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Anemia ferropénica y hierro orgánico
La anemia ferropénica es el tipo de anemia más frecuente en la población general, con una prevalencia del 2-4% en países industrializados, y afecta más a la población en edad preescolar, mujeres premenopáusicas y ancianos. La anemia ferropénica ocurre cuando la producción de hematíes disminuye como consecuencia del agotamiento de los depósitos de hierro. En muchas ocasiones cursa de forma asintomática, por lo que se sospechará ante una anemia microcítica [valores de hemoglobina (Hb) <13 g/ dl en hombres mayores de 15 años y <12 g/dl en mujeres y niños de 12-14 años]. La ferritina plasmática es el parámetro más fiable para determinar los depósitos corporales de hierro. Valores <15 ng/ml son diagnósticos de anemia ferropénica en ausencia de procesos inflamatorios.
La adolescencia constituye otro grupo de riesgo, en especial las niñas que han iniciado la menstruación. Además de los requerimientos asociados a este periodo de crecimiento acelerado, se añade una actividad física deportiva y, con cierta frecuencia, un cambio de hábitos de alimentación a dietas hipocalóricas de moda, generalmente desequilibradas y deficitarias en hierro. La carencia de hierro ocasiona un déficit en la producción de hemoglobina por la médula ósea y el resultado es una anemia hipocrómica y microcítica. Su estudio es un buen índice indicativo del estado nutricional de una población.
Entre un 30% y un 50% de los pacientes en tratamiento con suplementos orales de hierro experimentan reacciones adversas gastrointestinales (dolor abdominal, náuseas, vómitos, estreñimiento o diarrea). Estas reacciones se pueden evitar o minimizar a través de la administración de hierro orgánico, que presenta una mejor absorción y tolerancia que las sales de hierro comúnmente utilizadas. El hierro orgánico se absorbe en el cuerpo humano de dos a tres veces mejor que otras formas de hierro, y ha demostrado ser eficaz en la reducción de la deficiencia de hierro.
Las principales ventajas del aporte de hierro en forma orgánica son :
• Es completamente soluble en agua.
• No tiene sabor metálico.
• No mancha los dientes.
• No tiene efectos secundarios digestivos.
• Tiene una elevada biodisponibilidad: de 2 a 4 veces mayor que otras fuentes de hierro convencionales.
También es importante revisar y asegurar los aportes de ácido fólico y vitaminas B6 y B12. •
Maribel Saíz Cayuela, Licenciada en Ciencias biológicas, PGD. Dietética y nutrición | bio@bioecoactual.com