidades que le ofrece el teatro El Globo. 

Grandes tragedias. Romeo y Julieta y El mercader de Venecia constituyen sus primeros pasos hacia la máxima hondura expresiva que llegará con Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth o Antonio y Cleopatra. Los halagos a ciertos sectores del público que se entreveían en etapas anteriores desaparecen aquí dando como resultado obras independientes, sin concesiones a ninguna clase social.

Obras finales. Hay una clara tendencia a la simbología e introduce elementos fantásticos. Son obras de madurez, propias de un hombre alejado de pretensiones cortesanas que hace gala de una expresión lírica y serena: Cuento de invierno y La tempestad.

En sus comedias compone la trama por suma, lo que da como resultado una acción de desarrollo complicado que suele centrarse en alguna intriga amorosa. Las tragedias tienen como núcleo temático las grandes pasiones del ser humano: el amor, la venganza, la traición, los celos, la ambición son algunos de los asuntos universales tratados. En cuanto a los dramas históricos, escoge como punto de partida a personajes de la historia inglesa y romana, y profundiza en la faceta humana que se esconde tras el personaje público. La mayor aportación de Shakespeare está, sin duda, en la configuración de los caracteres. Se ha dicho que lo más sobresaliente es la humanidad de éstos, su complejidad. El autor crea un personaje y hace que la trama se adapte a él. Por ello, su teatro no es de tipos, sino de hombres contradictorios que parecen de carne y hueso y que no pueden ser reducidos a una mera función. Muchos de ellos han quedado como la encarnación de emociones universales: Otelo, los celos; Macbeth, la ambición; Hamlet, la duda; Romeo y Julieta, el amor prohibido. El hondo conocimiento del corazón humano le ha permitido conectar con la sensibilidad del público de todos los tiempos. La obra de William Shakespeare constituye uno de los máximos exponentes del teatro isabelino inglés, que cubre las dos últimas décadas del siglo XVI y casi toda la primera mitad del XVII, funde la tradición popular con la culta y se convierte en espectáculo de masas. La denominación “teatro isabelino” alude a que se gestó durante el reinado de Isabel I y se desarrolló bajo su protección. Junto a William Shakespeare, habría que destacar a autores como Thomas Kyd, Christopher Marlowe o Ben Jonson. El primer gran éxito del teatro isabelino fue La tragedia española, de Thomas Kyd, que ofrece dos rasgos significativos: resalta el horror, la crueldad, la muerte y la venganza; y fija tres tipos de personajes que Shakespeare convertirá algo después en mitos literarios. Estos son el hombre vengador (Hamlet), la heroína enérgica (Lady Macbeth) y el conspirador maquiavélico (Iago). Pero el dramaturgo que comparte protagonismo con Shakespeare fue, sin duda, Cristopher Marlowe, a quien se deben dos innovaciones esenciales: el uso del verso blanco y la creación de un modelo de héroe capaz de vencer sus limitaciones de clase o condición para alcanzar sus objetivos.

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2. EL TEATRO CLÁSICO FRANCÉS: MOLIÈRE La literatura francesa del siglo XVII se conoce como “el Clasicismo”. Sus características son las siguientes: • El arte literario debe imitar la naturaleza, guiándose por los escritores antiguos y la razón o el buen gusto. • Únicamente se admiten temas verdaderos o verosímiles. • El teatro, además de perseguir una finalidad moral y separar lo trágico de lo cómico, ha de ajustarse a la ley de las tres unidades (la unidad de acción exigía que hubiese un único tema; la unidad de lugar, que la acción se desarrollase en un solo escenario; la unidad de tiempo, que la acción no durase más de un día). Destacan tres autores: 1. Pierre Corneille.- Fue el primero en aplicar la preceptiva clasicista de las tres unidades (de acción, de lugar y de tiempo). Tuvo su primer gran éxito con El Cid, obra que suscitó una enconada polémica polémica, ya que los preceptistas le reprocharon que no se ajustara a las normas clásicas. El dramaturgo aceptó las críticas y en sus siguientes obras acató los preceptos que se leexigían. Escribió una comedia, El mentiroso, y cinco tragedias, entre las que destacan Horacio y Cinna. 2. Molière.- Fundó una compañía de teatro, de la que fue actor y director. Moliére crea la nueva comedia francesa fundiendo todas las tradiciones existentes, desde la latina y medieval hasta la commedia dell'arte italiana. En sus obras recrea vicios y defectos encarnados en personajes que han pasado a ser prototipos universales.

Molière, por Charles-Antoine Coypel

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Obras principales: 

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Tartufo o el impostor, escrita en verso, es una sátira contra la hipocresía religiosa. El protagonista es un farsante que, fingiendo ser un colmo de bondades con la finalidad de lucrarse, se gana la confianza y el favor de Orgón, un necio beato y rico que lo acoge en su casa y pretende integrarlo en la familia casándolo con su propia hija. Don Juan, o el festín de piedra es una recreación del personaje libertino que había llevado a los escenarios por primera vez el español Tirso de Molina. Molière dota a este personaje de unos rasgos propios del ambiente cortesano francés, pero mantiene en él la absoluta falta de escrúpulos y el descreimiento de quien está por encima de cualquier ley o convención moral. El misántropo es una crítica al mundo superficial y frívolo de la “buena sociedad” parisina. El enfermo imaginario fue su última obra y, por una curiosa ironía, el autor, que estaba realmente enfermo, sufrió un ataque de consecuencias fatales cuando interpretaba el papel principal. Éste es un burgués hipocondríaco que despilfarra su fortuna pagando los servicios de médicos y boticarios sin demasiados conocimientos. La obra es una divertida y feroz crítica a la falsedad, centrada en este caso en el ejercicio de la profesión médica. El avaro, comedia en cinco actos escrita en prosa, es una comedia de tintes sombríos. El tema está inspirado en La olla de Plauto. Gira en torno a Harpagón, un mezquino burgués viudo, enriquecido con la usura y obsesionado con la posibilidad de ver menguada su fortuna. A diferencia de lo que ocurre con otras comedias de Molière, el tema que aquí se satiriza -la avaricia- no es propio o exclusivo de la época y la sociedad del autor, sino un defecto intemporal que consigue mantener plenamente su vigencia en cualquier momento histórico.

3. Jean Racine .- Estudió en Port-Royal la cultura grecolatina, que ejerció en él gran influencia. En sus tragedias, siempre respetando las tres unidades de la preceptiva aristotélica, recrea temas de la antigüedad clásica o de la Biblia: Andrómaca, basada en la obra del mismo nombre de Eurípides, Berenice, Ifigenia y Fedra. Esta última está considerada como su obra maestra.

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