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Los hongos (II): La importancia del cultivo ecológico en su valor terapéutico y nutritivo
En un desierto, en un glaciar, en un volcán, en un termitero, hasta en el interior del reactor apagado de la central atómica de Chernóbil... los hongos son capaces de vivir en todo tipo de ambientes y lo hacen desde hace 400 millones de años. Son adaptógenos (sustancias de origen vegetal que incrementan la habilidad del cuerpo para adaptarse al estrés, fortaleciendo el sistema inmunológico, el sistema nervioso y el sistema glandular). Las enzimas de los hongos hacen que se adapten a las diferentes condiciones (a un virus, a una bacteria, al frío o calor extremo...) y cuando los ingerimos, nos transfieren la capacidad de estar mejor adaptados a la supervivencia.
Los hongos son también bioacumuladores, es decir, son auténticas esponjas, capaces de captar del medio de cultivo y guardar en su interior, gran cantidad de sustancias beneficiosas para la salud. Pero, dependiendo de la zona en la que hayan crecido, también pueden acumular metales pesados, pesticidas, residuos industriales, antibióticos y hormonas utilizadas en la cría de ganado... De hecho, se utilizan también como elementos de biorremediación, es decir, para descontaminar suelos o combatir plagas, transformar residuos plásticos, etc.
Pero a la hora de ingerirlos, tanto como alimento como para uso terapéutico en forma de nutracéutico (encapsulado, en extracto), es muy importante que sean de cultivo y certificación ecológica.
A nivel nutritivo son muy ricos en proteínas y contienen todos los aminoácidos esenciales, ricos en fibra, contienen altas dosis de minerales y vitaminas. Y a nivel terapéutico contienen infinidad de moléculas (betaglucanos, triterpenos, esteroles, lectinas, enzimas...) que les confieren multitud de propiedades: antivirales, antitumorales, antinflamatorias, hipolipemiantes, hipoglucemiantes, antialérgicas, hipotensoras y hepatoprotectoras.
Deben llevar el sello de certificación en lugar visible (con el consejo regulador al que pertenecen. Esto garantiza:
• Cepas controladas de micelios estudiados y estandarizados con una cantidad óptima de principios activos.
• Medio de crecimiento libre de toxinas y contaminantes (control de condiciones de humedad y temperatura).
• No se utilizan fertilizantes, pesticidas ni antibióticos.
• Se recogen en su momento óptimo de desarrollo.
• Trazabilidad controlada y adecuada preparación del extracto (limpieza, secado, molido...).
Marta Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en Naturopatía y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu | mgbioecoactual@gmail.com