Paesaggio (Gecko issue)

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Paesaggio pedro alc谩ntara q tania bruguera santiago c谩rdenas q raimond chaves nathan coley q alberto de michele ericka florez q luis ospina pedro manrique figueroa rosario l贸pez q helena producciones m贸nica restrepo

editado por

Blauer Hase



Introducción Pantalla negra. Música: Un aeroplano nell’aria bionda e calda vola piano lascia un bel mondo dal colore baio, dove c’è il fiume di gennaio.1 Fundido de entrada. Interior, día. Entramos en un pasillo sin ventanas, iluminado regularmente por el neón. Paredes verde grisáceo. Suelo de linóleo. Cada cinco metros se puede ver una habitación doble a la derecha o a la izquierda. Caminamos por el pasillo acercándonos paso a paso a una gran puerta de cristal de un estilo colonial. La puerta se abre ante nuestros ojos y estamos en un salón de baile. Música: E dove c’è un piano intorno c’è sempre gente che fa baccano ci sono occhi che si cercano ci sono labbra che si guardano. 2 En la pista de baile una multitud de parejas se eleva en movimientos fluidos; cada vez que termina una canción, los bailarines esperan sobre una pierna la última caridad de otra rumba. Nos acercamos a una mesa, sobre la cual hay un pequeño billete amarillo: Paesaggio es una colección de obras de artistas que responden a una solicitud de contribuciones textuales de paisajes sin uso de imágenes. En números anteriores, los artistas se han aproximado a la propuesta desde diferentes métodos como, ensayos, cuentos, poemas, documentos, búsqueda literaria, diálogos, notas, guiones, textos que amplían obras ya realizadas e incluso obras que no pueden existir fuera del formato escrito. No hay una clara diferenciación entre cada una de las contribuciones y los artistas no son identificados antes de cada texto, como si se compusiera de hecho, un paesaggio, un flujo de diversos elementos en la misma superficie.

Fundido de salida.

“Un aeroplano vuela despacio en el aire rubio y caliente, deja un mundo hermoso de un color castaño, donde hay el río de enero”. Paolo Conte, Aguaplano. 2 “Y donde hay un piano, siempre hay gente alrededor que hace ruido; hay ojos que se buscan, hay labios que se miran”. Ibídem. 1



paesaggio

ร ndice de los Autores:

Pedro Alcรกntara ........................................................................ 7, 19 Ericka Florez ................................................................................... 8 Alberto De Michele ........................................................................ 10 Raimond Chaves ........................................................................... 12 Nathan Coley ................................................................................ 20 Pedro Manrique Figueroa ............................................................... 24 Luis Ospina ................................................................................... 26 Rosario Lรณpez ............................................................................... 33 Mรณnica Restrepo ........................................................................... 37 Helena Producciones ..................................................................... 40 Tania Bruguera ............................................................................. 42 Santiago Cรกrdenas ......................................................................... 44




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¿Qué clase de superficie rocosa es esta en la que se me queda atrapada la goma de los zapatos? No hay mejor lugar para estar que este valle de hongos, un lugar que ha sido escrito por tantos. Se abre el telón. El hombre está parado frente a una ruina y observa el abismo, consciente de su pequeñez. Si al final todo va a ser la muerte; acelerémosla. No temamos a la velocidad. Creemos pequeños espacios para el silencio y destruyámoslos a zapatasos, a pequeños saltos. Llegar a la muerte de a saltitos insignificantes, como el niño tonto que descubre la rayuela y la repite como si el mundo aún no lo hubieran inventado ya. Me gustaría ser ese señor que estoy siendo en este momento; aquí en este momento de derrota detenida. Derrota en pausa por los siglos de los siglos. A punto de saltar. El mundo ha inaugurado la consciencia en sí mismo y me ha usado a mi como estandarte del observador. Aquí, incomodo, imaginándome que si tuviera zapatos de goma se me estarían derritiendo en el polvo, en las pequeñas agresividades de esta superficie rocosa. Una vez el mundo ha inaugurado la posibilidad de estar en mil partes a la vez, yo he decidido los paréntesis. Poner dos barreras a cada lado del eje cartesiano para detener el flujo de X y Y. Estas pinceladas de blanco que siempre están allí para que no todo sea posible, accesible. Para que haya una barrera entre la imagen y yo. Estrategias de los artistas para hacer misterio con las imágenes. Ahora el reto es reemplazar la palabra paisaje por la palabra ruina, sin caer en romanticismos. Ahora el reto es reemplazar la palabra lenguaje por la palabra crisis, y saltar mientras se cierra el telón.

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(Casper David Friederich, Caminante sobre el mar de niebla)

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Han sido casi dos años desde que estábamos en el museo, en mi pueblo.

de que el barco llegue a la costa de Aruba, y nadar hasta llegar a la isla.

Y aunque salía y andaba en mi moto, yo he estado ocultándome, tratando de que nadie me viera.

Esta parte me asustaba mucho.

Seguí dibujando para hacer mi vida más fácil, para escapar de mi realidad. Durante este tiempo la situación en mi pueblo se calmó. Muchos de mis antiguos enemigos desaparecieron, y el riesgo de ser encontrado se hizo menor; me sentía casi tan seguro como para ser capaz de mostrar mi cara en el día. Pero recientemente, de lo que tenía miedo que pasara, está pasando. Y he escuchado rumores de que saben dónde estoy. Por segunda vez, tendré que escapar de Colombia para Aruba. Hago esto por la gente que quiero. Tengo que dejar mi amor y mi identidad atrás, de nuevo. Quien yo era antes me persigue. Si me quedo, tengo que volver a ser lo que fui, aquel que ya no quiero ser. La primera vez que traté de ir a Aruba, lo hice por Venezuela. Es un viaje mucho más corto y barato, pero mucho mas peligroso. En esta clase de viajes tu sabes que tendrás que saltar un par de kilómetros antes

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Yo no nado muy bien, y en ese mar hay tiburones y corrientes fuertes. Mucha gente ha muerto… Por suerte no tuve que hacer esto, porque la policía venezolana me robo todo mi dinero antes de que pudiera poner un pie en el barco y pagarle al capitán mi viaje. Sin plata tenía que regresar a mi pueblo. Me tomó tres semanas. No mucho tiempo después de mi regreso al pueblo, un primo mío que vive en Cartagena vino y me puso en contacto con un capitán del pacifico con el que él trabajó. Alguien que ha estado haciendo esta clase de viajes por muchos años sin ser atrapado. Le rogué que me llevara en su próximo viaje. Cuando accedes a irte asi, tú tienes que aceptar que tu vida está en las manos de alguien más, en este caso en las manos del capitán. Cuando ellos se dan cuenta de esto, usualmente toman ventaja de su posición. Te pueden hacer esperar por siempre. Ahora estamos aquí, y hemos esperado por tres meses.


El tiempo no está pasando, y cada vez que nos dicen que por fin nos vamos, otro problema ocurre. Yo pienso que el capitán mucha veces esta mintiendo. Pero bueno, no tenemos otra posibilidad que sea segura. La única cosa que podemos hacer es esperar. Pero cada vez que esperas más, la idea de irse parece un sueño. Solo en el momento en que estás en el barco, viendo la imagine de la costa desaparecer, te das cuenta que todo es real.

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Turistas, ruinas y montañas El tipo brinca al bus que nos va a llevar cuesta arriba hasta las ruinas. Entra cuando ya casi estamos completos y botella de cerveza en mano se va dando con los espaldares de los asientos para sentarse precisamente delante nuestro. Está bebido y además parece molesto por el protocolo y los requisitos que la visita implica. La guía de su grupo no tiene otra que hacerse a su lado en el único asiento libre, justo cuando el vehículo arranca. En ese instante el personaje empieza a saludar buscando entablar conversación en voz alta con todos los que le rodean. Niños, adultos, locales y extranjeros, todos padecemos su ansia de compadreo. Quien peor lleva eso es la chica, y si bien él no se propasa en ningún momento, insiste en congeniar con ella. Pronto se hace evidente que esa necesidad de reconocimiento también viene acompañada de inquietud y extrañamiento. De su boca no salen esas palabras pero todo en él dice: qué-hago-yo-aquí…, quien-me-mandaba-a-mí… Aunque su acento es foráneo, podría tratarse de un residente temporal en el país que ha aprovechado un fin de semana largo para tomarse un descanso y conocer la zona. Ni joven ni viejo, todo en él denota “normalidad” excepto una barriga un poco desproporcionada para una constitución más bien delgada y una mirada un tanto ida. Da la sensación de ser alguien acostumbrado a mandar… pero que a la vez está a las ordenes de un superior. El bus sube en zigzag por la ladera de la montaña. A un costado las hojas de árboles, plantas y maleza cubiertas por el polvo del camino, del otro el cañón con el río, la vía férrea y la pista destapada que a medida que ascendemos van volviéndose más

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y más chiquitos. A lo lejos en los confines del valle, las montañas y las cumbres tapadas por las nubes. La ruta, por la que sólo suben y bajan carros para turistas, está cruzada por un empinado sendero que la corta cada tanto y por el que ascienden y descienden aquellos que han elegido llegar caminando hasta la cima. El tipo agarrando su bebida baja del bus ignorado por todos. No nos ha ofendido ni tampoco agredido pero no vamos a soportarlo un minuto más. En la pequeña explanada atestada de gente que se apresta a engrosar las colas de acceso, el hombre se desplaza en medio de un vacío hasta que empieza a mezclarse con visitantes llegados con anterioridad y que aún no han tenido la suerte de conocerlo. Sin nadie a quién recurrir, muestra signos de agobio. Todos andan muy ocupados formando hileras para entrar a la ciudadela mientras los que ya cumplieron con el ritual suben a los vehículos que los devolverán al punto de origen. Ha llegado hasta ahí, pareciera que muy a su pesar, y no ve con claridad qué es lo que toca hacer en esa situación. Farfulla algo sobre quedarse o largarse, pero sin perder un segundo, aprovecha que un desprevenido no ha podido tasarlo a tiempo para intentar confraternizar de nuevo. El incauto caerá atrapado en su empalagosa amabilidad hasta que el tufo, las incoherencias y el desnorte consigan dejarlo solo de nuevo. Aquí arriba todo es más extraño que durante la primera visita diez años atrás. Será que ahora uno se fija más en las personas que en las piedras, será que uno se interesa más por la naturaleza que por la arquitectura, será que los visitantes andan más preocupados por la tecnología que por el tiempo… la cuestión es que es difícil conectar con la mística del lugar. Sin embargo algo que últimamente se viene dando en el sitio ayuda a mirar las cosas de otro modo. Por Internet circulan imágenes de turistas que se desnudan de cuerpo entero en plena fortaleza y comparten en las redes la prueba de su atrevimiento. Los vigilantes caminan arriba y abajo por los senderos y si hasta la fecha su labor consistía en impedir el paso por las zonas no permitidas ahora, además, andan convertidos en celosos guardianes del pudor y las buenas

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costumbres. Eso provoca que, a la que alguien agobiado por el calor se saca una prenda, acudan raudos ante la eventualidad de que eso acabe en desnudo integral. Se nota cierta expectativa entre los visitantes y todo el mundo está atento a cualquier señal de nudismo, pero más que a los cuerpos en sí, quizás lo que valga la pena es prestar atención a los ecos que éstos provocan en otros ámbitos más allá de estos riscos. Este despelote narcisista en armonía con la cantería, la naturaleza y el cosmos ha hecho aparecer en la red una buena cantidad de comentarios y opiniones. De todos ellos el que más llama la atención es el de un historiador. Para empezar una queja: “eso pasa por haber promovido una lectura del sitio arqueológico –y por ende de la Historia– demasiado escorada a lo místico y a lo espiritual ”. Para acabar una consigna: “ya que –nosotros los historiadores– somos los especialistas deberíamos hacer valer nuestra lectura de estos restos, como la interpretación válida, una que no diera pie a estos incidentes y otras distorsiones”. Datos, fechas, cifras, cálculos, ángulos, nombres, hipótesis, interpretaciones… el rigor de la Historia frente al todo vale turístico. La apelación a una visión ortodoxa –¿y única?– del pasado. Por favor, un relato inequívoco que sólo pueda ser leído de la manera correcta. Pero curiosamente ni la ortodoxia historicista, ni el misticismo nudista ni mucho menos la despreocupación turística se detienen por un momento en un hecho clave… Tanta proeza, tanta piedra, tanta manipulación del espacio y la naturaleza fue, o sigue siendo ante todo: trabajo. Trabajo y todo indica que trabajo esclavo, no remunerado y con su coartada religiosa de por medio. Vamos dejando atrás los miradores, las construcciones sin techo, los estrechos pasillos y las empinadas escalinatas y bajamos hacia las colas de los que esperan el transporte que retorna al pueblo. El trayecto de regreso se vive con la sensación del deber cumplido. Ya fue, a por el próximo hito. Descendemos en zigzag. Las cumbres van quedando arriba. Nada ha cambiado en el paisaje excepto que ahora quizás sea un poco más nuestro que en la mañana. La gama de verdes ha ido variando de tonos en

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función de la luz del sol y las nubes. La lluvia apenas se ha notado en las hojas polvorientas que abren el paso a nuestro rebufo. La pequeña población se ubica en un pequeño valle curvo en forma de olla donde confluyen un torrente que cae de las montañas y el río que acompaña la línea del ferrocarril. Si las ruinas son el pasado en perpetuo viaje hacia el futuro, esta aglomeración no es otra cosa que el futuro chocando a toda velocidad con el presente. Cuesta creer cómo en tan poco espacio se amontonan tal cantidad y variedad de alojamientos, restaurantes… y ningún otro negocio más que esos. Todavía cuesta más visualizar –claro está que nada va a impedirlo– como se las apañará este peculiar enclave para seguir creciendo. A ninguno parece importarle pero este es uno de esos sitios en los que nadie es nadie valga la redundancia. Un constante trasiego de gente que anula no sólo la idea de localidad sino también hasta la identidad de los propios que permanecen en el lugar. Un híbrido entre frente de batalla y retaguardia con contingentes yendo y viniendo ininterrumpidamente. Tropa altiva y de mirada hueca con prendas tachonadas de logos. Combatientes exhaustos al caer la noche, tropas frescas al amanecer. Ráfagas humanas. Todos trabajadores de la contemplación, sin saberlo y a pesar suyo. Una versión en pequeño formato del gran teatro de Oklahoma. Una ruina del futuro. La confirmación andina de la alegoría kafkiana llega con los conjuntos musicales y los grupos de bailarines folclóricos que enmascarados danzan en las calles ante las mesas de los restaurantes, pero donde de verdad esta premonición se muestra en toda su potencia es en el complejo de venta de artesanías y recuerdos que a través de pasillos y corredores, bajo un inmenso cobertizo, es paso obligado para llegar y abandonar el pueblo. Este laberinto de tenderetes rebosante de objetos a la venta separa la población de la estación del ferrocarril. Cualquier trayecto en uno u otro sentido debe pasar ineludiblemente por este tránsito comercial evidenciando literalmente el peaje exigido por el mercado y que tasa la mayor parte de movimientos en la zona. En consonancia lo dispuesto para la venta reafirma una determi-

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nada economía. Para el foráneo el catálogo de instrucciones de cómo, por qué, desde dónde y con qué objetivo “mirar, vivir y recordar” el sitio. Para el local, sobre todo al involucrado en la elaboración de manufacturas, la anulación de su capacidad de agencia y de hacer historia a partir de su conversión en fetiche y mercancía. Esta plaza comercial como en el juego de unir los puntos es un eslabón de un itinerario fijo, uno que empieza muy lejos, en la misma puerta de la casa en el lugar de origen de cada turista. La estación, en un país que a lo sumo tendrá una decena de ellas en pleno funcionamiento, es extraña. La rutina ferroviaria que se mantiene vigente más o menos en todas partes, y que poco ha cambiado desde el siglo XIX, tiene acá una versión sui géneris. No es sólo la separación colonial en trenes baratos y destartalados para los locales y lujosos y caros para los foráneos. Ni la diferencia de tarifas. Ni la exagerada amabilidad, ni las atenciones que nos dispensa el personal de a bordo. Ni la constatación de transitar una ruta saturada por la mirada. Ni tampoco que toda esta colección de arbitrariedades exista para satisfacer el deseo del pasajero. Lo que la estación confirma es que la del turista es una temporalidad en suspensión permanente. Una suerte de gravedad cero en el que las esperas, los retrasos, las colas, los hiatos, los desplazamientos entre uno y otro punto constituyen la verdadera naturaleza del hecho turístico. Un perpetuo tránsito entre una y otra ruina. Sólo que las ruinas somos nosotros que no estamos hechos de otra cosa que de tiempo. La sala de espera de la estación donde en hileras de asientos descansan los viajeros es un amplio vestíbulo con grandes ventanales a los lados. Unos dan al jardín por el que hemos entrado, otros a modo de acuario muestran los coches azules estacionados en las vías a la sombra que da la cubierta de los andenes. No podremos acceder sino hasta el momento de partida de nuestro convoy. Mientras, deberemos permanecer atentos al anuncio de la megafonía, señal de que se nos permite llegar a los vagones y emprender por fin el viaje de regreso.

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En ese paréntesis estamos cuando el tipo, botella en mano, hace su entrada en la sala. Ha sobrevivido a la visita a la ciudadela y a la ingesta de cerveza pero se nota que su estado, tanto anímico como físico, ha empeorado. Además no se ha protegido del sol y su rostro sudado y fofo por el cansancio, ha enrojecido. A pesar de todo ello el hombre conserva cierta habilidad para mantener las formas y no acabar de desmoronarse lo que favorece que a primera vista no se intuya su potencial toxicidad. Al poco sucede lo inevitable: un padre y su hijo pequeño distraídos en sus asientos caen ingenuamente en su telaraña y ya es tarde cuando entienden el tamaño del error cometido. A partir de ahí asistimos a un forcejeo mudo que nadie parece notar entre alguien que no da su brazo a torcer y el padre y el hijo que intentan acabar la relación como sea y así poder librarse. Tras un rato que les habrá parecido eterno, de forma abrupta y con cualquier excusa, padre e hijo consiguen zafar y se levantan. El personaje queda desconcertado y su afabilidad se desinfla como un globo. Peligro. Los puestos están asignados y caemos en cuenta que cualquier cosa puede suceder si finalmente resulta que vamos a viajar en el mismo vagón. Suena una voz metálica y un numeroso grupo de gente se levanta de golpe para aglomerarse ante la puerta que recién empieza abrirse. En el barullo él camina justo delante nuestro y no hay más remedio que seguir sus pasos a medida que nos acercamos a la puerta del coche que nos corresponde. En el interior, confundidos por la numeración, los viajeros demoran un poco en encontrar su asiento. Él sin dudarlo un instante se hace frente a nosotros y cuando todo parece perdido llega el revisor para salvarnos en el último segundo. El hombre se ha confundido de vagón y, quién sabe, tal vez también de horario. Se levanta y mientras sigue al empleado cuenta a quién quiera oírle: “que la guía lo ha expulsado del grupo con el que había empezado la jornada…, que está solo… y que ya no puede más…” Dice todo ello con tanta desazón y desesperanza que es difícil no contagiarse de esa tristeza. El tipo ya sin nada en las manos enfila

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el pasillo como desapareciendo por un gran y profundo hueco. Esta mañana temprano descendimos desde las laderas peladas acostumbradas al frío y nos cruzamos con matorrales de hojas puntiagudas creciendo entre las rocas. Luego casi sin darnos cuenta nos adentramos en una ceja de selva umbrosa, un laberinto de troncos húmedos y hojas oscuras moteadas por la luz del sol. Ahora de regreso repetimos en reversa el itinerario matutino. El tren no sólo desanda el camino, sino que vuelve a dejarlo todo como estaba. Poco a poco va borrando humedad, follaje, lianas y bejucos para colocar piedras, hilos de agua y cultivos de maíz. A la ida nos acompañaba una desbordante corriente. De regreso el río suena tan raro como una grabación en reversa. Al final de esta tarde especialmente lánguida y serena, cuando la última claridad del cielo se desvanece, llegamos al siguiente pueblo situado todavía a la mitad del trayecto. Bajamos con un nutrido grupo de excursionistas que por haber hecho a pie la ruta del sendero ancestral se muestran tan exhaustos como envanecidos. Uno de ellos olvida su cámara de fotos debajo de uno de los asientos. Aquí está el albergue donde dormiremos hoy. Si de algo ha servido la jornada con todo su trajín, su elenco y sus peripecias es para entender que nuestro compañero de viaje, ebrio, desorientado e incorrecto, con sus: qué-hago-yoaquí…, y quien-me-mandaba-a-mi…, y en contravía de todo lo que se supone debe hacerse, ha dejado en evidencia el sin sentido de esta romería místico-mercantil y con ello, de taquito, nuestro rol de obedientes y agradecidos figurantes. El convoy iluminado, con sus ventanas laterales y sus lunas panorámicas en el techo, continua su periplo y se pierde en la noche camino de la ciudad.

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never trust


a loving


god


o n u g a v d r s teli




WIKILEAK

“Cualquier gran ciudad, civilización, lejos de los árboles para poder ver el bosque...” Lejos de los árboles, película de Jacinto Esteva

Paisaje

Paisaje (extensión de terreno que se ve desde un sitio),1 es un concepto que se utiliza de manera diferente por varios campos de estudio, aunque todos los usos del término llevan implícita la existencia de un sujeto observador y de un objeto observado (el terreno) del que se destacan fundamentalmente sus cualidades visuales y espaciales. El paisaje, desde el punto de vista geográfico, es el objeto de estudio primordial y el documento geográfico básico a partir del cual se hace la geografía. En general, se entiende por paisaje cualquier área de la superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes factores presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio. El paisaje geográfico es por tanto el aspecto que adquiere el espacio geográfico. El paisaje, desde el punto de vista artístico, sobre todo pictórico, es la representación gráfica de un terreno extenso. Con el mismo significado se utiliza el término país (no debe confundirse con el concepto político de país). El paisaje también puede ser el objeto material a crear o modificar por el arte mismo. En literatura, la descripción del paisaje es una forma literaria que se denomina topografía (término que también da nombre a la topografía como ciencia y técnica que se emplea para la representación gráfica de la superficie terrestre). En construcciones literarias y ensayísticas es habitual comparar el paisaje con el paisanaje (de paisano), es decir, el medio con los grupos humanos. Véanse también: Ecología del paisaje, Paisaje sustentable, Área protegida y Paisaje

sonoro.

Índice · 1 Protección del paisaje o 1.1 Convenio Europeo del Paisaje · 2 El paisaje en la geografía o 2.1 El paisaje en la geografía física

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· 3 Paisaje cultural · 4 El paisaje en el arte o 4.1 Pintura o 4.2 Otras artes o 4.3 El paisaje como objeto transformable para el arte · 5 Paisaje en biología · 6 Referencias · 7 Notas · 8 Enlaces externos

Protección del paisaje El paisaje, como componente del medio ambiente, es objeto de protección por parte de diversas leyes e instituciones nacionales e internacionales (Unesco y Consejo de Europa).

Convenio Europeo del Paisaje Desde el año 2000 existe el ELC (European Landscape Convention o Convención de Florencia) llamado en español Convenio Europeo del Paisaje (CEP), cuyo documento fundacional entró en vigor en 2004 y ya ha sido firmado y ratificado (20-08-2008) por 29 de los 46 países miembros del Consejo de Europa (y firmado por otros seis). Su propósito general es establecer un marco para la protección, gestión y planificación de los paisajes europeos. Su objetivo último es conservar y mejorar su calidad. Las estrategias que plantea animan a la implicación del público, las instituciones, autoridades y agentes locales, regionales, nacionales e internacionales en procesos de toma de decisiones públicas. El Convenio reconoce todas las formas de los paisajes europeos: naturales, rurales, urbanos y periurbanos, y tanto los emblemáticos como los ordinarios y los deteriorados. Este recurso no renovable, se define según el CEP como: “cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones (Art. 1)” 2

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El paisaje en la geografía El paisaje se define como un espacio geográfico con características morfológicas y funcionales similares en función de una escala y una localización. La escala vendría definida por el tamaño del paisaje o, lo que es lo mismo, el tamaño de la “visión” del observador. Por ejemplo, un paisaje regional como un gran desierto puede esconder paisajes diferenciales a escala local. La localización es la posición del volumen del paisaje respecto a un sistema de referencia, modelizado por la cartografía. En la tradición de ciencias del paisaje se han establecido tres elementos o subsistemas principales que componen los paisajes: abióticos (elementos no vivos), bióticos (resultado de la actividad de los seres vivos) y antrópicos (resultado de la actividad humana). Determinar estos elementos es lo que constituye el primer nivel del análisis geográfico. Las posibilidades combinatorias, prácticamente infinitas, que se pueden dar entre ellas determina las características de un paisaje en particular.3 Véanse también: Espacio geográfico y Espacio natural. Véanse también: Medio rural y Espacio urbano.

El paisaje en la geografía física

El paisaje surge de la interacción de los diversos agentes geográficos. Estos agentes son materiales y energéticos de los que derivan formas y procesos. Se clasifican en Litosfera, Atmósfera, Hidrosfera y Biosfera. De esta última se diferencia la Antroposfera formada por las poblaciones humanas y que juega un papel diferenciado como agente del paisaje . La interacción de estos agentes forma el amplio espectro de paisajes definidos por sus características geográficas. La relación que existe entre todos sus elementos constitutivos es multicausal y dinámica. Los cambios son tanto producto como condicionante de la dinámica de los paisajes, en los cuales el ser humano cumple un papel específico. La biosfera se asienta sobre la superficie, que es la zona de contacto entre las diferentes esferas, y de manera especial en la hidrosfera. La biosfera transforma el paisaje superficial pero limitada según sus características funcionales a los relieves litológicos, a las características atmosféricas (climas) y a la disponibilidad de agua. De manera especial destaca en la biosfera la antroposfera formada por los seres humanos en su organización social y en su poblamiento y uso sobre el territorio. Ya que su influencia abarca casi todos los rincones del planeta, el paisaje ya no está definido por sus agentes naturales, los paisajes naturales sólo son espacios marginales y residuales. En la definición de paisaje que nos da la geógrafa física española María de Bolós, queda de manifiesto otra teoría del paisaje de carácter geofísico, en la cual se aprecia

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la existencia de tres elementos fundamentales: las características del geosistema que las define, el tamaño referido a una escala espacial (epigeósfera, es decir, sistema abierto desde el cosmos como hacia el interior de la tierra) y el período de tiempo considerado en la escala temporal (métodos de datación – absoluta y relativa – y las escalas de tiempo cronológico – megaescala, macroescala, mesoescala y microescala).4 La edad de un paisaje se mide de acuerdo a la autora, en cuanto éste comienza a funcionar como sistema, como el geosistema actual que es. Los paisajes antiguos son aquellos en cuya formación aparecen en un mismo momento todos los elementos en forma dinámica desde hace mucho tiempo parecida a la actual dinámica que presentan. Los paisajes nuevos no nacen de la nada, sino en que su mayoría son antropizaciones radicales o extensivas de los antiguos, estos pueden aparecer por: “las causas antrópicas, los cambios climáticos, los movimientos tectónicos recientes, modificaciones en la línea de costa, emersión de tierras o formación de islas nuevas” [entre las principales].5 Véanse también: Modos de organización del espacio terrestre, Paisaje modificado y

Paisaje ordenado.

Paisaje cultural Un paisaje cultural es transformado desde un paisaje natural por un grupo cultural. La cultura es el agente, y el área natural es el medio. El paisaje cultural es el resultado de esa transformación.6 Se da en muy pocas comunidades que sus bases conozcan sus paisajes culturales y los protejan como tales, pues no le ven ningún valor tangible: “La sociedad […] al contemplar un paisaje, le asignará un valor positivo o negativo según la percepción que éste le proporcione (bonito, agradable, etc.), pero con mayor dificultad será capaz de reconocerle un significado histórico relacionado con su dilatado proceso de configuración. Es necesario, por tanto, sensibilizar a la sociedad, pero también instruirla acerca del valor del paisaje cultural como elemento patrimonial. Ello requiere conocer esos paisajes (génesis, interrelación entre estructuras, etc.) y este proceso, a su vez, facilitará la protección real del paisaje como elemento ambiental, pero también social, cultural y patrimonial más allá de un mero amparo legal”7 Según desde que interés sea usada, la producción simbólica y cultural – ya sea en paisajes culturales, historias culturales o de reconstrucción de la memoria colectiva – ésta puede ser también un recurso de las clases dominantes para distinguirse y transmitir información distorsionada.8 Cuando se advierte que las relaciones simbólicas entre los hombres son asimismo relaciones de poder, comprendemos que el estudio académico de las representaciones debe acompañarse con el análisis de otra región de la superestructura: la política9 En síntesis, los paisajes culturales son esencialmente construcciones multidimensionales, resultado de la interacción de estructuras históricamente determinadas y de 29 de 48


procesos contingentes.10 Como marco de la actividad humana y escenario de su vida social, los paisajes humanos en general, son una construcción histórica resultante de la interacción entre los factores bióticos y abióticos del medio natural.11 Cualquier interpretación histórica debe partir de la comprensión de esta dinámica.12 Es necesario, por tanto, que se consideren todos los paisajes como consecuencia de la co-evolución socio-natural a largo plazo.13 Por otra parte, desde el punto de vista evolutivo, los paisajes son resultado de la dependencia histórica de sentido, es decir, que con frecuencia, emergen elementos arbitrarios, no previstos, que determinan el posterior desarrollo histórico14 Una de las formas en que las organizaciones globales han decidido proteger y conservar ciertos paisajes culturales que poseen cualidades importantes para el género humano es mediante las Declaraciones de Patrimonio de la Humanidad15 realizadas cada cierto tiempo por Unesco.16 · Paisaje cultural de Sukur · Paisaje cultural del Valle Superior del Rin Medio · Paisaje cultural de Champasak · Paisaje cultural de Sintra · Paisaje Cultural Mapungubwe · Paisaje vitícola de la isla del Pico · Paisaje cultural cafetero

El paisaje en el arte Pintura

Artículo principal: Pintura del paisaje

Isaak Levitán (1879) Día de otoño en Sokolniki. Desde las pinturas rupestres hasta el siglo XVIII, la naturaleza aparecía muy pocas veces en las obras pictóricas como paisaje valorable por sí mismo. Se atribuye a los artistas chinos, a partir del siglo V, el mérito de ‘descubrir’ el paisaje como elemento pictórico, por influencia del budismo y su concepción de la naturaleza. En Europa el paisaje no aparece hasta el Renacimiento, aumentando progresivamente su presencia en las obras de arte y convirtiéndose en objeto de interés por sí mismo y no como fondo de una composición religiosa o de un retrato. Pero no ganó categoría de género pictórico hasta el siglo XVII en Holanda, país que desarrolló una importante escuela paisajística, representada por artistas como Jacob van Ruysdael.17

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En el siglo XIX, el ejemplo holandés se universaliza, convertido en uno de los objetivos del realismo pictórico, y en especial en Francia a través de la Escuela de Barbizon y el plenairismo (los pintores pintan al aire libre y no en sus gabinetes). Este nuevo interés por plasmar un instante fugaz de luz o una anécdota, en plena naturaleza, impulsó el uso de técnicas como la acuarela, con una mayor rapidez de ejecución, y la pincelada suelta en busca de conseguir una impresión más que un dibujo, una de las claves del impresionismo.18 En momentos cronológicamente diferentes de oriente y occidente, la geografía y naturaleza dejaron de ser objeto de temor o espacio simbólico de los poderes míticos o de los espíritus de la región para convertirse en objeto estético, y por tanto objetivo de la obra de arte.nota 1 19

Otras artes

Véase también: Fotografía de paisaje

El paisaje como objeto transformable para el arte

Véanse también: Diseño del paisaje, Paisajismo y Arquitectura del paisaje.

Paisaje en biología · Paisaje epigenético · Paisaje adaptativo

Referencias 1. Ir a ↑ «paisaje», Diccionario de la lengua española (22.ª edición), Real Academia Española, 2001 2. Ir a ↑ Texto completo. 3. Ir a ↑ JARDÍ, M. Paisaje: ¿Una síntesis geográfica? Revista de Geografía, 2000, vol. XXIV, n.º 43. 4. Ir a ↑ DE BOLÓS, M. (1992): Manual de ciencia del paisaje. Teoría, métodos y aplicaciones. Barcelona.: Editorial Masson. 5. Ir a ↑ Idem, 58 6. Ir a ↑ SAUER, C. O. (1963). The Morphology of Landscape. En J. LEIGHLY, Landand Life: A Selection from the writings of Carl Ortwin Sauer (págs. 315-350). Berkeley: University of California Press. 7. Ir a ↑ HERNANDEZ HERNANDEZ, M. (2009). El Paisaje como seña de identidad territorial: Valorización Social y Factor de Desarrollo ¿Utopía o

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Realidad? Boletín de la A.G.E. (49), 169-183. Versión en línea. 8. Ir a ↑ OJEDA, Op. Cit., 9. 9. Ir a ↑ CANCLINI GARCÍA, N. (1979). La producción simbólica. Teoría y método en sociología del arte (9.ª edición ed.). México.: Siglo XXI Editores. 10. Ir a ↑ BUXÓ, R. (2006). Paisajes culturales y reconstrucción histórica de la vegetación. Ecosistemas , 15 (1), 1-6. Versión en línea. 11. Ir a ↑ NOGUÉ, J. (2007). La construcción social del paisaje. Madrid: Biblioteca Nueva. 12. Ir a ↑ BAGÚ, S. (1971). El universo del conocimiento de la realidad social. Revista Mexicana de Sociología , 33 (2), 375-393. Versión en línea. 13. Ir a ↑ Buxó, Op. Cit., 12. 14. Ir a ↑ Idem, 18. 15. Ir a ↑ http://whc.unesco.org/ 16. Ir a ↑ UNESCO. Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural. París: UNESCO, 1972. 17. Ir a ↑ Los paisajistas holandeses. 18. Ir a ↑ Galería de pintura de paisaje con más de un millar de obras. Consultado el 10 de noviembre de 2012 19. Ir a ↑ Cirlot, Juan-Eduardo (1991). Diccionario de Símbolos. Barcelona: Editorial Labor. p. 347-350. ISBN 978-84-335-3504-8.

Notas 1. Ir a ↑ Siendo lo bello y lo estético invención de la mente humana, puede decirse que no existió una estética del paisaje hasta que ésta fue concebida por el ser humano. Se atribuye, pues, al artista el mérito y la responsabilidad de organizar y reproducir los aspectos estéticos de la naturaleza. Tanto en Oriente como en Occidente, las claves para ‘comprender’ el paisaje necesitan dos elementos o personajes: el espectador y el paseante o viajero. Entendiendo como responsable de la creación de un paisaje al viajero, que recorre la geografía descubriendo los espacios, formas y perspectivas, dispuesto a representarlos en dos dimensiones y recopilarlos en los límites de un cuadro. En este binomio de la creatividad artística referida al género paisajístico, el espectador actúa como beneficiario de los resultados, disfrutando sin necesidad de viajar de una obra llena de Naturaleza donde la presencia del hombre, como protagonista de la obra de arte tradicional, ya no es necesaria.

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Instituto Departamental de Bellas Artes en convenio con Goldsmiths University of London

Tesis Maestr铆a en Artes Globales M.A in Global Arts

Estudios sobre la tierra: Contra el paisaje en el arte contempor谩eo colombiano: De la representaci贸n a la excavaci贸n en el arte del Valle del Cauca Land Studies: Against landscape in colombian contemporary art: From representation to excavation en el arte del Valle del Cauca

2012 - 2014

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Prefacio El paisaje como tema recurrente en el arte colombiano

Introducción Capitulo #1 Lecturas hegemónicas del paisaje en el arte colombiano: 1. Consolidación del paisaje como tema en la nueva república. 2. Descubriendo el territorio, tapando la tierra: De Francisco Antonio Cano a Dolcey Vergara. 3. Variaciones del paisaje en la crítica moderna: De la invención de la escuela de la Sabana al Sindicato de Barranquilla. 4. Variaciones del paisaje en la crítica contemporánea: Reencauchando el paisaje: Influencias tradicionales en el arte joven colombiano. Capitulo #2 Tumbando cercas: hacia una re-lectura del paisaje: 1. Propiedad privada y Paisaje: La invención de la pintura de la propiedad privada. 2. Democratización del arte del paisaje. 3. El problema de la contemplación: Desde donde veo lo que veo? 4. Fenomenología desde una ventana en Bogotá. 5. Conclusiones Capitulo #3 Deconstruyendo y reconstruyendo la noción del paisaje: Hacia una posible liberación? 1. El arte del paisaje japonés: el hombre en el cotidiano, introducción al Fukeiron. 2. Masao Adachi: teoría del paisaje en el cine: del cine porno al compromiso político en Palestina. 3. Teoría del Campo y contracampo: Jean Luc Godard en Notre musique y Carta a Freddy Buache. 4. Marxismo, paisaje y reacción: el caso colombiano. 5.Instrumentalización del paisaje en el arte contemporáneo colombiano.

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Capitulo #4 Repensando la representación del paisaje desde la provincia: el paisaje como fenómeno arqueológico en el Valle del Cauca: 1. Contexto histórico: Monocultivo y el jardín tradicional. 2. La promesa rota de la modernidad: Desarrollo y desplazamiento masivo. 3. Representación de una ciudad mestiza que se destruye a sí misma: Luis Ospina y Oscar Muñoz. 4. Abriendo huecos: ensayos para un paisaje más allá de la representación: Mateo Mina, Martha Lucía Villafañe, Blanca Obeyda Delgado, Maria Evelia Marmolejo y Rosemberg Sandoval. 5. Capas debajo de capas, el paisaje como excavación: Fabio Melecio Palacio, Julien Creuzet, M.S. Restrepo, La Nocturna, Juan Cárdenas y Miguel Tejada.

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Se nos han dado muchos nombres: ilegales, extranjeros, trabajadores temporales, violadores de fronteras, indeseables, exiliados, criminales, no ciudadanos, terroristas, ladrones, forasteros, invasores, indocumentados… Nuestras voces convergen en los siguientes principios: 1. Sabemos que la conectividad internacional es una realidad que los migrantes han contribuido a crear, es el espacio donde todos residimos. Comprendemos que la calidad de vida de una persona en un país guarda estrecha relación con el trabajo que hace el migrante. Somos parte del instrumento de cambio. 2. Todos estamos relacionados con más de un país. El fenómeno multilateral de la migración no puede resolverse de modo unilateral, puesto que generaría una realidad vulnerable para el migrante. La implementación de los derechos universales es esencial; el derecho a ser incluido pertenece a todos. 3. Tenemos el derecho a movernos y el derecho a que no se nos obligue a movernos. Exigimos los mismos privilegios dados a las corporaciones y las élites internacionales, que tienen el derecho a viajar y a establecerse donde lo deseen. Todos merecemos oportunidades y la posibilidad de progresar. Todos tenemos el derecho a una vida mejor.

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4. Creemos que la única ley que merece nuestro respeto es una ley sin prejuicios, que protege a todos y a cada uno en todas partes, sin exclusiones, sin excepciones. Condenamos la criminalización de la vida del migrante. 5. Afirmamos que ser migrante no significa pertenecer a una clase social específica, ni tener una situación


legal determinada. Ser migrante significa ser un explorador, significa movimiento. Es la condición que compartimos. La solidaridad es nuestra riqueza. 6. Reconocemos que las personas individuales con derechos inalienables son el verdadero barómetro de la civilización. Nos identificamos con las victorias ganadas en la abolición de la esclavitud, los movi- mientos de derechos civiles, el progreso de los derechos de las mujeres y los crecientes logros de la comunidad LGBTQ. Es nuestra responsabilidad y nuestro deber histórico hacer de los derechos del migrante el próximo triunfo en la búsqueda de dignidad humana. Es inevitable que el maltrato que damos hoy a los migrantes mañana sea nuestra deshonra. 7. Afirmamos el valor de la experiencia humana y de la capacidad intelectual que el migrante trae consigo tanto como el trabajo físico que provee. Instamos al respeto al conocimiento cultural, social, técnico y político que los migrantes poseen. 8. Estamos convencidos de que la funcionalidad de las fronteras internacionales debe ser reexami- nada en servicio de la humanidad. 9. Entendemos la necesidad de revivir el concepto de la propiedad común, de la tierra como un espacio al que todos tienen derecho de acceso y disfrute. 1 0. Somos testigos de cómo el temor genera barreras, de cómo estas barreras generan odio y de cómo el odio sólo sirve a los opresores. Comprendemos que migrantes y no migrantes están interconectados; cuando se niegan los derechos a los migrantes, los derechos de los ciudadanos están en riesgo. pag. 43

La dignidad no tiene nacionalidad.




Créditos: (pp. 7, 19) © Pedro Alcántara, 2014. (pp. 8–9) © Ericka Florez, 2014. Quien lo vive quien lo goza - El Segundo viaje (pp. 10–11) Transcripts of the work in process. © Alberto De Michele, 2014. Turistas, ruinas y montañas (pp. 12–18) © Raimond Chaves, Lima, 2014. Never Trust a Loving God (pp. 20–23) © Nathan Coley, 2014. El arte es para maricas (pp. 24–25) Pegado en las calles de Bogotá frente al Salón Nacional de Artistas al que Pedro Manrique Figueroa no fue invitado. © Pedro Manrique Figueroa, 1972. Wikileak (pp. 26–32) © Luis Ospina, 2014. Proyecto Acueductos (pp. 33–36) Collage. © Rosario López, (2013–2014. Estudios sobre la tierra: Contra el paisaje en el arte contemporáeo colombiano: De la representaciòn a la excavación en el arte del Valle del Cauca (pp. 37–39) © Mónica Restrepo, 2014. Himno de Helena (pp. 40–41) Words by Helena Producciones (2007) Music by Pierre Degeyter (1888) Arranged by Jerry Engelbach (2001) © Helena Producciones, 2007. Manifiesto del Inmigrante (pp. 42–43) MI Internacional. © Tania Bruguera, Noviembre 2011. (p. 44) © Santiago Cárdenas, 2014. Editado por Blauer Hase Graphic design: Giulia Marzin


Este número especial de la publicación periódica Paesaggio fue realizado en colaboración con el número 11-12 de la revista papel de colgadura de la Universidad ICESI de Cali, Colombia. Blauer Hase quiere agradecer de manera especial al Departamento de Humanidades y al grupo de investigación de la ICESI “la novia desnuda(da)”, así como a todos los artistas que aceptaron participar en este proyecto. Blauer Hase es un colectivo compuesto por Mario Ciaramitaro, Riccardo Giacconi, Giulia Marzin, Daniele Zoico.


Paesaggio un proyecto de Blauer Hase www.blauerhase.com


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