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La canela. Un remedio natural milenario
Las especias son, en mi opinión, de los regalos más maravillosos que nos ofrece la naturaleza. Son capaces de aportar el toque mágico de sabor a los platos más diversos y, a la vez, nos ofrecen sus propiedades medicinales tan preciadas desde las culturas más antiguas.
La canela se obtiene de la corteza de un árbol que pertenece a la familia del laurel-Cinnamomum verum zeylanicum- y es nativo de Sri Lanka. Su uso remonta a miles de años y se trata, probablemente, de una de las especias más antiguas del mundo.
Para obtener la ramita de canela, se extrae la corteza del árbol y luego se deja fermentar durante 24 horas y se raspa la capa externa. Después se enrolla y se deja secar, normalmente al sol.
Más allá de su uso culinario, la canela ha sido utilizada durante milenios por las diferentes culturas asiáticas debido a su gran poder medicinal. Entre sus propiedades, la más conocida es el efecto hipoglucemiante, especialmente interesante para las personas con problemas derivados de una mala gestión metabólica del azúcar.
Acompañar las recetas dulces con un toque de canela no solo es una buena decisión desde un punto de vista organoléptico, pues existe una gran evidencia científica que demuestra que nuestra especia mejora la sensibilidad de las células a la insulina, rebajando los niveles de glucosa en sangre y sus efectos metabólicos. Está especialmente indicada en pacientes con síndrome metabólico, en donde conviven un estado inflamatorio y de resistencia a la insulina.
Pero su uso medicinal es mucho más generoso: se trata de una especia con una potente capacidad antioxidante y antiinflamatoria. Su poder antioxidante es tan fuerte que, de hecho, la canela se ha utilizado durante muchísimo tiempo como conservante natural.
La canela está indicada, asimismo, para mejorar las digestiones y también para prevenir los resfriados, ya que es expectorante y posee propiedades analgésicas.
Diferentes variedades de canela
Existen dos especies de canela: el Cinnamomum aromaticum o cassia, que es la más comercializada actualmente, y el Cinnamomum zeylanicum o verum. A simple vista no son tan fáciles de distinguir, pero existen diferencias entre ellas.
La canela de Ceilán tiene un sabor más dulce y suave, mientras que la cassia es más fuerte y amarga. La canela cassia suele contener mayores cantidades de cumarina, un aromatizante natural que cumple una función de defensa de la planta frente a los depredadores y que, ingerida en grandes cantidades, podría causar daños hepáticos y renales. Además, tiene un efecto antagonista a la vitamina K, que es la vitamina que interviene en la coagulación, con lo cual, frente a una lesión, podría comportar un mayor riesgo de hemorragia.
Si la canela se encuentra en formato de polvo, necesitaremos mirar la etiqueta para saber de qué especie se trata. Si, en cambio, la encontramos en rama, entonces será más fácil diferenciarlas: mientras que la canela cassia tiene una capa de corteza relativamente gruesa enrollada, la de Ceilán tiene varias capas finas de corteza, también enrolladas.
Si queréis preservar sus propiedades y sabor al máximo, os recomiendo que la guardéis en un tarro hermético y en un espacio fresco y oscuro. Y, como siempre, lo mejor es apostar por productos procedentes de la agricultura ecológica.
Pilar Rodrigáñez, Técnica Superior en Dietética | rrpilar.bcn@gmail.com
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