MANEJO DEL TIEMPO LIBRE El modelo de sociedad en que vivimos nos ha alejado definitivamente, de una relación natural del hombre con las cosas. La sociedad industrial nos ha impuesto un programa de trabajo cada vez más apretado que muchas veces no tiene ningún significado para la persona que lo está realizando. En este tipo de sociedad que ahora nos amenaza con la escasez del trabajo, obliga muchas veces a las personas a ocuparse en aquello que no les gusta. El aprovechamiento del tiempo libre como tiempo liberador cobra un sentido trascendental, que educadores y padres de familia no podemos estar ajenos. El tiempo libre debe posibilitar el ejercicio de la voluntad y la libertad, permitir el desarrollo de nuestra autonomía dando paso a nuestra expresión personal, haciendo lo que nos gusta, aquello en lo que encontramos sentido. Lo que quiere decir que el tiempo libre debe estar cada vez más unido a “tiempo personal”. Pero personalizar no es lo mismo que individualizar, aislarse del resto. Al contrario, el tiempo libre se presenta también como una apertura a los otros, como búsqueda y contacto con las relaciones sociales que queremos, distintas de las que nos impone el trabajo o la vida cotidiana. ¿Qué es el aprovechamiento del tiempo libre? El término “tiempo libre” es una expresión relativamente reciente. Su aparición está unida a una época y a unos países de industrialización avanzada. Se relaciona con la pérdida del “tiempo natural”, sustituido por el tiempo del reloj y la realización de trabajos con los que difícilmente llega a identificarse la persona. En general podemos decir que tiempo libre, son aquellos períodos de la vida humana en los cuales. el individuo se siente libre. Libre en su doble aspecto de “libre de” y “libre para”. Esto nos permite identificar el tiempo libre como aquel en que actuamos por nuestra propia voluntad, por nuestros impulsos y según nuestros deseos e inclinaciones. De ahí que el tiempo libre pasa a ser en muchas ocasiones, tiempo privado, opuesto al tiempo en servicio de los otros, propio del trabajo. Entonces, ¿se opone el tiempo libre al trabajo?. Conviene precisar que eso sólo sería correcto en el caso del trabajo no voluntario. El tiempo libre no excluye en ningún caso actividad o esfuerzo libremente realizado, ese es precisamente el sentido en que debe entenderse el estar “libre para” algo. Y precisamente, cuando se está libre para algo, comienza el sentido de la palabra OCIO, íntimamente relacionada con el aprovechamiento del tiempo libre. La palabra OCIO, surge con los griegos en el siglo IV A.C.; para ellos el ocio era un estado del individuo en el que la actividad realizada no servía para satisfacer una necesidad material, sirio que tenía sentido en si misma, es decir le permitía al hombre entablar relaciones con las cuestiones últimas e importantes de la existencia humana y con su propia trascendencia. La sociedad industrial le da un cambio negativo al significado de la palabra ocio relacionándola con vagancia. Sin embargo, hoy día parece imponerse una reflexión sobre este concepto, con la intención de devolverle su significado primitivo y de
esta manera se pretende que el tiempo libre se ocupe con una actividad creadora de valores. En la antigüedad el hombre se proyectaba en sus propios trabajos artesanales; tallaba y esculpía; la llegada de la industrialización suprimió este cauce de expresión. En este sentido el ocio se presenta como una necesidad que permite al hombre moderno su realización personal. Es así que el ocio se considera como cauce de expresión personal
EL PROCESO DE PLANEACIÓN ¿Cómo administrar nuestro tiempo? El día tiene 24 horas y la semana 168. De ese tiempo, en promedio invertimos (no gastamos) entre 50 y 65 horas durmiendo, de tal forma que tenemos menos de 100 horas cada semana para aprovechar al máximo con actividades que no sólo sean productivas, sino que también nos hagan sentir mejor con nosotros mismos. Sin caer en la exageración de organizar y controlar cada minuto de nuestras vidas, podemos aprender a analizar el tiempo sistemáticamente para disfrutar más de él, para crear en los momentos productivos y para disfrutar en los periodos de descanso. Aprender a administrar el tiempo de manera eficiente no sólo se reflejará en un aumento de la productividad (y quizá una mejora en nuestras finanzas) sino también en nuestro cansancio, estrés y percepción diaria de la realidad. Ahora bien, aunque puede resultar paradójico pensar en utilizar nuestro tiempo para planear cómo invertirlo mejor, al tomarnos algunos minutos o incluso algunas horas para organizarnos de manera efectiva, podemos terminar por comprender los aspectos de nuestra persona y entorno que más valoramos y dirigir nuestros esfuerzos en consecuencia.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL TIEMPO: Antes de continuar con nuestro análisis sobre la optimización del tiempo conviene detenerse un momento para reflexionar lo siguiente: • El tiempo tiene dos caras: puede ser un enemigo a vencer o un aliado. Todo dependerá de cómo lo percibamos y organicemos. •
No se puede comprar. En ese sentido no sólo "el tiempo es dinero" como dice el proverbio sino que el tiempo es más valioso aún que el dinero.
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No se puede atrapar, detener o regresar. Pero si se puede gozar, aprovechar, optimizar.
Lo que se desprende de la esta reflexión es que el tiempo es un elemento complicado y fascinante, que no puede modificarse por la voluntad humana pero que, sin embargo, puede acomodarse de manera más efectiva para hacer nuestra vida más fácil y placentera. Uno de los factores que resultan más preocupantes al momento de administrar el tiempo es la llamada "pérdida de tiempo". Causas de la "pérdida de tiempo" •
Falta de objetivos bien delimitados. Cuando no sabemos a donde vamos o no estamos seguros de lo que queremos obtener cada día tanto en nuestro trabajo como en nuestras casas, podemos pasar mucho tiempo yendo de un lado para otro o perdiendo la concentración. Lo anterior se traduce en cansancio y disminución de productividad.
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No saber priorizar entre lo que es importante y lo que es urgente. Uno de los errores más frecuentes en que incurrimos sin darnos cuenta consiste es confundir las cosas que demandan nuestra atención inmediata (como llamadas y visitas inesperadas, interrupciones, etc.), con las actividades más importantes (como la orden del día, el documento que debe redactar, el proyecto que debe terminar, etc.)
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Gestión deficiente de la propia agenda, tanto de trabajo como personal. Cuando no contamos con una agenda, o la tenemos pero es insuficiente y desordenada podemos olvidar realizar ciertas actividades a las horas pertinentes y terminamos realizándolas fuera de tiempo. Lo anterior nos impide juntar dos o más encargos que podían haberse resuelto de manera simultánea o consecutiva. Así pues, si en un día teníamos que ir al banco y al supermercado, al llevar una buena agenda podemos saberlo desde un principio y realizar ambas diligencias en una misma salida. Poco reconocimiento de las propias debilidades. A veces cuesta trabajo pensar que no podemos hacerlo todo. Muchos tendemos a pensar que somos capaces de realizar un sinnúmero de tareas y olvidamos que somos vulnerables al cansancio y al estrés, que, en última instancia, nos imposibilitan llevar a cabo eficientemente nuestras actividades.
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Hábitos obsoletos. También puede suceder que la rutina nos lleve a utilizar métodos y patrones de trabajo muy rígidos que no se adaptan a todas las tareas. Es importante innovar. Probar diferentes estrategias para realizar nuestras tareas cotidianas no sólo da variedad a nuestro día sino que también nos permite encontrar, por medio del experimento, la forma más adecuada para lidiar con tal o cual actividad o problema.
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Comunicación ineficaz. Por último, pero no por eso menos importante, hay que tomar en cuenta la comunicación. Si no transmitimos la información adecuadamente es posible que los que están a nuestro alrededor realicen una tarea incorrecta, lo cual derivará en volver a explicar la instrucción y se habrá perdido tiempo. Es mejor invertir un poco más en explicar claramente lo que queremos decir y hacer preguntas para verificar que hemos sido comprendidos.
¿Cómo puedo aprovechar mejor el tiempo? Existen muchas estrategias sencillas que nos permiten organizar el día y la semana de manera más efectiva. Aunque la mayoría de ellas son bastante ordinarias, es frecuente que las olvidemos o simplemente las pasemos por alto cuando estamos ocupados y abrumados con actividades, es decir, cuando más las necesitamos. Enseguida te presentamos algunas que pueden apoyar en la administración de tu tiempo: • Hacer una lista semanal. Lo primero que podemos hacer es anotar las distintas tareas que llevamos a cabo durante la semana. No debemos olvidar incluir las actividades en la casa, los momentos de descanso y los compromisos familiares. Esta lista contendrá información básica y valiosa. •
Analizarla. Una vez que tenemos nuestra lista, podemos comenzar a analizarla. Observemos si existen actividades que pueden condensarse en una sola o tareas que se encuentran en una misma locación física. Por ejemplo: En una lista una persona anota los lunes como el día en que verificará su auto, el miércoles irá a pagar la tenencia y el predial a la tesorería y el sábado hará sus compras del supermercado. Si estudiamos esta lista podemos ver que esta persona no ha notado que existe un centro de verificación cerca de uno de los supermercados de su preferencia y que ahí mismo puede pagar su tenencia y demás servicios. Lo recomendable sería que esa persona realizara estas tres actividades en una sola salida y así salvaría tiempo valioso para descansar o realizar otras actividades más importantes, además de que ahorraría dinero de transporte. Al analizar la lista también podemos observar qué actividades son más importantes, darles prioridad y tratar de realizarlas primero. De esta forma podemos eliminar algunas tareas de menor importancia, que a simple vista parecían más urgentes. • No se distraiga. Cuando comience a realizar cualquier actividad, por trivial que ésta le parezca, trate, en la medida de lo posible, de evitar cualquier tipo de distracción y de interrupción. Es mejor terminar lo que tiene que hacer y después disfrutar el tiempo libre en su totalidad. Cuando nos interrumpimos podemos olvidar lo que estábamos haciendo, perder concentración, bajar el ritmo y desperdiciar valioso tiempo. •
Llene los "huecos" efectivamente. Hay momentos en los que tenemos que esperar antes de realizar una actividad. Por ejemplo, formados en la fila del banco, sentados en la sala de espera de un consultorio médico, en la
oficina aguardando la siguiente instrucción del jefe, etc. Estos espacios de inactividad pueden llegar a estresarnos porque sentimos que estamos muy ocupados y por lo tanto, estamos perdiendo el tiempo. Lo mejor en estos casos es relajarnos, recordar que el estrés genera cansancio y, en consecuencia, una baja en el rendimiento. Podemos prepararnos de antemano para estas circunstancias inevitables: llevar a la mano ese libro o revista que queríamos leer la tarde anterior y que no pudimos terminar, podemos leer nuestra correspondencia o realizar alguna llamada telefónica pendiente, etcétera. •
Utilice diversas herramientas de organización. Por último, es aconsejable que tenga a la mano instrumentos que le permitan administrar sus actividades a mediano y largo plazo. Adquiera calendarios agradables a la vista, que le atraigan y lo pongan de buen humor. Compre una agenda que se acomode a sus necesidades, puede estar dividida por día, semana o mes, dependiendo de lo que usted prefiera y le funcione más. Si le funciona, adquiera un dispositivo electrónico o reloj con alarma, para no olvidar ningún compromiso importante. Estas herramientas de regulación de tiempo le darán la tranquilidad de saber que todo está bajo control y que no ha olvidado nada. Finalmente no hay que olvidar que cada persona es diferente y cada quien organizará su lista como mejor le convenga. Algunos decidirán dejar de hacer ciertas actividades que les parezcan poco productivas o innecesarias y optarán por emplear su tiempo de otra forma. Otros aprenderán a disfrutar más de cada minuto de trabajo, teniendo en mente que, puesto que ya se han organizado con una buena agenda y una lista de actividades, han incluido tiempo de descanso y recreación. El administrar efectivamente nuestro tiempo, provoca que tengamos mejores finanzas personales, ya que se podrá obtener tiempo para buscar formas de mejorar nuestros ingresos, realizar más inversiones y administrar eficientemente nuestros activos. PASOS 1. Crea una lista con las cosas que debes hacer. Anota también los tiempos límites para cumplirlas. 2. Agenda las cosas más complicadas en horarios donde estás más alerta. 3. Agenda tiempos para tí y para tus amigos y pareja. No te imaginas cuánto
tiempo te da acostarte media hora más tarde y despertarte media hora antes. Planea una salida semanal especial con tu mujer o esposo y cenar con amigos 4. Haz una lista de prioridades
5. Si puedes, invierte en un jardinero, una empleada doméstica o que tus hijos
te ayuden en tareas caseras 6. No seas perfeccionista. No pierdas tiempo para perfeccionar cosas
sacándole tiempo a otras actividades. http://www.lafamilia.info/colegios/auladepadres/formaciondepadres/formacion06.ph p?imprimir=1 http://www.finanzaspracticas.com/finanzaspersonales/presupuestar/personales/adm inistra.php?print=y http://wasanga.com/kazuhiro/planificacion-del-tiempo/ LUIS ALBERTO ISAZA R. PSICÓLOGO