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Ghosting
Todos hemos escuchado una historia como está. Una amiga o un amigo que venía saliendo con alguien. La relación era buena y fluida, hablaban casi todos los días a través de WhatsApp, se seguían en instagram y salían de vez en cuando. Pero un día, mando un mensaje y nunca más recibió respuesta. Pasan los días y esto siguió así. Le insistís que vuelva a mandar otro mensaje, y otro más, pero, aunque sabe que la otra persona los ha visto, no contesta. Es más, dos días más tarde se da cuenta de que está bloqueada.
¿Qué ha pasado? Puede ser ghosting, un fenómeno cada vez más generalizado.
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El Ghosting, expresión derivada del inglés Ghost que significa fantasma, es algo que hacen algunas personas, cada vez con mayor frecuencia, y que consiste en que, cuando quieren terminar la relación, en lugar de sentarse y decírselo, que sería lo lógico, se opta por desaparecer sin dar ninguna explicación.
Pero ¿por qué ocurre? ¿Qué lleva a alguien a desaparecer en lugar de comunicar el final?
El ghosting es algo muy común en el mundo online. Con las nuevas tecnologías hemos normalizado el “deshacernos” de las relaciones simplemente no respondiendo. Y eso empieza con los adolescentes, que crecen con la idea de que es posible que le envíen a alguien un mensaje y que no reciban nada por respuesta. Definido el ghosting, uno puede llegar a preguntarse el porqué de esta actitud. Lo cierto es que los motivos que pueda tener cada persona para llevarlo a cabo pueden ser muy diferentes. Una de las principales causas es social: nos hemos acostumbrado a mantener relaciones superficiales y a tener una postura más bien individualista. Valoramos menos las relaciones y no solemos profundizar demasiado en ellas. Además, las nuevas aplicaciones nos ofrecen la posibilidad de no ofrecer respuesta como respuesta, cosa a la que la gente se ha habituado. Muchas de las personas que lo practican lo ven incluso normal, estando acostumbrados a este tipo de comportamiento. Sin embargo, salvo excepciones, suele indicar una inmadurez emocional o no contar con las herramientas para poder afrontar la situación.



Todas las personas expresamos emociones, pero cada vez menos son capaces de identificarlas con claridad mientras ocurren. Investigaciones sobre la temática arrojan que sólo el 36% de las personas pueden hacer esto, lo cual es problemático porque las emociones poco entendidas generalmente causan malos entendidos, elecciones irracionales y acciones contra productivas. Se relaciona con la mayor dificultad de saber que nos pasa y poder expresarlo. Hemos ido perdiendo la costumbre de “navegar” las complejidades sociales e ir aprendiendo de las idas y vueltas que genera el encuentro con otro.

Las redes sociales han simplificado las interacciones y como consecuencia se experimenta una pérdida en la gimnasia del proceso vincular para poder darle tiempo a la construcción de la relación.
Hoy en día sabemos que el rechazo de cualquier tipo activa nuestros circuitos del dolor, pues la conexión con otros seres humanos es un rasgo evolutivo propio de los seres humanos. Nuestro cerebro identifica la conexión con la supervivencia; de ahí que la rotura de esa conexión pueda llegar a herirnos mucho. Mucho más si además, como sucede en estos casos, no existe sensación de cierre. Sumado a los sentimientos se suman interrogantes. Solemos preguntarnos por qué esa persona ha desaparecido, qué hemos hecho mal, qué hemos dicho... y la mayor parte de las veces no tiene que ver con nosotros. Cuestionarse a uno mismo, es la reacción más frecuente en las personas que sufren esta forma abrupta de terminar una relación. Lo primero que debemos pensar si alguien “desaparece sin explicación” es que su actitud habla más de la persona en cuestión que de nosotros. Lo segundo es permitirnos sentir el dolor, la decepción, la vergüenza o lo que sea que estemos sintiendo en ese momento. El tercer paso sería hablar de ello con alguien de confianza: diversos estudios han mostrado que poner palabras a los pensamientos puede cambiar nuestros patrones cerebrales y ayudarnos a procesar experiencias dolorosas. En último lugar, es importante poner énfasis en el autocuidado y hacer cosas que nos hagan sentir bien.

Debemos pensar y trabajar para darnos cuenta de que ese final no es responsabilidad ni decisión nuestra. Si se produce en una relación de tiempo es normal que necesitemos una explicación, pero tenemos que intentar dejar de buscársela: si la otra persona no tiene ninguna intención de darla, tenemos que seguir con nuestra vida. Es importante también que no identifiquemos ese comportamiento como algo normal, y que procuremos que este hecho no empañe futuras relaciones: no todo el mundo va actuar de la misma manera.
Ghosting
Como siempre digo en lo único que podemos trabajar es en nosotras, el resto son circunstancias.
POR: LIC. MARÍA JOSÉ PLANEL


