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Bodas de Oro – 50 Años de Into the
La Magia De Un Valle Púrpura
Es difícil pensar en un artista que haya recorrido tantos caminos musicales como Ry Cooder. A lo largo de una carrera de casi 60 años, este nativo de Los Angeles ha encarado todo género imaginable: folk, blues, rock, country, zydeco, Tex-mex, sonidos africanos y de otras etnias. Y esto sin contar la composición de varias bandas sonoras de películas y su asociación con el Buena Vista Social Club y con Ali Farka Touré, entre varias otras. Este mes cumple medio siglo uno de sus memorables álbumes como solista: Into the Purple Valley. Por Alfredo Rosso
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Ryland Peter Cooder dejó su marca por primera vez en el mapa de la música a fines de los ’60 como integrante de The Rising Sons, junto a Taj Mahal. Luego se lo vio participar de la primera versión de The Magic Band junto a Captain Beefheart, aportando su guitarra al álbum Safe as Milk, y también al disco debut homónimo de Little Feat, aunque su nombre trascendió por primera vez para el gran público cundo colaboró con los Rolling Stones en los álbumes Let it Bleed y Sticky Fingers. Pero puede decirse que este músico californiano, virtuoso de la guitarra, la mandolina y varios otros instrumentos de cuerda, encontró finalmente su rumbo a principios de los años ’70, cuando comenzó a grabar como solista para Reprise/Warner Bros.; una serie de álbumes en los que puso de manifiesto su devoción por canciones históricas de la tradición de folk y blues de Estados Unidos, a las que brindó una nueva visión, en la que se pone de manifiesto su sorprendente técnica y unos arreglos respetuosos y sutiles a la vez. Se lo ha llamado antropólogo musical, pero el enfoque de Ry está desprovisto de la naturaleza académica que esta descripción podría sugerir, porque al estudiar la variopinta tradición musical de su tierra con la atención por el detalle que pondría un historiador, Cooder vive realmente lo que está tocando.
Editado a principios de 1972, Into the Purple Valley fue el segundo disco solista de Cooder y, a grandes rasgos, podría decirse que integra, junto con el debut, Ry Cooder, de 1970 y con Boomer’s Story, aparecido en noviembre del ’72, una trilogía de discos que visitan una rica tradición de música autóctona, que el folklore popular ha traspasado de una generación a otra. En el caso de Into the Purple Valley, la mayoría de las canciones pertenecen a los años de la Depresión y son una mezcla de obras tradicionales y canciones mucho más oscuras. El tema que le da comienzo, “How can you keep moving (unless you migrate too)” trata de los desafíos que enfrentaron los pobres y oprimidos en los duros años que siguieron al crack financiero de 1929, y en particular, de los granjeros que emigraron hacia California tras la erosión de los campos de cultivo de Oklahoma (el llamado “Dust bowl”), en busca de trabajo, aunque más no fuera de subsistencia. La letra deja bien en claro el clima de desesperación y a la vez de esperanza de estos migrantes: “La única razón para mudarme y largarme a los caminos / es ir en busca de un lugar nuevo / donde pueda encontrar un hogar…”
El siguiente tema, la tonada tradicional “Billy the Kid”, trata acerca del famoso forajido del Viejo Oeste y destaca el notable trabajo en mandolina de Ry. Lo sigue “Money honey”, un viejo tema grabado por vez primera por Clyde McPhatter & the Drifters en 1953. Luego lo grabó Elvis Presley en su primer álbum, en 1956, y con los años lleva acumuladas numerosas versiones, entre ellas las de Wanda Jackson, The Coasters y Little Richard. El tema fue compuesto por Jesse Stone, músico que también firmaba bajo el nombre de Charles (y también Chuck) Calhoun y que fue responsable también por la autoría de otro gran hit: “Shake, rattle and roll”, uno de los temas emblemáticos de los albores del rock and roll.
Sigue la canción “F.D.R. in Trinidad”, una crónica del viaje que el presidente Franklin Delano Roosevelt realizó en 1936 a esa isla caribeña. Una de las pocas canciones del álbum que transmite un clima optimista. Por su parte “Teardrops will fall” es un logrado cover de un tema que originalmente grabaron Dicky Doo and the Don’ts, seudónimo de un productor, cantante y compositor llamado Gerry Granahan, que necesitó valerse de ese alias para prevenir problemas contractuales al grabar con un sello distinto al que lo tenía bajo contrato.
Entre los varios otros momentos salientes de Into the Purple Valley se cuenta la versión de “Hey porter”, que su autor, Johnny Cash editó en 1955. Un tema rockabilly con uno de los clásicos argumentos de esos días que tenían al ferrocarril como tema central. También destacable es la interpretación de “On a Monday”, canción del folklorista y bluesman Leadbelly (el mismo autor de “Cotton fields” y “The midnight Special”) que cuenta las penurias de un presidiario, enfundado en su traje a rayas y encadenado, que sufre aún más al saber que su ex le ha empeñado toda su ropa mientras él está en la cárcel.
Into the Purple Valley se puede escuchar como un relato de un momento dramático en la historia de un país. Un momento en que las instituciones flaquearon y la gente común y humilde quedó prácticamente librada a su suerte. Si hace falta otra muestra, tenemos otra canción de origen anónimo: “Taxes on the farmer feeds us all”, cuya letra dice que si el comerciante y el banquero dejan que el granjero se arruine, están saboteando la rueda productiva, porque, como dice el título de esta canción “los impuestos del granjero nos alimentan a todos”.
El final llega “Vigilante man”, una versión oscura y despojada de este clásico de Woody Guthrie que cuenta la historia de un guardia que persigue con celo a los desamparados que buscan refugio en un lugar caliente donde pasar la noche y los ahuyenta con su arma y su cachiporra.
En resumen, la colección de canciones que da forma a Into the Purple Valley cuenta un puñado de historias fascinantes de un momento crítico en la historia de Estados Unidos. Cooder le da a cada uno de estos temas el toque único que caracteriza a un guitarrista de primer nivel pero siempre permaneciendo fiel al mensaje del material original.
Producido por dos respetados profesionales, Lenny Waronker y Jim Dickinson, Into the Purple Valley se escucha tan fresco cinco décadas más tarde como aquel día de enero de 1972 en que llegó a las bateas de las disquerías. Una pieza fundamental en la rica discografía de Ry Cooder.